shocked
"Se quedaron ahí pretendiendo, sin saber que eran el uno en el otro"
Aun podía sentir el olor de la sangre, el frio de aquella noche y el dolor de sus brazos desmembrados colgando, el recuerdo de los gritos desesperados escapando de gilbert, pidiéndole la misericordia de una muerte sin ella.
Cuando abrió los ojos, Dietfried la había llevado hasta su despacho en el primer piso, era una habitación enorme y oscura, con una chimenea y un gran ventanal que daba hacia el jardín, las enormes cortinas color concha de vino caían como ríos de sangre a las orillas del enorme mesón donde se alzaban enormes pilas de documentos, las paredes color azul profundo estaban decoradas con fotografías de su armada naval y en la mesa de centro cerca de la chimenea una miniatura de su mejor nave, el orgullo de la armada, y a la pared junto a un bello sitial de color verde oscuro se alzaba un enorme estante repleto de libros.
Violet se soltó de la mano de Dietfried, y se acercó para sentarse en el sitial, hasta él podía notar que ella era atraída por todo lo que fuera del mismo color de su broche, aquel que gilbert le obsequio alguna vez en el pasado. Los dedos de violet insensibles al tacto se pasearon por la suavidad aterciopelada del sitial, y hasta parecía por un instante que, aunque a través del metal sus dedos articulados podían de alguna manera sentir o eso es lo que a Dietfried le parecía percibir al verla.
pero la realidad era que no sentía nada en sus manos, actuaba como si pudiera hacerlo, pero le era imposible el tacto. Dietfried encontró su pupila esquivándolo, como un venado salvaje encontrando la pupila de su cazador, aguardando la inminente muerte. los labios del capitán se movían creando palabras a las que ella deseaba dar algún tipo de sentido, pero le oía tan lejos que, aunque se forzara no escuchaba ningún sonido.
Y ningún sonido era lo suficientemente perfecto para ella, se levantó del sitial y se paseó por el estante de libros, Dietfried la siguió con la mirada, había comenzado aquel juego del gato y el ratón que para él era un juego ya bastante conocido. El capitán volvió a su gran escritorio para sentarse, cruzo sus piernas una sobre otra y apoyó el codo contra la madera y posando su mentón contra la palma de su mano se quedó observándola jugar con sus libros, algo dentro de él desde la desaparición de Gilbert hacía que no pudiera si quiera intentar sentir odio por ella.
Violet era ahora el último aliento de Gilbert, debía protegerla como fuera pues sabía que sus superiores irían por el arma definitiva que ella representaba, y sabía que el enemigo iría tras de ella también, la posición de la armada naval estaba en una posición delicada.
"Cuando el invierno pasa, llega la primavera"
Aparecieron en el puerto, la llevo en medio de enormes barcos y en el fondo del astillero se erguía orgulloso y campante el barco de los hermanos bouganvillea. La mirada ansiosa de Violet embelesaba a Dietfried de formas que el jamás se lo hubiese permitido. se convertía a pasos agigantados en un desconocido para sí mismo. alguien en quien confiar.
El joven hermano mayor estiro la mano hacia Violet para ayudarla a subir, la brisa del mar hizo su movida jugueteando con los cabellos rebeldes del capitán, violet se le quedo mirando fijamente y de su boca escaparon unas palabras, " también era azul", Dietfried sujeto la mano de Violet soportando su peso mientras subía la escalinata.
Dietfried la guío por la nave, entraron a una pequeña habitación repleta de juguetes, los ojos juguetones de violet recorrían cada rincón de la habitación, cuando se acercaba a observar una fotografia en la pared, algo golpeo la nave haciendo que Violet perdiera el equilibrio, Dietfried la tomo por la cintura e inevitablemente quedaron uno frente al otro, sin espacios intermedios, pupila sobre pupila.
Violet sentía la presión de la mano del mayor contra su pequeña cintura, Dietfried no podía evitar el calor de las manos de Violet contra su pecho y sus ojos no podía sentirse más atrapados en los suyos como en este instante. las mejillas de Violet se tiñeron de un tono rosado, Dietfried apretó su mano contra su cintura y tal acción solo hizo que el color de sus mejillas se volviera aún más intenso... "¡¿qué tramas?!" fueron las palabras que salieron de la boca del capitán antes de soltarla.
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