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Advertencias del capítulo: (Lenguaje obsceno y soez)

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Disclaimer: Boku No Hero y sus personajes NO me pertenece

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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.

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CHOCOLATES FOR VALENTINE

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SINGLE CHAPTER


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Izuku miró fijamente sus manos entrelazadas. Estaba nervioso y aunque era un estado con el cual debería estar familiarizado —era una persona un poco ansiosa—, apenas podía con el sentimiento.

El latido de su corazón era tan fuerte que temía que alguien más pudiera notarlo. La presión en su pecho parecía ahogarlo y aunque intentaba mantener la respiración estable y serena, era evidente que no se sentía tan tranquilo como estaba aparentando.

Levantó la mirada y la fijó en la nuca blanquecina, deslizando lentamente sus ojos, cual si fuera una caricia, hasta el inicio de aquel suave y fuerte cabello rubio. Su atención fue captada por los finos hilos de seda dorada. Podía parecer una cabellera rebelde, pero solo él sabía cuan sencillo era enredar los dedos entre las hebras rubias para lograr una agarre firme.

Sus labios encontrándose, sus cuerpos chocando en un roce decadente, prohibido y tan jodidamente placentero.

Sintió como el rostro se le enrojecía, mientras imagen tras imagen se filtraba en su mente y frente a sus ojos, como si fuera una escena que estuviera viviendo justo en ese momento.

Los sonidos obscenos casi acariciaban su oídos y tuvo que negar con la cabeza, en un movimiento brusco, para evitar seguir pensando en ello.

¿Que demonios sucedía con él?

Estaba en clases, rodeado de sus compañeros y maestro.

Levantó el rostro y volvió a posar la mirada en el perfil atractivo de Bakugo.

Era culpa suya, por provocar todos esos pensamientos impropios en él y también por acelerar su pulso de esa manera.

Luego de su pelea en el campo Gama y de exponer ambos sus sentimientos de una manera jamás antes hecha. All Might les había encontrado y le reveló a Bakugo, su secreto. Izuku sintió como si un peso se levantara de sus hombros y percibió en su interior, cierto alivio. Le había ocultado a su madre la verdad sobre su poder recién adquirido. Había hecho lo mismo con sus amigos y varias personas a su alrededor, pero Bakugo era diferente, no había podido ocultarle la verdad desde un inicio, lo que le había llevado a confesarse ante él apenas ingresaron a la UA. Claro que Bakugo no le creyó, pero Izuku podía ser con total honestidad que no le había mentido jamás.

Compartir aquel secreto con él, se sentía bien y de alguna manera, creaba un lazo entre ambos. Creyó que era algo unilateral hasta que Aizawa les castigó y tuvieron que pasar varios días juntos y solos, dentro de la residencia.

No podía recordar el punto exacto en el que todo cambió, pero sin duda, aquel momento había dado inicio a su relación como lo era actualmente.

Y aunque no le habían dado un nombre, él se sentía más conectado a Bakugo, que a cualquier otra persona.

Pero siempre había sido así, su lazo era fuerte pese a todas las cosas que se desarrollaron entre ambos.

Ellos estaban juntos, en una relación extraña, un tanto peculiar, pero que funcionaba. Lo hacia para él y eso mismo le permitía la libertad de no preocuparse por un nombre. No lo necesitaba, pues lo suyo era más genuino que unas simples etiquetas.

Aun así, no sabia que seguía.

Era San Valentín.

Y había pasado toda la semana entrenando con Sato para hacer unos chocolates decentes. No sabía si lo había logrado, pero estaba orgulloso de su progreso.

Una pequeña caja de bombones descansaba en su mochila a la espera de ser entregada, pero casi terminaba el día de clases y aun no había encontrado el momento idóneo.

—¡Midoriya! — el grito de Aizawa le obligó a erguirse casi al instante, de un salto y en un movimiento totalmente involuntario.

—Dígame, profesor — la voz le temblaba, mientras toda su tez ardía de vergüenza.

Aizawa le dirigió una mirada fulminante e Izuku notó de reojo, como todos sus compañeros lo observaban con atención. Se sintió aun más avergonzado al darse cuenta que era el centro de atención justo en ese momento.

Denki y Mina se reían por lo bajo y Mineta murmuraba entre dientes que tenia que dejar de ser un despreocupado. Sentía la mirada reprobatoria de Iida desde el otro lado del salón y más de alguno negaba con la cabeza, en un gesto de desaprobación por su actitud.

Bajó la mirada hacia el asiento de enfrente y observó que Bakugo le dirigía una expresión malhumorada por sobre el hombro.

Izuku soltó un gemido bajo y se inclinó con rapidez.

—Lo lamento, profesor Aizawa.

—Pon mas atención — expresó el hombre entre dientes, antes de rodar los ojos —. Continua la lectura donde nos quedamos.

—¿Qué?

Izuku bajó la mirada nerviosamente y miró su libro abierto. Lo tomó en sus manos, murmurando una disculpa cuando en un mal cálculo, casi se le cayó al piso. Evitó mirar a todos lados y observó el texto. No sabía cuánto tiempo se había perdido en sus pensamientos, tendía a hacerlo con demasiada regularidad y por momentos extensos.

—El origen de la palabra "héroe" viene del latín "héroes" que significa…

—Ahí no es — Aizawa le interrumpió con un siseo —. Mejor siéntate de una vez y pon atención... Sero, continua tu.

—Si, profesor.

Izuku se sentó de golpe, profundamente avergonzado y con el rostro tan caliente que sentía que la cabeza podía explotarle.

—Estúpido nerd — escuchó el murmullo de Bakugo frente a él.

—Pon mas atención — Mineta le dio una palmada en la espalda, a lo que se limitó a asentir con rapidez.

¡Mierda!

Deseaba que la tierra se abriera y lo succionara hasta el mismísimo centro de la nada.


Apenas observó como el profesor Aizawa salía del salón, Izuku se dejó caer en su silla con un suspiro agotado.

—¿Qué te sucede Deku? — Ochako se había acercado y le observaba con curiosidad.

—¡Izuku Midoriya, tienes que poner más atención a clases! — Deku se sobresaltó, cuando Iida también se posicionó a su lado.

—Lo siento chicos — se apresuró a disculparse, agitando las manos con rapidez.

—¿Estas bien Deku? — le preguntó Shoto, desde su asiento.

—Si, claro. No hay ningún problema — carraspeó, riendo nerviosamente.

—El profesor Aizawa estaba muy molesto — comentó Asui, ladeando el rostro. Deku volteó en su asiento y la observó.

—Si, lo se.

—No te vuelvas uno de esos chicos problemáticos, Midoriya — exclamó Mineta, a su espalda, golpeando la silla. Izuku se apresuró a negar rápidamente.

—No, claro que no.

—Bien… — Iida se aclaró la garganta, tomando la palabra —. Se supone que todos se van a reunir en el gimnasio Ganma luego de clases. Hay pancartas por todos lados.

—Si.

—Estoy emocionada por ir — Uraraka dio un salto de alegría —. Nunca he ido a una feria de San Valentín.

—Yo también quiero ver que tienen preparado los de tercero — soltó Tsuyu.

—Parece divertido.

—Si — Deku se puso de pie —. Es interesante — tomó su mochila y la colgó en su espalda.

—¿Vas a llevar tu mochila? — Mineta le observó con curiosidad, lo que tuvo varias miradas sobre él.

—Si, bueno… — se rió nerviosamente.

—¡Deku! — la voz de Bakugo interrumpió su monólogo. Todos se sobresaltaron y voltearon con rapidez hacia el chico rubio que se acercaba con una expresión enfurruñada en el rostro —. ¡Tu, maldito nerd!

—Parece furioso — susurró Ochako en voz baja.

—¿Y no siempre esta así? — Asui llevó una mirada a su barbilla y miró a Bakugo un momento.

—Kacchan… — Izuku tragó saliva y empezó a jugar con sus dedos, soltando una risita nerviosa —. ¿Qué sucede? — no pudo evitar que la voz le temblará.

—Tu, ven aquí — el chico siguió de largo a su lado, chocando su hombro antes de tomarle del cuello del uniforme y arrastrarle.

—Bakugo ¿Qué …?

—No es nada, chicos — Deku les interrumpió cuando parecieron decididos a interponerse —. ¡Los veo en la cafetería! ¡Apártenme un plato de Katsudon!

Izuku intentó erguirse, pero Bakugo volvió a arrastrarlo, por lo que decidió que le dejaría hacer. Era extraño que Kacchan actuará de aquella manera y menos aún, que lo hiciera frente a sus compañeros y donde alguien más pudiera verlo.

Varios alumnos les abrieron paso, seguramente intimidados por el aura furiosa de Bakugo. Algunas cosas no cambiaban.

¿Hacia donde se dirigirían?

Deku se extrañó cuando vislumbró que entraban a la biblioteca. En ese punto, se limitó a esperar a que Bakugo le soltara y cuando lo hizo, se dio cuenta que el lugar se encontraba desierto.

Volteó hacia el chico y observó que cruzaba los brazos. Su expresión era una mezcla de molestia y fastidio, muy propio de él, no obstante, aún no había alcanzado a comprender, que le había puesto así.

Además ¿Qué hacían ellos en la biblioteca?

—¿Kacchan?

—Cállate idiota — el rubio le tomó de la mano y le guió a través de los estantes.

Izuku miró a su alrededor. Era extraño que la profesora Booklet no se encontrara ahí. Seguramente estaría en su almuerzo, al igual que todos.

—¿Qué sucede Kaachan? — indagó extrañado —. ¿Qué hacemos aquí?

—Tsk — Katsuki gruñó entre dientes y no se detuvo, mientras caminaban hasta el final del pasillo.

La biblioteca era inmensa, con estantes que alcanzaban los tres metros, repletos de todo tipo de libros. Había ido hasta ahí varias veces, en algunas ocasiones para buscar información y en otras, porque el silencio del lugar le permitía pensar. No sabia que Bakugo alguna vez hubiera pisado aquel lugar, pero tampoco sería extraño, dado su promedio académico.

Miró la mano que sostenía su muñeca con fuerza y sintió como el rostro se le enrojecía, mientras movía su propia mano hasta liberarla y apresurarse a entrelazarla con la de Bakugo. El chico volvió a gruñir, pero no hizo amago de detenerse e Izuku sonrió suavemente, alegre al poder obtener una muestra de cariño fuera de su dormitorio.

Finalmente, Bakugo se detuvo, exactamente en la línea final de estantes y dobló a la derecha, antes de empujarlo contra la madera, apoyando las manos con fuerza en sus hombros.

—¿Qué?...

—¿Qué te sucede? — la voz de Bakugo fue suave, mientras le miraba a los ojos.

Deku parpadeó un par de veces y luego frunció el ceño, confundido.

—¿De qué hablas? — indagó mirándolo con curiosidad —. Tu fuiste el que me trajo hasta aquí.

—En clases — Bakugo bufó y ladeó el rostro —. Estabas actuando extraño.

—Ahh…

¿Bakugo estaba preocupado?

Una sonrisa boba le cruzó el rostro mientras sus mejillas ardían, llenas de rubor. Bakugo gruñó, antes de dar un paso hacia atrás y apoyarse contra el estante a su espalda, de brazos cruzados.

—No creas cosas que no son — masculló entre dientes.

—Estabas preocupado por mi — pero Deku no se dejó intimidar. Que Bakugo le hubiera llevado hasta ahí para preguntarle eso, significaba mucho para él.

—¡Claro que no! ¡No digas estupideces! ¡Es solo que me distraías con tus tontos murmullos en clases! — gritó furioso, mientras ladeaba el rostro.

Izuku soltó una risa pequeña y se inclinó, dirigiéndole una mirada alegre.

—Estoy muy feliz, Kacchan — musitó sonriente.

Bakugo gruñó y le observó de soslayo.

—¿Entonces? ¿Qué demonios te tenía tan distraído?

—Ahh, eso — Izuku asintió nervioso y se quitó la mochila.

—¿Qué demonios haces? — frunció el ceño —. ¿Es que acaso pretendes ponerte a estudiar ahora, estúpido nerd?

—No, Kacchan… yo… tengo algo para ti.

Deku se puso de cuclillas y abrió su bolso. Dentro, la caja de bombones de chocolate lucía un poco maltratada, seguramente por todo el movimiento que había hecho, aún así, no dudo en sacarla y erguirse.

—¿Qué es eso? — refunfuñó Bakugo con una ceja alzada.

—Es un presente.

—Pero no es mi cumpleaños — se quejó rápidamente.

—No es por tu cumpleaños — Deku tomó una inhalación profunda, demasiado nervioso como para mantener la compostura. Sentía que el corazón podía salírsele del pecho en cualquier momento —. Es por el día de hoy.

—¿Y qué maldito día es…? — su mente empezó a iluminarse, mientras observaba los brillantes ojos verdes del chico frente a él.

¡Mierda!

—Es San Valentín, Kacchan, y… bueno, sabes que hoy va a haber un festival y todo eso.

—Mmm… si — creyó haberlo escuchado, pero no era algo que tomara su atención de cualquier manera —. ¿Y eso qué?

—Quería darte un presente, porque eso es… lo que hacen los… los… — el rubor inundó su rostro, mientras su mente reproducía aquella palabra que sus labios se negaban a soltar.

—¿Los que? — metió las manos en su bolsillo y frunció los labios.

—Ya sabes… — Deku se movió en su mismo sitio, bastante nervioso.

—No se que, idiota ¡Por eso te pregunto!

—Eso… — acarició la punta de su pie con el otro y le dirigió una mirada baja a Bakugo.

—Si no me dices que… ¡No se de qué me estas hablando! ¡¡Maldito Deku!! — gritó furioso.

—¡Los enamorados! — expresó Izuku igual de alterado —¡Es lo que hacen los enamorados!

El silencio se extendió, mientras ambos se miraban a los ojos. Izuku jadeó, ligeramente agitado. Sólo Bakugo lograba ese punto de quiebre en él, donde no sabía si quería besarlo o golpearlo.

Sus emociones siempre habían sido inestables cuando él se encontraba cerca y es que, Kacchan le hacía sentir demasiado.

Levantó la mirada y observó al chico fijamente. Bakugo tenia la mirada baja en él, pero fue el ligero rubor en sus mejillas lo que realmente capturó su atención.

Deku suspiró y se lamió los labios, antes de extender las manos, con la caja blanca ligeramente doblada.

—Los hice yo mismo — musitó nervioso, mientras bajaba la mirada a sus propias manos. Era más sencillo decir todo lo que quería si no veía a Bakugo directamente a los ojos —. Sato me ayudó y… puede que no sean… los mejores, pero los hice con mucho, con mucho… esmero y… ¿Puedes aceptarlos?

El rostro le ardía y Deku percibió como todo el cuerpo le temblaba. Su corazón había empezado aquella marcha rápida que tan bien conocía cuando Bakugo estaba cerca. Sintió como un nudo se instalaba en su garganta y intentó tragarlo, pasando saliva.

No esperaba que la reacción de Bakugo fuera efusiva. Le había aceptado con todo y su malhumor, además de sus nulas muestras de afecto, pero su mutismo le estaba matando por dentro.

Se encogió, mientras levantaba el rostro y observaba la expresión de Bakugo. El chico pareció sorprendido y miraba la caja de bombones como si se tratara de algo sorprendente, pero no en el buen sentido.

—¿Kacchan? — susurró nerviosamente. Estaba por preguntarle si había algo mal, cuando le pareció escuchar unos pasos.

Apenas tuvo reacción antes de que Bakugo se pegará a su cuerpo, aplastando la caja de chocolates entre sus torsos y tapando su boca con una mano. Deku parpadeó, incrédulo, mientras fijaba los ojos en su ceño fruncido.

—Bakugo ¿Estas aquí?

¡Era Kirishima!

Midoriya se quedó quieto, con la mirada firme en el rubio. Escuchó como murmuraba una maldición entre dientes y luego, levantaba la mano libre y llevaba el índice sobre sus labios, indicándole que permaneciera en silencio.

Bakugo lo soltó, luego de dirigirle una advertencia con la mirada y dio un paso hacia el pasillo, asomando apenas el rostro.

Cuando volvió a erguirse, lucía molesto. Izuku le observó todo el tiempo en silencio, a la espera de que lo iba a decir.

—Voy a irme, el idiota ese me esta buscando.

—Pero… — Deku bajó la mirada a la caja doblada de sus bombones.

—Hablamos luego — gruñó Bakugo entre dientes. Izuku se apresuró a negar con la cabeza.

Había esperado ese momento toda la mañana y parte de la tarde. No podía dejarlo ir.

Tomó la manga de la chaqueta gris de Bakugo, justo cuando el chico daba un paso fuera del pasillo. Le haló apenas, lo suficiente para que retrocedería y volviera a ingresar, antes de revelar su posición.

—¿Qué demonios?

—Los chocolates… los hice para ti — le mostró la caja al instante, extendiéndola en su dirección.

—Bakugo, amigo… te vi entrar aquí ¿Dónde estas?

—Ahora no, Deku.

—Pero…

Bakugo negó y dio media vuelta, volviendo al pasillo, sin embargo, se detuvo un segundo y le miró por sobre el hombro.

Izuku le observaba fijamente, a la espera de que dijera algo, mientras apretaba los dedos en la pequeña caja.

—Nos vemos en la noche — Bakugo no hizo gesto o acción alguna y simplemente, devolvió la mirada hacia enfrente y siguió su camino.

—Ahí estas ¿Pero que estas haciendo aquí? ¿Y porque no contestabas?

—Ya cállate idiota, mejor salgamos de aquí.

—¿Porque estas de tan mal humor?

—¡Que salgamos te digo!

Izuku miró sus chocolates fijamente y con las manos temblorosas, procuró arreglar la caja para devolverla a su formal natural.

Bakugo le había dicho que se verían en la noche, debía significar algo, pero por alguna razón sentía como si le hubieran rechazado.

—No tiene caso sentirse así — se dijo en un susurro, pero no pudo evitar las lágrimas que le inundaron la mirada.


—¿Estas seguro que te encuentras bien? — Uraraka se inclinó y le miró fijamente, mientras caminaban por los pasillos.

—Si, estoy bien — se apresuró a sonreír, para enfatizar sus palabras.

—Si te sientes mal, no tienes que ir, Midoriya — le comentó Iida con formalidad. Deku negó rápidamente.

—Quiero divertirme con ustedes — afirmó.

¿Y que mejor manera de hacerlo en el festival de San Valentín?

Luego de todos los problemas que se habían creado en torno al retiro de All Might y las residencias nuevas para estudiantes. Los presidentes de las clases, se habían sido reunidos con los profesores guías, para hablar un poco de lo que se esperaba de los estudiantes.

Uno de los temas a tratar fueron las festividades y se llegó a la votación unánime de que la mejor manera de pasar dichas fechas, era celebrando, tal como se hacía antes incluso, que los poderes aparecieran en el mundo. Aunque los festivales culturales eran en la actualidad una práctica obsoleta, todos habían encontrado en ellos, una razón más para sonreír.

Había sido así el Día de los Deportes, el Día de la cultura, en Navidad y Año Nuevo.

San Valentín no era una festividad como tal, pero varios chicos de 3er año decidieron presentar la moción a la directiva para hacer de aquella fecha, también una celebración. Por suerte, el director y varios profesores habían aceptado y era la razón por la que, el Gimnasio Ganma era ahora la sede de la mejor celebración de San Valentín que jamás había visto.

—Esto se ve muy bien — susurró Izuku mirando su alrededor. Al parecer, los chicos habían convencido al profesor Cementos de recrear el gimnasio, por lo que parecía más un salón.

Habían múltiples luces, decoraciones e imágenes alusivas a la festividad por todo el techo, se preguntó quien era la persona que había hecho aquello y que clase de don tenia.

—Espero que haya una tienda de mochis — musitó Uraraka, mirando los alrededores

—Yo quiero soba — murmuró Shoto.

—Pero en lugar de separarnos ¿Qué les parece si solo pasamos juntos de tienda en tienda?

Todos asintieron y avanzaron por el camino.

Había de todo, desde pequeños obsequios para regalar tanto a la pareja como amigos, hasta un café, juegos en pareja y muchas cosas más.

Luego de comer bombones y jugar con Ochako a las "Flechas de cupido", Izuku decidió seguir en el resto de los puestos con sus amigos.

Shoto participó en el concurso de quien comía más soba ¡Y ganó!

Iida había optado por jugar en los carritos chocantes con Asui y Mineta prefirió distraerse en el certamen de la chica cupido.

Se encontró con varios de sus compañeros y a lo lejos vislumbró a Bakugo, siendo empujado por Kirishima. Era seguro que él debió haberle convencido, porque de otra manera, no se imaginaba a Kacchan en un festival así.

Volteó la mirada, percibiendo como un nudo empezaba a formarse en su pecho y se acercó a una tienda que tenía diversos presentes.

Habían pequeñas cajitas con dulces y chocolates, malvaviscos decorados, arreglos de tazas, animales de peluches, rosas y hasta cartas con motivo de la festividad

Miró cada uno de ellos y se preguntó si habrían sido un mejor presente que el que preparó. Ciertamente el peluche de león, sería un buen obsequio para Bakugo, aunque dudaba que la aceptara de buena gana.

—¿Te gusta alguno? — Ochako se posicionó a su lado. La sorpresa que se llevó Izuku, le obligó a pegar un pequeño grito.

—Me asustaste — susurró apenado, por las miradas que se posaban en él.

—No era mi intención, parece que estabas muy pensativo.

—Si, un poco — aceptó vacilante —. Es que… nunca había visto algo así.

—¿Nunca te han dado un obsequio de San Valentín? — la chica parecía curiosa.

—Bueno… no.

—¿Ni en la secundaria?

—No era precisamente… un chico popular — carraspeó, meneando la cabeza de un lado a otro —. Sigo sin serlo.

Uraraka frunció el ceño y se inclinó, para observar los presentes. Luego sacó su billetera y señaló unos bombones de chocolate.

—Quiero cinco, por favor — le indicó a la chica, mientras buscaba en su cartera.

—¿Qué haces?

—Comprando presentes — sonrió en su dirección —. Me habría gustado algo más elegante, pero tengo que ahorrar y esto es un extra que me quedo del trabajo con Ryukyu.

—Pero no…

—Ten — extendió uno en su dirección, Izuku se sonrojó, mientras observaba el bombón.

—No quería que te sintieras obligada… — negó con rapidez —. No es lo que…

—Para nada, Deku — ladeó el rostro y le observó con ternura —. Había pensado en comprar algo antes, pero justo ahora se dio el momento.

—Pero…

—No creas que esto es… — un rubor intenso le abarrotó las mejillas —. Bueno, lo que quiero decir es que… San Valentín es también el día de la amistad y… para mi, tu eres… eres un gran amigo.

—Uraraka — él estaba sorprendido.

—Siempre me apoyas, me impulsas a ser mejor… me enseñas a ser mas fuerte y a superarme… — bajó el rostro —. Esto es muy vergonzoso, así que… solo tómalo.

Deku miró el chocolate una vez más y extendió sus manos, permitiendo que la chica lo pusiera sobre sus palmas juntas.

Sentía el rostro caliente y su corazón latía tan fuerte, que temió por un segundo que alguien más fuera capaz de escucharlo. Se sintió conmovido por aquel gesto. Uraraka era sin duda su mejor amiga y saber que sus sentimientos eran recíprocos le llenaban de una calidez sin igual.

—Muchas gracias Uraraka — se inclinó ligeramente.

—Compre unos mas para Iida, Shoto, Asui y Mina… me habría gustado comprar para todos los chicos de la clase, pero no me alcanza — le comentó ella sonrojada.

Deku miraba fijamente el chocolate. Era un recuerdo que atesoraría sin duda, incluso empezó a considerar sobre comérselo ¿Si lo guardaba se preservaría?

—¿Te pasa algo Deku? — la voz de Ochako lo sacó de sus pensamientos una vez más.

—No, nada… — negó con la cabeza y luego se apresuró a sonreír —. De hecho… yo también tengo algo para ti.

—¿Cómo? — exclamó sorprendida.

—Ven, sígueme — tomó la mano mas pequeña entre las suyas.

—Pero no es necesario… no estaba esperando nada cuando…

—No nos vamos a alejar mucho.

Apenas la llevó a un rincón, donde no había mucha gente y la soltó. La chica lucía sonrojada y Deku sintió como su rostro también se encendía de vergüenza, no estaba muy acostumbrado a algo así, pero lo había decidido y no podía echarse atrás.

—Deku… — escuchó el temblor en la voz femenina.

Soltó un suspiro y se quitó la mochila, dejando a sus pies antes de inclinarse y abrirla.

Sacó una pequeña caja blanca y se irguió, mientras la agitaba un poco, esperando que cada bombón aún se encontrara en su lugar luego del agite de su día escolar.

—¿Qué es…? Ohhh…

—Estos los prepare con ayuda de Sato y bueno… puede ser que no me hayan salido muy bien, pero… — extendió la caja hacia ella y a Ochako no le quedó otra mas que aceptarla, mas allá de su estupor.

—¿Qué son? — indagó sin aliento.

—Son chocolate… chocolates de San Valentín. Puede que no estén tan buenos y si es así… no tienes que comértelos.

La chica miró enternecida, como Izuku empezaba a tartamudear. Era evidente que estaba nervioso y sintió como ella misma se quedaba sin aliento.

—Muchas gracias… — sonrió con dulzura —. Seguramente estarán delicioso.

—Bueno — Deku se rió, mientras llevaba una mano a su nuca —. No esperes demasiado.

—No importa… el obsequio es lo importante.

—También tengo algo para…

—¡¡¡DEKU!!!


Bakugo gruñó, mientras observaba como Kirishima hacia varios saltos queriendo llamar su atención, frente a un juego de luchas.

¡Maldita fuera ese estúpido por siempre orillarlo a aquellas situaciones!

¿Qué demonios hacia él en un festival de San Valentín?!

A la mierda el día, jamás había sido participe de ese tipo de eventos y no le interesaba para nada todo aquello.

Pero el idiota de Kirishima le había suplicado que le acompañará y en conjunto con el imbécil de Kaminari, se habían encargado de acosarlo hasta que no tuvo otra opción que aceptar, porque matarlos no era un opción, si quería llegar a ser el mejor héroe.

El gimnasio estaba decorado en alusión al día, lo cual era asqueroso. Tanto rosa le provocaba ganas de vomitar y ver a las parejas dentro de la escuela era aún peor. Intentó dar media vuelta, en cuanto cruzaron las puertas, pero ambos chicos le tomaron de los brazos y prácticamente le obligaron a seguir avanzando, pese a sus amenazas de muerte.

A lo lejos, le pareció vislumbrar un destello verde, lo cual le llamó la atención. Deku estaba ahí, en compañía de sus amigos mientras todos sonreían. Parecía estar pasando un momento y eso provocó un punto de presión en su pecho.

Recordó sus ojos brillantes, sus mejillas sonrojadas y la timidez usual en el que le instaban a abofetearlo y luego, besarlo. También recordó la caja de chocolates que él había intentado darle.

Era un idiota, por poner atención a aquella banalidad, pero de alguna manera, se sentía bien.

—Ven, Bakugo… vamos al martillo de feria, hombre.

—No molestes — gruñó entre dientes, mientras Kirishima intentaba rodearle con el brazo. Katsuki bufó y salió de su agarre agachándose de golpe y dando un paso atrás.

—Oye amigo — el pelirrojo se quejó.

—No quiero jugar esos estúpidos juegos.

—Vamos hombre, no seas un aburrido.

—Me voy — dio media vuelta.

—Es que seguramente sabe que tu fuerza es superior ¿no Kirishima? — Denki se burló, dándole un codazo a Bakugo.

—¿Cómo dijiste? — rabioso, el rubio volteó y miró al chico con fijeza, dispuesto a tomarle del cuello y hacer algunas explosiones sobre él. Talvez no con la fuerza para matarlo, pero dañarlo no estaría mal.

—Una ronda en el martillo, hombre — Kirishima se posicionó a su lado rápidamente —. Si tan seguro estas de poder vencerme, no debería ser un problema para ti ¿cierto?

—Ehh… — Bakugo volteó y miró al chico con el ceño fruncido, luego soltó a Denki antes de sonreír —. Te voy a patear el culo, idiota.

Mientras observaba como Kirishima esperaba su turno frente al martillo, Bakugo se cruzó de brazos y volteó el rostro, dando una mirada al lugar.

No buscaba nada o al menos eso creyó, hasta que su mirada se topo con la figura de Deku a unas cuatro tiendas a la izquierda. El chico parecía mirar fijamente unos obsequios de San Valentín

¿Qué estaba haciendo ese nerd?

Recordó la caja blanca que le había extendido y su balbuceo incesante que le provocaba un dolor de cabeza. Deku le había preparado chocolates. Aunque no entendía la finalidad de algo tan estúpido, para Midoriya parecía importante.

¿Por qué tenía que ser tan idiota?

Estaba por ignorarlo, cuando observó como alguien se acercaba a él. Era Ochako, quien parecía curiosa sobre lo que el chico observaba. Recordó como un tiempo atrás, todos habían especulado sobre esa relación. Varios pensaban que ambos chicos se gustaban, pero cuando se lo pregunto a Deku, él afirmó sentir únicamente un cariño amistoso hacia Uraraka.

—Que estupidez — susurró entre dientes, sin apartar la mirada.

Observó su intercambio de palabras y luego, como la chica compraba algo y se lo extendía a Deku, quien parecía francamente sorprendido. No ignoró la manera en la que se sonrojaba o parecía demasiado nervioso. Su actitud logró irritarlo y Bakugo ni siquiera se dio cuenta que apretaba los puños.

Aunque la situación no era comprometedora, no pudo evitar la sensación que anido en su pecho, de que Deku estaba haciendo algo incorrecto, lo cual logró molestarlo. Frunció el ceño y gruñó, justo cuando observó como el chico tomaba la mano de Ochako y la llevaba lejos del lugar, justamente al fondo del gimnasio.

¿Qué rayos estaba haciendo ese estúpido? ¡¿Acaso deseaba morir?!

—¡Bakugo!

El grito de Kirishima no hizo nada para detenerlo, mientras se abría paso entre los extras que estaban en su camino. Escuchó uno que otro quejido, pero no dudo en devolverlos en coloridas maldiciones.

—¿Donde demonios se metió? — volteó de un lado a otro al llegar al final del gimnasio y frunció el ceño, a medida que la presión en su pecho crecía. Iba a golpearlo, no había duda.

Escuchó lo que parecía un gemido femenino y se tensó, mientras volteaba lentamente a su derecha. Por un segundo, fue como si el tiempo se detuviera y cuando volvió en sí, casi parecía como si todo su alrededor se distorsionara y luego, su visión se torno rojo sangre.

Él derramaría un poco esa tarde, estaba seguro. Y sería la sangre de un maldito nerd.

Se asomó y observó con sorpresa que Deku le extendía una caja blanca a Ochako.

Una caja de chocolates.

Su caja de chocolates.

¡¿Que demonios?!

—¡¡¡Deku!!!

El chico se sobresaltó y volteo hacia él de un salto, con la tez pálida y los labios temblorosos.

—Kacchan — tartamudeó nervioso, mientras tomaba torpemente su mochila para colgársela de nuevo.

—¡¿Que demonios estas haciendo?! ¡TÚ! ¡¡Maldita sabandija!! — se acercó rápidamente a él, tomándolo del cuello de la camisa.

—Kacchan ¿Qué… estas haciendo aquí?

—Vamos — empezó a caminar, arrastrándolo —. ¡Te voy a matar!

—Pero, Kacchan.

—Bakugo… ¿Qué estas haciendo? — Uraraka intentó dar un paso al frente, con el ceño temblorosamente fruncido —. ¡Suelta a Deku!

—No te metas, cara redonda.

—¡¿Cómo?! — la chica jadeó.

—No te preocupes Uraraka, voy a estar bien… — nerviosamente, Izuku movió las manos frente a su cuerpo —. Kacchan y yo… él y yo tenemos que hablar.

—Camina, maldito nerd.

Izuku intentó erguirse, pero nuevamente se vio siendo arrastrado por Bakugo. El chico parecía realmente furioso y no tenía idea qué lo había puesto en ese estado en esa ocasión.

Salieron del gimnasio y escuchó como Bakugo abría una puerta, antes de alzarlo, hasta que pudo estar sobre sus pies de nuevo y meterle de un empujón. La habitación estaba a oscuras, aunque no lo suficiente como para impedirle vislumbrar su alrededor ¿Acaso Bakugo le había llevado a un armario de artículos de limpieza?

—¿Kacchan…? — entrecerró la mirada, mientras observaba su silueta oscura frente a él.

Le escuchó soltar una maldición y luego moverse hasta que la luz se encendió. Volver a la claridad fue un poco brusco, pero sus ojos se adaptaron con rapidez por lo que distinguió sin problemas el rostro enrojecido y furioso de Bakugo.

Habría preferido permanecer a oscuras que enfrentarse a esa expresión.

—Kacchan… ¿Qué hacemos aquí? — tartamudeó nerviosamente.

—¿Qué estabas haciendo tú, con cara redonda? — el chico le lanzó una mirada fulminante. Era una suerte que su poder residiera en sus manos y no en sus ojos, porque sino estaría muerto en ese momento.

—Estábamos conversando — respondió confundido.

—¿Sobre que?… ¡Eres un maldito infiel!

—¿Qué? — Izuku parpadeó, demasiado incrédulo como para procesarlo con rapidez.

—Tu expresión delata tu culpabilidad.

—¿Qué? ¡No, Kacchan! ¡Claro que no!

—¡Yo te vi! — gritó exaltado.

—No se que crees haber visto, pero nada de lo que piensas sucedía… Uraraka y yo solo somos amigos.

—¡Intercambiaron regalos!

—Si, bueno… eso es lo que hacen los amigos.

—¡No me mientas, maldito!

—¡No te miento, Kacchan! — negó rápidamente —. Estoy contigo.

—Le diste mis chocolates — bufó entre dientes, en una voz tan baja que Izuku no pudo escucharlo.

—¡¿Qué?!

—¡Mis chocolates! ¡Le distes mis malditos chocolates!

—Pero yo no… — intentó negar.

—No me mientas, maldito desgraciado — gruñó entre dientes.

—No lo hago.

—¡Yo te vi!... ¡¿Es porque no los tome en la biblioteca?!... el imbécil de Kirishima se acercaba, me habría molestado si me veía aparecer con una caja, además… te dije que nos veríamos en la noche.

—Ohh… — así que había sido así. Izuku se sintió definitivamente mejor al escucharlo de sus labios.

—¡¿Solo eso tienes que decir?! — su furia pareció crecer y enervarse segundo a segundo —. Eres un desgraciado, estúpido e infiel.

—No Kacchan, no es así.

—¡No mientas, maldito Deku! — casi temblaba.

—Que no, mira… — se puso de cuclillas —. Te voy a mostrar que solo te amó a ti.

—No esto de humor para un oral ahora — dio un paso hacia atrás.

—¿Qué dices, tonto? — Deku se sonrojó, mientras se quitaba la mochila —. Yo no iba… yo no… ¡Eres un pervertido, Kacchan!

—¡Cállate idiota! ¡Te voy a hacer explotar! — gritó también sonrojado.

—Solo quiero buscar algo — Izuku se encogió, mientras sacaba una caja blanca de su mochila.

—Eso es… — Katsuki parpadeó sorprendido.

—Son tus chocolates, Kacchan — se irguió, con una sonrisa temblorosa en los labios y los extendió en su dirección. La caja lucia peor que una hora atrás, pero estaba ahí.

—¿Y la que le diste a cara redonda? — entrecerró la mirada, sin ceder. Izuku suspiró, sabiendo que no dejaría el tema así como así.

—Te dije que hice estos chocolates con Sato y bueno… prepare varios más para mis amigos.

—¿Por qué?

—Porque es San Valentín.

—¿Y eso qué? — frunció los labios.

—Es el día del amor y de la amistad, Kacchan.

El rubio entrecerró la mirada y luego la bajó, a la mochila de Deku.

—¿Para quien más hiciste chocolates?

—Me habría gustado hacer para toda la clase, todos son muy buenos amigos y he aprendido mucho de…

—¡Deja de balbucear, maldito! ¡Y solo contesta!

—Ya Kacchan, alguien te va a escuchar si sigues gritando.

—Me vale una mierda.

—Bien — Izuku suspiró —. Solo me alcanzo para pocos chocolates, entonces hice para Uraraka, Iida y Shoto.

—¿Por qué para ese imbécil de mitad y mitad?

—¿Cómo? — eso logro confundirlo.

—¡¿Por qué demonios tienes que darle chocolates al mitad y mitad?!

—Porque es mi amigo Kacchan — Izuku frunció el ceño —. No te molesta que haya hecho para Ochako ahora que te lo aclare, ni para Iida, pero ¿si a Shoto?

—¡No me importa!

—No parece.

—¡No me jodas, maldito Deku! — eso logró molestar al peliverde.

—No se porque estas de tan mal humor, pero no puedes estarme gritando por cualquier cosa, ya lo habíamos hablado.

—Entonces ¿Por qué le vas a dar chocolates a ese bastardo?

—¡Porque es mi amigo Kacchan! ¿Es en serio?

—No tenias que preparar nada para los extras, soy la única persona a la que puedes darle un presente — sus palabras lograron sorprender a Izuku.

—¿Qué?

—Soy tu novio, no puedes darle chocolates a nadie mas.

—Ohh… — Izuku se paralizó, mientras observaba el rostro enrojecido de Bakugo.

Él estaba hablando realmente enserio.

Eso logró confundirlo, no entendía porque se había molestado tanto, pero era normal. Muy pocas veces lograba descifrar sus acciones y era esa la razón por la que siempre terminaba sorprendiéndole.

Era extraño que Bakugo se hubiera autonombrado con aquel título, ellos no habían hablado mucho al respecto, pero decidió que estaba bien con eso, aún así, escucharlo de sus labios se sintió como un golpe directo al corazón y no pudo retener en lo absoluto, las lágrimas que se acumularon en sus ojos.

—Kacchan…

Bakugo parpadeó, sorprendido porque Izuku empezara a llorar de pronto. Sintió como la niebla de molestia se despejaba de su mente con rapidez y se quedó quieto, sin saber muy bien cómo actuar o qué decir.

—No llores, tonto.

—Es que estoy muy feliz.

—¿Quien demonios lloraba de felicidad?

—Yo, Kacchan… y casi todo el mundo — Izuku se sorbió los mocos —. Es que dijiste que somos novios.

—¿Y que más vamos a ser, idiota?

—Bueno… — dudó, mientras se limpiaba las mejillas con las mangas de la chaqueta —. Tu nunca lo dijiste.

—Porque no creí que hubiera necesidad — rodó los ojos — Dame eso — tomó la caja de bombones de sus manos y la abrió.

—No se si están buenos — musitó Deku nerviosamente —. Y si no es el caso, no tienes que comerlos, no te sientas obligado solo por…

—Cállate un momento — le regaño Bakugo.

Izuku se quedó rápidamente en silencio y miró como el chico tomaba uno de los chocolates y lo levantaba, mirándolo de arriba abajo.

—¿Que se supone que son?

—Corazones — susurró sonrojado.

Parecían todo menos corazones, pero Bakugo no hizo ningún comentario, mientras abría la boca y lo llevaba dentro.

Izuku se acerco un paso, mirándole nerviosamente, pero Katsuki le ignoró, mientras masticaba lentamente.

—¿Qué tal están? — el chico lucía de verdad ansioso.

—Tienen la textura de… un chicle.

—Ohh… — la decepción fue perfectamente audible en su voz, mientras una presión se instalaba en su garganta —. Bueno, no tienes que… Kacchan, no los comas si no te gustan.

—No dije que no me gustaban — le lanzó una mirada de reojo, mientras masticaba un nuevo chocolate.

—Pero…

—Creo que tienes que practicar más — susurró suavemente —. Definitivamente no lucen como corazones, talvez tengas que compras moldes de silicona y… templarlo mejor.

—¿Templar?

—No me sorprende que seas un inútil en eso — bufó fastidiado —. No tienes ninguna habilidad en la cocina.

—Lo siento.

—Pero te voy a enseñar… — tomó un chocolate más y luego cerró la caja —. Para que el año que venga sean mejores.

—Kacchan… — Izuku sintió como el pulso se le aceleraba y un nudo empezaba a formarse en su estómago.

—No vayas a empezar a llorar ¿okey?

—No lo haré — se limpió los ojos.

—No ando mi mochila, guárdalos de nuevo y me los das en la residencia.

—Bien — tomó la caja y la metió en su mochila.

—Bueno, vámonos… — extendió la mano hacia él. Izuku lo miró extrañado.

—¿Juntos?

—Pues claro, idiota — musitó exasperado. Ladeó el rostro, pero no con la rapidez suficiente para que Izuku ignorará su rubor —. No te compre nada hoy.

—¿De qué?... ohh, ya… pero no es necesario Kacchan.

—Que me des la mano te digo — gruñó antes de inclinarse y tomarla rápidamente.

—Pero, todos se van a enterar.

—¿Y a mi que? — abrió la puerta y salió, esperando que él también lo hiciera antes de cerrar.

—Pero Kacchan.

Bakugo le soltó y le acorraló rápidamente, poniendo ambas manos a cada lado de su cabeza y irguiéndose amenazadoramente, utilizando su altura para intimidarlo.

—¿Tienes algún problema con eso, nerd?

—No Kacchan, claro que no — le aclaró sonrojado —. Pero creí que tu no querías.

—Pero si soy yo quien te esta diciendo que es hora de exponerlo — refunfuño y le tomó de la mano de nuevo —. Ven, vámonos ya. Sabes que no me gusta perder el tiempo.

—Si — exclamó Izuku feliz.

En cuanto ingresaron a la feria de nuevo, varias miradas se posaron en ambos, aunque unas cuantas amenazas de Bakugo bastaron para que nadie los considerara interesantes tras unos segundos.

Izuku sentía que el rostro le quemaba, pero estaba feliz y nadie podría jamás quitárselo. Bakugo había declarado ser su novio y no tenia problema alguno en exponerlo. Se sentía mas enamorado que nunca.

—Ven, por aquí — le guió a la misma tienda que él había visitado como Uraraka —. Escoge algo.

—¿Qué? — miró sonrojado los presentes, luego le observó a los ojos —. ¿Cualquier cosa?

—Si, cualquier cosa, pero elige de una vez.

—Es que son tantas cosas — gimió extasiado —. No sabría cual elegir.

—Para mi todo esta bien.

—No — negó Deku firmemente —. Es un regalo de Kacchan y tiene que ser especial, lo voy a atesorar por siempre.

—Idiota — Bakugo volteó el rostro, sonrojado.

Pasaron al menos quince minutos antes de que Izuku se decidiera. En cuanto pagó, Bakugo volvió a tomarlo de la mano y se encaminó a través del lugar con una expresión seria.

—Creo que los chicos se fueron, porque no he visto a nadie más… ¿Adonde vamos ahora?

—A los juegos — carraspeó el rubio —. Voy a patearte el trasero y a demostrarte quien es el mejor.

—¡Kacchan!

—¡Hey, Deku! ¡Ahí estas! — Iida empezó a acercarse, con Shoto, Uraraka y Asui.

—¡Chicos! — alzó una mano, sin embargo, rápidamente se vio halado en dirección opuesta —. Kacchan, los chicos están allá.

—Lo se, por eso estamos yendo por acá.

—Pero, Kacchan.

—Te dije que íbamos a los juegos — le recordó.

—Podemos ir todos juntos.

—No, no podemos.

—Bakugo, estoy hablando en serio — le dijo. Katsuki gruñó, sabiendo que Deku solo le llamaba por su nombre cuando estaba realmente furioso.

Lanzó una maldición y miró por sobre el hombro a los insulsos amigos de su novio, ahora a unos metros de distancia.

¡Malditos extras!

—Bien, lo haremos como digas.

—Gracias, Kacchan — Deku volvió a sonreír, feliz.

—Pero con una condición — le interrumpió.

—¿Cual?

—Todos tus chocolates me pertenecen — aclaró seriamente.

—¿Cómo? — Izuku parpadeó confundido.

—No hay chocolates para tus amigos, todos son míos.

—Pero, Kacchan…

—Sin peros.

—Pero ya le di unos chocolates de Uraraka.

—Quítaselos — gruñó.

—¡No puedo quitárselos! — exclamó exaltado.

—Bien, pero los demás no los vas a entregar.

—¿Por qué? — preguntó incrédulo.

—Porque solo puedes hacer chocolates para mi y nadie más — soltó antes de inclinarse y poseer sus labios.

Su beso fue arrebatador, dominante y sensual en exceso. Izuku soltó un gemido, mientras apoyaba las manos en su amplio torso e intentaba seguir el ritmo de su beso.

Cuando Bakugo se alejó, estaba sin aliento y su corazón latía tan rápido que apenas parecía capaz de controlarse. Miró la sonrisa arrebatadora de Bakugo, sintiendo como su propio rostro parecía hervir de vergüenza.

¿Como se le ocurría besarlo de esa manera? ¡Y enfrente de todos!

Se tapó el rostro rápidamente, pero Bakugo no pareció cohibirse cuando le tomó de la mano y le guió a su puñado de amigos.

Y Deku no pudo evitar sonreír, aún avergonzado. Después de todo, el día no estaba yendo como lo había imaginado, sino mejor, mucho mejor.

Y Bakugo, su "novio" había aceptado los chocolates de San Valentín que había hecho para él con mucho amor.

Nada podía ser mejor.

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FIN DEL CAPITULO


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NOTAS DEL CAPITULO:

Buenas noches bellas ¡Y Feliz San Valentín atrasado!

Espero que el capítulo sea de su agrado. Me divertí mucho con esta historia, tratando con los nervios de Izuku y los celos típicos de Bakugo.

No podía dejar a esta hermosa pareja fuera de mi dinámica de San Valentín.

Besos y abrazos. Nos leemos luego.

15/02/2023

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