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Advertencias del capítulo: (Lenguaje soez)
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Disclaimer: Attack on Titan y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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FALLIN'
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SINGLE CHAPTER
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Observó fijamente su libreta, mientras sentía como los engranajes de su cabeza se movían en busca de una solución al problema frente a ella.
Amaba las matemáticas, casi tanto como amaba el café, los sándwiches de pavo y los días de invierno.
Sin embargo, las primeras resultaban un desafío, pues instaba a su mente a superarse. Claro que habían problemas un poco más difíciles que otros y era justamente el caso del que intentaba resolver en ese momento.
¿Qué demonios?
Suspiro y dejo el libro de lado, saliendo de su habitación. Quizás un poco de comida podría ayudarla a mejorar su ánimo o talvez, distraerse lo haría. La universidad absorbía tanto de su tiempo que no recordaba la última vez que se había tomado un momento para si misma.
El apartamento no era muy grande, ni lujoso, pero si cómodo. Había tenido mucha suerte en encontrarlo cuando una chica posteó en el periódico de la universidad que buscaba una compañera de habitación.
Annie había resultado un auténtico amor, si no se guiaba por su semblante inexpresivo. Podía ser una chica muy seria y dura, pero también era sincera y empática. Una vez logró ver a través de su exterior, se había encontrado a una amiga sincera.
Pero Annie era demasiado reservada y al ser ella también, una persona de pocas palabras, nunca habían intercambiado demasiado de sus vidas personales más allá de la historia de su familia.
Por ello, cuando Annie le confesó que tenía novio, si bien no le sorprendió, dado que era una chica muy atractiva, francamente se sintió extraño, talvez por el hecho de que ambas fueran tan parecidas y compartieran tantas cosas, creyó que sus similitudes iban más allá también y honestamente no se imaginaba a sí misma con una relación en ese momento.
Aunque tenia muy bien definidos sus gustos, nunca se había sentido particularmente atraída por un hombre. Claro que podía reconocer cuando algún chico era atractivo, pero jamás había sentido el impulso de conocerlo o relacionarse. Creyo que era normal hasta la secundaria, donde observó a sus compañeras intentar ser mucho más femeninas y cuidar su aspecto para llamar la atención del género masculino. Varios le dijeron que posiblemente era solo un florecimiento tardío, pero en su segundo año de universidad tampoco se había sentía atraída por nadie.
Aunque claramente no era algo que le preocupara, decidió que talvez las relaciones no era algo para ella y se dijo que estaba bien. Sin embargo, se sintió extraño cuando Annie le comentó que su novio llegaría a la ciudad unos días para visitarla.
—¿Se quedará aquí?
—No, claro que no – la chica hizo un movimiento de manos, descartando la opción – Se quedará en algún hotel cercano.
Mikasa asintió lentamente. No le desagradaba la idea ahora que sabía que el chico no se quedaría ahí. No era una persona sociable y le estresaba pensar en conocer a alguien nuevo y forzarse a socializar.
—Bien…
—Pero pasara por aquí algunas veces, espero que no te moleste.
No lo hacía, aunque Annie no le había confirmado aún cuando seria la llegada de su novio.
Se acercó al refrigerador pequeño y sacó todo lo necesario para hacer su emparedado. Unto mayonesa y mostaza dijon en el pan, no le gustaba la ketchup, pues le daba un sabor muy dulce y lo humedecía. Continúo con unas lajas de jamón de pavo, una hoja de lechuga y un queso blanco, que no opacara el sabor del jamón. Lo cerró, tomó un plato y lo puso ahí, luego volvió a ordenar cada cosa en su lugar.
Lucía delicioso, se lamió los labios y le dio una mordida particularmente grande, antes de buscar un vaso y empezar a servirse jugo de arándanos.
La puerta principal del apartamento se escuchó justo en ese momento. Las llaves tintineaban mientras Annie abría. Se había ido desde muy temprano y estuvo casi todo el día fuera, lo cual era extraño.
—¿Mikasa? — llamó justo después de que azotara la puerta del refrigerador.
—Mmm… — tenía la boca llena aún, mientras masticaba lentamente.
—¿Donde estas?... — la chica apareció en su campo de visión y la recorrió con la mirada antes de dar media vuelta —. Espera… — sus palabras se vieron amortiguadas por un amplio pecho, cuando un hombre entró al comedor.
—¡Ohhh mierda!
Mikasa sintió como se atoraba mientras veía ingresar a la alta figura. Su rostro se enrojecido instantáneamente y bajo la mirada observando que vestía una camisa que apenas le tapaba las bragas.
Procuró pasar el bocado por su garganta y soltó un gemido de vergüenza desde lo mas profundo de su ser.
—Hola… — el chico empezó a saludar, hasta que su mirada se deslizó por su cuerpo, asentándose en sus piernas desnuda y se deteniéndose ahí con claro interés —. Ohhh…
¡El novio de Annie!
La Ackerman estaba demasiado atónita para reaccionar, mientras sus ojos seguían los orbes esmeralda que se encontraban fijos en ella. Parecía que el corazón podría salírsele del pecho en cualquier momento.
Como si pudiera ahogarse de la vergüenza o algo aún mas intenso.
Por un momento, sintió como si no fuera ella misma, cual si flotara. Su pecho era presionado por un sinfín de sentimientos. Nunca había experimentado algo igual y tuvo que recordarse como respirar, al percatarse que se había quedado sin aliento.
—Hazte para allá, Eren — Annie le empujó por el pecho —. Mikasa ¡Te dije que tendría visitas!
Parpadeó, reaccionando hasta entonces, mientras observaba como su roommate sacaba al hombre de la cocina.
Con un gemido ahogado, Mikasa tomó su plato y vaso, antes de salir disparada a su habitación.
Dejó las cosas sobre su escritorio y se miró las manos, notando que temblaban. Su estómago se sentía extraño y tomó otra inhalación profunda, notando que apenas obtenía algo de oxígeno en sus pulmones.
Llevó una mano a su pecho y percibió el irregular latido de su corazón. Su rostro quemaba y tragó, para pasar el nudo que se había instalado en su garganta.
¿Qué era eso?
¿Por qué se sentía tan descompuesta?
¿Cómo Annie le había hecho algo así?
Moriría de vergüenza.
Cerró los ojos y lo primero que vislumbró, fue la mirada verde. Un gemido escapó de sus labios, mientras percibía como su interior volvía a agitarse.
¿Qué demonios le sucedía?
¿Y por qué justamente con el novio de su amiga?
—¡Mikasa! — unos toques en la puerta lograron sobresaltarla. Se tapó la boca con ambas manos, reteniendo a duras penas un gritillo y volteó de un salto, esperando que a Annie no se le ocurriera ingresar.
—¿S-si? — tartamudeó, antes de lamerse los labios resecos.
—¿No revisaste mis mensajes? Te dije que venia con compañía, quería que conocieras a Eren.
—Yo no… — buscó su teléfono con la mirada y lo encontró a un lado del escritorio. Recordó hasta entonces que se le había apagado por la batería baja y había olvidado encenderlo cuando lo puso a cargar —. Se me apago.
—Vaya — la chica suspiró —. Bueno, eso ha sido un poco vergonzoso.
Lo fue y ella deseaba en serio que se abriera un agujero a sus pies y la succionara.
—Te odio justo ahora — masculló entre dientes.
—Lo vas a superar — Annie suspiró —. Cómo te dije, quería que conocieras a Eren, pero creo que es evidente que…
Ella no quería conocerlo, al menos no en ese momento, cuando se sentía tan extraña respecto a él.
Una mirada había bastado para causar un revuelo en su interior.
Y ella juraba haber visto a ese chico antes, por más que estuviera completamente segura de que esa era la primera vez en que se encontraba con esos ojos esmeraldas. Ella no lo olvidaría de haberlo conocido antes. Entonces ¿Qué era aquella sensación de familiaridad?
—Talvez luego Annie — soltó caminando de un lado a otro —. Después de eso… no estoy de humor.
—Lo supuse — Annie suspiró —. Bien, no hay problema. Nosotros vamos a ir a almorzar.
—Si, si. Esta bien.
Escuchó como la chica se alejaba y luego intercambiaba algunas palabras con quien supuso, era el hombre que había llegado con ella, antes de que la puerta principal del apartamento fuera azotada.
Mikasa suspiró y se acercó a la cama, dejándose caer desgarbadamente.
¿Era posible morir de vergüenza?
Llevó las manos a sus mejillas y las presionó, intentado absorber el calor en su tez.
¡Maldita Annie! Por no avisarle a tiempo.
Miró el sándwich con el ceño fruncido y se dio cuenta que se le había ido el apetito.
Lo mejor seria volver al estudio. Se acercó a su escritorio y abrió todos los libros con las tareas pendientes.
No obstante, lo único que pudo pensar, fue en un par de ojos esmeraldas.
—Hey… Mikasa.
Un grito hizo que Mikasa se detuviera en medio de un pasillo, abarrotado de personas, segura de haber escuchado su nombre.
Se disculpó, cuando alguien chocó contra su hombro, al haberse detenido tan abruptamente y desvío la mirada, de un lado a otro, a la espera de encontrar la persona que la había llamado.
No logro reconocer ningún rostro familiar ¿Podría ser posible que se hubiera confundido o alguien estuviera llamado a otra Mikasa? Dudaba ser la única con aquel nombre en los poco más de 27 mil estudiantes dentro de la universidad.
Negó con la cabeza y siguió de largo.
Luego de sus clases de la mañana, pensaba ir a la cafetería por algo de almorzar y luego a la biblioteca. Tenia clases hasta dentro de tres horas, por lo que siempre buscaba llenar los espacios. Regularmente, tendía a ir a su apartamento a descansar, pero no quería encontrarse con Annie o su novio.
Sintió como la tez se le enrojecía cuando volvió a recordar por milésima vez, aquellos ojos verdes. Se apresuró a negar, decidida a quitárselo de la cabeza. Ella en serio no podía estar pensando en el novio de su amiga, era incorrecto en muchas maneras.
—¡Mikasa! — otro grito la obligó a detenerse de nuevo. Volteo y lo primero que noto era un brazo alzado en el aire, seguido de una figura alta abriéndose paso entre los estudiantes.
Era el novio de Annie.
Si la tarde anterior, creyó haber experimento apenas un fugaz momento de debilidad femenina, en ese instante se dio cuenta que era más.
La sorprendió la rapidez con la que su corazón empezó a latir en un segundo. Un nudo se formó en su estómago y percibió como todo el rostro se le enrojecía en un parpadeo.
Se sintió azorada, mortificada y seducida casi al instante.
Observó como el chico se acercaba y ella no pudo hacer otra cosa mas que verlo ahí, parada como una auténtica idiota.
—Hola ¿Qué tal?... Creí que no iba a alcanzarte — susurró en cuanto se posicionó frente a ella, sonriente.
Mikasa gimió ¡Demonios! Era aún mas guapo de cerca.
—Hola — soltó sin aliento, antes de carraspear, intentando recuperar la voz.
—Estaba buscando a Annie, es que quedamos de vernos aquí, pero no me contesta el celular — ladeó el rostro, con la mirada fija en sus ojos.
—Seguramente esta… en clases — susurró, antes de mirar su reloj de mano —. O talvez se atraso. No contesta el celular cuando está dentro.
—Vaya, si que la conoces.
—Si…
—¿Y donde ibas? — miró hacia enfrente un segundo —. Disculpa que me entrometa, pero como no conozco a nadie aquí.
—No hay problema — la voz le temblaba, Mikasa gimió internamente y se apresuró a darle la espalda —. Iba a la cafetería.
—Ah, bien… muero de hambre — el chico se colocó a su lado —. ¿No te importa que te acompañe?
—Para nada.
Ellos ingresaron a la cafetería y pidieron algo de comer. Ella optó por un sándwich, mientras que Eren pidió una hamburguesa con doble queso y patatas fritas. Lograron encontrar asiento en una esquina de la cafetería.
—Esto es delicioso — susurró el moreno luego de dar el primer bocado.
Ella no quería quedarse callada y quedar como una antisocial, por lo que se apresuró a asentir.
—La comida en este lugar es muy buena.
—Me alegra escucharlo — él sonrió —. Todo lo que he visto me ha gustado.
—¿Ahh si? — bajó la mirada a su propio plato y tomó su sándwich, consciente del revuelo en su estómago.
—Si, me gusta de verdad, estoy ansioso de transferirme aquí.
—¿Como dijiste? — sus palabras la tomaron tan desprevenida que incluso el sándwich se cayó de sus manos. Mikasa soltó un gemido y bajó la mirada con rapidez, notando que al menos, había caído sobre el plato, aunque algunas verduras salieron disparadas a los lados —. Lo siento, que torpe soy… — se disculpó temblorosa, mientras tomaba unas servilletas para limpiar.
—No te preocupes — Eren sonrió y se inclinó, para ayudarla también.
Mientras limpiaban un lado de la mesa, sus manos se encontraron un segundo. Fue un contacto efímero, pero aún así poderoso, que hizo estremecer cada tramo de su piel. Mikasa se sobresaltó y se apartó, con un rubor intenso, inundando sus mejillas.
—Lo siento.
—No hay problema — el chico carraspeó, luciendo un poco desconcertado durante un momento, seguramente por su comportamiento —. Yo… te estaba diciendo que… me voy a transferir acá. Bueno… Armin y yo lo vamos a hacer.
—Ahh… — no sabía quién era el otro, pero no era importante en ese momento ¿Eren se transferiría a la universidad? ¿Acaso alguien arriba la odiaba?
—Que bien — mintió con una sonrisa temblorosa —. Vas a estar más cerca de Annie.
—Si, vamos a estar mas cerca.
Mikasa se forzó a pasar bocado tras bocado, mientras Eren charlaba sobre cualquier cosa. Era un chico muy agradable y no parecía tener problemas para comunicarse. Era encantador y ella no podía controlar su interior, cada vez que él fijaba una mirada en sus ojos ¿Cómo iba a hacer cuando estuviera ahí? ¡Ella en serio, no podía estar interesada en el novio de su amiga! ¿Por qué la primera vez que alguien le gustaba, tenia que ser prohibido?
—Permíteme… — Eren se disculpó, mientras tomaba su teléfono. Mikasa notó hasta entonces que sonaba —. Annie… si, te llame. Si, ya se… bien, no hay problema, estoy en la cafetería con Mikasa, estamos almorzando. Si, esta bien, aquí esperamos.
En cuanto él colgó, Mikasa sintió como si pudiera respirar de nuevo, y comprendió rápidamente que no podía permanecer ahí, por más tiempo. Por alguna razón, pensar en ver a la pareja junta, formaba un nudo en su pecho.
—Disculpa… era Annie, al parecer se encontró con Armin y vienen para acá.
—Si, bueno… yo voy a… me tengo que ir — musitó temblorosamente.
—¿Tan pronto? — él pareció un poco decepcionado, pero seguramente era solo en su mente, porque ¿Qué razón tendría Eren para sentirse así?
—Si, tengo algunos pendientes, pero… lo siento. Puedes disculparme con Annie y tu amigo — se levantó de su asiento.
—Si, pero…
—Muchas gracias — no le dejó continuar y sencillamente tomó su bandeja y le miró a los ojos —. Me alegra haberte conocido finalmente… — se sonrojó al recordar la tarde anterior —. Y me gustó compartir el almuerzo contigo.
—Es un placer para mi también.
—Nos vemos luego — con una ligera inclinación, Mikasa se alejó de la mesa.
Y de la enorme tentación que representaba Eren.
Mikasa salió de sus clases con un suspiro.
Era una chica aplicada, por lo que tener la mente en otro lado, esos días, lograba molestarla, más que cualquier otra cosa.
¿Que había pasado con su estoica y simple vida?
No le gustaba la línea de sus pensamientos. No le gustaba tener que huir de su propio apartamento, no poder ver a Annie a la cara y pensar en unos ojos esmeraldas, día y noche.
Pero lo que menos le gustaba, era todo lo que ese chico le hacía sentir.
Siempre se había preguntado, lo que experimentaría cuando un chico captará su atención y ahora lo sabía.
Era una sensación que odiaría siempre.
Fue una suerte cuando Annie le comentó que Eren se iría de nuevo dado que su estancia ahí había terminado, aunque claro que no lo fue, cuando le aclaró que volvería dos semanas después.
Annie le había preguntado si deseaba unirse a la cena de despedida a la que irían ese día, pero ella logró excusarse, negándose a compartir un espacio donde su amiga y Eren estuvieran juntos, aunque los había evitado por separado de cualquier manera.
¿Porque de todos los hombres en Tokio, tenía que gustarle el novio de su amiga?
¿Acaso era una de esas chicas que ambicionaban lo que era de otra persona?
No, se negaba a hacerlo.
Casi anochecía cuando salió del campus. Dado que no podía volver a casa aún, en caso de que Annie aún estuviera ahí, decidió ir a una cafetería.
Estaba leyendo un libro, mientras esperaba un café, cuando le pareció observar la silueta familiar de su amiga.
Casi se escondió en su asiento. Annie suponía que estaba en unas clases extracurriculares en ese momento y no en un café, perdiendo el tiempo.
Observó a hurtadillas que la chica pasaba cerca del local y seguía de largo. Ella se irguió, cuando comprobó que no había peligro alguno en que la descubriera y dio miradas a los lados para comprobar que nadie notará sus actitudes patéticas e infantiles.
Annie miraba el celular y parecía esperar a alguien. Mikasa sintió como el pulso se le aceleraba al preguntarse si se trataría de Eren. No había vuelto a verlo desde el almuerzo que habían compartido y no podía poner palabras a las sensaciones que le ocasionaba, el recordar aquel momento juntos.
Talvez era algo tonto, pero ella no podía comprender porque cada mirada o sonrisa de Eren, causaba un torbellino de sentimientos en su interior.
Nunca había experimentado algo así y se preguntó, si talvez le había esperado toda su vida.
—¡No! — gimió, negando con la cabeza apresuradamente. No podía pensar de esa manera. No con el novio de su amiga.
Buscó a Annie de nuevo con la mirada y notó que parecía pensativa. Una figura masculina se acercó a su costado y cuando la chica levantó la mirada, Mikasa observó con asombro como se lanzaba sobre el chico. Ambos se abrazaron y Annie levantó el rostro recibiendo un tierno beso en los labios.
Ellos intercambiaron algunas palabras antes de tomarse de las manos y alejarse por las calles.
—Su café, señorita — la dependienta la llamo, colocó una taza frente a ella. Mikasa le agradeció suavemente y miró el humeante café con una expresión sorprendida.
¿Que hacía Annie besando a un hombre que no era su novio?
Habían pasado tres semanas desde entonces y Mikasa se había asegurado de esquivar a Annie.
La chica al inicio la había ignorado, pero unos días después, intentó plantearse ante ella para preguntarle que le sucedía.
—Es la universidad — se excusó pobremente.
Annie no le creyó, pero dejó de insistir.
Eren y su amigo se había mudado a Tokio dos días atrás y aunque aquel hecho la tensaba, Mikasa agradeció que eso mantuviera a Annie fuera del apartamento.
Sabía que entrometerse en la relación de su amiga le traería problemas, ella eran cercanas, pero no para contarse cosas tan intimas y dudaba que de ser el caso, pudiera mantenerse en silencio al comprobar que Annie engañaba a Eren.
¿Cómo lo tomaría el chico si lo supiera?
Se había mudado hasta Tokio seguramente por ella e incluso, cambió de universidad para estar más cerca de su novia ¿Cómo Annie podía hacerle eso?
Parecía un chico agradable, sonriente y decidido. Era guapo, inteligente y también divertido. Ella estaría feliz de tener un novio así ¿Qué demonios pasaba por la cabeza de su amiga?
Tanto tiempo pensando en ello, la tenia con un profundo dolor de cabeza.
Esa mañana tenia que presentar un proyecto, pero olvidó sus materiales, por lo que tuvo que recorrer medio campus de vuelta a su apartamento.
Estaba saliendo de nuevo, agitada y molesta, cuando miró su reloj de mano. Faltaban diez minutos para la clase y en ese punto, no creía llegar a tiempo.
—Hola, Mikasa — la morena se tensó, al escuchar la voz masculina apenas a unos palmos de distancia.
Había logrado evitar a Eren esos días, pero era evidente que no lo haría toda la vida.
Ese debía ser en definitiva, el peor día de su vida.
Volteó y observó como dos chicos se acercaba. Eren lucía guapísimo con una camisa de deportes, pantalones de mezclillas y el cabello largo, tomado en un moño y oculto tras una gorra hacia atrás.
A su lado, un chico un poco más bajo, de caballo rubio y ojos azules le acompañaba. Él vestía una camisa de botones del color de sus ojos y pantalones beige, además de zapatillas. Estaba inclinado, pues llevaba una bicicleta a un costado.
El contraste entre ambos hombres era notorio, pero la sorpresa que se llevó, fue al percatarse de que aquel chico era el que Annie había estado besando tres semanas atrás.
¿Qué estaba pasando ahí?
—Hola ¿Qué tal? — Eren sonreía —. Llevaba días sin verte, Annie dijo que estabas ocupada con algunas cosas de la universidad.
¿Por qué él siempre la miraba de esa manera? Como si no fuera capaz de quitarle los ojos de encima.
—Si… es que, tengo mucho trabajo.
—Eso veo — bajó la mirada a sus papeles solo un segundo —. Ehh, disculpa… él es Armin, mi mejor amigo, aunque seguramente Annie ya te hablo de él.
—Ahh… — Mikasa miró al otro chico, quien la observaba con una gentil sonrisa.
—Un gusto Mikasa, he escuchado mucho sobre ti.
—Armin — gruñó Eren.
—De Annie, por supuesto — soltó el chico, asintiendo.
Ella no sabía que decir al respecto. Todo aquella era muy confuso. Entonces ¿Annie engañaba a Eren con su mejor amigo? Aquello era demasiado para procesar.
—Yo, lo siento… debo irme — se disculpó torpemente —. Un gusto Armin — tartamudeó.
—Igual — el chico sonrió, agitando una mano.
—¿Tan pronto? — Eren parecía desanimado.
—Tengo un proyecto y voy tarde — se excusó sonrojada —. La clase inicia en ocho minutos — gimió al mirar su reloj de mano —. No creo siquiera llegar a tiempo.
—Puedo llevarte — se ofreció el moreno al instante.
—¿Cómo? — eso logro confundirla.
—Préstame la bicicleta, Armin.
—Claro.
En un parpadeó que la dejo aun más aturdida que antes, Mikasa se encontró sentada precariamente en el tubo superior de la bicicleta y casi rozando el ancho torso de Eren.
—Sujétate bien — ella gimió, mientras trataba de aferrarse al manillar y a los papeles sobre sus piernas.
Eren acortó la distancia entre el edificio y el campus en un santiamén y no se detuvo hasta que estuvo en las puertas de la entrada de la universidad.
—Aquí estamos — susurró sonriente.
Mikasa suspiró, inhalando una vez más el aroma delicioso de su colonia, antes de erguirse, en cuanto el chico le dio el espacio suficiente para ponerse de pie.
Sus piernas temblaban un poco, pero seguramente era por la posición incomoda. Volteó y miró a Eren con la tez ruborizada.
La luz le pegaba en el rostro y hacia que sus ojos verdes resplandecieran. Ella sintió como su pecho se agitaba aún más y el calor volvió, subiendo por su cuello. Esperaba que él creyera que era el sol.
—Muchas gracias.
—No hay de que…
Mikasa asintió, sin saber que más agregar y empezó a alejarse.
—Espero verte más seguido — masculló Eren en voz alta.
Cuando la chica miró sobre el hombro, notó que él agitaba una mano en su dirección y se aseguró de corresponder el gesto, antes de voltear y seguir su camino.
Si no se hubiera girado con tanta rapidez, talvez se habría percatado de la manera en la que Eren la miraba.
—Mikasa… hola — la voz masculina la obligó a sobresaltarse y soltar el libro que llevaba entre manos.
El alboroto que causó al caer contra el piso, se escuchó en todo el lugar, seguramente porque la biblioteca se encontraba tan silenciosa como debía ser.
Ella levantó la mirada y observó fijamente a Eren, que lucía un poco arrepentido por haberla asustado de esa manera
¿Cuándo sería el día en el que su llegada no la sorprendiera tanto?
—Lo siento — se disculpó con el rostro carmesí. Varias personas a su alrededor habían empezado a observarlos con curiosidad.
—No, yo lo siento — él se inclinó y recogió su libro, antes de pasárselo —. No debí sorprenderte de esta manera.
—Es que… estaba muy concentrada — susurró apenada.
—Puedo tomar asiento — Eren miró la silla frente a ella. Mikasa asintió.
—Claro.
Él no tardó en posicionarse. Llevaba un libro en manos, el cual dejó en la mesa, antes de quitarse la mochila y sacar una libreta y su lapicera.
—Siempre que te veo, estás estudiando.
—Ohh… — debía parecer una auténtica comelibros. Mikasa sintió como todo el rostro se le enrojecía.
—Lo que quiero decir, es que… — su reacción, hizo que Eren tomara en cuanta sus propias palabras, avergonzándolo en el proceso —. Que eres una persona muy dedicada.
—Intento serlo.
—Annie siempre dice que eres muy inteligente.
—¿Ahh si?
—Si — sonrió —. Yo tengo que esforzarme mucho para quedar entre los primeros lugares.
—Eso es bueno — ella asintió —. Yo creo que… una persona que se esfuerza, siempre gana sobre alguien con talento natural… porque siempre se aprecia aún mas cuando logras tus metas.
—Tienes razón — pareció sorprendido por sus palabras —. Nunca lo había pensado de esa manera.
—No hay de que — ella bajó el rostro a su lectura.
Intentó concentrarse, pese a que sentía como su mente parecía confundida, con la sola presencia de Eren. Hundió casi el rostro entre las páginas y se forzó una y otra vez a leer cada línea, aunque tuvo que repetirlas varias veces.
Era como si las palabras no lograran tomar sentido en su cabeza ¿Qué estaba pasando con ella?
Levantó la mirada por mera curiosidad y se dio cuenta de que Eren la observaba fijamente. Eso logro ponerla nerviosa y a él, a juzgar por la manera rápida en la que se apresuró a ocultar el rostro.
¿Por qué él la miraba de aquella manera? ¿Y que era esa sensación extraña que flotaba entre ambos? ¿Por qué ella no podía evitar ponerse nerviosa en su presencia? ¿Y que hacia que Eren fuera tan diferente a todo lo que había conocido?
Justo ahí, en medio de un incómodo y pesado silencio. Mientras su corazón latía tan rápido que parecía decidido a escapar de su pecho, justo cuando el nudo en su garganta casi lograba cortarle la respiración y en tanto, las lombrices en su estómago amenazaban con convertirse en esas desgraciadas mariposas de las que tanto había escuchado hablar, fue cuando ella lo comprendió.
El hombre frente a ella se había vuelto en todo lo que podía pensar cuando abría y cerraba los ojos. Era las fantasías más románticas y absurdas que jamás había tenido. Su florecimiento tardío, su estúpido príncipe de cuento.
A ella realmente le gustaba Eren Jaeger.
El novio de su mejor amiga.
Se levantó de la silla tan rápidamente que la mesa frente a ella se arrastró y casi tropezó, a punto de vivir lo que sería la experiencia mas vergonzosa de su vida.
Apenas logro musitar una tremula disculpa mientras guardaba todos sus materiales en la mochila con paso agitado y las manos temblorosas.
—¿Mikasa? — el chico parecía francamente sorprendido, pero ella no le dio una mirada en tanto terminaba de organizar todo.
Murmuró una excusa patética sobre su abrupta despedida, se levantó de su puesto, ordenó la silla y tras susurrar un adiós a medias, ella salió de la biblioteca.
Y escapó, de todo lo que Eren le hacía sentir.
—¿Estas segura que no quieres ir? — Annie la miró desde la puerta de su habitación.
Mikasa, que fingía estar interesada en su computador, se limitó a negar con la cabeza.
—Es San Valentín, Mikasa — la rubia rodó los ojos —. Y bueno, si bien no soy la persona mas sociable, hasta a mi me parece un poco deprimente estar sola un día así.
—Gracias — soltó la morena con sarcasmo, lanzándose una mirada fulminante.
Annie le miró, en lo absoluto arrepentida por lo que había dicho. Mikasa suspiró y decidió que tenía que encontrar la manera de que Annie la dejara en paz. Su gesto era dulce, sino fuera porque ella no deseaba ir a una cita doble con ella y su novio, además del amigo de este.
Aunque el chico le había parecido agradable, no le había gustado ver que ella y Annie estaban engañando a Eren. Habría deseado decir algo al respecto, pero no quería meterse en problemas.
Lo mejor era mantenerse alejado de ella y Eren, sobre todo de él y lo que le hacía sentir.
¿Podía aquella situación ser más complicada?
Se había mantenido alejada toda su vida del drama del romance y pretendía seguirlo estando, sobretodo cuando su primer interés amoroso resultaba el novio de una de sus amigas.
—Tengo algunos trabajos que no puedo posponer, ya que los debo entregar mañana. Lo siento.
Annie suspiró, cruzando los brazos. Sabía que cuando Mikasa decía que no, muy difícilmente podría hacerla cambiar de opinión, sobre todo cuando sus estudios se interponían.
—Aun es temprano, si logras terminar todo, avísame. Vamos a ir a un parque de diversión y talvez al centro comercial hasta que anochezca. Armin reservó una mesa en un buen restaurante para la cena, estoy segura que te gustará.
—Veremos — Mikasa asintió.
—Bueno — la rubia dio media vuelta.
—Muchas gracias — susurró. Annie la miró sobre el hombro un segundo, y asintió, saliendo de la habitación.
Mikasa suspiró aliviada cuando escuchó como la puerta principal del apartamento era cerrada. Se levantó del escritorio y se dirigió a la cama, dejándose caer desgarbadamente.
Levantó su teléfono en mano para observar la hora. Apenas eran las tres de la tarde y ciertamente, permanecer ahí en San Valentín ya no se sentía tan bien.
No se lo había parecido los años anteriores y se preguntó la razón de su cambio interior.
Talvez se debía a que Annie, una chica con la que sentía bastante afín, tenía novio o que fuera Eren en realidad, quien hubiera despertado en ella sentimientos que jamás había esperado experimentar.
Quizás era por su florecimiento tardío o porque estaba harta de estar sola. Cualquiera que fuera el caso, no podía solucionarlo justo en ese momento, pero talvez en un futuro podía intentar abrirse un poco a las personas.
Recordó la invitación que había recibido la tarde anterior. Jean Kirschtein era un chico muy agradable con el que había tenido que compartir clases desde que había ingresado a la universidad, dado que ambos cursaban la misma carrera.
Era un alto, sobrepasándola a ella por varios centímetros, pese a que tenia una altura elevada dentro del promedio japonés femenino. También era atractivo, carismático y un caballero.
Se habían hecho buenos amigos y debido a él, había conocido a otros chicos bastante agradables. Connie y Sasha eran todo un caso, ambos un poco atolondrados y bobalicones, pero súper amigables. Varias veces a la semana, ellos compartían el almuerzo, junto con Annie y otros chicos a los que había conocido, siempre y cuando su horario lo permitiera.
Claro que había evitar esas reuniones las últimas semanas. Annie había presentado a Eren y Armin a los chicos, y aunque aquello era un buen gesto, ella no podía evitar sentirse incomoda, sobre todo en presencia del Jaeger.
Talvez una salida de Jean era lo que necesitaba para despejar sus pensamientos e ignorar del todo aquellos sentimientos, pero no quería crear falsas esperanzas o expectativas en el chico. Sobretodo porque sus amigas le había dicho que Jean estaba enamorado de ella.
Negó con la cabeza y se levantó, dispuesta a tomar un baño. Reflexionar bajo el chorro de agua, le sirvió para decidir que no podía permanecer ahí. Podría dar un paseo por el centro comercial y de una vez aprovecharía para comprar algunas cosas que le hacían falta. Una salida era lo que necesitaba para despejar la mente y dejar atrás esos pensamientos que la agobiaban.
Reviso su armario y sacó un conjunto simple. Una camisa, un short corto y unos tenis, eran lo suficientemente cómodos para aquella salida cotidiana.
Una vez que estuvo lista, se dirigió a su escritorio y tomó lo necesario para meterlo a su mochila y salir, chequeando que llevaba su celular, monedero y las llaves.
Estaba terminando de ordenar todo, cuando escuchó como el timbre de la puerta principal sonaba.
Ella frunció el ceño, segura de que no tenia ninguna visita. Annie le había dicho que estaría de paseo con los chicos. No le había contestado a Jean sobre su cita y él no era del tipo de hombres que llegaría a buscarla hasta ahí, y tampoco había hecho planes con sus otros amigos.
Otro timbrazo, la obligó a erguirse de su cama y salir de la habitación.
—Voy — susurró suavemente.
Recorrió todo el camino hasta la puerta principal y tomó el pomo, justo cuando un tercer timbre sonaba en las paredes del apartamento.
Lo que no esperó, fue encontrar a nada más, ni nada menos, que Eren Jaeger del otro lado.
Con un jadeo mal disimulado, Mikasa soltó la manecilla y dio un paso hacia atrás, mirando al chico.
—¿Eren?
—Hola — él sonrió, mientras la observaba —. ¿Qué tal, Mikasa?
La chica negó con la cabeza, despejando el estupor inicial antes de fruncir el ceño, descolocada.
—Bien… ¿y tu?
—Muy bien ¿Puedo entrar?
Mikasa no supo cómo se las arregló para retroceder, pero en cuanto lo hizo, el chico ingresó y cerró la puerta por su propia cuenta.
La morena tuvo que retroceder un poco mas, sintiendo como su piel se erizaba ante la cercanía del cuerpo más grande. Intentó respirar con tranquilidad, pero su pecho en ese momento era un nudo de sentimientos y emociones. Ella nunca se había sentido de esa manera antes de Eren, como si su corazón fuera capaz de escapar de su lugar.
—Annie no está… se fue hace una hora — logró soltar temblorosamente. Eren no pareció disgustado y se limitó a encogerse de hombros.
—No es por ella por quien estoy aquí.
—¿Ahh no? — susurró sin aliento.
—Hable con Annie recién, ella me dijo que tu no venias con ella.
—No… — Mikasa se arregló el cabello, nerviosamente —. Es que tenía algunas cosas que hacer.
—Pero vas a salir ¿no? — su mirada la recorrió.
—Si, tengo que ir a hacer algunos recados.
—¿Puedo acompañarte?
—Pero… ¿Y Annie? — indagó extrañada.
—Ella esta con Armin — le comentó tranquilamente. Eso la hizo fruncir el ceño.
—¿Y no te molesta? — no comprendía como podía lucir tan tranquilo, pero recordó que él no sabía nada de lo que sucedía entre su novia y su mejor amigo.
—¿Por qué debería? — le preguntó confundido.
—No, nada.
Eren suspiró y la miró fijamente, mientras se cruzaba de brazos.
—En realidad… estoy aquí por otra razón — le aclaró seriamente.
Mikasa tragó saliva y tomó una inhalación profunda, mientras entrelazaba las manos temblorosas a su espalda.
¿Podría ser que Eren sospechara de la relación entre Annie y Armin? ¿Qué debía hacer si le pedía ayuda? ¿Por qué ella? Su sola cercanía la tenia hecha un manojo de nervios y temblores.
—¿Ahh si?
—Es sobre tu y yo.
—¿Nosotros? — eso logró aturdirla.
Eren carraspeó y bajó el rostro, con un sonrojo en la tez que sorprendió a Mikasa por completo. La chica sintió como sus propias mejillas se enrojecían y no logró controlar en lo absoluto, el apresurado e irregular latido de su corazón.
—Desde que te vi… yo, me sentí diferente. Nunca había experimentado algo así y… lo que quiero decir, es que… — negó con la cabeza, antes de bufar y levantar la mirada hacia ella, fijándola directamente en sus ojos —. Tu me gusta, Mikasa.
—¿Qué? — ella jadeó y dio un paso hacia atrás.
Percibió el momento exacto en el que su corazón daba un vuelco y se apresuró a tomar aire, consciente de la manera en la que había perdido el aliento tras aquella confesión. Sintió el alboroto en su estómago, como si un enjambre de bichos revolotearan de un lado a otro ¿Qué era todo aquello? ¿Y por qué no podía controlar el calor que le abarrotaba el rostro?
—Lo que escuchaste. Me gustas mucho y talvez debí esperar a que me conocieras mas o… encontrar un mejor momento, pero… yo siento cosas por ti y quería pasar este día a tu lado.
Debía haberse desmayado, eso era seguro. Porque ese tipo de cosas no le sucedían a chicas como ella.
—¿Y Annie? — indagó sin voz.
—¿Annie? — Eren frunció el ceño —. ¿Qué tiene que ver ella en esto?
Eso logro descolocarla y luego enfurecerla ¿Acaso Eren pretendía jugar con ambas? ¿Qué clase de chica creía que era?
—Ella es tu novia, por supuesto que debe…
—¿Qué? — el grito de Eren la interrumpió —. ¿Qué Annie es mi, qué?
—Tu novia ¿Qué más? — le enfrentó molesta.
Eren parpadeó una y otra vez, antes de echarse a reír, como si le hubiera contado el chiste más gracioso del mundo.
—¿Qué es tan divertido? — susurró Mikasa entre dientes, furiosa —. ¿Acaso creíste que solo te iba a decir que si? ¡Annie es mi amiga y sin importar lo que haga, no puedo hacerle eso!
—Annie tiene a Armin — le aclaró Eren un poco mas relajado.
—¿Lo sabias? — Mikasa llevo una mano a sus labios, sorprendida.
—Claro que si ¿De qué estas hablando?
La Ackerman negó y dio otro paso hacia atrás, hasta topar con el sillón y tomar asiento.
—¿Y no te importa?
—¿Por qué debería? — Eren frunció el ceño.
Mikasa negó con la cabeza. Ella de verdad no entendía nada de nada ¿Acaso Eren y Annie tenían ese tipo de relación abierta de las que había escuchado hablar? Si era así, no deseaba involucrarse. Por mucho que Eren le gustará y despertara sentimientos profundos en ella, no estaba dispuesta a unirse a algo así.
Si tuviera una relación esperaría algo lindo, dulce y monógamo. Esperaría recibir tanto como esta dispuesta a dar y no solo las sobras.
—No puedo salir contigo — negó con la cabeza, apresumbrada.
Eren pareció confundido por un segundo.
—¿No te gustó?
—Ese no es el problema. Ya te lo dije, no puedo estar contigo mientras tengas una relación con Annie. No se qué tipo de relación tienen ustedes, pero yo…
—¡Espera! ¿Otra vez con eso? — el chico frunció el ceño —. Annie y yo no somos más que amigos.
—¡No me mientas! — exclamó ella agitada —. Eres su novio.
—¿En que maldito momento? — Eren se exaltó rápidamente —. ¿De que estas hablando?... ella está con Armin.
—Lo se, los vi besándose y como sea, ya te lo dije… no se que tipo de noviazgo tienen ustedes dos, pero no pienso incluirme en su retorcida relación.
—¡Espera un momento, Mikasa! ¡No se que crees saber o lo que te dijo Annie, pero nada de eso es así!
—No soy un tonta — chilló ella.
—Pero…
—Ahora, por favor… no vuelvas a menos de que ella esté aquí — se levantó y le señaló la puerta —. Puede que me gustes mucho, pero yo no me apunto a tu juego. Si tengo una relación alguna vez, será algo sano y bonito, además de que definitivamente será monógamo.
—Pero… — Eren negó —. Espera… estas confundida.
—¡No es así! ¡Vete ya!
—¡No! — el moreno dejo caer el pie fuertemente contra el piso —. No me voy a ir hasta que aclaremos este malentendido, mucho menos después de saber que también te gustó.
—¡No hay nada de que hablar! — gritó Mikasa enrojecida —. No hay manera en que pueda cambiar de opinión.
—Escucha… Annie es solo mi amiga ¡Por Dios! Ella es la novia de Armin, ellos dos andan juntos desde la secundaria. Armin siempre estuvo enamorado de ella ¿Cómo crees que siquiera podría yo fijarme en su chica?
Mikasa escuchó sus palabras sorprendida ¿Eren estaba mintiendo? Se sintió más confundida que nunca ¿Acaso todo había sido un malentendido?
—Pero… ustedes…
—¿Nosotros que? — hizo una mueca de malhumor en los labios —. ¿Annie te dijo esa blasfemia?
La morena se detuvo intentando recordar sus conversaciones de semanas atrás. Annie le había dicho que su novio estaría en Tokio unos días, luego ella y Eren habían aparecido en el apartamento, lo que le había hecho deducir por lógica que él era su novio. Armin no había llegado a la ciudad hasta un día después, pero Annie nunca se lo había presentado, de hecho, Mikasa no lo había visto hasta que les vio de casualidad, besándose como si no hubiera mañana. Al día siguiente, ella se encontró casualmente con Eren y Armin, el segundo chico parecía dulce y gentil, y hasta le había prestado la bicicleta para acortar la distancia a la universidad, dado que estaba atrasada y fue ahí donde descubrió que ambos hombres eran amigos.
Ya no sabía nada, pero era evidente que todo aquello era demasiado confuso para procesarlo tan rápido.
—Pero ustedes dos… — negó con la cabeza y luego cerró los ojos, apretándolos con fuerza —. No quieras confundirme, por favor.
—Te estoy diciendo la verdad. Annie es una buena amiga, mi mejor amiga nada mas. Eres tu la que me gusta Mikasa, desde el primer momento.
La chica gimió, sintiendo como su pecho se alborotaba ante su confesión. Ella podría flotar de felicidad justo en ese momento, si no fuera por toda aquella enredadera alrededor de su relación.
—¿Cómo se que no me mientes? — susurró suavemente, levantó la mirada hacia sus ojos.
—No te miento.
—Pero…
—No puede ser — Eren suspiró, irguiendo el rostro hacia el techo —. Esta bien, lo entiendo.
Él asintió suavemente y Mikasa observó como bajaba los hombros, en señal de derrota ¿Eso era todo? ¿Acaso Eren se había rendido?
Ella no sabia que creer, pero ¿Y si lo que Eren había dicho era cierto? ¿Si él y Annie eran solo amigos?
—Ya se lo que haremos — el chico asintió y clavó una mirada decidida en sus ojos.
—¿Eren? — gimió cuando observó como se acercaba a ella.
—Solo hay una persona que puede aclarar este asunto.
—¿Quien? — susurró temblorosamente.
—Annie.
Mikasa se hundió en su asiento, cada vez mas abochornada. Era la primera vez que escuchaba a Annie reírse a carcajada suelta, justamente luego de escuchar el relato de Eren.
—¿Cómo demonios llegaste a esa conclusión Mikasa? — la chica se irguió, apoyando la espalda contra el respaldo de la silla mientras se limpiaba las lágrimas que habían escapado de sus ojos.
—Es que… tú nunca lo presentaste… a tu novio, quiero decir, y yo solo creí…
—Pero Eren ¿Es en serio? ¿Cómo crees que podría enamorarme de este idiota? — señaló despectivamente al chico.
—¡Oye! — Eren bufó ofendido —. Es recíproco, bruja.
—Chicos — Armin intervino, sabiendo que los ánimos podrían caldearse con rapidez, luego suspiró y le dirigió una sonrisa dulce a Mikasa —. Creo que es lógico que se confundiera, Annie. Lo cierto es que tu nunca nos presentaste… si no hubiera sido por Eren, jamás habría conocido a Mikasa.
—Esta bien — la chica lo aceptó al instante, con las mejillas sonrojadas. Mikasa la observó fijamente, sorprendida. Sería difícil acostumbrarse a aquella imagen visual —. Fue mi error.
—No hay problema — Mikasa asintió.
—Entonces… — Annie bufó y cruzó los brazos —. ¿Esta fue la razón por la que cancelaste? — le preguntó directamente a Eren.
—No molestes — el chico gruñó y se puso de pie, extendiendo una mano hacia Mikasa.
La morena miró la mano y luego levantó el rostro, para observar los hermosos ojos verdes. Con el pulso acelerado, deslizó sus dedos sobre los de Eren, consciente más que nunca de la presión en su interior.
—Eren… recuerda lo que te dije sobre Mikasa.
—Si, si.
—¿El qué? — la pregunta quedo en el aire, cuando el Jaeger la ayudó a erguirse antes de alejarse.
—Eren…
Él la guió fuera del establecimiento y buscó un lugar que no estuviera tan concurrido, cosa difícil dado que estaban en un centro comercial. Finalmente el chico decidió salir del lugar hacia el estacionamiento, donde estaba su motocicleta, en la que habían llegado hasta ahí.
Eren tomó una de los cascos y volteó hacia ella, para ponérselo.
Mikasa le miró fijamente, avergonzada y sonrojada. No sabía cómo se había confundido de tal manera, para armar todo aquel alboroto, pero no toda la culpa era suya, todos la habían orillado a pensar cosas que no eran ¿Acaso no sabían las etiquetas básicas de una presentación?
Eren no había dicho nada, pero Mikasa no podía quedarse callada mucho tiempo más ¿Podría ser que él ya no se sintiera interesado en ella?
—Lo siento — susurró suavemente, apenada.
—Fue nuestra culpa también, por no hacer las presentaciones correctas.
—Pero yo salte a conclusiones precipitadas en lugar de preguntar.
—Bueno, podría perdonarte con una condición — él ladeo el rostro y sonrió.
—¿Cuál? — le preguntó rápidamente.
—Ten una cita conmigo.
Mikasa retuvo el aliento, en un jadeo. Su corazón rápidamente empezó esa marcha alocada que solo Eren había logrado en su interior y supo que estaba roja, por la manera en que le ardía la piel del rostro. Eren aún quería salir con ella, pese a todo lo que le había dicho antes. Él le había confesado que le gustaba y que quería intentarlo con ella. Sus sentimientos eran recíprocos.
—¿Cuando? — musito suavemente.
—Hoy, es San Valentín después de todo.
—¡¿Hoy?! — ella enrojeció aun más, feliz porque él aún estuviera interesado en ella —. Pero, tengo que volver para vestir algo más apropiado ¿Puedes llevarme de vuelta al apartamento?
—¿Para que? — él lució confundido —. Te ves bonita así.
Que lo soltara con tanta calma, logró avergonzarla aún más, como si fuera posible. Mikasa miró su ropa y luego a Eren, decidiendo que si él lo aprobaba, no tenía problema alguno.
—Esta bien.
El chico sonrió y le tomó la mano, ayudándola a subir a la motocicleta. En cuanto estuvo acomodada, cruzó la pierna con facilidad siquiera para subirse él también. Mikasa le observó mientras se acomodaba el casco negro y luego volteaba hacia ella.
—¿Estas lista?
—Si — asintió.
Eren encendió el motor de la motocicleta y se inclinó ligeramente, arrancando.
—Sujétate.
Mikasa lo hizo, cerrando los ojos con fuerza y rodando su cintura. Era la primera vez que andaba en aquel tipo de transporte, sin contar la ida hacia el centro comercial. Le daba un poco de vértigo y temía caerse, pero Eren le había asegurado que se encontraba a salvo con él.
Ella se inclinó, hasta que su torso se pegó por completo a la ancha espalda y pudo descansar la mejilla contra su nuca. El casco no le permitía una posición tan cómoda, pero no importaba, porque ella se sentía inundaba por su aroma masculina y embriagada por la fuerza que emanaba su cuerpo.
Pasados unos segundos, fue como si sus miedos escaparan y ella tan solo flotara, aún abrazada a Eren y con la sensación de que se encontrara en el lugar al que pertenecía. Confiada, abrió los ojos y disfruto del camino, con el viento acariciando su rostro y bailando entre las hebras oscuras de su cabello.
No sabia hacia donde les llevaría todo aquello, habían tenido varios tropiezos en el camino, pero no importaba, porque estaba dispuesta a intentarlo.
Sin saber siquiera que aquel era solo el inicio de un amor marcado por el destino.
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FIN DEL CAPITULO
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NOTAS DEL CAPITULO:
Buenas noches bellas ¡Y Feliz San Valentín atrasado!
¿Qué les pareció el capítulo? La confusión de Mikasa es adorable, pero que conste que ni Annie, ni Eren aclararon nada. Enamorarse por primera vez del novio de su amiga bien podía ser un trauma para ella, menos mal todo era un error.
Me encanta Eren tan dulce y flechado, buscando acercarse a ella en cada ocasión que veía la oportunidad. Se me hace evidente que ambos sintieron lo mismo luego de una primera mirada.
Espero que hayan disfrutado del capítulo tanto como yo ame escribirlo.
Tengo aun pendiente la dinámica de Flufftober para quienes la leen. No la he olvidado, pero por el momento quiero que pase San Valentín para terminar de editar los capítulos que me faltan. También estaba escribiendo un capítulo por el cumpleaños de nuestra princesa, pero tan apretada de horario y todo, no lo termine, así que posiblemente lo suba luego, aunque no sea la fecha correspondiente.
Besos y abrazos. Nos leemos luego.
15/02/2023
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