Symphogear no me pertenece, es de sus respectivos autores.


Yo no había pedido esto, nunca quise que las cosas se descontrolaran así. ¿Una simple palabra puede generar todo un caos? No, no es una palabra, es un nombre que me fue dado desde mi nacimiento: María es mi nombre.

Es un nombre femenino, uno lindo y amable, dado a una persona de noble corazón. Eso sería lo que me gustaría decir si yo fuera una jovencita, pero a cambio de eso soy un varón. Un simple niño al que se le fue dado un nombre que era destinado a la primogénita de los Cadenzavna Eve. Una tradición en esta peculiar familia de ucranianos que viajo hasta Japón por oportunidades, un sueño de tener casa propia y bienestar económico.

Hay muchas cosas que me hacían sentir incomodo, entre ellas las verduras que saben horribles, pero algo como mi nombre no lograría doblegarme, a fin y al cabo es un nombre que me dio mi madre. Es algo con lo que tendría que aprender a vivir y a sobrellevar.

A parte de mi nombre femenino, mi cabello corto es rizado y con un tono de rosa suave, esos simples rasgos ajenos a la cultura japonesa daban como resultado a que siempre me intimidaban en la escuela. Era recurrente que llegara a la casa con moretones y rasguños propinados de mis compañeros que tan solo tenían ocho años de edad. Cuando esas cosas sucedían, mi madre únicamente me sonreía con melancolía y dejos de arrepentimientos. Ella creía que era su culpa mis golpes, que por sus obstinadas tradiciones terminaba siempre en esa posición; pero no, nada era culpa de ella, era culpa de los padres que educaron a esos niños a no ser tolerantes o tener una mente abierta a las personas que no tenemos las mismas tradiciones.

- ¿Qué no María es un nombre femenino? ¿Eres mujer?

Ya estaba acostumbrado a ese tipo de palabras.

- ¿Qué Cadenzavna? ¿Te haces la base o qué?

No es nada nuevo, esos niños solamente saben molestar…

- ¡Vamos! ¡Al menos responde a los golpes!

¿Qué más da si les regreso el golpe? No puedo rebajarme a su nivel neandertal de responder a todo lo que no les gusta con agresión.

- ¿Qué no te podían llamar Mario? Cualquier cosa es mejor que ese nombre de princesa de Disney que te dieron, Cadenzavna.

Ni discutir valía. Era un día normal a mi particular manera de verlo. Tres chistositos arrinconándome en la esquina del patio de la escuela para intimidarme, querer hacerme sentir mal por el nombre que me fue brindado. ¿Y los profesores? Esos solo se aparecen si tienes una rosquilla en la mano para atraerlos como abejas al panal.

Esos niños, mis propios compañeros de clase se reían de mí estando en el piso, golpeado por sus puños y pies. Los veía con rencor, con odio de no poder responderles y decirles que los idiotas son ellos.

- ¿Qué tal si lo dejamos por hoy? Ya tengo hambre -uno de los niños, el más grande y gordo de ellos rio mientras palmeaba su estómago.

- Oh vamos, me estoy divirtiendo con el niño-niña -hablo entre carcajadas el mocoso con una estatura mediana a comparación de los otros dos- ¿Qué dices tú? -le pregunto al más bajo de los tres.

Ese era el peor, su cabello negro y ojos rojos solo lo hacían parecer un diabólico engendro del mal que vino a la tierra a torturar a las almas inocentes.

El ser del mal rio suavemente y trono sus dedos, el me daría el golpe de gracia para dejarme tirado contra el piso. Únicamente cerré los ojos en la espera de la paliza que me iba a propinar.

- ¡Deténganse! – un grito agudo resonó en aquel abandonado rincón.

No abrí los ojos, la propia resignación y en parte el miedo me lo impidieron. A lo mucho, lo que logre escuchar fueron golpes secos, alguien que caía al piso o varios, y llanto. ¿Qué serian esos ruidos?

En menos de cinco minutos el ruido había cesado, dando a la aclamada paz que en años había sentido en ese patio de juegos. Todo era calma e incluso había un aroma a jazmín inundaba el lugar.

- Oye, ¿estás bien? -era una voz amable la que me hablaba- hey, ¿te lastimaron mucho? -su mano gentil acaricio mi hombro, brindándome cierta comodidad.

Tome aire antes de abrir los ojos, quise tomar algo de valor antes de ver a quien me había salvado. A estas alturas, podía creer que solo me ayudo para ser el nuevo abusador.

Con un suspiro mis ojos se abrieron para visualizar unos ojos índigos preocupados. Por un momento quede en shock por la intensidad de ese azul, parecía que no llegaba a doblegarse con nada, estaban llenos de gran voluntad.

Analice a la persona que ahora era mi salvadora, que estaba arrodillada enfrente de mí: no solo sus ojos eran azul índigo, sino que su cabello también tenía esa tonalidad de color, por lo que llegaba a ver el largo era maso menos por debajo de sus hombros y tenía una singular coleta lateral que daba la impresión de ser el alerón de un avión; su piel era blanca casi como la nieve; esbelta, pero sus mejillas eran algo rechonchas; portaba el uniforme de la escuela que era una falda azul marino y blusa blanca; parecía un poco más alta que yo.

Era una niña… ¿Cómo diría Serena? Adorable o eso es lo primero que pensé cuando termine de verla.

- Respóndeme, ¿Dónde te duele? -pregunto insistente en mi salud con esa vocecita un tanto autoritaria.

Antes de responder, algo en su mejilla derecha llamo mi atención: tenía un raspón en esa regordeta mejilla.

- ¿Q-que…? -tome aire e intente calmar esos nervios que hasta para hablar no me dejaban estar- ¿Q-qué te paso en la mejilla? -fue lo que pude decir tras sacudir un par de veces mi cabeza.

- ¿Dónde? -señale discretamente su mejilla derecha y ella al tocarse y ver sus dedos rio un poco- no es nada, solo un poco de sangre de la batalla con esos abusones -dijo de una manera tan natural que de cierta manera asustaba.

¿Desde cuándo para las niñas es normal golpear gente mala? Las chicas en Japón dan miedo…

- No te sorprendas, para mi es normal -comento con una sonrisa, como si leyera mis pensamientos- y créeme que lo volvería a hacer si viera a esos tontos molestándote de nuevo.

Parpadee un poco y desvié la mirada con cierta pena- No tienes por qué hacerlo…

- ¿Por qué no? -hablo dudativo- si ves una injusticia, debes ayudar a que la paz prevalezca. Ese es el paso de un centinela -comento con seguridad e incluso llegue a escucharla reír levemente.

Trague saliva y negué velozmente con la cabeza- es que no deberías porque no nos conocemos y… -cuando la mire un pañuelo blanco pico mi mejilla.

- ¿Eso te preocupa? -riendo suavemente limpio las manchas de tierra de mi cara- no debes de conocer a las personas para ayudarlas, si nace de ti hacerlo, entonces debes hacerlo y ya.

- ¿Q-Qué eso lo sacaste de un comic? -fue lo que atine a preguntar de los nervios- n-no tienes que limpiarme, enserio.

- No puedo dejar que una cara tan adorable este manchada de tierra -aquella naturalidad logro hacer que mi pequeño e inocente corazón se estremeciera y que incluso mis mejillas comenzaran a sentirse acaloradas era un poco escalofriante.

- E-Eso fue inesperado… -comente a duras penas, en una liviana e inaudible voz.

- Creo que termine -su mirada a analítica miro mi cara y sonrió satisfecha- faltan cosas de limpiar pero eso será con agua -guardo su pañuelo en la bolsa de su falda y con pequeño tirón se levantó del piso- ven -extendió su mano hacia mí.

- ¿Eh? -mire su mano y luego a ella, dudoso de lo que debía de hacer.

En mi defensa, la última vez que alguien hizo eso fue para tirarme al lodo y luego comerse mi almuerzo. Tenía razones de sobra para querer desconfiar de ella, aunque "querer" no es lo mismo que "sentir". Una parte de mi quería desconfiar al 100% de ella, mas otra parte quería creerle a esa amable sonrisa.

- Vamos no muerdo -sacudió un poco su mano derecha- ¿no te doy confianza? -dijo al verme dudoso- si ese es el caso te diré mi nombre -su mano izquierda descanso en su pecho, viéndose confiable- soy Kazanari Tsubasa, me acaban de transferir a este colegio, es un placer conocerte, ¿Cuál es tu nombre?

Ante su acto, extendí levemente mi mano y logre alcanzar la suya, al apretarla sentí una leve descarga eléctrica. Era cálida, era confiable, me daba la sensación de no querer soltarla por el resto de mi vida.

- M-Mi nombre… -al tragar saliva, logre hablar un poco mejor- ¿quieres saberlo? -ella asintió cuando de un tirón me levanto del piso- e-es María Cadenzavna Eve.

- ¿María? -pregunto sin comprender- ¿te llamas María?

Y el encanto se rompió, la maldición de mi nombre hacia aparición una vez más.

Solté su mano y la puse detrás de mi espalda. Fingí una sonrisa casual antes de responder- Si, ¿sorprendida? A fin y al cabo es un nombre de mujer.

No la culpo si de repente sale corriendo o no me habla, ¿Quién quiere hablarle al fenómeno con nombre femenino?

- Es muy amable -la observe con la ceja alzada, sin entender que decía- tu nombre, suena amable. Me gusta -no había en su tono de voz ni un atisbo de mentira. Parecía segura de sus palabras.

Eso que dijo, me dejo boquiabierto, no pude más que abrir los ojos como si fueran grandes platos blancos. La miraba incrédulo, sin dar crédito de lo que mis oídos habían escuchado.

- ¿Q-que pasa? -hablo con un dejo de nerviosismo.

- Ah… -acaricie la nuca de mi cuello mientras una pequeña sonrisa se iba formando en mis labios- no es nada, hasta ahora nadie me había dicho eso fuera de mi familia- al mirarla, mi sonrisa se hizo sincera cuando mis ojos se cerraron- muchas gracias.

- ¿E-Eh? -escuche una voz temblorosa y cuando abrí los ojos sus mejillas estaban levemente sonrojadas.

No entendía la razón, pero me parecía un detalle lindo a decir verdad.

Impulsado por aquella amabilidad me anime a ser extrovertido por primera vez en mi vida.

- ¿Kazanari-san? -ladee un poco la cabeza y mi sonrisa solo disminuyo hasta ser una suave y serena- ¿Puedo llamarte Tsubasa?

- ¿¡Eh!?

- Si te molesta, entonces no lo hare -saque del bolsillo de mi pantalón un pequeño panfleto que me había dado mi hermana.

- N-No es que me moleste pero… -interrumpí sus palabras al extender ese panfleto- ¿Qué es eso?

- Es un lugar que me dijo mi hermana que era bastante lindo y que vendían cosas de buen sabor -levemente sonrojado mantuve en alto ese panfleto- ¿Qué tal si vamos después de la escuela? Le puedo pedir permiso a mi mamá y si quieres le pido permiso a tus padres si es que se te complica salir.

- Eh… Es que… eh -tartamudeaba aun con esas mejillas ya rojizas.

- ¿Esta mal? -dije con inocencia, poco a poco baje el panfleto para mirarla mejor- ¿eso está bien?

Ella parpadeo un par de veces y bajo la mirada, jugaba con el borde de su falda- E-está bien.

- Perfecto~ veras que nos vamos a divertir.

Kazanari se volvió mi primer y única amiga desde aquel entonces. Era su peculiar manera de ser la que me hizo confiar en ella y la verdad es que nunca me he arrepentido de eso. A ella no le importa mi nombre e incluso le había gustado, ¿Qué más puedo pedir?

Tsubasa tiene esa aura que te hacer querer estar con ella, sentirte bien a su lado, aun incluso en los silencios todo está bien si estoy con ella. Quiero decir, que esa pequeña corriente eléctrica no fue estática, fue algo más, sería el inicio de esta particular aventura.


-12 años después-

- ¿Por qué tardara tanto? -solté la pregunta al aire mientras esperaba recargado en el tronco de un árbol que por fortuna daba sombra- a veces no sé qué tiene en la cabeza- cerré los ojos y negué levemente con la cabeza.

Ya imaginaran como se ve un joven de veinte años recargado debajo de un árbol en la espera de su amiga de la infancia. Añadan a mi historial el peculiar cabello corto ondulado color rosa y entenderán porque las personas suelen verme con bastante curiosidad.

Lo peor del caso es que ya era muy común que la esperara a esas horas de la tarde.

Aun con los años y su convicción, Kazanari Tsubasa no puede dejar a alguien que necesite si ayuda. Han sido varias veces las que he tenido que esperarla hasta las doce de la noche porque la señorita le estaba ayudando a una compañera con una composición. Aun siendo estudiante de artes, también es capaz de meterse a ayudar a las personas con sus autos si estos están descompuestos y no se diga de las motos, solo los dioses son capaces de sacarla de ahí si es que hay una descompuesta: es una de sus placeres culposos.

- ¿María? -sin tener que abrir los ojos, ya sabía de quien era la voz que se posaba enfrente de mi- ¿estás enojado?

Con un suspiro, de nuevo negué con la cabeza- no podría ni aunque quisiera -abrí únicamente mi ojo izquierdo para toparme con los ojos de borrego de la Kazanari- ¿te sientes regañada o algo así?

- Es solo que "tu" recostado en un árbol es parecido a "tu" estando enojado -ladeo la cabeza con cierta inocencia.

- Piensas demasiado las cosas, ala de avión -pique su nariz para hacerla retroceder.

- Oh María, ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me digas así? -arrugo su nariz y sacudió su cabeza.

- ¿Quieres que mejor te diga espada sin filo? -cuando abrí mi ojo derecho, alce la ceja izquierda.

- Creo que prefiero que estés enojado conmigo -se cruzó de brazos y entrecerró los ojos.

- Eso dices ahora, pero cuando me enoje contigo te pusiste a llorar -sonreí con cierta burla cuando visualice sus mejillas levemente sonrojadas.

- Tenia… -trago saliva en su afán de guardar la compostura- tenía diez años, ¿Qué esperabas?

- Todo y nada, pequeña Tsubasa -pique su frente y con un pequeño empujón me aleje del árbol- ¿quieres irte de una vez?

- A veces no te entiendo, María -note como frunció el ceño y me encogí de los hombros- no, no te entiendo.

- Eres la que mejor lo hace, Tsubasa -camine a su lateral y al detenerme le sonreí levemente- que te hagas la distraída es otra cosa. Pero solo tu sabe mis más recónditos secretos, bueno, solo uno no.

- ¿Cuál secreto? -cuando comencé a caminar, ella también me siguió- María, no me dejes así, ¿Cuál secreto no se de ti?

- Es algo que por ahora quiero guardarme para mí -no la estaba mirando, pero estaba más que seguro que estaba frunciendo aún más el ceño.

Continúanos nuestro andar, al menos no le daba importancia a lo que estaba diciendo que básicamente eran reclamos sobre mi gran secreto.

¿Quieren saberlo? Es bastante obvio a estas alturas a fin de cuentas es el más básicos de los clichés. Cuando conocí el significado del amor, fue cuando comprendí que estaba perdidamente enamorado de Kazanari Tsubasa. Unos años la vi con un cariño fraternal y pasando el tiempo mi corazón comenzaba a exigirme estar con ella, querer verla todos los días se había hecho indispensable para mi forma de vivir; y después sus defectos me parecían bien, valoraba su forma de ser y no deseaba cambiarla, quería ser mejor para ella y no rendirme ante cualquier persona.

El tiempo había sido fiel y benévolo; pero a su vez era cruel. La niña con rechonchas mejillas había crecido para ser una mujer hecha y derecha, con un cuerpo esbelto; largo cabello azul y esa emblemática cola de caballo lateral que asemejaba al alerón de un avión; su presencia era imponente y a los que no la conocían podían llegar incluso a tenerle algo de miedo, pero ya cuando te acercas a ella descubres ese lado bondadoso y lleno de cariño. Cada día desde que comprendí mis sentimientos se habían vuelto una completa odisea para no decirle lo que siento, para no gritar lo enamorado que me encontraba de ella.

Decírselos no es en realidad una opción. Ella bien podría rechazarlos, decir que estaba confundiendo nuestra blanca amistad con un apasionado romance que por años he estado trazando en mi mente. Sí, es mejor quedarse callados por ahora.

- ¿A qué se debió tu retraso esta vez? -la mire, ella estaba a mi derecha, caminando sin preocupaciones puesto que se había rendido con descubrir mi secreto.

- Le estaba ayudando a una compañera en una letra que no sabía interpretar -mordió levemente su labio ante esas palabras.

¿Osa intentar mentirme? ¿A mí? ¿El que la conoce mejor que nadie? Que ella muerda su labio de esa manera solo significa que está ocultándome algo.

- Tsubasa- la llame y ella dio un leve brinquito- dime que estas ocultando. Sin rodeos que no quiero tener que amenazarte con tu motocicleta, otra vez -de reojo vi cómo se estremeció.

La última vez que me mintió le escondí las llaves de la motocicleta y no pudo usarla por tres meses. Créanme que para ella ese es el peor castigo hecho por la humanidad.

- L-Lo entiendo pero… ¿No te vas a enojar? -alce la ceja y negué suavemente- ¿estás seguro?

- Te lo aseguro, no me enojare -dije en un intento de parecer seguro- "No sé porque siento que ya sé a quién fue a ayudar" -pensé mientras caminábamos.

- Bueno… -tomo aire antes de hablar- fui a ayudar a Kanade…

Me detuve en seco, cerré los ojos y mis puños le hicieron compañía. Oh claro que conocía al dichoso "Kanade", era un idiota que acompañaba a Tsubasa a sus clases, él era de un curso mayor que ella. Ese "Kanade", tenía intenciones nada amistosas con Tsubasa e incluso llego a decírmelo cuando fui por ella un día, me dijo: "Mira amigo, sé que eres como su hermano así que, ¿me das tu bendición?". Ganas de romperle la cara no me faltaron, solo que no lo hice por respeto a Tsubasa que estaba casi a mi lado y a que no quiero mancharme las manos con su sucia sangre de tarado.

- ¿Ves? Te dije que te molestarías -fue lo que ella dijo al ponerse enfrente de mí.

- Yo no dije nada -al esquivar su mirada inquisitiva continúe caminando- no dije absolutamente nada.

- María, por favor -ella me siguió, quedando a mi lado izquierdo- solo le ayude, no fue nada.

- Te dije que no comente nada, eso es todo, no estoy molesto -fruncí el ceño y suspire- y ven, tu no vas ahí – con un ágil movimiento ella quedo a mi derecha como en un principio- las damas no deben de caminar contra la banqueta.

- Gracias… -carraspeo y tomo mi brazo en un intento de detenerme- María, escúchame.

- ¿Qué quieres que escuche? -lo bueno es que no tenía la fuerza para detenerme, así que continúe caminando.

- Quiero que escuches que no tienes por qué molestarte -su voz sonaba seria e intentaba incitarme a dejar de caminar- ¿puedes detenerte un momento? -pidió.

Solté un suspiro y acate su indicación- ya me detuve, ¿feliz?

- Algo así -negó levemente con la cabeza y me miró fijamente a los ojos- María, ¿Por qué no confías en mí cuando te digo que no pasó nada entre Kanade y yo?

- Confió en ti -dije tras suspirar- pero no confió en el puercoespín naranja.

- Si confías en mí, debes de entender que le rompería primero la cara a Kanade si intenta ser indecoroso conmigo -y de nuevo se veía sumamente aterradora con esa simple sonrisa malvada.

- Aun así…

- ¿Tengo que recordarte cuantas veces intervine para que no te molestaran? -alzo la ceja un poco socarrona- podría contra un tipo tres veces más grande que yo si me lo propusiera.

- No tienes por qué recurrir a eso…- Parpadee un par de veces antes de suspirar- Te quiero creer y lo intento, pero eso no significa que no me disguste la idea de que eses con él.

- Primero loca a tener algo que ver con Kanade, él es más como… un argumento cómico en mis días. Solo eso -antes de que argumentara algo, ella se adelantó- María, no quiero seguir discutiendo por tonterías, ¿podemos dejar el tema por la paz el día de hoy? -ante su pregunta tuve que suspirar y asentir.

Por más que quisiera reclamarle, tendría que soportarlo.

Parecía satisfecha que esta vez nuestra discusión por Kanade no fuera tan laboriosa. Si les contara, ha habido veces en las que terminamos peleados por semanas solo porque el cara de idiota me dijo por mi nombre con una sonrisa burlona.

- Sí, claro -continúe mi caminar y cuando menos me di cuenta, Tsubasa tomo mi brazo entre los suyos- ¿eh?

- Creo que es una manera de agradecerte por siempre esperarme, María -dijo con tal inocencia que logro que mi corazón diera un pequeño salto- ¿pasa algo?

- N-No, nada -mire hacia el frente con el prominente calor de mis mejillas.

- Entiendo -hablo calmada e incluso murmuro algo que no alcance a oír y algo me decía que no debía preguntar.

-Quince minutos después-

¿Qué hacen dos casi adultos después de una jornada escolar? Ir a una cafetería es bastante relajante tras un día pesado. Más si en esa cafetería fue el primer lugar en el que la invite a salir, bueno, si a eso se le puede llamar "invitar a salir".

- ¡Nii-san! -grito nuestra mesera con gran alegría puesto que en cuanto nos vio me abrazo con fuerza.

- Serena -dije con un suspiro, pero no logre disimular una pequeña sonrisa- ¿no se supone que las meseras no hacen eso con sus clientes?

Serena, mi pequeña hermana menor con dos años de diferencia era sin dudar una belleza. Era a lo mucho un poco más baja que Tsubasa, su larga cabellera marrón daba esa apariencia angelical al igual que sus ojos verdes turquesa. Ella había heredado la belleza de los Cadenzavna. Tanto su actitud como su apariencia te hacia quererla al instante, tenía una simpatía hechizante, una de la que yo carecía.

- La gerente me dio permiso, ¿verdad? -ambos miramos a la lateral izquierda y vimos a unos metros de distancia a una jovencita de anaranjados cabellos algo alborotados.

- Serena-chan puede hacer lo que quiera, tiene mi permiso -sus ojos ámbar brillaron en aprobación junto con ese pulgar levantado- mi mejor mesera puede hacer lo que quiera conmigo si es que así lo desea. ¿Quieres un día libre? ¡Te lo doy! ¿Quieres mi alma? ¡Pues es tuyo si quieres!

- Veo que tienes una admiradora -le comente y ella asintió energizada- pero no te aproveches, recuerda que cuando alguien confía en ti.

- Debes de saber corresponder, si, si -no le dio importancia a mis palabras y me soltó- Tsubasa- onee chan -miro a la peliazul que inclino levemente la cabeza- siempre tan educada~

- Siempre es un placer verte, Serena –la peliazul le sonrió con cierta fraternidad a la menor.

Pasando el tiempo, al principio Serena no quería que me acercara a Tsubasa, Alegaba que no podía haber otra persona cerca de mí que no fuera ella e incluso cuando la Kazanari iba a mi casa, mi pequeña hermana siempre le gastaba bromas con el afán de hacerla correr tan rápido que nunca me volviera a ver; Pero la peliazul nunca se fue, ella se quedaba y aguantaba las risas de mi hermana, y aunque intentara alegar por ella, Tsubasa fue la que hablo con mi hermana primero. No sé qué habrán dicho en esa plática de dos horas, pero desde ese entonces Serena no le volvió a gastar ninguna broma a Tsubasa e incluso se volvieron cercanas.

- ¿La misma mesa de siempre? -pregunto mi hermanita con su traje de sirvienta y ambos asentimos- vamos entonces -se puso en medio de nosotros dos y jalo a Tsubasa hacia la mesa del fondo donde poca gente solía pasar.

- ¿Ahora pase a segundo plano? -solté un suspiro y con una sonrisa resignada camine hacia esa mesa.

- Te lo agradezco, Serena -dijo amable la Kazanari cuando tomo asiento.

- Cuando quieras, Tsubasa- onee chan -contesto la menor, cordial y alegre- ¿quieres ordenar lo mismo?

- Por favor -tras mirar a mi hermana me miro a mi que ya estaba tomando asiento- ¿estás de humor para un café descafeinado o quieres algo frio para un frapuchino? -me pregunto y al sonreírle ella asintió- él quiere una malteada de vainilla si no es mucha molestia, Serena -le comento a la jovencita Cadenzavna y esta asintió con cierta picardía.

- No entiendo cómo es que se comunican así, con solo una mirada saben lo que el otro quiere -ella nos miró y sonriendo traviesa se acercó un poco a la peliazul- ¿será que ese sueño anhelado algún día se hará realidad?

- Basta, Serena -la Kazanari musito con un leve sonrojo en sus mejillas. Quería guardar la compostura.

- Oh, ¿no se lo has dicho? -al mirarme soltó una risita malvada- ¿Qué tal si yo le digo?

- Ni se te ocurra -con un ágil movimiento agarro sus labios y los apretó- es algo que no debes de mencionar, Serena.

La jovencita Cadenzavna únicamente intentaba soltarse aunque sin mucho éxito. Las palabras que mencionaban eran inaudibles, casi como un sollozo del viento.

- ¿Prometes mantener la boca cerrada? -pregunto la Kazanari y Serena asintió rápidamente con la cabeza- Bien -cumpliendo su palabra, la soltó y la menor acaricio rápidamente su labio por la presión que se había ejercido en él.

- Puedes llegar a ser agresiva cuando se lo propone -fue lo que comento la castaña- ¿será que a nii-san le gustan las mujeres agresivas o es que eres muy pasivo? -soltó la pregunta en un tono burlón.

- ¿Qué? -dije, puesto que no entendí para nada su cuestionamiento.

- ¡Serena! -grito Tsubasa y antes de que su mano audaz alcanzara a mi hermana, esta logro hacerse hacia atrás.

- Fallaste, Tsubasa- onee chan -con una risita comenzó a caminar de espaldas- ¿pero no me negaras que te agrada esa forma pasiva de ser de mi hermanito?

- ¡Serena!

- ¡Patitas para que las quiero! -y así fue como salió corriendo hacia la cocina a dejar nuestros pedidos.

Mire a mi hermana irse y al observar a Tsubasa esta tenía su mano sobre su frente e incluso llegue a visualizar el cómo sus mejillas se ponían un poco coloradas.

- ¿Serena dijo algo mal? -pregunte en un tono inocente- ¿te ofendió?

- No… -musito Tsubasa y negó suavemente con la cabeza- no dijo nada malo -fue lo que dijo con cierta parsimonia cuando su mano se alejó de su frente.

- No parece que fuera "nada" en realidad -continúe con esa actitud de niño perdido- quiero saberlo Tsubasa, ¿Qué fue lo que te hizo sonrojar así?

Ella parpadeo un par de veces y con ese tenue sonrojo sonrió con cierta amabilidad- hay cosas que no debes de saber, María -se notaba a leguas que le gustaba hacerme sufrir de esa manera.

No lo puedo negar, soy algo… Chismoso.

- Pero Tsubasa -antes de que terminara de hablar, su dedo estaba sobre mis labios, haciendo así que me callara.

- Hay cosas que son mejor dejarlas así, María -dijo solemne, aunque no me daba buena espina que sus ojos miraran a otro lugar cuando me estaba hablando- no estamos listos para este tipo de conversación.

Cuando aparto su dedo, fue cuando tuve la oportunidad de hablar- ¿hablar sobre qué? -ladee la cabeza sin comprender.

- Hablemos de otros temas -con esa sonrisa sospechosa regreso a su lugar, puesto que se había inclinado para callarme- ¿Cómo te fue hoy en las clases de física?

Al analizarla, supe que ella no me diría. Su voluntad era tan grande que no soltaría prenda.

- Lo dejare pasar por hoy- tras soltar un suspiro me acomode en la silla donde estaba- normales, solo le ayude a una compañera con unos trabajos y…

- ¿Y?

- Otra jovencita se me declaro -comente sin darle mucha importancia al asunto.

- Oh… ¿Otra? -alzo la ceja y frunció suavemente el ceño.

- Si, en temporada otoñal es cuando más se quieren declarar, no entiendo la razón -me encogí de los hombros.

- Y… ¿Qué le dijiste? -un tono sombrío poco a poco fue acaparando su voz.

- La rechace -dije con simpleza- no tengo interés en ningún tipo de relación -emule una mirada desinteresada- "Pero si es contigo está bien" -fue un pensamiento fugaz que cruzo en mi mente en un milisegundo.

Ella se quedó callada unos minutos, como si analizara las palabras que acababa de decir. Me preocupe, así que cuando le iba a preguntar, ella hablo primero.

- Ah… -carraspeo un par de veces antes de continuar- de cierta manera me alegro…

- No te ves muy alegre – intente indagar en lo que le sucedía, pero ella únicamente negó con la cabeza- ¿Tsubasa?

- Lo mismo me gustaría preguntar, ¿Por qué no me siento bien por esto? -una sonrisa liviana y débil apareció en sus labios.

- Oye… -sin dejarme terminar, nuestro pedido había llegado.

La sonrisa de Serena acaparaba la atención de la Kazanari. Al mirarla, supe que esa pequeña conversación había terminado, ella no soltaría prenda a lo que de verdad sentía y quería decir. Solo me limite a verla y sonreírle a mi hermana.

A veces el verdadero misterio es el mismo centinela que vigila por las noches.

- 40 Minutos después-

Habíamos terminado de tomar nuestros alimentos, hablábamos de cualquier singularidad que nos había pasado en el día. En ese transcurso, vi a Tsubasa decaída y algo distante de mí. Intente hacer lo posible para que me dijera como ayudarla, pero no lo logre, simplemente no tengo la habilidad de hacer sonreír a las personas por voluntad propia.

Era una desventaja de la personalidad de Tsubasa, siempre que algo se le metía a la cabeza era difícil sacarla de lo que fuera que iba a hacer. No niego que me gusta esa terquedad, pero eso no disminuye mi preocupación cuando no me dice nada y solo hace las cosas.

- Espérame un poco a fuera, tengo que hablar algo con Serena- fue lo que me dijo la ojiazul antes de que saliéramos de la cafetería.

- ¿Es importante? -ladee la cabeza y ella me ofreció un asentimiento- bueno, te esperare a fuera, ¿sí?

- No tardare mucho -acaricio mi hombro y fue a buscar a Serena a la barra.

- Pienso que se toman demasiadas libertades para un lugar que no es el suyo -negué con la cabeza y me encamine a la salida- esperemos entonces.

Cual hombre obediente, me quede esperando a la peliazul afuera de la cafetería. No hacia frio y tampoco calor. El otoño ya se hacía presente en la ciudad y nos daba un agradable clima con el cual solo quieres estar afuera caminando y que ese delicado viento acaricie tus mejillas.

- ¿Qué ese no es Cadenzavna? -un terrible escalofrío se hizo presente en mi columna cuando una voz desagradablemente familiar soltó esa pregunta.

Los jóvenes que se posaban enfrente de mi eran los mismo que me molestaban de niño. Era la misma escala, su aura de bufones no se iba ni con el pasar con los años, uno alto gordo, el otro delgado y de mediana estatura, y el enano malvado. Dichos abusones solo los había visto de reojo en la universidad, no se separaban, eran una manada de hienas que buscaban el momento para emboscarme, cosa que no era fácil puesto que intentaba siempre estar al lado de algún compañero o profesor.

- ¿Te haces la base, Cadenzavna? -pregunto el de mediana estatura entre risas sarcásticas.

- ¿Y tu novia? ¿No te va a defender hoy? -dijo el alto gordo con sarna.

- Ese no es de su incumbencia -solté un gruñido, apreté mis puños con resentimiento- será mejor que se vayan, no quiero estar platicando con ustedes.

- ¿Sera que la princesa no quiere que toquemos a su principito? -fue el enano malvado el que hablo- ¿Qué tal si entramos y hacemos un escándalo hasta que la encontremos?

Con un gruñido me coloque en medio de la puerta, en un intento de que ellos no entraran a la cafetería.

- Pero mira que valiente, Cadenzavna -el mismo enano malvado fue el que comenzó a reír con cierta manía- ¿entonces nos divertimos contigo?

Los mire, ellos me estaban rodeando y no tenía una vía de escape clara. No dejaría que hicieran un escándalo en el trabajo de Serena y mucho menos que atentaran contra Tsubasa. Así que, hice lo que por año debí haber hecho: golpe al de mediana estatura tan fuerte que logre tumbarlo al piso y con eso salte sobre el para salir corriendo.

- ¡Vuelve aquí, rosadito! -gritaron a la par los otros dos abusones.

Corrí, corrí tan rápido que pensé que mis piernas iban a explotar, gire a la derecha y luego a la izquierda, saltando y esquivando personas. Era una travesía llevarlos a un lugar donde no hubiera gente a la que pudieran molestar con sus neandertales actos.

Toda mi vida había huido de ellos, así que de cierta manera me había acostumbrado a tenerlos detrás de mí. Si ellos me alcanzaban era mi fin seguro.

- Maldición -brame cuando me vi encerrado entre un enorme árbol que me cortaba el paso.

Había logrado llevarlos hacia el fondo de un parque donde poca gente pasaba. Si ellos iban a hacer un escándalo, entonces que lo hagan justo ahí.

- Mira, mira, ¿A dónde nos trajiste, Cadenzavna? -pregunto el enano malvado- es un lindo lugar para golpearte.

- ¿Por qué lo hacen? -pregunte cuando me coloque en posición para al menos darles algo de pelea- nunca los moleste y menos acuse con los profesores. ¿Por qué se empeñan en acosarme?

- Buena pregunta -contesto el alto gordo- digamos que nos gusta ver esa cara de mártir que tienes cuando te damos una lección.

- Es un gusto culposo -dijo como si nada el gremlin- ¿Quién te manda a tener esa carita golpearle?

- Agrega tu cara de idiota a ese nombre de maricon que tienes -rio el alto gordo con sarna- y tienes de resultado a un ser humano que es gratificante golpear.

¿Son tan idiotas que enserio tienen que repetir tanto la palabra "golpear"?

- Eso es injusto -brame y negué con la cabeza- no pueden estar golpeando a los demás por ser diferente, ¿Qué no ven lo mal que están? Eso es una discriminación.

- ¿Cómo te explico que me vale? -el enano trono sus nudillos y se fueron acercando esos dos hacia mí.

Apreté mis puños con fuerza, y afiance mi posición de pelea. No soy el mejor peleador del mundo y con suerte se medianamente defenderme; pero en definitiva al menos lo intentaría, si caería, lo haría con honor.

- ¡Déjenlo! -aquella voz evoco un deja vu y un demonio azul hizo aparición en la escena.

Agarro un palo y lo lanzo a la espalda del alto gordo que de inmediato tiro al piso. Después salto sobre él y antes de llegar al suelo le dio una patada en el estómago del enano. Se puso entre los abusones y yo, fungiendo como una barrera humana.

- ¿Quieren repetir lo de hace años? Que ahora traigo mucha energía -agarro el mismo palo que había lanzo y que reboto enfrente de mí, y al doblar un poco sus rodillas se puso en posición de Chudan no kamae (1).

- ¿Qué no te puedes defender solo, Cadenzavna? -el alto gordo agarro a su amigo del hombro para intentar equilibrarlo- ¿Por qué siempre te defiende tu novia?

- Porque quiero y puedo, así de simple -fueron las fuertes palabras de Tsubasa que resonaron en ese parque oculto- si ustedes lo molestan, entonces lo defenderé. Así él quiera o no, siempre estaré a su lado.

- No te saldrás con la tuya, rosadito -mascullo el enano que se iba retirando con el otro tarado.

El peligro había pasado, pero como era de esperarse, siempre alguien terminaba salvándome. Tsubasa siempre venia en mi ayuda como un tipo de súper héroe, como si ella pudiera contra todos los rivales que le pusieran en frente. ¿No lo entiende? Eso es peligroso, podría pasarle algo y si eso llegara a suceder…

- No podría vivir sin ti… -musite afligido.

- ¿Dijiste algo?

Sacudí rápidamente la cabeza- no -dije en un intento de parecer tranquilo aunque tenía los sentimientos a flor de piel - ¿Cómo fue que sabias donde estaba? -apenas si pude hablar del shock en el que estaba.

- Vi a su trillizo malvado afuera del café e intuí que te estaban persiguiendo. Así que solo le pregunte "amablemente" si sabía dónde podías ir -comento la peliazul con gran naturalidad que de no conocerla me tendría aterrado- ¿te hicieron daño? -me examino, mirando mis costados e incluso mi cara fue sujeta a su indagarte mirada- María, ¿te duele algo?

- No... -negué suavemente con la cabeza- Tsubasa -llame su atención, puesto que no dejaba de observarme en busca de algún daño- ¿Por qué lo hiciste?

- ¿Por qué lo hice? -alzo la ceja y contesto con simpleza- porque quiero protegerte.

Negué con la cabeza ante su mirada dudativo- No debes hacerlo, ¿Qué tal si alguien te lastima? -intente no expresar tanto mi enojo como mi impotencia.

Ni siquiera podía deshacerme de unos abusones de pacotilla como ellos.

- ¿Enserio crees que alguien pueda lastimarme? -sonrió con cierta soberbia- he enfrentado tipos más grandes en las finales de kendo.

- No lo entiendes -negué con más ferocidad- un día, un día alguien más grande me perseguirá, vendrá por mí y no podrás con el -tome sus hombros y la sacudí un poco- entiéndelo, no puedes arriesgarte así.

- María…

- Tsubasa, ¿Qué acaso no lo entiendes? -baje la mirada impotente- no quiero que alguien te lastime. Sé que soy débil, sé que no puedo defenderte como lo haces tú conmigo. Pero por favor, al menos déjame…

- María -su sutil forma de decir mi nombre me hizo parar- está bien ser débil, está bien que fluyan las lágrimas -su mano se posó en mi mejilla y me hizo mirarla. Ella sonreía tranquila, amable y respetuosa ante mis preocupaciones- serás invencible siempre y cuando tengas un motivo verdadero en tu corazón.

- Creo que no te estoy entendiendo -la mire dudoso- ¿Tsubasa? -ella acariciaba gentilmente mi mejilla con su mano derecha.

- El olvido de un nombre, el resplandor de una justicia -solo incrementaban más mis dudas con sus palabras- lo que quiero decir, es que no importa el nombre que te dieron, tu eres el que le da un significado. Tú eres el que rige las normas de cómo y cuándo vivir.

- ¿Eh?

- Para mí -con su mano izquierda tomo mi mano derecha y jugo un poco con ella, haciendo poses extrañas- María significa que es una persona amable, para mí es un protector y alguien a quien quiero proteger -estrecho su mano con la mía y mantuvo esa inmaculada sonrisa- sé que si un día alguien más grande que yo aparece, María me protegerá porque esa es su cruz: ser alguien fuerte por sus seres queridos en los momentos oportunos.

Me quede viéndola, perplejo de sus palabras. ¿Yo fuerte? Es algo difícil, no puedo creerlo, no lo haría de no ser porque ella se veía tan segura con lo que me estaba diciendo. Debo aceptar que en cierta manera tiene razón, si alguien intentara lastimar a Tsubasa, me lanzaría sobre esa persona acosta de mi salud. Si puedo protegerla, sé que daré mi 100%.

- Y también me gusta cuando tienes esa cara de niño perdido -apretó su agarre con mi mano y se alzó un poco en puntas- a fin de cuentas, María es la persona que más amo en este mundo -con esas palabras dichas, sus labios se estrecharon con los míos.

De verdad, se los juro, nunca espere eso. En mis sueños era yo el que la besaba primero y decía sus sentimientos, no ella. El tacto de sus labios era suave y delicado, como dos pequeñas nubes con sabor a avellanas.

No era un gran beso y el contacto tristemente no duro para siempre, pero fue suficiente para hacerme querer más, que quisiera tomarla de la cintura y arrinconarla contra la pared para darle un beso más largo.

- ¿Q-que acaba de suceder? -trague saliva nervioso cuando nuestros ojos se toparon después de aquel increíble tacto.

- Digamos que fue un consejo de tu hermana -se encogió de los hombros con una sonrisa- me dijo que si no hacía algo, que ella misma te presentaría a una amiga suya.

- ¿U-Una amiga suya? -carraspeo para lograr hablar razonablemente bien- Pero Serena tiene puros amigos hombres.

- Entonces eso sería más complicado, ¿no? -riendo se puso al lado mío- ¿quieres llevarme a mi casa? Quiero enseñarte unas cosas que compre.

- ¿Si? -dije un poco confundido- Tsubasa -ella me miro y me anime a hablar- ¿significa que me quieres como yo a ti?

- No sabía que sentías algo por mi hasta ahora que Serena me conto sobre cierto diario-abrí los ojos cuales platos cuando mi secreto salió a la luz sin yo darme cuenta- Ella dijo que dejes de escribir cosas en un diario, que aparte de ser femenino, es fácil robar tus secretos.

- Esa niña... -gruñí con cierta molestia.

- Hizo bien en decirme, si no nunca me habría enterado -abrazo mi brazo y al alzarse en puntas beso mi mejilla- pienso que es lindo que tengas un diario, eso te hace único a tu manera de ser.

- G-Gracias -rasque mi nuca entre risas nerviosas.

- ¿Ahora estas feliz? -pregunto y con sus ojos índigo buscaba una respuesta verdadera, no un ataque de mentiras piadosas.

Sacudí mi cabeza y le sonreí, era una de verdad, nacía del corazón- demasiado -me incline un poco para alcanzar su oído- te amo, Tsubasa.

Al decir esas palabras, sus mejillas se pusieron sumamente rojas, parecía un lindo tomate. Yo al verla reí, reí divertido de que ese solo sería el inicio de nuestro peculiar romance. La amo, la amo tanto que a decir verdad, no podría ser tan feliz de no ser por ella.

Muchas cosas me disgustan, entre ellas la verdura, pero nunca mi nombre, fue uno que me dio mi madre y el significado me lo dio la mujer que amo.

Me llamo María Cadenzavna Eve. Mi nombre es femenino y tiene más que nada un significado biblia, pero una espada me enseño que nosotros le damos el significado a nuestros nombres con cada una de nuestras acciones diarias, siendo nosotros mismo y nuestros allegados los testigos de la maravillosa obra que escribimos con cada latir.


1- Es la guardia más habitual y la más balanceada del kendo, ni demasiado agresiva ni excesivamente defensiva. Se ejecuta a una altura media, apuntando al oponente. Por su facilidad para adaptarse al contrincante, se la asimila con el agua.

Sinceramente, iba a subir una cosita que me pidieron pero… ¡No lo termine! Y record que tenía este y pum ¡lo subí! No sé ustedes, pero AMO San Valentín, puedo decirles que es de mis días favoritos pero no por el romanticismo, es por otras cosas jajaja

Recuerdo que este fic lo escribí hace mucho tiempo, incluso hable con él con el Ayrton. Lo hice en base a un cojín que había leído de la pareja que ahora no recuerdo, de hecho, la imagen es de ese mismo cojín

Me disculpo por la actitud tan fresca de Tsubasa xD, pero sentí que si la ponía toda densa esto no iba a avanzar a ninguna parte. Quise hacer una pequeña mezcla de la Tsubasa tímida de la primera temporada y de lo asertiva (a mi parecer) que es en XV.

Lo edite un poco para cambiar algunas cosas pero… Dios, yo misma me emocione al leerlo porque no recordaba cómo iba xD. Eso sí, esa Tsubasa tan romántica si saca de onda, pero me gusto de alguna manera.

LES DESEO UN FELIZ SAN VALENTIN. Espero que se la hayan pasado bien, yo estuve trabajando jaja, pero igual lo pase bien uwu. Espero ya poder subir con frecuencia.

¡Muchas gracias porque llegaste hasta aquí! ¿¡Te han dicho que eres súper especial!? ¡Pues lo eres!

¿Qué tal si demuestras lo especial que eres dejando un review y compartiendo tus historias favoritas con tus seres queridos?

De nuevo, muchas gracias, por ti son por la que seguimos escribiendo ¡gracias!