Martes, 14 de febrero de 2023

Disclaimer: esta fanficción está hecha sin fines de lucro, Ranma ½ es una obra de la gran mangaka japonesa Rumiko Takahashi *-*, quien me enamoró con esta historia y sus personajes, que ahora me sirven de inspiración para crear más situaciones loquillas RxA n.n, las cuales no solo me ayudan a mejorar mi forma de escribir… o eso espero °/-/°, sino que tal vez pueda entretener a alguien que me visite por aquí ^u^.

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¿Vendrás conmigo?

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One-shot

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Para recordar mi tercer año intentando publicar fanficciones n.n.

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Fue un día tan oscuro, como el océano a medianoche, que se escucharon aquellos gritos:

—¡Vamos, no se detengan!

—¡Mi gran señor! ¡Estamos cansados!

Ranma echó un vistazo a sus demonios. La contienda los había dejado realmente agotados. Resopló. El tiempo pasaba raudo y él debía arreglar las cosas con… No podía levantar sospechas. Entonces gruñó:

—¡Nos dirigiremos al este! ¡A la cueva abandonada de Hosaipp! ¡No perdamos más tiempo!

Y los súbditos del infierno lo siguieron, sorprendidos de que su líder, el príncipe del mal, cruel e indiferente por naturaleza, cediera tan fácil a su petición.

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A varias millas de aquellos seres del inframundo, se oyó la voz apagada del ángel mayor, Soun Tendo:

—Shinnosuke, ¿dónde está Akane?

—Ryoga tuvo que llevársela a la fuerza. No quería dejarlo solo, insistió en luchar a su lado, maestro.

—Mi obstinada, noble y valiente niña… Como si no supiera que la fuerza de su padre todavía puede controlar a esas desdichadas criaturas —dijo tratando de recobrar el temple, pero se notaba decaído. Su jardín estaba convertido en un desolado panorama y su legión continuaba exaltada. Angustiado, añadió con cautela—: ¿Cuántos fueron los que murieron sin razón?

—No hay vidas perdidas, maestro.

Por un instante sus ojos negros y brillantes se agrandaron. ¿Desde cuándo los demonios no dejan muerte y dolor? Aún no comprendía el porqué de aquella emboscada.

Estaban festejando la fiesta de coronación de aureola de su hija más joven, la bella y bondadosa Akane, cuando el júbilo fue reemplazado por el ataque súbito de más de una veintena de infernales criaturas cegadas por el simple hecho de divertirse a costa de seres celestiales. El caos fue imparable. Las mesas arregladas al detalle y llenas de deliciosa comida se vieron saboteadas por hambrientos y gamberros demonios, quienes desvergonzados destrozaron cual adorno se les atravesó en el paso y jugaron con las vestimentas inmaculadas de los consternados ángeles que asistieron a una de las celebraciones más importantes de Paradenna —región custodiada por la Dinastía Divina Tendo— sin pensar que las risas y la felicidad se verían opacadas por las burlas y demás actitudes indignas de los adeptos del Clan de la Oscuridad Saotome.

No era la primera vez que Soun los contrarrestaba. Y siempre fue muy inteligente a favor de mantener la paz entre sus mundos. Pero en esta ocasión su instinto le mandó a reaccionar de manera diferente. Su corazón le alertó que debía velar por la seguridad de su tercera hija. Nadie la dañaría. Fue así que ordenó defenderse como nunca antes y que a Akane la mantuvieran a salvo llevándosela de allí. Y sus amigos, valientes seres de luz, se vieron obligados a tomar armas y luchar.

Sería mentira decir que no les costó, pues al principio se resistieron a realizar tal acto bárbaro. Sin embargo, el rostro preocupado del ángel mayor les despertó sus espíritus guerreros. Veloces y magníficos, extendieron sus hermosas alas y blandieron sus espadas relucientes en contra de los insolentes satanaces, quienes más que mostrar arrepentimiento, sonrieron cínicos por lograr afectar el temperamento pacífico de los ángeles que jamás reaccionaban ante sus provocaciones. Ese hecho ya era una victoria.

Los gritos de combate y los impactos de las espadas contra los tridentes se oyeron a grandes distancias. Hasta que una polvareda empezó a cubrir los cielos y cegó la visión de todos. Entonces Ranma enojado porque la única razón de estar allí estaba ausente y porque sus demonios, acostumbrados a ambientes hostiles, estaban satisfechos en la contienda que no debía desarrollarse, ordenó la retirada antes de que hubiese algún deceso.

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—¿Ranma? —Ryu buscaba a su señor sin tener éxito. Hace rato se había internado en el fondo de la cueva y ningún demonio sabía de él—. ¿Dónde está?

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Ranma no tenía más alternativa que colarse en la habitación de Akane. Si quería que ella lo perdonara tenían que hablar cuanto antes.

—¿Qué fue lo que pasó? ¿Esa fue tu manera de felicitarme? —susurró Akane molesta y nerviosa. Ryoga estaba a su cuidado y podría descubrirlos.

—Claro que no. Solo déjame explicarlo.

—Alguien pudo salir herido, ¡incluso mu…! No voy a decirlo.

—Lo sé, pero escúchame, ¿quieres?

—Bien, quiero escucharte, pero vamos a otro sitio. Aquí no es seguro, pueden oír que hablo con alguien y… No quiero ni imaginarlo. Ven.

—¿Qué?

La princesa de Paradenna lo guió de la mano y abrió la puerta de su armario. Ambos entraron y se sentaron frente a frente. Todo olía a su precioso ángel. El joven demonio trató de no pensar en que estaban solos, en un lugar oscuro y reducido, y él podía aprovechar para… Sacudió la cabeza.

—Ahora sí. ¿Por qué nos atacaron? ¿Sabes lo importante que es este día para mí?

—Lo siento. Todo fue culpa de mi viejo. Él sabía que hoy te coronarían y quiso molestar a tu padre. Nos mandó a divertirnos. Traté de persuadirlos, pero no pude. A mi favor debes saber que provoqué la tormenta de arena y les apliqué un Cansadem a mis estúpidos demonios.

—¿Qué es eso? Y no digas malas palabras.

—Un conjuro para debilitarlos, pero tuve que regularlo para que no se dieran cuenta. ¿En serio crees que estúpido es una mala palabra? Bueno, la retiro. ¿Estás muy enojada?

—No. Solo un poco decepcionada. ¿Qué vamos a hacer? Nuestros padres tienen que hacer las paces. De lo contrario, nosotros… No lo soportaría.

Ranma conocía muy bien a Akane, ella estaba ansiosa, lo podía asegurar porque dejaba frases al aire y completaba con una negación empuñando con fuerza sus manos. Él también se encontraba inquieto, no dejaba de mover sus labios de un lado a otro y su ceño estaba fruncido, Akane sabía que lo hacía cada vez que pensaba concienzudamente en algo.

Se miraron preguntándose si en algún momento podrían aceptar su unión, dejarlos tranquilos y ser una pareja normal.

—Le he dado muchas vueltas a este asunto. Nuestras familias se detestan, no creo que eso vaya a cambiar jamás. Tendremos que irnos si queremos estar juntos. No podemos seguir viéndonos a escondidas tan solo por unas cuantas horas, Akane. Sé que me extrañas, eso es obvio.

Ella no pudo evitar sonreír.

—Presumido. —Suspiró y le tomó una mano—. ¿Y a dónde iríamos?

—Aún no lo sé, pero… —Ranma le extendió su mano libre.—¿Vendrás conmigo, Akane?

Y Akane en respuesta…

Lo abrazó.

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En medio de una solitaria zona arbolada, se podía oír el susurro de la suave brisa envolviendo el sollozo de Akari.

—No me hagas esto, deja de llorar por favor —pidió Akane, con el corazón en la mano, tratando de mantener la entereza que no sentía.

—Pero ¿cómo vas a irte con él? ¡Destrozarás a tu padre y tus hermanas! Estás siendo muy egoísta —reclamó con el ánimo acongojado y la mandíbula apretada.

La princesa de Paradenna era consciente de su falta. Huiría de casa por no ser capaz de despedirse de su familia porque estaba segura de que la impedirían ir con Ranma. El dolor de Soun, Kasumi y Nbiki al saberse abandonados por ella la atormentaría cada mañana al despertar y cada noche antes de dormir. No obstante, guardaba la esperanza de que sus seres queridos no la juzgarían y le tendrían misericordia.

—Lamento que las cosas tengan que ser así y sé que esto es difícil de entender, por eso… es importante que la lean. —Le entregó unas cartas—. Aquí explico lo que siento y les pido perdón y su comprensión. Presiento que si saben que soy feliz, ellos también lo serán.

De pronto, entre los arbustos se escuchó que alguien se acercaba.

El príncipe del mal, imponente y bello, venía por Akane.

—Amiga mía, todavía estamos a tiempo, regresa a casa conmigo. Quizá Ryoga ni se ha dado cuenta de que hemos escapado, y si lo ha hecho le diremos que estabas confundida, él va a comprenderlo, él…

—No puedo —la interrumpió solemne—, mentiría si lo hago porque lo siento con claridad, yo… lo quiero.

Y antes de que su mejor amiga protestara una vez más, Ranma ya había estrechado sus largos y fuertes dedos con los delgados y delicados de ella.

Akari se sintió intimidada. Y no sabía si era por su perversa presencia o por la intensidad y el anhelo con la que aquellos ojos azules y oscuros contemplaban a Akane. ¿Era acaso real esa mirada enamorada? Podría jurar que sí. Entonces, ¿en verdad el hijo de los reyes del inframundo amaba a una princesa del cielo? Lo deseó con toda su alma.

—Akane, quiero que sepas que varias veces no he estado de acuerdo con lo que hacías, como ahora, pero siempre te he apoyado porque sabía que tus propósitos nunca dejaron de ser bondadosos. Sin embargo, esta decisión tuya es inaceptable y yo no sé si obtendrás lo que mereces, porque solo deberías estar rodeada de dicha y gloria, y este demonio no…

El inesperado abrazo de Akane la calló.

—Querida amiga, gracias por cada palabra de aliento, por cada abrazo oportuno y genuino, por cada aventura vivida, por tu incansable respaldo, por tu leal amistad. Por favor, Akari, confía una vez más en mí, te prometo que estaré bien, no debes preocuparte. —Con calma, se separó y desabrochó el prendedor que adornaba un costado de su túnica y se lo colocó—. Acéptalo, ¿sí?

—Pe-pero ¡Akane! ¡Es la protección de tu familia!

—Y quiero que sea tuya. Con esto estaré más tranquila, porque aunque esté lejos, sabré que nada malo va a pasarte.

—No, no puedo. Correrás riesgo si…

—No, ya no. Entiéndelo, no la necesitaré —dijo con una sonrisa, mirando de soslayo a Ranma.

La hija del patriarca Unryu suspiró. No había marcha atrás. Su amiga de toda la vida se iría.

—Si sientes que las cosas no funcionan y quieres regresar no lo dudes, ¿de acuerdo? —insistió.

—Funcionarán —intervino el joven demonio quien hasta ese momento había preferido mantenerse en silencio—. Akane siempre estará a salvo conmigo. Yo la cuidaré mejor que nada o nadie —su voz grave retumbó sincera y firme.

Akari y Ranma se miraron desafiantes, pero también con respeto.

Entonces, la puesta de Siri más hermosa de mucho tiempo fue el escenario de la sentida despedida de dos grandes amigas.

Finalmente, el alado ser de las tinieblas extendió sus oscuras, elegantes y fuertes alas, y con una delicadeza impropia, tomó la pequeña y temblorosa mano de Akane, quien le sonrió con ternura mientras abría sus blancas, majestuosas y suaves alas. Y juntos emprendieron el vuelo hacia lo desconocido con la promesa de amarse pasase lo que pasase.

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No sabía qué día era y poco le importaba. Lo que sí podía asegurar era que se sentía feliz. Para Ranma ese sentimiento era extraño, pero agradable.

Le costaba creer que estaba en Ámiren. Él mismo había descubierto y puesto el nombre a esa lejanísima y secreta dimensión; pero solo el día en que la halló se atrevió a pasar un par de minutos allí. Ese lugar no era para el hijo de los reyes del inframundo: los poderosos y despiadados Genma y Nodoka Saotome. Porque sus padres lo habían criado en la comodidad de la oscuridad y la maldad. Esas eran su esencia.

O eso creía, pues ahora se sentía extasiado en esa dimensión insufrible —donde la mayor parte del tiempo había luz— con Akane —el ángel que encarnaba la belleza y la bondad— yaciendo desnuda a su lado después de entregarse caricias, placer y amor.

Recordó la tarde en que la conoció. Bajaba de la montaña Kyosenju después de su violento entrenamiento cuando vio su cuerpo tendido en el camino. Iba a pasar de largo, un ángel menos no le importaba. Sin embargo, hubo algo en ella que lo atrajo como un agujero negro a una insignigficante partícula. Nunca había sentido algo parecido, Ranma siempre se sintió superior a los demás y odiaba que siquiera lo rozaran, nadie era digno de hacerlo. En cambio, con Akane… No negaba que sabía que se trataba de la hija menor del ángel mayor de Paradenna —el peor enemigo de su padre— y que siempre le pareció una criatura maravillosa, etérea por donde se la mirara; pero había más que el deseo de ver de cerca el color de sus ojos, escuchar el sonido de su voz, sumergirse en el olor de sus cabellos, saborear su boca, acariciarla entera, sentir su corazón bajo el suyo. Akane estaba inconsciente, totalmente indefensa. Y él lejos de querer dañarla, solo quiso protegerla por toda la eternidad. Posó ambas manos en sus pálidas mejillas, acercó sus labios a los de ella e hizo lo que jamás imaginó: auxiliar a un ángel a través del Beso de la Vida. Justamente él, quien estaba habituado a alimentarse de la muerte.

Después de aquello, no se pudo sacar sus dulces y hermosos ojos avellana de la cabeza.

Todos los días se encontraban en ese mismo lugar, al pie de Kyosenju, y se sentaban en la cima de un enorme, robusto y frondoso árbol mientras duraba el atardecer. A veces conversaban, otras solo compartían el silencio o se besaban hasta que sus labios dolían y pedían clemencia. Pero al transcurrir las semanas, el tiempo que pasaban juntos se volvía insuficiente.

De ahí que, apenas pudieron, huyeron.

Habían volado por varios días y no hallaban un lugar que los invitara a sentirse en su hogar. Suponían que pasaría aquello. Establecerse no sería tarea fácil, pero sí motivante para continuar.

Cansados, a mitad de una infinita materia oscura, vislumbraron pequeñas estrellas brillantes que giraban en círculo cubriendo algo. Ranma lo reconoció, se trataba de Ámiren. En verdad, detestaba ese lugar tan lleno de luz y vida vegetal y animal. Estaba a punto de decir que siguieran buscando, que ya encontrarían un ambiente perfecto: inhóspito, oscuro, frígido, solitario… Así como los que venían visitando y Akane parecía contenta en ellos. O eso pensó. Porque cuando ella conoció por primera vez Ámiren no estuvo contenta, sino pletórica. Su radiante sonrisa iluminó más la dimensión y le hizo cambiar de opinión. Por fin habían encontrado su hogar. Y su bondadoso ángel, pensando en él, había buscado y encontrado el único lugar sombrío y decidió que allí, en esa zona lúgubre, debían asentarse. Y así, Ámiren ya no le parecía tan insoportable, aunque sí lo era cuando Akane lloraba a escondidas. Sabía que extrañaba a su familia. Y también que las disputas entre el Clan de la Oscuridad Saotome y la Dinastía Divina Tendo continuaban.

¿Era necesario que los demonios sean buenos o los ángeles malos para convivir?

Ranma solo quería disfrutar de aquel ser celestial y sobre todo amarla y velar por su bienestar. Todo esto le resultaba insólito. Nunca antes se había preocupado por alguien que no sea él mismo. En definitiva estaba cambiando, ambos lo hacían. Se transformaban, mezclaban sus esencias.

Si no ¿Por qué un cruel demonio tuvo piedad de sus súbditos y los guio a una cueva para descansar postergando la visita a su bello ángel? ¿Acaso sentía culpa por debilitarlos? ¿Desde cuándo si quiera conocía la palabra culpa? O ¿Por qué usaba sus poderes a favor de la vida cuando estaba acostumbrado a dejar muerte a su paso? ¿Y por qué un ángel aceptó dejar desolado a su padre y hermanas por un fin personal? ¿Por qué comprometió a su mejor amiga a ser cómplice de su escape? ¿Existían ángeles egoístas?

Sin duda alguna, Ranma estaba embriagándose de la calidez de Akane. Y ella, de su frialdad.

—¿En qué piensas? —La dueña de su corazón había despertado. Acercó su rostro y lo besó.

—En que tienes mucha suerte de tenerme. —La abrazó con una sonrisa revoltosa y la colocó encima suyo.

—Uy, sí. Qué suertuda. —Le siguió el juego—. Vamos, dime.

Él se puso serio.

—Sé que sufres y no me gusta.

—No, yo no sufro. Solo… extraño algunas cosas. Los extraño.

—Creo que yo también extraño a los míos aunque sé que ellos no a mí. La última vez que fui, supe que mis padres están tan avergonzados de mí y furiosos contigo que han prometido matarnos si volvemos. Sería más fácil si mi clan fuese un poco como el tuyo. Los demonios somos despreciables.

—No, tú no lo eres. —Besó su mentón.

—Tu familia se ha resignado. Pero saben que es peligroso que regresemos.

—¿Tú crees que tus padres cumplan su palabra?

—No lo sé, quiero pensar que no. Pero no te preocupes, no es necesario volver a Paradenna. Voy a proponerle a Soun que todos los ángeles vengan a vivir a Ámiren.

—¡¿De verdad lo harías?! A ti no te gusta…

—Eso no importa con tal de que no vuelvas a llorar.

—Ranma… —Akane lo abrazó y llenó de besos. Su demonio era generoso, cómo lo amaba, haría lo que fuese por él—. Te acompañaré a reconciliarte con tu familia y te protegeré. ¿Cuándo vamos?

—Tranquila, mi vigoroso ángel. Me temo que por ahora no es buena idea.

—Es que yo… quiero hacerte plenamente feliz, pero…

—Yo ya soy feliz, Akane.

—¿Lo juras, Ranma?

—Sí. Y todo gracias a la respuesta que me diste cuando te pregunté: ¿Vendrás conmigo?

Fin.

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Notas de autora

¿Holitas? °/-/°

Sé que ha pasado mucho tiempo desde que compartí algo por aquí :(, pero quiero que sepan que tuve razones importantes :c. Sé que este espacio es de entretenimiento, así que no pretendo aburrirlos con mis cosillas de la vida :S, mejor vamos con…

Dedicatoria

❤️ Al amor y la amistad ❤️, porque son buenas musas para escribir n.n.

Espero que pasen un lindo Día de San Valentín *-*. Ámense y amen, esa es una clave para poder ser feliz ^.^.

Sobre ¿Vendrás conmigo?

Gracias si le dieron una oportunidad y la leyeron ¿Les agradó Ranma como demonio y Akanita como ángel aunque sea cliché? °/-/° Ojalá que sí ^ω^. Debo confesar que la idea general la escribí en 2019, cuando ni siquiera me imaginaba que en algún momento alguien podría leer algún escrito mío °/-/°, incluso tenía otro título °/-/°, y quería desarrollarla con más sucesos, pero al final no pude :( y me he dado cuenta de que no soy buena sosteniendo historias largas :c, prueba de ello mis fanficciones inconclusas :´C, por eso decidí adecuar esta historia en un corto y único capítulo °/-/°. Lamento haber publicado fánfics incompletas [manitas de ruego], de verdad que intentaré ponerme al día con ellas [deditos cruzados]. Bueni…, regresando a ¿Vendrás conmigo? Quise publicarla porque un día como ayer hace tres años me animé a compartir con nuestro fandom un primer ficcito mío n.n, así que no quise pasar desapercibida esta fecha importante para mí :). Además, creo que este one-shot de fantasía, romance, amor y amistad es oportuno para hoy, ¿verdad? ^_^ No saben cuánto deseé publicarlo el mismo trece de febrero :´C, pero estuve indispuesta (de hecho, hoy continúo malita :c) y no lo logré :(, pero espero que al próximo año sí pueda el día exacto [tréboles de cuatro hojas].

Aclaraciones

Para esta historia me he tomado la libertad de jugar con las letras de algunos nombres para formar nuevos ¿Lo vemos? :)

Hosaipp de Happosai.

Paradenna de paradisus y gehenna (paraíso e infierno en latín).

Siri de Sirio (estrella más brillante del cielo)

Ámiren de Nerima al revés.

Kyosenju de Jusenkyo también al revés.

Por otra parte, el Beso de la Vida es un guiño al Beso de la Muerte de la historia original.

Ya saben…

Disculpen si los posibles errores que encontraron cortaron el hilo de la lectura :(, trato de evitarlos, pero a veces pueda que se sigan escapando.

Si no es mucha molestia comenten: críticas constructivas, sugerencias, dudas, gustos, disgustos, buenos ánimos y/o todo lo que quieran escribirme para mejorar mis ideas y escritura.

Si tienen cuenta FF y me escribieron una reseña NO OLVIDEN REVISAR SUS INBOXS, siempre trato de responderles (sobre todo cuando estoy cerca a actualizar ;D) y seguir agradeciéndoles por ahí n.n. No lo hago por aquí porque a veces me emociono y mis respuestas son muy larguitas, ji, ji, ji n.n.

Antes de despedirme, quiero comentarles que trataré de estar más activa en Instagram (staakanefan) y subir cositas sobre mis ficcitos n.n. Bien, les envío mucha buena vibra para que todo les vaya estupendo ++++++... Paz y amor para sus vidas. Hasta pronto n.n.

StaAkaneFan