.
Nota de la autora: Este fic iba a ser publicado en Noviembre, por supuesto... pero como soy así (un desastre), pues decidí darme tiempo y publicarlo ya para San Valentín. Ya está escrito y creo yo, es bastante ligero de leer. Este fic está hecho para divertirme y si puedo, os divertiré a vosotros también. Tendrá siete capítulos y si queréis, un epílogo. Dejadme un comentario y seré feliz. Leedme y seré feliz. Os quiero inmensamente por detenerse aquí, en mi mundo imaginario: Mi siempre agridulce felinette. Habrá smut , por eso la clasificacion M.
.
.
- Felinette Week 2022 -
Día 1: Sugar & Spicy
MATCH!
Marinette tiene Tinder. Y Félix también. Y el destino es cruel y retorcido, especialmente cuando por error, deslizas hacia la derecha la pantalla de la aplicación y.. él también.. y ella también. Y ambos hacen... Match!
Advertencias:
- May 18 -
- Sexo explícito -
- Angst -
- Primera persona -
- Clasificación M de Fanfiction -
- Letras en cursiva: Instrospección -
***SUGAR***
He tocado fondo.
Tan al fondo como el plancton que existe en el lecho submarino, justo ahí donde en el mapa aparecen las islas Marianas.
Infinitamente al fondo.
Es temprano en la mañana o tarde por la tarde. No lo sé. Tengo las cortinas corridas. No tengo hambre ni sed. Me he duchado hace algunas horas, o días. Y no me he cepillado los dientes desde hace tanto que tengo la boca agria. Aunque quizá sea porque he llorado tanto.
Porque he llorado muchísimo.
Toda la noche.
O todo el día.
- Es que no lo tengo claro.-
Y ahí tumbada en mi propia miseria, me odio a mi misma. Por ser tan débil y tonta, y sensible. Porque lo quiero, todavía y a pesar de todo. Si él me lo pidiera, yo volvería a él. Por eso me odio.
Suspiro llena de melancolía y me repito algo que llevo repitiendo ya una buena temporada: Él me ha dejado.
En realidad le he dejado yo, luego de verlo con otra mujer.
- Se veía venir- me dijo mi madre cuando se lo conté. - Era demasiado guapo para ti-.
Vaya.
Resultaba que yo era la fea, y por eso él me había engañado.
Resultaba que había sido mi culpa, porque yo le había terminado.
Le sonreí a mamá ese día y salí de casa, rumbo a mi piso decadente en Montmartre.
Subí las escaleras, cerré la puerta y colapsé en mi cama y en mi corazón.
De eso hace ya unos días o semanas.
De nuevo, no lo tengo claro.
Vivo en un tercero, sin ascensor. Con sólo una habitación y un baño. Tengo unos muebles viejos en el salón, con una pequeña alfombra moderna y estrambótica, una alfombra que él me compró. Hay un balcón estrecho, donde a él le gustaba salir a fumar. Una cocina minúscula y calientita, donde paso los inviernos tomando té y pastas, mientras veo en el ordenador alguna película de Netflix.
El dormitorio donde duermo es luminoso, porque tiene un ventanal y da a una esquina de la calle. Conseguí un pequeño banco, el cual puse al lado del ventanal, donde puedo sentarme a leer en las noches de luna llena. Y tengo además, una cama estrecha con un colchón blandito, donde ahora estoy sumergida, perdida en el tiempo y en el amor.
- O perdida en el lecho submarino.-
Acabo de recordar que ese foso en el mar de las Marianas mide más de diez mil metros de profundidad y que le pusieron un nombre americano, Challenger. Dicen que es el punto más profundo de todo el mar y por ende, de la Tierra.
Me pregunto si ahí en el fondo, el corazón dejará de doler o si ahí abajo la vida tendría sentido.
O si habría peces felices debajo del mar. A pesar de que no llegue la luz, yo pienso que serían felices. Hace un tiempo atrás, yo creía que la felicidad dependía de uno mismo, de las decisiones que se tomase. Y ésta: "terminar con Adrien Agreste porque me engañaba con otra", me parecía una decisión correcta y consecuente. Ahora, no estoy tan segura de ello.
No estoy segura de nada.
Unos golpes en la puerta me despiertan de mi trance submarino y de mi depresión refractaria al chocolate.
Intento incorporarme pero no tengo ganas. Ya todo me da igual.
Siguen aporreando la puerta.
Sé quien es.
De hecho, tiene su propio juego de llaves.
- Cielo santo, Marinette. - escucho que ella me dice, justo al entrar a mi dormitorio.
Ya.
Lo sé, doy pena, y un poquito de asco.
Estoy tumbada boca arriba, en pijama, oculta debajo de mi nórdico con diseños de florecitas. Tengo una almohada con forma de gatito. Y mi lámpara en la mesilla de noche, es de color rosa claro. Mis pantuflas también son rosas, y también tienen orejas de gatito.
A él le gustaban los gatitos.
A mí me gustaba él.
Alya Cesaire, mi ahora única mejor amiga, en tan solo veinte minutos ha logrado arrastrarme al baño contiguo, meterme bajo la alcachofa de la ducha, y ahogarme unos largos instantes bajo el agua. Parece que el lecho submarino no era lo mío. Lo digo porque mis dedos se arrugaron y porque pasé mucho frío al salir del baño. Incluso Alya, al verme temblar, me puso un albornoz encima, pero al acercarse a mí, pudo oler mi aliento desabrido y sin preguntar, me abrió la boca ella misma y me cepilló los dientes, como si fuera una yegua en el campo. Le rogué que me dejara sola, cuando ví que intentaba vestirme. Y ese fue mi límite. Porque la verdad, prefiero hacerlo yo. Por vergüenza mía, por supuesto.
- Hay que seguir adelante - me dice Alya, después de llevarme a la cocina y sentarme en la mesa.
Yo la miro sin ver.
No tengo ganas de avanzar.
Tan sólo el olor del café y huevos revueltos me hace reaccionar. Me sirve el café recién hecho, junto con un chorrito de leche. Ella se sirve lo mismo. Después, al ver que no hago ningún movimiento, Alya recuerda algo importante: azúcar. Diligente, ella me acerca el azucarero y una cucharilla.
Yo, no puedo tomar el café sin azúcar.
Ni la leche.
Alya dice que hago eso porque soy una chica dulce.
Eso él también me lo decía.
- Terroncito de azúcar. -
Así me llamaba el maldito infeliz.
Lástima que también se lo dijera a otra.
Lástima que también yo quisiera que me lo diga aunque ya se lo haya dicho a otra.
Casi cuando ya terminé el desayuno, mi amiga interrumpe mi agonía.
- Mira lo que descargué en tu teléfono- me dice emocionada.
Yo no miro nada. Continuo comiendo, desinteresada. Ella menea la cabeza y se pone de pie, me deja sola. Yo sigo desayunando.
Pero mientras voy devorando el último trocito de los huevos, Alya me acerca mi teléfono ya cargado, y procede a desenredar mi cabello negro y liso con un peine maltrecho. Me da tirones. Me hace llorar. Pero en medio de mis lágrimas y tratando de no atorarme con el desayuno, veo una aplicación nueva.
Con un símbolo extraño.
Tinder.
- ¡Alya Cesaire! - gruño con la boca llena.
Un tirón horrorosamente fuerte me atraganta y me hace toser.
- Eres un desastre, Marinette. ¿Hace cuántos días estás así, abandonada y sucia?. - me critica abiertamente.
Ella no sabe nada del dolor. Ni de la decepción, ni de la angustia que sientes, al saber que el que amas, se ha ido con otra. Ella no sabe nada de nada.
- ¿Tinder? -
Alya se encoge de hombros. Ella es así. Hace cosas que no le pido. Me adopta como si fuera un cachorro abandonado. O como si fuera un niño pequeño. Quizá es porque no quiere tener niños. Lleva milenios con su chico, Nino Lahiffe y aunque están casados, no quieren tener niños. Inteligentes, muy inteligentes. Así que me obligo a leer la descripción que ha puesto de mi. Porque ya tengo perfil y foto colgada en la bendita aplicación:
Bridgette, 26.
Montmartre, París.
Acerca de Bridgette:
Las primeras veces son las más difíciles. El primer amor es el que nunca se olvida. Pero yo no amo. Prometo no pedirte explicaciones, ni obligarte a que me abraces, ni a pedirte besos, ni "te quieros". (emoji de corazón) - Mujer, menor de treinta, estudios superiores, sin enfermedades.- (emoji de pulgar arriba)"
Dios.
- Alya Cesaire...- empiezo.
- Puedes cambiarlo cuando quieras. - acota Alya, ahora ya peinándome más despacio.
¿Bridgette? ¿Sin enfermedades? ¿Sin amor? Parece el perfil de una prostituta un poco desesperada, en vez de una persona normalita que solo quiere ligar. Esto es imposible e inadmisible, así que decido eliminar el perfil ahora mismo.
Lamentablemente no tengo tiempo, porque me llegan muchas notificaciones, una tras otra. Empiezo a borrarlas sin ver. Sin leer. Pero las fotos de perfil llaman mi atención. Hay buenos peces en el mar. Algunos son unas orcas asesinas y otros simples peces payaso de la película "Buscando a Nemo". - Muy interesante -. Sí, hay perfiles sumamente interesantes.
- Esto es photoshop. - digo en varias fotos donde aparecen hombres desnudos de la cintura para arriba.
Alya vuelve a encogerse de hombros, insistiendo en que la vida es así, que algunas personas nos mienten y que está bien, es parte inherente de la humanidad, además que la verdad asusta y que no estamos buscando nada serio. Una nueva corriente del existencialismo contemporáneo acaba de nacer en mi cocina. Intento beber mi café. Más y más notificaciones llegan a mi teléfono.
- No pasa nada si haces match, ya sabes, deslizar a la derecha. -
Deslizar a la derecha. O irnos derecho a la mierda.
Quizá Alya no sabe lo que acaba de hacer.
En Tinder uno va a enrollarse, eso lo sabe hasta el más común de los mortales.
Puedes salir a encontrarte con alguien, o simplemente hablar. Pero lo que de veras importa, es si vas a follar o no. No sé si sea fácil. O difícil. Solo...que yo no quiero. No quiero sexo. Quiero seguir llorando, sin asearme sin comer y pensando que los peces son felices en el mar, sin ver el sol y ahogándose en el foso de las Islas Marianas.
Sí, quizá Alya no sabe lo que acaba de hacer.
Enseñarme esto, Tinder...Enseñarme a enrollarme con cualquiera o a salir con idiotas que intenten hacerme olvidar a Adrien Agreste. Me pregunto si de ahora en adelante la vida será así. Preguntarle nuevamente a alguien cual película es su favorita, o qué color le gusta más. Hablar otra vez de mi familia en París, de su panadería, de mis estudios en la escuela de Modas y de mi obsesión por la fauna marina y el precioso océano. Y me pregunto si en algún momento de esa nueva relación, yo tendré que comentarle al nuevo ligue, que hubo un tiempo en el que creí ser la mujer más feliz del mundo; en el que quise tener muchos bebés, y una casa, y una mascota. Y que, años después, me di cuenta que yo no era la única en esa relación. Porque descubrí que el que debía ser el padre de mis hijos me engañaba con una amiga mía. Durante años. Supongo que sí, que tendré que hablarlo con el siguiente hombre con el que empiece una relación.
Porque tendré una pareja, nueva, me refiero. Un match.
Porque supongo que saldré adelante.
No ahora, por supuesto.
En el abismo Challenger los estudiosos calculan que puede haber más de un millón de especies marinas sin descubrir.
Y si hay peces, hay hombres.
Aunque ninguno sea como él.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
***SPICY***
Claude parlotea sin cesar, ya por unos buenos minutos. Me agobia. Me duele la cabeza. He dormido poco, casi nada. Sin embargo, no me quejo. Claude LeMuet es mi mejor amigo. De hecho, él y yo somos amigos desde la infancia. Hemos ido juntos al Internado en Escocia, donde nuestras familias nos matricularon cuando éramos muy niños y luego nos recogieron unos años después, cuando éramos muy mayores. Hemos sido compañeros de travesuras infantiles y de tragedias dantescas. Y de mentiras y verdades. Además, Claude es el ser más enamoradizo que conozco. Lleva ya dos matrimonios, y dos divorcios. He sido su padrino de bodas las dos veces. Y lo seré la tercera vez que se case, si es que vuelve a hacerlo.
Él ha estado a mi lado, y yo he estado a su lado.
En las buenas y principalmente, en las malas.
- Cuéntalo todo. - insiste Claude, después de desternillarse de risa por unos buenos minutos. - No puedo creer que te enrollaras con una...- Claude duda pero al final lo dice. - ...con una milf. -
- No es milf, tiene cuarenta y cinco años, Claude. -
Mother I'd like to fuck. Milf. Hace mucho sol en la terraza acristalada que tengo en mi piso de lujo en París. Claude y yo, somos herederos de grandes fortunas, aunque no participemos activamente en los negocios familiares. Sin embargo, vivimos con todo el lujo que se nos permita. Un mayordomo y una señora atienden mi piso y vienen a arreglar todo el desastre que causo los fines de semana y de lunes a viernes. Tal como hoy, que me han dejado el desayuno sobre la mesa y las habitaciones recogidas con el suelo limpio y el salón impoluto.
Doy un gran bostezo y noto cómo mis parpados estan cada vez más pesados.
- ¡Contesta, Félix Fathom!. - exclama Claude, tratando de evitar que me quede dormido.
- Félix Fathom está fuera de servicio, inténtelo de nuevo más tarde. Cuando los peces aprendan a vivir en Tierra firme. -
Claude vuelve a reír.
Yo no tengo recuerdo de mis encuentros en Tinder. Tinder tiene recuerdos de mí.
Claude sabe que no puedo estar tranquilo sin ligarme a alguien nuevo. Nunca he tenido pareja estable. Ni quiero tenerla. Supongo que en unos años, mis padres me obligaran a sentar cabeza, y me casarán con alguna heredera en Londres, la ciudad donde ellos residen y donde yo nací.
Pero mientras tanto, yo estoy aquí en París, lejos de su vista y de su poder.
- Fue espectacular. - empiezo a confesar. Claude deja de reir, se calla y me mira atento. - No voy a dar detalles, Claude, pero solo diré que tuve que arrastrarme fuera de la habitación porque casi colapso del esfuerzo. -
Mi amigo me mira sorprendido.
- Era casada. - resumo de una vez. Sé que Claude busca que le cuente todo, pero yo no hago eso. No puedo. Tengo algo de moral. No voy a lidiar con mujeres en una relación, o demasiado jóvenes. Nada ilegal, cielo santo. Sin embargo, hoy, yo vengo con esta historia...tan atípica, por eso Claude abre más los ojos. - Su marido llegó exactamente dos segundos después que yo me hubiera vestido. Muy difícilmente me tenía en pie. Estaba agotado y exprimido. Pero la adrenalina me permitió huir y correr hasta el coche. -
- Madre mía. - musita aturdido.
Yo asiento, coincidiendo con él. No estoy orgulloso de haber salido con una mujer con compromiso. Pero no lo sabía. Y claro que me arrepiento. De inmediato, recuerdo algo muy importante: bloquear el contacto.
No quiero volver a ver a esta señora, aunque me hubiera dado la mejor noche de mi vida sexual. No tengo miedo cuando la busco y bloqueo el contacto en la aplicación. Claude asiente, no sin antes empinarse y ver sobre mi hombro la foto de la mujer en cuestión.
En ese momento sé que debería cerrar la aplicación y abrir otra. Procastinar viendo vídeos, o reels en Instagram, pero no puedo. Algo me dice que siga ahí. Salgo a la pantalla de inicio de Tinder y veo los nuevos perfiles.
Me detengo en uno.
La foto de perfil es bastante peculiar.
O en realidad no tanto.
Es una foto normal.
Como de carnet, como las que te sacas para el documento de identidad.
Una chica joven de pelo negro y largo, y ojos azules, del color del mar. Tiene un flequillo que va de un lado a otro, de menos a más. Labios finos, y nariz respingada. Piel rosada y juvenil. Sus mejillas son redondeadas y coquetas, con una mandíbula pequeña que le afina más el rostro. Un cuello largo donde con tranquilidad, podrías pasarte horas besando sus mejillas y mordiendo su piel.
Me parece preciosa.
Inocentemente preciosa.
Algunas veces, cuando navego en Tinder, pienso que estoy en el mar y que soy un Orcinius orca, un cetáceo gigantesco que pertenece a la familia de los delfines. Mortal, sociable e inteligente. Parezco tranquilo. De hecho la foto que he puesto en mi cuenta de Tinder es una de cuando estoy leyendo en la biblioteca. Solo se ve mi rostro mi perfil, con mi nariz recta y perfecta, mientas parezco sumamente concentrado - Lo estaba - con ese libro en mi mano, - Moby Dick -. Luzco el cabello rubio, que se aclara cuando le da mucho el sol, pero que en invierno - Como lo es ahora. - parece más castaño. Y tengo ojos verdes que en la foto de perfil no se ven, porque cuando leo me pongo mis gafas de miopía. Así que ahí aparezco con gafas, concentrado, luciendo inteligente y serio, y algo castaño.
Y así, tengo éxito.
Una y otra vez, caen inocentes palomitas - o no tan inocentes, como la última milf...perdón "señora". - y me entretengo, día si, día no.
Lo paso bien.
En el año 1991, una orca en Florida, que siempre había vivido en cautiverio, decidió que estaba aburrida de su vida y se puso a jugar con su entrenador. Por supuesto, las orcas juegan a lo bruto y sencillamente, ahogó a su entrenador destazándolo por trozos. Cruel, sí. Horrible, también. Un orcinius orca. Letal. Inteligente. Calculador.
Miro nuevamente la foto, leo la descripción.
Parece tan inocente que mi lado malvado no quiere mezclarse con ella.
- Es preciosa. - escucho que Claude me dice. - Y ese nombre, me recuerda a algo. A alguien. -
Yo asiento. Lo es.- Preciosa -. Ella lo es. Pero no quiero.
Las coincidencias no existen, me digo siempre. Tan solo lo inevitable. Parece ser que es así. Claude estira la mano y desliza la pantalla por mí. Al inicio, me quedo atónito, porque estoy haciendo algo que no quería hacer. Frunzo el ceño, pensativo. Maldito Claude. Yo nunca le dije que casarse con una bailarina exótica le traería problemas de amantes celosos, ni que casarse con una abogada fuera cosa fácil. No. Yo me quedé callado y lo apoyé en todo. Firmé sin chistar en su primer matrimonio, a pesar que su mujer vestía minifalda en el altar - Era una escort de lujo - ; y firmé sin chistar en el segundo, a pesar que su esposa-abogada había escrito una serie de obligaciones terroríficas - Que quería una relación libre y follarse hasta al jardinero, mientras él cocinaba, por ejemplo. - . Siempre he respetado sus decisiones. He sido un buen amigo. Pero ahora, Claude me hace esto...¿Debo deshacerlo? ¿Decirle a esa "Bridgette" que me he equivocado? ¿que fue un error? ¿Una casualidad?
Las coincidencias no existen, me repito.
El azar, no lo es tal.
Las matemáticas niegan esa teoría.
Las orcas nadan en altamar a un ritmo y velocidad vertiginosas. Los científicos piensan que van erráticos sin seguir las corrientes marinas. Pero el ser humano no entiende que quizá ellas tienen su propio camino, su propia forma de ser, fuera de foco y fuera de serie. Su propia órbita rigurosamente pensada para causar una alta letalidad en sus ataques.
Y yo, soy un ser letal.
Malo, con cara de bueno.
Bueno, haciendo cosas malas.
Violento, en la paz del día a día.
Y tranquilo, antes de comerte trozo por trozo.
- No existen las coincidencias - murmuró para mí mismo, justo en el mismo instante en el que ella también ha deslizado a la derecha. - Tan solo lo inevitable. -
En la inmensidad del mar, como si nuestros caminos tuviesen escrito nuestro encuentro, ahí la encontré.
Sus inexpresivos ojos azules se encontraron con mis fulgurantes ojos verdes. Haremos colisión. O estallaremos como el magma de un volcán. Seremos un agujero negro. O una nova. Algo potente y singular.
O quizá algo más simple.
- "El primer amor no se olvida... "- reza en su perfil. - "... pero yo no amo..."-
Yo tampoco, Bridgette. Yo tampoco.
Seremos algo único y atípico, pero por ahora sencillamente, ella y yo hemos hecho...match!.
.
.
.
¡Felix San Valentin! ¡Felinette week! Os repito las advertencias, esto es para mayores de edad y tendrá smut, o lemon, como quieran llamarlo, y será explicito. ¿Final feliz?. Ñe.
Actualización cada 48-72 horas. Dejad review.
Muchos abrazos.
- Lordthunder1000-
