¡Hola! Espero estén teniendo un bonito día.
He vuelto, esta vez con una historia cortita (o al menos, corta en comparación a las anteriores jajaja). Es muy probable que sean uno capítulos... definitivamente sin drama esta vez, porque aún La última nota me quema y me lastima. A nuestras protagonistas les toca ahora un poco de enamoramiento denso y bonito, ¿No?
¡Un abrazo en la distancia!
Disclaimer: MSLN ni sus personajes me pertenecen. Todo el crédito a sus respectivos autores.
Capítulo 1: A primera vista
- Recuerda que necesito tener un borrador decente lo más pronto posible - insistió una femenina voz a través del teléfono.
- Ajá - contestó bruscamente.
- Hablo en serio Fate - se escuchó a través de la bocina del teléfono.
- Sí, lo sé, lo sé - murmuró Fate suspirando - Ten por seguro que apenas tenga algo decente te lo haré llegar Lindy. Solo.. aún no se qué tan pronto pueda ser eso.
Un suspiró se escuchó al otro lado de la línea, y Fate estaba casi segura que su editora se debatía en esos momento entre la idea de tenerle algo de compasión, y las ganas de amarrarla frente al computador para que empezara a escribir.
- Espero sea pronto - comentó Lindy, resignandose - Es por tu bien. No podemos dejar pasar el momento Fate. Te sorprendería saber lo pronto que algunas personas pueden olvidar el nombre de los autores populares si se tardan demasiado en publicar, sobre todo cuando son autores nuevos. En fin, por favor, envíame ese borrador lo más pronto que puedas. Hablamos luego.
Cuando escuchó el sonido del final de la llamada a través de la bocina, tiró suavemente el teléfono a los pies de su cama y dejó escapar un gruñido de frustración. Podía entender a Lindy, realmente la entendía. Ella más que nadie quería publicar una nueva novela que terminara de afianzar su nombre (o más bien, su seudónimo) en la lista de autores más influyentes de esa generación, pero por más que lo había intentado, la inspiración parecía que se le estaba escurriendo como agua entre los dedos.
O más bien, se sentía como el video viral del mapache que llegaba al charquito con su algodón de azúcar, solo para ver cómo el desgraciado algodón se disolvía en el agua.
Así como su inspiración.
Dejó escapar otro gruñido.
Estaba segura de que Lindy pensaba que no lo estaba intentando lo suficiente. Pero vaya que sí lo había intentado. Incluso, cuando luego de publicar su último éxito literario se dió cuenta de que las ideas no estaban llegando tan rápido a su cabeza, se embarcó en un largo viaje fuera del país, visitando parajes exóticos para intentar encontrar un foco de lucidez, alguna nueva idea que le permitiera escribir una nueva historia que incluso fuese capaz de superar su primer éxito.
Que sí, que quizá un viaje a Santorini sonaba más como a unas largas vacaciones, pero definitivamente no podía contar como un viaje de placer cuando había pasado días mirando un archivo de texto en blanco en su computadora, intentando escribir al menos tres frases seguidas mientras el resto de los turistas disfrutaban del mar.
¿Auroras boreales en Noruega? Nada
¿Excursión al bosque en Escocia? Nada
Muy bonito todo, pero seguía sin inspirarse lo suficiente.
Estaba pensando que quizá debía rendirse e intentar no despilfarrar el cheque por las ventas del libro que recibía cada mes. Es más, algunos artistas vivían de su one hit wonder. Si otros lo hacían ella también podría ser capaz.
¿A quién engañaba?. Los seguidores de su primer libro estaban empezando a preguntarse cuando "Bardiche" los iba a sorprender con una nueva publicación, y quizá lo que estaba matando lentamente su inspiración era la ansiedad que se había apoderado de su mente al no ser capaz de escribir un nuevo éxito a la velocidad de la luz.
Al aceptar su situación, no pudo evitar que se le escapara otro gruñido.
Si seguía así, gruñendo cada cinco minutos, capaz y que se convertía en un perro.
¿Y si se compraba un perro?. Quizá podía inspirarse más rápido con un animalito de 4 patas haciendo destrozos por su apartamento.
…
Mentira, mejor desechar esa idea.
Con pereza, se levantó de la suave cama en la que había decidido refugiarse desde que regresó de su viaje en búsqueda de ese imposible. Caminando mientras intentaba estirarse un poco, se dirigió hacia el baño y se lavó los dientes mientras se daba un rápido vistazo en el espejo.
Algunos mechones de su cabello rubio caían rebeldes por su cara, mientras que sus ojos, casi borgoñas, lucían agotados.
Lo cual era bastante absurdo, porque había alcanzado por fin el logro de dormir 5 horas seguidas sin despertarse sobresaltada por la culpa al no haber podido escribir nada del borrador que le estaba pidiendo Lindy.
El estrés la iba a matar antes de tiempo si seguía así.
Se dió un par de palmadas en el rostro antes de quitarse la ropa y entrar en la ducha. Cuando el agua fría hizo contacto con su piel no pudo evitar soltar un grito, pero igual se aguantó las ganas de salir corriendo y se obligó a soportar su autoimpuesta fría tortura. Ya había tenido suficiente tiempo para quejarse, y era más que obvio que encerrada en su casa la inspiración no le iba a llegar de sorpresa a la puerta.
Tampoco era como si pudiese encargar "inspiración" por Amazon.
Así que era hora de tomar la situación por los cuernos y salir a caminar por la ciudad. Quizá eso no la llenaría súbitamente de inspiración, pero al menos posiblemente la sacaria del letargo mental en el que había caído desde hace algunas semanas, después de haber regresado a su casa y haberse encerrado para obligarse a escribir algo.
Al salir de la ducha buscó algo de ropa cómoda, le agregó a su atuendo un suéter, se calzó unas zapatillas deportivas y luego de guardar su teléfono celular en uno de los bolsillos de su jean, junto a su billetera, y tomar sus llaves, salió del departamento sin un rumbo definido.
Una vez fuera del edificio, se detuvo a pensar por unos minutos. Estaba intentando decidir hacia dónde caminaría cuando su estómago decidió que era el momento correcto de recordarle que llevaba muchas horas sin comer, con un sonoro gruñido que la hizo agradecer que no hubiese nadie a su lado en ese momento.
Definitivamente no podía pensar con el estómago vacío, así que conseguir algún lugar donde desayunar se tendría que volver una prioridad.
Sacando su teléfono celular para poder ubicar algún lugar decente para desayunar, se percató que habían abierto un "Starluck" apenas a unas pocas cuadras de donde se encontraba, así que se guardó nuevamente el teléfono mientras emprendía la marcha en dirección hacia esa nueva cafetería.
Luego de evitar ser atropellada por alguien en scooter un par de veces logró llegar a su destino.
Para su fortuna, parecía que estaba llegando al lugar en una hora muy poco concurrida, por lo que dentro del lugar apenas habían un par de mesas ocupadas, lo que hacía que el amplio espacio del lugar se viese aún más grande de lo que realmente era. Desde los parlantes de la estancia se podía escuchar una canción de pop con un beat bastante relajado, a un volumen lo suficientemente moderado como para que la canción pudiese escucharse, pero que también te permitiera hablar con algún acompañante sin necesidad de subir la voz.
Lo que significaba que iba a poder tomar su desayuno en santa paz.
Se distrajo unos segundos en una de las vitrinas que estaban antes de llegar al mostrador para decidir qué iba a pedir al llegar a la caja, pero cuando llegó al mostrador y la cajera se giró para mirarla sintió que se quedaba sin palabras.
Frente a ella habían dos chicas, que, por su apariencia, muy probablemente estaban bastante cercanas a su edad. Una de ellas era bastante alta, con el cabello pintado de un color gris que casi llegaba al blanco y que, irónicamente, parecía tener los ojos de un color similar a los suyos.
No sabía qué hacía esa chica trabajando en una cafetería en vez de dedicarse al modelaje, pero esa no era la mujer que la había dejado sin palabras.
A su lado, estaba una chica de cabello color cobrizo que sencillamente le estaba dedicando la sonrisa más amable que le habían dedicado en mucho tiempo. Su cara parecía haber sido tallada por los dioses y, para completar el cuadro perfecto, sus expresivos ojos eran de un curioso tono de azul que te invitaban a mirar un par de veces para determinar si realmente no era púrpura el color real.
Sentía que su corazón se había detenido por unos segundos.
Se había muerto, definitivamente. Era un ángel lo que estaba frente a ella.
O no, allí había vuelto su latido, posiblemente había sido una extrasístole. Tenía que bajarle dos a su consumo de cafeína.
La chica cobriza la miró preocupada por unos segundos, antes de que la chica con el pelo color gris le hizo señas para que continuara con su saludo.
- ¡Hola! ¡Bienvenida a Starluck! - exclamó la cobriza con nueva confianza - ¿Qué puedo servirte el día de hoy?
Fate tuvo que morderse la lengua para evitar soltar una propuesta indecente en ese momento.
- Hola - devolvió el saludo Fate, intentando recobrar su seriedad - Llevaré un Caramel Macchiato grande, ah, y también un croissant, por favor.
- ¡Súper! - dijo la chica mientras marcaba la orden de Fate en la pantalla del computador - ¿Algo más que pueda hacer por ti?
El "salir conmigo" casi se le escapa esta vez. Al parecer las ganas de decir algo más habían sido bastante obvias por qué la peli gris en esos momentos la miraba con una ceja alzada, y una sonrisa divertida adornando su rostro.
- Eh no, no, muchas gracias - se apresuró a negar Fate mientras buscaba su billetera - pagaré con tarjeta - agregó, mientras ubicaba una de sus tarjetas y se la extendía a la cobriza.
Luego de realizar el pago, la chica tomó uno de los vasos que estaban a su lado y miró con interés a Fate, sosteniendo también un marcador en su otra mano.
- ¿Podrías indicarme tu nombre? - pidió la chica, con una sonrisa.
- Fate - pronunció Fate, intentando no tartamudear.
- Tienes un bonito nombre - comentó la cobriza manteniendo la sonrisa, mientras anotaba algo en el vaso que Fate no alcanzaba a leer - En unos minutos más te entregarán tu pedido en la barra. ¡Gracias por tu compra!
Fate se apresuró a hacerse a un lado para esperar su pedido, pero no dejaba de echar vistazos disimulados a la cobriza, quien estaba en esos momentos atendiendo a otra persona que había llegado luego de Fate.
Se había perdido tanto en sus pensamientos que no se percató como la chica de pelo gris le hacía señas desde la barra, apunto de soltar una carcajada. Apenada, Fate se dirigió hacia la barra mientras la chica le pasaba una bolsa de papel con su croissant, y su café recién hecho.
- Qué tengas un buen día, Fate - canturreó la chica en una manera que disparó las alarmas de la rubia - Vuelve pronto.
Al mirar el vaso lo entendió todo.
Además de su nombre, la cobriza le había escrito "Qué tengas un buen día", pero justo al lado de esa frase le había dejado un corazón.
Un corazón, entre todas las cosas que se le hubiesen podido ocurrir.
Si de sus orejas no estaba saliendo humo en esos momentos era porque su madre había tenido a una hija humana y no a una niña mitad humana mitad tetera. Pero de que su cara estaba en fuego en esos momentos no quedaba ninguna duda.
Y, súbitamente, algo dentro de su cabeza se encendió.
Una nueva idea había nacido.
N/A: El Starluck es el Starbucks de Uminari (?
