Summary: Cuando el profesor Sasuke fue presentado por el rector de la institución, a Hange se le cruzaron por la cabeza dos pensamientos. Uno, que ya era hora de cubrir la vacante de la cátedra de Latín, y dos, que iba a ser demasiado estresante aguantar dos personalidades oscuras y amargadas en la misma facultad. El otro se trataba de Levi Ackerman, que ahora estaba dulcificado por su reciente romance con su casi ex alumno Eren. ¿Pero qué sucederá cuando Levi descubra que Sasuke desea ardientemente a su novio?
Hola, hola, Luna de Acero reportándose.
Esto es gracias a la amorosa J que ha comisionado esta presiosura que fue una delicia escribir. Anímense, no es tan complicado sumergirse en el universo de los crossovers, je. Fue una experiencia diferente y la verdad, muy gratifante, estoy contenta con el resultado.
Este trabajo tendrá dos capítulos, en el segundo toda la suculencia. Así que, por favor, apóyenme!
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son de Isayama Hajime en cuanto a los usados del manga y anime Shingeki No Kyojin, luego también he tomado un personaje del maestro Masashi Kishimoto, autor de Naruto, luego, la historia si es de mi completa invención.
Advertencias: Es probable que sientan algunas personalidades muy OoC (diferentes del canon), no hagan caso y entrégense al disfrute. Habrá algunos actos violentos, palabras atisonantes, mucha tensión, Contenido explícito R18 Riren, más adelante viene el contenido explícito del trío, pero vale la pena esperar, lo juro. Otra cosa, OJO esto es ficción, no estoy de acuerdo en esto de que los alumnos sean parejas de sus profesores, PARA NADA. Eso es todo, disfruten!
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"La inocencia de las criaturas es inversamente proporcional a la inmoralidad del Maestro".
"El arco iris de gravedad" (1973), Thomas Pynchon
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[Seis meses antes...]
Hange se consideraba una persona sociable, alegre, y había intentado infinidad de veces entablar algún vínculo amistoso con su colega, el gruñón profesor de lenguas muertas, Levi Ackerman, pero era tan inaccesible como un muro de mármol.
Levi tenía una moral tan alta e intachable, que jamás, jamás de los jamases se permitirían tener un amorío con un alumno. No, que cosa poco ética y profesional, él no era igual a esos atormentados y débiles docentes que aprovechaban la mínima oportunidad para echar mano de sus pupilos. Que asco le daban. Él tenía perfecto autocontrol de sus bajos instintos, no era como el resto.
Ah, pero con Eren... Claro que nunca traspasaría los límites, NUNCA, aunque si estaba dispuesto a jugar un poco. El juego del coqueteo estaba más que permitido, de hecho, era lo que más disfrutaba de la interacción con el muchacho. Acercarse, alejarse, desearse intensamente, permitirse un susurro, un inocente roce de manos, miradas cargadas de perversión. Conseguir las ingenuas reacciones de Eren en respuesta a sus estímulos era un juego que le encantaba ganar. Sutiles sonrojos, palabras que se le trababan, agachar la mirada, someterse en pequeñas dosis, de eso se alimentaba su morbo.
El joven estaba un poco confundido, a veces parecía que el profesor quería algo más, pero otras veces lo ignoraba de plano, como si no existiera. Para colmo de males, el profesor era de esos raros que no poseían redes sociales. Tenía un solo perfil en Facebook que había inaugurado como en el 2008 y que tenía solo dos posteos. Uno donde un profesor, más joven, salía con un montón más de gente (imposible saber si eran familiares, amigos o algún seminario de lo que sea), y otro donde estaba mirando con desgano a un costado y decía "otro día de mierda", fuera de eso, la nada misma. No seguía a otros y los que lo seguían a él eran en su mayoría cuentas random de muebles y publicidades de cursos varios.
Para Eren que había nacido en la cuna misma de las redes sociales, le parecía algo extremo, ¿cómo vivía el profesor Ackerman? ¿Cómo siquiera podía existir alguien que no tenía ni la más mínima idea de cómo relacionarse con el mundo por internet? A duras penas tenía celular y WhatsApp, pero se notaba (por el modelo del móvil), que no lo usaba más que para lo que era exclusivamente laboral.
Eren tenía un doctorado para clasificar, investigar y sacar la personalidad a la gente únicamente a través de sus posteos, perfiles y publicaciones. Era tan detallista, que solo con mirar una foto podía adivinar los gustos de una persona, hasta los que estaban ocultos para ellos mismos. Y justamente esto era uno de los aspectos que lo volvían loco de su profesor. Además de lo evidente, un cuerpazo ultra musculado, delgado pero fibroso, una mirada de maestro dominante, una voz grave que parecía acariciarte los oídos y una bastante notable entrepierna morcillona (y eso que usaba casi siempre pantalones de vestir), el acceso a cualquier otra información estaba completamente restringido. Su personalidad era avasallante, con su escaso metro sesenta, se imponía muchísimo, tenía los cojones bien puestos. Había visto alumnos que parecían hijos de capos mafiosos discutir con el hombre sin que se le moviera una pestaña.
Todo ese combo, a Eren le volaba la cabeza. Deliraba sobre cómo sería Levi Ackerman en la intimidad, ardía por develar si era un romántico empedernido, o un tóxico celoso, un maniático del control, tal vez un poco de todo. Moría por saber cómo serían sus gemidos, ¿qué expresión pondría el profesor Ackerman al venirse sobre su rostro? Ups, se le había escapado una fantasía. Hacía ya más de cuatro meses que con mucha sutileza venía haciendo un fino trabajo digno del mejor detective, consiguiendo migajas de info de colegas, empleados de limpieza, kioskeros, alumnos y ex alumnos, bibliotecarias. Sin embargo, era tan pero tan poco lo que había logrado reunir, que se sentía casi ridículo.
Levi Ackerman era uno de los enigmas más grandes de la universidad Rose.
Durante las clases, las cuales las tenía martes y jueves en el horario de diez a doce del mediodía, eran tantos los asistentes (y además no podía perderse las explicaciones del profesor porque su materia era muy complicada), que Eren sentía que pasaba desapercibido. Eso es lo que el joven de veinticinco creía, porque la verdad es que Levi lo tenía perfectamente ubicado en su radar.
Más de una vez sus miradas se habían encontrado, Eren no se daba cuenta, pero Levi tenía una mirada especial y única para su alumno predilecto. Como era un perfeccionista empedernido, encontró el equilibrio entre "lujuria contenida" y "soy severo, pero justo".
Si bien la materia no era fácil de sobrellevar, con la atención adecuada a las clases, las consultas a la bibliografía y una que otra asesoría, era más que suficiente para poder lograr una promoción estándar. Levi brindaba consultas privadas y gratuitas, los lunes y los viernes por la tarde. Eren comenzó a asistir sin falta a cada una de ellas. Al principio llegaba en cualquier horario, a veces al inicio de la misma, a veces a la mitad, a veces al final. Las asesorías duraban como mucho hora y media, a repartirse entre todos los alumnos que se presentaran, y luego el docente se retiraba. Pero aprendió que no le convenía llegar temprano o a la mitad de las mismas, ya que siempre había demasiados consultantes, y el profesor no podía brindarle más de diez o quince minutos, como mucho, de su atención. En cambio, si se presentaba al final, Levi cerraba la puerta, ponía el seguro y le dedicaba al menos veinte minutos o media hora, de los cuales menos de la mitad eran utilizados en preguntas sobre la cátedra, el resto era puro flirteo y conversación personal.
Aunque Eren resaltaba por donde pasara, por su altura, su porte, sus ojazos de dios griego divino e inmortal, tenía un lado un poco tímido e inseguro que no mostraba demasiado. De hecho, en la universidad solían pensar que era un verdadero badass. Como reza el dicho, más sabe el diablo por viejo que por sabio, y Levi tenía experiencia de sobra para salirse con la suya. Adoraba ponerlo nervioso y tenso, a veces se acercaba por su espalda fingiendo responder alguna cosa del libro o los apuntes, o tocaba sutilmente el dorso de la mano de Eren con un dedo, o lo miraba con tal intensidad que el muchacho sentía que lo iba a derretir.
Y aunque hay gente que diría que eso era franco acoso, lo cierto es que Eren se excitaba mucho con ese trato, por eso regresaba, una y otra vez, a las asesorías que no necesitaba y tanto él como su profesor, sabían de sobra que era una patética excusa para poder seducirse sin traspasar los límites que el docente había impuesto. El problema estaba en que cada día ese límite era empujado un poquito más.
El Levi que daba las clases en los anfiteatros de la universidad, era uno muy diferente del que daba las asesorías en una muy pequeña y estrecha sala del ala sudeste de la institución. Su trato, sus movimientos, hasta su ropa eran distintas, incluso había optado por usar pupilentes, ya que sufría de astigmatismo desde el nacimiento. A Eren le gustaba el profesor con sus anteojos de marcos de madera clara y trato distante, pero también le encantaba el que era más accesible, al que se le podía apreciar los bonitos y rasgados ojos azules de cerca, que usaba colonias exquisitas, que llevaba los primeros botones de la camisa desprendidos (con su clavícula y pectorales asomando levemente), los pantalones ajustados de jean y que a veces tenía esa expresión que parecía una sonrisa pero no lo era del todo.
Por su lado, Eren tenía una cuenta en la plataforma Tik Tok que usaba para hacer catarsis de tanto en tanto, no se dedicaba a tiempo completo y tenía un poco menos de cinco mil seguidores. Si bien jamás revelaría el nombre del docente en cuestión, solía traer a colación debates polémicos como, por ejemplo: ¿Está bien que nos guste un profesor en la uni? ¿Si ambos somos mayores de edad, es poco ético tener una relación romántica con un profesor?, y cosas por el estilo. Se lo tomaba con humor, pero lo cierto es que cuando apagaba las cámaras la situación era diferente.
Se sentía confundido, ¿el profesor Ackerman quería algo con él? ¿Sólo era su imaginación? No se animaba a abordarlo de manera directa, tenía miedo que todo se fuera al tacho. Si bien no tenían una relación tan cercana, el joven disfrutaba de esos momentos a solas con Levi, no quería perderlos.
—Hoy parece más distraído de lo usual —acusó el profesor mientras abría un pesado ejemplar de la materia que parecía a punto de desarmarse por el uso.
Era cierto, no podía concentrarse. No ayudaba el caliente sueño erótico que había tenido esa misma mañana cuando se había dormido en el transporte que lo llevaba a la universidad. Sus pómulos se colorearon un poco al recordarlo, Levi se relamió sin que su alumno lo notase.
—Lo siento, profesor, es solo que no he podido dormir bien.
—¿Mucho estudio?
—Sí, justamente, época de parciales.
—Pues no lo parece, a decir por el pobre rendimiento académico que ha demostrado en mis clases últimamente. Es el único alumno que viene sin demora a cada asesoría, pero no veo que avancemos, esto me preocupa, señor Jaeger. A este paso, es probable que vuelva a reprobar.
El susodicho se rascó la nuca con nerviosismo.
—Si, es que, me cuesta mucho la verdad. Nunca tuve latín antes y es muy difícil, le juro que hago todo lo posible, pero...
—¿Algo lo distrae en las clases? —preguntó con toda la mala intención, sabía perfectamente lo que Eren pensaba, pero fingía que no.
—Tal vez...
—¡Pues concéntrese! —exclamó levantando la voz y golpeando la mesa con la palma abierta, a Eren casi se le sale el corazón.
—Oh, oh, va-vaya, me asustó.
—No era mi intención —soltó rodeando la mesa y sentándose al lado del joven—. Le recomiendo que hoy regrese a su casa y duerma adecuadamente, señor Jaeger.
—Usted, mmm, ¿qué hace usted para relajarse, profesor? —atacó con la esperanza de robar unos minutos más de conversación.
—Una pregunta inusual, pero si tanto quieres saber. Un baño caliente y un té de pasiflora.
—¿Té de pasiflora?
—Si el estrés es demasiado, una actividad física que agote el cuerpo permite que uno se relaje más al momento de dormir. ¿Usted hace actividad física?
—Eh, si, a veces voy al gimnasio, pero ahora tengo mucho que estudiar y, prioridades. Y, ¿qué clase de actividad física realiza usted?
Claramente la pregunta no ubicaba a Levi en ningún gimnasio. Levi fue a sentarse frente a su alumno y solo lo miró por un largo rato, más tiempo pasaba en silencio más complicado era interpretar su respuesta, hasta que finalmente, viendo que Eren estaba bastante rojo decidió inclinarse hacia adelante y responder.
—Bueno, una actividad que es buena para el cuerpo es correrse.
Eren quedó con la boca abierta, ¿había escuchado lo que creía que había escuchado? pero el docente continuó hablando como si nada.
—Por lo general prefiero correr por las mañanas, pero si es que no puedo por algún motivo, al salir del trabajo lo hago. Una buena carrera asegura luego un mucho mejor descanso.
—Oh, ya, claro, claro —afirmó el joven, relajándose un poco, su profesor quiso decir correr, no correrse, ¿cierto?
—¿Usted corre?
—No, yo, no me gusta correr. Voy al gimnasio cuando puedo, a levantar peso y eso, en el verano voy a la playa, surfeo.
—Supongo que eso explica el bronceado uniforme que luce siempre —dijo Levi a la vez que giraba una lapicera entre sus dedos, movimiento que hipnotizó los bonitos ojos del joven.
—Ah, eso, es... mi color natural de piel, soy trigueño, pero si, en verano tal vez se intensifica. Usted no toma sol por lo visto.
—Tengo alergias, incluso en días normales debo usar bloqueador. Nunca seré capaz de lucir un bonito bronceado caribeño, me lamento.
—Pero su piel blanca es muy linda, también —exclamó sin pensarlo demasiado y cuando vio a su profesor enarcar una ceja se sintió temeroso de haber cruzado la línea, ¿no era para tanto, o sí?
—¿Le gusta mi piel?
No solo su piel, pensó Eren, pero a tiempo pudo atajar su lengua antes que lo dejara en mayor evidencia.
—Se nota que la cuida, si, es, está muy bien.
Levi dio por finalizada la asesoría y escoltó a su alumno hasta el estacionamiento, por lo general Eren conducía una moto deportiva y él tenía una camioneta confiable y cómoda de color negro. Otra de las cosas que disfrutaba mucho era ver como el joven montaba ese vehículo, como sus largas piernas presionaban el cuerpo metálico, como ese trasero se asentaba de una manera indecente al asiento de cuero. Siempre esperaba a que Eren se retirara para poder disfrutar de esos movimientos, ¡joder! ¡Cómo le gustaría que lo montara a él, mierda!
Todo hubiera seguido en puros coqueteos sutiles (y no tanto), sino fuera porque esa colega que tenía con cara de científica loca le sacó conversación al día siguiente. Normalmente, no era muy sociable, pero también era grosero dejarla conversando sola y decidió responder brevemente antes de desaparecer.
—¿No tienes redes sociales? Sacrilegio, ¿cómo te voy a compartir los compilados de gatos haciendo travesuras, entonces?
—¿Hay compilados de gatos haciendo eso?
—Hay de todo, creo que no existe tema que no se haya tocado en videos. Anda, te mandaré un link para que descargues esta aplicación.
—No, gracias, no quiero llenar mi celular de aplicaciones que lo lentifiquen, además de seguro tengo que crearme un perfil y todo eso, no.
—No, no te ocupa nada, te lo juro, además no es necesario que te crees un usuario, la aplicación lo hace de manera automática, te asigna una identidad secreta, digo anónima —comentó divertida—. Así que puedes ver lo que quieras sin que nadie se entere —agregó levantando las cejas una y otra vez, como dando a entender que las búsquedas de su colega podían ser picantes y nadie se enteraría.
—Mmm, lo pensaré.
—Sabes, hay muchos alumnos que son increíblemente populares en estas cosas, ganan mucho dinero con las vistas, los likes y eso. No está mal tener cierto conocimiento y cercanía, hay que modernizarse, Levi.
¿Alumnos, populares? Eren definitivamente debía tener un perfil en esa cosa. Decidió darle una oportunidad, más no se lo confirmó a Hange, si hacía algo quería hacerlo por su lado y que nadie supiera nada.
El resto del día se la pasó investigando sobre esa plataforma que se llamaba TikTok, desconfiado como era, no quería que le entrara un virus y le arruinara su bonito celular o que lo espiaran desde la NASA o desde Rusia, quien sabía, esas cosas tecnológicas estaban llenas de fallas y anomalías. Pero no fue sino hasta que instaló la app y comenzó a navegar en el océano de videos que había disponibles, cuando recién comenzó a entender cómo funcionaba eso.
En su casa, y con una noción más o menos clara de cómo buscar el contenido que le interesaba, decidió colocar en la lupa de búsqueda Eren Jaeger, era probable que el muchacho tuviera un seudónimo o algo como eso, pero bueno, ¿de qué otra manera podía buscarlo? Luego de descartar un sinfín de perfiles de otra gente (¿cómo es que había tantos Eren´s en el mundo?), al fin logró dar con un video del joven, efectivamente su seudónimo era otro, no lo hubiera adivinado en un millón de años. Como fuera, gracias al dios de los buscadores que parecía servirle en bandeja lo que quería consumir.
Los videos eran breves, en algunos planteaba cosas de su vida como estudiante desde un punto de vista bastante cómico, hacía preguntas o respondía las que la gente le mandaba y así, pero los que más disfrutaron sus cinco sentidos eran donde Eren salía bailando. Hacía trends, que no estaba muy seguro que significaban, pero eran como mini coreografías, algunas más que sugestivas, en shorts y remeras demasiado ajustadas. Levi estaba babeando sobre su pantalla, en más de un sentido. ¡Qué hermoso era su alumno! Su sonrisa, su voz, su trasero, sus piernas, el color de sus ojos, todo, todo, era precioso. Ni cuenta se dio cuando llevaba más de dos horas viendo el contenido de su canal, hasta que dio con uno de los videos más recientes que tenía y todas las alarmas en su cabeza explotaron.
Hola, amigos, ¿cómo los trata la vida? Hoy no les voy a hablar de mi vida estudiantil, algunos estarán aliviados, je, pero si les quiero hacer una consulta. Por favor, no me abandonen ahora, sean tan amables de responder en los comentarios, les juro que responderé a todos, lo juro, aunque más no sea con un like. Necesito contarles esto, porque es que no sé qué hacer, en serio.
Verán, no es novedad que hay alguien en mi universidad que me tiene loco, que no me puedo sacar de la cabeza, que cada vez que pienso en él mi corazón late como loco. Pero a la vez, la situación entre nosotros es muy compleja, no somos cercanos, de hecho, no tengo la menor idea que clase de personas le gustan, y no, no es tan fácil como creen porque él no tiene redes sociales, es tan extraño. Pero es así, les juro, no tiene nada, absolutamente nada de donde saber algo, y antes que salgan con eso de que bicho raro, y bla, bla, sepan que no, que solo es una persona que no gusta de publicar su privacidad y ya. Es una persona muy decente, sépanlo.
El profesor estaba asombradísimo, es decir, existía una muy pequeña posibilidad que la persona a la que Eren se refiriera no fuera él, pero... ¡carajo! Relación complicada, sin redes sociales, persona decente, ¡ERA ÉL POR TODOS LOS CLOROS!
Y como ya saben los que me siguen, siento que nunca podemos avanzar demasiado, es una persona a la que es muy, muy difícil conocer. Presiento que vale completamente la pena esperar y avanzar de a poco, pero es que a veces es tan frustrante, tal vez él ni siquiera me tiene en cuenta y solo soy yo con mi gran optimismo e imaginación. Comienzo a pensar que no podrá pasar nada entre nosotros, lo cual, es un poco triste, pero bueno, no puedo forzar las cosas. El punto es que... me ha pasado algo que me ha hecho replantearme las cosas, y es que me ha escrito un chico que conozco de mis vacaciones del año pasado. Él estaba de paseo, no es de estas tierras, es muy agradable y lindo, y cuando estuvo aquí llegamos a salir una sola vez, porque él ya debía volverse a su país. Fue una cita muy bonita, a decir verdad, nos divertimos, me gustó su personalidad, es completamente mi tipo, es decir, 10 de 10. Y ahora regresó, no a vivir, pero viene por un intercambio de universidades o algo como eso, como sea va a quedarse hasta la primavera, lo cual es, mucho tiempo. Y me pidió que volviéramos a salir, en una cita, ugh. ¿Captan mi dilema?
Es un chico genial y tiene todas las condiciones que uno desearía, aunque solo se quedaría un par de meses en teoría, pero el punto es, que me gusta otra persona, pero tal vez con esa persona no tengo oportunidad, entonces, ¿qué opinan ustedes? ¿Debería darle chance al chico extranjero, o debería ser más paciente y esperar una mejor oportunidad con mi crush? ¿Ustedes que harían en mi lugar?
Más veloz que una bala, Levi entró a los comentarios y se espantó al notar que la mayoría incitaban a Eren a ir por el chico extranjero. ¿Le haría caso a una bola de desconocidos solo porque lo seguían? ¿De cuándo era el video, dónde carajos se podía ver eso? Completamente alterado decidió tomar cartas en el asunto, ¡ningún extranjero se le iba a adelantar y probar a su alumno antes que él! A la mierda la moral, los límites y lo que puta fuera, esto era una situación de fuerza mayor.
En la siguiente asesoría, Levi esperó a Eren con un vaso térmico de una conocida y muy popular cafetería sobre el escritorio. Al joven lo notaba de mejor semblante, y muchas menos ojeras, pero como fuera, ¿existía acaso una manera en que Eren se viera menos atractivo? Diablos que no, él siempre era el puto dios de la belleza. Estaba un poco nervioso, lo cual era extraño, y luego de responder algunas consultas, decidió ir a por todo.
—¿Te gusta el expreso americano, Eren? —nótese que estaba intentado dejar de lado el habitual "usted" con el que solían tratarse, sentía que imponía demasiada distancia para el trato que quería tener con su adorado alumno.
—Bueno, a mí la verdad no me gusta que sea demasiado fuerte, prefiero el coffe late.
Levi podría haber hecho una broma idiota sobre que a su alumno le gustaba la leche caliente, pero se sobrepuso a ese impulso para concentrarse en el siguiente paso.
—Verás, tal vez conoces este lugar —dijo señalando el vaso—, pero yo acabo de descubrirlo, y la verdad me ha gustado mucho. Me pregunto si es que aceptarías ir a tomar algo a este lugar, también hacen coffe late y la variedad es asombrosa, creo que sería de tu gusto.
La mente de Eren entró en cortocircuito, ¿eso de verdad estaba sucediendo? Es decir, su estricto, impasible y siempre distante profesor... ¿en serio lo estaba invitando a tomar algo?
—¿Yo? ¿Yo y usted? —preguntó porque aún no se lo creía, ¿era otra de las bromas del docente?
—Sí, tú y yo, a menos que, bueno, no sé si estás comprometido con alguien o simplemente no te apetece, solo dime.
—¡Si, quiero! —respondió exaltado y Levi nunca había sentido alivio mayor cuando escuchó esas dos palabras—. ¿Cuándo vamos?
—El sábado por la tarde no tengo nada planificado. Si te parece bien, podría pasar a buscarte o encontrarnos ahí, como prefieras. Claro que sería mejor si intercambiamos números para mensajearnos y no tener un desencuentro.
Eren quería llorar de la alegría, sacó de inmediato su móvil y pronto estuvieron ambos agendados. Levi sintió su corazón acelerarse con la expresión de alegría que derrochaba su alumno. Acordaron los parámetros del encuentro y justo antes de que el chico se retirara, sintieron que golpeaban la puerta y sin esperar respuesta alguien la abrió.
Era alto, sombrío y serio. Un hombre de más de metro ochenta con una expresión adusta, cabello negro, largo, lacio, atado en una coleta baja, pero con un tupido fleco que le cubría un poco por debajo de las cejas. Portaba un traje de sólidos colores grises y una camisa blanca, ¿quién carajos osaba venir a interrumpir un momento tan genial?
—¿Profesor Ackerman? —dijo el tipo desagradable (al menos desde el punto de vista de Levi) y entró—. Buenas tardes —saludó a Eren.
—Buenas.
—Buenas tardes, sí, soy el profesor Ackerman, ¿usted quién es?
—Sasuke Uchiha, mucho gusto —indicó, pero sin ofrecer su mano—, seré su nuevo colega del área de lenguas muertas. Vine a instalarme, el decano Smith me pidió que lo buscara para que me ayude en la tarea.
—Ah, usted es el postulante, ya veo —Levi lo miró de arriba a abajo con rapidez y le sentó muy mal que el tipejo ese estuviera observando a Eren con demasiada atención—. Señor Jaeger, hemos terminado la asesoría, lo veré mañana en clases.
—Sí, gracias, profesor. Adiós —indicó con un cabeceo hacia el nuevo docente el cual lo siguió insistentemente con su mirada hasta que se perdió puertas afuera.
—¿Acaso conoce al alumno? —preguntó Levi con un tono de voz imperativo, una clara manera de decirle "¿qué tanto miras a MI alumno?".
Sasuke volvió la mirada a su colega, le pareció que era su trato era demasiado rudo, aunque ya le habían advertido que el tal Ackerman tenía mal genio. De todas maneras, no iba a permitir que se las tomara con él, no tenía la culpa de que hubiera tenido un mal día. Así que decidió mantenerse firme y levantó la barbilla, aunque con su privilegiada altura de metro ochenta y dos no necesitaba hacer demasiado.
—¿Y qué si lo conozco?
—Pues no habla muy bien de usted andar mirando al alumnado como carne encima de una parrilla, no es ético, ni moral.
A Levi le cayó como una patada al hígado la actitud pedante de ese gigantón pelos de puerco espín. Los tiempos cambiaban y no para bien, ahora los profesores se peinaban como auténticos punks.
—Sígueme, te mostraré la oficina —decidió no seguirle el juego al altote, solo quería sacárselo de encima y ya—. Esta es el aula de asesorías, está reservada para la cátedra en los horarios que están pegados detrás de la puerta. Yo la ocupo martes y jueves por la tarde, fuera de eso, el resto del tiempo que queda libre tú verás si quieres hacer uso o no. No toques mis libros, no toques mis apuntes y por ningún motivo te atrevas a poner una sola garra sobre los trabajos prácticos de mis alumnos, tengo todo muy estrictamente archivado y controlado en la estantería de allí. Ésta otra de aquí está libre, ya verás tú si la quieres usar o no. Ahora vamos afuera, estamos en el tercer edificio cerca de la facultad de ciencias exactas, primer piso, oficina D.
Levi tomó su morral, guardó las cosas que tenía sobre la mesa y salió, Sasuke fue por detrás, ambos con cara de nada. El más bajo se sentía cabreado, no le gustaba para nada el aura de Sasuke, que nombre más horrible, además. Como le caminaba por detrás parecía una especie de guardaespaldas, ¿qué acaso no existían profesionales con una altura más... normal?
—No tengo llave del aula de asesorías.
—¿Me vas cara de cerrajero?
—¿Cómo consigo una copia?
—Pregúntale a Erwin, no es mi problema —indicó apurando el paso.
Llegaron a la oficina en el lugar indicado. Era un espacio amplio, pulcro al estilo de una sala de cirugías (hasta había cierto aroma a desinfectante en el ambiente), no había una sola hoja fuera de lugar, los muebles brillando de lo pulidos que estaban. Había cuatro escritorios, Levi tenía el mejor ubicado y cerca del gran ventanal.
—Este es mi lugar, acomódate como quieras, pero en media hora me retiro, si te quedas adentro te dejo encerrado.
Sasuke, miró alrededor, terminó eligiendo el escritorio que estaba más cerca de Levi, cosa que naturalmente cabreó al otro. ¿Por qué tenía que venirse tan cerca? No le gustaba que husmearan en sus cosas, maldito tipo.
El de ojos oscuros miró de reojo al otro profesor. Notó su incomodidad y eso le provocó cierta satisfacción. Tal vez se volviera recurrente en él hacer cosas para fastidiar a ese enano gruñón. Mírenlo nada más, parecía una ardilla rabiosa, le faltaba la espuma en la boca, en su cabeza estaba chillando sobre un montículo de "nueces" a las que iba a defender con su vida. Tenía esa costumbre de convertir a la gente en caricaturas en su mente, ya que como tenía graves problemas para socializar, ese ejercicio lo había adoptado de su terapia. Esto permitía que pudiera interactuar con otros sin tanta frivolidad. Aunque con Levi iba a hacer una excepción, por cabrón.
Levi abrió su laptop, tenía que enviar algunos emails con información y tareas de investigación a diferentes grupos de alumnos. Al menos podía enviar emails. Como era obsesivo de manera natural, ya tenía los PDF perfectamente acomodados y en orden para enviarlos, por lo que no le llevaría demasiado tiempo. Luego que se concentró, dejó de prestarle atención a esa alma en pena que iba a tener de colega, terminó los envíos, revisó dos emails nuevos que le habían llegado y luego se puso a revisar lugares para ir con Eren. Porque era obvio que después del café tenía que tener un par de opciones diferentes para seguir compartiendo tiempo, esa actividad hizo que se relajara un poco, un poquito en realidad, porque Levi no era de los que bajaban la guardia, no señor.
Como había indicado, a los treinta minutos se retiró, Sasuke también (no quería que lo dejara encerrado). Se saludaron con parquedad y cada uno partió a lo suyo.
Eren estaba más que emocionado, había llamado a sus amigos, Jean y Armin, para que lo asesoraran sobre qué sería adecuado ponerse ese sábado y si debería entregar el rosquete de inmediato o mejor esperar.
—¿Y bien? —dijo modelando la remera blanca escote en v, con los pantalones abultados marrones.
—No —dijeron al unísono sus compinches.
—No te compliques, ponte la negra con cuello alto, esa se pega al cuerpo y se te ve bien. Con la chamarra blanca encima.
—¿La over size? —dijo Eren tomándola entre sus manos.
—Sí, coincido —opinó Armin que tenía una paleta azul dentro de la boca, era débil ante las golosinas—. Y croe que deberías ponerte el jean chupín verde oscuro y las Converse negras, si, todo eso se vería bien.
—Pero, ¿no voy a estar muy, no sé, tapado? Los mormones usan menos ropa —se quejó el muchacho.
—Esa es la trampa, bro —indicó Jean—, mientras menos muestras, más interés generas. Además, dijiste que tu profe es antiguo.
—No dije eso, solo dije que es algo extraño, que no tiene redes sociales, pero se viste muy bien, tiene buen gusto.
—Creo que lo que quiso decir Jean —intercedió el rubio—, es que, si tu profesor es algo tradicional, sería mejor que no vayas con algún atuendo tan revelador.
—Lo que el cerebrito diga, eso.
—De acuerdo —aceptó Eren no muy convencido—. ¿De verdad creen que no debería acostarme con él?
—¡No! —volvieron a responder al mismo tiempo.
—Ya sabemos que estás desesperado porque te unten la dona —retomó la palabra Jean—, pero no se lo pongas tan fácil. Ya sabes el dicho, lo que fácil viene, fácil se va.
—Lo que quiere decir, Jean, es que, si quieres una relación seria con tu profe y no un revolcón de una sola noche, deberías ir más despacio, no tan arrojado.
—Ya, entiendo, pero es que... —exclamó Eren frunciendo sus tupidas cejas.
—Estás más caliente que pata de camello —soltó Armin y Jean comenzó a reírse como foca.
—Más caliente que picaporte de sauna —secundó el muchacho.
—Más caliente que techo de chapa —agregó Armin, las risotadas de los dos amigos se escuchaban a cien metros a la redonda.
—¡Bueno, ya! —pidió Eren y luego buscó su cajetilla de cigarros para encender uno, se había puesto nervioso—. ¿Y si me dice que vayamos a su casa? ¿Qué hago?, ¿le digo que no, acaso?
—Bueno, no sé, ya decidirás tú lo que sientas —dijo Armin secándose las lágrimas de la risa anterior—. Tampoco es que haya un parámetro establecido de cómo deben ser las cosas, si realmente ambos quieren concretar, pues... háganlo. Si quieres mi consejo, no te adelantes a lo que va a venir, solo disfruta, déjate llevar y las cosas irán brotando naturalmente.
—Bro, pareces una chica virgen en su primera noche de bodas, relájate —apoyó Jean y le palmeó la espalda con excesiva fuerza—. Coincido con el cerebrito, si estás pensando todo el tiempo en como terminará la cita, no vas a disfrutar nada. Antes de dejar que te meta su dardo, fíjate primero si te gusta como besa, como te trata, si puedes le tocas el paquete, a lo mejor es una versión mini y puedes evitar el disgusto.
—¡Idiota! —masculló Eren mientras le tiraba una almohada por la cabeza a su amigo.
Ese sábado Eren usó el atuendo que sus amigos le habían aconsejado, se puso colonia, un gorrito de lanilla blanco (ya que estaba haciendo un poco de frío) y partió al encuentro. Habían quedado con Levi en verse en la cafetería a las cinco y conociendo al docente, no quería llegar impuntual y lo bien que hizo en estar atento a ese detalle.
Al profesor le gustó mucho que Eren ya lo estuviera esperando, se saludaron y entraron juntos al local. Levi tomó el pedido del joven y pagó por la merienda, agregándole unos muffins de red velvet que estaban húmedos y suaves.
El más alto estaba radiante, Levi fuera de la universidad era muy diferente, o tal vez solo era así con él (se lo iba a creer). Le encantó su atuendo, informal, pero sin dejar de ser moderno y sentador. Tenía una chaqueta de cuerina en color negro, una remera negra también y unos jeans grises de corte clásico. Algo que le fascinó es que se había peinado con el cabello hacia atrás, lo que permitía que pudiera apreciar mejor sus facciones, ¡sus ojos! La pequeña y recta nariz, los labios que se veían tan apetecibles y que no podía dejar de mirar.
Pero había un "extra", y es que Levi estaba mucho más amable, más cercano, ya sin el distante "usted". Era interesante, parecía conocer sobre muchas cosas, sin caer en la arrogancia, le prestaba atención, escuchaba sus explicaciones o algunas anécdotas que le contaba sobre sus amigos y sus salidas a antros. Y esa forma en que lo miraba a veces, que parecía desnudarlo y hacerle el amor… Sus amigos tenían razón, estaba más caliente que pata de camello. Momento, ¿las patas de los camellos eran calientes? En fin, de todas maneras, no era solo ganas de tener intimidad, porque esto no le pasaba con otras personas. Tenía chicos muy agradables dispuestos a darle placer, pero no se sentía igual, con Levi todo era distinto.
Por fortuna se pudo relajar, dejó de pensar en si su profesor lo llevaría a la cama o no y simplemente disfrutó de la charla.
—¿Entonces si sabes lo que es un hater? —exclamó Eren divertido.
—Que no tenga redes sociales no significa que no conozca ciertas dinámicas de las mismas. Además, incluso yo que no tengo redes sociales también gozo de la atención de un par de haters.
—Bueno, es inevitable, siempre habrá haters incluso para los mejores profesores.
—Se ha hecho algo tarde, ¿qué te apetece cenar? —indicó el docente dando a entender que por ningún motivo tenía intenciones de terminar el encuentro.
—Veamos, sé que te gustan las pastas, a mí también. Así que, ¿una lasaña te parece bien?
—Es una fantástica idea, vamos, tengo mi auto estacionado aquí cerca. Conozco el lugar perfecto para que comamos una lasaña inolvidable.
Si Eren había tenido dudas de si podría llevarse bien con su profesor en un ámbito más personal, ahora estaban más que disipadas. La conversación fluía tan bien, si se quedaba callado su profesor tenía algo para agregar que volvía a reavivar las ganas de seguir sabiendo más del otro. Le gustaba más y más. Y lo mismo sucedía con Levi. Ya no recordaba cuando había sido la última vez que se había sentido tan a gusto con alguien. Aunque se tomaba las cosas con mucha calma y tranquilidad, no podía evitar fantasear un poco, ¡que ganas de presumir a su novio que tenía! De que lo envidie media humanidad.
Llegaron a un acogedor restaurante, se veía bastante hogareño, pero justamente eso creaba un clima cálido y agradable. Se pidieron un vino espumante y la conversación solo mejoró, se reían cómplices, se miraban con cariño. Eren no aguantaba las ganas de besar a su profesor, tal era le deseo que inconscientemente se mordía el labio inferior de tanto en tanto.
La comida fue exquisita, nuevamente fue Levi quien corrió con los gastos, aunque Eren insistió en pagar su parte, no se lo permitió.
—La próxima vez ya me invitas tú —dijo con galantería y a Eren le brincó el corazón en el pecho: "la próxima vez", claro que sí.
Fueron a dar un paseo por una plaza luego de la cena. Hacía frío y el vapor se desprendía de sus bocas, no había una sola alma por el lugar. Por lo que cuando pasaron debajo de un farol Levi tiró de la muñeca de Eren y lo atrajo contra su cuerpo de manera suave pero segura. El chico supo de inmediato que este iba a ser ese momento memorable en el que se grabaría a fuego cómo era besar a Levi Ackerman.
Menos mal que lo hizo. La boca de Levi era… caliente, experta, húmeda. Su espalda se pegó al faro como punto de apoyo y agachó un poco su cabeza para poder unir sus labios. El roce fue fantástico, pero la protagonista sin duda alguna fue la atrevida lengua de su profesor. ¡Maldita sea! ¿Cómo era posible que alguien le transmitiera tanto con un simple beso? Ok, tal vez no fuera tan simple después de todo.
No estaban seguros de cuanto tiempo estuvieron besándose, pero les costó bastante despegarse, y cuando lo hicieron caminaron en silencio hasta el auto de Levi, aún relamiéndose. El docente tomó la mano de Eren y entrelazaron sus manos de manera natural.
Ofreció llevarlo a su casa, Eren aún vivía con sus padres en un barrio de los suburbios. Aceptó el ofrecimiento y mientras lo conducía hasta su destino, el joven pensó que no quería que esa noche terminara. Lo que no sabía es que el sentimiento era mutuo. Cuando Levi aparcó frente a la casa de paredes blancas y techo de loza naranja, apagó el motor y se giró para mirar a su alumno.
La calefacción había estado encendida, de manera que se sentía cálido dentro del vehículo.
—Es una pena que ya se haya terminado —dijo Eren jugueteando con sus dedos.
—Bueno, no debe terminar si no quieres.
Eren se quedó sin palabras, ¿y ahora qué? ¿Seguía a su deseo, o hacía caso al consejo de sus amigos? Se vería muy puto si accedía a… No pudo pensar más, porque la demandante y adictiva boca de Levi le estaba succionando tentadoramente la lengua, los labios y ¿cómo había llegado a su cuello y ahora al inicio de sus clavículas? El docente se detuvo y subió la cabeza, eran notables sus ganas, pero tampoco quería presionar al joven.
—¿Po-podemos seguir? —pidió Eren con la voz ligeramente agitada y un bonito sonrojo.
—¿Quieres venir a mi casa? —el más alto abrió grande sus ojos, por lo que el docente trató de tomarse la cosas con más calma—. Eren, no te sientas obligado a venir. Creo que ambos la hemos pasado bien y para ser honesto, me gustaría que sigamos haciendo esto, conocernos, pasarla bien.
—La verdad es que… sí quiero ir contigo.
—De acuerdo, entonces, vamos.
Ni lerdo ni perezoso Levi encendió de nuevo el motor pero antes de sacar el auto preguntó.
—¿Quieres avisarles a tus padres?
—No, no hace falta, solo le mandaré un mensaje a mamá que no dormiré en caso, con eso estará bien.
En unos veinte minutos estuvieron llegando a un barrio muy distinguido, y luego Levi aparcó en una coqueta casa de dos pisos. Abrió la puerta del acompañante e invitó a Eren a seguirlo. El joven estaba extasiado, la decoración gritaba "Ackerman" a todo pulmón. Muy monocromática, minimalista, pulcra.
Le invitó un trago y se sentaron en un coqueto sillón de terciopelo negro donde siguieron conversando hasta que los vasos quedaron vacíos, recién entonces decidieron retomar lo que tenían pendiente y lo que ambos deseaban consumar cuanto antes.
Levi fue considerado y complaciente, pero no por eso menos fogoso. Eren estaba sorprendido, donde ese hombre ponía la boca obraba maravillas. Le desnudó el torso y lo recostó sobre la suave tela del sofá y se dedicó a dibujar un camino de profundos y lujuriosos chupetones y lamidas desde su cuello hasta su ombligo.
—Hoy voy a hacerte gozar, solo entrégate a mí, Eren.
Como si no estuviera entregado hace meses atrás. El muchacho asintió y cerró los ojos para seguir disfrutando de las atenciones. Levi le quitó las zapatillas, le abrió la bragueta y lo masturbó con fuerza y precisión mientras volvía a besarlo de esa manera que se le nublaban los pensamientos.
Eren tampoco dejó sus manos quietas, se deleitó tocando los fornidos pectorales, esos abdominales de acero que se cargaba su profesor, no podía creer que estuviera a punto de tener sexo con semejante adonis. No sabía si le hacía más feliz saber que el docente le correspondía a sus deseos o bien que iban a cumplirse sus fantasías. Definitivamente ambos.
—¡Mmm, aaah! —gimió con descaro y Levi gruñó en retorno.
Lo cargó con suma facilidad entre sus brazos tomándolo por sorpresa y se lo llevó así al primer piso.
—¡Ah, yo, mpg, puedo ca-caminar! —comentó abochornado Eren y a la vez impresionado que el hombre tuviera la fortaleza para llevarlo como si nada.
—Lo sé, pero me gusta así —retrucó a la vez que le daba una palmada en el trasero.
Lo tiró sobre la cama y para gloria de los hermosos ojos verdes, tuvo el honor de presenciar en primera fila la forma indecente en que su profesor se quitaba la ropa, sin dejar de comérselo con la mirada. Cuando el boxer estuvo entre los blancos tobillos, Eren no pudo evitar que floreciera en su rostro una estúpida sonrisa. ¿Todo eso era para él? ¡Joder!
Se acercó con coquetería se arrodilló ante su profesor y llevó esa hermosa polla dentro de sus labios para succionar con lentitud, sin dejar de mirar hacia arriba. Vaya que Levi tenía autocontrol para no terminar allí mismo con semejante escenario.
Acarició las hebras castañas y tiró de la coleta para dejar el cabello de Eren caer a su gusto, de inmediato lo tomó del cabello, empuñando con seguridad, y marcó el ritmo que le gustaba que le comieran la polla. Eren estaba en éxtasis.
Cuando fue suficiente, tiró de su cabeza, y lo llevó a la cama, tomó un pomo de lubricante y lo abrió, untó sus dedos y la bonita y rosada entrada del muchacho, y el siguiente cuarto de hora lo tuvo bajo su cuerpo jadeando en agudos cada vez más altos. Cuando tenía tres dedos dentro de su cuerpo, supo que era suficiente, Eren tenía la cara roja y su erección pulsaba ansiosa. Se colocó el condón y enfiló a su objetivo.
—Relájate —le ordenó.
Cuando la mitad de la prominente cabeza de su miembro se estaba alojando en el apretado canal, Eren gimió de una erótica forma, miró a Levi y no pudo evitar decir:
—Pro-profesor, ah, tan bueno.
Y si bien ese honorífico podría haber matado el momento, tuvo el efecto contrario. Ese encuentro era inmoral, después de todo, indecente. Levi empujó y metió hasta la mitad su pene y esperó para que el orificio se acostumbrara a su tamaño.
—¡Ah, profesor!
Mierda, nuevo fetiche desbloqueado. Cada vez que Eren lo llamaba con ese tono tan lascivo, con los labios inflamados de tantos roces, los ojos brillosos, lo único que provocaba es que quisiera hacer un desastre de él, y eso es lo que hizo.
Comenzó a bombear de manera rítmica y calculada, aprendiendo la forma y la intensidad adecuadas en que el joven alcanzaba el orgasmo. Una vez que lo hizo acabar primero, lo giró, lo puso en cuatro y volvió a penetrarlo con un poco más de ferocidad, tiró de su cabello y lo nalgueó duro, como su instinto demandaba. Eren recibió todo su ímpetu deshaciéndose en gozo, su profesor era perfecto.
Estuvieron casi dos horas en una faena sexual poderosa y estimulante. Y aunque estaban cansados y tuvieron que ceder a dormir y recuperarse un poco, estaban lejos, muy, muy lejos, de sentirse satisfechos de disfrutar el cuerpo ajeno.
…..
—Buenos días —saludó por obligación Levi, notando que su colega ya estaba bien instalado en la oficina y al parecer ya tenía su propia llave.
—Buenos días, señor Ackerman —escuchó a su colega responder—. ¿Qué tal pasó su fin de semana?
Lo miró sobre su hombro ante la pregunta innecesaria, según su parecer, y siguió de largo ignorándolo para continuar con sus quehaceres.
Nada interesante sucedió por la siguiente media hora, hasta que Sasuke se acercó con una taza blanca en la mano que portaba un café instantáneo bien cargado, y se plantó frente al escritorio del otro.
—¿Qué quieres? —consultó con rudeza.
—Al parecer como soy nuevo, no hay muchas cosas que entiendo de esta institución, y pensé que tal vez tú podrías iluminarme un poco —Levi enarcó una ceja, ¿qué se proponía ese tipo ahora? —. No sé si estoy herrado, pero me parece que las relaciones entre alumnos y profesores no son éticas, ni morales, según me dijeron la semana pasada.
El más bajo soltó la lapicera que tenía en sus manos y miró a Sasuke con preocupación.
—A lo mejor yo entendí mal, ¿o no, Levi?
La mirada de Sasuke estaba cargada de cinismo, y de silenciosa amenaza. Sacó su móvil del bolsillo de su pantalón y lo colocó sobre el escritorio de Levi. Había una imagen, de dos personas compartiendo un beso bajo un farol. Una imagen que podría traerles muchos, muchos problemas.
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By Luna de Acero.-
