¡Hola! Aquí les dejo el final, espero que les guste.
Chocolate
Día Blanco
Después de que Rukia se fue de la habitación, Ichigo se quedó por un momento contemplado la caja que ella le había dado. Él sabía que dentro había un chocolate y que Rukia lo había hecho para él, y aquello le generaba una marejada de sentimientos.
Ichigo había esperado todo el día por ese regalo, y aunque sabía que era improbable que sucediera porque Rukia tenía mucho trabajo y por aquellas palabras de Renji antes de la batalla final, había sucedido.
Rukia se había puesto un bonito kimono y había ido hasta Karakura para entregarle una caja con un chocolate que ella hizo a mano para él.
Ichigo se sentó en la cama y, con la emoción por aquél regalo recorriendo cada parte de su cuerpo, abrió con cuidado aquella caja. Dentro había un corazón hecho de chocolate, era un diseño simple pero bonito, y dibujado a mano en la parte interna de la tapa, había un par de conejitos que los representaban a ellos dos.
Ichigo se perdió un momento en ese dibujo, el cual antes habría dicho que era horrible pero al que se había habituado y extrañado como el infierno cuando estuvo sin poderes, y sonrió.
Ambos conejitos estaban tomados de la mano y había un corazón entre ambos. Rukia nunca diría con palabras aquello, ella era demasiado testaruda para admitir un sentimiento que la hiciera sentir avergonzada, pero había hecho ese dibujo y ese chocolate para él.
Ichigo tomó un pedacito de chocolate, se lo llevó a la boca, y descubrió que estaba delicioso. A él le gustaba el chocolate, y ese le gustaba aún más.
El viernes, después de salir de su última clase en la universidad de Karakura, Ichigo se dirigió a la tienda de Urahara cómo lo había estado haciendo todas las semanas desde que regresó de la Sociedad de Almas. Saludó al tendero que lo estaba esperando con su habitual buen humor de siempre y bajó al sótano que se había preparado para él.
Abajo lo estaba esperando Isshin en su forma Shinigami, e Ichigo tomó su insignia de Shinigami sustituto para salir de su propio cuerpo y prepararse para entrenar.
Se suponía que él no regresaría al mundo humano, que él se quedaría en la Sociedad de Almas por el inmenso poder que tenía y el cual podía fácilmente dañar a las personas, pero gracias al Capitán de la 12va división, Urahara y Rukia, él había podido volver a su vida con ciertas condiciones.
Una de esas condiciones era que estaría monitoreado por Rukia, porque él respondía al 13vo escuadrón, y por Mayuri, quién quería disecarlo y estudiarlo.
Otra de esas condiciones era que tenía que aprender a controlar sus poderes, y su padre junto con Urahara se encargaban de eso.
Cuando terminó el entrenamiento, tanto él cómo Isshin estaban llenos de heridas, sudor y sangre por lo intenso que era ese enfrentamiento entre ambos. Urahara pidió que se retirara la barrera que utilizaban en el sótano e Ichigo pudo ver qué Orihime estaba ahí, cómo lo había estado todas las veces que él tenía entrenamiento.
Urahara siempre la llamaba para que curara sus heridas y las de Isshin antes de que regresaran a su cuerpo, pero esa vez Ichigo se sintió incómodo frente a ella.
Orihime se veía nerviosa también y ambos desviaron la mirada, cada uno por un motivo diferente pero que al final, terminaba siendo por la misma razón: el chocolate de San Valentín.
Orihime lo había visitado cuando salió de la panadería aquél día y le entregó una caja con chocolates. Era la primera vez que lo hacía e Ichigo se había quedado un poco desconcertado, pues Orihime se fue de ahí rápidamente antes de que él pudiera decir algo más que "gracias".
Cuando abrió la caja en la privacidad de su habitación, él pudo ver que dentro había una confesión de Orihime: "Por favor, Kurosaki-kun, acepta mis sentimientos".
A Ichigo le tomó una guerra y una caja de chocolates darse cuenta de que Orihime tenía sentimientos por él, pero él no sentía lo mismo por ella.
Al finalizar la curación, todo se volvió incómodo porque Orihime parecía estar a punto de preguntar algo pero Ichigo se fue de ahí a buscar su cuerpo. Esa vez no se ofreció a acompañarla, cómo lo hacía todas aquellas veces, sino que le pidió a su papá que la llevara a la casa de ella porque él tenía mucha tarea.
Desde ese día, Ichigo evitaba hablar con Orihime a pesar de que Urahara parecía insistir en tener a la chica presente en los entrenamientos. Incluso cuando le pidió a su padre que le enseñara kido de curación, Urahara les dijo que eso tomaría mucho tiempo y que Orihime lo haría mejor con los Shun Shun Rika.
En el Día Blanco, Ichigo les entregó sus obsequios a sus hermanas en el desayuno, pasó por el dojo dónde trabajaba Tatsuki y le entregó el chocolate blanco que compró para ella y luego fue a la casa de Orihime.
No pasó mucho entre el llamado a la puerta hasta que ella abrió, aún vestida en pijama pero con la cara limpia. Ella se sorprendió de verlo y se puso nerviosa antes de invitarlo a pasar, pero Ichigo rechazó la oferta.
— Lo siento. Seamos amigos.
Esa frase bastó para hacer que Orihime sintiera un nudo en la garganta. Ichigo le entregó la caja de galletas, se disculpó de nuevo con ella y se fue de ahí.
Por la tarde, cuando él salió de la universidad, Ichigo se dirigió a la tienda de Urahara con una bolsa de regalo, la cual había comprado en el camino, y le pidió a Urahara que le permitiera usar el senkaimon.
El tendero le dedicó una mirada ladina mientras se ocultaba detrás de su abanico, pero le permitió usar el senkaimon después de hacerlo prometer que iría a ayudar en la tienda el siguiente fin de semana.
Ichigo no tardó en llegar al escuadrón de Rukia, había pasado tantas veces ahí que lo conocía casi de memoria y varios de los miembros lo saludaban con respeto. Ichigo jamás se acostumbraría a ese nivel de respeto.
Entró a la oficina de Rukia de la misma manera que ella entraba en su habitación, sin pedir permiso, y la encontró oculta detrás de una montaña de papeles.
— Si son más papeles, déjalos en la mesa. — Dijo Rukia sin levantar la mirada, aún concentrada en lo que estaba haciendo.
Ichigo volteó a ver a la mesa, y había más papeles que estaban ahí desde quién sabe cuándo. Rukia siempre tenía mucho trabajo, ella solo era una teniente pero se encargaba de todo el escuadrón.
Ella era admirable.
— ¡Dios me libre de tener que hacer tanto papeleo! — Comentó Ichigo, haciendo que Rukia levantara la vista de aquellos papeles.
— ¡Ichigo! ¿Qué haces aquí? ¿Es tiempo de tu chequeo? ¡No puede ser! ¡Lo olvidé!
Rukia se levantó rápidamente de su asiento y empezó a buscar entre los archivos que había en un estante, pero Ichigo se acercó a ella rápidamente y la tomó de la mano para que se calmara.
El efecto fue inmediato y ambos se miraron a los ojos en un segundo que fue eterno.
— No es mi chequeo. Vine a traerte algo.
Ichigo le mostró la bolsa de regalo que llevaba en la mano, la que había paseado por todo el escuadrón porque era demasiado grande como para ocultarla entre su ropa y que Rukia no había visto.
— ¿Un regalo?
Rukia tomó la bolsa pero no la abrió, sino que miró a Ichigo esperando una respuesta. Ichigo no podía culparla por no recordar el día, ella estaba sumergida en el trabajo.
— Es el Día Blanco, es cuando regresamos los regalos que nos dan el Día de San Valentín. Espero que te guste.
Después de esas palabras, las mejillas de Rukia se pusieron rojas y enfocó su mirada en el regalo que sostenía con ambas manos.
Ichigo vio como ella abría la bolsa de regalo y sacaba un conejo de felpa blanco con un moño rojo en el cuello.
La sonrisa y la emoción de Rukia fueron inmediatas, parecía una niña pequeña que recibe el mejor regalo del mundo y eso mereció la vergüenza que él pasó al comprar aquél peluche.
— Espera, pensé que tenías que darme chocolates.
Le reclamó Rukia, sujetando fuertemente ese conejo contra su pecho.
— Hay chocolates en la bolsa. Que no los hayas visto no es mi problema.
— ¡Oye! ¡Más respeto para tu superior!
Rukia lo regañó por esa respuesta, pero Ichigo solo se encogió de hombros, restándole importancia al regaño.
— ¿Qué harás? ¿Me pondrás a entrenar hasta que pida piedad?
La pregunta de Ichigo hizo que una mirada de maldad cruzara la cara de Rukia, y él supo que ella podría hacerlo.
— Sí, te pondré a...
Rukia estaba a punto de decir todo lo que posiblemente le haría entrenar durante el resto del día, cuando Ichigo se acercó a ella y le dio un beso.
Fue un beso pequeño, un movimiento rápido pero con el tiempo suficiente para sentir la suavidad y la calidez de los labios de Rukia.
Rukia se quedó en silencio, avergonzada por aquello e Ichigo no supo que decir porque él tampoco era bueno con las palabras.
— Eso también es por el Día Blanco.
— ¡Tonto! ¿Quién te crees que eres para besarme así?
Ichigo sonrió por verla sonrojada y avergonzada, y se alejó un paso de ella por temor a ser golpeado.
— El único que puede besarte.
— ¿Y quién te dijo que puedes besarme? ¿ah?
La pregunta de Rukia salió con un ligero tartamudeo mientras lo amenazaba con un puño y seguía abrazada al conejo de felpa.
— ¿No quieres que lo haga?
Rukia desvió la mirada y tartamudeo algo parecido a un "si", e Ichigo se acercó a ella solo para besarla de nuevo.
Esa vez, Rukia respondió el beso...
Y luego lo golpeó y le reclamó por no haberlo hecho antes.
¿Les gustó? ¡Espero que sí!
¡Gracias por leer y tengan un bonito día!
