Pequeñas notas de la historia:
-Este one-shot está basado en un audiolibro que escuché hace años atrás mientras viajaba en tren. me gustó tanto la historia que siempre lo busqué, más nunca lo hallé. Eso si, algunas partes de la misma me quedaron gravadas en la memoria. La historia se titulaba como el fic y el relato iba de una mujer que se enamoraba de un zorro mágico que adoptaba forma humana, con el cuál hacían el amor y tenía hijos de él.
-La historia está ambientada (de forma libre XD, que es un one-shot no un relato largo) en tiempos antiguos (Japón feudal), con lo cual no queráis juzgar lo que se diga con varemos actuales.
ALONDRA DE LA MAÑANA
Sasuke Uchiha, lleva tantos años viviendo solo... No queda nadie de su familia, todos murieron en un ataque al pueblo en el que estaban asentados, una masacre por celos y venganza. Su familia había gozado de una excelente posición y muchos recursos en una época de penurias, muerte, enfermedad, miseria y guerra. Pero también era cierto que los Uchiha habían trabajado mucho para poseer todo lo que tenían... Generaciones y generaciones de familiares suyos habían peleado, guardado y trabajado para amasar esas riquezas y ganarse ese estatus. Su padre gestionaba los territorios del clan y se encargaba de las ventas de los productos que conseguían y que ellos no necesitaban, su hermano había sido un gran guerrero que había liderado ejércitos del feudal al que pertenecían sus tierras, era uno de sus mejores generales. Su madre se dedicaba a cuidar un pequeño huerto propio de la familia y de un jardín de bellas flores... Y él, él había empezado a ser instruido en las funciones que en un futuro había de desempeñar, además de proporcionarle una buena educación, de ayudar a su madre a cuidar el huerto, las gallinas y, a escondidas de su madre, aprender a pelear de mano de su padre y de su hermano, cuando tenía una licencia para visitarles. Aprender a esgrimir un arma no era algo que fuera muy aceptado en un doncel de noble cuna, pero su padre siempre decía:
–Mejor que sepas protegerte, por si un día fuera necesario.
Y sinceramente, las clases de esgrima, de tiro con arco, pelea cuerpo a cuerpo y lucha con naginata... Eran sus favoritas de todas las clases que daba a lo largo del día. Las que más odiaba eran decoro, ceremonia del té y saber tocar al shamisen... Y es que se le daba tan mal tocar ese instrumento, y cualquier otro la verdad. Y la ceremonia del té le aburría tanto, era tan tediosa. Pero su madre insistía en que debía saber todo eso para su futuro marido.
Si supiera que él no deseaba casarse... Todos los varones, exceptuando a su padre y hermano, eran unos patanes que se creían superior a él solo porque poseía la capacidad de engendrar.
Pero todo eso había quedado atrás... Todo eso terminó esa fatídica noche. Cuanto se arrepiente de haberle puesto mala cara a su madre ese día por llamarle la atención al haber derramado té por estar hastiado... Cuanto se lamentaba por no haber disfrutado de esos instantes aunque para él no tuvieran sentido.
Esa noche, en apenas un parpadeo lo había perdido todo... Recuerda a su hermano entrando herido en su cuarto y entregándole un arco con flechas y una katana, alarmado y adolorido le había dicho que se fuera y no mirara atrás. Los gritos y el aroma a quemado lo tenían asustado, pero su hermano le agarró por los hombros de manera firme, clavándole los dedos y haciéndole daño.
–¡Escúchame, Sasuke! Esto es muy importante...– Mientras le zarandeaba un poco para que le prestara atención.– Ahora vas a correr... Vas a correr y no vas a mirar atrás oigas lo que oigas.
–Pero, Itachi...
–¡No me discutas! No ahora... Si puedo iré a por ti... Pero sino, no te confíes de nadie... Prométeme que vas a vivir y a ser fuerte, tonto hermano menor.
–Me estás asustando... ¿Y mamá? ¿Y papá?
–¡Están muertos! Y sino haces lo que te digo, tu también vas a morir, Sasuke.
La puerta de su habitación se abrió, asustándole... Pero su hermano se levantó y paró el ataque de ese hombre, matándole en el acto... Más de esos atacantes venían detrás... Tenía que luchar hasta sus últimas fuerzas, sino esos irían a por su hermano y sabía que eso podría ser fatal para su joven hermanito... Podrían matarlo, pero estaba seguro de que primero lo violarían... Como habían querido a hacer con su madre antes de que ésta se defendiera con uñas y dientes y la mataran.
–¡Corre, Sasuke! ¡Corre con todas tus fuerzas y no mires atrás! Y si tienes que matar a alguien para defenderte, no dudes en hacerlo.
Y corrió, corrió como nunca había corrido en su vida y cuando ya no pudo más buscó un agujero en un tronco y se metió en él para poder descansar sin temor a que le hallaran.
Nunca más volvió a ver a nadie de su familia con vida, todos habían sido masacrados, su hogar y posesiones quemadas. Toda su felicidad terminó aquel día... Pero él siguió hacia delante, sobreviviendo, tal como su hermano le obligó a prometer.
Se hizo con una casita modesta en un pequeño prado, en medio de un bosque anciano y profundo; un bosque de inmensos arboles milenarios, un bosque en el que poca gente tenía el valor de introducirse. Cultivó sus propios alimentos y haciendo uso de sus capacidades, cazó lo que necesitaba para vivir. Lo que le sobraba lo vendía en un pueblo que le quedaba casi a una hora atravesando la vereda del bosque. Allí vendía sus excedentes y compraba otros materiales que requería.
Estaba agradecido a su padre, Fugaku y a su hermano Itachi, el haberle enseñado tan bien a pelear y a practicar su puntería hasta convertirla en certera. Gracias a eso tenía para comer y para defenderse de ladrones y otros humanos miserables que quisieran aprovecharse de su soledad y su belleza. Pronto los "problemas" aprendieron a evitarle, tenía mucho carácter y no dudaba en hacerse valer y demostrar lo hábil y lo poco que le temblaba el pulso a la hora de matar. Gracias a sus ganancias vendiendo lo que no necesitaba, fue que consiguió gallinas y otros productos indispensables para sobrevivir. Y nunca añoró su anterior vida llena de comodidades, por mucho que cada noche antes de acostarse llorara a su amada familia.
Sasuke madrugaba mucho, le gustaba aprovechar el día y las horas de luz. Salir a recolectar de su huerto, a cazar y a recoger los huevos de sus gallinas... Si era de los primeros al llegar al pueblito cercano podía vender sus productos de forma rápida, quizás no al mejor precio pero así se ahorraba problemas...
¿Y cuáles eran esos posibles problemas que podía encontrar si iba más tarde al poblado?
Pues que se cruzase con los caprichosos hijos del señor feudal de esa zona que ya le habían lanzado alguna que otra proposición para conseguir llevarle a su lecho o que los mismos soldados que patrullaban por el pueblo intentasen seducirle. Y es que Sasuke era muy atractivo, su belleza era increíble por mucho que no cuidase su piel con esencias como antaño le obligaba su madre, por mucho que se hubiera cortado el pelo y las puntas se le levantaran de forma rebelde por la zona de la nuca, por mucho que su ropa tuviera rastros de tierra o cierta suciedad por haber estado trabajando en el campo, cazando o hubiera caminado entre el barro para llevar sus productos al pueblo tras todo un día de lluvia. La belleza de Sasuke seguía sobresaliendo por encima de todo. Pero él no estaba interesado por mucho que le prometieran oro, por mucho que le insistieran... Y la forma que había encontrado para librarse de esos pesados que le incordiaban por mucho que les diera negativas de muy malos modos, fue madrugar y llegar antes de que el pueblo cobrara más vida. Sabía que podría matar a todos esos que quisieran hacerle algo, pero una cosa era matar a ladrones y gente de mala calaña y otra muy distinta a soldados del feudo o a sus repugnantes príncipes. Otra de las formas con las que consiguió librarse de aguantar a esos asquerosos, fue ir en días diferentes al pueblo, nunca siguiendo la misma rutina o patrón.
¿Tan difícil era poder estar tranquilo y que le dejasen en paz? ¿No había tenido suficientes miserias en su corta vida?
Ese día, el alba despuntando le encontró terminando de plantar las semillas de col, se enderezó y secando su sudor se fue a sentar en una banqueta que había fabricado con unos troncos, mientras bebía disfrutando de la calma y el silencio del bosque. Destapó un pequeño paquete con su desayuno, un par de huevos duros y unas bolas de arroz. Pero antes de llevarse nada a la boca un ruido le alertó. Dejó la comida en la banqueta y preparó su arco, lo tensó y apuntó...
–¿Un zorro?
Y es que ese había sido el causante del sonido que le alertó. Le dedicó una mueca decidiendo si soltaba la flecha o no. El zorro podía ser peligroso para sus gallinas y necesitaba las gallinas por los huevos que le proporcionaban cada mañana... Pero a la vez no tenía derecho a asesinar a un habitante del bosque, él era el forastero allí. Destensó el arco y lo bajó, dejándolo a su lado.
–Fuera... Y más te vale que no te comas a una de mis gallinas, zorro.– Le dijo con seriedad mientras volvía a agarrar su desayuno.
El animal le miró con sus vivarachos ojos, analizándole, olfateando en su dirección... Sin miedo. La astucia en esa mirada le llegó al alma cuando sus ojos conectaron con los de la bestia, un escalofrío lo recorrió. Tras largos segundos donde sus miradas quedaron trabadas, el zorro finalmente se dio por satisfecho y se marchó corriendo. Él salió de esa especie de trance, de ese estupor en el que parecía haberle sumido el zorro y por fin dio un bocado a su ansiado desayuno.
A la mañana siguiente volvió a cruzarse con el zorro cuando iba dirección al pueblo, el curioso animal le siguió durante algunos minutos manteniendo una buena distancia con él.
–¿Así que hoy me vas a seguir?– Porque estaba seguro de que ese zorro era el mismo que vio ayer.
Era un animal muy bello, con un pelaje más dorado que anaranjado y con un tamaño algo más grande que otros zorros que había visto, era un animal espléndido.
–No tendrías que ser tan confiado... Van a terminar matándote por tu pelaje o por lo que sea... El ser humano es cruel y asesina por cualquier motivo.– Le miró, viendo como el animal también le dedicaba furtivas miradas.– Pero allá tú, es tu decisión hacerme caso o no.
El zorro caminó a la par suya durante unos minutos más y luego se fue corriendo, perdiéndose entre los árboles de forma veloz. Una diminuta sonrisa apareció en sus labios, ese animal parecía ser muy astuto y tener mucha curiosidad hacía su persona, pues a la vuelta de vender su mercancía le vio sentado en la senda que le llevaba hacía su hogar.
–De nuevo tú, dobe.– Más una suave sonrisa adornaba sus labios.
Sasuke llevaba mucho tiempo viviendo solo, no le importaba, lo suyo no era socializar... Lo cierto es que nunca se la había dado nada bien, algo que su madre le reprochaba en tono jocoso. Era demasiado parecido a su padre en ese aspecto.
–Suerte de tu belleza, tonto hermano menor.– Se burlaba Itachi.– Sino fuera por eso no llegarías a casarte nunca y a madre le daría un disgusto.
–No quiero casarme.– Le decía con un mohín en sus labios.
–Que no te oiga madre, ella quiere verte vestido de novio llevándote padre al altar. Además desea nietos y si te conviertes en un solterón, entonces me apremiara a mi para que se los de.– Y Itachi hacía una mueca como que la idea le desagradaba demasiado, antes de ponerse a reír.
Sonríe nostálgico ante el recuerdo y avanza siendo seguido por el bello animal de increíble pelaje que cada vez parece algo más intrépido, pues ya no se mantiene a tanta distancia como por la mañana. Y la compañía de ese zorro le hace sentir mejor, descubriendo que quizás si que le importaba un poco estar tan solo. No habla durante el trayecto, no porque considere que hablarle a una bestia sea una perdida de tiempo o un síntoma de enajenación, sino porque disfruta de esa relajación y esa calidez que inunda su pecho cada vez que ladea un poco el rostro y nota al zorro caminando a su par, aunque aun haya cierta distancia entre ambos.
Y así siguió ocurriendo durante los días posteriores, donde cada vez ese animal mantenía menos distancia con él.
...
Esa mañana Sasuke, como cada día, volvió a levantarse cuando el sol aun no había salido aunque ya se empezaba a apreciar cierta claridad en el horizonte. Agarrando sus bártulos de pescar, decidió que iría al lago. Nada como pescado fresco para desayunar. Si tenía suerte y picaban los suficientes, vendería el excedente en el pueblo. Las truchas se pagaban bien, eran consideradas un manjar y como nadie se atrevía a adentrarse en el bosque excepto él y los forajidos, pocos tenían al alcance ese delicioso pescado.
Empezó su camino hacía el lago y una vez allí preparo la caña y espero. La pesca requería paciencia y él había aprendido a no impacientarse. Mientras esperaba mordisqueó uno de los deliciosos tomates que cultivaba, eran su pequeño placer... Madre siempre le tironeaba de la oreja con suavidad por robarle tomates de ese huerto que tanto se afanaba en cuidar, aunque luego le guiñaba un ojo y le tendía el tomate más rojo y maduro que encontraba mientras le susurraba:
–Es nuestro pequeño secreto, Sasuke-chan.
Los tomates siempre habían sido su debilidad.
La pesca fue buena para el doncel y como la temperatura estaba empezando a subir gracias a los rayos del sol y la temperatura del agua la encontraba refrescante, dejó dos de los peces más pequeños, luego de desviscerarlos, en las brasas de la hoguera que había encendido y se desnudó. El agua le enfriaba la piel a medida que iba adentrándose en ella, un escalofrío le recorrió, pero era tan agradable.
Aprovechó para nadar por el lago, su hermano y su padre le habían enseñado a nadar. No era algo muy común en esos tiempos que se enseñara a nadar a un doncel, pero sus padres siempre fueron muy flexibles en lo que culturalmente era permitido enseñar o no a mujeres y donceles.
Una vez satisfecho, sintiéndose vigorizado y limpio, nadó hacía la orilla. Abrazó su cuerpo y tembló a medida que iba saliendo del agua y el aire tocaba su piel mojada. Se quedó unos segundos quieto al ver al zorro allí sentado, mirándole con su astuta e inquisidora mirada, fijamente, sin quitarle la vista de encima, ignorando el aroma de deliciosa comida que se desprendía de los peces que había dejado cocinándose. Sintió la estúpida compulsión de cubrirse, se sentía desnudo bajo la escrutadora mirada del animal. El zorro parecía estar analizándole minuciosamente. De forma inconsciente llevó uno de sus brazos a cubrir sus erectos pezones mientras que la otra mano bajaba a cubrir su intimidad...
–¡Tsk! No seas estúpido Sasuke, es solo un animal...– Se dijo a si mismo deteniendo sus acciones y caminando decidido a la orilla donde estaba su ropa, siendo seguido por los ojos del zorro que no le quitaban la vista de encima. No se atrevió a mirarle de vuelta...
Se cubrió rápidamente, intentando ignorar a la desvergonzada bestia, lo que ésta le causaba con su descarado escrutinio, y echó más leña al fuego mientras apartaba los pescados para que no se quemasen. Ahora al estar mojado y su ropa humedecerse por sus prisas en vestirse, sentía algo de frío.
"Y todo por creer que un zorro me estaba mirando con demasiado interés... Si Itachi estuviera aquí se burlaría de mí."
Su corazón se estrujó dolorosamente por el recuerdo de su amado hermano, le había querido tanto... A toda su familia los había amado muchísimo y perderles seguía doliéndole demasiado... Un sonido proveniente del zorro lo sacó de su estado, parpadeó y observó el bello pelaje, que iluminado por los rayos de sol que se filtraban entre los árboles, mostraba reflejos más dorados. El animal estaba a apenas un par de metros de él, parecía que al perderse en sus tristes sentimientos el zorro se había terminado acercando aun más.
"Menudas confianzas se está tomando"
–¿Así que has decidido que no soy una amenaza para ti?
Agarró uno de los palos donde tenía insertado uno de los peces que le iban a servir para comer y, comprobando que no quemaba, le dio un buen mordisco. Cerró los ojos paladeando el delicioso sabor. Otro sonido, proveniente de su peludo compañero, llamó su atención.
–No, tu puedes cazarte tu propio alimento.– Pero el animal tenía una técnica de manipulación con la que no contaba... Trabó su mirada con la propia y aplanó las peludas orejitas ladeando la cabeza. Sasuke tensó su rostro y compuso un puchero intentando mantenerse firme...– Tch... Eres un... Dobe.
Desensartó la mitad del pez y se lo lanzó al animal, que prestó dio cuenta de la comida, para luego relamerse y soltar otro suave sonido como de agradecimiento. Al final Sasuke terminó compartiendo ambos pescados que había separado para su consumo... Seguía teniendo algo de hambre cuando terminó, pero no quería preparar ningún otro de los peces pescados, esos los iría a vender ahora al pueblo. Se puso de pie para irse rumbo al mercado con sus capturas... Por culpa de ser débil ante ese manipulador bicho, ahora tendría que recolectar alguna fruta del bosque para satisfacer su hambre. El zorro le acompañó de nuevo buena parte del recorrido, saltando a unos metros de él, feliz.
"Claro que está feliz, se ha zampado la mitad de mi comida"
Pero todo y esa mueca que portaba en su rostro, no podía evitar que de sus labios escapara una pequeña sonrisa de felicidad por ver al bonito animal correteando y saltando alegre.
...
La venta de los peces fue muy fructífera, pagaron bien por ellos y eso unido a la vivido antes de llegar al pueblo le mantuvieron de buen humor. Ni tener que aguantar alguna de las frases, intentando conseguir sus favores, de los soldados de ese reino que patrullaban para mantener el orden, borró la felicidad de ese día tras compartir su tiempo con un bello ejemplar de zorro que parecía disfrutar de su compañía y le hacía sentir menos sólo. Se desilusionó un poco al no hallarlo en su camino de vuelta a su hogar cuando se internó por la vereda de ese anciano bosque.
–¿Qué esperabas? Es un animal salvaje después de todo...– Se recordó a si mismo.
Le gustaba caminar, le relajaba y hacerlo por las sendas de ese bosque que consideraba su morada le hacían sentir muy bien, pero descubrió que en esos momentos, caminando a solas cuando se había emocionado con la esperanza de que su nuevo peludo amigo le hiciera compañía, le estaba haciendo sentir tenso y algo molesto. Al llegar a su hogar abrió sus ojos y sus labios se curvaron lentamente al ver al par de perdices muertas delante de la puerta de su casa. Estaba claro que habían sido cazadas y que era el zorro quien se las había obsequiado.
–Gracias... – Musitó a la nada pero pensando en su peludo compañero. Ese era un increíble regalo, las perdices eran rápidas y no siempre tenía la puntería para cazarlas o la suerte de encontrar esa presa.
Al día siguiente Sasuke frunció el ceño al salir a hacer sus tareas y trabajos y no hallar al zorro por ningún lado, cuando desde hacía ya bastante el animal era una constante en sus actividades.
"Debe haber ido a cazar o a recorrer su territorio"
Intentó no preocuparse por eso, después de todo era un animal salvaje, como siempre intentaba recordarse para no encariñarse de más. Y recordándose ese pensamiento siguió trabajando...
Al día siguiente el zorro siguió sin aparecer y al siguiente y al otro... Sasuke no podía evitar estar tenso, nervioso... Preocupado por la desaparición de su nuevo compañero... Eso era lo malo de haberse encariñado de nuevo con otro ser vivo; cualquier día les podía pasar cualquier cosa... En el caso del zorro, podía haber sido cazado por cualquier humano que deseara su suave piel o que le considerara una alimaña que mataría sus gallinas o le quitaría su alimento. También podría haber muerto al pelear contra otro depredador... Los lobos podrían haberle matado por mucho que su zorro fuera un ejemplar grande. Todas esas posibilidades preocupaban tanto a Sasuke... Sabía que no debía agarrar afecto a nada ni a nadie porque luego perecían o les mataban y le dejaban solo y con el corazón roto de dolor. Su labio tembló de forma incontrolable... Temía por esa bestia que le había obligado a tomarle afecto tras tanto seguirle y ser una constante en su vida en esas últimas semanas... No se había dado cuenta de lo solo que se sentía hasta que el zorro había dejado de ir a verle.
–¡Iré a buscarle!– No podía vivir con esa angustia de pensar que le había pasado algo. ¿Y si estaba herido y necesitaba ayuda? Tendría que haberse decidido antes a ir a por él... –Ahora ya podría ser demasiado tarde...
Salió por la puerta tras agarrar todo lo que consideraba necesario para su búsqueda. Se estaba haciendo tarde y pronto anochecería. Él no era una persona nocturna, lo cierto es que para esa hora ya estaría cenando y preparándose para acostarse y en cambio se estaba preparando para salir a buscar a ese amigo que había encontrado en el zorro.
Abrió la puerta y lo que vio lo hizo sentir alarmado y correr, ¡era el zorro! ¡Su zorro! Y estaba tumbado a unos metros de su cabaña.
–¡No! No, no, no...
No quería cerciorarse que su amigo peludo estaba muerto... No... Era lo único que tenía, su única compañía. Se acercó a pasos lentos, temiendo lo peor... El suave gemido de dolor escapó del animal y eso fue lo que le decidió a acercarse veloz. Estaba vivo. Herido pero vivo.
–Te voy a cargar y te llevaré dentro... Déjame ayudarte o sino vas a morir.– No es que fuera muy bueno con las palabras, pero la intención y sus acciones eran las que importaban.
Cargó al zorro con cuidado y lo llevó dentro, lo colocó en el colchón que poseía y con dedicación le lavó las heridas y las curó. Había aprendido de hierbas medicinales gracias a su madre.
–Un doncel tiene que conocer las plantas hijo, algún día pueden serte de gran utilidad.
Claro que su madre no se refería a que le servirían para curar las heridas de un zorro salvaje, sino para cuando encontrara marido, quedara embarazado y tuviera hijos, todas esas vivencias que su madre esperaba con ilusión que experimentara en un futuro.
–No se contra quien o quienes has peleado, pero te van a quedar unas buenas cicatrices.– Tenía unos buenos mordiscos y profundas garras de marcas. Luego de ponerle las hierbas que había machacado y mezclado con agua para hacer una pasta, le vendó las heridas y lo tapó, la perdida de sangre podía causar que sintiera frío. También le proporcionó comida, que terminó machacando para obligársela a beber junto con agua, necesitaba hidratarse y mantenerse fuerte para sanar.
Era el rey y señor de ese anciano bosque, toda esa extensión de tierra le pertenecía y los humanos de los pueblos cercanos sabían que no debían adentrarse en su bosque, esos humanos también le veneraban dejándole ofrendas en los altares de cada pueblo, donde las casas ya habían terminado y empezaba su bosque. Solo algunos humanos indeseables e irrespetuosos se atrevían a entrar en sus tierras, sabía que eran seres de pútrido corazón pues notaba sus almas... Oscuras y negras, almas horribles y cargadas de malicia. Él como protector y señor del bosque se encargaba de ellos y los eliminaba si se atrevían a quedarse tras sus advertencias...
Y ahí iba otro, encima ese hombre había tenido la desfachatez de quedarse a vivir en sus tierras, en el corazón del bosque. Le observó de muy lejos, el humano era joven y era diferente a los otros que se metían por las sendas de su hogar... Su alma también parecía oscura, de un azul tan profundo que parecía negro. Se encargaría de él, ya lo tenía decidido. Pero cuando iba a hacerlo, algo le detuvo... Ese joven mataba a esos otros humanos indeseables y, si se fijaba bien veía que, aunque su alma también era oscura no tenía los mismos sentimientos horribles y dañinos que esos otros hombres. Y ahí lo descubrió... Ese joven cargaba con una gran pena y dolor, la desesperación, la soledad y el tormento, y sintió la gran aflicción en su corazón. Ese joven sufría tanto, se esforzaba tanto en superar su tormento y vivir cada día, que por primera vez sintió una profunda compasión por uno de esos seres de dos patas.
Recuerda que se había alejado y había decidido dejarle vivir en sus tierras, quizás así encontraría algo de sosiego para su rota alma. Y además mantenía la esperanza de que el humano se iría por sus propios medios. No resistiría demasiado tiempo viviendo en solitario en ese lugar, seguramente había ido allí para esconderse de algo doloroso y pronto se cansaría de estar sin los suyos.
Se equivocó... El humano de pelo tan azabache que hasta brillaba en tonos azulinos llevaba años viviendo en sus tierras. Levantándose apenas despuntaba el alba, siempre tan madrugador, siempre esforzándose, trabajando la tierra, cazando sólo lo que necesitaba...
¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía estar sin los suyos? ¿Por qué se había aislado?
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero que éste murió sabiendo... Y él realmente sentía curiosidad por ese humano, necesitaba saber más, saber que escondía y luego decidir que haría con él.
Nunca le había visto de cerca y le sorprendió para bien. Asombrado le olfateó... Olía tan bien, era hombre pero no olía como esos otros a los que había matado o alejado de su bosque... El olor de ese joven era sublime. Y su voz profunda le caló muy profundamente, era vibrante, era grave pero con unos matices musicales que le agradaron. Y si, podía reconocer que el joven humano era bello, tenía ojos para reconocer ese rostro simétrico y pálido como una cara atractiva. Y otra cosa que le causó mucha curiosidad fue su extraño comportamiento nada parecido a los humanos que llevaban años introduciéndose en su bosque para esconderse de las leyes de su especie... El joven le había apuntado con una de esas estúpidas armas humanas, pero la había bajado y dejado a un lado. Era el primero que no buscaba herirle o dispararle, definitivamente ese joven era realmente interesante. Si el muchacho le hubiera disparado, ya estaría muerto.
"Seguiré investigándole..."
Ese humano le había impresionado para bien. Y fue por ese motivo, para conocer más de él, por curiosidad, que los días posteriores se dedicó a espiarle a cierta distancia, pero haciéndose notar para el azabache. Quería que ese joven supiera que le estaba siguiendo. Y como el humano parecía sentirse divertido por su presencia, curioso a su vez porque un habitante del bosque le acompañara cuando se movía entre los árboles, que fue acortando las distancias. Otra cosa que llamó su atención fue que el aura del alma del joven se iba aclarando, cada vez mostrando un azul menos oscuro.
"Y parece que es... ¿Por mi presencia?"
Saber eso le puso extrañamente contento. Él estaba ayudando al humano a sanar su dolor, era extraño saberse el causante de la mejoría de una criatura de dos patas, uno de esa especie a la que con anterioridad se había dedicado a expulsar de su bosque al apreciar sus almas pútridas y la malicia en sus actos. En cambio ese joven al verle le sonreía, de forma disimulada, pero lo hacía... Al señor del bosque no se le podía engañar. Ese humano disfrutaba de su compañía y él de la del joven bípedo, esa aura calmada, nostálgica y algo melancólica le daba una paz, a la vez que un sentimiento protector crecía en su pecho como fuego ardiente.
"Tendré que darle nombre... No puedo llamarle humano como a los otros de su especie, él es especial, es diferente..."
Sentía la imperiosa necesidad de estar cerca del azabache, de protegerle, de cuidarle, de provocarle esas tímidas y escasas pequeñas sonrisas, de escuchar su melodiosa profunda voz, de llenar sus fosas nasales del aroma del joven.
El día que le vio desnudo entendió muchas cosas del humano, era joven pero ya había alcanzado su madurez sexual y era un doncel, por eso su aroma era entre dulce y fresco; la frescor de la juventud y la dulzura de un vientre fértil, capaz de dar la vida. En sus creencias, las criaturas capaces de crear vida eran veneradas, protegidas y amadas, pero sabía que los humanos eran algo estúpidos, había visto como llegaban a tratar a los escogidos por Kami-sama con la increíble capacidad de dar la vida. Siguió mirando con descaro al joven, podía reconocer la gran belleza que poseía aunque fuera de diferente especie que la suya. Soltó un sonido divertido al ver el azoramiento del joven ante su escrutinio, como se cubría con sus manos y se daba prisa en ponerse la ropa.
"Que vergonzoso eres, teme..."
Y un nombre acudió a su cabeza... Un nombre perfecto para el joven.
"Asa no hibari"
'Alondra de la mañana' era un bonito nombre para alguien tan especial como el azabache. El humano era madrugador, era trabajador, era elegante y de movimientos gráciles y fluidos, además adoraba escuchar su bella voz y poseía un bonito pelo rebelde que se elevaba en la nuca así como una alondra, pensó divertido sin dejar de observarlo.
Después de ese día donde le puso un nombre, donde compartieron comida y le acompañó durante una buena parte del camino, tuvo que marcharse de forma precipitada, había sido requerido por los suyos por un grave problema con unos oni que buscaban corromper su bello bosque con sus perniciosas energías. Fue rápido rastreando para dar caza a esas criaturas de mal agüero, él era el protector de todo ese anciano bosque y era su deber ocuparse de cualquier peligro. Era fuerte, era ágil, era veloz... Pero esos demonios se habían unido y le tendieron una trampa, eran más fuertes de lo que creía... Les venció pero terminó muy herido tras la encarnizada y prolongada batalla.
Sintiéndose agotado, herido y desprotegido ante cualquiera que buscara aprovecharse de su estado, solo un lugar le vino a la mente como seguro... La imagen de ese joven humano de piel blanca y pelo negro con reflejos azules de tanto que brillaba, con su mirada negra pero tan pura y cristalina, se formó en su cabeza y, con las pocas fuerzas que le quedaban, avanzó sin descanso hacía el humano, hacía esa casita en la que vivía en lo profundo del bosque. La leve sonrisa sincera del joven le daba fuerzas para no rendirse... Ese era su camino, el lugar correcto donde debía estar en ese momento tan vulnerable.
Se derrumbó justo a unos metros de la puerta, exhausto, cerrando sus ojos y dejándose sumergir en la negrura y la inconsciencia.
El calor se filtraba a través de su pelaje, era muy agradable la sensación... El colchón blando debajo de su cuerpo, la sensación de paz, la suave respiración... ¿Respiración? Sus orejas se movieron con suavidad y el suave sonido de una exhalación suave y rítmica fue percibida con mayor claridad, junto al suave movimiento de aire que sentía de forma muy leve en su pelaje. Se concentró en su cuerpo, notando el liviano peso de algo cálido cubriéndole, también notando los vendajes de su cuerpo. Abrió los ojos viendo la pared de enfrente, donde unas hierbas cubrían parte de la madera de la casa. Con lentitud se fue incorporando viendo más del espacio en el que estaba y olfateó, el aroma de Asa no Hibari estaba por todo el ambiente mezclado con el de las plantas aromáticas y el delicioso olor de comida. Probando su cuerpo y viendo que sus heridas ya estaban sanadas, sabía que el joven doncel le ayudaría y le salvaría. Se levantó y al girarse por fin le vio. Tumbado en la cama donde él mismo había estado tumbado, durmiendo tranquilamente con una ojeras algo oscuras en ese bello rostro pálido.
"¿Me has estado cuidando Asa no Hibari? ¿Por eso estas cansado?... Teme"
Pensó con cariño mientras le observaba de forma dulce. No se había equivocado en gastar sus últimas fuerzas para llegar donde el joven. Olfateó de nuevo y cerró los ojos dejándose inundar por el agradable aroma que poseía Alondra. Le miró de nuevo, asegurándose de que seguía profundamente dormido...
"¿Qué sucedería si...?"
Es arriesgado, pero desea darse a conocer al joven... Ya no le sirve sólo el seguirle e interactuar con él como zorro, quiere más...
Un brillante, pero a la vez suave manto rojizo le rodea y aumenta de tamaño a medida que su magia hace efecto en su cuerpo. Una magia que nunca ha sentido la necesidad de usar, hasta ahora. Al desaparecer la luz ya no hay un zorro de pelaje más dorado que rojizo, al desvanecerse el manto rojizo hay un hombre joven, fuerte, con una aterciopelada piel bronceada recubriendo sus fuertes músculos. Los vendajes que le había puesto el doncel azabache han quedado destruidos por el cambio de forma que ha sufrido. Su pelo rubio cae alborotado por su frente, sus brillantes ojos azules observan al bello azabache dormido.
–Asa no Hibari...– Susurra mientras lleva una de sus manos a acariciar esa blanca piel del joven. Se maravilla de la suavidad que posee bajo sus yemas, cree que ya no podrá dejar de querer tocarle.
El ceño del doncel se frunce en sus sueños y poco a poco abre sus ojos, parpadea confundido antes de enfocar.
Sasuke no puede creer lo que ve... Hay un hombre desnudo en su cama. Un fuerte y joven hombre rubio de ojos azules como el cielo, algo que sino estuviera tan confundido, sorprendido y asustado, encontraría que es una morfología muy extraña para el lugar donde viven. Salta en su cama, buscando apartarse mientras le golpea la mano que le había estado acariciando.
–¡FUERA! ¡NO ME TOQUES!– Ha vivido demasiadas penurias como para que no esté a la defensiva ante ese encuentro. Ese hombre se ha colado en su casa, estaba desnudo mientras él dormía y le estaba tocando.– ¡Cerdo pervertido!
Ha recogido la espada que su hermano le obsequió hace tanto tiempo, antes de que tuviera que huir de su hogar para no ser asesinado junto a los suyos.
–Asa no Hibari... No es lo que piensas... Soy yo, teme... El zorro, ttebayo.
–¿Estás loco?– Las lagrimas surcan su rostro asustado, perdiendo su calma y su temple característico. Ese hombre... Ese hombre podría haberle atado y abusado de él mientras dormía... Podría haberle matado.– Lárgate... Ahora.
La voz del doncel sale estrangulada, siente su ansiedad, su miedo... Su aura está agitada. Y lo entiende... Él no le dañaría nunca, pero sabe lo que parece para el joven azabache, los humanos son crueles y para el joven, él es un humano más ahora mismo. Le mira con infinita pena, él no deseaba ponerle así... Es sólo que no ha pensado en como se lo tomaría Alondra, para él como zorro místico, la magia es algo intrínseco, natural... Para los humanos no es así, les cuesta creer en que existe algo mágico fuera de su mundano día a día.
–Lo siento... No quería asustarte.– Le dice con sinceridad.– Yo sólo quería agradecerte lo que has hecho por mi. Gracias.
Se levanta y camina fuera de esa casa, sintiendo como el azabache cierra la puerta tras su salida. Una vez en el bosque, el manto rojizo que es su magia le vuelve a rodear para volver a ser el zorro que es... Mira hacía esa casa de nuevo antes de alejarse corriendo a lo más profundo del bosque. Se siente triste, se siente mal... No quería provocarle eso al bello doncel. Le gusta Asa no Hibari, le gusta mucho ese joven... Él, el rey del bosque, se ha enamorado de un humano. Y ahora por su temeridad, por su impulsividad, quizás lo haya perdido, seguramente ahora Alondra al no sentirse seguro allí, se marche.
A Sasuke le cuesta largos minutos recuperarse del susto de tener a ese intruso dentro de su hogar. No hasta que consigue recuperar su respiración, que consigue que su corazón se calme y deje de sentirlo en su garganta... Es entonces que su analítica mente se pone en funcionamiento, recuerda a su compañero peludo. Ve los vendajes destruidos, rasgados, pero no hay rastro del bello zorro, algo a lo que no encuentra sentido pues las heridas del animal eran de importante gravedad... Parpadea confuso, por muy fuerte que sea el zorro no tendría que ser capaz de moverse aun. Y de pensar en su compañero peludo, pasa a venirle a la mente como le miraba ese hombre de ojos azules y pelo rubio...
"Como si me conociera... Como si me apreciara de verdad..."
Ese extraño y exótico varón, le estaba mirando como le habían mirado sus seres queridos...
"Con cariño... Con amor..."
Soy yo, teme... El zorro, ttebayo
Le había dicho... Pero no era posible... Por mucho que su mente hiciera la asociación, su parte más racional se negaba a creer que eso no fueran más que majaderías.
–Era un loco y ya. No le tengo que dar más vueltas.
Eso si, a partir de ahora se aseguraría de estar mejor protegido. Ese usuratonkachi no volvería a colarse en su hogar y menos a sorprenderle de esa forma.
"Era atractivo..."
Sus mejillas enrojecen ante el recuerdo de ese cuerpo desnudo, de ese pelo indómito cayendo por su frente, de esos ojos azules que desnudaban su alma y a la vez le miraban con infinito cariño. Se cacheteó a si mismo por estar pensando de esa forma en ese dobe que casi le hace tener un infarto.
"Encima me ha llamado 'teme', el muy dobe"
Su ceño se frunce y decidido en no pensar más en 'Ese', se dispone a empezar sus tareas. No ve a su amigo peludo durante el día, pero algo le dice que está bien. Sabe que de momento eso es lo mejor, pues hay una idea respecto a lo ocurrido en su hogar en la que no se ve capaz de pensar ni aceptar por ahora.
Al volver a su hogar encuentra un conejo muerto delante de su puerta, sabe que a sido el zorro quien se lo ha obsequiado... Su ceño se frunce, dudando durante un segundo.
–Tsk.– Está siendo tonto, así que se agacha y agarra el conejo. Observa hacía el bosque y le parece percibir una sombra que se escabulle al saberse observado. Sonríe con suavidad mientras niega para si.– Dobe...
Este patrón se repite de forma consecutiva, el zorro no le acompaña, ni le sigue por el bosque, pero encuentra regalos delante de la puerta de su hogar; conejos, perdices, truchas, incluso frutas y setas del bosque. No se extraña por esos regalos, aunque sabe que tendría que extrañarle que un animal salvaje sea capaz de llevarle comida y más que no sean cosas de caza.
El zorro no le acompaña como antes, pero si sabe que le observa de lejos y puede ver que muestra una postura compungida, dolida. Sus orejas y cola gachas cuando le pilla mirándole, y le ve alejarse cabizbajo. Y es entonces que a su mente viene un rostro agraciado de llamativos y expresivos ojos azules como un cielo de verano, que le miran con tristeza antes de desaparecer tras los párpados cuando su propietario se disculpa y se marcha. Pero aunque lo sabe en lo más profundo de su mente, su lado más racional se niega a creer aun.
Y así van pasando los días y su corazón añora al peludo ser y el zorro llora de lejos... Ambos decaídos, ambos melancólicos.
"Maldito dobe..."
Piensa Sasuke al escuchar el lánguido sonido; sonido que le aprisiona el corazón y le hace sentir apesadumbrado, más de lo que ya se siente tras la distancia con el otro. Sabe que tiene que hacer algo, el zorro ya ha estado "disculpándose" con sus obsequios.
"Aunque yo no quiero una disculpa, usuratonkachi..."
Y sabe que lo quiere a él, lo quiero a él de nuevo a su lado.
Y un día llega antes a su hogar, antes de que el zorro haya ido a llevarle lo que le haya cazado, y se mantiene inquieto dentro de su morada, esperando tras la ventana, sin poder relajarse pero a la vez sin hacer ni un sonido que le delate. Y cuando le ve aparecer, va hacía la puerta y cuando sabe que está cerca la abre de golpe. La cara de sorpresa del zorro le resulta cómica.
–Usuratonkachi.– Se burla. Y el zorro se ofende por esas palabras, lo ve en su peluda cara y en como le gira el rostro mientras sus orejas se aplanan contra su cabeza.– ¡No te vayas, dobe!
Le apremia cuando le ve dispuesto a irse. El animal se detiene a la espera, escuchándole pero sin girarse.
–¿Es cierto verdad? Me ha costado aceptarlo, pero...– Suspira sin saber que decirle, se siente nervioso.– Puedes... ¿Puedes transformarte de nuevo? Me gustaría poder hablar contigo...
Naruto suspira y cierra los ojos. Recuerda la vez pasada que se transformó delante del doncel, lo mal que fue y... No quiere volver a herirle. Le mira apenado, sin decidirse a hacerlo.
–¡No me seas dobe y hazlo!
Las apremiantes palabras que le da el azabache le hace saltar por la forma en que se lo ha ordenado, frunce su ceño antes de dejar que su magia le rodee. Cambia a hombre y le mira con un puchero.
–No me ordenes, teme.– Pero una manta es tirada contra su cabeza, aunque antes ha podido observar el rostro enrojecido del doncel.
–Descarado... ¿Acaso no sabes lo que es la ropa?– Sasuke solo ha visto desnudos a su padre y hermano, y eso cuando era un infante y se bañaba junto a ellos en las termales, cuando por su corta edad aun era permitido por la moralidad social. Ver al atractivo zorro le causa que una agradable corriente le recorra el cuerpo y un calorcito se instale en su bajo vientre. Es incomodo, pero no desagradable... Nunca ha sentido nada parecido.
–Nunca he usado ropa, no la necesito Asa no Hibari. – El aroma del azabache llega a sus fosas nasales. Es más intenso y picante que en otras ocasiones y se encuentra aspirando intensamente de forma profunda. Le gusta tanto como huele Alondra.
–¿Asa no Hibari?– No era la primera vez que escuchaba al zorro llamarle de esa forma, Alondra de la mañana.
–Es el nombre que te puse, ttebayo. No podía seguir llamándote humano, tu eres especial, no eres como esos otros que pisan mi bosque.
Nota el calor en su rostro al saberse especial para el zorro.
–Dobe.– Suelta avergonzado, girándose para que no vea su bochorno y lo que le causa el saber eso.
–No me llames dobe, teme.– Sus cejas se fruncen ofendidas, aunque por dentro se siente feliz de ser aceptado por Alondra.
–Es el mote que te puse para no llamarte zorro.
–¿Y usuratonkachi?– También le ha escuchado llamarle así.
–Otro mote.– Se burla sabiendo que afecta al zorro. Le gusta provocarle, le gusta ser especial para el exótico rubio de ojos azules.
–Me llamo Naruto y soy el protector de este bosque.
Ahora le cuadra que el zorro haya dicho "mi bosque" hace apenas unos segundos atrás.
–Yo me llamo Sasuke y no Asa no Hibari.– Aunque no le desagrada que el rubio le haya puesto ese mote, saberse especial para Naruto acelera su corazón. Observa el pavo salvaje que hay a sus pies, un regalo del zorro y sonríe con suavidad.– ¿Quieres cenar conmigo?
Le invita antes de darse cuenta de lo que implican sus palabras.
–Me encantaría, Asa... Sasuke.– Se rectifica, lo último que desea es hacer enfadar al bello doncel. Le sigue dentro de la cabaña sin dejar de sujetar la manta en sus hombros. Para él la desnudez no es un problema, pero parece que para el azabache si.
–No me molesta...– Susurra sin mirarle mientras prepara la olla de barro para cocinar.– El nombre que me pusiste. –Le aclara al ver la confusión en el bronceado rostro. Luego carraspea y le entrega el pavo.– Límpialo.
Sasuke le ha vuelto a ordenar que haga algo, ese humano le sorprende con su soltura y forma de tratarlo... Él es el rey del bosque y un pequeño doncel le mangonea y... Y, se siente bien que le trate así, ¿o quizás es que él es un poco masoquista? Si, es un masoquista por enamorarse de un humano y por dejarle tratarle así. Pero en cambio se encuentra asintiendo y saliendo de la cabaña para limpiar el pavo de plumas y vísceras.
Cenan con tranquilidad dentro de la casa del humano, éste le lanza algunas miradas disimuladas y cuando él le responde con una sonrisa, pues se siente feliz de poder compartir con el pequeño doncel, este gira el rostro cohibido, haciéndose el desinteresado. Aunque puede oler que está nervioso.
–¿Quieres que me vaya?– Dice algo entristecido, a él le gusta estar con el azabache, pero no quiere incomodarle.
–No.– Suelta parco sin comprender porque el zorro desea irse. ¿Le molesta estar en compañía suya?
–Hueles incomodo y lo último que deseo es que no te sientas bien por estar compartiendo conmigo.– Le gusta Alondra y quiere que esté cómodo a su lado, que se sienta bien.
¿Puede olerle? ¿Puedo oler algo como eso?
"Pues claro Sasuke... Es un zorro, su sentido del olfato es muy superior al de un humano."
Se responde a si mismo dándose cuenta de lo estúpido que ha sido por no caer en eso... ¡Oh por kami! Eso significa que el maldito bicho ha sido capaz de olerle siempre, en todos y cada uno de sus momentos incomodos compartidos. Siente su rostro calentarse y nervioso le da la espalda.
Se alarma al ver la reacción del humano... ¿Y si se siente mal? Se levanta presuroso y le acuna el rostro entre sus manos. Esta muy caliente y hay un tono rojizo que no es su color natural. En su preocupación se olvida de sujetar la manta encima de sus hombros.
–¿Te sientes bien? ¿Qué tienes? Por favor, Sasuke... No quiero que te pase nada malo, ttebayo. Eres muy importante para mi.
La inquietud en la voz del rubio y sus palabras le hacen abrir los ojos al máximo.
"Soy muy importante para él"
Esa frase le ha calado muy hondo, se ha instaurado en su mente repitiéndose una y otra vez mientras su corazón late desbocado... Eso alarma más a Naruto que le mira con más miedo...
"Teme por mi estado... Naruto..."
Ve algo borroso por culpa de las lágrimas que se acumulan en su negro mirar. Hace años que nadie se preocupaba por él de esa forma, con ese... Ese ¿amor?. Si, el zorro le ama y ver ese sentimiento en esa cristalina mirada hace que le sonría de forma trémula.
"Se siente tan bien sentirse amado por alguien..."
Sus ojos se desvían unos segundos hacía abajo, de la prístina mirada hacía... Hacía esa piel bronceada que se muestra de más. Cierra los ojos.
"Se la he visto... Oh, por kami..."
El último varón que vio desnudo fue su hermano, una vez que entró en su cuarto sin llamar. Y eso era diferente a esto... Él era un niño, ese era su hermano y no sentía nada por su mayor excepto amor fraternal.
"¿Siento algo por Naruto? No Sasuke, ahora no es el momento para esto..."
Cerró los ojos con aun más fuerza, pues había tenido la tentación de mirar de nuevo. Vale que un doncel también poseía ciertos atributos masculinos, pero el tamaño y grosor eran incomparables, también la falta de bello corporal, los músculos no eran tan abultados... Y que había sido educado para tener cierto recato.
–¿Puedes cubrirte? Estoy bien, dobe.– Le dijo al escuchar al zorro volver a preguntarle si se sentía mal con cierto tinte ansioso en la voz.– Cúbrete. Ahora.
Por fin escuchó movimiento por parte del rubio que refunfuñaba que no era un dobe, que él era el teme, para añadir esa divertida coletilla final que parecía soltar en momentos de nerviosismo. Abrió sus ojos admirando la fuerte espalda del rubio y esos fuertes glúteos, tragó saliva con cierta dificultad. Le gustaba lo que había visto...
El resto de la velada transcurrió de forma tranquila, eso si, tuvo que explicarle al impertinente zorro que le había afectado que supiera sobre sus estados por culpa de su olfato, era tener que confesar eso o estar aguantando que no le dejara de preguntar. Estaba claro que Naruto estaba acostumbrado a obtener lo que quería. Encontraba tan injusto que su cuerpo le traicionara y que el otro tuviera tan buen olfato, y miró mal al rubio cuando este sonrió zorrunamente.
– Es injusto.– Musitó sintiéndose en desventaja.
–¿Lo siento?
–¡Tch! No es tu culpa, es solo que los humanos no tenemos ese sentido nada desarrollado y saber que puedes captar tan bien los olores y que estos pueden delatar mi estado de animo.
–También veo el aura de las personas, es como sentir sus intenciones.– Le aclaró al ver su mirada confusa.– Por eso sabía cuando llegaste a este bosque que no eras malvado como los otros.
– No hay nada que se te pueda esconder...– ¿Significaba que había sentido su dolor, su pena? La siguiente pregunta del zorro le confirmó que si.
–¿Qué te sucedió?
Negó con suavidad, era doloroso aun. Una mano bronceada se posó en su pierna como forma de darle apoyo y suspiró.
– Perdí a mi familia. Los mataron otros humanos... Terminaron con mi padre, mi madre y mi hermano por avaricia, por envidia...
–Lo siento mucho Sasuke. – No entendería nunca a los humanos.– Siento que te quedaras solo.
El azabache había desviado la mirada y elevado los hombros como si ya no tuviera importancia, la realidad es que no se había permitido pensar demasiado en su familia y que no tenía a nadie... O no hasta que conoció al zorro y se dio cuenta de lo solo que estaba y de la necesidad de compañía que tenía. Una gentil mano en su barbilla le hizo elevar la mirada y que sus ojos se quedaran trabados con los bellos ojos de cielo de Naruto. Unos cálidos labios se posaron en su frente.
–Ya no estarás solo nunca más.– Prometió siendo observado por unos brillantes ojos negros antes de que se llenaran de lágrimas y el doncel le rodeara con sus brazos.– Mientras yo viva no te dejaré, Asa no hibari.
Durante los siguientes días Sasuke comprobó que Naruto hablaba muy en serio y que cuando le dejaba era para cumplir con sus funciones de protector del bosque, pero se afanaba en volver rápidamente al lado del bello azabache. El Uchiha le pidió que no le acompañara al pueblo, pues sabía que ese no era el lugar del rubio. En cambio le encontraba en la entrada del bosque, como sino se hubiera movido de allí mientras él vendía sus productos en el mercado. Le gustaba sentir de nuevo que tenía a alguien en su vida, que alguien le quería y se preocupaba por él. Naruto era divertido, era alegre, era imprevisible y con mucha energía, a veces le sacaba un poco de quicio, pues él era alguien bastante tranquilo y calmo a comparación, además de llevar mucho tiempo viviendo a solas, entonces terminaban discutiendo sus diferencias... Nada que en apenas unos minutos no hubieran resuelto.
Se sentía muy bien compartir con el zorro mágico, casi siempre hablando Naruto y él escuchaba sus aventuras, sus peleas y sobre los suyos. Él por su parte terminó abriéndose al confiar ciegamente en el rubio y contándole más sobre su vida pasada al lado de sus seres amados.
–¿Tu madre quería casarte con... Shikamaro Nare?
–Shikamaru Nara.–Le corrigió.– Era uno de los candidatos que me presentaron mis padres durante mi infancia. Era hijo de otro importante señor, aunque era alguien muy perezoso, siempre estaba cansado y solo quería tumbarse a dormir o mirar las nubes. No era mal chico, pero no me gustó.
Un gruñido se escuchó por parte de Naruto y le levantó una ceja.
–A mi tampoco me gusta.– Corroboró. Y ninguno le gustaría como pareja del bello doncel.
–Bueno eso ya quedó en el pasado. Mi madre deseaba nietos y mi hermano no estaba mucho por la labor de casarse aun.
–¿Tu no quieres tener hijos?
Sasuke miró al rubio y enrojeció, luego desvió la mirada sintiéndose algo nervioso por esa pregunta.
–Yo... –¿Cómo decirle a una criatura mágica que no tendría hijos porque no quería a ninguno de los suyos? Los únicos humanos con los que tenía contacto eran los habitantes del pueblo y no había nadie que le interesara y eso que proposiciones no le faltaban. ¿Cómo decirle que estaba sintiendo algo muy fuerte por él, él que era un zorro mágico?– ¿Quieres más estofado?
Lo mejor era cambiar de tema... Eso nunca fallaba.
Desilusión... Desilusión es lo que sintió Naruto ante la falta de respuesta del humano. ¿Qué esperaba que le dijera? Si, quiero tener hijos contigo porqué te amo, Naruto.
"Despierta, Naruto, eres un zorro y él un humano."
Le sonrió y asintió mientras le acercaba la vasija para que le sirviera más comida.
–Ha quedado delicioso.
–Gracias, madre me enseñó a cocinar. No le tomaba mucho interés a las lecciones, pero al tener que vivir por mi mismo...
Había tenido que recordar y experimentar con los ingredientes y los sabores para poder comer con lo que conseguía.
–¿Nunca te has planteado volver a vivir entre los tuyos?
–No.– Fue un no tajante y no pensaba irse de ese bosque, ni apartarse del lado de Naruto.– Me gusta estar aquí.
"Sobretodo ahora que no estoy solo y te tengo conmigo, dobe."
–Me gusta que estés aquí y me gusta estar contigo.
Sasuke enrojeció ante las palabras sinceras del rubio, Naruto siempre hablaba con el corazón. Si fuera más lanzado le diría lo que siente y como disfruta de estar a su lado, pero en cambio se calla y se termina sirviendo más comida y empieza a comer, sin atreverse a mirar al otro y sus increíbles ojos azules que sabe que le están observando sin perder detalle. Le ve sonreír con suavidad, feliz por algo y comprende el motivo, le mira acusador.
–No hagas eso.– Le espeta refunfuñando por saberse descubierto. Sabe que huele sus nervios, como también sabe que es capaz de ver su aura, percibir su estado interior, sus emociones.
–¡No puedes pedirme eso, ttebayo! Necesito saber que estás bien y conocer que significa cuando haces eso...– El doncel era algo hermético e incomprensible para él.
–Es que a veces dices cosas que me ponen nervioso...– Musitó. Sabía que era poco comunicativo a diferencia del zorro que era muy expresivo y abierto.
–¿En el buen sentido o en el malo? Yo no quiero hacerte sentir mal, Sasuke.
–En el bueno...– Sinceró. Sentir algo por ese usuratonkachi y ponerse nervioso ante ciertas palabras que le decía, sobretodo ante esos cristalinos sentimientos que era capaz de mostrar el zorro.
Con Sasuke no sabía si le estaba incomodando o si disfrutaba de su compañía, o no lo sabía sin oler o centrarse para percibir sus estados anímicos y sus emociones, las únicas veces que el doncel era claro era cuando se sentía cabreado. En esos momentos el teme si que mostraba lo que sentía con claridad y lo demostraba, menudo carácter que tenía Asa no hibari. Así que con esas palabras, que concordaban con lo que había percibido con su magia, se alegro tanto que se lanzó a abrazarle. Le rodeó con sus brazos y le apoyó la cabeza en el hombro.
–Me hace tan feliz escuchar esto, ttebayo.– Susurró contra el oído del doncel.
Escuchar esa profunda voz en su oído, el aliento cálido chocar contra esa zona tan sensible de su cuerpo, el contacto contra el fuerte cuerpo de Naruto, esa calidez que desprendía, ese aroma masculino a bosque salvaje, las puntas de su rubio pelo haciéndole cosquillas en su piel de forma agradable, el contacto anhelado pero no esperado... Miles de mariposas recorrieron su piel, cosquillas muy agradables bajo la dermis que bajaban hacía su estomago donde se concentró la sensación. Respiró en profundidad y fue un error fatal para él... El aroma a bosque entrando por sus fosas nasales, inundándole de forma deliciosa, el fuerte cuerpo del rubio presionándose contra el suyo al hinchar su pecho por la respiración, notando sus fuertes músculos pegarse en su contra, la agradable calidez impregnar su torso...
– Hueles muy dulce.– Soltó con voz ronca Naruto, sonriendo con calidez por tener al joven que amaba entre sus brazos tal como había soñado, tal como había deseado desde hacía tiempo.
Sasuke enrojeció aun más, o eso se notaba pues sentía su cara muy caliente, estaba en una encrucijada... Que Naruto siguiera abrazándole, y él deseando estar entre esos fuertes brazos, y siguiera sintiendo ese aroma "dulce" que decía que estaba liberando o apartarse como si el rubio quemara, lo que haría que ese dobe viera su cara tan roja como uno de sus amados tomates y supiera que le había causado ese estado... Sería muy bochornoso, ambas cosas eran muy bochornosas. Con disimulo había levantado uno de sus brazos tal como estaban con Naruto, sin deshacer la posición, y había olfateado su piel, él no notaba su olor diferente, a su parecer seguía oliendo como siempre.
–Yo no me noto nada diferente.– Intentó disimular su estado.
–Pues yo lo noto. Es un olor que me gusta y me crea un cosquilleo al sentirlo.– Tenía tantas ganas de lamer la piel del cuello de Sasuke, eran casi irrefrenables.
Sasuke también sentía un cosquilleo, pero en su estomago y bajando, entonces cayó en que eso es lo que olía el zorro. Era tan humillante saberse descubierto por el ser que le atraía y le gustaba.
–Yo...– Intentó separarse.
–Tranquilo, Sasuke... No te preocupes.– Le miró con sus amables ojos azules y una bella sonrisa entre sus labios.– Yo me siento igual que tu. – Agarró su mano y la llevó a su corazón.– Me causas lo mismo, Asa no hibari... Desde hace tanto tiempo.
Bajo su palma sentía el corazón del rubio latir impetuoso, le miró a los ojos y vio el cariño y el amor que sentía Naruto por él. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y con lentitud acercó sus labios a los del zorro. Se detuvo a apenas un centímetro de distancia, notando la calidez de sus alientos mezclándose. Y se fundieron en un dulce beso al terminar Naruto la distancia entre ellos. Ambos encerraron sus ojos detrás de sus parpados, dejándose seducir por el bello momento compartido. Ambos corazones unidos en un mismo sentimiento, el del amor correspondido.
Desde ese día la felicidad había entrado en las vidas de ambos, Sasuke notaba como siempre portaba una mini sonrisa en sus labios, como su corazón latía emocionado cuando paseaba por el bosque con Naruto, ya fuera con su forma animal como con la humana; cuando cazaban juntos sentía la euforia de compartir una actividad, cuando corrían por el bosque jugueteando, una sensación de libertad mezclada con diversión como cuando era niño, pero siempre sintiendo la feliz inocencia de un corazón enamorado. Y los besos que compartían, dulces, amorosos, a veces algo más tórridos, a veces robados durante esos paseos bajo la sombra de los árboles mientras iban con las manos entrelazadas. Le gustaba tanto besar a su zorro, era tan feliz de compartir con Naruto esa dicha.
¿Se podía amar tanto a alguien que sentía su cuerpo flotar? ¿Sentirse muy vivo y a la vez sentir que podías morir de afecto? Euforia y dolor en su corazón mezclándose de tanto amor por su bello Asa no hibari. Se había enamorado locamente de un humano, de su teme. No cambiaria esas sensaciones y ese amor por nada del mundo, pensaba mientras abrazaba al doncel y le apoyaba la cabeza en el hombro mientras lentamente se lo besaba, para luego besar su cuello con suavidad.
–Te amo, teme.– Nunca se había enamorado de nadie, amaba tanto a su humano. Tan fuerte y tan frágil a la vez, así era Sasuke, una bonita dicotomía.–¿Tienes que ir hoy también?
Había ayudado a su teme a pescar y habían conseguido un par de anguilas que Sasuke iba a vender al mercado, según el azabache se las iban a pagar muy bien con varias bolsas de arroz y otras especias que requería, el bosque le surtía bien pero no en todo.
–Si, necesito conseguir arroz y semillas de temporada para plantar, algunas especias para sazonar. No tardaré dobe, ya verás. ¿Por qué no vas a casa y empiezas a preparar la cena?– Le besó antes de alejarse para adentrarse en el pueblo.
Ese día se les habían pasado las horas pescando y disfrutando de compartir tiempo. Cuando menos se dio cuenta ya era por la tarde y a esa hora no le gustaba acercarse al pueblo... Pero las anguilas y demás pescado se vendían mejor frescos. Entró en el pueblo dirigiéndose al mercado e ignorando a los soldados que patrullaban para defender a la población de bandidos y demás... O eso tendrían que estar haciendo, porque la verdad es que muchos de ellos estaban algo beodos y estaban molestando a vendedoras y algunas jóvenes y donceles que iban a realizar las compras. Eran tan patéticos y asquerosos.
–¿Quién es ese joven que va solo?– Preguntó el chulesco capitán de patrulla a uno de sus hombres. Nunca le había visto por el pueblo a esas horas.
–Es el muchacho que vive en el bosque. Suele venir por las mañanas cuando tiene algo que vender o requiere comprar algo.– Informó uno de sus subordinados. Había sido trasladado desde la patrulla de la mañana hacía la de la tarde.– Es un doncel según conseguimos conocer y vive solo, señor.
–Oh, un doncel sin nadie que le cuide y proteja...– Se relamió el capitán de ese escuadrón. El joven azabache era muy atractivo, su rostro fino y elegante, un rostro de facciones perfectas. Y al estar solo nadie podría salir en su ayuda o irle a reclamar si buscaba ganarse sus favores.– Yo me ocupo.
–Señor Takeru, nadie ha conseguido nunca que el joven Sasuke les haga caso, nadie ha conseguido ganarse sus favores.
–¿Acaso el doncelito se cree superior a un capitán?– Lo iba a tener que poner en su lugar, demostrarle que no se le negaba nada a alguien de su rango, que le tendría que agradecer que hubiera mostrado interés en él.
Takeru se acercó altivo y pavoneándose al joven azabache, que le ignoró y siguió vendiendo su anguila a un rico comerciante que solía comprarle todo el pescado, esa vez no fue diferente. Le pagó bien el producto. Después de eso, el doncel siguió con sus compras ignorando al capitán, actuando como si no existiera... Y eso cabreó a Takeru. Nadie se burlaba de él y menos delante de sus hombres y de la gente del pueblo... ¡Maldito doncel! ¿Cómo se atrevía a pisotear su orgullo? Él era un soldado y ese, ese doncel solo era una maldita puta. Le estuvo controlando a cierta distancia mientras el azabache compraba y cuando se encaminó fuera del pueblo lo siguió con algunos de sus hombres. Le iban a dar una buena lección a ese maldito arrogante.
Sasuke se notaba vigilado durante sus compras y cuando caminó con todo hacía la salida del pueblo para enfilar hacía el bosque vio que sus sospechas eran ciertas... Afiló su mirada molesto y cabreado, pero no se detuvo, no quería causar problemas en medio de la población. Eso si, sujetó su katana corta para estar preparado para defenderse... Les iba a enseñar que él no era ningún doncel desvalido. Y cuando ya estaba adentrándose en el bosque le rodearon, eran 5 hombres; 5 soldados bien entrenados y armados que le miraban con esas caras cargadas de lujuria, esos ojos desquiciados del hombre que mira y sólo ve a una presa, alguien de quien aprovecharse.
–¿Qué queréis?– Demandó sin miedo.
–Menuda soberbia joven doncel... Te vamos a tener que enseñar modales y a respetarnos.
–Tch.– Les miró como si fueran simples cucarachas. Para él no valían nada. Les miraba y solo veía el típico abusador que se cree con derecho de tomar todo lo que quiera sin respetar a los demás... "Cómo los que mataron a mi familia." Dejó lo comprado en el suelo y sacó la katana corta que siempre portaba para defenderse de ese tipo de personajes.
–¿Ya sabes usar eso? Un doncel respetable no tendría que empuñar arma alguna, eso es cosa de hombres.– Se burló uno de los soldados.
–Acércate y compruébalo tu mismo.– Retó. Él no se dejaría amedrentar ni les mostraría miedo a esos.
–¡A por él!– Ordenó el capitán con rabia.
Sasuke se puso en posición de pelea, sin dejar que los nervios le dominasen y se dispuso a defenderse y eliminar a quien le quisiera poner la mano encima.
...
El teme tardaba mucho... Según le había explicado Sasuke, las anguilas serían muy rápidas de vender porque su carne era muy apreciada y que llegaría antes de que terminara con los preparativos la cena. Pero ya estaba todo dispuesto y aun no había llegado. Eso le preocupaba por mucho que supiera que Alondra sabía cuidarse solo. Empezó a pasear arriba y abajo, intentando contenerse y no ir, un voto de confianza al bello doncel.
–Esto me huele mal...– Tenía un mal presentimiento. Sasuke no es que fuera muy social como para perder el tiempo hablando con el resto de humanos del pueblo.
Tomando su forma de zorro salió veloz de la cabaña, dirigiéndose al camino por el cual volvía el teme siempre del poblado humano. Un leve rastro a sangre que reconoció fue traído por el viento a su sensible nariz. Liberó un sonido de angustia antes de dejar que la magia corriera por su cuerpo y así le permitiera llegar con más prestancia donde estaba su Sasuke. Lo que vio le cabreó tanto... Mostrando sus dientes y aumentando su tamaño a su forma real de Kyubi(*), se lanzó al ataque contra esos que habían herido a su Asa no hibari y ahora le estaban sujetando contra el suelo para someterlo y así poder abusarlo.
Se lanzó con los dientes desnudos hacía la garganta del que se colocaba entre las piernas de su amado bajándose los pantalones y le arrancó la yugular sin dejarle tocar a su teme. Se colocó protector encima del cuerpo encogido del doncel y observó la escena. Tres de los hombres, ahora cuatro contando el que él había matado, estaban en el suelo... Tres de ellos estaban muertos con seguridad, el cuarto estaba malherido pero aun respiraba con una katana corta saliendo de su estómago. Luego miró a su amado humano, tenía el rostro golpeado y algunos cortes en brazos y piernas, las cuales se mostraban a la vista pues le habían arrancado los pantalones. Rugió con rabia hacía el quinto hombre que quedaba con vida que estaba en el suelo rogando por misericordia y arrastrando su trasero por el suelo al buscar alejarse de él. Volvió a rugir en su dirección, enseñándole toda su afilada dentición... Le iba a matar por atreverse a tocar a su amado.
–Lo siento... Perdóname... No me mates te lo ruego... Yo sólo cumplía ordenes... Por fa-argggh.– Gimió ahogándose en su propia sangre.
Naruto observó como Sasuke se había levantado y con un potente grito de rabia le clavaba un cuchillo en el cuello a ese hombre. Luego se agachaba y recuperando una capa la usaba para cubrirse la intimidad.
–Vámonos.– Ordenó con frialdad, agachándose a recoger el alimento que había conseguido en el mercado y que no se había malogrado con la pelea.
Naruto se acercó a Alondra y le obligó a detenerse al interponerse delante suyo. Le lamió el rostro con suavidad, calmando el ardor de las heridas y los golpes y, permitiendo que el azabache se abrazara a su cuello y enterrara la cabeza entre su pelaje.
Sasuke enseguida dejó de sentir un cálido pelo debajo de su piel para sentir la suavidad de la piel del rubio y como le abrazaba con fuerza. Tembló un poco sin poderlo contener, lo había pasado mal.
–Pensaba... Pensaba que...– No pudo terminar porque su voz se rompió por el llanto.
–¿Te han...?– La negación del doncel le alivio.– ¿Te duele mucho?
Le preguntó esta vez apartando un poco la cara del otro de su cuello para observar los golpes. La respuesta se retrasó algunos segundos que para él fueron eternos.
–Donde más me duele es en el orgullo... Por no haber podido ser más bueno que ellos y permitir que pudieran herirme y tocarme.
No le habían violado, pero si que cuando consiguieron reducirle a base de golpearle al perder su arma en el cuerpo de uno de los soldados, le habían estado toqueteando, además de seguir pegándole para intentar someterle y le habían conseguido arrancar los pantalones...
–¿Por qué se han creído con derecho a esto? Odio ser así...– Ser un doncel y que los demás se creyeran con derecho a juzgarle o a acosarle o a intentar abusarle.
–¡No Sasuke! Tu eres perfecto tal como eres, a mi me gustas mucho así... Son ellos los que tienen el alma podrida, son seres indeseables dominados por el mal, seres que no merecen nada y menos que tú te sientas así por culpa de sus acciones.– Acarició sus mejillas y juntó sus frentes.– Por favor no vuelvas a decir eso de ti, ttebayo.
Ver al cariño, el amor que le profesaba Naruto le hizo soltar el aire con lentitud para sonreírle con suavidad. Naruto tenía razón, un zorro mágico tenía razón sobre esos humanos que le habían atacado... Había humanos buenos y los había malvados, como los que mataron a los suyos, los bandidos que se intentaban esconder en el bosque y ahora esos soldados a los que habían matado para defenderse. Unió sus frentes con el zorro y le besó, un simple toque de labios. Vio como el rubio le miraba y como cambiaba a una mirada preocupado.
–¿Tan mal aspecto tengo?– Le buscó bromear para intentar borrar ese rostro preocupado en la tez bronceada.
–Es mi culpa... Te dije que no te dejaría y...– Un dedo le impidió continuar.
–Shht... No digas eso. Yo te pedí que fueras a casa y además, como tu bien dices son esos los que no tendrían que haber actuado de esa manera. Tu no lo sabías y yo tampoco.
–Pero si hubiera...
–No, dobe. Has llegado y me has ayudado. Eso es lo que importa.– Le sujetó la mano, ignorando la desnudez del zorro y empezó a andar hacía su hogar.– Vámonos a casa, usuratonkachi y no te atrevas a culparte de nuevo en mi presencia.
Sasuke tenía razón... La culpa era de esos humanos y se encargaría de solucionar-lo. El daimo de esa región tenía un trato con él... Ellos le ofrecían ofrendas y hacían ceremonias en su honor, que le ayudaba a mantener el bosque libre de presencias malignas y servían de alimento a los otros dioses y criaturas menores del bosque, además de mantenerse en comunión con la naturaleza y sus criaturas y, a cambio, él aportaba prosperidad y buena ventura a la tierra, a su reinado, a sus gentes. En definitiva era su protector. Ya era hora de que le recordase de su trato y como algunos de sus hombres se estaban sobrepasando en sus funciones, el señor Yakasa tendría que hacer limpieza entre sus tropas.
Mientras caminaban hacía su hogar, ayudó a Sasuke a llevar la comida, viendo como este hacía lo imposible por no mirar en su dirección, o si miraba su vista se desviaba hacía los árboles. Rió zorrunamente.
–Usuratonkachi no te burles... Nunca me acostumbrare a que vayas desnudo.
–Tu también vas desnudo en parte.– Le recordó, aunque se hubiera puesto esa tela por encima. Un golpe fue lo que recibió junto a un nuevo insulto. Soltó una divertida carcajada traviesa, le gustaba ver que lo ocurrido no había afectado demasiado a Sasuke, era tan fuerte su amado.–He preparado la cena, tendremos que calentarla.
–Gracias... Por todo.
–No tienes que agradecer nada, Sasuke, te amo.
El azabache le miró con cariño impreso en su mirada. Conocer a ese zorro era lo mejor que le había pasado en la vida, Naruto amaba de una forma incondicional... Cuando el rubio le prometía algo, lo hacía de corazón y lo cumplía. Observó disimuladamente el atractivo y fuerte cuerpo del ser sobrenatural a su lado y le gustaba tanto lo que veía... Hacía ya tiempo que se sentía muy cómodo al lado del zorro, preparado para entregarse plenamente a él, amarle sin restricciones.
"Mamá... He conocido a alguien y creo que te gustaría... Incluso a padre y a Itachi les gustaría. Se que no es humano, de hecho es un zorro mágico, pero aunque suene contradictorio, es el mejor hombre que podría haber encontrado nunca. Naruto me ama con toda su alma, con todo su ser... Naruto no me juzga y me deja ser como quiera, y me ama a pesar de ello. Naruto me escucha, me comprende, me consuela y siempre está dispuesto a ayudarme en todo. Madre es el hombre al que amo y el hombre al que quiero pertenecer, ¿me darías tu consentimiento? ¿Crees que padre lo daría? Itachi ya se que si, aniki me diría que si me hace feliz él se sentiría satisfecho."
No sabe ni para que se esforzaba, pero necesitaba eso, aunque su familia no podría responderle nunca.
Un aleteo se escuchó y una alondra de un color blanco inmaculado se posó en una rama baja ante ellos... Que extraño, las alondras no salían a esas horas tardías y menos eran de ese color. El pequeño pájaro les miró y soltó un bello trino antes de desaparecer de nuevo, volando entre los árboles y perdiéndose entre las ramas.
–Ha dicho que si.
Miró a Naruto que era el que había roto el silencio en el que se habían sumergido tras marcharse el ave.
–¿Qué?– le preguntó confuso.
–La alondra albina ha dicho: "Si".– Le miró a su vez con gran confusión en su rostro. No entendía porque ese pájaro había soltado esa afirmación entre su canto.– Estaba feliz por algo, quería transmitir esa felicidad y esa afirmativa.
Sasuke parpadeó analizando esa información que le compartía el zorro y sonrió para si, mientras volvían a ponerse en marcha junto a su dobe. Entrelazó su mano libre con la de Naruto.
–Gracias...– "... Madre".
–¿De nada?¿Aunque por qué me agradeces?
–Por darme ese mensaje.– Agradeció al rubio. Ahora ya tenía claro que tenía la bendición de su familia para unirse con su dobe.
Miró de refilón al azabache y comprendió, después de todo él mismo era un zorro mágico, así que el hecho de que Sasuke hubiera recibido respuesta a algo de 'vete a saber quien' no le suponía nada a extrañarse.
Esa noche tras le cena, Sasuke le besó y esta vez Naruto lo sintió diferente. La entrega por parte del doncel era absoluta, ya sin notar esa vacilación que anteriormente le acompañaba. Esa noche se amaron, se entregaron a los brazos del otro sin miedos, amándose con determinación. Fueron uno y fue mágico. Sus cuerpos perlados de sudor mientras el doncel le acogía en su interior, besos cargados de pasión y amor, toques sintiéndose con devoción, clímax compartidos, abrazos y besos. Naruto la sintió como la mejor noche de su larga vida, una noche que no desaparecería jamás de su memoria, por ser precisamente la primera donde hicieron el amor con su amado teme.
Sasuke mira a Naruto fuera de su hogar, ha ido desnudo a buscar agua para poder saciar su sed, y sonríe al verle. A su mente llegan los recuerdos de esa noche donde, con la bendición de su familia, se entregó al único hombre que amaría jamás, su esposo el protector del bosque, el zorro mágico. Y ver su perfil mientras rellenaba el recipiente de agua le llenaba la memoria de lo vivido hacía apenas unas horas atrás... Se acarició los labios recordando sus atractivas facciones a la luz de la luna que entraba por la ventana, su piel suave al tacto y esas cálidas palabras susurradas al oído mientras le hacía suyo. Naruto le había amado toda la noche, llevándole al éxtasis cada vez. Una noche a la que siguieron otras más, pues desde ese día siempre dormían abrazados con su zorro tras amarse. Y unos meses más adelante descubrieron que tendrían que ampliar ese hogar que era la casa que compartían... Estaba en espera de su primer hijo. Eran tan dichosos.
FIN
(*)Naruto en su forma mágica de zorro de nueve colas no es tan grande como el Kurama de la serie de anime... Digamos que tendría el tamaño de un caballo, aproximadamente.
Feliz día de San Valentín. Espero que esta historia os haya gustado y os animéis a darle un voto y a comentar.
Besis y espero que me leáis en algún otro de mis fics.
