Advertencia: Occ(?, viejos sabrosos, BL (relación entre hombres). si no te gusta este género mejor abstente a leer. Gracias.
Los personajes de esta historia no me pertenecen.
En su memoria.
Deposito el plato de comida aún caliente sobre la hierba fresca, la brisa removia sus rubios cabellos ligeramente, mientras se sentaba en aquel pasto apoyando los glúteos sobre sus pantorrillas. Sus manos se colocaron frente a sus rodillas a pocos centímetros del plato que destilaba un olor sublime, en un triángulo casi perfecto, inclinó más su cuerpo y quedó casi con la frente pegando el suelo. Una señal de respeto, una inclinación solo realizada para la realeza.
— Gracias – su voz salió suavemente, sus ojos empañados en rebeldes lágrimas – muchas gracias...
Había pasado tantos años desde la última vez que estuvo allí, tantas décadas desde que había pisado aquellas tierras que solo le traían pesar y asquesos recuerdos, ya había superado esa etapa, ahora no era más que un cocinero, el mejor de todo el mundo el que había alcanzado ver el All blue, alcanzó a cumplir su sueño. Al final toda su familia cumplió sus sueños, Su capitán coronado rey de los piratas, la navegante había complicado cada mapa del todo el mundo, el músico se había encontrado con su compañero de antaño, el carpintero había hecho el barco que los llevó por un sin fin de aventuras, el francotirador se convirtió en todo un orgulloso guerrero marino, la arqueóloga descubrió la historia llenando de espacio aquel vacío de cien años, el timonel logro la ansiada convivencia entre su gente y los seres de la superficie, claro que con algunos imperfectos y que aún después de décadas, aún existían humanos y gyojin que tenían cierta discriminación, pero nada que no se pueda mantener bajo control. Y el marimo, él se volvió el mejor espadachín del mundo.
Enderezandose, acomodándose a una posición más cómoda cruzando sus piernas rebuscó entre sus bolsillos aquella droga que le relajaba los músculos de la ligera ansiedad que le hacía temblar, buscó el mechero y un ligero crispar se escuchó en su soledad. Inhaló profundamente, llenado sus pulmones de aquella nicotina y expulsó suavemente por sus fosas nasales, era tan tranquilizador.
— Sabes, logré encontrar el All blue, ahora trabajo para el rey de los piratas ¿No es increíble? – habló a la nada, la edad ya asentaba un poco sus facciones, mostrando ciertas líneas en a comisuras de sus labios y ojos cuando sonreía. – Ahora todos estamos en paz, me preguntó qué me dirías si me vieras en este momento.
Sonrió una vez más con tristeza mientras daba otra calada a su cigarrillo. Sus ojos no estaban puestos en aquella tumba que parecía descuidada por los años, puesto que el moho y la mala hierba crecía en su granito haciéndole lucir más antigua de lo que de verdad era. La mirada de Vinsmoke estaba más allá, mirando aquel pacífico valle que le daba la vista al lugar dónde estuvo sus peores años en la infancia, dónde ahora era solo un lugar completamente destruido, desolado y frío. Siempre había sido frío.
Ahora, mientras el sol bañaba sus alrededores con sus tonos rojos y anaranjados, Sanji suspiró, su sonrisa calmada permaneció, desde hacía tanto que no recordaba esa paz en ese lugar, deseó que ella estuviera allí, acompañándole, probando sus deliciosos platillos y dándoles consejos, con todos y cada uno de sus aspectos, deseaba tantas cosas. Su mirada adormilada ahora sí se posó en la tumba y su sonrisa creció aún más.
— Aunque, hay un marimo imbécil que me saca la paciencia...– rió un poco por lo bajo antes de dar una calada a su cigarrillo. – cómo me gustaría que estuvieses aquí para que lo conozcas...para que conozcas a todos, mamá.
Sus ojos se derritieron y un sollozo escapó de sus labios, había pasado tanto, tanto tiempo que no sabía si era por la edad u otra razón, pero el rostro de ella yacía borroso entre sus recuerdos, solo seguía la sonrisa allí precente, ahora que por supuesto la lucha contra Jude y los idiotas de sus hermanos no era más que un siempre recuerdo del pasado, se sintió más que culpable, sus manos temblaron, y su dolor seguía persistente, aún con tantos años ¿Por qué? Aún cuando ya rallaba los cuatrenta y tantos años ¿Por qué? Aún no se liberaba de ellos, aún cuando su padre biológico había muerto y sus hermanos perdidos en el mar. Por qué los demonios aún le seguían atormentando como si hubiese sido ayer que había escapado de aquella asquerosa famila.
— Oí, cosinero de tercera tienes la guardia baja – logro escuchar luego de sentir un pequeño golpe en su cabeza, su ceño se frunció completamente y antes que el dueño de la voz notará su estado se apoyó en la mano zurda para dar una patada al contrario, en cuál esquivo sin ninguna complicación. – ¿Qué pasá? ¿Ya la edad te está atrofiando?
— ¡Cállate, marimo de mierda! – alzó la otra pierna, ahora apoyándose en la diestra para que el golpe diera en toda la cabeza del peliverde.
Sin dificultad se agachó el contrario ligeramente tomando con una de sus manos la pantorrillas del rubio. El cual al no tener un buen punto de apoyo cayó de espalda a la hierba, sus rubias hebras se exparsieron al rededor y el mechón de su cabello se movió dejando ver aquel otro ojo que se ocultaba en él. Las cejas mirando hacia un mismo lado y sus ojos ligeramente agrandados por la impresión, para Zoro Roronoa era como recordar sus años de juventud, por supuesto que le llenaba de entero vigor.
— Estás muy distraído, cosinero. – Murmuró dejando la pierna descansar en su hombro, mientras colocaba las rodillas sobre el pasto y se posicionaba mejor entre las piernas del hombre que le devolvía una mirada asesina. – Sí, puede ser la edad, ya te está afectando.
— No seas imbécil, cabeza de musgo, sabía desde un principio que eras tú – Sanji bufó, cruzándose de brazos, mientras que el espadachín reposaba, ahora, ambas piernas en sus caderas y terminaba inclinándose dejando una mano muy cerca del rostro del cocinero. – A ver ¿Qué demonios haces aquí? Vuelve por donde viniste antes de que te patee el cul-
Sus palabras fueron interrumpidas por un fogoso beso de aquel hombre, jamás iba a confirmar que a Sanji le gustaba el olor de Zoro. Aquel olor a hierro, no era un aroma sublime como el de Nami, que era la exquisita fragancia de naranjas, o el de Robin con su divino aroma a Sakuras, no. Era más fuerte, más enloquecedor y después de los años, se mantenía allí.
— Luffy nos espera, es hora de partir de este asqueroso lugar – notó la voz contenida del pirata, llena de rabia y de odio, mirando alrededor con recelo.
— Bueno, si el capitán así lo ordena...– Soltó un suspiro y giró el rostro para mirar a la tumba de su madre sin ningún tipo de brillo en sus ojos guardando silencio unos pocos segundos. – Le hubieses agradado, Marimo.
Soltó de pronto, Zoro simplemente abrió los ojos ligeramente sorprendo, mirando hacia la misma dirección que miraba el cocinero, su cuerpo tembló de momento, entendiendo aquella frase más al ver el nombre que adornaba esa tumba, sintiendo la tristeza en la voz del contrario y por un momento se preguntó si pudo haber pasado, si todo hubiese sido diferente si esa persona aún estuviese con vida en ese momento.
— No creí...– Murmuró Sanji atrayendo la atención de aquel estúpido marimo, aunque él no apartaba la vista de la tumba. –...yo...no sabes lo difícil que es estar aquí de nuevo.
No dijo nada, Zoro no sabía que decir antes tales emociones, a pesar de su edad, a pesar de ya haber visto cada faceta de su cocinero, le dolía, le angustiaba verlo de esa manera tan...desolada. Soltó un largo suspiró, y mientras detallada aquel perfil tan hermoso pero sin una brillante sonrisa, sintió un pinchazo en el pecho. Se agachó un moco dejando un beso en su mandíbula, otro unos centímetros a su lado y otro hasta llegar a su cuello.
— Oe, oe ¿Qué haces, mendigo marimo imbécil? – sus mejillas estaban se sonrojaron al sentirlo, sus labios se abrieron un poco, y su manos se apretó en el cuello de la vestimenta del peliverde. – No...Zoro, detente...
Un jadeó se escapó de sus labios y al sentir una ligera mordida soltó un pequeño gemido, el cual salió travieso sin permiso alguno de sus labios. Se mordió el labio inferior y miró con enojó al espadachín cuando esté paró de hacerle aquello. Sus cejas fruncidas, pero aquel sonrojo en sus mejillas y sus ojos brillantes de nuevo hizo que el moreno sonriera, encantado ante tal imágen que le ofrecía su contraparte.
— Es mejor que nos vayamos antes de que nos vengan a buscar...
— Seguro pensaron que te perdiste...– una carcajada profunda salió de los labios del cocinero y las cejas del espadachín se frucieron. – con lo idiota que eres después de tanto aún no sabes diferenciar entre la izquierda y la derecha – de nuevo otra carcajada se le unió. – me parece un milagro que llegarás aquí ¿Desde hace cuanto saliste del Sunny?
El espadachín se separó lentamente, mostrando una cara tan seria e íntimamente, el blondo lo supo, estaba furioso, se cruzó de piernas y de brazos mirando a la tumba de la mujer, murmuraba cosas intengibles, algunas de ellas palabras ofensivas hacía el cocinero, tales como "cejas de mierdillas" "cocinero estúpido" "bastardo" y otro sin fin de cosas más, por un momento sus ojos no se depegaro de aquel granito.
— Su hijo es un mierda, Señora mamá de Sanji, a veces me dan ganas de destrozarle la cara.
— ¡Oye! ¡Oye! ¡Tampoco te da libertades, trata con respecto su memoria. – Ya acostumbrado y sin caer en tales provocaciones tan fácilmente, Sanji se acercó al plato de comida ligeramente frío tomándolo entre sus manos. – Está algo frío, pero me imagino que no has comido nada desde que saliste del Sunny a buscarme...y no digas que no, porque te conozco mejor que nadie, bastardo. Así que te tragas eso.
Zoro negó con la cabeza sorprendido, era verdad, Sanji había salido como cohete a un punto sin rumbo esa misma mañana apenas desembarcaron a las orillas de esa noche isla en el mar del Norte, justo donde su hogar de la infancia se había alzado y ahora no eran más que solo ruinas con los fantasmas de los recuerdos entre los muros que aun podrían verse.
Zoro en silencio tomó el cubierto y comenzó a disgustar aquel deleite, era tan bueno, una fiesta para su paladar, sin dudas las manos de su cocinero eran tan magníficas como ningunas otra, aunque jamás se iba a atrever a decircelo, nunca aún muerto. Escuchó un suspiro del rubio, quién tenía aquella aura melancólica con una pequeña sonrisa en sus labios y el cigarrillo entre ellos.
— La primera vez que quise darle de mi comida a ella estaba lloviendo, fui sin importar lo que me dijeran o si Jude se enteraba a pesar de conocer el castigo, un perro me atacó, todo se revolvió – su sonrisa se expandió y cerró los ojos un momento – y se humedeció por la lluvia, a pesar de parecer como las comidas que hace Luffy ella dijo que estaba delicioso.
Un sollozo se escapó de sus labios y el espadachín le miró sin decir nada con una expresión totalmente sería, aún con las lágrimas en sus ojos el blondo seguía sonriendo, con los recuerdos rodando cuál imagines nítidas en su mente, más cuando le había dedo lo mismo a Luffy cuando fue por él para salvarlo de Big Mom. Una historia que el espadachín aún no tenía claro, pero sin duda le hubiese gustado estar allí.
— Estoy feliz de haber venido, así puedo decirle adiós como se merece, no pudo hacerlo cuando falleció. – soltando un suspiro acompañado por el humo de la nicotina se levantó sacudiendo sus pantalones del polvo inexistente. – Bueno, Marimo-kun, es hora de irnos, nos iremos juntos, no vayas a perderte.
— Cállate, imbécil cejillas, yo no me pierdo, es que aquí todo se parece — reclamó gruñendo dejando el plato vacío sobre el pasto, justo frente de la tumba a la cual agradeció silenciosamente por todo, más porque la persona que allí se encontraba le había dado el mayor de los regalos.
— Ajá, digamos que te creo, espadachín mierdoso...– soltó una risa, metiendo las manos en sus bolsillos le observó con un brillo de burla en los ojos. El peliverde se levantó limpiando su vestimenta, cuando en un rápido movimiento le atrapó. Por la cintura pegándolo por completo a su cuerpo – ¡Oe! ¡¿Qué haces imbécil?!
Roronoa Zoro simplemente no respondió en el momento y hundió su rostro en el nívio cuello de su Sanji, descubriendo aquel aroma exquisito natural a comida de mar y la nicotina, luego de años siendo amantes, pareja, esposos, tenerlo así era lo que calmaba su corazón, quién diría que a pese de la devoción que ese estúpido cocinero tenía por las mujeres, lo eligiera a él para pasar el resto de su vida, aún no podía creerlo.
Vinsmoke Sanji, quien en su momento se impresionó por aquel acto tan extraño y colmado de cariño, puesto que nunca se había acostumbrado a aquellos actos de "romanticismo y cursilerías" de parte de ese hombre a pesar de los años estando juntos, aún era una sorpresa. Aunque como siempre una sonrisa apareció en su rostro, y envolvió al marimo con sus brazos pasándola por los hombros, acariciando su espalda con suavidad.
— No creas que me ablandaras por eso, marimo idiota – rió un poco y tomándolo del rostro lo apartó solo un poco para no romper el abrazo, miró a su único ojo aún regalando le aquella sonrisa, se acercó un poco a este depositando un pequeño beso sobre los labios de su esposo. – Vamos, vamos, o oiremos a Luffy gritando cuál loco el nombre de ambos, recuerda que hay cosas que nunca cambian.
— Tienes razón...– soltó un largo suspiró, melancólico por no poder quedarse allí en ese burbuja un poco más con su cocinero. Sin más soltaron ese abrazo separándose un poco comenzando a caminar rumbo a la bahía.
— Recuerda que partiremos, nos toca ir al East Blue, es hora de visitar al viejo decrépito, ya le dije que pasaríamos por su restaurante luego de visitar la aldea de mi hermosa Nami-sawn...– comentó cruzando los dedos llevandola a su pecho, mientras una gran sonrisa aparecía en su rostro.
— See...tenías razón, hay cosas que nunca cambian, cosinero mierdoso – gruñó su esposo con mala cara, al verlo Sanji soltó una risa baja, con burla, aunque en su mirada reflejaba más que cariño.
— Todos estos años ya deberías de haberte acostumbrado – dijo aún con voz divertida, y tomó la mano de su tonto espadachín entrelazando sus dedos jalandolo un poco para apresurar el paso. — además, te elegí a tí sobre todos los espectaculares cuerpos y la dulzura de una mujer. Tengo como esposo a un marimo que aparte de idiota es un salvaje ¿Cómo quieres que te lo recuerde?
— Yo te lo voy a recordar cuando estemos solos en el nido del cuervo — aseguro mirandole con seriedad, el ceño ligeramente y apretó ligeramente la mano al que estaba unido, el blondo tembló ligeramente, pero no de miedo, sino de excitación, no podría esperar, aún así se calmo.
— ¡No me jodas, imbécil! – soltó mirandole con el ceño casi unido y un brillo amenazador. – ¡Déjame respirar al menos una vez! ¡Pervertido!
— ¡¿Disculpa?! ¡Si apenas me tocas! – reafirmó el peliverde aceptando está nueva pelea. — ¡Por aquella absurda regla que colocaste!
— ¡Lo hacemos tres días a la semana, ya está semana está completa! ¡No tienes derecho de exigir más! – exclamó comenzando a enojarse.
— ¡Pues fíjate es estúpido al igual que tú!
— ¡Eres un desgraciado!
— ¡Tú un ridículo!
— ¡¿Acaso quieres morir?!
— ¡¿Me estás retando?!
Así se fueron de nuevo al barco, con sus luchas y peleas, mientras una sombra sobre la tumba de Sora de Vinsmoke sonreía con felicidad al fijarse en aquellos dos hombres que se reñían entre espadas y patadas cuáles niños. Porque si, a pesar de ser un par de hombres de cuarenta años y que además compartían sortija en sus anulares seguían peleando poniendo el orgullo de por medio, aunque no había que unos besos o bien unos golpes de la navegante para detenerlos.
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El fin
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En fin...
Espero que esto les haya gustado, la verdad estoy con los nervios de punta, desde que comence a ver One piece me enamoré de esta shipp como no tienen una idea y me dió la piquiña de escribir sobre ellos...este One-shot lo hice por el día de San Valentín.
Bueno...eso es todo por ahora.
Bye, bye.
