La rutina se había repetido tantas veces en su mente que tras terminar el último párrafo escrito en ese día su mente actuó en automático, doblando el papel donde sus palabras se desplegaban dejando salir sus pensamientos, podría decirse que como un diario de memorias, solamente que era algo diferente de alguna manera que aún no llegaba a explicarse a pesar del tiempo.
Una vez vio el avión de papel completado salió de su habitación y bajó las escaleras, su padre veía la televisión, logró reconocer que eran las noticias de deporte, su madre por otro lado parecía estar encargándose de la cena de esa noche, pero Kevin no dijo nada, solamente salió de su hogar, caminó hasta la casa que se encontraba frente a la suya y sin más dejó volar ese avión de papel hasta que este se adentró por una pequeña rendija de la ventana abierta del segundo piso, se quedó allí un par de minutos, vislumbrando la oscuridad en dicha habitación, con la luna apareciendo sobre el cielo y ocultando todo rastro de luz solar que pudiese quedar antes que las farolas lograran iluminar con su luz artificial, después de dicho tiempo dio un par de pasos atrás antes de volver a su casa, se adentró a esta, escuchando como de fondo su madre parecía gritarle que se lavase las manos mientras él subía rápidamente las escaleras. Una vez en su habitación se acercó a su calendario, donde junto al día en el que estaba escribió el número 998, el número de aviones de papel que había enviado ya.
Tras una cena amena por decirlo de algún modo fue de nuevo a su cuarto para tomar una ducha, sintiendo como el agua fría que caía le ayudaba a despejar un poco su mente, volviendo a recordar el número 998…
Ese número se quedó en su mente impidiéndole conciliar el sueño, rodó por su cama hasta ver la alarma al lado de esta, era pasada la media noche y seguía sin poder dormir por lo que dejó salir un suspiro con resignación, se levantó de la cama y fue hasta la silla de su escritorio donde se hallaba su chaqueta, colocándose esta mientras salía a pasos silenciosos del dormitorio, rebuscando en sus bolsillos hasta encontrar las llaves de su motocicleta, la sacó silenciosamente del garaje, vio su casco con detenimiento un momento antes de chasquear su lengua y guardarlo, necesitaba sentir el viento golpeándolo y por mucho que supiese que estaba mal, la necesidad de adrenalina lo hacía sentir más ansioso por esta que su propia seguridad por lo que subió al vehículo y arrancó sin marcha atrás.
Había llegado poco más allá de las afueras de la ciudad cuando por fin pudo acelerar tanto como quería, sintiendo el frío viento golpear su rostro, con tal temperatura que era como si unas pequeñas cuchillas cosquillearan en contra de su piel, pero eso estaba bien, le ayudaban en cierta medida a meditar todo en su mente, donde nuevamente apareció el número 998.
¿Qué tanta importancia tenía este número? Para Kevin era demasiada, puesto que era el número de cartas que había enviado ya a esa habitación pero, ¿cómo había iniciado todo?
Podía visualizar bien aquel día, Eddy había intentado estafarlos de nuevo por caramelos, como de costumbre para todos, recordaba bien ese momento, aunque no mucho las cosas que llevaron a ese punto, Eddy parloteaba algo de que tenían el invento perfecto para superar incluso la barrera del sonido mientras se escuchaba como Edd refunfuñaba tras de él que era solo un prototipo, pero cada vez era más y más acallado por el más pequeño del trío, quien solo parecía tener en mente el conseguir caramelos, como era usual.
Kevin decidió retar a que pusiera a prueba si eso era verdad a sabiendas de que obviamente iba a fallar, ¿cómo no? Era lo que siempre pasaba, pero Eddy, cuya rivalidad se palpaba, no dudó en subir a Doble D al invento a la fuerza, cubriendo su cabeza con un ya muy magullado cubo de aluminio mientras Ed tiraba de unas ligas, haciendo efecto onda… Kevin no quiso admitirlo en ese momento pero le pareció ver por un segundo una mirada de pánico en los ojos del inventor, como si supiese en ese instante que todo lo que podía salir mal lo iba a hacer...
Ed siguió empujando pero en el momento de soltar una de las ligas se rompió, la nave no tuvo una trayectoria limpia y antes de poder siquiera procesarlo se escuchó un gran sonido estrepitoso acompañado de una nube oscura de humo, Ed fue corriendo al lugar, Kevin, ya conocedor de como habían sido los otros intentos de estafa de Eddy solamente giró, volviendo a su bicicleta para marcharse de ahí, llegando a ver de reojo como el resto lo imitaban… Ese día fue el último día que vio a Doble D.
El día siguiente notó que ninguno de los Ed's estaba presente, no había ninguna estafa planeada aparentemente y por un momento infló su pecho con orgullo, aunque una parte de él sabía que estaba mal, al menos por el genio de entre los tres ya que era el más tolerable de ellos e incluso podía admitir que había llegado a tener pequeñas charlas amenas cuando se habían encontrado sin los otros dos rodeándolo, por lo que se encaminó a casa de este, no escuchó risas estruendosas y tampoco escándalos por lo que tocó el timbre una vez, pero no hubo nada, luego otra vez más e incluso una tercera pero al no tener respuesta solo rodó sus ojos volviendo a su bicicleta, quizás estaba con los otros dos idiotas, así que seguro estaba bien, aunque quien le parecía más idiota en ese momento era él mismo, preocupándose por uno de los Ed's.
Esa misma tarde Sarah le hizo saber que aparentemente a pesar del cubo que Edd llevaba de protección no pudo evitar tener una contusión, ella no había conseguido enterarse de la gravedad pero era obvio que estaba preocupada, Kevin la convenció de que estaría bien, después de todo no era la primera vez que les pasaba algo similar al trío, ¿no? Seguro estaba bien… Aunque a decir verdad eso era más para auto convencerse a si mismo de ello.
Esa misma tarde empezó la primera carta, no era planeada como una carta en sí, era más bien una pequeña disculpa escrita con una letra algo temblorosa pues su pulso lo traicionaba en ese momento, pero después de tres intentos uno resultó medio decente, tenía pensado en ir al hospital y dárselo a Doble D en caso de que no le saliesen las palabras en el momento, pero cuando intentó buscar a los otros dos que siempre estaban junto al afectado no los logró encontrar...
Ese verano Eddy no intentó estafar a nadie más, y junto a Ed apenas parecían estar presentes en el vecindario.
El porqué Kevin empezó a lanzar aviones de papel empezó una semana después por ponerle una fecha exacta, ante la premisa de que lo que sea que fuese que tuviese Edd era más grave de lo planteado, el sentimiento de culpa que llenaba el pecho de Kevin aumentaba y ese papel sobre su escritorio no hacía más que ser un recordatorio en cada momento del día por lo que en un ataque de frustración simplemente intentó tirarlo, pero su interior se lo impedía así que salió de su habitación en dirección a la casa del inventor, una vez allí vislumbró la ventana entreabierta y simplemente lanzó la pelota de papel arrugado, sintiendo que una parte de él se aliviaba al hacerlo.
El cómo continuó fue simple, los días pasaban pero el sentimiento aumentaba y cuando no creyó poderlo más volvió a escribir una disculpa, no era más que un simple "Lo siento, espero que te mejores." Algo muy genérico pero no había nada más que pudiese expresarlo mejor, agarró ese papel e hizo lo mismo que con la anterior bola de papel que había hecho unos días atrás.
Cada vez el plazo entre los días era menor pero el sentimiento de culpa seguía, ese remordimiento se había asentado, por lo que escribía y lanzaba, al inicio simples disculpas genéricas, luego eran algunas frases cortas, las pelotas de papel pasaron a ser aviones básicos, pero al no estar del todo bien planeados estos mismos se golpeaban hasta que el pelirrojo conseguía hacer que entraran por la rendija de la ventana, aunque cuando se dio cuenta los días escribiendo y lanzando esos aviones de papel habían pasado, llegando a tener la carta 99 en mano, convenciéndose de alguna manera a él mismo de visitar a Doble D en cuanto la carta cien estuviese lista, pero la carta cien llegó en forma de avión de papel y él no pudo presentarse allí, el valor que pensaba que esa carta le daría automáticamente nunca llegó y simplemente la dejó pasar por medio de la ventana.
De esa forma se fue postergando esa visita ya que pasó a ser la carta número doscientos, luego la quinientos, ahora solamente faltaban dos cartas más para la mil en su ritual diario, y ahí estaba él, sin saber si podría afrontar esos 1000 aviones de papel.
Su rostro ardía un poco por la mezcla de emociones, frío e incluso no sabía si era una pequeña lluvia suave o simplemente la humedad de la noche llenando todo lo que hacía que sintiese ese fresco llenar su cuerpo pero no le importaba, condujo sin pensar en el lugar, solo dejando que él viaje soltase su culpabilidad y únicamente le dejase la adrenalina que ansiaba, haciendo qué por un momento se detuviera a un lado de la carretera, en medio de la nada, mirando el cielo estrellado, recordando cuantas veces la frustración solo le había hecho capaz de escribir un "¿Estas bien?" que sabía perfectamente que no sería contestado, mientras en otras ocasiones podía sentir en ello una especie de terapia camuflada que le dejaba soltar todos sus pensamientos… Había días en donde su mente no parecía escribir nada pero se forzaba a hacerlo, lanzando el avión de papel aunque fuese casi media noche, otras eran tantas cosas que quería expresar que se forzaba a poner solo algunas para no tener que hacer más que un solo avión de papel apenas en las primeras horas de la mañana.
Sabía que a dicho punto el primero de todos solo debía ser un papel viejo y desteñido pero era lo mejor, ¿no? Eran papeles viejos con ánimos no muy bien definidos.
Una vez sintió que estaba listo volvió a arrancar la motocicleta de nuevo, volviendo junto a la luz de la luna a su domicilio para dejar el vehículo donde estaba y él regresar a su dormitorio, en esa noche, donde su reloj marcaba pasadas las primeras horas de la madrugada empezó a escribir la carta 999.
Frotó sus ojos cuando la luz que entraba por su ventana era demasiado molesta como para ignorarla por lo que gruñó sin mucho ánimo, ya pasaba el medio día y él apenas despertaba pero daba igual, era un sábado después de todo, así que se levantó para darse una ducha con la cual despertar por completo antes de alistarse para ver cómo pasaría la tarde, aunque vio el avión de papel listo en su escritorio y simplemente lo tomó, sabiendo por inercia los siguientes movimientos. Bajó de su habitación, salió de la casa vacía puesto que sus padres estarían trabajando y se fue a la ventana donde siempre se situaba, apuntó con el avión de papel y lo lanzó, notando como este entraba, se mantuvo un par de minutos viendo la ventana antes de dar media vuelta, pero en cuanto se disponía marchar escuchó un sonido peculiar, como el de una madera crujir, con algo de duda giró su torso a sus espaldas, viendo la ventana con curiosidad, y allí, en medio de una gran ventana abierta, se encontraba aquel joven de piel pálida y típico gorro oscuro, mirándolo con atención y algo de nerviosismo mientras parecía meditar cada una de las palabras que diría antes de ver al pelirrojo, sonriéndole suavemente.
—Saludos Kevin, ¿deseas pasar a mi hogar un momento para que podamos hablar?
¡Hola! Antes que nada quería agradecer a toda persona que lea esto, muchas gracias, sobre todo sabiendo que esta ship ya está algo viejita pero últimamente le he vuelto a tomar estima y quise hacer esto por el día de hoy.
Inicialmente esto empezó para ser un oneshot pero hay más cosas que quiero integrar así que definitivamente terminaré haciéndolo un fanfic, aunque aún no he pensado en cuántos capítulos tendrá, sobre todo debido a que si bien este será un fanfic KEVEDD aún no he integrado ningún sentimiento entre ellos y verdaderamente quiero explayarme en ese punto.
Por último, lamento todos los errores que este capitulo pueda albergar ya que fue escrito por medio de un impulso por escribir algo de esta pareja y más aún siendo San Valentín, así que aquí liberé esa idea de escribir que llevaba un tiempo rondando mi mente, sin nada más que añadir, espero que esto sea de su agrado, ¡hasta la próxima!
