Fresas x con x Chocolate

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–Oye, Killua, ¿ya viste que se acerca el día de San Valentín?

Fue una pregunta casual, lanzada al aire en medio del bosque, mientras recolectaban frutas y hierbas para sazonar el pescado que habían atrapado para el almuerzo.

–Sí, ¿y qué? –respondió Killua con su mejor tono de voz desinteresado.

–Pues, estaba pensando... –Gon hizo una pausa. Estaba inquieto y un poco nervioso, nada habitual en él.

Killua se detuvo en su labor de arrancar naranjas del árbol para voltearlo a ver. Gon carraspeó.

–Estaba pensando que sería divertido tener una cita.

Killua se petrificó.

Por fuera parecía neutral, o al menos esperaba parecer lo suficientemente sereno para que Gon no sospechara que en su mente se encontraba escudriñando desesperadamente todos los recuerdos de las últimas semanas, buscando una pista acerca de con quién demonios quería salir Gon y en qué instante de distracción se las había arreglado para conocer a una chica. ¿Se trataba de algo reciente? ¿o era que Gon había estado anhelando salir con ella desde hacía tiempo? ¿Había sucedido durante alguno de los pocos momentos en los que estuvo fuera de su vista?

–... paseo en bote y después un picnic, ¿o crees que no es suficientemente romántico?

Por supuesto, Gon le estaba pidiendo consejo.

Killua parpadeó repetidamente, sin la más mínima idea de qué decir. Gon lo miraba con la expresión más vulnerable que le hubiese visto, como si la opinión de Killua pudiera decidir el destino de sus planes de San Valentín.

–Así está bien. –Logró encogerse de hombros, esperando aparentar que no le afectaba.

¿Por qué necesitaría de su ayuda específicamente? Entre ellos dos, se suponía que Gon era el que tenía más experiencia con ese tipo de cosas. Si no había tenido problema para planear la salida con Palm, esta vez no tendría por qué ser diferente.

A menos que se tratase de un caso completamente diferente, pero Killua se negó a siquiera considerar esa posibilidad.

En el mejor de los casos, sería cosa de una sola vez y después Gon podría dedicarse a perseguir su siguiente objetivo.

–y, también, ¿sabes qué? –, Gon no parecía estar ni cerca de querer terminar con el tema.

Killua contuvo una maldición, mientras pretendía estar muy interesado en patear una pequeña roca.

–También estaba pensando que, bueno, como va a ser San Valentín y todo... –las mejillas de Gon estaban completamente sonrojadas y parecía agradecer la distracción de la piedrita, como una alternativa para dirigir la mirada, –no es que sea necesario, pero sería lindo, reservar una habitación en uno de esos hoteles lujosos para después de la cita...

Killua alzó la vista de golpe para examinar la cara de Gon. ¿Acaso estaba insinuando lo que creía que estaba insinuando?

Sintiendo un pavor frío asentarse sobre su estómago, Killua tuvo que admitir que la expresión de Gon y su lenguaje corporal parecían corroborar sus sospechas. No obstante, necesitaba que se lo dijera claramente, aunque fuese solo para evitar malentendidos.

–¿Lo dices por...?

Gon tomó aire y después enderezó toda su postura, para mirarlo directamente a los ojos.

—Sí. Quiero terminar la cita haciendo algo sexy.

Killua se atragantó. Debería haber imaginado que la franqueza natural de Gon tomaría la rienda en cualquier momento. Tenía que admitir que esto se lo había buscado él mismo.

–Claaaro, –Killua se metió las manos en los bolsillos, –porque eso es lo que se supone que pasa en San Valentín.

No tenía nada de raro, en absoluto. Killua debería haberlo visto venir desde el principio. Sin embargo, Gon frunció el ceño ligeramente.

–No.

De pronto, incluso su aura se tornó oscura y Killua no pudo evitar erizarse un poco ante la intensidad en sus ojos color caramelo.

–No quiero que sea solamente porque eso es lo que se supone que pase, –el rostro de Gon reflejaba tal determinación que casi taladraba un hueco directamente en el alma de Killua, –quiero que sea porque ambos lo queremos, pero también... no solo quiero eso, quiero que tenga significado, porque significa algo para mí.

Gon aspiró hondo, tomando un momento para tranquilizarse antes de proseguir.

–No es solamente carnal, ¿entiendes?

La última parte sonó casi como un quejido. Gon se había ofendido por la inferencia.

Killua sintió que todo su mundo se derrumbaba ante tales declaraciones. Si Gon iba en serio con esta mujer, lo podría cambiar todo. Significaría que ya no podría seguir monopolizando la atención de Gon y tendría que compartirla con alguien más importante.

Asimismo, resultaba un poco inquietante ver a Gon tan afectado por eso. ¿Quién diantres era esta chica para provocar tal reacción en Gon, al punto de sentirse obligado a defender la naturaleza de su relación frente a Killua, ni más ni menos?

–No tiene que ser sexo, solo tocarnos y besarnos es...

–¡Sí, sí, ya entendí! ¡No tienes que entrar en detalles, caray!

¿Ahora cómo demonios se iba a deshacer de esa imagen mental de Gon intimando con una extraña?

A estas alturas, su última esperanza era que esta fuera la única vez que tuviese que escuchar al respecto, y entonces podría ir a ocuparse de sus propios asuntos mientras Gon se iba a hacer lo que fuera de lo cual no quería enterarse, con quien quiera que desearía no tener que conocer jamás.

Lamentablemente para Killua, durante los días siguientes, Gon siguió emboscándolo con preguntas acerca del plan.

–Oye, Killua, ¿crees que estaría bien pasar parte de la cita preparando la comida o sería mejor tenerlo todo listo desde antes?

Solía ser durante los momentos más inesperados, justamente cuando Killua creía que ya habían zanjado el asunto, caminando por los puestos de las afueras de la ciudad o en los pasillos del hostal en el que decidieron alojarse por el momento. Su entusiasmo podría haberle resultado adorable, si no fuera por la causa de éste.

–¿Qué crees que sería más romántico: un bote de remos o un velero? Definitivamente no quiero uno de motor, demasiado ruido y asustaría a los patos.

Algunas preguntas no eran tan malas, y Killua no podía evitar involucrarse aunque fuese en las cuestiones técnicas. Después de todo, era un estratega nato, sin importar de qué se tratase.

–¿Crees que debería comprar flores? ¿O es muy cursi? ¿Qué flores te gustan?

Para otras cuestiones, prefería limitarse a gruñir a modo de contestación, aunque fuera solo para indicar que había oído la pregunta. Estaba acostumbrado a que Gon se concentrara en un solo objetivo a la vez, pero con esto empezaba a excederse un poco.

–¿Crees que un ramo es demasiado? ¿y si las recojo del campo?

A veces, hasta podía darse el lujo de no poner atención y dedicarse a pensar en otras cosas mientras asentía distraídamente de vez en cuando para fingir que estaba escuchando. No es que le molestara planear hasta el más mínimo detalle y considerar todas las variantes, pero normalmente era Killua el que se obsesionaba y no viceversa. Es lo que se repetía para no tener que admitir que empezaba a irritarle que Gon se estuviera esforzando tanto por una desconocida.

–¿No crees que sería raro esperar hasta San Valentín para intimar si ni siquiera nos hemos dado el primer beso todavía? –Gon preguntó de la nada un día –digo, quizá sería mejor empezar desde...

Gon estaba sonrojado, tenía la mirada distante y sonreía soñadoramente como si estuviera a medio camino rumbo a un mundo de fantasía. Francamente, era más que doloroso de presenciar, era una completa tortura. El rostro de Killua se tornó sombrío.

–Gon, –lo interrumpió seriamente, –de verdad no quiero hablar de esto.

Gon se detuvo en seco, desconcertado por el tono frío, y a Killua se le rompió el corazón por tener que ser la causa de su desilusión, pero ni siquiera él podría soportar tener que escuchar al chico que le gustaba entrando en detalles acerca de su vida privada con otra persona.

–Oh, –Gon se recompuso y sonrió incómodamente, con un deje de tristeza –Sí, entiendo. Está bien.

Continuaron caminando en silencio por un rato. Killua iba pensando en todas las formas en las que podría compensarlo después. Honestamente, haría cualquier cosa por Gon, o al menos casi cualquier otra cosa. Excepto esto.

–Pero, no te molesta todo este asunto de la cita... –Gon tragó duro, –¿verdad? –balbuceó cautelosamente, –porque podríamos cancelarla si...

–¡No! –prácticamente gritó Killua, –No, Gon, ¡por favor, no! –se aclaró la garganta mientras recobraba la postura. –La cita está bien.

Se pudo relajar un poco al ver el alivio en el rostro de Gon. En todo caso, podía pretender estar feliz por los planes de San Valentín de su mejor amigo. Era lo mínimo que podía hacer, así que se obligó a controlarse.

–No me molesta –insistió Killua, una vez que se sintió seguro de poder esbozar una sonrisa que no se viera demasiado forzada.

Para ser sincero, Killua sabía que se estaba portando como todo un cretino. Gon estaba más emocionado de lo que lo había visto en mucho tiempo, quizá jamás, contándole acerca de sus planes para esta cita. Lo menos que Killua podría haber hecho era apoyarlo, como lo haría un amigo de verdad.

–Cita romántica, ¿verdad? –especificó Gon, por si acaso.

–Sí –Killua sonrió reconfortante, –Sí, ya lo sé. No hay problema, en serio.

Sobre todo, si Killua fuera un amigo de verdad, estaría genuinamente feliz de que su mejor amigo hubiese encontrado un amor que lo deslumbrara tanto, en vez de comportarse como un idiota celoso.

Por su parte, Gon suspiró aliviado y decidió dejar de ser tan egoísta y testarudo. Mientras Killua estuviese de acuerdo con la cita, debería estar agradecido y no pedir más de la cuenta. No importaba cuánto quisiera la parte física, si Killua no se sentía cómodo, no insistiría. El solo saber que Killua correspondía sus sentimientos románticos era mucho más de lo que se hubiese atrevido a soñar.

Finalmente, después de unas semanas de tortura que parecían no tener fin, el día 14 de febrero, Killua despertó para encontrarse con un Gon muy inquieto.

–¡Buenos días! –canturreó, prácticamente rebotando en su mismo sitio, –Ya sé que decidimos preparar la comida durante la cita, ¡pero me emocioné y ya la hice toda! –sonrió con un poco de vergüenza. –Preparé tus favoritos, y puedes agregar lo que quieras. ¡Yo te ayudo, ven a ver!

Killua todavía estaba un poco desorientado con todo ese discurso. Eso sin contar que el entusiasmo de Gon por salir con un interés amoroso potencialmente a largo plazo lo estaba deprimiendo seriamente. Jamás entendería por qué diablos Gon parecía tan decidido a involucrarlo en lo que debería ser un asunto muy personal, pero decidió seguirle la corriente, como con la mayoría de las cosas cuando se trataba de Gon.

Una vez en la cocina compartida del hostal, Gon presentó orgullosamente un desfile de bocadillos, sandwiches y frutas picadas. Killua sintió un nudo en la garganta al darse cuenta que, tal como lo había dicho hacía un momento, se trataba de las cosas que más le gustaba comer. ¿Por qué tenía que ofrecérselas a esa chica? Y sobre todo, ¿por qué no se daba cuenta que estaba siendo cruel? Esta mujer ya le estaba quitando el tiempo y la atención de Gon, ¿por qué necesitaba quitarle aún más?

–¿qué tal fresas forradas de chocolate? –preguntó Killua amargamente, notando la falta de dulces en el menú.

–¡Tienes razón! –exclamó Gon con entusiasmo, –¿como no lo pensé?

Comenzó a reunir los ingredientes mientras tarareaba por lo bajo, pero a medida que los asentaba sobre la meseta, parecía ir cada vez más despacio. Se quedó mirando el tazón de fruta por unos segundos antes de tomar valor y girarse hacia Killua.

–¿Estás seguro que todo está bien? –preguntó Gon tratando de que no le temblara la voz.

–¿Eh?

–Porque aún no es tarde para cancelar.

Esas palabras fueron suficientes para sacar a Killua de su pesadumbre y enseguida adoptó una actitud enérgica.

–No, para nada –rió Killua mientras ponía el chocolate a derretir –, tú escoge los colores, ¡vamos a preparar las fresas con chocolate más cursis que hayan existido jamás!

Gon sonrió, a pesar de que sabía que algo no estaba del todo bien, pero conociendo a Killua, solo se enojaría y se cerraría más si lo seguía cuestionando. Tenía que darle un poco de espacio para que él mismo pudiera decidir contarle cuál era el problema a su propio ritmo, así que asintió con alegría y empezó a acomodar las chispas y los colorantes.

Como casi todo lo que hacían juntos, la preparación de las fresas pronto se transformó en una competencia, y Gon se olvidó de sus preocupaciones al verse envuelto en una batalla a muerte por hacer el diseño más ridículamente meloso que se pudiera imaginar.

Killua se reía maníacamente conforme iba confeccionando adornos cada vez más monstruosamente empalagosos, y Gon sintió de nuevo como toda la tensión se evaporaba para abrir paso a la atmósfera de cómoda camaradería en la que usualmente se perdían, donde el resto del mundo parecía desaparecer.

Una vez que la canasta del picnic estuvo empacada, Gon se colgó la mochila al hombro y se quedó parado junto a la puerta, agitado, jugueteando nerviosamente con el borde de su camiseta, sin ningún indicio de salir a pesar de que ya estaba evidentemente más que listo.

–¿Qué estás esperando, tonto? –Killua casi podía reírse a pesar de lo trágico que le resultaba todo el asunto.

–Ah, –rió Gon sonrojándose ligeramente, –creí que por ser una ocasión especial querrías arreglarte, pero si ya estás listo, ¿nos vamos?

–¡¿Qué?! ¿Quieres que vaya contigo?

–¡Por supuesto! ¿Creíste que me iba a ir a la cita yo solo?

–¡Pues sí! Ese es el punto, ¿no?

–¡Nooo, Killuaaa! ¿estás bromeando? ¿siquiera sabes lo que es una cita romántica? –se rió más fuerte.

Killua lo miró perplejo. Pensó rebatirle, pero tratándose de Gon, sabía que la razón nunca funcionaba cuando se encaprichaba con algo. Podría incluso tratarse de alguna costumbre rara de Isla Ballena o de la familia Freecss.

–De acuerdo, dame cinco minutos.

Si tendría que acompañar a Gon a su cita, al menos le mostraría a esa desconocida con quién se estaba metiendo.

Gon no pudo evitar quedar con la boca abierta. Normalmente Killua se veía increíble tal como era, sin importar la hora del día, la actividad que estuviese practicando o lo que fuera que tuviese puesto, pero también sabía perfectamente cómo engalanarse cuando la situación lo ameritaba. Ni siquiera se había puesto un atuendo estrictamente formal, pero de alguna forma parecía especialmente radiante. O quizá simplemente Gon estaba más allá de la fascinación, y sin ningún deseo de volver atrás.

–Dame la canasta, yo la cargo, –Killua se le acercó con un aire despreocupado, sin darse cuenta del efecto que tenía en su mejor amigo.

Cuando llegaron al lago, Gon se subió al bote y después de acomodar la mochila y las cosas en el piso de éste, empezó a desatar el nudo del muelle.

–Killua, ¿qué esperas? Súbete, –parecía listo para zarpar.

–¿No vas a esperar a tu pareja?

–¿A quién?

–La mujer.

–¿Cuál mujer?

–La mujer con la que vas a salir.

Gon lo miró confundido.

–Killua, –dijo Gon con un deje de preocupación, mirándolo fijamente a los ojos. –No voy a salir con ninguna mujer. La cita es contigo.

–¡¿Eeeeeehh?!

–Hemos estado planeando esta cita por casi tres semanas, ¿como es posible que no lo sepas? –Su voz se tiñó de pánico.

–¿Creí que era para salir con una desconocida? –la respuesta de Killua sonó más como una pregunta.

–¡¿De dónde sacaría a una desconocida?!

–¡No lo sé! Era lo más lógico que se me ocurrió.

Para ese entonces, ya estaban gritándose con la cara a escasos centímetros del otro.

–¿Es en serio? –Gon palideció, dejándose caer en el asiento del bote, –entonces, ¿eso quiere decir que nunca aceptaste venir a la cita? Al menos no como... –ahora Gon no solo estaba asustado sino decepcionado, casi deprimido.

Lo único que pudo hacer Killua fue bajar la cabeza, sonrojado.

–Está bien –murmuró suavemente.

Gon alzó la mirada, esperanzado.

–Acepto –continuó Killua, esta vez con más seguridad. –Tengamos una cita romántica de San Valentín.

Tomó la mano que Gon le extendía y abordó el bote para zarpar juntos.

Apenas habían avanzado unos cuantos metros cuando Gon detuvo el bote en seco. Se giró a ver a Killua con una expresión de asombro y se apresuró a preguntar.

–Entonces, cuando no quisiste hablar del hotel y los besos, era porque...

Killua apretó los labios, suspiró y finalmente asintió.

–Creí que te referías a ti con la extraña.

Gon hizo un puchero.

Killua carraspeó.

–Pero, si somos tú y yo, está bien.

–¿De verdad?

Killua sonrió y se acercó lentamente a depositar un suave beso en los labios de Gon. Fue un contacto dulce y vacilante, pero en cuanto se separó, sintió cómo Gon se le avalanzaba encima, rodeándolo con los brazos. Se besaron un poco más fuerte, apretándose contra sí, hasta separarse con un suspiro, sonrientes y ruborizados. Killua apoyó la frente contra la de Gon, mirándolo tiernamente a los ojos.

Sin dejar de sonreír, se incorporó un poco para meter la mano al bolsillo en busca de su celular.

–Déjame ver si todavía podemos hacer esa reservación.

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Notas de la autora

¡Hola!

Si llegaron hasta aquí, muchas gracias por leer. Este fic está dedicado a mi querida amiga Dolce Piano que siempre me apoya y fangirlea conmigo (y a la que le prometí hace mil años que escribiría en este fandom), y también a la siempre paciente Rowen Star que si no fuera por sus "amables recordatorios", lo habría dejado a medias esperando hasta el próximo año. ¡Las quiero a las dos!

Y bueno, si tienen comentarios, quejas, preguntas o quieren nomás pasar a saludar, me encantaría leerles y siempre contesto los reviews por privado.

Un abrazo,

LunaGitana