Antes que nada, quiero dejar en claro que como dije antes, los géneros de los solteros y solteras han sido cambiados. Es decir, que ahora Haley es un chico y que Alex ahora es una chica. Ah, y por dejar también en claro, el mago, el brujo, Rasmodious, es Rasmodia. Sí, ahora ella es una mujer.

Ahora, un pequeño glosario con los nombres de los personajes.

Haley: Harry
Emily: Emilio
Leah: León
Maru: Martin
Penny: Penn
Abigail: Abaddon

Sebastian: Sabrina
Sam(Samson): sigue siendo Sam aunque aquí no sé si su nombre completo sea Samantha o Samsa.
Harvey: todavía pensando su nombre
Shane: Shania
Elliot: Elaynor
Alex: Alexa

Aparte de sus nombres, géneros y demás, también hice algunos cambios que no tiene sentido alguno que les diga. Eso será algo que irán descubriendo a lo largo de la historia. Sin más, disfruten de la lectura.


Capítulo 01

El sonido de los pájaros cantar, o el sonido de los insultos que los pájaros hacen pero que nosotros no entendemos, así como el sonido de una alarma que sonó y que tenía a su lado, viendo que marcaban las 6 de la mañana. Aunque quería seguir durmiendo puesto que ya no tiene el trabajo que tenía que le demandaba levantarse, de alguna manera el reloj corporal ya le demandaba que se levante, por la costumbre que tenía.

Sentado en la cama entonces, mirando a la nada misma y sin moverse tampoco porque sigue un tanto dormido, se refregaba los ojos. Sigue dormido, sí, todavía. Estiraba un poco más y miraba que seguía en esa cabaña que antiguamente era de su abuelo, una cabaña que no estaba en sus mejores condiciones, pero que realmente seguía de pie y se podía vivir bien en ella con una cocina pequeña, una sala y un baño también. Realmente es una cabaña linda. ¿Su abuelo vivía tan bien aquí? ¿En esta pequeña cabaña?

Día anterior…

—Bienvenido a tu nuevo hogar, pero también bienvenido a tu nueva granja

—… ¿qué diablos…?

Nuestro protagonista, de vez en cuando le vamos a decir así puesto que más adelante le vamos a decir el nombre, se quedó no solo petrificado por la cabaña en sí sino también por lo que era su "granja" que… de granja no tenía nada de nada. El estado de la granja misma… en serio que era vergonzoso decirle granja a esto porque la cantidad de cosas que estaban tiradas ahí…

Por eso nuestro protagonista, con el bolso encima miraba todo esto en shock puesto que en serio, todo estaba patas arriba.

—No hace falta que pongas esa cara —decía la carpintera Robin al querido muchacho castaño que reaccionó ante sus palabras—. Estoy segura que harás un excelente trabajo para poder mejorar la antigua granja del anciano

—¿Anciano?

—Ah, perdona, perdona —diría ella—. Tengo entendido que el anciano era tu abuelo ¿no?

—¿Por qué anciano? —preguntó, confundido de escuchar que le digan así.

—No se molestaba cuando le decían de esa manera —recordaba al mismo un poco—. De todas maneras, estoy seguro que harás un excelente trabajo, estoy seguro de ello

—… gracias…

Ahora mismo, ambos voltearon a ver la cabaña.

—…

—También estoy segura que harás que la cabaña se vea mucho mejor de lo que se ve ahora… —y dicho esto, dentro de la misma, salía por la puerta un hombre mayor, también lo que se puede decir como anciano. Pantalón marrón con unos tirantes que pasan por encima de una camisa verde, unos buenos bigotes, una boina de color mismo que su pantalón, salía de adentro de la cabaña, viendo que por fin había llegado el nuevo habitante—. Ah, mira a la persona que he traído

Dicho hombre bajó las pequeñas escaleras del pórtico de la cabaña de su antiguo amigo, mirando entonces al muchacho, al castaño. Era como ver a su antiguo viejo amigo como cuando apenas era joven. No era igual, pero realmente podía decir que era su nieto… o su hijo si uno se pone a pensar demasiado.

—Por fin has llegado —diría el anciano—. Perdona por no recibirte en la parada, estaba ordenando un poco la cabaña para que te sintieras a gusto —decía frente a este. Sí, realmente era casi igual a lo que era su amigo en años de mozo—. Un gusto en conocerte y bienvenido al Pueblo Pelícano. Soy Lewis, el alcalde de la misma

—Un gusto en conocerle, señor

—Oh, no hace falta que seas tan forma conmigo muchacho —palmeaba el hombro de este—. Piensa que soy un amigo más… —no, no podía evitar esto—, realmente eres igual que tu abuelo cuando era joven —soltó al final. La nostalgia de verdad le golpeaba y mucho.

—… —se rascaba la cabeza al escuchar esto. Su abuelo, según en palabra de muchos, parecía ser una persona muy especial. Que le digan que se parece a él, le genera bastante vergüenza—. Gracias… Lewis.

—Estoy seguro que podrás hacer un gran trabajo con la antigua granja de tu abuelo, muchacho

—Eso… eso espero, señor… ah, mi abuelo me dijo que cuando te vea, que te deseaba lo mejor…

—Ah, incluso en mejor vida se acuerda de mí…

—Y dijo que esperaba que estuvieses en mejor vida antes que él…

—… bueno, realmente suena como algo que me diría —soltaría una leve carcajada ante eso. Tras eso, volteó a mirar la cabaña junto al nieto de ese hombre y con Robin—. Podrá parecer un poco fea, pero no te preocupes. Seguro que con trabajo honesto y serio, podrás hacer un excelente trabajo…

—¿Un poco fea? —diría entre risas Robin lo que generó que ambos le miren—. Yo digo que parece que se cae a pedazos

—¡Robin!

La peli naranja no podía evitar soltar algunas carcajadas con su propio comentario a lo que el alcalde Lewis le llamaba la atención puesto que había sido un tanto descortés con su nuevo invitado, el nuevo vecino de todos en el pueblo.

—No te preocupes por el comentario de ella —le diría Lewis a nuestro protagonista—, solamente dice eso para que vayas a su tienda y le pagues para que arregle tu casa

—¡Oye!

Robin salió de sus risas cuando escuchó esto y ahora era su turno de molestarse. Se cruzó de brazos y todo, pisando un tanto fuerte el piso por el comentario de Lewis.

—De todas maneras, debes de estar cansado por el largo viaje ¿no?

—Un poco —contestó—, fueron poco más de 3 horas de viaje y me gustaría poder echarme un poco en una cama

—Ah, la cama de la cabaña es muy cómoda. Tu abuelo se quejaba bastante de la misma, pero el viejo a veces le gustaba quejarse de muchas cosas —diría con bonitos recuerdo de eso—. Pero, sí, Robin y yo te dejaremos descansar. Ya mañana, si es que quieres, eres libre de ir y conocer a la gente del pueblo que seguramente tendrán curiosidad en conocer al nuevo habitante de la antigua granja —miró a Robin—, venga Robin, vamos

—Sigo enojada

—Enojada o no, debemos irnos para dejar descansar el nuevo habitante

—… está bien —y miró al protagonista con una mirada seria—. Ten cuidado con Lewis también, seguramente te pedirá pagar impuestos para poder divertirse él mismo

—¡Ey!

—Hehehe…

Tanto el alcalde como la carpintera del pueblo se retiraron entre risas y regaños, algo que nuestro protagonista se quedó sin decir nada ante esto, pestañeando varias veces en lo que veía una relación bastante curiosa a decir verdad. No quiso pensar más en esto y decidió, por hoy, sentar la cabeza en una almohada y dormir un poco y pensar ya más tarde lo que hará para el nuevo día.

Actualmente…

Ya se había levantado de la cama y tomado algo, un vaso de leche como desayuno, admirando que Lewis realmente dejó cosas como para que coma, para que tome, sino se moriría de hambre el muy pobre. Se había lavado la cara también y veía que había una tele, pero más notó una caja que había allí. Junto a la puerta también, parecían haber algunas herramientas.

—… —vio la pequeña caja. Se agachó con la misma y vio la nota—. "Me tomé las molestias de dejarte algo para que puedas empezar. Hehe, de ahora en adelante, serás un granjero y como tal, un granjero debe tener semillas para plantar. Sé que no sabes mucho, pero con la experiencia aprenderás y mucho" —dejó a un lado la nota para abrir la caja. Sí, habían semillas aquí. Semillas de algo que está seguro que nunca había escuchado de ellas—. … —y se las quedó mirando—. "Semillas Chirivía. Plántalas y en un par de días tendrás una cosecha perfecta" —era lo que decía en el empaquetado.

La verdad es que no tiene idea de cómo plantar y demás, solamente conoce lo que técnicamente tendría que hacer. De todas maneras, negaba mientras miraba una vez más el paquete, dándose cuenta que tendrá que aprender por la fuerza puesto que no se quedará sin hacer nada.

Viendo que junto a la puerta había un hacha, una azada, una hoz, un pico y también una regadera, que contenía algo de agua, usaría seguramente alguna de ellas. Las semillas seguían en la caja. Se acercó hasta la puerta para abrir la misma, encontrándose con que no era un sueño lo de la granja en mal estado, no. Árboles en todos lados, piedra tirada por ahí, algunos troncos, algunos árboles tirados por ahí así como grandes pedazos de piedras.

—… realmente no era un sueño —decía a sí mismo. Suspiró. Miró dentro de su casa de nuevo, su nueva casa viendo que debía de tomar o el hacha o el pico—. …realmente tengo que limpiar un poco este lugar… —y negaba—, ¿cómo puede estar tan mal esto…? No importa… todo sea mejor que trabajar de nuevo para Joja…

De hecho, cualquier cosa es mejor que Joja…

. . . . . . . . . .

Pueblo Pelícano.

Un hermoso pueblo ubicado entre las montañas de la República Ferngill, misma república que en estos momentos y desde hace unos años se encontraba en guerra contra el Imperio Gotoro. Aun así, este hermoso pueblo no se veía afectado por la guerra misma, para nada. Dicho pueblo de vez en cuando recibía la visita de turistas puesto que algunas personas necesitaban esa "desconexión" con el mundo moderno. Había tecnología en este pueblo, pero era muy diferente a la de las ciudades de la república.

Dicho pueblo tenía un salón, donde se hospedaban algunos turistas para pasar unos días, explorar el pueblo mismo, poder conversar con los habitantes del mismo, un pequeño hospital donde un doctor que por un módico precio te podría atender sin problemas, una tienda donde puedes comprar también algunas cosas del día a día y, como aparición en estos días, un supermercado Joja que desentonaba un poco con el estilo del pueblo. Aun así, algunos iban a comprar allí.

Pero, más que nada, algunos otros compraban en la tienda del pueblo donde se tenía el nombre en la parte superior de la entrada. "Tienda de Pierre" era lo que decía y bueno, justamente detrás del mostrador estaba precisamente dicho hombre, cabello castaño, de lentes, con una pera con forma de un pequeño trasero, de chaqueta marrón oscura y vaqueros algo descoloridos, este hombre miraba cómo más personas del pueblo estaban aquí, comprando sus cosas del día a día.

A su lado, dándole una mano, estaba su mujer, de cabello verde, largo, mirando también a los demás personas del pueblo comprando.

—¿Has escuchado? —hablaría esta mujer entonces a su esposo—. Al parecer alguien nuevo se ha mudado en la antigua granja deshabitada

—¿De verdad? —preguntaría con sorpresa. Escuchando esta disque noticia había un muchacho de cabello morado, se desconoce si era teñido o no, que se sorprendió de escuchar esto—. Eso quiere decir que no solo alguien habitará esa granja antigua, también necesitará venir para comprarme cosas —y sonreía—. Eso es genial, es una gran noticia

—Te estaba contando esto porque tendremos un nuevo habitante en el pueblo, no para que pienses en dinero, cariño —sonaba como regaño pero era más sorpresa que su esposo pensara así. No le culpaba tampoco—. Será interesante que alguien más se mude

—El año pasado vino Elayne, la chica que está en la casa de la playa —diría Pierre—, no viene a comprar mucho, pero viene. Ahora, un granjero…

—Robin no me contó mucho, solamente una persona que vino de la ciudad a comenzar de nuevo —el cotilleo entre madres a veces suele ser muy normal. Enterarse de esto también lo fue, por supuesto, porque habló con Robin sobre esta nueva persona, obvio—, ¿crees que le irá bien?

—Estoy seguro que sí

Y dicho eso, la persona que estaba entrando ahora mismo por la entrada de la tienda era ni más ni menos que nuestro querido protagonista, portando una camiseta blanca y unos vaqueros azules con una botas oscuras, manchado un poco por la tierra y poco más debido al trabajo que había hecho horas atrás. Un muchacho que tanto Pierre como su mujer miraron, así como otros habitantes del pueblo que estaban haciendo sus compras y que parecían levemente sorprendidos por verle ya que no creían que le verían tan pronto… o que las palabras del alcalde eran ciertas, realmente alguien se había mudado.

—Hola —decía el castaño de nuestro protagonista que, curioso y queriendo dar un paseo en el pueblo para conocer un poco la zona, se encontró con algunas miradas, pero también encontró esta tienda que supone que era una despensa… y estaba en lo cierto.

—¡Hola y bienvenido a mi tienda! —diría Pierre con una sonrisa—. Debes de ser el nuevo habitante que el alcalde había mencionado ¿no? —el castaño asintió levemente—. Un gusto de conocerte entonces. Yo soy Pierre y manejo esta tienda, como podrás ver —con una mano ahora mostraba a su mujer—. Ella es mi esposa, Caroline

—Un gusto en conocerte —diría ella

—El placer es mío, Caroline. Pierre —diría con una leve sonrisa—. Gracias por el saludo y la bienvenida…

—Si es que tienes tiempo y quieres, puedes saludar a los demás que están aquí —proponía Caroline al nuevo muchacho. Este parecía divagar un poco con eso—, también está nuestro hijo aquí, Abaddon, que también nos ayuda en la tienda —presentaría entonces Caroline a su hijo que estaba encargándose, con una no muy buena cara que digamos, las semillas que habían allí, este volteándose solamente para saludar con su mano y seguir con mala gana. Ella, su madre, negaba con esto—. De nuevo con esa cara…

—Cariño, luego podemos hablar de eso —murmuraría Pierre. Ella suspiraba intranquila, asintiendo a lo que decía su esposo—. Aquí en mi tienda podrás comprar productos para el día a día de tu vida, lo que necesites, estoy seguro que lo tendremos aquí. Además —hizo una leve pausa. Señalaba donde estaba Abaddon estaba encargándose de las semillas—, vendemos semillas que corresponden a las estaciones que estamos atravesando, aunque tampoco importa si compras para las demás estaciones…

—Es… bueno saber eso. Gracias por la información, Pierre —nuestro protagonista sonreía entonces. La verdad que le sorprende que tuvieran tantas cosas para lo pequeño que era este pueblo, la verdad—. Entonces, si es que estaré necesitando algunas cosas para mí o para la granja, vendré aquí

—Eso espero —soltaría Pierre—, desde que Joja decidió abrir una sucursal aquí…

—¿Qué? —nuestro protagonista se sorprendió en escuchar esto—. ¿Has dicho que Joja ha abierto una sucursal aquí? ¿En este pueblo?

—Sí, realmente lo hicieron —y se notaba muy molesto Pierre—. Al parecer ese desgraciado de Morris siente que este lugar "tiene un potencial enorme" para que Joja trabaje aquí…

Pierre seguía, así como también poniendo su granito de arena en este tema, hablando mal de Joja y de cómo arruinaba en ecosistema del ambiente puesto que se han encontrado reiteradas veces basura en los lagos y ríos del pueblo. Pero, nuestro protagonista estaba más centrado en la mera idea que Joja vino aquí también.

¿El destino realmente le perseguía?

¿Realmente sin importar dónde se vaya, Joja va a estar allí?

¿Cómo puede ser que en serio Joja decidiera venir aquí también?

Volvió a la disque realidad cuando sintió una mano en el hombro. Tras esto, tras volver a la realidad nuevamente, se giró y era ese chico de cabello morado, Abaddon.

—¿Te sientes bien? —preguntaría, curioso y confundido con el nuevo habitante—. Parecías… que te habías ido un poco

—No, no, estoy… estoy bien —replicó—. Gracias por preguntar… solo, que Joja abra un mercado aquí… no sé, suena irreal.

—Hmm, no es para tanto —y miraba ahora a sus padres que esta vez se fueron del tema. No, seguían hablando del tema pero excluyeron un poco a nuestro protagonista del tema—. De todas maneras, bienvenido. La verdad es que es una pena que te hayas mudado a la granja

—¿Una pena?

—Ya no podré explorarla ahora que vives allí —sonaba un tanto desanimado—. La mera idea de tener una granja "maldita" en el pueblo era genial. Solía ir todas las noches a explorar la misma, esperando encontrarse monstruos, fantasmas, demonios. Poder combatirlos…

—¿Encontraste… uno?

—No, para nada —nuestro protagonista podía en serio notar el desánimo de este muchacho tras decir eso. También, no sabe si seguirle el juego con respecto a fantasmas y demás. ¿Existen esas cosas? Pálido de cerca, ojos muy claros, facciones faciales únicas en cierta manera, de reojo miró a Pierre y a Caroline y…—. De todas maneras, ahora no podré ir a explorar ahora que vives allí… bueno, no importa de hecho.

—¿Es… realmente un lugar tenebroso?

—¿Oh? ¿Te da miedo esas cosas?

—Esas cosas no existen —replicó rápidamente.

—Amigo, te sorprenderías —le decía con una sonrisa confiada de lo que decía. Palmeó varias veces su hombro para luego sonreírle una vez más—. Estoy seguro que te este pueblo y los alrededores te sorprenderán

De hecho, tiene que admitir que ya está sorprendido.

¿De dónde vino esa confianza de pensar que los fantasmas existen? ¿Monstruos? ¿Demonios? No, nada de esas cosas existen y está seguro de ello.

Abaddon se despedía entonces de nuestro protagonista para seguir con su trabajo, su maldito trabajo, de acomodar las semillas y los demás productos de la tienda de sus padres para que nuestro protagonista ahora mismo, confundido, se girase y antes de retirarse de la tienda, saludase a dos personas más que en pocas palabras, le dieron una muy cálida bienvenida.

Necesitaría realmente una cálida bienvenida puesto que él no lo sabe, pero realmente este hermoso valle, este hermoso pueblo, las cosas que suceden alrededor, le sorprenderán y se dará cuenta que ni por más mil vidas en la ciudad se podrán comparar con la vida en este pueblo…