La calidez del verano era una sensación propicia para que en los jóvenes despertase el espíritu de la aventura, llevándolos a cometer acciones que otrora quizás hubiesen intentado escaparse por los distintos factores climáticos, pero aquel día no había excusa para Lincoln, no la había habido en varios días, pero algo le hizo tomar la decisión de aceptar el ofrecimiento que su mejor amigo le había hecho de ir a pasar la tarde a la foresta que rodeaba el pueblo en el que habían vivido, el día era tranquilo y el sol brillaba con calma sobre todos ellos, por lo que simplemente se despidió de sus padres y se embarco en aquel viaje con Clyde.

- Te lo digo Lincoln, estoy seguro de que podremos encontrar muy buenas plantas allí, papá siempre me ha dicho que en esta fecha es cuando las especies nativas brotan mejor.

- Aja.

El muchacho moreno no dejaba de hablar, estaba especialmente emocionado por aquel viaje con su amigo, pero Lincoln no compartía aquel ánimo.

Aun cuando la brisa acariciaba gentilmente su rostro y el calor veraniego les estaba dando un merecido descanso, aun cuando eran las mismas voces que llevaba años escuchando entre la gente que evadía mientras seguía al pelinegro, era una pequeña sensación, una minúscula vocecilla en su cabeza que no le dejaba concentrarse en su día, inclusive Lynn le había preguntado el porque se notaba tan distraído en la mañana, más eso era algo que su amigo no había notado, inmerso totalmente en pedalear y dirigir la ruta que ambos tomaron para apartarse de las construcciones y el ruido urbano, tardándose poco más de 2 horas en ver como la foresta afloraba en todo su esplendor, envolviéndolos con todavía mayor naturalidad y los ruidos que la propia tierra les ofrecían, algo que calmo al muchacho, aquella pequeña incertidumbre se calmó de forma natural.

- Finalmente quitaste ese ceño amigo.

- ¿Ceño? ¿Yo?

- Si, desde que nos juntamos te veías distraído, como si estuvieras pensando, ¿Ocurrió algo?

- Lynn me dijo lo mismo en la mañana.

- Uy, ¿No te golpeo verdad?

- No, solo me pregunto si me pasaba algo.

- Y… ¿Ocurre algo? Si quieres podemos devolvernos, estamos recién en la entrada.

- Creo que dormí mal o algo, no tiene importancia.

- ¿Ok?

- Aunque si te soy sincero, creo que era el ambiente en casa.

- ¿Lo dices por lo de Luna?

- Si… digo, a papá no le gusta que salga tan tarde, y que es muy joven para que ronde por los lugares donde toca.

- Anoche discutieron de nuevo, ¿Verdad?

- Sigh, si, Luna llego muy tarde, los gritos de mamá nos despertaron, o al menos a mi lo hizo, y hoy salió muy temprano junto a su banda.

- Lincoln, se que a veces haces de manager de ellos, pero si sientes que te estás involucrando en problemas dile a Luna, quizás tus padres tienen razón.

- Luna es una chica de carácter fuerte y bastante independiente, si le digo algo solo la voy a enojar más, sobre todo cuando peleo tan recientemente con papá y mamá.

- Eso no es bueno amigo, pero bueno, aquí estás lejos de todo eso, de los problemas de tu hermana y de la música fuerte, solo somos dos chicos buscando algunas plantas y flores de temporada.

- Cuando lo dices así, creo que si le he dado muchas vueltas al tema, - Lincoln sonrío, dándole una suave palmada a su amigo. - Gracias Clyde.

- Para eso estamos los hermanos.

Con los ánimos renovados, Lincoln y Clyde se internaron en el frondoso bosque, la mayor línea natural de la periferia de la ciudad, un lugar que conocían bastante bien, habían venido tanto con sus familias como de forma individual en un gran número de ocasiones, el camino les era conocido a ambos y el peliblanco se estaba dejando llevar por lo que la naturaleza le ofrecía, más aquella pesadez termino volviendo a su mente, aquel relajo que el ambiente le había ofrecido no había sido permanente, como si una extraña ansiedad hubiera termino de brotar en su mente, ¿Acaso la rebeldía de su hermana mayor le estaba afectando tanto? Su mirada se desvió del sendero lo suficiente para dejarse llevar, buscando una respuesta a esa pregunta, más todo lo que podía escuchar era el viento golpear las hojas de los arboles y a su mejor amigo divagar libremente de todo mal.

Por más que los temas variaban y se intentaban ajustar en complacerle, Lincoln no pudo conectarse a aquella conversación, sus respuestas seguían siendo vagas mientras alzaba la mirada, su cuerpo reaccionaba por inercia a los comentarios de Clyde y se detuvieron cuando llegaron a un claro un poco alejado del camino principal para turistas, pues era bien conocido por ambos que la flora menos común se alejaba de los sectores urbanizados, encaminándose ahora a pie debido a la inexistencia de un camino para ambos.

- Clyde.

- ¿Si Lincoln?

- ¿Alguna vez has pensado en irte del Royal Woods?

- Mmm… cuando ingrese a la universidad probablemente lo haga, ¿Por?

- No es nada… nada…

- Ok, hoy si has estado actuando muy extraño.

- Lo sé.

Casi como si se estuviese ahogando, Lincoln llevo su mano al cuello de su polo, algo había en el aire, en el ambiente mismo, estaba haciendo más calor de la que el mismo sol estaba reflejando, podía sentirlo en el sudor de su frente y no justificaba el tramo que habían recorrido pues habían hecho sus debidas pausas, ninguno había llegado tan cansado para justificar aquel calor, pero los pasos por medio de las ramas secas y el follaje de los arboles se sentía cansino, casi como si hubieran estado una eternidad en ese lugar, y eso no le agradaba en lo absoluto.

Lincoln quiso mencionárselo a Clyde, pero había algo que le estaba llamando la atención mucho más fuerte que todas sus inseguridades previas, tomando del hombro derecho al moreno que dirige la caminata.

- ¿Ocurre algo?

- Clyde, no te muevas.

Aquellas palabras y el nerviosismo de Lincoln finalmente lograron traspasarse al muchacho, quien se detuvo ante aquella orden sin cuestionar. Quizás era la decisión con la que se habían impregnado las palabras de su amigo o el fuerte agarre con el que le habían sujetado, pero los pies de Clyde se detuvieron en el acto, dedicándose a una tarea mucho más mundana, escuchar.

- ¿Lincoln?

- ¿No te parece extraño?

- ¿Qué cosa?

- Esta tranquilo, demasiado tranquilo.

Clyde iba a opinar, pero centro sus esfuerzos en escuchar… y todo lo que podía percibir eran algunos escasos golpes de las hojas contra ellas, era una paz absoluta, era… demasiada paz.

- Esto no me está gustando.

El canto de las aves que le había recibido al llegar se había esfumado, incluso el viento se había estancado, casi como si los arboles hubieran reclamado su albedrío y se hubieran estancado para oponerse al libre movimiento de sus hojas, negándose a seguir con aquel eterno juego contra la brisa, pues incluso estos se habían detenido.

Los arboles se detuvieron, las aves se callaron, de toda la naturaleza que había en ese lugar, parecía que las únicas cosas con vida eran los dos niños que se habían alejado demasiado de la civilización.

- Lincoln.

- Clyde, creo que deberíamos…

Un leve sonido comenzó a brotar desde la tierra, casi como el ronroneo de un gato el cual comenzaba a extenderse en todas direcciones, las últimas aves emprendieron su vuelo ante el aullido que esta emanaba, una que de pronto comenzó a crujir más fuerte, con mayor intensidad y empezaba a sacudirse repentinamente y con suma violencia, botado rápidamente a los dos jóvenes que veían aterrados como todo se sacudía, Lincoln como pudo se aferro a un árbol que tenía cerca mientras que Clyde, quien estaba a unos pocos metros de cualquier elemento aferrado al suelo solo pudo tirarse al piso y esconder su cabeza, algo que pobremente podía hacer ya que la misma tierra se encargaba de lanzarlo en diferentes direcciones, incluso cuando el peliblanco trataba de aconsejarlo su voz era opacada por aquel estruendoso rugido de la tierra y el colapso de los árboles, viendo impotente como todo el mundo parecía comenzar a retorcerse y su voz no llegaba a nadie, ni siquiera a su amigo que estaba a pocos metros suyo, pues podía observar como la tierra se estaba partiendo cerca de donde estaba el moreno quien no podía controlar su propio miedo, llorando mientras el mundo le sacudía de un lugar a otro.

El miedo se había apoderado de Lincoln, sus brazos se habían aferrado con fuerza a la corteza del tronco de forma instintiva, ignorando la voz de su cabeza que era opacada por toda la destrucción de la zona, solo pudiendo reaccionar cuando un violento sonido de rotura inundo aún más fuerte sus oído, notando que su único apoyo había comenzado a ceder ante aquel terremoto, uno que a duras penas el muchacho pudo evitar que este cayese encima suyo, aunque no evito que múltiples ramas le golpeasen cuando evito un destino más fatal, rasgando parte de su ropa y arañando gran parte de sus brazos y rostro, pero aquel impulso le termino dejando junto a Clyde, quien al notar algo de lo que apoyarse no dudo en aferrarse a su amigo.

Esto le permitió a Lincoln patear el piso para alejarse de donde estaban ubicados, pues la grieta se hacía cada vez más grande e incluso los árboles que habían cedido comenzaron a rellenar la falla, el corazón le latía más rápido que nunca, podía ver como estuvieron a pocos centímetros de caer a una irremediable muerte la cual solo era acompañada de aquel grito de guerra que el mismo planeta emitía, impidiendo que se quejaran, que pudiesen siquiera cuestionarse o escucharse a si mismos, era solo la furia de una naturaleza que no les estaba dando tregua, pues otro árbol cercano cedió y armándose de toda la desesperación del momento logro correrse a él y a su amigo para evitar la parte gruesa del tronco, pero aquello no evito nuevamente los golpes y laceraciones de múltiples ramas al golpear sus cuerpos.

No fue hasta pasados 10 minutos que la naturaleza se calmo y ambos niños pudieron siquiera escuchar sus propios y desesperados llantos, Lincoln pudo notar como su corazón latía con más fuerza que nunca en su vida y sus manos temblaban, incapaz de controlarlas, tanto como el llanto que casi hacía coro con los desesperados gimoteos de Clyde, quien no se encontraba en mejor estado que él, estuvieron un par de minutos así hasta que otro sismo, no tan fuerte como el primero, volvió a azotar la zona, uno que duro unos cuantos segundos y no causo mayores daños, pero que para ambos chicos pareció una nueva eternidad, una en la que sus propias vidas pudieron haber terminado, incapacitados de levantarse, pues sus piernas no respondían, solo tenían el abrazo del otro para mitigar su terror e intentar sentir algo de calma ante la adversidad, pero no era útil, podían estar cerca, pero el terror era un recuerdo que no se alejaba de la retina de ninguno, aun podían ver la tierra abrirse mientras sus cuerpos se quedaban congelados, observar como los arboles danzaban violentamente antes de dirigirse hacia ellos, aquellas punzadas donde las ramas habían atravesado sus cuerpos como si fuesen pequeñas dagas, solo fue menos de un minuto, pero ambos sintieron que todo había acabado en ese pequeño lapso.

Lincoln fue el primero que pudo volver a mover sus piernas, levantándose temerosamente mientras se apoyaba en los restos de un árbol cercano, dejando a Clyde en el piso mientras aun se negaba a reaccionar, observando a su alrededor como había caído gran cantidad de la vegetación, aquello era la máxima muestra de destrucción que había presenciado en toda su vida, había sido el implacable paso de la naturaleza, una que solo podía admirar con temor mientras se llevaba su mano derecha hasta su brazo izquierdo, sintiendo como este ardía, observando que varios de los cortes ahora se encontraban humedecidos con su propia sangre, mordiendo su labio inferior para intentar calmar un poco el llanto que no lograba detenerse.

- M..Mi brazo…

- Lin… snif… coln…

El moreno apenas había logrado incorporarse lo suficiente tras su amigo, pero al intentar levantarse sintió como su tobillo le fallo, dándole una gran punzada que se sumaba a el dolor que sus brazos llenos de tierra y leves hilos de sangre le propinaban, dejándose caer sobre el piso mientras se quejaba por los múltiples dolores que atravesaba su cuerpo, el daño era más del que podían contabilizar o siquiera pensar, pero al peinar nuevamente el desastre, Lincoln pudo notar que su bicicleta solamente había terminado bajo las ramas, algo que le hizo reaccionar, ya que lo mejor en esa situación era volver a casa.

- Clyde, vamos, levántate.

A paso lento se acerco donde su amigo, su brazo realmente le dolía y no quería hacer mucha fuerza, pero el muchacho ni siquiera estaba esforzando en levantarse, sino que se había entregado al dolor que recorría su cuerpo y el miedo del reciente recuerdo.

- Tengo… snif… miedo…

- Tenemos que ir a casa… vamos Clyde.

- Mi… Mi pie…

El peliblanco aún después de escuchar eso intento levantar a su amigo, pero en el momento que lograba hacer que se intentara apoyarse este volvía a gritar de dolor, lo que le hizo investigar, notando que parte del zapato del chico había sido desgarrado por una rama, algo que había inflamado enormemente el pie del muchacho además de torcérselo.

Lincoln había tratado algunas heridas de Lynn antes, pero ninguna torcedura tan grande como la que su amigo tenía en ese momento, además de que se sentía fatigado y aun no controlaba debidamente los temblores de su cuerpo al escuchar las nuevas secuelas sonoras de aquella catástrofe, una que Clyde ni siquiera disimulo al reducirse todavía más solo de escuchar el grito de la tierra, viendo como parecía que la tierra volvería a temblar Lincoln entro en pánico, se acerco a su bicicleta y comenzó a retirar las ramas que la tenían atrapada, quería volver a su casa y que su familia le protegiese… pero en ese momento un fuerte sonido retumbo por toda el área.

- Clyde, vamos, levántate, tenemos que irnos.

- No puedo, no puedo…

Aun con su adolorido brazo el peliblanco comenzó a jalar a su amigo, no iba a dejarlo tirado en aquel lugar, menos con aquel desgarrador sonido proviniendo desde sus pies, el solo recuerdo del terremoto ya era suficiente para pensar que otro desastre así los asolase como para que Lincoln quisiera estar allí para otro suceso así, notando como la bicicleta de su amigo ahora se encontraba bajo uno de los troncos que obstruían el camino. El viaje de por si no era corto y no podía contar con que alguien viniese rápidamente, era como sus programas de supervivencia, tenía que pensar lo peor y tristemente, la misma tierra se lo recordaba con aquel ensordecedor grito.

- Vamos… - Logro levantar con dificultad a Clyde, dándole una rama algo gruesa para que se apoyara. - Tenemos que irnos ahora.

Clyde no presentaba reales deseos de intentarlo, el miedo había paralizado su pie en buen estado y el otro pie le dolía demasiado para usarlo, pero no solo estaba aterrado, sino que estaba viendo el esfuerzo que su amigo estaba haciendo para poder sacar la bicicleta que aun servía de aquel lugar y moverse, el muchacho tenía todo el espíritu y deseo de salir de allí, y aun viéndolo cargar con dificultad el único vehículo que les quedaba, viendo como múltiples moretones se observaban por sus brazos y los raspones que sus rotos ropajes presentaban, este comenzó a avanzar, intentando alejarse de aquel lugar que podía ceder una vez más en cualquier momento.

Lentamente ambos comenzaron a rodear aquel cementerio de árboles, tan lento como se podía permitir Clyde al apoyarse y cojear, más Lincoln en algunos momentos bajaba la bicicleta para ayudarle a avanzar, aquello calaba profundamente en Clyde, él era quien había insistido en salir ese día, quien había programado aquella visita a uno de sus sectores naturales favoritos, quien negó que sus padres los llevasen con tal de poder conversar más libremente con Lincoln, y ahora ni siquiera era quien se estaba esforzando, estaba siendo un lastre que solo quería dejarse caer al piso y cuya voluntad flaqueaba cada vez que el terreno parecía querer volver a temblar, algo que un nuevo y potente sonido retumbo desde las cercanías, lo que llevo a ambos chicos a voltearse casi por instinto, pues aquel terremoto solo parecía ser el preludio de lo que ahora estaban observando.

Aquella montaña cercana, un lugar que habían visto desde que ambos eran unos inocentes bebés, una imagen de postal que más de una vez habían encontrado cuando buscaban referencias de su pueblo en internet, aquella imponente vista a la distancia, tal como si se tratase de una frágil vajilla, estaba comenzando a agrietarse.

- Esto… ¿Es el fin del mundo?

La voz de Clyde apenas si había podido ser escuchada por su amigo, sintiendo como la poca fuerza que le quedaba al muchacho se había desvanecido junto a sus palabras atónitas, tirando nuevamente la bicicleta para tirar del brazo a su atónito amigo.

- Tenemos que irnos, ¡Vamos Clyde!

- P..Pero… la montaña…

- ¡Tenemos que irnos maldita sea!

Dejo de pensar en Clyde, ya no le importaba la visión que pudiese tener su amigo, simplemente lo jalo del brazo y se volteo para darle la espalda ante aquella vista de destrucción masiva que se alzaba detrás de él, no le importaba si era inútil, no iba a pensar en ello, quería llegar a casa, quería refugiarse en los brazos de su familia, que aquel calor familiar que superaba cualquier adversidad le irradiase como en aquellas tormentas que parecían que podían tumbar la casa, esto sería como aquellas veces, se autoconvenció de ello y solo jalo con más fuerza a Clyde, pero este apenas si se movía con el esfuerzo de su amigo, pues estaba absorto en aquella violencia pura que era el ver como uno de los máximos monumentos de la naturaleza colapsaba justo frente a sus ojos, explotando con fuerza al grado de volver a casuar otro sismo, solo que este se vio acompañado de las palabras aterradas del moreno.

- ¡Agáchate!

Lincoln estaba harto, pero el jalón esta vez por parte de Clyde le obligo a voltear y ver aquella sentencia de que, posiblemente, su inocente pensamiento podía estar errado.

Pues vio con sus propios ojos como lo que parecía ser un enorme derrumbe era mucho más, como el humo negro brotaba de aquella fisura y como decenas de rocas envueltas en llamas comenzaban a volar en todas direcciones.

Como aquel monumento natural, ahora no era más que un arma mortal.

Instintivamente se agacho, pero aquella roca paso por encima de él, sentía como la temperatura aumento con solo su paso y podía sentir como se agotaba solo por respirar, como su corazón parecía incapaz de ser retenido por su pecho y sus piernas dejaban de responderle para comenzar a temblar, pues aquellos proyectiles ígneos no se acercaban a ellos, sino que iban mucho más allá, al lugar que representaba su última esperanza.

Vio como la misma naturaleza se estaba encargando de destruir su pueblo natal.

El lugar… donde estaba su familia.

Un lugar del que, tal vez, ya no quedase nada.