—¡Primo! —Adrien le chasquea los dedos delante de el— ¡Despabila! ¡Es tu turno!

—¿Eh? ¿Qué? —Félix regresa en sí.

Centro de juegos Super Potato, distrito de Akihabara, 18:14PM.

Desde lo que pasó con Kagami, no he sido el mismo últimamente. Llevo cuatro días sin dormir bien y como perdí la libreta, ya no me siento cómodo con estar espiándola sin recopilar más información. Ni si quiera he revisado la aplicación que desarrollé con las cámaras. He extraviado mi sustento de vida y solo me queda refugiarme en cosas estúpidas como estas. Aquí ando, en un centro de arcade junto a mi primo y sus amigos. Si, por fin acepté a venir con ellos. Pero mas que nada lo hice por temas de sanidad mental. La verdad es que como no tenia que hacer con mi tiempo muerto, me estaba volviendo loco. Todos los días pensando en el bloc de notas ese. Me inscribí en el club de Kung Fu como tenia planeado; y de esa manera descargar la testosterona que me violenta por ser tan imbécil y es que ¡COMO PUDE PERDER LA LIBRETA!

—¿Qué pasa? —comenta Marinette, divertida— ¿Te da miedo perder?

—¿Qué dices, Dupain-Cheng? —Fathom se levanta de la silla y camina hacia la atracción— Eso jamás. Dame las reglas de esto. ¿Cómo funciona? Te partiré el trasero.

—Jm. Eso ya lo veremos —la ojiazul inicia la sesión— El juego se llama Dance Rush Stardom. Es la versión moderna del antiguo Dance Dance Revolution. O DDR como le solían conocer— ¿Vas captando?

—Lo anotaría si tan solo tuviera una libreta donde hacerlo —rezonga. Si. Está obsesionado con la wea— Pero lo capto. ¿Entonces? ¿Cómo te gano?

—Es simple. Solo debes seguir los pasos de baile que te muestra la pantalla y ya —Marinette le señala a una chica de IA— Debes imitar sus movimientos.

—¿Con las manos también? —Arquea una ceja.

—Con todo el cuerpo —advierte, con seriedad— Si logras acertar todos los combos, en sincronización, adquieres puntos. Y el que mas puntos tiene, gana. ¿Listo?

—Déjame ver si entendí —Graham de Vanily bosqueja una mueca sagaz en los labios— ¿Tengo que bailar para ganar? ¿Es eso?

—¿Qué pasó, Félix? —exclama Alya Césaire mas atrás, con audacia— ¿Por qué esa sonrisa? ¿Eres bueno bailando?

—¿Bueno? —carcajea maquiavélicamente— Soy excelente. Anda, comencemos.

—¿Es verdad lo que dice o solo está presumiendo? —le consulta la morena al francés a su lado— No te ofendas, pero tu primo se ve... mas tieso que un escupo de momia.

—Es... complicado —Adrien se rasca la nuca, abochornado— Digamos que "se dedica" a eso, en sus tiempos libres. Algo así como un trabajo de medio tiempo.

—¿Qué me estás insinuando? —Césaire casi se va de con tremenda primicia— ¿Qué tu primo es una especie de streaper o gogoboy?

—¡¿Qué cosas?! —carcajea el Agreste, haciéndose el weon— ¡No! ¡Claro que no! ¡Como crees! Jajaja... ¡Mira! ¡Ya comienzan!

—¿Puedo elegir yo la canción? —consulta el británico. A lo que su rival asiente y le da el pase— Últimamente estoy incursionando bastante en la música electrónica.

Selección: 41 Days– Merk & Kremont

Al principio, la canción es como cualquier otra. Los movimientos iniciales son mas bien calmados y lentos. Marinette y Félix se han armonizado con el personaje que danza delante de ellos y que, al mismo tiempo, desaparece de vez en cuando para permitirles pisar la plataforma de colores a gusto. Algunos de esos movimientos conllevan aplaudir. Combinando la melodía que se vuelve cada vez más entusiasta, los ánimos se prenden. Y en un abrir y cerrar de ojos, ambos ahora están bailando al unísono en una pista de disco imaginaria. Alya es la qua viva imagen del retrato del "grito". Se le soltó la mandíbula de abajo de la impresión. Félix Fathom parece volar sobre esa. Casi no le ve los pies. Pero no es la única estupefacta, su propio contrincante está en shock.

No puede ser cierto —piensa Marinette, observando los movimientos de su contendiente— ¡Estás haciendo trampa! ¡Ya habías jugado a esto antes!

—¡Te juro que no! —expresa Félix, exacerbado en felicidad. Salta de un lado a otro, moviendo brazos y cabeza— ¡Pero esta me encanta! ¡Jajaja! ¡Mira cuantos puntos llevo!

—Félix... se está riendo y se está divirtiendo —Adrien Agreste delinea un mohín fraternal— Mira eso... no sabes el privilegio que es estar aquí, para presenciarlo —su compañera no responde— ¿Alya?

—No puedo con las caderas de tu primo, madre —Césaire se cubre la nariz, porque le está sangrando— ¿Dónde aprendió eso?

—Ni idea —se encoge de hombros, entretenido con su expresión corporal— Félix es una caja de pandora. Pero no sabes lo contento que me pone saber que por fin encontró un pasatiempo sano en Tokio. Creí que se volvería loco y regresaría a Londres en cualquier momento.

¡Player1! ¡Win!

—¡JAJA! ¡MIREN ESO! —Graham de Vanily observa el resultado de la competencia, entre jadeos exhaustos— ¡55 dobles combos! ¡Wuju! ¡Qué bien! ¡¿Qué pasó Dupain-Cheng?! ¿Te comieron la lengua los ratones?

—Que-haa... Rayos-haa... pasó-haa...—Marinette está tirada como una alfombra sobre la plataforma. Inhala y exhala desfallecida. Fue como un duelo a muerte— La lengua no. Los pulmones. Perate que no respiro-haa...—jadea.

—¡Vamos a jugar otra! —propone el británico.

—¡Ah! No, no, no, no —niega la francesa, huyendo despavorida del lugar— ¡Necesito descansar o no resistiré!

—¡Oh, vamos! ¡Por favor! —Félix mira a Césaire— ¿Alya?

—Yo ya perdí muchas veces y si vuelvo a perder, me enfadaré —se burla de ella misma.

—¿Qué hay de mi primo favorito? —examina el ojiverde, con claras intenciones de que no se atreva a dejarlo plantado— Imagino no se va a negar.

—Hemos jugado toda la tarde... pero por ti, haré un ultimo intento —asiente Adrien, subiendo a la plataforma— Te he visto tan feliz, que vale la pena verte así un poco más —pasa su tarjeta por el lector— Pero solo será un round mas ¿Ok?

—Claro~

12 rondas después...

—¿La última? —jadea Félix, exhausto, pero con más pilas que un toro en celo.

—¡Vete al diablo! —protesta Adrien, mojado como un estropajo viejo y todo contorsionado en el suelo— ¡Ya no caeré en tu trampa!

—Tsk... amargados —protesta, frustrado el rubio; extrayendo su tarjeta para reanudar el juego— Jugaré solo entonces.

—Eh... jóvenes —avisa uno de los trabajadores— Son las 21:00. Estamos cerrando jeje...

—¡¿Cómo que cierran a las 21?! —Félix se jala de las greñas— Menudo jardín infantil es este.

Mansión de la familia Graham de Vanily. Durante la cena.

—Me inscribí al club de rugby también, mamá —comenta Félix, bebiendo una copa de agua— ¡Oh! Y hoy en la tarde, fuimos al Super Potato con mi primo y unos conocidos. Me la he pasado bien.

—Mi pequeño mago —Amelie le lanza un besito por sobre la mesa con maternal designio— Como me alegra que por fin encuentres pasatiempos y hagas amigos. En Londres siempre fuiste tan arisco para interactuar.

—Bueno, no son mis "amigos" como tal —explica, abochornado— Pero si somos compañeros y nos llevamos bien —observa a Colt, quien no emite palabra alguna ni si quiera por la felicidad de su relato— No era arisco. Es que cierta persona, no me dejaba juntarme con quienes yo quisiera.

—Exageras como es habitual, Félix —balbucea el señor Fathom, masticando un trozo de carne a medio cocinar— Te permití juntarte con los del hipódromo y los muchachos del kung fu ¿No?

—Ni si quiera eran pasatiempos que me gustaran realmente y lo sabes —el hijo único frunce el ceño, hastiado— Tu me impusiste esa vida y esos amigos.

—¿Y que es lo que te gusta realmente? ¿Mh? —levanta una ceja presuntuosamente, bebiendo una copa de vino— ¿Bailar? Eso es para mujeres, Félix.

—Eso no es cierto, Colt —espeta Amelie, incomoda— Bailar es un deporte muy sano y para ambos géneros.

—Cuando te pida tu opinión, me la darás —la fulmina con la mirada.

—No le hables así a mi mamá —Fathom se levanta de la mesa y le apunta con el tenedor— ¿Me escuchaste?

—Félix, cariño... tranquilo —la rubia se ha mosqueado, pero simula no sentirse ofendida en lo absoluto. Para llegar a poner paños fríos al caldeado momento, excusa sin justificación alguna el comentario agrio de su esposo— Tu padre ha de haber tenido un mal día en el trabajo, es todo.

Siempre defendiéndolo —piensa el estudiante, mostrando los colmillos como un perro rabioso. A duras penas logra calmarse y recobrar su asiento— Creo que me saltaré el postre esta vez.

—Puedes irte a tu cuarto si quieres, niño —rezonga el padre— Pero antes de que te vayas, quiero que sepas que el sábado estamos invitados a una cena en casa de mi socia en Tokio. Irán los Agreste también. Así que será mejor que no hagas planes y te consigas un traje decente para asistir.

—¿Quién demonios te dijo que iré a tu aburrida reunión? —gruñe Félix.

—Tu madre —sentencia con soberbia.

—…

Mi mamá me mira y asiente, transmitiéndome que por favor la apoye en esto. Mierda. Este viejo es tan asqueroso. ¿Hasta cuando con sus manipulaciones? Ojalá poder cumplir la mayoría de edad luego e irme de casa. Obviamente me llevaré a mi madre conmigo. Ni loco la dejo sola con este maniático. Pero mientras tanto, solo me toca acatar sus jodidas ordenes que encima la mayoría son una basura. Me disculpo de la ausencia, besando la sien de mi progenitora y me retiro al cuarto.

En medio de la penumbra, mi laptop se ilumina con una notificación. Me desplazo hacia ella y levanto la pantalla. Es una solicitud de compra y ventas desde mi pagina web privada. Es un nuevo suscriptor. Su user es: "BloodyMary". Y acaba de pagar por mi mercancía más costosa. Dos ceros se añaden a la cuenta bancaria y mi saldo se incrementa. Viene con un mensaje que cita lo siguiente:

"Se de muy buena fuente que eres un profesional. Quiero verte hacer lo que mejor sabes hacer. La canción de esta noche será Britney Spears – Gimme More. Un vivo de 15 minutos. Servicio VIP. Ya sabes. Te espero en la sala en 10"

Este mensaje fue enviado hace 5 minutos. Tengo 5 minutos para darle lo que pide. Vale, es hora de trabajar. Lo primero que hago es acomodar el parlante de música hacia un costado, encendiendo la luz de neon morada y azul que distingue el fondo blanco que he destinado para ello. Acto seguido, me desnudo por completo, ya que es un producto exclusivo. Y como ya es habitual, no muestro mi rostro. Apunto la cámara desde las clavículas hacia abajo, embetunándome desde el pecho hasta las piernas de un aceite que permite mi piel brillar y verse tersa. Justo como les gusta a mis consumidores. El ultimo paso, es cerciorarme de que la puerta de mi cuarto esté cerrada con llave.

Cuando entro a la sala del chat, el usuario está en línea marcando una luz verde. No me escribe. Solo espera ahí expectante. Aguarda, en silencio total. Me parece que es tímido. ¿Será que es nuevo en esto? Vamos a estimularle un poquito. Le escribo primero.

≪ LondonBoy: ¿Tienes miedo?

≪ BloodyMary: Báilame.

≪ LondonBoy: Vaya…tienes prisa *guiño*

No responde. Pareciera que está escribiendo por unos segundos, pero luego lo borra y no contesta.

≪ LondonBoy: Espero sea de tu agrado.

Prendo la cámara.

Inicio la canción con un movimiento suave primero, sensual, pausado. Esta canción es bastante osada, he de admitir. Me ha puesto la vara alta. Pero no siento ni un ápice de vergüenza o pudor. Por el contrario. ¿Ya les había dicho que me gusta tocarme para otros? Esto es un deleite para mí. Palpo con mis dedos parte de mis pectorales de arriba hacia abajo, presionando sutilmente mis tetillas al ritmo bombeante de la música. Deslizando ambas manos por mi vientre y acabando finalmente en la entrepierna. Percibo como se desespera. Ya que aun no le he permitido ver más abajo. Pero sabe perfectamente que me estoy masturbando justo delante de sus ojos. Comienza a escribir.

≪ BloodyMary: Quiero verte el pene.

Wow. Directo a la vena. Ni si quiera censuró la palabra. No suelen ser tan espontáneos, la verdad. Pero me prende de sobremanera su exigente demanda. Es sincero requerirlo, ya que pagó por esto. Esbozo una sonrisa lujuriosa, inyectada de deseo. Me acerco a la cámara y apunto justo hacia abajo, dejándole ver mi anatomía como dios me trajo al mundo. El ritmo que dicta esta canción es hilarante. No te da chances de ser lento o suave. Me invita a frotarlo de adelante hacia atrás, cada vez mas rápido. Me pregunto si realmente estará complacido. Mis caderas se menean simulando penetrar a mi consumidor. Escribe.

≪ BloodyMary: Es grueso.

¿Un cumplido? Con humildad admitiré que yo lo veo re normal en todo caso. He visto cosas monstruosas en la internet.

≪ LondonBoy: ¿Te gusta?

≪ BloodyMary: Me gusta el color del vello que crece ahí. ¿Es teñido?

≪ LondonBoy: Soy 100% natural.

Es escueto para dialogar, pero algo me cautiva de esta persona. No sé que será. Es intrigante. El coro me excita muchísimo.

≪ BloodyMary: Quiero que acabes en la pantalla.

Maldita canción…

"Gimme, gimme, (more) gimme (more) gimme gimme"

≪ LondonBoy: Ya casi.

≪ BloodyMary: No pares.

Oh, mierda. Esto se siente bien.

"Gimme, gimme, (more) gimme (more) gimme gimme"

Quiero…gemir. Carajo…me cubro la boca. No suelo hacer esto. Se sale de mi total control. Un fuego interno recorre mi cuerpo desde el ombligo hasta la pelvis, tirando como un volcán a punto de estallar. Lo siento venir. Es un calambre que me asfixia. Se siente como si fueras a orinarte, pero no es orina. Suelto un jadeo caliente en el proceso, pero el no ve mi rostro, solo mi boca entreabierta. La sensación me abruma. Me siento embriagado de lascivia.

≪ BloodyMary: Así…

"Gimme, gimme, (more) gimme (more) gimme gimme"

No puede ser. Me tiemblan las piernas. N-no…doy…más…

Ha…hgn…—gimotea ahogado, casi insonoro.

Ni si quiera se que mierda hice. Solo…cerré mis parpados y dejé salir todo lo que tenía. Cuatro últimas embestidas hacia adelante, totalmente involuntarias. Por lo regular soy muy tranquilo y controlado. No sé que me pasó. Esta porquería se apoderó de mi y salpiqué para donde fuese. Fue un desmadre total. Manché el suelo, la alfombra, el teclado, la pantalla. Carajo. Parte de mi esencia resbala por mis dedos, como un helado derritiéndose en pleno verano. Que…que…que rico…

Dios…

≪ BloodyMary: Te amo.

¿Ah?

Estoy en shock. Iba a escribirle y de pronto: BloodyMary ha abandonado la sala.

….

…..

Me dejo caer de rodillas al suelo y en total desconcierto de ojos abiertos de par en par y jadeos suaves, tiemblo estupefacto. Ya no sé, que sentir al respecto. ¿Eso fue una declaración de amor o algo así? Me siento derrotado, como si hubiese perdido una batalla campal o una competición mundial

—¿Cómo que me amas…? —balbucea, extasiado— ¿Qué fue esto?

Ni si quiera se despidió. De nada…supongo…

[…]

—A, al cuadrado mas B al cuadrado es igual a C al cuadrado —comenta la maestra, dibujando en el pizarrón— Y menos B más la raíz cuadrada de B al cuadrado es…

No estoy prestando atención. Recargo el mentón sobre mi diestra con la mirada perdida hacia el ventanal que da al campo de entrenamiento. Hace un calor de la mierda y todo a mi alrededor desaparece. En mi cabeza, sigo clavado con la experiencia sensorial que viví anoche con ese cliente en particular. Nunca me había topado con nadie igual. Me pregunto si volverá a contactarme. ¿Le habré gustado? Me dijo que me amaba…

—Primo —susurra bajito Adrien, sentado a su lado. Le preocupa su estado— ¿Te sientes bien?

—¿Mh? ¿Ah? —responde sin animosidad de hacerlo realmente. No se molesta en mirarlo— ¿Qué?

—Félix —demanda el Agreste, jalando de su camisa para que lo mire— ¿Te duele algo? Estás febril. Tienes las mejillas coloradas y suspiras cada dos segundos.

—Ah…eso —disimula Fathom, desviando la mirada ligeramente avergonzado— No es nada. Es que hace calor, es todo.

—¿Seguro? —inquiere el francés, para nada convencido.

—Félix-san —le nombra la maestra a lo lejos. Este se para de golpe— Por favor, pasa al pizarrón a resolver este problema.

Hai, sensei —reverencia el inglés. No ha prestado atención un carajo, pero no es estúpido. Sabe esa mierda desde primaria casi— Esto es sencillo —explica, dibujando la formula.

14:12. Campos de entrenamiento.

—La chica del salón C es muy bonita —carcajea Kim Chien Le, jugueteando con el balón de rugby entre sus dedos— ¿Ya vieron como me mira cuando voy a la piscina? Creo que le gusto jejeje…

—Ay, por favor Kim —se mofa Shinishi, uno de los japoneses del equipo— Las chicas no están interesadas en cabezas huecas como tú.

—¡Como crees! —protesta orgulloso— Soy musculoso. A las chicas de este país les gustan así, con brazos —hace amago de mostrar sus pectorales de paso.

—Te equivocas —lo intercepta Surumi, de tercer grado— A las mujeres les gustan los hombres inteligentes. ¿Entiendes? Trabaja tu cerebro.

—¡Para que quiero eso! —carcajea Kim— A ellas les gustan despiertos. ¡Hey, Fathom! ¡Atájala! —le lanza el balón.

Estaba re distraído. Pero claro que vi venir ese puto asalto. Detengo la embestida de la pelota con la mano derecha y la tiro a la puta mierda donde espero nadie la encuentre. Los muchachos me miran turulatos. Como si nunca hubieran visto la fuerza que tengo. Seguro piensan que soy un debilucho de pacotilla, porque soy flacuchento. Se reúnen alrededor de mi presencia y me acometen con preguntas tontas. Pasan de mí, despachándolos rápidamente.

—¿Qué te pasa, Fathom? —inquiere el japones mas bajito— ¿Tienes dolor de estómago?

En realidad…he visto a Kagami Tsurugi a lo lejos. Está platicando con el capitán de mi equipo en las gradas. La acompañan como siempre dos matones feos. Desde que perdí la libreta y toda esa basura, ella ya no me mira ni por asomo. Ni si quiera llamo su atención por un segundo. Fue esa mirada…y ya. Que terrible situación. Soy invisible para la única persona a la que me gustaría que me notara. Pero no haré nada al respecto…más que seguir contemplándola a lo lejos, con la belleza que la han dotado sus padres. Que mujer tan perfecta que es…

Suspiro.

—Uy…—añade Kim, gesticulando una mueca picaresca— ¿Será que el impenetrable Félix está flechado por alguna chica?

—Bah…no digas sandeces —se excusa Félix, parándose— No es nada de eso. Pasa que quisiera discutir un asunto con la presidenta y no sé cómo hacerlo.

—¿Kagami Tsurugi? —comenta el japones mas alto— Estás de coña. Con ella no hables ni por curiosidad a menos que sea de vida o muerte.

—¿Qué les pasa? —rezonga Graham de Vanily, molesto— ¿Por qué dicen eso de ella? No se ve una mala persona. Pasa la mayor parte del día sola y apenas habla con la gente.

—¡Pues obvio! —Surumi taclea a Kim, en un juego cavernícola de lucha libre— ¡Es Kagami Tsurugi! La hija de la directora. Entre otras cosas.

—"¿Entre otras cosas?" —masculle el ojiverde, intrigado— ¿Qué otras cosas?

—Ay, por favor. No te hagas el que no lo sabe —exclama Chien Le— Todos conocemos a Kagami. Ten cuidado —advierte— No es solo la hija de la directora. Es la heredera del clan Tsurugi.

—¿Y eso que?

—¿De verdad no sabes? —se mofa Shinishi con sarcasmo— Despabila, Fathom. Su familia es Yakuza.

—¿Ya-…que?

—¿En verdad en que mundo vives? —le increpa Kim, sentándose a su lado para abrazarlo por sobre el hombro. Félix se retrae con asco ante el contacto físico, pero no lo rechaza del todo; quiere saber más— Los Yakuzas no son bien vistos en Japón. Son mafiosos. Es la Mafia japonesa, compañero. ¿Sabes lo que eso significa? Que están metidos en cosas ilícitas pues. Ilegales. Contrabando, asesinatos por encargo, drogas, tráfico de personas, etc.

—¿Qué me estás contando, idiota? —Félix lo aparta con agravio, frunciendo el ceño— ¿Dices que Kagami es una delincuente?

—No lo sabemos —revela otro de los chicos, preocupado— Pero de que su familia es complicada, lo es. Yo que tu me voy con cuidado con ella. Es muy peligrosa. Y está completamente loca, dicen.

A mi me gustan mucho de esas…—redunda el británico en su mente, divisando a la japonesa a lo lejos con aún mas atención— Con que peligrosa… ¿Eh?

Váyanse al diablo, bola de mogólicos. Yo la estuve siguiendo durante una semana y media y no vi nada malo en ella. ¿De donde sacan semejantes calumnias de que está desquiciada y eso? Patéticos. Está claro que Kagami es mucha mujer para estos simios.

Fue un entrenamiento duro el que tuve ese día, pero estaba molesto con sus comentarios de mierda. Así que para distraerme de todo el ruido que ladraron estos perros me fui a meter al Super Potato. El lugar que ahora convertí en mi templo privado de distracción. Básicamente me adueñé de la maquina de DDR. Bailé en ella desde las 15:00 hasta las 21:00, porque ya es de conocimiento público que los estúpidos estos babysitter cierran temprano. Esta vez vine solo. Pero un tumulto de personas se reunía alrededor mío para verme bailar. Al cabo de media hora, ya manipulaba y manejaba todos los trucos de este banal esparcimiento. Y solo para derrotarme a mi mismo en una especie de terapia de desahogo irascible, jugué en el modo "hard" con velocidad x10.

Los primeros días era una cosa de niños. Pero conforme pasó la semana hice de este mi conveniente deporte. Me sentía como pez en el agua, nadando en mi propio ambiente. No pasaron ni dos días, que algunos perturbados me grabaron para subirlo a sus redes sociales. En realidad, no les importaba que fuera tan bueno en ello. Si no, que era un "rubio" dominando su campo de espectro pasatiempo. Para la llegada del viernes ya era una rutina que desempeñaba con alegoría. Como sudaba mucho, me cambiaba de ropa solo para jugar a esta porquería. Pantalón de deporte, musculosa negra sin mangas y zapatillas Reebok air de compresión alta para alto impacto. Mismas que usaban atletas y competidores de futbol. No vine por fama ni mucho menos likes. No es mi culpa ser bueno en esto ¿Ok? Un par de japoneses intentaron desafiarme. Jugué unos "Challengers" con ellos, pero todos se fueron a casa derrotados y humillados.

Muy curiosito me metí a Instagram y Twitter para ver que clase de cosas comentaban de mí. Creí que haría acotaciones o notas sobre mi habilidad para bailar. Pero eran en el fondo comentarios de mi natural nacionalidad. Llegué a leer cosas como:

"Es un británico"

"Se depila las axilas. Lo vi la otra vez"

"¿Ya vieron su trasero? Es exquisito"

Puta mierda. Nada relacionado con mi forma de ser o destreza. Solo banales aseveraciones hacia mi físico y el hecho de ser europeo. Estos chinos son de lo peor. Como no pude recuperar la jodida libreta nadie notó jamás en el fondo estaba desahogando mi frustración y mi ira masculina canalizada en esta mierda. Los videos no tardaron en hacerse virales y llegaron como la peste negra al instituto al que asistía. Alguien irreverentemente me apodó como el "Flash British". Todo es bromas para ellos. Pero yo me ofendí un poco. En el fondo, no me interesa que clase de personas puedan llegar a verme. Ninguno de ellos era Kagami Tsurugi. Eso me irritó aún más. El mismo dueño de Super Potato me pidió sacarme una foto como el campeón máximo de la DDR. Dijo que me pagaría 5 dólares por cada persona que jugara en su máquina. Acepté el trato porque amo el dinero. Sin embargo, leí cada nombre de la lista que asistió a jugar y ninguno era de la mujer que esperaba.

Frustrado…es lo que estoy. Eso soy. Una maraña de mierda. Que les den a todos por el culo. Solo vine a divertirme. Jodanse todos, ojos chicos corte karateka.

[…]

Sábado. 22:12 de la noche.

Me he vestido de etiqueta con un ridículo smoking ingles color negro que usó prácticamente mi abuelito en la época de la reina Victoria. El corbatín en el cuello me pica y rasga mi piel. La entrepierna me aprieta. Es demasiado ajustado para mí. ¿Es una broma? El auto se detiene justo en frente de la mansión de los Tsurugi. No me digan que…

¡Acaba de entrar! ¡¿Pero qué?!

—¿Qué hacemos acá? —cuestiona Félix, con el culo apretado al asiento— ¿Aquí es la cena…?

—Perdóname, cariño —se disculpa Amelie con desazón en la mirada— No tuve tiempo de avisarte. Cambiaron el lugar de la reunión a ultimo minuto. Eso no es muy japón que digamos…

—¿Qué significa esto, Colt? —increpa a su progenitor. Pero el hombre de bigote prominente no responde. Solo se limita a tocarse el mostacho— ¡Papá!

—¿Qué te pasa, Félix? —cuestiona Colt, sin prestarle mucha atención— Es solo una cena para afiatar nuestro trato. Te pediré no hagas ninguna mierda de la que sueles hacer ¿Ok?

¡Hijo de puta! ¡Pero si esta es la casa de Kagami Tsurugi! Vale…esperen. Paren todo. No me digan que la socia japonesa con la cual mi padre firmó contrato es…

—Sean bienvenidos a mi humilde morada —exclama Tomoe Tsurugi, una mujer no vidente que carga consigo un Bokken como bastón— Japón les da la enhorabuena a los nuevos dos inversionistas de Industrias Tsurugi. La familia Agreste y la Graham de Vanily, son cordialmente invitadas.

—¡Salud! —brindan todos al unísono.

Me voy…a orinar. ¿Pero que es esto? Esto es mi culpa ¿Saben? Me pasa por no cuestionarme los negocios turbios que tenia Colt con otros. ¿No se supone que los Tsurugi eran Yakuzas? Examino la sala con determinación y diviso dos pendejos de traje negro en la entrada. Cuatro en cada ventana. Siete esparcidos por la mesa, la cocina, el comedor y el living. Mierda…si son. ¡Si son Yakuzas! La mayoría tienen tatuajes en el cuello. No quiero ni imaginar que mas tienen tatuado. Investigué y son gente del bajo mundo. Pero aquí, nadie pareciera prestarle atención a ello. Se que antes hackeaba tarjetas bancarias por internet a modo de juego. Pero estos tipos son otra clase de personas. ¿En que se metió mi familia?

Gabriel besa el dorso de la mano derecha Tomoe. Lo mismo hace Colt. Dios…esto es…

—¡Primo Félix! —exclama jovial Adrien Agreste, con traje similar al suyo, pero de color blanco— Que bueno que decidiste venir. Temía que no aceptarías.

—Yo no acepté, estúpido —repara Félix, perturbado con el ambiente— ¿Qué demonios hacemos aquí?

—Bueno, vinimos a cenar ¿No? —traza optimista el francés, con la inocencia que lo procede— Papá dijo que me tenia una sorpresa bonita y vine por eso. En realidad, solo quiero apoyar a la familia, primo. ¿Tu no te sientes igual?

—¿Eres tarado o te haces? —masculle Fathom, jalando a su familiar del brazo, en máxima alerta— Adrien, esta gente es Yakuza.

—¿Yakuza? —parpadea, confundido— ¿Eso que es? ¿Se come?

—¡¿Eres enferm-…?!

—Tomoe-san —interrumpe Gabriel Agreste, levantándose sobre el resto— Apreciamos de todo corazón, la oportunidad que nos ha dado a mi y a mi socio, sir Fathom para firmar este poderoso acuerdo. Espero que nuestras familias se unan en otras maneras también.

—Todo está listo, Gabriel-san —manifiesta Tomoe— Hoy presento ante ustedes, a mi hija. La heredera del clan Tsurugi. Su nombre es Kagami.

—Bienvenidos —saluda Kagami, reverenciando con respeto; vestida en un kimono rojo y blanco— Es un honor tenerlo aquí.

Kagami Tsurugi…la chica que me gusta…

¿Pero qué significa esto? Me congelo de golpe. No entiendo nada. Gabriel toma el brazo de mi primo y lo junta con el de Kagami. De un momento a otro, los une en una idílica idea de pacto sagrado con un posible futuro que no me lo creo.

—Esta cena se lleva a cabo, gracias a la unión de la marca Agreste y la Tsurugi —sentencia Tomoe, con orgullo— Esperando que nuestros herederos se casen y formen una gloriosa familia. Con el respaldo de industrias Fathom. Los armamentistas mas grandes de Inglaterra y Norteamérica.

—¿Qué? —Adrien, tiembla despavorido. No sabe ni como reaccionar. Mira a su primo a lo lejos— ¿Félix…tu sabias de esto?

Primo…te juro que no —responde el británico, anonadado tanto como él. Se ha desconectado de todo— No puede ser.

Vale. Paren todo. Esto es un terrible error. Mi primo no puede comprometerse con esa chica. Básicamente por dos cosas. Lo primero y de lo que sé, es que no le gusta Kagami. Tengo entendido que le gusta Marinette. Y lo segundo… ¡ESA ES MI MUJER, PEDAZOS DE MIERDA! ¡¿PERO QUE CARAJOS HACEN?! Bueno, no le he dicho nada ni ella sabe de mí. Pero vamos, que la reclamé en mi cabeza, joder. Por primera vez en semanas, Kagami nota mi presencia entre el tumulto de gente. Pero su mirada no expresa nada mas que anarquía. ¿Qué demonios pasa…? ¡¿QUE ESTÁ PASANDO?!

No te la creo. Mi primo camina hasta mis tíos y los increpa, alejado de todos.

—Es-espera…papá —protesta Adrien, indiscutiblemente negando su afirmación— ¿Cómo que me estas comprometiendo con Kagami? —pero su progenitor no se limita si quiera a mirarlo a responder. Simplemente pasa de él. Observa a su madre ahora, buscando desesperadamente una respuesta coherente— ¿Mamá…? ¿Tu sabias de esto?

—No te alarmes, hijo —comenta Emilie, sonriente y a la vez apenada— Es solo un compromiso a futuro. Cuando cumplan la mayoría de edad, podrán casarse.

—¡Pe-pero mamá! —el menor de los Agreste hace amago de pavor— ¡Ni si quiera me gusta Kagami! ¿Cómo es que deciden sobre mis sentimientos por mí?

—Kagami Tsurugi es una mujer digna de ti, Adrien —rezonga Gabriel, con altura de mira y soberbio tono de voz— Lo estamos haciendo por el bien de la familia y la prosperidad de nuestros negocios.

—¡Ni si quiera me preguntaron a mi o a ella! —el rubio se voltea a ver a la japonesa, quien tampoco parece incomodarle para nada la noticia. Por el contrario, se mantiene estoica al lado de su madre con la contemplación templada ante el público— No puede ser…apenas si nos conocemos. ¿Cómo es que ahora me tengo que casar con una chica que ni conozco?

—Ya tendrán tiempo de conocerse —la señora Agreste toma su hombro con cariño y sonríe— Pasarán mucho juntos. Asisten al mismo colegio y tienen amigos en común. Ya verás que todo saldrá bien.

—No puede ser…—resopla el ojiverde, anonadado. Realmente no sabe que hacer. Sin el apoyo de sus padres, explora el cuarto en busca de su primo; el único que podría socorrerle y hablar en su favor en un momento así. Pero Félix, ya no está en la escena. Se ha ido. Ahora mismo, está solo en esto— Félix…

No soporté ni un segundo más la nauseabunda escena de la cual he sido testigo amargamente esta noche. Lejos de la concurrida fiesta, me aíslo en el patio trasero tan solo para ampararme en medio de la penumbra. Nuevamente soy victima de un ataque de ira que me es imposible dominar. Maldita sea. Me han desarmado. Todos mis planes se están yendo por la borda y lo único que puedo hacer es… ¿Mirar? Soy un maldito espectador de como mi propio primo hermano se lleva a lo único que he anhelado en años. Tiemblo de la impotencia. Aprieto los dedos y doy un puñetazo contra la pared, lacerándome los nudillos. Sangro, pero no me duele. En realidad, estoy sangrando por dentro y eso es una herida mucho mas profunda de lo que superficial se ve.

Al principio es rabia en su más puro estado, totalmente descarrilada. Pero al cabo de unos segundos y en completo silencio, una pena me atosiga hasta hacerme llorar. Mi corazón se reprime dentro de mi caja torácica y un par de lagrimas se escurren por mis mejillas. Por favor…si esto es una pesadilla, quiero despertar ya.

—Señor —uno de los guardaespaldas Yakuza lo encuentra en el jardín. Con actitud amenazante lo interroga— Esta área está restringida. Por favor, vuelva al salón.

—¿Y a ti que mierda te importa, gorila horrible? —masculle Félix, colérico.

—¿Cómo me llamaste, mocoso? —gruñe de vuelta el varón, tentado a meter la mano dentro de su chaqueta como quien intenta sacar un arma. El británico capta el gesto y de inmediato, baja el perfil.

—Ya me voy, aliento a sushi —rezonga Fathom, regresando a la casona; más muerto que vivo.

Un poco mas allá, escondida solapadamente detrás del pórtico de madera; una sombra le espiaba en total mutis. Un testigo sigiloso con sospechosa actitud, que no da la cara. Ha sido declarante de todo en primera persona.

RACCONTO—

Antes de la cena.

—Es rubio —determina Kagami, en medio de un callejón del instituto.

—Perdón…—se disculpa Marinette, atosigada de desconciertos— No comprendo. ¿Qué quieres que haga?

—¿Cuál de los dos es? —Tsurugi le expone una foto de ambos primos— Son los únicos rubios del instituto. Por favor…dime cual de los dos es.

—Amiga, no sé cuál de los dos es —murmura la ojiazul, acongojada y casi al espirar— Adrien no es…—sentencia— Es lo único que te puedo decir con certeza.

—¿Por qué?

—Porque le gusto…y el gusta de mi —revela Dupain-Cheng, ruborizada— Es tierno, caballeroso, gentil, cordial, muy respetuoso. Y esta libreta es…

—"Una porno"

—No, nada de eso —reniega la francesa, acongojada— Pero no es algo que Adrien Agreste haría. Lo conozco poco, pero…se que no es el. Por favor, Kagami. Debes creerme. No es-…

—Ya sé que no es el —determina Tsurugi, interrumpiéndola. Luego releyendo los párrafos de la página dos— Esto fue escrito por un hombre irascible, pasional, que se oculta de la sociedad. Alguien que teme ser juzgado. Adrien Agreste no parece ser candidato. Es muy abierto al mundo. Muy claro y templado.

—¿Crees que es…?

—Su primo —manifiesta la chica de ojos marrones— Si no fuera porque le vi el cabello el otro día, juraría que es de un enfermo japonés. Pero este varón no es enfermo. Puedo ver luces y atisbos de falta de sociabilización o comunicación.

—¿Crees que Félix Fathom te espía?

—Lo creo —determina, segura de su afirmación— Ese chico no es como Adrien. Entiendo que sea británico, pero tiene algo que lo obliga a mostrarse impenetrable. Creo que está enamorado de mí.

—Obsesionado, diría yo…—aclara Marinette, preocupada. Ha leído parte del contenido del bloc de notas y está realmente asustada— Kagami…yo creo que Félix a este punto es peligroso.

—¿Peligroso? —Tsurugi suelta una risita endeble, oculta bajo un manto de morbosidad— Tu no sabes realmente lo que es peligroso, Marinette.

—¿Y tú sí?

—Claro que si —sentencia la nipona, con mirada sagaz— Este chico no es ni por asomo una amenaza. Ni para mi ni para nadie —guarda la libreta, gesticulando una sonrisa lasciva— Es solo un gatito asustado de la lluvia. Una persona, que teme que descubran lo que realmente es en el fondo.

—¿Por qué de pronto…? —Dupain-Cheng hace una pausa, anonadada por su expresión corporal— ¿Pareciera que te atrae?

—Peligroso —redunda la muchacha de ojos marrones, rayando en el sarcasmo— Peligroso es meterse conmigo —musita.

—¿Ka-Kagami? —da un paso hacia atrás— ¿Qué pretendes hacer? Ahora que sabes que Félix es el dueño de esas notas y además te espía…

—La próxima semana, mi madre me va a comprometer con Adrien Agreste —revela.

—¿Pero que me cuentas? —la francesa se paraliza de golpe— ¿Cómo que con Adrien?

—Escúchame atentamente, Marinette —Kagami la fulmina con la mirada, mostrándose así misma hermética y misteriosa— Nadie en la escuela sabe que tu y yo somos amigas. Eso debe mantenerse así. Félix Fathom no puede enterarse de que yo ya sé sobre su existencia o su identidad. Y tú, vas a ayudarme en eso.

—¿De qué forma podría ayudarte yo? —no comprende, melancólica. Desvía la mirada— Solo soy una chica random. Encima ahora me dices esto de Adrien y tu…yo no…

—¿No confías en mi acaso? —Tsurugi deposita ambas manos en sus hombros, soltando una sonrisa que apenas le sale del alma, pero que en el fondo es sincera— Nunca te he defraudado. Ahora, necesito que lo sigas haciendo. Tengo un plan.

—Si compartes tu plan conmigo…—añade la ojiazul, ligeramente mas esperanzada— te lo agradecería muchísimo. Me daría algo de tranquilidad.

—No puedo acercarme a Félix Fathom de forma natural —expresa la japonesa con pesadumbre— Por la misma razón que él tampoco puede hacerlo. No…te puedo explicar realmente el por qué, porque no tengo palabras para describir lo que se siente. Puede que una chica como tu no lo entienda, ya que eres muy transparente y ton-…quiero decir, muy sincera con tus sentimientos —se retracta— Pero si te puedo asegurar algo…el resultado de esto, nos favorece a ambas.

—¿Entonces me dirás que vas a aceptar el compromiso forzado? —Marinette se profesa asombrada por su decisión— Eres una chica muy valiente ¿Sabes? Porque ni si quiera te atrae Adrien. Pero aún así estás dispuesta a disimular…y fingir.

—No es problema para mi fingir —exhala la hija de Yakuza, desviando la mirada— Llevo haciéndolo durante muchos años. Y creo que ese chico entiende de eso. Pues también lo hace. Te parecerá una locura lo que te diré ahora —confiesa— no lo conozco en lo más mínimo. Al menos no, como el me cree conocer a mí. Pero si de algo se con certeza, es que tenemos mucho mas en común de lo que parece.

—¿Entonces…?

—Entonces…—sentencia finalmente Kagami, con certeza y determinación en sus palabras— se lo dejaremos al "destino" —ironiza— ¿Entiendes? Destino.

—Destino…—repite Dupain-Cheng, dubitativa. Aunque ya capta su idea o parte del plan. Sabe perfectamente que su compañera no cree en algo tan banal como eso— Tomarás ventaja de esta unión para acercarte a Félix de manera sigilosa y planeada. Haciendo creer que todo es una "coincidencia"

—De la misma forma que tu también lo harás con Adrien—enuncia hábilmente y con dejo de astucia— Es hora de usar la cabeza. ¿Estás conmigo en esto?

—Si. Claro que si —asiente concluyente la francesa— Pero solo debes prometerme una cosa, por favor —su camarada la mira atenta, expectante a lo que dirá a continuación— Prométeme que no lo besarás ni mucho menos…

—¿Acostarme con él? —arquea una ceja con obviedad.

—…si…eso…

—Descuida —Kagami le da la espalda, a punto de marcharse— Adrien Agreste es la ultima persona en la cual podría pensar sexualmente hablando. Tengo la certeza de que no se compara para nada con Félix.

—¿Cómo estás tan segura, si acabas de decir que ni lo conoces? —cuestiona la peliazul.

Kagami omite comentario alguno. Se limita solo a sonreír satisfecha, haciendo abandono del acontecimiento que las ha convocado en un principio. Tan reservada y profundamente indómita, a optado por no revelar detalles o información que podría comprometerla. De lo único que tiene certeza ahora en más, es que están juntas en esto. Un plan que se debe desarrollar al pie de la letra.

FIN RACCONTO—

Volvemos a la fiesta. Música electrónica suave de fondo. Los invitados degustan platillos exquisitos y se deleitan con el Sake japones, el Whisky británico de los Graham de Vanily y la belleza de los diseñadores Agreste. Kagami nota a lo lejos como Félix regresa a la fiesta, cabreado y con actitud repugnante. Sonríe. Se pasea diplomáticamente entre los comensales, platicando de manera escueta con algunos, haciendo comentarios triviales y fuera de contexto; sin quitarle la pista al británico. Percibe que incluso si es menor de edad, se ha robado una botella completa de alcohol y se dispone a beberla en solitario en una esquina del salón. Ni si quiera sus padres le prestan atención. De la misma forma que a ella tampoco la notan, como si fueran dos fantasmas vagabundeando flotantes en un jardín de colores. Se desplaza hacia el francés, simulando interés en él.

—¿Cómo estás, Adrien? —consulta Kagami Tsurugi, bosquejando una expresión afable.

—Ah…Kagami-san —despabila el rubio. Lo ha tomado por sorpresa, a punto de probar un canapé de camarón— Yo…muy bien. Creo…

—Eres muy modesto, Adrien —la japonesa nota su fisonomía mustia. A diferencia de ella, el no puede fingir su disgusto por la unión presa de la cual se encuentran— Te noto algo aburrido. Te propongo algo. ¿Quieres jugar conmigo?

—¿Cómo? —Adrien se atrapa de su insinuación— ¿A qué quieres jugar?

—Las reglas son simples, no te preocupes —añade Tsurugi, sin quitarle los ojos de encima al inglés— Se trata de fingir que te diviertes. Nada más eso.

—Eh…—el galo no comprende del todo sus intenciones. Hace una pausa prolongada, sobándose la nuca en el proceso; nervioso— ¿Cómo es eso?

—Conmigo no hace falta que seas sínico. Se que te gusta mi amiga Marinette.

—¿Marinette es tu ami-…? —es callado automáticamente por uno de sus dedos sobre los labios. Se ruboriza de golpe. Nunca una chica le había tocado la boca así. Se reprime así mismo— Vale…—susurra, mas calmado— Me gusta ella y mucho. No es novedad.

—Ahora que yo ya se quien te gusta —manifiesta Kagami, dirigiendo su atención con los ojos. Cosa que el caucásico capta de inmediato. Ella a apuntado hacia su primo— Tu ahora sabes quien me gusta a mí.

—Disculpa, no quiero sonar grosero, pero…—parpadea, atónito— ¿Cómo es que te gusta Félix si nunca han hablado?

—Si sabes lo que te conviene, no hagas tantas preguntas —advierte amenazante la japonesa— O arruinarás el juego.

—Dios mío…es que…—Adrien se cubre la boca con ambas manos, mas entusiasmado que preocupado. Aunque se esfuerza por encubrir su felicidad— Disculpa si sueno inoportuno y me emocione, pero es que me llama muchísimo la atención que una chica guste de mi primo. Es que él es alguien que-…

—Muy interesante —revela la peliazul, gesticulando una ruborizada mueca de asombro— Pero sin duda difícil de alcanzar. Ya sé lo que dirás.

—Kagami…—el Agreste toma sus manos, esperanzado— Solo respóndeme una cosa por favor y lo digo en serio. ¿Te atrae Félix?

—Si.

—Diablos…no sabes como me conmueve esto —comenta febril— Llevo días. No, meses. Años…que el pueda ser feliz y conseguir una mujer buena que lo quiera ¿Sabes? Yo no-…

—No te confundas, Agreste —lo interrumpe abiertamente— No te hagas ideas idílicas de mí. Yo no soy ni por cerca ni lejos la mujer ideal que estás pensando o idealizando. No me considero una "buena" mujer. Mucho menos para él.

—¿Qué dices…?

—Ya lo dije —acota la heredera de los Tsurugi— Jamás he tenido novio. Jamás me ha gustado nadie. Jamás me he enamorado de nadie. No quiero que mal interpretes mis sentimientos o intentes indagar en ellos de forma presuntuosa.

—¿Qué significa esto? —cuestiona confundido el rubio— ¿No te gusta mi primo entonces?

—Es un buen espécimen.

—¿Cómo que buen…? —se espanta— ¡¿Qué?!

—Masculino.

—¿Qué demo-…? —Adrien se va a la puta.

—¡ADRIEN! —Félix interrumpe la escena abruptamente. Con las mejillas coloradas y varios grados de alcohol en el cuerpo, dado que carga la mitad de una botella de whisky consumida. Se ha tomado el liquido sin hielo incluso— ¡Contigo quería hablar, infeliz!

Mierda…—el ojiverde francés se acobarda de golpe, inmiscuyéndose de lleno. Kagami quien lo acompaña, le pellizca el brazo demandándolo a esconder demencia. Se apura a responder como puede— ¡Primo! ¡¿Dónde estabas?! ¡Te busqué por todos lados! Jeje…

—Maldito roba mujeres —musita Fathom, tambaleándose en su eje— ¿Cómo que me buscabas? Si hace una hora te veo coquetear con todas.

—¡¿Co-Coquetear con todas?! —se sale de onda su familiar— Fé-Félix…creo que bebiste alcohol. Y sabes que somos menores de edad. No pode-…

—¡¿A quien mierda le importa?! —carcajea sarcástico el británico, apuntándole con al dedo índice derecho— ¿Quién va a evitarlo? ¿Tus padres? ¿Los míos? ¡Míranos! ¡Solo somos conejillos de indias en su puto juego!

—¡Primo! ¡Yo-…! —Kagami lo suelta y se desliga del asunto, apartándose del problema. Adrien no comprende nada. Hace un rato ella mostraba un plan y ahora huía de él. Intenta contener a su familiar, arrastrándolo del brazo hacia un costado de la fiesta— ¡Félix! Contrólate, por favor. No es nada de lo que estás pensando.

—¡Suéltame! —balbucea, borracho el británico. Es una mescolanza de emociones que ni su compañero entiende. Llora y al mismo tiempo es iracundo en su actuar— ¡Aléjate de mi mujer! ¡¿Me oyes?!

—¡Tranquilo, Félix! —Adrien se esfuerza por consolarlo, dándole contención en un abrazo fraternal— Tranquilo…—musita en su oído— No pretendo robarte a tu "mujer". Ya sé que te gusta Kagami Tsurugi…no lo ocultes más.

—¿Qué putas mierdas dices, tonto? —reniega Fathom, empujándolo con violencia tras ser descubierto— ¿Cómo que sabes de-…?

—¡Félix! —espeta Colt Fathom a lo lejos. Es acompañado de su esposa— Nos vamos.

Ambos primos miran al mayor de manera sacada de tono. Adrien Agreste hace amago de vergüenza y retraimiento. No busca tener problemas con sus tíos. Pero a diferencia de él, su primo está indomable. Ebrio, irascible, impetuoso y lleno de un repudio indescriptible hacia su figura paterna, se zumba de ellos. Primero les saca la lengua, despeinándose. Acto seguido, recarga un potente gargajo y escupe los pies de Colt; delante de todos. La vergüenza se apodera de los Graham de Vanily quienes no pueden creer a ciencia cierta lo que han visto.

Los asistentes están en shock. Todos…menos una…quien curiosamente se ha sobre estimulado al presenciar aquello.

Colt abofetea a su hijo en la mejilla, de la misma forma en que el le faltó el respeto. Iracundo, lo jala del brazo; mientras Amelie lo intenta tranquilizar como puede y se despide de la fiesta. Ya nadie puede controlarlo. El "niño" problema otra vez ha hecho de las suyas.

—La fiesta continua —determina Tomoe.

—Estoy agotada, madre —determina Kagami, simulando ser una chica buena y muy pulcra; pero ruborizada hasta las orejas— Me retiro a mi cuarto. Debo ir a rezar a lo dioses.

—Vale. Ve —le da en el gusto.

—Kagami-san —señala un mayordomo— ¿La acompaño hacia sus aposentos?

Cierra la boca, asquerosa lacra inutil —emite Kagami, furibunda. Extrae la libreta de sus prendas y sonríe lujuriosa— Piérdete.

—Si…Tsurugi-san…—acepta obedientemente, atemorizado.

[…]

Todos son unos hijos de perra mal paridos pesimamente colonizados y mal cogidos. Que les den. Colt me dio con la correa cuando llegué a casa. Como siempre, mi mamá tan pasiva no hizo nada. Me valió mierda. Este imbécil cree que puede controlarme a golpes, pero no tiene intervención sobre mí. Soy un ser libre. Muérete Colt. Luego de lacerarme por media hora, me vine al cuarto. Me di una ducha re normal, totalmente ebrio y me tiré a la cama boca abajo. La pantalla de mi ordenador vibra y suena en medio de la opacidad de mi habitación. No pude evitarlo. Si suena mi notebook espero que sea BloodyMary. Maldito pervertido que me tiene en vela. Levanto la tapa y es el, nuevamente. Me escribe y me ha pagado una suma de dinero importante.

≪ BloodyMary: Estoy teniendo sentimientos melancólicos.

Vale, yo no soy psicólogo de nadie y he tenido una noche de mierda. Literal, me dieron como cajón que no cierra y no precisamente en el buen término. Mi padre me ha golpeado y no estoy dispuesto a contener a nadie. Ojalá alguien viniera a abrazarme, mierda. Me siento en la silla y contesto bien profesional.

≪ LondonBoy: No trabajo los sábados. Puedes pedir tu reembolso.

≪ BloodyMary: Me gustan tus manos.

Ok. Comentario random sacado de onda. Pero que de alguna forma atrapó mi curiosidad. Ya había pagado por un servicio que no le daría. Básicamente porque no estaba de humor. Prendí la cámara a la altura del mentón y le dejé ver mis manos por delante y por detrás. Solo un vistazo cuanto quisiera.

≪ LondonBoy: ¿Qué tal ahora?

≪ BloodyMary: Bonito anillo.

≪ LondonBoy: Gracias. Me lo robé.

≪ BloodyMary: ¿Eres delincuente?

≪ LondonBoy: Si. ¿Te preocupa?

≪ BloodyMary: Para nada. Yo también lo soy.

Vale. No supe a ciencia cierta si estaba tomándome el pelo o solamente me seguía la corriente, pero el juego se puso muy interesante. Me pidió que le mostrara mis brazos, haciendo énfasis en remarcar las venas de estos apretando el puño. Sus gustos comenzaron a variar, intercalándose entre que quiere ver mis extremidades, las clavículas y mis labios. Solo muestro parte de mi cuerpo, pero no todo completo. ¿Será que me está estudiando? Me excita esto.

≪ LondonBoy: Me voy a dormir.

≪ BloodyMary: Creí que no dormías.

≪ LondonBoy: Si quieres pienso en ti.

≪ BloodyMary: ¿Piensas en todas?

Uy. Una revelación. ¿Entonces Bloody Mary es chica? Me acabo de prender aún más. Que atrayente.

≪ LondonBoy: ¿Acaso estás celosa?

≪ BloodyMary: Un poco.

≪ LondonBoy: Bueno, si quieres puedo pensar en ti también.

≪ BloodyMary: Infiel.

≪ LondonBoy: ¿Cómo?

BloodyMary se ha desconectado.

Un latido. Okey. ¿Qué fue eso ultimo? ¿Cómo que de pronto soy infiel? Estaba ebrio y ligeramente febril esa noche, pero ni así con todo el estado leproso en el que me encontraba me quitarían de encima sus palabras. ¿Acaso esta persona me conocía? No. Imposible. Esta red social no es popular por casi nadie en japón. En este país usan otras mierdas propias de su nación. Obligándome a restarle importancia y ganando algo mas de dinero, me fui a la cama apagando el ordenador. Aunque antes de apagar la luz, un poco mas sobrio me percaté que mis manos y brazos tenían cicatrices de los latigazos que me había dado Colt una hora antes. Mierda. No puedo venderme de esta forma si ando todo magullado. Por la mañana, que era domingo, me aplicaría algún ungüento para disimular los golpes. Me dormí. Pero no sin antes, desearle buenas noches a mi mujer. La misma que reclamé en mi cabeza de manera obsesa. Besuquee su fotografía en mi teléfono, valiéndome siete hectáreas de verga si se comprometía con mi primo hermano. Ya me las arreglaré…

[…]

Jamás voy a olvidar se día lunes. Me la pasé toda la mañana con un dolor de cabeza de la puta madre. Realmente no había dormido bien el fin de semana y encima estaba castigado por el supuesto desaire que les hice a mis padres en la jodida fiesta esa. De hecho, el domingo ni salí de mi cuarto. Me dediqué a ver documentales de criminales y comer helado. Pero se perfectamente que habíamos quedado con Adrien y sus amigos para el Super Potato. Como me faltaban horas de sueño, me tragué cuatro cafés cargados da la estación de Akihabara y dos muffins. Mis niveles de azúcar y cafeína estaban por los aires.

Era habitual que a eso de las 18:00 algunas personas se reunieran en la maquina de baile. Me conocían los horarios. Y estaban expectante para grabar como siempre. Una molestia. Me mantuve sentado sobre uno de los sofás de espera, vistiendo mi atuendo de buzo deportivo. Hasta que a eso de las 18:15 se dignaron a aparecer por la puerta principal. Dios, es que ustedes no saben lo mucho que odio que me hagan esperar. Mas allá de ser británico y cuadrado, odio la impuntualidad.

—Vaya hora de aparecer —los increpa Félix, parándose con actitud subversiva— Llevan 15 minutos de retra-…—calla de golpe, congelándose en la escena como una imagen enmudecida y los pómulos enrojecidos.

—¡Primo! —se disculpa Adrien con afable gesto familiar— Discúlpanos. Es que…se nos unió una persona más al grupo —comenta, haciéndose hacia un lado para mostrar a su invitada de honor— Ella es Kagami Tsurugi. Aunque ya la conociste en la fiesta ¿No?

—¿Qué tal, Félix? —sonríe Marinette, empujando a su estoica amiga hacia adelante para que lo salude— Mira, vino Kagami. Una amiga. ¿Todo bien?

—…—enmudece.

—¡Vaya! —Alya suelta una carcajada al ver al publico asistente— Pero ya vinieron tus fans. ¿Qué pasó?

Silencio sepulcral. Adrien y Marinette se miran entre si con dejo de complicidad. Kagami no emite palabra alguna y se limita a reverenciar con cortesía como es habitual en la sociedad en la que habitan. Fathom sigue sin reaccionar. Inocentemente, desconoce que sucede. Absorto en sus pensamientos, su familiar le da un empujoncito leve y lo alienta a que deje esa actitud rígida.

—¡Vamos a jugar, primo! —carcajea jovial el Agreste, jalándolo hacia la DDR— ¿Estás listo?

—Yo…—Félix intenta a duras penas hilar palabras. Observa a Kagami por sobre el hombro, como se cambia los zapatos por unas zapatillas deportivas. Traga saliva, aun ruborizado— ¿Ella va a jugar también…?

—¿Qué te pasa, primo favorito? —le resta importancia, tocándole el pecho— ¿Acaso no aceptas rivales?

—No es eso…

—Kagami es mi prometida ¿Lo olvidas? —inquiere el francés, bosquejando una mueca alegre— Vete acostumbrando. De ahora en adelante, pasará mucho tiempo con nosotros.

—Adrien…—Graham de Vanily se contrae en su posición, indiscutiblemente incomodo— Yo no-…

—¿Jugamos? —interviene Tsurugi con actitud serena. Se para a su lado, como una contrincante mas y pasa su tarjeta de juegos por el lector— Vamos. Yo elegiré la canción ahora —busca entre la lista y selecciona una— Esta quiero. Me gusta. Britney Spears.

—¡Vamos, Félix! —lo alienta Césaire desde atrás— ¿Qué sucede? ¿Tienes miedo de perder acaso? Tus fans esperan —apunta hacia al lado. Ya sacaron sus teléfonos para grabar.

¿Qué está pasando? Siento como si todos confabularan contra mi persona. ¿Qué les hice? Malditos infelices que no ven que yo-…

—¿Listo? —Kagami se acomoda en su lugar, separando las piernas.

No se si pueda hacer esto…—piensa el inglés, tragando saliva dubitativo. Instintivamente y para no quedar en ridículo; ya que está siendo juzgado por mil miradas pasa su tarjeta por el lector y se une al juego— Vale…

Ok. ¿Qué mas da? No puedo tampoco acobardarme delante de la chica que me gusta. Es absurdo a este punto. Me preparo para el duelo sobre la maquina y me deshago de la chaqueta y la camisa de la escuela, quedando solo en una musculosa negra que revela mis brazos. La misma que uso como siempre. Me sitúo en posición defensiva esperando que inicie la partida, lacónico, pero un comentario en particular me saca de onda, desconcentrándome por completo del inicio del juego. Reconozco la voz. Es de mi contrincante…

—¿No te duelen?

—¿Eh?

—Esas marcas —acota la peliazul, sin mirarle del todo— Tienes cicatrices en los brazos.

Carajo…

Se supone que intenté curarme ayer de los golpes que me dio mi papá. Pero incluso si usé la mejor base de todas, se nota a leguas que tengo estas heridas en modo de alforzas surcando mis extremidades superiores. Me acobardo tontamente y sin llegar a reaccionar a tiempo, pierdo doce puntos porque la jodida partida comenzó. Ni llegué a saltar a esos pasos. Maldita sea. Intento llevar el ritmo y recupero la cordura. Pero vamos…la mujer que me revuelve las entrañas está bailando conmigo. Por alguna razón estúpida no siento la necesidad empírica de humillarla como lo hice con otros cientos. Neciamente quiero que gane…pero que no se note que soy un perdedor. Mi orgullo me acomete con premura y permito arteramente que me lleve la ventaja. Solo al final, repunto con los últimos pasos de baile para ganarle. Le acabo de vencer pero solo por cinco puntitos todos cagados. Me siento febril. Kagami acepta la derrota con honor y se retira. Joder…no quiero que se vaya. Anhelo una revancha. ¿Pero como se la pido? Se baja de la plataforma y abraza a mi primo cariñosamente, de la forma envidiosa que yo desearía que me tocara. Me atosiga la fruición de golpear a Adrien. Justo en el momento en que me profeso volátil para tener un ataque de ira tradicional, Marinette se une en reemplazo de su amiga.

—¿Una conmigo? —lauda Marinette, fingiendo inexistente altivez— Dale, te derrotaré.

—Eso veremos, Dupain-Cheng —delinea Félix en los labios, aleccionando otra partida— Vamos.

No hubo nadie en esta tarde de lunes que me derrocara de mi trono como el mejor en la DDR en todo Tokio. Y si bien fui el victorioso, me voy a casa con un sabor áspero de entrega y esclavitud al amor que siento por esa japonesa. La presidenta del centro de alumnos es la prometida de un hombre que no soy yo. Es mi primo hermano. No tengo derecho a reclamar nada. Amo a Adrien con el alma misma. Es una de las pocas personas que quiero después de mi mamá y Kagami. ¿Qué puedo exigir o demandar? A pesar de que jugamos esa vez, nuestros encuentros se hicieron mas frecuentes con el paso de los días. Como cosa del destino, a lugar que iba, ella aparecía mágicamente delante de mi como quien muestra un trofeo al campeón del mundo; algo que no puede alcanzar.

Hubo muchas más actividades que compartimos juntos. En la final del torneo de Kung Fu en la cual yo era cinturón negro, ella asistió. Pero siempre apoyando al enclenque de mi primo quien no llegó ni si quiera a cuartos de final. Aun así, concurría porque Marinette lo hacía. Pensé que estaba acompañando a su amiga. Compañera de andanzas que de un momento a otro se mostró abiertamente con su relación cuestionable. Muchos le tenían miedo a Kagami. Pero yo no. Jamás temí de ella o en acercarme. Lo que me limitaba a ella no era mi procedencia o mi apellido. Era su posición en la sociedad. Hasta el momento no tenia mucho conocimiento sobre los Yakuzas. ¿Qué tan peligrosos eran? A mi me encanta el peligro. Y creo que mi padre influenció en ello.

Luego, Kagami y Marinette acudieron a la final de rugby apoyando al equipo en el cual obviamente yo me inscribí. Nunca fui un chico musculoso o vigoroso. Era mas bien flacucho. Pero si muy rápido. Tan rápido como pudiese correr como el rayo. A mi me daban un pase y yo echaba carrera como si me llevara el diablo con la puta pelota. Dupain-Cheng dijo que había venido apoyando al enfermo cabeza de musculo de Kim. Pero cada vez que yo anotaba un gol, me aplaudieron. No soy narcisista. Solo quiero pensar que en serio me notaban. Pero no por ser yo. Si no…por ser el primo hermano de Adrien Agreste; el extranjero mas popular al cabo un mes en la escuela. Una cagada vivir en las sombras. Así entonces, pasó medio año en donde yo me tuve que conformar con ser un anónimo en medio de todos.

Para el 5 de noviembre recuerdo que de lo único que hablaban en la escuela era de Navidad. Una fiesta gringa que ni de ellos era, pero que le daban mucha relevancia. Por esos días yo había ganado mucho dinero en mi página. Y de alguna manera me había convertido en el amigo idílico de Kagami; pues no me hablaba directamente a mí, pero de vez en cuando me dirigía la palabra disimuladamente.

Una mañana…en el comedor que ahora todos compartíamos, ella nos abordó preocupada con un tema que no conocía. Adrien había faltado a la escuela, porque tomó gripe la noche anterior. Aproveché mi oportunidad como siempre, reemplazando al "perfecto". Le corrí la silla y muy afable permití que se nos uniera. Ella me agradeció poco agraciada y se mostró más inquieta de otras cosas que de mí. Acostumbrado estoy.

—Se viene el baile de primavera —comenta Kagami, como la presidenta del centro de alumnos— Es necesario que salga perfecto.

—Saldrá perfecto —acota Alya— Porque lo estás organizando tu.

—Gracias por tus buenos augurios, Alya —declara Tsurugi, masticando un pedazo de arroz— Pero no es suficiente. Tenemos cosas que afinar. No sabemos si Adrien Agreste podrá asistir a la gala como el rey. Y no puedo darme el lujo de ir sola, como la reina que soy.

Todos en la mesilla enmudecen. No discriminan ni tampoco escatiman en relevos, pero están consciente que Félix Fathom está sentado en la misma mesa que ellas y es participe buena o malamente del problema. Marinette le da un codazo a su amiga Alya disimuladamente por debajo de la mesa y Césaire masculle.

—¡Vamos! No es tan terrible —añade la morena, apuntando al británico— Tenemos a Félix. El nos va a apoyar. Es un buen chico.

—¿Quién te dijo esa mentira? —se mofa Félix mostrándose impensable— Soy mala persona.

—Es cierto —inquiere Tsurugi, imperturbable. Todos caen en cuenta que no estaba reafirmando la declaración del ojiverde, si no que se refería a otra cosa. Lo observa fijamente, provocando una reacción tímida en el rubio que raudo intenta rehuir de ella— Lo despeinas un poco y no hay manera de que descubran que no es Adrien Agreste. Son gemelos casi idénticos.

—Escuchen, están cometiendo un error —rezonga Graham de Vanily, mientras mastica el sorbete de plástico de su caja de jugos— Yo no soy ni por asomo el rey de nada. Solo de las desgracias. No puedo reemplazar a mister "Donatien Atanasio" el más popular de todos.

—Creo que estás exagerando un poco —murmura la morena de anteojos, apuntando justo hacia su espalda— Tu también eres bien popular ahora —un tumulto de chicas y chicos se aproximan a ellos con celulares en las manos. Sin premuras, se abalanzan contra el británico— Upsi…

—¡¿Así que tú eres el chico que baila en las redes sociales?! —chilla una muchacha.

—¿Qué cosa? —Félix se espanta, como si hubiese visto un fantasma— ¡¿Re-Redes sociales?! ¡¿ACASO CONOCEN MI PAGINA WEB?! —carraspea, casi tragándose la pajita. La escupe y se levanta fingiendo desesperada inocencia— ¡N-no! No es lo que piensan. Yo no tengo ninguna red social. No me gustan esas cosas.

—Mh…—Kagami entrecierra los ojos, suspicaz.

—¡Tu no! ¡Estás en tiktok! —le enseña otra de la estudiante— Hashtag; el dancing boy de la DDR. ¡SI ERES TU!

—¡Ah…! Eso…—a Fathom le vuelve el alma al cuerpo, dejándose caer de culo sobre la silla— Mierda…vi pasar mi vida por delante de mis ojos. Como Kagami se entere de lo que hago…será mi fin— Bueno, si…ese soy yo. Pero solo lo hago por diversión. No hace falta tanto escándalo.

—¡Jajaja! ¡¿Félix baila?! —carcajea Kim de manera burlesca— ¡Bailar es de maricones!

—¿Qué dijiste, pedazo de simio mono neuronal? ¡Repítelo! —Graham de Vanily lo jala del cuello, en un errático y violento arranque de ira. Automáticamente, los escolares retroceden temerosos de su imprevista metamorfosis. Tras captar la oposición inédita por parte del alumnado, se relaja y lo suelta— Tsk…por eso siempre digo que nunca conozcan a sus héroes. Con permiso —se retira.

La transformación de Félix de un chico tímido y callado, a esa volátil bestia de fuerza bruta a embrujado a los que poco lo conocen. Se muestran renuentes a él. A excepción de una en particular. Una, que considera que esa voraz hambre de intimidación impetuosa le parece sumamente atractiva. Un verdadero hombre de armas tomar.

—A veces creo que Félix está completamente loco —suspira Alya Césaire, encogiéndose de hombros.

A mí me gustan mucho de esos…—redunda la japonesa en su mente, examinando como el británico se pierde por las escaleras— Caras vemos, sanidad mental no sabemos —advierte, bebiendo de su jugo— Marinette, te delego que hables tu con Adrien. Necesito que convenza a su primo para que lo reemplace. Te lo encargo —se levanta.

—De acuerdo —asiente la francesa.

[…]

Camarines.

—¡Buena patada elevada, Fathom! —lo halaga uno de sus compañeros de Kung Fu, tocándole el hombro— ¡A ver si nos vamos por una revancha!

—Gracias, la tuya también —exhala agotado el rubio, sacando su teléfono del bolsillo. Tiene una videollamada entrante. Contesta— Te dejé un mensaje hace media hora y recién te dignas a contestar —protesta, afirmando el móvil dentro de su casillero mientras se cambia de ropa.

—¿Un mensaje? Félix, tengo treinta —expone Adrien del otro lado, preocupado— ¿Qué está pasando?

—¿Cómo que, que está pasando? —reclama el inglés, atando las agujetas de sus zapatos— ¡De todo! Kagami quiere que yo te reemplace en el baile de la primavera como su pareja. Y tú sabes muy bien que no puedo hacer eso.

—¿Y eso es por…?

—¡Idiota! ¡¿Te estás escuchando?! ¡Kagami me-…! —Félix hace una pausa, percatándose de que casi la caga y revela algo demasiado íntimo. Desvía la mirada— Olvídalo…

—Félix, tu sabes que yo nunca te pido nada ¿Verdad? —señala el Agreste, con insistencia— ¿Lo sabes?

—Lo sé.

—Pues ahora te voy a pedir algo y es realmente muy importante para mi —esboza el francés, con una mueca afable en el rostro— Te pido, que seas por una vez en tu vida feliz. Si eso implica ser tú mismo, adelante.

—Adrien, tú sabes perfectamente como soy —rezonga Graham de Vanily, angustiado. Se pone la mochila y baja la cabeza— Eres la única persona que me conoce realmente. Estás al tanto de todos mis problemas de los cuales no me atrevo a codear ahora. ¿Por qué querrías que alguien como Kagami Tsurugi que encima es tu prometida, se percatara también? Voy a lastimarla.

—Omite por una vez el hecho de que eres nocivo ¿Quieres? —niega Adrien con la cabeza, alentándole a tomar coraje— Se que tu padre te ha influido durante años con esa tonta idea. Pero yo no-…

—No es mi padre —advierte Fathom, observándolo con inexpresiva actitud— Soy yo. Soy un desequilibrado. Pero de igual forma, te agradezco que quieras apoyarme a pesar de saberlo.

—Gracias por cubrirme las espaldas, primo —bosqueja con cariño su familiar— Todo saldrá bien.

Si…claro. Quisiera creerlo. Pero vamos, soy un problema con patas. Si no lo arruino yo, estoy 100% seguro de que alguien mas lo hará. Simplemente no tengo el control que quisiera sobre mis intenciones.

La noche de la gala me profesé a mi mismo como un pendejo intrascendente. Mi presencia era insignificante debajo de este costoso traje elegante color blanco; al lado de la gloriosa Kagami Tsurugi que modelaba un vestido rojo furioso, ceñido su magnífica figura. Me había peinado como mi primo para pasar desapercibido. Mi francés era tan refinado y elocuente como el suyo. Ni si quiera mis progenitores podrían llegar a percibir que yo no era él. Estaba acostumbrado a fingir una personalidad que no era mía así que ¿Qué diferencia había entre aparentar ser Adrien Agreste? Normal.

La fiesta se llevó a cabo en un centro privado que la misma escuela había arrendado para la ocasión, en el distrito de Kawasaki. Pude reconocer a la mayoría de los invitados. Todos estudiantes de ultimo año uno que otro colado de clases inferiores. Guardias por todos lados como si fuese una comitiva presidencial. Dos en la entrada, en los baños, sobre el podio. Se que son Yakuzas. Kagami es un Yakuza. Posiblemente estén aquí no para resguardar la integridad de estos pobres diablos si no, específicamente la suya por ordenes de su madre. Agradecí que al menos no hubiera muchos maestros. Solo un par. El señor Takanuki de ciencias, la profesora Minami de educación física y la maestra Bustier de literatura europea. La comida se ve abundante, la música es electrónica como me gusta y hay bastante ponche de frutas. Aunque sin alcohol, la puta madre. Afortunadamente yo vine preparado para algunos de mis compañeros del club de rugby y logré infiltrar petacas de whisky a la fiesta. Si. Soy un maldito contrabandista. Por supuesto que se las vendí, ni loco se las regalo. Llega a rayar en lo morboso lo bien que se me da ser un perfecto bandido. Ni si quiera Kagami lo notó.

—Félix metió alcohol a la fiesta —le confiesa Kagami a Marinette, quien se encuentra sentada a su lado en la misma mesa. Ambas lo observan a lo lejos— Solo espero los maestros no se enteren. Es ilegal en japón beber antes de los 21 años.

—¿Cómo sabes? —Marinette parpadea atónita. No se ha enterado— Yo lo veo normal.

—Porque se reconocer a un criminal cuando lo veo —manifiesta con tranquilidad, tomando un sorbo de su ponche de cerezas— Trato con ellos a diario.

—¿Félix es…un criminal? —se espanta.

—De poca monta —se burla Tsurugi con obviedad— le falta muchísimo para ser profesional. Me da vergüenza ajena.

—¿Te da vergüenza que no sea un delincuente…? —Dupain-Cheng traga saliva, totalmente confundida— ¿No se supone que deberías estar preocupada?

—Me preocuparía mucho mas si fuese un debilucho, la verdad —la nipona se encoge de hombros— Quiero bailar. Dile que me invite a bailar.

—Pe-pero…

—Anda —la fémina de ojos marrones la empuja hacia adelante— Ve~

Dios…como me metí en esto —piensa la ojiazul, aturdida. Camina hasta el rubio quien se entretiene platicando con otros chicos y lo jala del brazo de manera impertinente— Félix, saca a bailar a Kagami.

—Ahora no, Dupain-Cheng —niega el caucásico, molesto— ¿Qué no ves que estoy ocupado?

—Se supone que eres su pareja esta noche, tonto —lo regaña la chica, frunciendo el ceño— Eres Adrien Agreste. ¿Qué demonios crees que haces?

—¿Qué estoy haciendo según tú?

—No me hagas avisarles a los guardias —lo amenaza.

—¿Qué demo-…? —Félix se contrae en su lugar y se gira a ver a Kagami. Ella cruza mirada con él, dando atisbos de peligrosa actitud. Traga saliva— Mierda…—determina hacer caso, acomodándose el corbatín sobre la camisa y asiente— Vale, ya voy.

¿Cómo se dio cuenta? Esta chica…no es realmente lo que aparenta ser. ¿Estará fingiendo al igual que yo, ser alguien que no es? Pero si es hija de Yakuzas, joder. ¿Por qué de pronto me sorprende tanto? Carraspeo con nerviosismo y aparento estar juicioso al momento de invitarla a bailar. Estiro mi mano y ella toma la mía. Es el primer contacto certero en dos meses. Se me paró el…corazón. La música resuena un poco mas audible y comienzo a bailar con ella en medio de la pista, mezclándonos con los demás invitados.

—Estás tieso —reclama la reina de la fiesta.

—Así bailo yo —musita.

—Mentiroso —sentencia Kagami.

—¿Cómo me llamaste? —junta el entrecejo, ofendido.

Te llamé, mentiroso —redunda, danzando frente a el— Se perfectamente que bailas mejor que esto.

—¿Me estás provocando, acaso? —gruñe fastidioso y al mismo tiempo, cautivado por sus comprometidas frases.

—Obvio —admite con soberbia.

—Ok. Si mentí —revela Félix, gesticulando una sonrisa ladina bastante insurrecta— ¿Te quieres alborotar acaso?

—Convénceme —le incita Tsurugi, sugerentemente.

—Súbele a esa mierda —le ordena Fathom al DJ, quien automáticamente se atemoriza ante su exigente demanda. Acto seguido, se quita el corbatín y la chaqueta— Esto no es una DDR ¿Sabes? Pero no temo en fingir que es una.

—¿Una DDR? —se mofa la peliazul— Pero si esto es un ring de boxeo, Fathom.

[…]

—¡Psst! ¡Marinette! —una voz en la oscuridad le llama.

—¿Adrien? —Dupain-Cheng no se puede creer lo que ve, justo delante de ella. Es el chico que le gusta, pero viene vestido y peinado como… ¿Félix Fathom? — ¡¿Eres tú?! ¡¿Cómo es posible?!

—Fue idea de Kagami —Adrien le guiñe el ojo y toma su mano con dulzura, atrayéndola hacia el para mayor intimidad— No me lo perdería por nada del mundo ¿Sabes?

—Eres…tan dulce —musita una tímida Marinette, ligeramente ruborizada— Que bendición verte en la fiesta. Creí que-…

—No digas mas —el Agreste cubre sus labios con la punta de su dedo y tan sonrojado como ella, la abraza tiernamente— No importa que clase de compromiso tenga. Nada ni nadie nos va a separar a partir de ahora. Tenemos derecho a luchar por lo que anhelamos.

—¿Leíste mi carta acaso? —pregunta retraída y febril.

—Félix me la hizo llegar ayer —balbucea en medio de la penumbra. Coge sus manos y las aprieta contra su pecho— Fue una declaración extraordinaria, Marinette. Y por supuesto que acepto tus sentimientos. Si tu…aceptas los míos, claro.

—¿Cómo no hacerlo? —murmura esperanzada, con brillo incandescente sobre sus pupilas— Eres maravilloso, Adrien.

—Tú lo eres más —cuchichea el ojiverde, rozando su nariz contra la suya en un "beso esquimal"

—No, que va —ríe bajito— Tu más…

—¡CHICA! ¡TIENES QUE VENIR A VER ESTO! —chilla Alya, interrumpiendo la melosa escena— ¡Wow! ¡¿Félix?! —se asusta.

—No, Alya. Soy yo —revela Adrien, despeinándose— Me hice pasar por Félix para entrar.

—¡Esto está de loco, compadre! —vocifera Césaire, jalándolos a ambos de las muñecas— Puede que esta noche seas Félix, pero el verdadero está sacando fuego en la pista junto con Kagami. ¡VENGAN!

—¿Qué? —Adrien despabila.

Un tumulto de estudiantes que reúne hasta profesores e incluso un par de guardaespaldas ha hecho un perfecto circulo, alentando a la pareja que ahora se desplazan por la pista de baile. La música está a tope y ya no hay nada que los detenga. Lo que comenzó como un inocente juego de competencia infantil acabó en un duelo a muerte de ver quien de los dos es el mas cabronazo, pro, master, doctorado en danza. Kagami se ha quitado los tacones y se remueve a pies descalzos, mientras que Félix se ha quitado la camisa y los zapatos. Literalmente está en calcetas y sudadera ¡BAILANDO!

La canción que resuena de fondo es: Move your body to the beat – Reinier Zonneveld.

—¡¿Kagami?! —explota Marinette, sorprendida.

—¡¿No te parece increíble?! —berrea Kim, alzando un par de luces de neon en los brazos— ¡LA PRESIDENTA ESTÁ BAILANDO!

—¡Vamos Adrien! —lo alienta un sujeto.

—¡Mira como se mueve! —exclama otra chica.

—¡Dale presidenta! ¡Aplástalo! —brinca un muchacho.

—¡Esto es una pasada! —carcajea otra escolar, bailando al ritmo de la música— ¡Que vivan los reyes de la fiesta! ¡Wuju!

Celulares arriba. Música parpadeante de todos los colores. Félix y Kagami en otra maldita dimensión paralela en la que han ignorado a todos alrededor y solo se concentran en menearse al ritmo retumbante de la música. ¡Pum, pum, pum, pum! Comienzan a sudar. Adrien es el más conmovido por la escena, ya que su primo ha hecho exactamente lo que le pidió: Ser feliz por una noche. Comienza a aplaudir al compás de la música y alienta a su familiar.

—¡Tu puedes Adrien! —grita, el mismo Adrien siendo Félix¿?

—Sé que ese es Félix —murmura Alya, cubriéndose la nariz que ahora mismo le sangra por lo que se ha imaginado pervertidamente en su mente— Este chico debería ser Gogo…

La mayoría de los comensales solo son testigos ajenos a al suceso. Pero en aquella burbuja que se ha formado impenetrable entre ambos jóvenes hay una tensión pasional, erótica e instintiva que nadie puede frenar. Están bailando, banalmente según se ve. Sin embargo, entre los cómplices de aquel delito ahora se está llevando a cabo un ritual. Un litúrgico acto de las ganas que se tienen, que no desean demostrar abiertamente por el orgullo que los acaece. Hay un sinfín de formas de poder hacer el amor. Y esta sin duda es una de ellas.

Félix toma la cintura de Kagami y la aprieta contra su cuerpo, jadeando entre el ardor ferviente de la música. Ella no se niega y le jala de la nuca, zamarreándolo en el proceso. El climax perfecto y propicio para un casi beso…que es robado de un momento a otro, incinerando el momento con un violento disparo al aire.

Se acabó. La música se apaga y las luces se enciende. Los colegiales se paralizan de golpe. Todo se ve interrumpido por la llegada de una manada de japoneses vestidos de traje negro y matonesco aspecto. Cargan bates de beisbol al hombro, katanas de madera y bokkens. Uno con el parche en el ojo, silba al aire.

—¡Uff! ¡Pero que fiesta escolar mas hormonal es esta! —vocifera el baladrón— Me pregunto si la heredera estará aquí —hace un paneo rápido con la mirada, reconociéndola en medio de la pista— ¡Ah! ¡Ahí estás, Tsurugi! ¡Gusto en conocerte!

Kagami parece reconocerlo y opta por tomar una posición defensiva, mostrando los dientes como un perro rabioso.

—Shuishi —lo menciona, extrayendo del interior de sus pechos una cuchilla corta— ¿Qué mierda haces aquí?

¿Qué demonios? —Félix da un paso hacia atrás, pasmado. No sabe si sentirse intimidado por el arma o por la palabra que acaba de usar. ¿Es real esto? — ¿Traía eso en su vestido todo este tiempo?

—Las conversaciones diplomáticas salieron mal con Tomoe-san —se encoge de hombros, apuntándola directamente con un arma— Y hemos venido a reclamar nuestro permio.

Los estudiantes se dispersan aterrados al ver una pistola delante de ellos. Corren despavoridos en todas direcciones, incluyendo a los profesores que intentan evacuarlos con rapidez. Los guarda espaldas se baten en un duelo a puñetazos y muerte contra los rebeldes intrusos, pero la mayoría son reducidos, quedando solo el líder de la banda aun amenazándole con disparar.

—¡Marinette! —Alya Césaire jala el brazo de su amiga y la incita a huir— ¡Aléjate!

—¡Alya! ¡Espera! —se resiste Dupain-Cheng, puesto que Adrien no se retira— ¡Adrien está-…!

—Tu vienes con nosotros, Tsurugi —le intimida el Yakuza.

—¡Félix! —advierte Adrien, horrorizado— ¡¿Qué haces?!

Su primo hermano, se ha parado delante del mafioso; haciendo de escudo entre el, la posible y tentativa circunstancia de ser baleado y morir; y Kagami. La japonesa se congela instintivamente ante tal acto de valentía y coraje del rubio. Félix acaba de sacar por fin, toda su naturaleza a flor de piel como si fuese victima de una posesión demoniaca.

—¿Cómo te atreves a apuntarle con un arma a una mujer, maldito amarillo mal hecho? —masculle entre dientes, con los ojos inyectados de sangre y furia— Kagami no irá a ningún lado, hijo de perra.

Félix…—Kagami se minimiza en su lugar, notando con amplitud la espalda varonil del joven que ahora, la defiende.

—¿Joh? —se mofa el Yakuza con soberbia— ¿Un gringo me amenaza en mi propio país?

—¿Qué país, pedazo de mierda? —esboza Fathom, crepitando los puños en tono hosco— No tienes honor, basura. Eres un expatriado —añade, crujiendo el cuello— Baja el arma y pelea como un macho. Te devolveré al útero de tu mamá ahora mismo.

—¡No! —Kagami interviene, adelantándose a Félix para tomar posición de escudo por el— ¡No te metas en esto, Fathom! Yo me lo cargo —sentencia, afilando la mirada.

—No. Atrás. Yo me encargo —la tira hacia atrás.

—¡No! —lo tira hacia atrás— ¡Yo!

—¡Que no! —la tira hacia atrás de vuelta— ¡Te dije que yo me encargo!

—¡Aparta, estúpido! —rezonga.

—¡¿Cómo me llamaste?! —protesta Graham de Vanily, furioso— ¡Que te vayas para atrás!

—¡Cállate la puta boca! —chilla Kagami, quitándolo de en medio— ¡A mi no me das ordenes!

Nadie entiende nada. Marinette, Adrien, Alya y los matones se miran entre sí, absortos. ¿Se están peleando por ver quien madrea al tipejo primero? Es una puta broma. El mafioso se cabrea y tira el arma, completamente liado y hastiado de la escena. Empuña los brazos.

—¡Ya está, pendejos! —brama el del parche en el ojo— ¡Vengan de a dos si quieren, mocosos de mierda! ¡Puedo con ambos!

Silencio sepulcral. Kagami y Félix intercambian miradas y sonríen solapadamente entre ellos. Les ha parecido de lo mas irrisorio que jamás nadie dijo. Es hora de dar riendas sueltas a sus instintos. ¿No dijo que debían alborotarse antes? El cumpleaños está por comenzar.

—Yo la cabeza —sentencia Kagami.

—Yo los huevos —manifiesta Félix.

Hecho.

—¿Qué están-…? —parpadea el maleante, embrollado.

10 minutos después.

Sin ningún problema, Kagami y Félix se han cargado a putazos a los ocho matones que se presentaron en la fiesta. Adrien, Marinette y Alya están de piedra, estupefactos pues han presenciado una pelea campal en donde literalmente dos estudiantes de secundaria se madrearon a la mitad de un pelotón de asesinos ridículos con aires de mafiosos al pedo. No la pueden creer. Félix, con los puños ensangrentados y algo magullado, mira a Kagami victorioso. Kagami, con parte de su vestido destrozado pero los nudillos igual de salpicados de aquel liquido carmesí y parte de su rostro igual, también lo mira.

Fue una hermosa velada ¿No creen?

—Me divertí…—exhala Félix, exhausto y satisfecho con el resultado. Observa a su compañera, extasiado de éxtasis— ¿Tu no?

—Que se repita…—gimotea Tsurugi, a tope con las feromonas al aire.

—Pero estos dos…—murmura Adrien, estupefacto y al mismo tiempo, complacido con lo que ha presenciado— están hechos el uno para el otro…

—No me lo creo…—musita Marinette, impactada.

Fue amor a primer masacre.

Que lindo es Tokio por la noche.