Había ciertas cosas en el mundo que hacían que los velos de la nuca de Hermione Granger se erizaran, algunas cosas eran muy pequeñas, casi insignificantes que podían sobrellevar pero si había algo que odiaba en todo el mundo era el día de San Valentín.
Había parejas por todos los rincones del colegio, flores, bombones y cientos de hechizos de tinte romántico saliendo de cada rincón del enorme castillo. Había intentado refugiarse en su lugar sagrado, la biblioteca pero no tuvo éxito por más allá de 10 minutos antes de que Ron y Lavender lo estropearán con sus tonteos y risitas detrás de los estantes.
Lo intentó en los jardines que rodeaban el Lago Negro, la torre de Astronomía, el vestíbulo y los jardines, parecía que la cantidad de alumnos se había cuatriplicado en un día, su único consuelo era ver que Malfoy lo estaba pasando igual o peor que ella .
Se vio tan molesto y asqueado con tanta demostración de afecto por todos los lados que resultóba casi divertido de no ser porque ella se encontró en la misma situación.
Estaba por darse cuenta por vencida cuando grabó un lugar en el que podía pasar el día sin que nadie la molestara. La Sala de los Menesteres.
Por fin tengo un lugar de paz.
La habitación apareció ante ella como una acogedora salita con un juego de té y cómodos sillones, todo era perfecto hasta que vio una cabellera rubia platinada asomándose de uno de los cómodos sofás.
Se cuestionó si dar vuelta atrás e intentar encontrar otro lugar o quedarse y pelear por su paraíso. Aunque la idea de seguir dando vueltas por todo el colegio no le pareció nada apetecible, ganó el sentido común.
Se acercó a la defensiva esperando algún ataque del rubio, pero este nunca llegó, Malfoy estaba dormido. Recostado en el sofá con un pequeño libro entre las manos lucía como alguien normal.
Tomó asiento en el lado contrario de la habitación y siguió con su lectura, no pasó más allá de 5 minutos cuando levantó nuevamente la vista, Malfoy parecía casi irreal, su cabello siempre en perfecto orden en ese momento tenía un par de mechones fuera de lugar que le daban un aspecto tierno, tanto que sentía el cosquilleo en las manos por querer acomodarlo lo cual sin duda era una de las peores ideas que le habían cruzado por la mente,
Intentó enfocarse en su lectura, pero era imposible no mirarlo, era la primera vez que estaba tan cerca de él sin pelear e intentar matarse, el sentimiento era similar a la primera vez que tuvo un libro de magia en las manos, la emoción, el misterio y la enorme curiosidad de tocarlo y ver si era real.
Estaba dormida y ella sería rápida, solo un pequeño toque para acomodar su cabello.
Hermione se mordió el labio, debatiéndose entre hacerlo o no, solo tenía que dar unos pasos y estirar la mano. Sencillo.
Respiro hondo antes de dejar el libro sobre la mesita de té y eliminar la distancia que los separaba.
De cerca podía ver cómo se elevaba su pecho con cada una de sus respiraciones, su corbata se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo, podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo y resultaba misterioso dado que siempre pensó que poseía la sangre fría de las serpientes.
Estiró la mano, hipnotizada por el movimiento.
Acomodo el cabello hacia atrás y se sorprendió por la suavidad que sintió ¿Sería demasiado si tocaba su rostro?
Justo cuando sus dedos tocan su rostro algo se cierra alrededor de su muñeca, asustándola
- ¿Qué rayos haces Granger? - preguntó Malfoy incorporándose del sofá
-Creí ver una araña sobre tu cabeza, Malfoy, sentí pena por ella, ahora suéltame - respondió rápidamente Hermione.
Draco la sujeto hábilmente impidiendo que se zafara, presionó su muñeca, no lo dañara para dañar, su agarre era fuerte y casi podía jurar que sus dedos masajeaban su piel.
-Y si no lo hago ¿qué harás? - preguntó burlándose mientras la atraía hacia él
Hermione se sorprendió, pero no se alejó ni un centímetro
- ¿Te gusta provocarme a Malfoy? - ella no se iba a dejar intimidar tan facilmente, lo miro desafiar
- Es muy entretenido, sobre todo porque sé que también lo disfrutas… Mione- dijo justo antes de inclinar el rostro hacia Hermione y besarla, ella cerró los ojos, suspiro y respondió el beso por instinto, sin pensarlo y dejándose llevar por el momento, se agarró al cuello del rubio y se hundió en el beso, descubriendo cada movimiento como si fuera el primero, como si no lo hubieran hecho cien veces antes, disfrutando de la sensación de estar juntos.
Cuando ambos sintieron la necesidad de respirar se separaron un poco, sonriendo y disfrutando la sensación de estar en los brazos del otro.
-Te he extrañado todo el día, Mione- el rubio besando suavemente dijo su frente
-Y yo a ti Draco - respondió la castaña antes de acercarse al sofá juntos.
- ¿Como ha lidiado con todo esto? – dijo el rubio haciendo un gesto con las manos como si lo abarcara todo.
- Ha sido horrible, parece como si les hubieran aplicado un encantamiento confuso y tomado un filtro de amor al mismo tiempo. – la castaña elevo las cejas, entreabrió un poco los labios y se cruzó de brazos
El rubio rio mientras la apretaba a su lado
- Cualquiera que te viera en este momento diría que lo que viste ha sido lo más aterrador del mundo-
La castaña guardo silencio, este era uno de los muchos motivos por los que odia San Valentín, las demostraciones de afecto excesivos, no estaba en contra del amor y las caricias como el chico a su lado podía atestiguar, solo estaba en contra de hacerlo en público, con toda la gente viéndote.
Aparte de eso, muchos habían escogido ese día para declarar su amor hacia otra persona con enormes gestos románticos y lamentablemente algunos no habían salido victoriosos.
Y como si eso no fuera poco, parecía que el resto de la gente no podía parar de abrazar y sonreír a todo el mundo.
Lo lamentaba por ellos y sobre todo por que muchos de estos hechos fueron comentados por bastante tiempo haciendo la humillación mucho mayor.
- No es que le tema al amor, temo que solo lo hagan para satisfacer la necesidad de alguien más y la exposición pública de todo eso. Prefiero esto, solo tú y yo en nuestra pequeña burbuja – dijo acariciando su cabello antes de depositar un beso minúsculo en sus labios.
El rubio sonrió, ella era un remanso de paz, alguien con quien podía ser el mismo sin tener que aparentar nada.
La amaba y esperaba poder tener una vida larga y feliz a su lado.
Tal vez, algún día aceptará que le regalará flores por San Valentín, una de las pocas festividades muggles que estaba dispuesto a aceptar.
Pero eso ya se vería con el tiempo.
