Disclaimer: El Fandom de Jujutsu Kaisen así como sus personajes, no me pertenecen. Esto es hecho sin fines de lucro.
Si bien no encontré información en internet de si los pocioneros y los aurores trabajan juntos, me tomé la libertad de decir que sí :D Después de todo, no creo que no tengan casos que involucren pociones y necesiten un experto.
Hice algunos paréntesis a la saga de Harry Potter, incluso al Drarry (tomé sus varitas prestadas para esto.¡Perdón!). Si esto le molesta de alguna forma, favor de omitir este fic.
(!) Wizengamot, también conocido como la Junta de la Ley Mágica, es el más alto tribunal mágico de Gran Bretaña.
You
Amortentia.
El olor de la poción inundó el salón de clases mientras el profesor se encargaba de explicar que la amortentia olía diferente para cada persona, recordándole a cada una las cosas que le resultan más atractivas, aunque la persona desconozca su afición por el objeto de su afecto.
—La amortentia no crea amor —continuó explicando, mirándolos a todos con suma atención—, es imposible imitar o crear el amor. En su lugar crea una obsesión. Es una poción peligrosa…
Probablemente debería haber seguido escuchando, lo hubiera hecho, si las palabras que estaba pronunciado no las hubiera leído ya en algunos libros de pociones avanzadas que pasó en el verano estudiando junto a Getō Suguru.
Si bien las pociones no eran su materia favorita, Suguru parecía bastante motivado en convertirse en un buen pocionero.
(—¿Para abrir tu propia tienda o trabajar con los Aurores? —había preguntado mientras exploraba el dormitorio Muggle de Suguru. Tenía tantas cosas interesantes, ninguna funcionaba con magia; Satoru siempre quería poner sus manos sobre cada cosa.
Recordaba haber tenido una lámpara entre sus manos, era bastante pequeña y Suguru había dicho que era "de escritorio", funcionaba con "baterías". Alumbraba tan bien como su propio hechizo de lumos. Sin embargo, cuando la tomó prestada, la lámpara estalló en su propia habitación.
Siempre le habían dicho que las cosas Muggles no soportaban la magia y aunque habían existido un par de excepciones —Gojō había leído sobre motos y carros voladores alguna vez—. Realmente había un número limitado de cosas que cumplían esta función. La lámpara no fue una de ellas, desgraciadamente.
—Cualquiera de los dos está bien para mí —le había respondido el chico, mientras tomaba anotaciones en un pergamino y cada vez menos molesto por tener a Satoru tomando sus cosas sin permiso.
Ya había llevado a Satoru por el pueblo donde vivía, también a una tienda Muggle y tenían planes de seguir visitando más lugares. ¿Por qué seguiría molestándose? Satoru se había plantado en su vida con firmeza.
—Podrías trabajar en el ministerio —le dijo después, dejándose caer en la silla al lado de la de Suguru. No había tenido otra antes de Gojō y cuando la vio, Satoru lo miró con una sonrisa bastante grande y burlona, listo para soltar el primer comentario que pudiera para hacer sonrojar a Getō.
En cambio, este arrojó un libro sobre su cara y le pidió que lo ayudara a preparar una poción.
—Eso suena más como tu plan.
Gojō soltó un bufido, no era particularmente su plan. Pero la familia Gojō era de una línea de magos sangre pura y tenían bastante influencia en el Wizengamot. Por lo que su incorporación en la corte era esperada.
Satoru le había dicho a Suguru que, si trabajaba en el ministerio, ambos podrían verse todos los días. Cosa que no podían gracias a la distancia que separaba a Hogwarts de Durmstrang. Sin embargo, no obtuvo ninguna respuesta del otro chico.
Justo como ahora.
Pero no importaba, Satoru todavía tenía tiempo, ambos lo hacían, les quedaban un par de años en la escuela. Tiempo suficiente para desgastar a Suguru lo suficiente para considerarlo.
Se estiró, uno de sus brazos rodeó los hombros de Getō. En otro tiempo, probablemente el otro chico se hubiera sobresaltado, lo dejaría unos minutos y luego se apartaría. Ahora, Suguru continúa leyendo su libro, mismo que inclina levemente para que Satoru también lo lea.
"Amortentia" dice la página.
Tan pronto Suguru parece terminar de leer el capítulo dedicado a la amortentia y de hacer sus anotaciones, Satoru se inclina más cerca de él.
—¡He escuchado una historia sobre esta poción!
Así que él le habla sobre un niño concebido gracias a la poción que su madre le dio a su padre y de como este no podía sentir amor por las mismas razones. Suguru escucha y dice "por supuesto, porque crea obsesión, no amor".
La habitación de Getō empieza a volverse más oscura y ambos notan que han pasado demasiado tiempo y el día esta por terminarse. Tampoco es que importe, los padres de Suguru siempre llegan tarde y Gojō ya había dicho que se quedará.
Satoru se estira, toma una de las dos varitas que reposaban sobre la mesa y lanza un lumos. Cuándo la habitación se ilumina, nota la varita de 25 cm, madera de espino y núcleo de pelo de unicornio en su mano y que no le pertenece.
Suguru lo ve, momentáneamente conmocionado. Sabe que las varitas con núcleo de pelo de unicornio son sumamente fieles a su primer dueño —Satoru, sobre todo, debe saber esto—. Por lo que es sorprendente que le responda con tanta facilidad.
Ninguno de los dos comenta nada al respecto.
Y si Satoru al día siguiente le insiste a Getō que tome su varita de acebo de 28 cm con una pluma de fénix en su centro y le responde a Suguru como si fuera la suya propia, tampoco hablan de eso.
Ninguno menciona la probabilidad de una compatibilidad mágica. Pero cuando Suguru nota la esquina de la sonrisa de Gojō alzarse de forma discreta. Sabe que lo está pensando.
Satoru sí lo estaba pensando.)
Ahora, la poción frente a él está empezando a tomar el color pertinente, además del humo en espiral que es también un buen indicador de que ha sido preparada correctamente, no es que lo dude de alguna manera. Pero puede notar los dedos de Shoko dudar levemente mientras mueve la poción, probablemente percibiendo el aroma que emana.
—Deberán anotar los olores que perciban —señala el profesor, dando su recorrido habitual entre los alumnos para verificar que tengan resultados satisfactorios. Ciertamente parece que la mayoría lo ha conseguido, a juzgar por la intensidad con la que Gojō puede percibir el olor. Sin embargo, hay otros calderos que ciertamente parecen todo menos amortentia. El profesor se queda parado con esos alumnos, diciéndoles que le repitan el procedimiento, hasta que puedan detectar en que se han equivocado.
En retrospectiva, no debería haberle sorprendido los olores que percibió en su amortentia. Desde que había visto el nombre de la poción en los libros de Suguru, su mente formuló una teoría de lo que podría percibir (y aunque no estaba completamente equivocado, si encontró algunas variaciones).
Playa.
Para Satoru, Suguru era como el verano. Su presencia significaba días llenos de sol y el sonido de las olas chocando contra las rocas mientras él nadaba y lo observa a lo lejos, sentado debajo de una gran sombrilla leer su libro de pociones avanzadas.
Desde que se habían topado por casualidad cuando su padre lo arrastró hasta un pequeño pueblo Muggle dónde un antiguo fabricante de varitas había decidido pasar sus años de retiro (y al parecer seguía siendo el único al que su padre le confiaría la restauración de su varita); Suguru había estado ahí, varita entre sus manos y mirada fijada en la lección de magia que parecía estar recibiendo del viejo mago. Cuando los ojos de Satoru chocaron con los de Suguru, fue como encontrar a alguien que no sabía estaba buscando.
Tan pronto los adultos empezaron a discutir sus negocios, Satoru encontró la manera de arrastrar a Suguru con él, incluso cuando fue obvio que era su primera vez en el pueblo. El otro chico, también de catorce años en ese entonces, lo miró con el ceño fruncido pero resignado a mostrarle las mejores partes del pueblo mientras el flujo de personas fuera menor; Satoru hacía demasiadas preguntas, lo que fácilmente podría exponerlos.
En las horas juntos, Satoru había logrado desgastar lo suficiente a Suguru para hacerle prometer que volverían a verse al día siguiente y cuando el chico aceptó, para Satoru no fue demasiado complicado pedirle a alguno de sus elfos domésticos que lo llevaran al pueblo del otro chico.
Después, arrastró a Getō hasta su hogar con el pretexto de mostrarle la playa que se encontraba cerca. A Suguru le gustó el lugar, así que Satoru continuó invitándolo hasta que ambos gastaban gran parte de sus vacaciones en el hogar del otro.
Crema para cabello.
Suguru usaba crema en su cabello, Satoru lo descubrió la primera vez que se quedó a dormir en su casa, después de tomar un baño Getō procedió a untar la crema para después cepillarse el cabello. No importaba si se recogería el cabello y solo quedarían algunos mechones largos a la vista. Era algo que no podía faltar en su rutina.
Su crema para cabello tenía un ligero olor a sábila que siempre llegaría a la nariz de Gojō cuando pasara su brazo por los hombros de Suguru, o cuando se recargara sobre él. Satoru también pensaba que el olor era más fuerte cuando Getō finalmente soltaba su cabello por la noche, sobre todo cuando este se desparramaba sobre la almohada, como si de tinta se tratase.
Caramelo.
El gusto de Satoru por las cosas dulces no era un secreto para absolutamente nadie, el chico recibía golosinas cada semana de parte de su madre; siempre en una caja bastante llamativa de color azul que tendía a llamar la atención de todas las personas que se encontraban en el Gran Comedor. Tenía sentido que el olor a caramelo también formara parte de su amortentia.
Tan pronto como terminó de anotar lo que había percibido, entregó su pergamino junto con los demás. Y salió, directamente hacia la lechucería. Tenía una pequeña carta que enviar.
Al día siguiente, recibió una pequeña nota en respuesta.
"¿Qué clase de pregunta es esa?" La sonrisa en la cara de Gojō fue suficiente para que Shoko rodara los ojos y preguntara si realmente no podían pasar un día sin saber del otro.
Ella ya sabía la respuesta de todas formas.
Debajo del pergamino, en una letra un poco más pequeña, estaba escrito: "Tinta. La playa..." La sonrisa de Gojō se amplió cuando leyó el nombre del perfume que había anotado Suguru en el pergamino.
Era su perfume.
Notas extras:
Probablemente no lo dije, pero Satoru es un Slytherin, ¡Shoko también!
Para mí, Satoru y Suguru mantienen como ¿un horario? Para mandarse cartas. La "pequeña carta" que mandó en la Lechuceria, obviamente, llegó en un horario inesperado para Getō —si él se preocupó por esto, se los dejó a libre interpretación—. Y luego procedió a leer "hey, hoy hicimos amortentia en clase. ¿A qué huele tu amortentia? La mía huele a playa, tu crema para el cabello y caramelo". Y sí, la probabilidad de que Getō tenía compañía de amigos es muy alta.
Lo de la crema para cabello, fue robado de mi sobrina, ja, ja. Su crema para cabello que usa cuando se queda en casa contiene sábila y la verdad huele bastante. Siempre la percibo cuando la abrazo o cuando se queda dormida sobre la almohada.
Basta de mis notas, ¡gracias por leer!
