Capítulo 8.

- ¡Albert! (intentó gritar, pero solo salía un hilo de voz) ¡Albert! (lo intentó de nuevo, seguía siendo un susurro, quería gritar pero su voz no salía)

Candy quería despertar a todo el mundo, decirles que Albert estaba herido pero no podía, hasta que escuchó el sonido de los cristales romperse y luego los gritos de Dorothy, fue entonces que reaccionó, cerró la puerta que conectaba ambas habitaciones y salió al pasillo.

- ¿Elroy que ocurre? (preguntó Charles)

- No lo sé... (seguían escuchando los gritos de Dorothy y luego empezaron los disparos)

- ¡Candy! mi hija, Elroy tengo que ver a mi hija...

Charles encuentra a Candy a mitad de las escaleras, pálida y temblando; cuando de pronto escuchan el ruido de varios motores encenderse y los coches saliendo de la mansión a toda velocidad. Dorothy ha dejado de gritar.

- Papá estamos en peligro, Albert, Albert... (pero Candy no le llega a revelar nada pues cae inmediatamente desmayada en los brazos de su padre).

- ¡Hija!

Días después, en la mansión de los McGregor

Candy ha estado varios días inconsciente, por seguridad Charles se llevó inmediatamente a su hija a su mansión de Chicago, y han permanecido allí recluidos, sin salir pues los periódicos se han hecho eco del terrible suceso y están pendientes de cualquier movimiento. En Lakewood las cosas no están bien, la Sra. Elroy ha tenido un ataque al corazón, varios miembros del servicio han muerto, y es George Johnson el que de nuevo ha tomado las riendas de la familia.

- ¡Hija! Cariño ¿cómo te encuentras?

- Me duele la cabeza papá, ¿dónde estoy?

- Estás en casa, has estado varios días sin comer, por eso te sientes así de débil, tienes que recuperarte, tenemos muchas cosas de las que hablar.

- ¡Papá! ¿cómo esta Albert? ¿dónde esta?

- Hija, de eso hablaremos después...

- No papá, por favor, necesito saberlo... Necesito saber si está bien.

- Hija... shhh no llores, tranquilízate, te contaré lo que ocurrió.

Después de la fiesta de presentación, cuando ya los invitados se habían ido, los empleados de ambas familias se dedicaron a recoger el salón, los jardines, y la cocina. Cuando finalizaron sus labores, el personal emprendió la retirada; los empleados de los McGregor regresaban a su mansión en Michigan y los empleados de los Andrew se dirigían a sus habitaciones, solo las mucamas destinadas a los cuidados de Elroy y Candy se habían quedado de servicio dentro de la mansión, fuera sólo se encontraban el chófer de guardia y el personal de seguridad.

Unos encapuchados habían logrado burlar la seguridad del portal de piedra y se mantuvieron refugiados durante la fiesta en el que fuera el laboratorio de Stear, cuando se marcharon los invitados, noquearon al personal de seguridad que se encontraba en el portal de las rosas y entraron dos vehículos. Mientras Candy hablaba con Albert, ellos aprovecharon y entraron a la habitación del patriarca, apenas Albert cerró la puerta que comunicaba ambas habitaciones le dieron un golpe en la cabeza y se lo llevaron a rastras hacia el balcón, desde allí lo empujaron al vacío pero otros hombres esperaban la carga, lo cogieron y se lo llevaban hacia uno de los coches cuando de pronto oyeron que la ventana se rompía, vieron a Dorothy que había estrellado un florero contra la ventana del salón del té para hacer ruido, fue lo único que se le ocurrió para despertar a todos. Uno de ellos, se acercó a ella, le pareció demasiado familiar, ella creyó reconocerle y él lo noto, ella se puso a gritar. Justo cuando iba a cogerla un golpe en la cara lo detuvo, era George, quien al darse cuenta de que estaban intentando secuestrar a Dorothy, sintió una ira terrible, perdió toda la templanza que le caracterizaba y empezó a golpear salvajemente al individuo, hasta que unos disparos le interrumpieron. Entonces cogió a Dorothy entre sus brazos y la puso debajo de las escaleras, le pidió que no se moviera y salió a enfrentarse a los delincuentes que habían secuestrado a William.

Varias personas murieron, los secuestradores inclusive, William fue llevado en el total de los secretos a Chicago, ahora estaba resguardado por la corona y no le era permitido salir, la Sra. Elroy quería ir con él, pero era menester que ella se quedara en Lakewood y que fingiera que William había sido efectivamente secuestrado, de eso dependía que se encontrara a los culpables de tremenda fechoría. Así que para el resto de la sociedad, el paradero de William era desconocido, la matriarca no podía decir ante la sociedad que estaba secuestrado, pero ante la familia y los allegados se dejó correr el rumor, ella no recibía a nadie, así que a ciencia cierta nadie sabía la verdad. El personal de servicio que sobrevivió al ataque, fue debidamente registrado y aleccionado para no decir nada, es más, no les era permitido salir de la mansión, era la guardia escocesa quien se hacia cargo de las compras o de lo que la familia requiriera. El único que podía salir era George.

Margaret, la madre de Dorothy, se enteró por la prensa de lo ocurrido, ella había huido con su pequeña hija años atrás, y se habían establecido en un pueblito cercano a Michigan, allí conoció a un hombre humilde que le dio todo el amor que ella y su hija necesitaban, formaron una verdadera familia, todo iba relativamente bien, y si Dorothy no hubiera sido tan necia y ellos no hubieran necesitado tanto el dinero, jamás la hubiera dejado trabajar para los Legan, pero ella quiso trabajar allí, era de interna pero ganaría más, sus hermanitos lo necesitaban, y ellos también, su marido había sido víctima colateral de un atentado que le dejó inhabilitado para trabajar en cualquier trabajo que requiriera esfuerzo físico, y claro ella no encontró una excusa creíble para que su hija aceptara no trabajar con los Legan. Cuando Dorothy fue solicitada para trabajar con los Andrew, ella se sintió más tranquila, pero en el fondo se sentía insegura, ella sabía la verdad de las muertes de los Argyll y de los Andrew, y también sabía lo terrible que sería que la descubrieran. Pero era su hija la que estaba ahora en peligro, y aún más si era descubierta como su primogénita, así que tal cual madre loba, cogió los documentos que tan celosamente guardó y fue en búsqueda de la familia Andrew, si tenía que defender a su hija del mismísimo demonio lo haría, y Alexander lo era.

La madre de Dorothy no pensó que la mansión estuviera protegida por la guardia escocesa, pero de algo tenía que servir ser lady Margaret Salisburry, así que reuniendo todas sus agallas solicitó hablar con la Sra. Elroy, el guardia al mando, la reconoció, era su amiga de la adolescencia y juventud, aunque sus ropas fueran humildes, y a pesar de que estaba demacrada y que tenía las manos descuidadas, el porte de princesa no lo había perdido. Ella había desaparecido embarazada, y su marido, el Conde de Salisburry, que al principio la buscó efusivamente, dejó de hacerlo al mes y declarándola desparecida volvió a contraer nupcias. Ahora él estaba al tanto de todo, sabía que el Conde Salisburry fue arrestado hace unas semanas, sabía que los Campbell estaban detrás de los atentados, de ellos no se fiaba pero de ella, de ella si. El guardia accedió a que se le abrieran las puertas, y Margaret pacientemente esperó la llegada de la matriarca, pero quien llegó fue George.

- Lady Margaret, buenos días, ¿a qué debemos su visita?

- Esperaba ser recibida por la Sra. Elroy.

- En estos días la matriarca no recibe visitas.

- Entiendo, no tengo otra opción, tendré que hablar con usted.

- Margaret puedes confiar en George, intercedió el guardia.

- Esta bien George, soy la madre de Dorothy.

- ¡Qué! (George se puso de pie, eso no se lo esperaba) Lady Margaret, en ese caso le ruego me perdone, no lo sabía, de haber sido así, hubiera seguido los protocolos.

- No te entiendo George, ¿qué le ha pasado a mi pequeña?

- Señora, yo le he pedido que se case conmigo, y ella me ha aceptado. Le ruego me disculpe el atrevimiento de no haberle pedido su consentimiento primero y no haber respetado los plazos de noviazgo que la sociedad impone.

- Por un momento me has asustado George, pensé que algo malo había ocurrido (soltó una pequeña risita, pero se recompuso enseguida), eso ya lo veremos George, mi hija desconoce sus orígenes y no sabes qué decisiones tomará al respecto cuando se los tenga que revelar. Ahora te preguntaras por qué he permitido que mi hija esté trabajando como mucama de esta familia o de los Legan, siendo ella la heredera de dos títulos nobiliarios: condesa de Salisburry y condesa de Campbell. Pues bien, empecemos...