Capítulo 16
Londres 1898
- Eres un imbécil Alexander, no tenías por qué haber matado a Thomas antes de tiempo. Y ahora ¿qué harás?
- Lo sé Colin, lo sé... Pero no podía permitir que modificara su testamento. Recuerda que cuando Sara nació él me nombró su tutor, en el caso de que algo le ocurriera, lo que me convierte en el nuevo cabeza de familia.
- Creí que te había quedado claro que lo necesitaba, mientras estuviera vivo y casado con Elroy. Además, estoy seguro que Elroy peleará la custodia de tu sobrina.
- No creo que Elroy nos de mucha guerra. Además, creo que si pones las cosas en una balanza te darás cuenta que yo ahora como cabeza de los Briand y tutor de Sara puedo serte más útil.
- Eso sería así, si no hubieras dejado ningún cabo suelo. Y Britter, lo es.
- No te entiendo.
- ¡Ja! eres más imbécil de lo que pensé. Tú hermano dejo a Britter como administrador de sus empresas, y dejó a su cuidado un testamento que redactó hace unos días. Así que...
- No puede ser.
- Mis fuentes nunca fallan. Así que ya puedes empezar a no cuestionar mis decisiones. Si te digo que no hagas algo. No lo haces. Y punto.
- Pero Colin, si yo caigo, tú también, y lo sabes.
- ¿Me estás amenazando?
- Desde luego que no, pero mis movimientos financieros están ligados a los tuyos, tarde o temprano se darían cuenta de quién está detrás. ¿Qué propones que hagamos con Britter?
- La mujer de Britter es muy hermosa ¿No te lo parece?
- La verdad es que el embarazo le ha sentado muy bien. Pero no veo a dónde quieres llegar.
- Amenazaremos a Britter, le diremos que si no coopera con nosotros, su mujer, la pequeña Kelly y el que espera sufrían las consecuencias.
- Entendido Colin. Te mantendré informado.
Chicago
- Cariño, ¿qué pasa? estás temblando.
- Oh amor, mira esta carta anónima, llegó hoy y temo por nuestro bebé, y por Kelly. Ten leela, dime que es una broma de mal gusto.
Buenos días señora Britter,
Realmente es usted una mujer muy hermosa, su marido debe estar muy orgulloso de haber formado una familia tan encantadora. Pero verá, su marido no se ha estado portando a la altura de las circustancias, y ha estado metiendo sus narices donde no le conviene. Pídale que se concentre en sus propios negocios y que toda la información que tenga en relación a nuestro amigo en común la deposite en un sobre y lo deje en la puerta de su mansión a medianoche. Sino lo hace me veré obligado a... Imagino que ama mucho a su hija Kelly, es una niña preciosa, y la verdad es que a usted el embarazo le ha sentado muy bien... No quiero hacerles daño, pero si no me dejan otra opción, no podré evitarlo. Créame que lo siento. Informe a su marido.
A.B.
- Amor, no te preocupes, no dejaré que nada os pase, por favor cariño necesito que vayas a tu habitación.
- Pero... dime que pasa, ¿quién es?
- Por favor, no hagas las cosas más difíciles.
- Está bien. Te espero, no tardes por favor.
Ya solo en el estudio, el señor Britter trataba de enfrentarse a un dilema, entre hacer lo correcto, lo que le debía a quien fue su mejor amigo Thomas Briand, o hacer lo que fuere por el bienestar de su familia. Así que puso unos documentos no tan trascendentales en un sobre, y los dejó en la puerta de su mansión, pidiendo al personal que finalizaran sus labores y se marcharan a descansar, que ya mañana las retomarían. Subió al dormitorio y habló con su mujer, le explicó que debía enviar a Kelly con sus padres para que no corriera peligro. Así que al día siguiente la niña partió.
La señora Britter se encontraba en las tiendas de Chicago cuando de pronto se sintió descompuesta, siguió caminando en busca de su chófer, pero no lo encontró, un amable señor se ofreció a acompañarla al médico, ella aceptó y de pronto perdió el conocimiento.
Hospital Santa Juana
- Lo lamento mucho señor Britter, pero su esposa no podrá tener más hijos. (dijo el doctor Leonard)
- No sé cómo decirle todo esto doctor, el chófer que salió con mi mujer esta mañana ha desaparecido, mi mujer encontrada en la puerta del hospital, ensangrentada y sin rastros de mi bebé.
- Dudo mucho que no habiendo recibido los cuidados que requiere un recién nacido, haya sobrevivido Sr. Britter, yo le recomendaría que evitara describirle los sucesos, ella se encuentra débil, y todavía tiene una hija a la que cuidar.
- Entonces considera usted que le mienta, que le diga que perdió al bebé en el parto, que nació muerto...
- No creo que tenga alternativa, señor Britter, hágalo por ella y por su hija Kelly, será más fácil para ambas asimilar que el bebé no llegó a nacer, que contarles lo que ocurrió en realidad.
Y así un joven doctor Leonard salió del despacho, dejando al señor Britter meditando sobre lo debía hacer. Pero no tuvo tiempo, ya que una enfermera entró para hacerle llegar un aviso.
Estimado Sr. Britter,
Espero que no haya osado creer que los documentos que me entregó calmarían mi ira, esos documentos son irrelevantes, necesito que se concentre, hágalo por Kelly. Por cierto, lamento haber tenido que arrebatarle la vida a un ser tan pequeño e indefenso, era una niña, y se veía hermosa como la madre. Espero que entienda de una vez por todas, que necesito los documentos y que acate cada una de las órdenes que durante los próximos años le haré llegar, hágalo por Kelly.
Un cordial saludo
A.B.
- No puede ser, no puede ser, (decía el Sr. Britter caminando de un lado a otro), es mi culpa, mi culpa, oh dios qué puedo hacer, cómo puedo negarme, lo siento Thomas, lo siento tanto.
Michigan
- Por favor, calla ya a esa niña, no la soporto. (Dijo Alexander)
- Señor si no le importa me desharé de ella ahora mismo (Dijo el chófer)
- Esta bien, llevatela ¡Ahora!.
- Si señor.
El chófer caminó y caminó, esa niña de ojos azules había cautivado su corazón, no podía seguir sirviendo a Alexander, había visto morir a personas nobles, sus antiguos patrones, el señor William, la señora Priscilla... su misión era rescatar a Priscilla del coche incendiado pero no pudo, ella abrazaba a William, como cuidándolo, protegiendolo, estaba muy herida y con esos ojos verdes que tenía le dijo que prefería morir con su esposo. Prefirió quedarse con William. Él respetó esa decisión pero los ojos verdes de Priscilla se quedarían grabados en su alma. Ahora el brillo de esos ojos azules de la pequeña que cargaba, le recordaban esa escena, tenía que cambiar de vida, pero sabía que no podía, su familia corría peligro si se atrevía a dar un paso atrás. Pero algo podía hacer por esa pequeña, podía darle una oportunidad, y en eso pensaba cuando de pronto vio a una joven rubia de ojos verdes como los de Priscilla iba cubierta y casi desfallecida, fue como una revelación, la siguió y vio como sacaba de debajo de su amplia capa una cesta, y la dejaba al pie de un árbol, había un letrero "El hogar de Ponny", cuando la joven se fue, no lo dudó ni un segundo y dejó a la pequeña de ojos azules cerca. Y con una determinación y temple increíbles salió del lugar prometiéndose que era mejor seguir bajo el mando de Alexander, tarde o temprano, él cometería un error y esa sería su oportunidad para redimir todo lo que había hecho.
