Título: Draco Dormiens Nunquam Titillandus.

Género: Fantasía / Horror / Humor.

Historia UA.

Resumen.

Cuando en su quinto año en Hogwarts Harry y otros estudiantes son sometidos a las crueles detenciones de Umbridge y nadie hace nada para detenerla, Hogwarts reacciona debido al sentir de los estudiantes, despertando las consciencias de los Cuatro Fundadores que fueron entrelazadas con las salas del colegio. En completo pie de guerra contra todo lo que está amenazando a sus queridos protegidos, Umbridge, Fudge, Dumbledore y Voldemort, así como sus Mortífagos sabrían pronto porque nunca le debes hacer cosquillas a un dragón dormido...

Disclaimer: la franquicia de Harry Potter no me pertenece. Todo crédito es para su creadora, J. K. Rowling.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Capítulo 1: El Castigo de Dolores Umbridge.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Ya casi era la hora del toque de queda en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Una pequeña niña de segundo año salía del salón de clases de Defensa Contra las Artes Oscuras con grandes lágrimas corriendo por su infantil rostro.

Ella era una pequeña hija de muggles de la casa de Griffindor. La pequeña se sujetaba la mano con cuidado tratando de no irritar más los cortes hechos en sus manos a causa de la afilada Pluma de Sangre usada por Dolores Umbridge en las detenciones dadas por la horrible mujer.

Tras entrar a su sala común, rápidamente la Prefecta de quinto año, Hermione Granger comenzó a atender sus heridas. Ella era la sexta ese mes en su casa, que llegaba con esos terribles cortes marcando su piel.

Todos sabían que otros estudiantes en otras casas estaban pasando por lo mismo, en especial si eran hijos de muggles, mestizos o magos sangre pura con familias sin ningún poder en el gobierno como la Casa Weasley.

Habían intentado buscar ayuda con la subdirectora y el director, sin embargo ellos en cada ocasión les decían que no podían hacer nada, sin permitirles explicar bien las cosas y lo que el sapo rosa les obligaba a hacer en las detenciones. También habían intentado comunicarse con sus familias, pero al parecer, sus cartas eran interceptadas, pues nunca obtenían una respuesta a éstas y sabían muy bien que sus padres no dejarían pasar esto sin consecuencias si supieran lo que estaba sucediendo dentro del colegio.

Realmente no veían una salida a su precaria situación y, para colmo, las cosas parecían empeorar aún más con las reformas educativas que la desagradable mujer estaba implementando en el castillo, y su creciente control en éste que hacía sentir el colegio como una prisión glorificada.

La niña, al igual que el resto de los niños y adolescentes que residían en el castillo, se acostaron a dormir esa noche deseando que esa tortura terminara, sin saber que sus deseos habían sido escuchados y que pronto todo cambiaría radicalmente.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

La mañana empezó tranquila, con todos los residentes del castillo ya en el Gran Comedor desayunando y haciendo preparativos de última hora para el largo día escolar.

En la mesa de Griffindor, el joven Harry Potter comía una revanada de pan tostado con mermelada con muy pocas ganas. El adolescente se encontraba angustiado pensando en la detención que ese día tendría con la profesora más odiada en Hogwarts, Dolores Umbridge.

Si las cosas continuaban así, los cortes hechos por la Pluma de Sangre pronto se volverían permanentes, eso no lo dudaba. Y todavía le quedaban tres detenciones más en la semana. Lo odiaba, pero odiaba aún más que los demás estuviesen sufriendo lo mismo, sobre todo los más pequeños.

El sapo rosa siempre buscaba cualquier excusa para darles detención, realmente era peor que Snape. Por lo menos el hombre no los torturaba como lo hacía la horrible mujer.

Durante el día sus amigos, las veces que podían, trataban de animarlo, no obstante, sus esfuerzos eran en vano, ya que en esos días no había mucho con lo cual uno se pudiera animar en el castillo. Hasta el deporte favorito de la mayoría de los estudiantes y profesores, el Quidditch había perdido su diversión, a causa de la desagradable mujer.

Finalmente dieron las 5:30 pm y Harry se dirigió como un hombre condenado a su ejecución rumbo a la oficina de Umbridge.

Nada más ingresar a dicho lugar, la mujer le indicó que tomara haciento y con claro deleite, le dijo que comenzara con las líneas de ese día.

En el momento en el que escribía la primera letra de la frase "No debo decir mentiras", un poderoso pulso de magia se disparó por todo el castillo, el cual alarmó a todos por la intensidad de éste. Casi al mismo tiempo, las campanas del castillo empezaron a sonar con fuerza.

El castillo tembló por unos segundos, asustando más de lo que ya lo estaban a los residentes de la mágica estructura.

Albus Dumbledore entró en pánico cuando sintió que las protecciones del castillo lo abandonaban, haciendo que perdiera el control sobre éste.

-¡Dolores Umbridge! -retumbaron cuatro poderosas voces por todo el castillo sobresaltando a todos, en especial al aterrorisado sapo rosa, el cual se escondió debajo de su escritorio-. ¡Te has atrevido a causarle daño a los niños bajo tu cuidado! ¡Esto no se tolerará más! ¡Hogwarts es una institución independiente y el Ministerio no tiene jurisdicción sobre él! ¡Serás severamente castigada por tus crímenes! -sentenciaron éstas con notable furia y desaprobación en sus tonos de voz.

Repentinamente en la oficina de la mujer, dos armaduras entraron y la sacaron a rastras. Los gritos de Umbridge rápidamente llamaron la atención de todos, quienes quedaron atónitos por lo que estaba ocurriendo.

El director trató de ayudar al sapo rosa, pero ninguno de los hechizos que lanzó para intentar detener a las armaduras funcionó. Una impenetrable barrera dorada bloqueaba todos los hechizos del anciano mago.

En minutos, Umbridge fue llevada hasta las mazmorras y fue encerrada en una de ellas, que se notaba tenía siglos sin ser limpiada, pues el polvo, el moho y repugnantes manchas marrones de orígenes cuestionables se encontraban cubriendo toda la superficie de aquel sitio.

De la nada, un viejo escritorio apareció dentro de la mazmorra con una pluma de aspecto oscuro y una pila de pergaminos. Ya dándose una idea de lo que le esperaba, Umbridge comenzó a luchar con fuerza rogando en este punto que la liberaran, pero sus ruegos cayeron en saco roto, ya que en segundos se encontró sentada frente al escritorio.

-Dolores Umbridge, harás líneas. Y estas dirán: "No debo lastimar a mis estudiantes" -indicaron las voces-. Escribirás esto hasta que te quede bien claro el mensaje.

La mujer solo pudo asentir como toda respuesta, dominada por el miedo de lo que estaba pasando.

Y el castigo dio inicio, bajo las pálidas miradas de los estudiantes, fantasmas y el profesorado. La mujer pronto empezó a sollozar por el dolor provocado por los cortes en el dorso de su regordeta mano, creados por la magia que poseía la pluma de color negro con franjas color rojo sangre en la parte inferior, muy cerca de la afilada punta. Por un instante, Dolores quiso soltar la pluma para detener aquella insoportable tortura, pero no pudo, su mano se movía sola, sin que ella tuviera ningún control sobre la extremidad. Lo mismo sucedía con el resto de su cuerpo.

Por primera vez en su vida, Dolores Umbridge estaba probando una cucharada de su propia medicina. Los Cuatro Fundadores aún no habían terminado con ella, pero por el momento, esto sería suficiente. Habían otros peces más grandes que atrapar y otras cosas por hacer, a fin de poner orden por aquí. Eso, después de todo, era el motivo por el cual sus consciencias habían sido despertadas por la magia de Hogwarts.

OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO

Fin del Capítulo.