Eran las ocho de la mañana y Hinata se permitía viajar a sus recuerdos. Cuánto había cambiado su vida desde hace tres años.
Una prueba de ello era su anillo de compromiso. Lo observaba con cariño.
Aunque en aquél momento estaba llena de angustia e incluso lloraba; ahora recordaba con una sonrisa la primera vez que lo vió.
Podía reírse de ese momento. Es que todo era un caos para poder darle una respuesta positiva a su amado rubio.
Un sonido la hizo volver al presente. Escuchó como se abría la puerta detrás de ella.
Naruto estaba entrando a la habitación.
—¿Qué es tan divertido? — le cuestionó muy intrigado.
—Recordaba cuando te dije que no quería casarme contigo— bajó la cabeza y trató de cubrir su rostro con sus manos.
—A mi no me pareció nada divertido— negaba con la cabeza.
—Estuviste muy enojado conmigo pero luego ambos nos pedimos perdón— ella lo miró algo nerviosa.
Sabía que quizá fue un poco insensible con él en el pasado.
—No me viste llorar después de que te dejé sola— admitió el chico.
—Lo lamento. Es que solo a ti, Naruto kun, se te ocurre pedirme matrimonio en medio de mi parto y después cuando acabo de dar a luz a nuestro hijo. Estaba tan llena de miedos y experimentando cambios en mi cuerpo. Tenía demasiadas emociones diferentes.
—Fui muy impulsivo en ese momento. Pero es que ya estaba complemente seguro de querer compartir mi vida contigo.
Hinata lo miró conmovida y a la vez tan enamorada. Naruto ya no quería recordar esos amargos recuerdos. Pues le había costado muchísimo seguir al lado de la madre de su hijo cuando ella lo alejaba a cada momento.
A pesar de todo quería permanecer junto a ella y también ser un buen padre para su hijo. Pasaron por momentos difíciles al ser padres primerizos. Boruto se enfermaba constantemente y pasaron muchas noches sin dormir. Pero justamente eso los unió más al grado de que Hinata se dio cuenta de que Naruto nunca la iba a abandonar. Y que había elegido al mejor padre para sus hijos.
El rubio se acercó más a ella y compartieron un beso hasta que un llanto infantil los hizo separarse. Alguien estaba reclamando atención.
Se hacercaron a la cuna y observaron a la pequeña que lloraba. Hinata la abrazó y le dio el biberón que Naruto había preparado con anterioridad.
Se sentó en la mecedora con ella mientras Naruto las observaba.
Boruto entró a la habitación y se acercó a la cuna dónde dormía su hermanita.
Naruto le dijo que ya no se preocupara por Himawari. Solo tenía hambre.
Ahora con su hija todo parecía más fácil, porque con Boruto se preocupaban de todo.
La pequeña se había quedado dormida en los brazos de su madre después de acabarse su biberón.
Boruto de dos años se acercó a su madre pues también quería que ella lo mimara. Pero no había problema porque Hinata tenía mucho amor para darle a sus hijos.
Naruto tomó ahora a Himawari para que Hinata pudiera arrullar a Boruto. Así siempre se turnaban para cuidar a ambos ya que sabían que era muy importante darle atención a su hijo ahora que había llegado la bebé y no se sintiera desplazado.
Hinata le cantaba a su hijo una tierna canción de cuna mientras acariciaba su rubio cabello.
Naruto observaba todo enternecido. Hinata era definitivamente la mujer de su vida y una excelente madre.
Ahora con ambos dormidos los adultos salieron a su pequeña sala para observar la nieve.
La foto de su boda se encontraba justo encima de la chimenea. En ella estaban ellos dos con sus hijos. Se habían casado hacía dos meses.
Aunque para algunos parecía que la boda ya no era necesaria pues ya tenían dos, para Naruto era muy importante cumplir con ello. Quería demasiado ver a Hinata en un vestido de novia y que todos supieran que era su esposa. Hinata por su parte quería una boda sencilla pero con tantos amigos la ceremonia se hizo cada vez más grande.
Se sentaron en el sofá mientras bebían chocolate caliente.
—No lo puedo creer Hinata— dijo de repente el rubio.
—¿Qué?— le preguntó ella.
—Tuvimos que tener a nuestra segunda hija para que aceptaras casarte conmigo.
Hinata no tenía nada para poder negar eso. Pues si le había costado muchísimo aceptar ese compromiso.
—Tenía que comprobar si me amabas.
—Tuve que esforzarme tanto pero aquí tengo mi recompensa. Ustedes, mi familia.
Hinata se conmovió tanto por sus palabras que quería llorar de felicidad. Naruto le limpió unas lágrimas con sus dedos. Con su mano libre la abrazó. Hinata que tenía a Boruto en los brazos totalmente dormido recostó la cabeza junto al hombro de su marido que tenía a la pequeña Himawari. Eso era todo lo que importaba ahora.
Gracias a sus hijos habían superado sus miedos y aceptaron que su amistad debía terminar. Porque se amaban más que a nada en el mundo.
—Sin darnos cuenta nuestro hijo ha crecido tanto y siempre está muy pendiente de su hermanita— decía Hinata orgullosa.
—Si, la quiere mucho. Y ¿cómo no adorarla? Si Himawari es tan linda y adorable.
Naruto miraba embelesado a la bebé en sus brazos.
—Sabes, tal vez Boruto fue un accidente pero Himawari la hicimos sin alcohol y muy conscientes.
—Nunca te atreves a decirle a Boruto que fue un accidente— Hinata le cubría los oídos al pequeño niño algo enojada y a la vez sonrojada.
—En realidad yo estaba muy consciente. Puedo recordar todo Hinata.
—¿Qué? ¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Cuando te besé por primera vez sentí como perdía todo el alcohol en mi cuerpo. Lo que pasó después fue porque realmente quería besarte y …
Roja de vergüenza Hinata trató de cubrió su cara con una mano. A Naruto siempre le divertía eso, poner nerviosa a su esposa.
—Creo que es hora de llevar a los niños a sus cunas. Debemos de preparar la comida porque hoy vienen tus padres Naruto.
—De acuerdo.
Llevaron a los niños a sus habitaciones y en el camino a la cocina Naruto atrapó a su esposa por la espalda.
—Hinata, aún hay mucho tiempo para la comida. ¿Y si mejor vamos a nuestra habitación?
Hinata ya no pudo responder cuando su esposo atrapó su boca en un beso. Sus pasos los llevaron hacia su habitación y Naruto puso el seguro.
—Hinata ¿Qué te parece otro bebé?
—Claro que no, Hima es muy pequeña todavía.
—Pero podemos practicar.
—Bueno pero no hagamos ruido.
—No prometo nada.
—¡¡Naruto!!
El rubio no aguantó la risa mientras subía a su esposa en la cama matrimonial. Le divertía tanto hacerla enojar.
—Te amo Hinata.
—Te amo Naruto.
FIN
Solo amigos...
Epílogo
