Descargo de responsabilidad.

Stargate no me pertenece, ni ninguna de las imágenes mostradas. Este fic fue creado por mí con el propósito de entretener.

Stargate Korr 2

Después de diez minutos de reflexión y meditación, Korr se levantó de la cama y se dirigió a una habitación oculta detrás de una pared de su cuarto. La habitación tenía un tamaño de tres por tres, siendo un pequeño taller que Korr mantenía oculto de los esclavos y sus jaffas, ya que se suponía que él era un dios y no podían verlo trabajar en tecnología u otros asuntos similares, porque lo que utilizaba se consideraba magia. Si un jaffa lo veía trabajando en su tecnología y llegaba a la conclusión de que su magia no era diferente de crear un martillo, estaría en serios aprietos, ya que su divinidad quedaría en entredicho.

El taller de Korr no era un laboratorio ni nada similar, sino un taller con herramientas simples donde podía hacer reparaciones sencillas de armas o piezas que tuvieran daños superficiales y que pudiera salvar, con el fin de ahorrar naquadah para obtener mejores cosas del goa'uld Mot, a quien servía.

Korr se acercó a un tablero con varios cristales colocados en posición vertical en un cajón, que era una computadora goa'uld. También sacó una pequeña bola gris, que era una esfera de comunicación utilizada para transmitir información importante al goa'uld al que servía, y poco más. Los goa'uld eran seres solitarios y rara vez organizaban reuniones sociales o se comunicaban con otros goaulds para hablar de sus vidas o chismes triviales.

En los cinco años de servicio al goa'uld al que servía, Korr solo recibió una llamada pregrabada para informarle sobre la anexión de otro planeta al dominio de su jefe Mot, acompañada de un discurso grandilocuente en el que su jefe goa'uld se dedicaba a alabarse a sí mismo durante varios minutos por haber arrebatado un planeta miserable a un goa'uld menor, después de asesinar a la mitad de sus habitantes y torturar a la otra mitad…

Korr apartó sus pensamientos de esos recuerdos y se centró en sus propios asuntos. Ya había dado el primer paso en sus planes para obtener un poder supremo en la galaxia y se estaba preparando para dar el segundo.

Korr tardó tres horas en hacer sus preparativos. Ya era de noche cuando terminó, lo que le provocó una mueca de descontento. Había estado presumiendo para sí mismo de los conocimientos y habilidades de un simbionte, pero aplicar ese conocimiento en sus propios proyectos, alejados de las cosas típicas goa'uld, le había llevado más tiempo del previsto.

Incluso con una computadora terrestre se podría hacer lo mismo, y las computadoras goa'uld, que funcionaban con el pensamiento y podían llevar naves por toda la galaxia con una simple orden y una precisión aterradora, estaban miles de años por delante de la tecnología humana.

Korr suspiró. No era solo culpa de sus limitados conocimientos, ya que se había esforzado en asegurarse de que la aplicación que había creado fuera perfecta. Cualquier error sería su sentencia de muerte. También había revisado mapas estelares y verificado algunos datos importantes para el siguiente paso de su plan.

Una vez terminó, Korr tomó la pequeña esfera de comunicación, verificó su pistola sat y el Kara kesh, así como el artefacto que servía para curar, aunque solo los llevaba consigo sin necesidad real en esta misión. Si algo saliera mal, estaría muerto y no tendría oportunidad de defenderse. Sin embargo, este paso en particular no era peligroso y tenía un porcentaje de éxito de hasta un noventa por ciento.

Luego de ponerse una gran capa con capucha que dejaba su rostro parcialmente oculto, para generar mayor impacto, Korr salió de su habitación y se encontró con dos jaffas de guardia y, para su sorpresa, también con su primado.

Su primado era un jaffa con privilegios. Siempre estaría de guardia, pero no acudiría a él durante las horas de descanso a menos que él lo llamara. Dado que ya era de noche, su primado debería estar con su familia. Korr lo miró y su primado le saludó llevando una mano al pecho.

—¿Mi dios necesita algo? —preguntó su primado en respuesta. Había sentido que algo inusual estaba sucediendo hoy y decidió estar disponible por si acaso. Korr asintió satisfecho por los buenos instintos del jaffa, que le ahorraban tiempo que no tenía.

Korr pensó que estos individuos serían excelentes soldados si lograba cambiar las tácticas y estrategias de combate y guerra que utilizaban, considerando la superior fuerza, agilidad, velocidad y resistencia de un jaffa en comparación con un humano común. Los jaffas eran capaces de sobrevivir a situaciones que matarían a cualquier humano normal, sin importar cuán fuerte y resistente pudiera ser.

—Llama a otros diez, viajaremos por el portal —ordenó Korr y, sin esperar, empezó a caminar hacia los anillos de transporte.

Al llegar al portal, los otros diez jaffas ya lo habían alcanzado, después de que su primado los enviara por el camino con uno de los guardias.

—¡Su deber es seguirme! —ordenó Korr, mientras marcaba una dirección y ajustaba la capucha de su capa. El portal creó el agujero y su primado se adelantó.

Cuando Korr cruzó, su primado estaba a un lado, formando un camino junto a los otros jaffas. Frente a ellos, había diez jaffas con el símbolo de Ra tatuado en sus frentes. No les apuntaban con los bastones y parecían esperar algo. Korr sacó la esfera gris antes de que dijeran algo y una imagen de Ra apareció en ella.

—¡Este es mi enviado! —dijo la voz goa'uld de Ra y luego desapareció. Antes de que las palabras terminaran, todos los jaffas cayeron de rodillas.

—¡Llévenme con su dios! —ordenó Korr, mientras observaba el entorno.

El portal era considerado un objeto religioso para los goa'uld, por lo que sus alrededores estaban decorados con caminos de piedra o construcciones simples a modo de altares rudimentarios, a pesar de que este planeta se dedicaba a la construcción de naves Ha'tak. Su seguridad dejaba mucho que desear.

Quince minutos después, Korr llegó a las instalaciones de construcción y, mediante un círculo de anillos transportadores, fue enviado a una nave Ha'tak en órbita. Mientras caminaba hacia el puente de la nave, Korr logró ver otras tres Ha'tak cercanas. Era una gran guarnición para este planeta, uno de los principales planetas de construcción al servicio de Ra, aunque la construcción en los astilleros inferiores era lenta.

Ra ya tenía la mayor flota goa'uld y, con una orden suya, los señores del sistema debían movilizarse, lo que le ahorraba naves y rara vez sufría pérdidas, a menos que algún señor del sistema se revelara contra él, lo cual no había ocurrido en milenios.

Al llegar al puente del Ha'tak, Korr se encontró con un goa'uld, una mujer de apariencia decente. A sus ojos, no era gran cosa, ya que considerando el ego de los goa'uld, siempre le decepcionaba lo feos que eran sus anfitriones. Solo recordaba haber visto una belleza en la serie, pero no era goa'uld, sino tok'ra. Creía que se llamaba Anise, aunque los tok'ra utilizaban dos nombres y no recordaba el otro.

Korr sacó la esfera gris con la aplicación que él mismo había creado, mostrando la imagen de Ra. La presentó ante el goa'uld, una mujer de treinta años con cabello castaño corto y ropa algo mejor que el estándar, aunque no destacaba mucho. También era ajustada, pero no resaltaba en su delgado y poco curvilíneo cuerpo…

Korr sacudió la cabeza en su mente y activó la grabación.

—¡Este es mi enviado, obedécele y entrégale todo lo que he mandado a buscar! —ordenó la imagen imponente de Ra que él había creado. Cuando la grabación se apagó, la mujer levantó una ceja.

—¿Mi señor tiene alguna orden para mí? —preguntó el goa'uld que usaba como anfitrión a una mujer, mientras un esclavo de buen cuerpo y rostro decente le servía vino.

Los goa'uld no tenían sexo, podían elegir cualquier anfitrión, y sus reinas no eran hembras, solo una adaptación de los mismos simbiontes para reproducirse, al menos esa era la comprensión del antiguo Korr sobre el tema, ya que las reinas goa'uld eran muy celosas de sus conocimientos sobre sí mismas y no los transmitían a sus hijos, pues no confiaban en ellos.

—Me darás dos Ha'tak con una dotación de no menos de quinientos jaffas y sus familias… —Korr hizo toda una lista de compras, solicitando combustible, barras de naqahdah, trinium, computadoras, herramientas para armar un gran taller, armas para llenar tres armerías, artefactos de comunicación y curación, un sarcófago, herramientas de trabajo y dos naves de carga. La goa'uld frunció el ceño y Korr le dedicó una sonrisa maliciosa como respuesta.

—¿La diosa tiene algo que decir al respecto? —preguntó Korr, como si tuviera un ferviente deseo de escuchar un sí.

La mujer tragó un poco de vino con dificultad mientras se apresuraba a negar con la cabeza. Morir era una piedad que no recibiría si siquiera cuestionaba una orden de Ra. Ella era una goa'uld de rango medio, pero también era una servidora directa de Ra, y este no perdonaba agravios.

En cuanto a que Korr hubiera usado la imagen de Ra para darle órdenes y que ella no sospechara de él, era algo lógico, ya que ni siquiera un señor del sistema se atrevería a suplantar la identidad de Ra para dar cualquier orden. Ni siquiera uno de sus enemigos se atrevería a ser tan valiente, era algo impensable para los goa'uld y Ra solo llevaba un año desaparecido.

Incluso un señor del sistema como Apophis solo se atrevía a atacar los planetas fronterizos y de poca importancia de Ra, tanteando el terreno y dejando espacio para disculparse y arrastrarse pidiendo perdón si por casualidad Ra aparecía de repente y le preguntaba qué demonios estaba haciendo metiéndose en su territorio.

Por supuesto, una vez que Apophis hiciera de las suyas y Ra no apareciera para castigarlo, surgiría el caos y los señores del sistema se lanzarían por los recursos, naves y planetas de Ra como buitres. De momento, Korr calculaba que aún tenía un par de semanas antes de que el caos comenzara, y eso era suficiente tiempo para robar todo lo que necesitaba.

Bajo ningún concepto se tomaría tiempo para investigar y desarrollar tecnología ni se pondría a jugar a las conquistas. Eso era demasiado tonto cuando podía robar todo impunemente.

Korr fue guiado a una sala VIP mientras la mujer goa'uld reunía todas las cosas que solicitó. Él podía solicitar las cuatro Ha'tak y esa goa'uld no diría ni pío, en forma de queja, pero si lo hiciera, sería inevitable que algún goa'uld menor le fuera asignado como ayuda, alegando que necesitaba ayuda para controlar tantas naves. También podía haber preguntas sobre por qué Ra dejaba uno de sus planetas astilleros sin vigilancia, lo que atraería atención no deseada sobre él.

Después de doce horas, que Korr aprovechó para dormir como un muerto, sus dos naves Ha'tak y los nuevos jaffas estaban listos. Korr sonrió desde el puente de uno de los Ha'tak y envió el destino fijado a su primado, quien había tomado el control de la otra nave y llevaba a los familiares de los jaffas. Ambas naves estaban completamente equipadas con materiales que Korr estaba seguro necesitaría pronto.

El destino de él y su primado era un planeta cercano, a solo seis horas de distancia (tomando en cuenta que la velocidad de una nave Ha'tak es aproximadamente treinta y dos mil veces la velocidad de la luz). Allí entraron en órbita y descendieron una de las naves Ha'tak para robar el Stargate y su DHD.

Con el Stargate en su posesión y estando en órbita del planeta, Korr envió a todas las familias de los jaffas a su propio planeta y dejó a trescientos jaffas junto a él para mantener la seguridad de las naves. Luego estableció un nuevo destino: la Tierra.

Korr aún no conocía la dirección exacta del Stargate de la Tierra, pero sí sabía su posición en el espacio gracias a las cartas de navegación de la nave Ha'tak. Necesitaba ir a la Tierra, ya que ese era su cuarto paso en su robo de tecnologías.

Un día después de abandonar el planeta astillero, Korr llegó a otro planeta y también robó su Stargate y su DHD. Después de eso, se tomó varias horas para dar instrucciones a un grupo de doscientos jaffas, alabando su ego y prometiéndoles cosas imposibles como cualquier político populista y descarado, para animarlos a servirlo con entusiasmo y evitar que pensaran que no era digno.

Estos jaffas habían pertenecido anteriormente a Ra, y para ellos sería una desgracia convertirse en sirvientes de un goa'uld menor. Por eso, Korr no les dejó claro si ahora eran sus jaffas o si seguían sirviendo a Ra, manteniendo así sus dudas y evitando una posible rebelión. Para ello, les mostró la imagen de Ra que lo nombró a él como su enviado, y todos obedecieron sin quejas.

La misión que Korr les asignó fue quedarse en órbita de ese planeta para poder utilizar el Stargate y explorar los mundos que él les había especificado, los cuales formaban parte de la estela de Abydos que necesitaba explorar para saber cuáles eran los que tenía que visitar en su búsqueda de tecnología.

En diez días, cuando él llegara a su destino, se pondría en contacto con ellos para solicitar un informe sobre su progreso.

Era posible que los jaffas enfrentaran dificultades en varios planetas, ya que estos podrían tener habitantes y existía la posibilidad de que fueran atacados o asesinados, pero Korr no tenía otra opción rápida y eficiente para explorar los planetas. La única orden que pudo dejar para la seguridad de los jaffas fue que exploraran en modo sigilo.

Korr había sido claro en sus instrucciones: no debían entablar conversaciones, solo explorar y regresar ante cualquier peligro. Ellos debían tomar nota de detalles sobre el paisaje, cualquier ruina que encontraran y el tipo de población que observaran.

Una vez que terminó de dar sus órdenes, Korr cargó todo lo que pudo en una de las naves y dejó a doscientos jaffas con sus instrucciones y un Ha'tak. Inmediatamente, comenzó su viaje a través del hiperespacio. Este viaje duró diez días.

Korr no estuvo ocioso durante ese tiempo, solo durmiendo tres horas al día y dedicando el resto del tiempo a modificar una de las naves de carga. Instaló un conjunto de sensores avanzados, comparables a los de un Ha'tak, y se fabricó algunas herramientas de deshielo con cañones de plasma y otras herramientas que necesitaría.

Sus creaciones eran rudimentarias, pero funcionales, y eso era lo importante. Para llevar a cabo todas estas tareas, Korr montó un taller en una de las bodegas de la nave, prohibiendo el acceso a los jaffas.

—Mi dios, hemos llegado al punto de destino —informó su primado, a quien había dejado a cargo de la navegación.

Jet debería estar en su territorio, asegurándose de que los demás jaffas mantuvieran su lealtad, pero para Korr, su territorio era secundario y lo más importante era conservar la lealtad de los jaffas que lo acompañaban.

Korr, quien estaba dando los últimos retoques a los sensores de la nave de carga, sonrió satisfecho. Había ordenado salir del hiperespacio fuera del sistema solar para evitar que la nave Ha'tak fuera detectada.

—Diez de ustedes, vengan aquí —ordenó Korr, y cinco minutos después, diez jaffas, su primado y él mismo emprendieron un viaje hacia la Tierra en una nave de carga camuflada.

Korr había seleccionado un planeta bajo el dominio de Ra, que estuviera cerca de la Tierra, para llevar a cabo su plan de robar naves y recursos. Aunque la Tierra era parte del dominio de Ra, este la había abandonado y los planetas donde podía obtener los recursos que necesitaba no estaban tan cerca. Además, esta zona estaba en guerra, porque Marcello, un científico extraterrestre y su pueblo estaban llevando a cabo una guerra de guerrillas contra los goa'uld. Por lo tanto, el territorio era peligroso y Ra no construiría astilleros allí. Pero ahora que estaba en la Tierra, Korr había logrado dar un paso más hacia su divinidad.

La nave de carga llegó a la Tierra en pocos minutos, y una vez en la superficie del planeta, Korr comenzó a rastrear la Antártida en busca del portal que se encontraba allí. Gracias a los sensores similares a los de una Ha'tak en la nave de carga, le resultó fácil localizarlo, aunque estaba cubierto por capas de hielo que requerían el trabajo de los jaffas y sus herramientas de deshielo.

Dos horas después, Korr se encontraba frente al portal de la Antártida, que en realidad formaba parte de un antiguo puesto de avanzada. Sin embargo, en ese momento no podía activarlo.

—Entiérrenlo —ordenó Korr a los jaffas. Él no estaba allí por el portal, su objetivo era asegurarse de que el SGC y el SG-1 no llegaran accidentalmente a ese lugar.

Los jaffas se apresuraron a utilizar las herramientas que él había creado para excavar en el hielo con potentes rayos de plasma y hundir el portal allí. De esta manera, el portal no se activaría en ninguna circunstancia imprevista. Pero esa no era la única razón ni la más importante por la que estaba allí, ya que mientras los jaffas enterraban el portal, él utilizaba otro dispositivo lleno de sensores para localizar materia orgánica. Apenas unos minutos después, obtuvo una señal y les indicó a los jaffas en qué dirección apuntar sus taladros de plasma.

Dos horas después, Korr sonreía de oreja a oreja, sentado en su lujosa habitación en el Ha'tak. Observaba cómo un par de herramientas de plasma de gran precisión descongelaban el cuerpo de una mujer de apariencia por encima del promedio, con el cabello corto a la altura de sus hombros.

Cuando la mujer estuvo descongelada, ella seguía inconsciente, pero Korr no la despertó, sino que la puso de espaldas, y se subió sobre ella, despejando su cuello y acercando su boca, para salir de su anfitrión y cambiarse al cuerpo de la mujer alteran, que seguía inconsciente y débil por una plaga, por lo que le fue fácil controlarla.

La mujer seguía dormida mientras Korr leía sus recuerdos, sacudiendo la cabeza internamente ante el desperdicio de vida que llevaban los alteran. La diversión era escasa, ya que eran supremacistas que se negaban a mezclarse con otras especies por considerarlas inferiores, y evitaban interferir en el desarrollo de cualquier cultura.

Eran verdaderos abraza-árboles. Korr casi se duerme del aburrimiento al ver sus recuerdos de miles de años, pero se despertó cuando la mente de la mujer mostró signos de despertar.

Korr se apresuró a sellar su mente y la dejó en estado de coma. No estaba seguro de si podría controlar a un alteran y tampoco quería intentar luchar contra una mujer en camino a la ascensión, con habilidades telepáticas, telequinéticas, de curación y otras más.

Korr hizo que su nueva anfitriona volviera a dormir y se levantó, deshaciéndose de su antiguo anfitrión. Aunque su antiguo anfitrión seguía vivo, pronto moriría debido a los graves daños que Korr le había causado al salir.

Korr se apresuró a tomar el dispositivo de curación portátil, sorprendiéndose a sí mismo al preguntarse qué estaba haciendo mientras curaba a su antiguo anfitrión, sintiendo una extraña preocupación en el pecho. Korr frunció el ceño, pero no resistió a curar a su antiguo anfitrión. Lo habría hecho de todos modos, a pesar de tener un sarcófago al que simplemente lo habría arrojado.

Unos minutos después, el fanático que era su antiguo anfitrión estaba de rodillas frente a él. Korr llamó a sus jaffas y les dio la bienvenida con un destello de sus ojos, dejando claro que su dios tenía un nuevo anfitrión.

Seis horas después, Korr había convertido la fuente de energía de su nave Ha'tak en una fuente de energía subespacial para aumentar la potencia del hiperpropulsor. También había modificado los escudos para hacerla invisible y ahora se encontraba en órbita alrededor de la Tierra. En estos momentos, estaba fabricando su último invento: un dispositivo que le indicaría cuándo se activaría la puerta del SGC.

Con todos estos preparativos, realizados gracias a los conocimientos de la alteran que había obtenido como anfitrión, y después de asegurarse de que su estado debilitado debido al virus alteran que afectaba a su anfitriona desapareciera, Korr activó el portal. Primero envió a su antiguo anfitrión de regreso a su planeta y luego llamó a los jaffas que había dejado atrás con la misión de explorar y solicitó sus informes.

Dos horas después, se enteró de que las exploraciones aún no habían terminado y que veinte jaffas no habían regresado. Korr detuvo la exploración y transmitió las coordenadas de la Tierra para que, una hora después, los jaffas se comunicaran con el su stargate. Korr activó el DHD del stargate que tenía en su nave para que los jaffas no llegaran al SGC, sino a su nave. Ya habían confirmado una de las direcciones que él buscaba, la otra era el Repositorio Alteran, pero no recibió información al respecto y decidió dejarlo pasar, ya que no era necesario.

Una vez que los jaffas terminaron de entregar sus informes, Korr viajó por el portal hasta el segundo Ha'tak y también modificó su fuente de energía a una subespacial. Modificó los escudos para hacerla invisible. Esto le llevó solo cuatro horas porque ya tenía experiencia y sabía qué hacer.

Al finalizar, la nave pasó de una velocidad de treinta y dos mil veces la velocidad de la luz a más de setecientas mil veces la velocidad de la luz. Esto no se comparaba en absoluto con el Daedalus, que se construiría en la Tierra en el futuro y sería capaz de viajar a más de cincuenta millones de veces la velocidad de la luz en el hiperespacio, y más de trescientos sesenta millones de veces si se le conectaba un ZPM como fuente de energía. Sin embargo, el Daedalus utilizaba tecnología de hiperpropulsión asgard, la cual estaba miles de años por delante de los goa'uld.

Korr tampoco había creado una fuente de energía desde cero, simplemente hizo una adaptación y no cambió ninguna pieza. En resumen, solo hizo un parche, ya que no necesitaba más.

Al terminar las modificaciones, Korr dio instrucciones para que el Ha'tak fuera llevado a las afueras del sistema solar, activara su camuflaje y se ocultara detrás de la Luna. Gracias a su nueva velocidad, en lugar de tomar diez días, llegar a la Tierra le tomaría medio día.

Después de dar sus órdenes, Korr cruzó el portal de regreso a la Tierra. No estuvo inactivo y modificó su Kara Kesh para agregar un escudo personal alteran, que a diferencia del Goa'uld, se movía con él y no necesitaba quedarse quieto. También le añadió la capacidad de hacerse invisible. Estas adiciones eran para mantener su seguridad. El escudo funcionaba de forma automática, no necesitaba ser activado, lo que significaba que no moriría indefenso como un idiota.

Una hora después, con una guardia de cincuenta jaffas, Korr llegó al planeta Argos y, como un mafioso, entró en el pueblo de los argocianos moviéndose como si estuviera en su propia casa, ordenando que golpearan a cualquiera que se interpusiera en su camino y buscando su alijo de nanitos, que los argocianos utilizaban como un condimento especial en la preparación de comidas para celebraciones especiales.

Korr sabía esto porque en la serie original, O'Neill fue infectado por nanitos de esta forma. Al confirmar que tenía los nanitos, Korr regresó al templo donde se encontraba el portal y se llevó la estatua del Goa'uld que estaba allí sin dar ninguna explicación.

La estatua contenía un artefacto de control que era una computadora Goa'uld, pero eso no era lo que buscaba Korr, ya que tenía docenas de computadoras Goa'uld. Lo que realmente quería eran los nanitos, una de las tecnologías más avanzadas en la historia de Stargate.

Estos en particular no eran una versión avanzada, solo una chapuza hecha por un Goa'uld innovador que, sin ser consciente del milagro que tenía en sus manos, llevó a cabo experimentos estúpidos con la esperanza de obtener un mejor anfitrión. Sin embargo, su experimento como mucho podría producir cerdos de cría, ya que la evolución no consistía en rascarse las bolas y esperar mejoras. La evolución consistía en la adaptación, y un montón de idiotas que no hacían nada, como mucho, podrían convertirse en buenos animales de cría.

Por otro lado, su principal objetivo no eran los nanitos, ya que estos eran secundarios. Obtendría la versión avanzada más adelante. Su principal objetivo era la información genética y biológica, ya que este Goa'uld era un genio. Había realizado varios descubrimientos increíbles y tenía amplios conocimientos en genética y anatomía humana, gracias a eso sus sujetos de prueba eran excepcionalmente sanos a pesar de pasar el día sin hacer nada más que comer. Además, había que tener en cuenta su crecimiento acelerado, que mataría a cualquier criatura.

Por eso, la tecnología que los mantenía con vida mientras se llevaban a cabo estas modificaciones estaba a miles de años de la Tierra en términos de tecnología médica y más allá de lo que cualquier Goa'uld podría lograr, incluyendo al Señor del Sistema Nirti, que se autodenominaba un genio en genética humana. En opinión de Korr, ella solo era un desperdicio, ya que todos sus experimentos habían fallado.

Korr descargó todos los datos almacenados por el artefacto de control de los nanitos y luego creó su propia interfaz de control. Así obtuvo los conocimientos más avanzados en genética y biología humana de toda la galaxia, quizás incluso de todas las galaxias, ya que ni los asgard tenían ese nivel de conocimientos sobre la biología y genética humanas a pesar de su tecnología superior. En la serie, habían realizado varias chapuzas al intentar trabajar con la biología humana, y parecía que ni siquiera podían distinguir a un adulto de un niño, tal era su nivel de desconocimiento sobre la especie humana.

Korr no se inyectó los nanitos, ya que el cuerpo que ahora poseía era el de un antiguo y cambiar su genética sería muy difícil. Tendría que pasar años adaptando los nanitos para obtener apenas algunas ventajas como curación o regeneración.

Si se trataba de la juventud eterna, ya podía olvidarse de ello. Los Alterans tenían una inteligencia incomparable al igual que los Asgard, y si bien su cerebro actual podía contener cantidades masivas de información, en comparación con las ventajas de un anfitrión humano que, al usar nanitos, podía ser casi inmortal, un cuerpo Alteran no valía mucho la pena.

Korr lo había cambiado para obtener sus conocimientos, familiarizarse con las habilidades de un semi-ascendido y poder usar la tecnología Alteran gracias a sus genes, pero no pensaba quedarse con este cuerpo. Además, no se ajustaba a sus estándares, ya que aún le parecía feo.

A pesar de obtener la tecnología de los nanitos y tener la capacidad de crear replicadores, Korr se abstuvo de intentarlo, ya que modificar por completo el programa de control de los nanitos llevaría mucho tiempo. Tenía cosas mejores que hacer en lugar de gastar tiempo en crear tecnologías que ya existían y que solo esperaban a que él las descubriera. Solo se llevó la estatua para asegurarla y obtener los conocimientos en genética y anatomía humana que estaban en la computadora que controlaba los nanitos.

Korr se retiró del planeta para evitar accidentes y dejó la nave Ha'tak detrás de la luna. Luego comenzó a construir dos fuentes de energía subespacial de larga duración. No eran ZPM y no durarían diez mil años, pero algunos meses eran suficientes. Además, le servirían para llamar a Atlantis y alimentar el escudo de la ciudad, evitando que quedara sepultada bajo el océano al llegar allí.

Construir dos fuentes de energía subespacial capaces de alimentar una ciudad y establecer comunicación con otras galaxias no fue tan fácil como lo que hizo el coronel O'Neill para contactar la galaxia de los Asgard. Korr no quería algo que se agotara rápidamente o tuviera un rendimiento deficiente. Su intención era mantener los escudos de Atlantis con esta fuente de energía. A pesar de tener una gran cantidad de materiales, le llevó tres días sin dormir construirlas.

Korr tampoco tenía todo el conocimiento del repositorio antiguo y dependía de los conocimientos de su anfitrión, que no eran tan extensos como los de los Alterans en su conjunto. No sabía del todo cómo crear ZPM, sondas o nanitos, por lo que sabía que aún le faltaba información. Sin embargo, decidió no seguir explorando, ya que confiaba en que obtendría todos los conocimientos Alteran más adelante.

Después de crear sus fuentes de energía, la segunda nave Ha'tak había llegado hace tres días. Korr se tomó seis horas de descanso y, al despertar y darse un baño, reunió a un grupo de diez jaffas para que cargaran la fuente secundaria para Atlantis y activaran la que había hecho para este lado del portal. Situó la nave en órbita alrededor de la Tierra, oculta por el sistema de sigilo, y llamó a Atlantis.

El portal se conectó sin ningún problema. Korr dejó órdenes para que los jaffas regresaran y protegieran el territorio, dejando una guarnición de cincuenta jaffas para ambas naves Ha'tak. Tenían instrucciones de activar el portal tres veces al día en un horario específico y mantenerlo sellado el resto del tiempo.

Gracias al DHD, mientras su portal estuviera activo, no corría el riesgo de ser conectado al SGC. En caso de que los equipos del SG intentaran marcar su portal cuando estuviera activo, había proporcionado a sus jaffas un detector de activación de portales para que lo sellaran. Si este plan fallaba, había ordenado el uso de las pistolas zat y enviar a los invasores a otro lugar después de capturarlos.

Una vez que terminó de dar sus órdenes, Korr y los jaffas seleccionados cruzaron el portal con la enorme fuente subespacial que medía dos metros de altura y un metro de diámetro. Tal como había demostrado O'Neill en la historia original, al construir una fuente de energía subespacial con materiales goa'uld, estos podían usarse para construir artefactos Alteran, ya que tenían la misma base tecnológica, que era el naquadah. Sin embargo, la tecnología goa'uld era deficiente y por eso su fuente de energía era tan grande.

Una vez que cruzaron, llegaron a una sala oscura que los jaffas iluminaron. A pesar de que Korr tenía un anfitrión Alteran, no pudo acceder a las consolas que estaban desconectadas y tuvo que usar sus propios sensores y sentidos para orientarse hasta la sala de los ZPM, mientras los jaffas lo seguían cargando la enorme fuente de energía subespacial que debía conectarse para abastecer a uno de los ZPM.

Para Korr, no fue ninguna sorpresa encontrarse con los tres ZPM al límite de su capacidad. Procedió a conectar su propia fuente de energía utilizando una interfaz. Luego regresó a las consolas de control y las conectó para desactivar todas las medidas de seguridad de la base de datos y tomar el control total de la ciudad, mientras los jaffas lo observaban con los ojos bien abiertos, alabándolo como a un dios.

Una vez finalizada la activación de los sistemas de la ciudad, dos horas después, Korr no perdió tiempo y de inmediato obtuvo toda la información sobre los replicadores, incluyendo la ubicación del laboratorio donde podía crearlos, el artefacto Alteran que alteraba el hiperespacio y evitaba que las naves ingresaran a él, la nave del tiempo, que había sido cambiada de línea temporal y ya no se encontraba en la galaxia de la Vía Láctea, y las direcciones más importantes en la galaxia Pegasus, como el planeta donde se encontraba el Proyecto Arturo y el planeta de los Asurans.

Estos eran los principales objetivos de su saqueo en esta galaxia, sin mencionar la tecnología de los Replicadores, que era la tecnología más poderosa en la historia original de Stargate.

Por el momento, Korr decidió ignorar la nave del tiempo. Aunque las tecnologías que manipulaban el tiempo tenían un potencial superior en comparación con la tecnología replicadora, no eran tan útiles en este momento, cuando la tecnología replicadora era vital para sus planes y constituía un paso fundamental en su ascenso a la divinidad.

Con estas ideas en mente, Korr se dirigió al laboratorio y, después de revisar todos los datos de investigación, creó un ejército de replicadores en forma de arañas, compuesto por diez mil unidades (no había suficientes materiales para hacer más). Su orden suprema y principal era obedecerle a él. Como el laboratorio era automático, no le tomó más de una hora llevarlo a cabo.

A la expedición de Atlantis le llevaba tanto tiempo interactuar con la tecnología Alteran porque no tenían todos sus conocimientos y sus genes eran defectuosos. Había que tener en cuenta que toda la tecnología Alteran podía funcionar simplemente con un pensamiento, y si se tenía la capacidad cerebral suficiente, obtener información era cuestión de segundos.

Korr solo había tardado en programar a sus replicadores porque entendía mejor que nadie en este mundo lo peligrosa que era esta tecnología y lo rápido que podía salirse de control en manos de cualquier usuario.

Después de terminar de programar a su ejército replicador, Korr, acompañado por diez pálidos jaffas que observaban con horror al ejército replicador, se dirigió a la sala del portal, utilizando los anillos de transporte de Atlantis para llegar allí.

Una vez que su ejército de replicadores estuvo en posición, Korr activó el portal, marcando el planeta de los Asurans, que estaba en la base de datos de Atlantis, y envió a los replicadores en un ataque total, seguido de él mismo.

Al cruzar el portal junto con los jaffas que estaban asustados pero decididos, Korr vio a varios replicadores con forma humana, inmóviles como estatuas, mientras su ejército de criaturas los atacaba tanto físicamente, devorando sus cuerpos con saña, como en sus sistemas, congelando su programación mediante los códigos de la base de datos de Atlantis, y compartiendo toda la información de lo que estaban haciendo con su actual maestro, que era él mismo.

Por supuesto, los replicadores humanos eran una versión mucho más avanzada que los replicadores insectos, con inteligencia propia, y ya estaban tratando de anular los códigos que los habían paralizado. Desafortunadamente para ellos, Korr no era parte de la expedición de Atlantis y su conocimiento sobre los replicadores no era superficial. Quedarse fuera de línea durante cinco minutos, mientras él tenía las manos libres para hacer y deshacer en la ciudad, cuyas medidas de seguridad eran tan deficientes como las de Atlantis, fue su mayor desgracia.

Pasados los cinco minutos, su ejército de criaturas ya había consumido a la mitad de los replicadores humanos, y la otra mitad había sido superada porque Korr aprovechó su tiempo de inactividad para apoderarse de sus cámaras de formación y estaba produciendo replicadores en masa, que barrieron con los replicadores humanos con extrema facilidad, dejando sus conciencias encerradas y a su completa disposición.

Korr no fue indulgente y los borró a todos después de asegurarse de copiar todos sus archivos. Cuando la batalla terminó y el planeta estuvo bajo su control total, los jaffas se estremecieron cuando él comenzó a reírse como un demente, lleno de euforia y satisfacción. Incluso sintió ganas de ponerse a bailar, pero un dios no podía perder su dignidad y rebajarse al nivel de un niño, así que se conformó con ver el informe que la ciudad capturada le transmitía sobre su botín de guerra.

En primer lugar, tenía la ciudad principal, que era una réplica de Atlantis. En opinión de Korr, era una ciudad mediocre, sus capacidades defensivas eran buenas, pero su ataque era mediocre, su tamaño demasiado grande y su diseño no le gustaba. No la utilizaría.

También tenía doce acorazados clase Aurora, que eran naves horribles y mal diseñadas, eran basura. Sin embargo, lo que realmente hacía latir su corazón era el método de creación de los ZPM. A pesar de ser baterías desechables, había veinte de ellas en la ciudad, y también la tecnología de las sondas que podían atravesar casi cualquier escudo. Había grandes cantidades de materiales almacenados, tridium, naquadah, neutrones, hierro y demás.

Además de toda la tecnología, también había información valiosa para su próximo asalto sobre los Wraith, y Korr no perdió tiempo en comenzar. Se sentía eufórico debido a todo el caos que estaba causando.

Después de dos horas, Korr estaba listo para su siguiente paso. Al obtener información sobre la ubicación de una colmena de los Wraith desde la base de datos de los replicadores, tomó cinco naves jumper y las llenó de replicadores para atravesar el portal e iniciar un ataque furtivo, capturando la colmena en hibernación y sumiendo a todos sus habitantes en un sueño profundo y una ilusión creada por los replicadores.

Una vez que todos estaban dormidos y atrapados en la realidad virtual, Korr utilizó las habilidades telepáticas del Alteran que ahora controlaba, combinando su poder con la ilusión de los replicadores para extraer toda la información del cerebro de la reina Wraith y sus ingenieros.

Esto le tomó una semana, pero era otro paso fundamental en su camino hacia la divinidad, ya que la biotecnología de los Wraith estaba al mismo nivel que la de los replicadores. Era una de las cosas más poderosas y avanzadas de la historia.

Los Wraith tenían tecnología de almacenamiento de materia en energía, su tecnología de transporte era más avanzada que las de los goa'uld y sus naves biológicas multiplicaban la eficiencia de cualquier fuente de energía por diez. Por eso, si él combinaba toda la tecnología de los Alteran con la tecnología de los Wraith, Korr estaba seguro de obtener una tecnología más allá de los replicadores. Además, los Wraith eran expertos en clonación y podrían proporcionarle un anfitrión digno.

Korr no se apresuró en esta ocasión y se tomó un mes para desarrollar la tecnología que necesitaba.

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