"Si todo pereciera y él se salvara, yo podría seguir existiendo; pero si todo lo demás permaneciera y él fuera aniquilado,
el universo entero se convertiría en un desconocido totalmente extraño para mí"
Emily Brontë
PRÓLOGO
Desde las profundidades de mi mente, los recuerdos emergen como fragmentos borrosos de un pasado desconocido. Mi nombre es Vespera Malakith, y aunque los detalles de mi origen se desvanecen en la bruma del olvido, hay una verdad que permanece inmutable: mi madre, Lumina Malakith, me dio la vida y, en su último aliento, me dejó en manos de aquellos que me cuidaron.
Mi memoria comienza en un pequeño y tranquilo pueblo en el planeta Naboo. Un matrimonio de ancianos, cuyos nombres escapan a mi mente, me acogieron con amor y me protegieron. Crecí bajo su guía, pero siempre me faltaba algo, una conexión con mi pasado y una comprensión más profunda de quién era realmente.
Fue en ese pacífico rincón de la galaxia donde todo cambió. Era el año 3 Después de la batalla de Yarin, y la opresión del Imperio Galáctico había alcanzado incluso los confines de nuestro humilde pueblo. Un oscuro destino nos acechaba, pues el Imperio envió a sus soldados imperiales para sembrar el caos en nuestras vidas. El nombre de nuestro pueblo, una joya escondida en Naboo, se ha perdido en los recovecos de mi memoria, pero el eco de sus calles resonará en mí por siempre.
Mientras los soldados imperiales irrumpían en nuestras calles, destrozando la paz que una vez conocimos, un destello de esperanza emergió en medio del caos. Ashoka Tano, una Jedi que había abandonado la Orden, llegó justo a tiempo. Podía sentir la fuerza que emanaba de mí, una fuerza que ni siquiera yo comprendía completamente.
Ashoka Tano, con su semblante sereno y su mirada penetrante, se convirtió en mi salvadora. En su presencia, sentí una conexión inmediata, como si nuestros destinos estuvieran entrelazados de alguna manera misteriosa. Ella me rescató de las garras del Imperio, convirtiéndose en mi mentora y mi guía en el camino de la Fuerza.
Todo fue bien, hasta que cumplí los dieciséis años. En la noche de mi cumpleaños, todo cambió. Una voz misteriosa comenzó a susurrar en mi cabeza, sus palabras siniestras me llamaban, intentando arrastrarme hacia el abismo del lado oscuro de la Fuerza.
Al principio, era solo una voz inquietante que me atormentaba, como un eco perturbador que se repetía sin cesar en mi mente. Pero luego, las imágenes vinieron a mí, claras y perturbadoras. Me vi a mí misma, envuelta en las sombras, mis ojos reflejando un brillo malévolo que antes era ajeno a mí. Las pesadillas se apoderaban de mí cada noche, sumiéndome en un torbellino de locura y miedo. Llegué a temer incluso el acto de cerrar los ojos, sabiendo que las visiones me esperaban en las profundidades de mi mente.
Desesperada por encontrar refugio de las fuerzas oscuras que me acosaban, busqué consuelo en los entrenamientos junto a Ashoka. Cada golpe, cada movimiento ágil de mi sable de luz, era un intento desesperado de encontrar paz y fortaleza para resistir la atracción seductora del lado oscuro. Pero mientras más me esforzaba, más poderosas se volvían las voces y las visiones, como si mi propia conexión con la Fuerza las atrajera con mayor intensidad.
Ashoka, preocupada por el tormento que me consumía, observaba con inquietud cómo luchaba contra mis demonios internos. Ella sabía lo peligroso que era el camino hacia el lado oscuro y no quería que me perdiera en sus sombras. Yo había sido su última esperanza, la luz en un universo cada vez más oscuro, y el miedo a que sucumbiera a la oscuridad la embargaba.
Juntas, Ashoka y yo nos enfrentábamos a este desafío sobrenatural. Ella buscaba en los conocimientos de los antiguos maestros Jedi respuestas que pudieran liberarme de las garras del lado oscuro. Pero el tiempo se agotaba y ambas sabíamos que debíamos encontrar una solución antes de que el lado oscuro se apoderara por completo de mí.
Harta del constante llamado del lado oscuro y viendo a Ashoka cada vez más perdida y desesperanzada, decidí escapar. Robé una nave y me adentré en el vasto espacio, sin tener una clara idea de qué hacer ni a dónde ir. Los días pasaron en una nebulosa de incertidumbre hasta que, por casualidades del destino, terminé en el salvaje planeta Nevarro, conocido por ser refugio de cazarrecompensas y renegados.
Nevarro, con sus áridos paisajes y su atmósfera cargada de peligro, me recibió con los brazos abiertos. En ese lugar inhóspito, decidí ocultarme. Sin medios para mantenerme ni un lugar donde refugiarme, deambulé durante días por las calles, robando en los mercados para sobrevivir.
Fue entonces, en uno de mis intentos desesperados por conseguir algo de comida, cuando él me encontró: Greef Karga, un reconocido líder entre los cazarrecompensas del planeta. Sus ojos astutos y su autoridad imponente dejaron claro que no era alguien con quien debía meterme.
Me enfrenté a él, lista para huir o luchar si era necesario. Sin embargo, en lugar de castigarme por mis acciones, Greef Karga pareció ver algo más en mí. Reconoció la fuerza y la determinación en mis ojos y, en lugar de denunciarme a las autoridades, me ofreció un trato: Me propuso unirme a su equipo de cazarrecompensas y convertirme en su aliada.
Cazarrecompensas... Un título que nunca imaginé llevar. Me sumergí en la vida de emociones extremas, peligro constante y decisiones difíciles. Cada misión era un desafío, y cada objetivo era un recordatorio constante de los peligros que acechaban en las sombras.
Con el paso del tiempo, mis habilidades se perfeccionaron. Me convertí en una cazadora sigilosa, capaz de infiltrarme en los lugares más fortificados y enfrentarme a los enemigos más poderosos. Pero a pesar de todo mi entrenamiento y destreza, siempre había una parte de mí que permanecía en guardia, temerosa de que el lado oscuro tomara el control.
Mi nombre es Vespera Malakith, y a mis 28 años, llevo en mi ser la mezcla de oscuridad y luz que define mi existencia.
