Y vi tus dedos bailar sobre aquellas teclas color blanco y negro, creando una melodía y armonía que tocaban lo más profundo de mi alma, tan hermoso pero doloroso a la vez.

Cerraba mis ojos aún escuchándote, dejándome llevar por lo que tocabas.

Suspire lentamente. Deje que cada nota tocara mi alma.

Te deje entrar a mi corazón como si fuera tu casa.

Yo sabía que no era para mi y que jamás lo iba a ser, pero cada nota que tocabas la podía sentir, sentía lo que quieras transmitir con tu música, lo sentía como si fuera para mi.

Volví a suspirar.

Me encantaba que tocaras mi alma y que ni siquiera te dieras cuenta. Era hermoso.

Tu existes dentro de la primavera.

Decidiste irte y ni siquiera me dejaste decirte adiós.

Todo se volvió tan silencioso sin ti y lo único que me quedaba era recordar aquellas melodías que solías tocar, y sentir una punzada en mi pecho ya que no estabas aquí.

Me hiciste ver la vida de colores, por eso, gracias.

Me hiciste enamorarme de ti, y me dejaste caer.

Nunca pensé que esa iba a ser la última vez que vería tus dedos bailar de esa manera tan virtuosa sobre aquellas teclas blanco y negro.

Donde quiera que estes, te llevo en lo más profundo de mi ser, ya que de ahí no pude sacarte.