Hola a todos, gracias por estar aquí. Ha pasado mucho tiempo sin publicar, pero ya estoy de vuelta. Hice el intento de escribir alguna actualización, pero no hubo mucha inspiración, así que preferí escribir unos shots para el próximo evento Shikatema. «Este One-Shot fue escrito para el Matsuri Místico de la página de Facebook Shikatema: Hojas de Arenas y está inspirado en las bestias sagradas o los dioses guardianes de Kioto, pertenecientes a la mitología japonesa».
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Como siempre quiero agradecer a todas las personas que me leen, y que además, se dan el tiempo de dejarme un review, a las personas que marcan mis historias o a mí como favorita y/o siguiendo, y a las que simplemente leen. Para todos ustedes, muchas gracias, me inspiran de cierto modo a continuar :D
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Este One-Shot lo dedico con mucho cariño a: ANABELITA N, Agridulce Luna, Yaken y SandriBeee. Gracias por sus comentarios, les mando un beso y un fuerte abrazo.
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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia es mía y la publico sin ánimos de lucro.
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Después de más de 150 años
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Luego de beber una botella de sake, observó la gente que estaba dentro del bar y enseguida se marchó. Llevaba dos días en ese aburrido pueblo, pero aún no podía dar con el objetivo que se le encomendó. Faltaba una hora para la medianoche, por lo que empezó a recorrer las principales calles de aquella localidad, hasta que un olor a muerte ingresó por sus fosas nasales. La mujer giró rápidamente hacia esa dirección. Un grupo de hombres caminaba a lo lejos. Al parecer habían estado bebiendo, ya que podía oír unas fuertes carcajadas y el ritmo de la caminata era lento. Pasó su vista por los primeros tres individuos, para luego fijar la mirada en el último tipo.
—Ahí estás maldito —murmuró con una sonrisa maquiavélica, aquella rubia que los observaba a la distancia. Consciente de que sólo tenía que esperarlos, apoyó su espalda contra la pared y empezó a mirarse las uñas para matar el tiempo.
Ella vestía un abrigo muy largo y entallado de color negro; unas botas largas del mismo color, con unos tacones altísimos, a los cuales parecía acostumbrada. Cubría gran parte de su rostro con unos lentes oscuros y su cabellera dorada estaba oculta bajo un sombrero negro y estiloso de colección. Muy paciente esperó a que el grupo de hombres se acercara. Cuando ya estaba a pocos metros de ella, se camufló disimuladamente con el color de la pared. Tenía la habilidad para hacerlo, ya que era una inmortal con ciertos poderes en un cuerpo de mujer. Sin apuro, el grupo de personas pasó por su lado. Ella sigilosa salió de su escondite, y como una especie de sombra, los siguió. Tenía que buscar el momento exacto para deshacerse de aquella escoria. Caminó tras el grupo de hombres a lo menos quince minutos, hasta que de un momento a otro, la mujer se hartó.
—¿Y a qué hora estos malditos borrachos se van a separar? —murmulló furiosa, y en ese instante, sintió una mirada burlesca sobre ella. Con rapidez, volteó a hacia el grupo de hombres que seguían avanzando y riendo—. Desgraciado, ¿lo has hecho a propósito, cierto? ¿Desde cuándo te diste cuenta que te estoy siguiendo?
Afinó la vista y lo escudriñó.
Sabía que podía atacarlo en cualquier momento, pero no quería tener testigos de por medio. Odiaba la habilidad que tenían todas esas escorias renegadas para sociabilizar y ocultarse como un humano más.
Fastidiada tuvo que esperar otros quince minutos más para ver al grupo disolverse. Su objetivo aún estaba con uno de sus amigos, pero para su sorpresa, éste lo despidió en menos de un par minutos. El hombre se quedó solo enfrente de una tienda cerrada, por lo que la rubia lentamente se le acercó. El tipo que usaba anteojos y que tenía un aspecto relajado, encendió un cigarrillo para luego comenzar a avanzar, sin embargo, antes de llegar a la esquina, sintió que sería interceptado por una entidad. Y no se equivocó.
A la velocidad del rayo, fue tomado por el cuello y azotado bruscamente contra la pared. Fue un movimiento imperceptible para el ojo humano.
—Hasta que al fin te pude atrapar maldito engendro —señaló socarrona, la mujer de negro, empuñando su mano libre para hacer aparecer una fina espada.
—Por toda esta parafernalia, puedo suponer que no eres humana —susurró con algo ironía, pese a verse bastante maltrecho. No podía negar que le dolían todos los huesos, pero tenía que saber qué tipo de dios o demonio era ella. Aunque su tono de voz, le recordó a alguien que no veía hace más de un siglo. «¿Podría ser ella?» —. ¡Dime quién eres!
La fémina sonrió maligna.
—La que acabará con tu miserable existencia, shinigami desertor —espetó de manera perversa, para después intentar estocarlo con la espada.
No cabía duda era ella.
—Tan cruel y ruda, me gusta —espetó con una semisonrisa, al detener el filo de la espada, con una de sus manos. Gotas de sangre comenzaron a caer a piso. La rubia sorprendida aplicó más fuerza e intentó de nuevo atravesarle el vientre, pero él otra vez no se lo permitió. Continuaron forcejando la espada. La rubia tenía que reconocer que él era mucho más fuerte que ella —, pero lamento decirte que no soy ese shinigami ruin que abandonó su misión —ella por reflejo miró su rostro. No lo conocía, pero el brillo de sus orbes oscuros resplandecía como los ojos de su gran amor. «¿Podrías ser él?»—. Este cuerpo que tú ves es mío, lo he tenido desde hace siglos, por no decir desde hace milenios.
—Pero entonces, ¿por qué tienes ese olor? —insistió la mujer y volvió a empujar la espada. Su misión consistía en quitarle, por segunda vez, la vida a ese hombre, ya que si se veía con vida, era porque un shinigami yacía en su interior. Uno que quería vivir como humano y no como un conductor de almas hacia el Yomi. Con el ceño fruncido gritó furiosa mientras intentaba ensartarle la espada—. ¡Dime quién eres!
—Primero aleja de mí esa filosa espada y luego deja de estrangularme —acotó el hombre como pudo, y la mujer a regañadientes le obedeció. No obstante, enseguida se puso en guardia. Tal vez era una desconfiada o sólo una problemática, pero eso ya no importaba, él sólo quería que le confirmara su identidad—. También agradecería que te quitaras ese sombrero al igual que esos lentes de sol.
La mujer de mala gana tiró el sombrero al suelo. No sabía por qué lo hacía, pero algo en su interior la impulsaba a obedecerlo. Sus hebras doradas quedaron expuestas, y a él de inmediato se le aceleró el corazón. Mientras la observaba, recordó el corte que tenía en la mano e hizo emanar de la herida un brillo dorado, el cual a los pocos segundos desapareció. Él por reflejo miró la palma de su mano. La piel estaba sana, por lo que alzó la vista, viendo que ella se mordía el labio inferior. Pese a los siglos, sus gestos seguían siendo los mismos.
—Han pasado demasiados años, Byakko —espetó el hombre y cerró los ojos, apareciendo en su lugar un hombre muy distinto al que ella atacó. Éste tenía el cabello negro, amarrado a una coleta alta y casualmente también vestía de negro —, ¿o prefieres que te llame, Temari?
—Tú sabes que prefiero mi nombre de humana al igual que tú —señaló desapareciendo el arma que empuñaba en la mano, para luego quitarse las gafas oscuras y mirar esos ojos que tanto extrañó. No quería que la viese emocionada, pero era tan difícil controlar el corazón —. Nunca pensé que te iba a encontrar en esta circunstancia, Genbu.
Él esbozó una semisonrisa al ver sus ojos aguamarina.
—«Shikamaru», sólo dime Shikamaru, mujer. No sabes cuánto me alegra volverte a ver —acotó de manera dulce, haciendo que ella ampliara su sonrisa para él —. ¿Me creerías si te dijera que te extrañé?
La rubia soltó una risa.
—Si me hubiese extrañado me hubiese buscado hace años —espetó casi a modo de regaño—. Han pasado más de ciento cincuenta años del momento que nos separamos.
—Para ser más precisos, han pasado ciento cincuenta y cuatro años, con siete meses y diecisiete días —señaló mirándola con una mezcla culpa y melancolía—. Si los cuatros guardianes de Kioto decidieron abarcar más allá de su jurisdicción, fue porque en ese momento creímos que era lo mejor. Toda la población de Japón necesitaba de nuestro resguardo, y de algún modo lo logramos, sin embargo, hoy en día, la humanidad y los dioses no tienen la misma conexión. Dime, ¿hace cuántos años dejaste de proteger el sector que se te designó?
La ojiverde apretó los labios.
—Aborté la misión hace casi cinco años —espetó sintiendo un cargo de conciencia que él al instante percibió—. Hoy en día, los humanos tienen presente otras prioridades muy distintas que pedirle protección a un viejo dios. Ellos casi no nos necesitan.
—Confían en ellos mismos y es válido. Todo es parte de la evolución —le explicó con voz serena y con calma se le acercó—. Yo dejé la misión de guardián hace casi dos años. Aunque debo reconocer que me costó mucho abandonar ese rol.
—¿Y por ese motivo te viniste a vivir en este aburrido lugar? —inquirió la ojiverde, mirando el poco comercio que existía en el pueblo.
—Sólo quería vivir en lugar tranquilo y sin sobresaltos —contestó cansino, mientras miraba la poca iluminación—, pero da la casualidad que hoy, alguien casi me aniquiló.
Temari se sorprendió con el sarcasmo.
—No quería aniquilarte, idiota, sino a ese shinigami desertor —señaló la rubia y el de coleta enseguida volvió a fijar la vista en ella—. Hace tres años que formé una empresa en Tokio, cuyo objetivo es deshacerse de todos los entes que perturban la paz de la población. Voy detrás de los yokais, yureis o cualquier ente que altere la vida de la población. ¡Ah!, y eso de perseguir shinigamis renegados, es un trato especial que tengo con los del inframundo; digamos que es como un negocio aparte, pero al aparecer hoy mi informante se equivocó. ¿Y tú por qué te camuflaste como uno de ellos?
—Traté de imitar la esencia de un shinigami, sólo porque quería pasar desapercibo —explicó Shikamaru y luego suspiró —. No quería hacer vida social con ningún dios o demonio que había llegado a mis dominios. Y como los shinigamis suelen ser ignorados por el poco con poder que tienen— la rubia soltó una risa por ese error —. Nunca evalué que la entidad que había llegado al pueblo, pudiese ser un exterminador… De todas formas, es bueno saber que de cierta manera continúas prestando ayuda a los humanos.
La rubia sonrió por inercia.
—Es parte de mi esencia, supongo que eso nunca lo podré cambiar —se quedaron en silencio por un instante y ella enseguida volvió a hablar. —Ahora que nos reencontramos, ¿te vendrás conmigo a Tokio, cierto?
El pelinegro se tomó su tiempo para responder.
—Si es para trabajar contigo, no gracias, ya que de seguro me querrás explotar.
Ese tipo de bromas, siempre la enfadaba.
—Veo que sigues siendo el mismo vago de siempre —replicó ella, y el pelinegro sonrió de medio lado. Decidido le tomó la mano y con dulzura la envolvió.
—El mismo vago que siempre te ha amado —acotó con sinceridad, y con su brazo libre la apegó a él. Ella dejó su molestia de lado y correspondió su abrazo. Lo había extrañado demasiado—. Tranquila, mi problemática, iré contigo a donde quieras que vayas. Llegó el momento de pensar primeros en nosotros ante que en la humanidad —cortó levemente el abrazo y con una mano le tomó el rostro—. Es momento que estos dioses guardianes estén juntos para no separarse más.
Besó sus labios con suavidad y ella con la misma dulzura correspondió ese beso.
—Me fascina saber que el dios protector del norte quiere quedarse conmigo —espetó al separar los labios de su amado.
—La diosa protectora del oeste puede ser muy problemática, pero es con la única que quiero estar —señaló con una semisonrisa y con lentitud contaron el abrazo —. Y dime mujer, ¿viniste aquí en un auto o a través de un portal?
—Vine como una simple humana. Mi carro está estacionado afuera de un bar, así que tendremos que caminar —ella tomó su mano y comenzaron a avanzar. Después de un par de metros caminando, sacó de su bolsillo la llave de su carro. Mientras el semáforo estaba en rojo, ella se la mostró — ¿Conduces tú?
El de coleta observó la llave en la palma de la rubia.
—De aquí a Tokio, son poco más de dos horas conduciendo —como si nada le cerró la mano y sonrió—. Mejor conduce tú, ya que los trayectos medianamente largos y nocturnos me dan sueño.
Aquella respuesta no la sorprendió.
—Está bien, conduciré yo —señaló con determinación, guardando la llave en uno de sus bolsillos—. Mi espíritu de tigresa blanca se siente orgulloso de haber atrapado, por fin, esta milenaria presa.
El pelinegro le sonrió con dulzura.
—Soy lo que tú quieras que sea; mi vida siempre le ha pertenecido a Byakko.
Temari lo miró con amor.
—Y la mía a ti, Shikamaru. La felicidad de esta diosa guardiana siempre será al lado de Genbu; su amado dios protector del norte.
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FIN
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Glosario mitológico.-
Byakko: Su nombre se puede traducir como «Luz Blanca» y tiene el aspecto de un gran tigre blanco. Es el dios guardián del oeste y representa la estación del Otoño y el elemento Aire.
Genbu: Es el dios guardián del norte y se le suele representar como una serpiente que se enrosca alrededor de una tortuga, simbolizando el elemento Tierra y el Invierno.
Kioto: Antigua capital de Japón.
Shinigami: Conocido también como dios de la muerte, ya que guían las almas al inframundo. Es el guía entre el mundo terrenal y el plano etéreo, de lo contrario, las almas en pena de los recién fallecidos estarían deambulando entre los vivos. También existen otros tipos de shiniganis, los cuales sólo inducen al suicidio.
Yomi: Según la mitología del sintoísmo, este es el lugar donde los muertos van a morar después de fallecer.
Yokai: Los yokai son unas criaturas sobrenaturales que forman parte de la tradición de Japón y su existencia va más allá del entendimiento humano.
Yurei: Fantasmas japoneses.
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Gracias por leer, espero que les haya gustado esta historia, ya que es mi primera vez escribiendo fantasía. Cualquier cosa que quieran decirme, pueden hacerlo a través de un review, me encanta leerlos y responderlos. Recuerden que los reviews siempre motivan al escritor. Yo los amo con el corazón :D
Esta semana responderé los reviews pendientes. Disculpen la demora.
Disculpen también las posibles faltas de ortografías, apenas tenga tiempo las corregiré (ayyy Kami... dame tiempo, por favor).
Nos vemos en una próxima publicación.
Besos y abrazos para todos.
