Nota: Alfonso sólo ha aparecido unos cuantos paneles en el capítulo 80 pero si algo le pasa, mataré a todos aquí y después a mí misma. Aparte... DIOSMÍO, QUÉ INSULTO. Alfonso tiene mejor madera para ML que el propio Isuke y eso ya dice muchas cosas xDXDXD


La habitación yace en silencio a excepción de los ligeros sonidos de las gotas de lluvia golpear el vidrio de la ventana y algunos truenos que suenan a la distancia. Es una paz acogedora y hasta tranquilizante y sin embargo, ella se mantiene sentada en la orilla de su cama a espaldas de la puerta, pensando.

Otra vez está casada pero no por imposición y para beneficio de su familia. Esta vez, le han dado la oportunidad de elegir y esta había sido su elección; no se arrepiente de haberlo hecho pero, Ruby no puede evitar recordar todo el camino hasta aquí, hasta este momento.

Su vida anterior no había sido fácil y menos cuando reencarnó en esta novela, donde estaba destinada a morir a manos del protagonista porque era una villana. Y estaba decidida a hacer cualquier cosa con tal de asegurar su supervivencia, incluso si tenía que ser una lamebotas de nuevo.

Pero no.

Las cosas tomaron un rumbo distinto a la novela cuando su hermano decidió casarse en lugar de ella. Y desde entonces, la trama original se torció completamente a tal punto de ser irreconocible y hasta un mero recuerdo.

Ella no tuvo que ganarse al protagonista masculino, Isuke van Omerta. Enzo fue quien lo hizo, no muy consciente de este hecho, al parecer; fue un resultado inesperado pero satisfactorio al ya no temer que Isuke decidiera enviarlos de vuelta o sencillamente, matarlos.

No negaría que en algunas ocasiones estuvo al borde de la histeria cuando Enzo hacía o decía algo que podría ponerlos en una situación difícil, sólo para luego ver que estaban a salvo porque: o Isuke pasaba por alto estas cosas o en serio, estaba muy enamorado de su tonto hermano mayor que terminaba perdonándolo.

La prueba final de que ya no tendría que preocuparse, fue cuando su cuñado quedó encita y tuvo a sus tres adorables sobrinos. Volviéndose una de las tías favoritas de paso.

Hasta que volvió a encontrarse con su cuarto exmarido: Alfonso de Vischelier.

El haberse encontrado en ese banquete organizado por la nueva emperatriz (Arien) y su esposa (Leah), despertó en Rudbeckia varios sentimientos y emociones. El principal, miedo seguido de cerca por la vergüenza y al final por los nervios; dirigiéndose a aquel sitio donde casi se ahoga de no ser porque su cuñado la salvó y escondiéndose en el quiosco. Siendo en ese entonces, unas horas después, encontrada por Enzo.

Ruby nunca entendería cómo es que a pesar de todo, su hermano, la quería y la apreciaba. Pero le estaba profundamente agradecida por ese momento de apoyo que le brindó así como también, el que la haya impulsado a conversar con el duque de Rembrant.

Que posteriormente acabó con ellos volviendo a comprometerse y teniendo una relación verdadera.

No mentiría si dijera que se sentía incómoda y asustada por tener que ser honesta y ya no tener que fingir o mentir, aparte de que estaba casi recuperada de su trastorno alimenticio (esto, con ayuda de Enzo y Elena) y las cicatrices en su espalda que no quería que nadie viese, mucho menos su ahora, esposo.

Hubo una temporada en donde Ruby rehuía de Alfonso por estas cosas feas en su persona y por miedo al rechazo. Por miedo a que la amabilidad que él le mostrara tuviera una fecha de caducidad, y también por miedo a que terminara hartándose de ella. Incluso pensaba que tarde o temprano, Alfonso se arrepentiría de haberla aceptado otra vez.

Pero el mismo tiempo le había demostrado que no debía subestimar la afabilidad de su esposo, ni dudar del amor y cariño que le eran profesados. Fue difícil aceptar que ella también podía ser feliz y querida de manera incondicional y no condicional; lloró mucho cuando Alfonso la aceptó con todo y lo que consideraba desperfectos, mientras era abrazada y mimada con pequeños besos en su cabeza.

Rudbeckia sabe que nunca podrá cambiar el pasado (en la vida que tuvo y en la actual), y que superar sus traumas será duro, pero no está sola. Esta vez, hay personas quienes la quieren tal cual es y la apoyan.

Su hermano –principalmente–, Elena, Rona y tal vez incluso Lucille y su cuñado, sus amigos del bosque, sus sobrinos, la orden Longinus, las emperatrices de Erendil y ahora, su esposo.

Quien la mira con amor y sostiene su mano con cariño y apreciación, prometiéndole no dejarla ir una segunda vez y quedarse de su lado hasta el fin de sus días. Conmoviéndola y haciendo revolotear su corazón como una doncella enamorada.

Ruby mira a la ventana antes de mirar la carta que Rona le había entregado en sus manos, diciendo que se trataba de su hermano mayor. Carta que había leído hace unas horas pero que todavía no había respondido por estar en sus pensamientos.

Suspiró mientras una sonrisa nacía en sus labios.

– Estoy segura de que si no le respondo vendrá él mismo a Rembrant – se dijo a sí misma en un susurro, riéndose ante la imagen de Enzo tomando un barco para venir hasta acá y reclamarle por no haber respondido su carta.

Miró a su esposo dormido a su lado, dándole un pequeño beso en la mejilla para luego levantarse de la cama y tomar la vela que estaba en la mesita de noche para dirigirse a la pequeña mesa y escribirle una carta en respuesta.

Tal vez no estaba mal ser feliz y permitirse un final feliz, después de todo.