En vista de que tuvo buen recibimiento, traigo continuación de esta historia.
Ojalá disfruten la lectura.
ORGAVERSE
CAPÍTULO 2
Llegaron a un edificio departamental que, para sorpresa de Shizuru, no estaba demasiado lejos de dónde se encontraba la universidad pero, desde el exterior daba un impresión un poco… caótica, no ayudaba que ya era de noche y las luces de la entrada parpadeaban.
Al pasar, escucharon un silbido, de esos de mal gusto.
—Eh Kuga, no te conocía a esa amiga —dijo un chico moreno, con una cicatriz en el rostro. Fumaba, recargado en la pared que daba a las escaleras. El pobre diablo era un beta.
Por instinto, Shizuru sacó sus garras.
—Uhhh… gatita —el chico rio.
Shizuru gruñó.
—Takeda, sé que eres imbécil por naturaleza, pero cierra la boca —intervino Natsuki—, o te tiraré los dientes.
—Wow, wow, cálmate Kuga, solo bromeaba.
—Sabes que odio tus bromas. —Mostró sus caninos—. Otra cosa, si te metes con ella, me rogarás que solo te golpee.
Takeda hizo como si cerrara su boca con una cremallera.
El ascensor estaba en mantenimiento, las chicas se dirigieron a las escaleras, por suerte solo tenían que subir hasta el sexto piso.
Mientras subían los primeros escalones, Shizuru vio de reojo las miradas que Takeda le daba a Natsuki, especialmente a su culo. Gruñó. Él giró el rostro a otro lado.
—Lo siento, Takeda tiene aire caliente por cerebro y encima no sabe leer ambientes —dijo Natsuki con el ceño fruncido—, si te molesta, dale un buen golpe, eso suele bastar.
—Ara… Si sigue viéndote así cuando esté cerca, le emparejaré la cicatriz del otro lado. —No había retraído sus garras.
Natsuki rio. Eso desconcertó a la castaña.
—Es que… —dejó de reír, pero sonreía cínica—, fui yo quién le hizo esa cicatriz.
Una vez en la puerta del departamento, la omega pidió un momento antes de invitarla a pasar, ya que sabía que siempre había un desastre dentro.
Natsuki ingresó a su hogar.
—¡Cachorra! —Natsuki frunció el ceño al escuchar la voz de su amiga pelirroja—. Dile a la tetona que tú y yo limpiamos el baño las últimas dos semanas.
En su pequeña sala, sus tres compañeras estaban frente a una pizarra con un horario de tareas domésticas.
—Bienvenida, Natsuki —sonrió un chica de ojos lila—, ya me estabas preocupando con la hora.
—Lo siento, Mai. —Se rascó el cuello—. Tuve una serie de contratiempos, una cosa llevó a la otra…
—¿Volvieron a pedirte horas extras en el taller? Siento que Yamada te está sobre explotando últimamente…
—¿Qué? No, no, no estaba en el taller… yo… —Sintió una pizca de nervios.
—¡Cachorra!, ¡No me ignores!
—Ay, no jodas, Nao. —La irritación asesinó a sus nervios—. Limpiar el inodoro es lo mínimo que podemos hacer mientras Mai nos cocina todas las comidas.
—Pero… Pero también está Mikoto.
—Discútelo con ella entonces. —Se limpió las manos—. Que los adultos tenemos cosas por hablar.
Mikoto olfateó el aire, se acercó a la recién llegada. —Nat… hueles… diferente… —Olfateó más—. Nao… Creo que es tu culpa.
La pelirroja interrumpió su rabieta por el aseo del baño y se concentró en el aroma que desprendía su amiga. Reconoció aquello de lo que hablaba Mikoto. Se puso pálida.
Conviviendo las cuatro en un espacio reducido por tanto tiempo, percibían hasta el más mínimo cambio, y, ese no era precisamente un cambio pequeño.
—¿Qué… —Natsuki frunció el ceño, mucho—. ¿Por qué sería culpa de la araña, Mikoto? —Se dirigió a la menor del grupo, para respuestas rápidas.
—Ella… —Mikoto fue interrumpida por las manos de Nao en su boca.
Con eso Natsuki presintió que se metería en un buen pleito con su amiga, manifestó su forma canina.
—No seas cobarde, Nao. —Mai suspiró—. Verás, Natsuki, la idiota aquí presente. —Miró feo a la pelirroja, que le dijera idiota le dio la razón a Kuga para que el pelaje de sus orejas y cola se erizara—. En la mañana, tomó tu caja de supresores de tu mochila para tomar uno, pero ella… —Si hasta Mai estaba enojada—. Olvidó regresarla a tu mochila.
Esas palabras…
No había olvidado sus supresores, esa cavernícola que tenía por amiga se los había robado descaradamente.
—Tú… Tremenda estúpida. —Temblaba del coraje—. ¿Tienes idea de lo que causaste? —Mostró sus colmillos.
Nao intentó cubrirse detrás de Mikoto.
—Veamos el lado bueno…
—¿¡Cuál lado bueno, animal!? ¡Entré en celo en la universidad!
—Sí la cagaste horrible, Nao —dijo Mikoto.
—Pero… Pero ¡Ey! Cachorra, tú le partes el rostro a todos los alfas que quieren cogerte, y hueles a sexo… Así que fue con alguien que sí te gustó, y…
—¡ARAÑA DE MIERDA! —Se arrojó sobre la pelirroja, aunque Mikoto estaba en medio—. ¡IDIOTA!
Mikoto esquivo el golpe que desde un inicio no era para ella, y se echó a un lado, rodando por el piso, no era la primera vez que les pasaba eso.
—¡Chicas, chicas! —Mai fue a ellas—. ¡La vas a dejar más imbécil, Nat! —Agarró a Kuga por los hombros.
—Mai —llamó Mikoto, con sus orejas de gato escuchó algo en el exterior—, hay alguien en la puerta.
—¿Qué? —Esquivó un golpe de Nao—. Estoy segura de que esta vez sí pagamos todas las cuentas. —Seguía intentando levantar a Natsuki.
—Ahh… Ahhh… —Natsuki tomó aire—. Viene conmigo. —Dejó que Mai la jalara. Tenía algo mucho más importante por tratar que la paliza a su amiga—. Ya puedes pasar —dijo más alto.
La puerta se abrió.
—Ara, buenas noches —saludó, con un movimiento de cabeza, mirando a todas las presentes.
—Buenas noches —devolvió Mai—, Natsuki, ¿qué…
Mikoto y Nao olieron a la castaña.
—No puede ser… —Nao se puso pálida de nuevo—. Sí que la cagué.
—¿De qué me estoy perdiendo? —dijo Mai, nerviosa, aunque se hacía la vaga idea por el repentino sonrojo de Natsuki.
—Chicas, les presento a Shizuru. —Por reflejo se llevó una mano al cuello—. Mi… —Sentía la sangre en su rostro—. Mi…
—Tú puedes —animó Shizuru.
—Mi alfa —dijo en tono bajo.
Ahora sí, la castaña pasó al departamento.
—Esto es… Inesperado… —Mai no podía creerse que Natsuki se hubiese dejado marcar.
—Y lo que falta, Mai —suspiró—, ella se quedará con nosotras desde ahora. —No quería ventilar el asunto del pleito con sus suegros—. Marcarme puso su vida patas arriba.
—Sí, sí, por supuesto. —Mai aceptó enseguida, le dio a Shizuru una mirada de preocupación, con solo ver el contraste entre ella y su amiga, se hacía una idea de lo que había sucedido—. Eres bienvenida, si estás emparentada con esta cabeza hueca, eres familia ahora.
—Gracias por tu hospitalidad —asintió Shizuru—, espero no ser una molestia.
—Sexy y educada, vaya cachorra, fuiste a por todo…
—¡Tú cierra la boca! —Le calló Natsuki—. No creas que olvidaré que tomaste mis supresores…
Shizuru miró la pizarra de tareas domésticas.
—En lo que pueda ayudarles —se dirigió a Mai.
—Entonces que… —Nao abrió la boca, no aprendía.
—¡Ni se te ocurra mencionar la limpieza del baño, araña de mierda!
Mikoto veía fijamente a Shizuru.
—¡Al fin, otro felino! —dijo Mikoto—, ¿Qué clase eres? —sus ojos brillaban expectantes.
Shizuru manifestó sus orejas y cola, junto con unas garras y colmillos que dejaban bien en claro que meterse con ella era un pleito del que no se saldría bien parado.
—¡Un león! —dijo Mikoto emocionada—, genial —sonrió.
—Ay cachorra, ¿y si podrás seguirle el ritmo?
Natsuki volvió arrojarse encima de la pelirroja.
—¡Espera, cachorra, espera!, ¡Guarda tu energía para tu leona!
—¡SERÁS… —Le pegó tremendo puñetazo en la cara.
—Uy… ¿Mai, traigo el botiquín? —dijo Mikoto.
—Por favor… —Suspiró—. Shizuru, ¿podrías separarlas? Necesito comenzar a hacer la cena.
—Ara, claro. —Tomó por la cintura a Natsuki—. Vamos. —La levantó como si no pesara nada—. Respira, Natsuki.
Nao intentó levantarse.
—¡Quédate ahí! —gritó Natsuki alterada.
—Por eso decía que aquí me quedo. —Se tumbó en el piso.
Shizuru alejó a su omega de la escena del crimen, sin soltarla, para que no le emparejara el otro ojo morado a esa chica que ya iba viendo porque era medio estúpida.
—¡Nao! —Gritó Mai desde la cocina—. Ve moviendo tus cosas de tu cuarto al nuestro.
—¡Enseguida!
Nao no iba a poner resistencia al cambio de alojamiento, no quería tener que dormir con un ojo abierto por miedo a que la cachorra la asfixiara con una almohada.
Shizuru se instaló en la habitación que hasta ese momento habían estado ocupando su omega y la amiga de esta. Era un cuarto algo pequeño, con un armario, dos escritorios pegados uno frente al otro y una litera, por el aroma, supo cual era la cama de Natsuki, la de arriba.
—Oye, Natsuki.
—¿Sí? —Estaba cambiando las sabanas de la cama.
—De casualidad, ¿tendrás un short holgado que puedas prestarme?
La mayoría de la ropa para dormir que tenía era muy pegada o muy ligera, y casi no había podido empacar de la ropa que usaba para andar en casa. Se había concentrado en sacar lo que necesitaba para la universidad antes de que sus padres enloquecieran más.
—No tengo mucho. —Se rascó la cabeza—. Pero puedes revisar en esa cajonera, creo que tengo un par que pueden servirte.
—Gracias.
—No agradezcas. —Aventó las sabanas sucias al cesto de ropa en una esquina—. Oye, ve duchándote tú primero, en lo que lo haces limpiaré un poco este sitio.
—¿Segura?
—Sí, sí, el baño está saliendo de aquí, al fondo a la derecha. Puedes usar mis cosas, sino te molesta —dijo medio en broma medio en serio.
—Ara, ¿cómo va a molestarme usar algo tuyo, si ya estuve dentro de ti?
Siguió la indicación que le había dado la omega. Aunque había visto a Mai en la cocina y juraría que escuchaba a las otras dos discutiendo en alguna parte, por decencia, tocó a la puerta antes de abrirla.
El baño, para ser compartido por cuatro personas, lucía muy limpio, al piso le faltaba poco para brillar.
En el lavabo había cuatro vasos, con sus correspondientes cepillos de dientes, rio al ver que uno de los vasos era de motocicletas, pensó que ese era el de Natsuki.
Se desvistió.
Le dio un vistazo a su espalda, en el espejo de cuerpo completo que había al lado del lavabo.
—¿Cómo no sentí eso?
Tenía unos largos arañazos en la espalda, y unos más pequeños pero también más profundos en sus hombros.
—Que locura…
En la base de su cuello y cerca de su clavícula izquierda tenía algunos chupetes.
—Mente fría Shizuru, mente fría.
Se dijo a sí misma porque los recuerdos de ese encuentro comenzaban a jugarle sucio. No quería tener ese problema en unos minutos, cuando cenara con las compañeras de su ahora omega.
Agitó la cabeza.
Se metió a la ducha. En una repisa interior había botellas de shampoo, acondicionador y jabón. No pudo evitar sonreír, era muy claro cuáles eran de Natsuki, porque tenían etiquetas de "No tocar, Araña", "QUE NO AGARRES, NAO", "YA ME DEBES DOS"
AL DÍA SIGUIENTE
Natsuki despertó sin abrir los ojos, restregó la cabeza en su almohada, le pareció que era muy suave y no tenía almohadas así de cómodas. Abrió los ojos, medio adormilada. Vio que estaba recostada sobre la castaña, tenía la cabeza apoyada en sus pechos.
—Con razón… —masculló.
Se extrañó al ver que había una mancha de humedad en la playera de la chica, se talló la boca, sintió un sonrojo, había babeado mientras dormía.
—Ay no…
Shizuru seguía profundamente dormida, tenía una expresión serena, quizá demasiado para alguien que acababa de ser desheredada. Así, dormida, uno de sus brazos colgaba de la litera y con el otro abrazaba la cintura de Natsuki.
—Oye —intentó despertarla.
Apenas era de mañana y ya se había llevado una sorpresa, al sentir algo duro contra ella.
—Shizuru. —Miró que en algún punto de la noche, la castaña había cambiado a su forma felina, se acercó a su oreja—. Shizuru, despierta.
Con cierto trabajo, abrió los ojos. —Ara—. Hacía mucho que no descansaba de verdad al dormir.
—Ehh… —Seguía arriba de la alfa—. ¿Siempre despiertas así?
—No, en realidad. —Sabía exacto a que se refería—. Solo que tuve un sueño húmedo. —Retiró su brazo de la cintura de la chica—. Lo siento si ha sido molesto despertar con eso.
—Ah no, digo no me molestó, solo ya sabes, me sorprendió un poco, yo… no sé como… —sentía que los nervios comenzaban a ganarle—, suelen despertar los de tu clase y…
—¿Los de mi clase? —Shizuru sonrió—. ¿Te refieres a…
—A los alfa, los alfa.
Shizuru soltó una risa, Natsuki se sonrojó más.
—Bueno, si me permites. —Le hizo la seña para que se bajara de ella—. Me encargaré de eso.
Natsuki apoyó una mano en su hombro, no quería que la castaña se levantara.
—Yo te ayudo.
—¿Ara?
—Es algo tonto que tengas que usar tu mano… —Quería que se la tragara la tierra—. Cuando estoy aquí —Porque era imposible disimular lo roja que estaba.
—No quiero que te sientas presionada. —Le sonrió con calma—. Que sea tu alfa y tú mi omega, no te obliga a nada conmigo, cuando tú no quieras, sé que no siempre se tiene ganas.
Natsuki frunció el ceño, Shizuru era tan amable, muy diferente del alfa común, de la gente acaudalada también.
—Descuida, no me siento obligada. —Bajó su mano a la entrepierna de la castaña—. De verdad quiero ayudarte.
Shizuru detuvo su mano tomándole por la muñeca. —En ese caso—. Invirtió sus lugares, dejó a la omega bajo ella. —Acepto con gusto—. Un ligero rubor le cubrió la cara, el calor del momento. —Por cierto—. Rio. —Buenos días.
Volvió a su forma humana para evitar accidentes con sus garras. Metió la mano a la pijama de Natsuki. Le agradó ese calor que emanaba.
—¿Tan rápido? —dijo sorprendida por sentir sus bragas mojadas.
—Yo también tuve un sueño —dijo entre dientes, con ese fuerte sonrojo que no se le bajaba—, creo que por dormir encima de ti… son suaves.
Esa expresión le pareció tierna a Shizuru. —Ara, ara, con todo lo que hicimos ayer… ¿te apenas ahora?—. Le levantó la playera.
—No es necesario decirlo…
—Intentaré recordarlo.
Besó en medio de los pechos de Natsuki, acarició el izquierdo con su palma, dio un ligero apretón. Con su otra mano introdujo un dedo, se preguntó que habría soñado su omega para entrar al instante, sumó otro dedo.
Natsuki jadeó, apenas esta tomó algo de aire, Shizuru fue a por sus labios. Su textura suave y tibia era mucho mejor que la de su sueño. Sintió como la lengua de Natsuki, jugando con la suya, pretendía entrar a su boca.
—Me encantan… tus atenciones, Shizuru. —Gimió, la castaña flexionó los dedos dentro de ella—. Pero si demoramos mucho, llegaremos tarde… —Gimió—. A la universidad.
—Cierto… —Aunque le dio la razón, no sacó los dedos de Natsuki, por el contrario, metió un tercero, la tenía extasiada su expresión.
—Tú… —Metió una mano en el short de Shizuru—. Ya hicimos un… desastre ayer…
—¿Te gusta lo que tocas? —murmuró Shizuru en su oído—. Acá abajo te siento más mojada… —Sacó sus dedos, la mano de Natsuki se encargó de guiarla.
Cuando entró en ella, la sensación fue tal que, por un segundo creyó se vendría. Para suerte de ambas fue solo una falsa alarma. Comenzó a moverse.
Levantó las piernas de Natsuki, las acomodó sobre sus hombros, empujó más. La omega tuvo que aferrarse a las sabanas, no entendía como con aquella apariencia tan tranquila, la alfa podía dar ese tipo de embestidas.
—Estás… muy… —Un hilo de saliva goteó de sus labios.
—¿Muy qué, Natsuki? —Se inclinó sobre ella—. Siento que encajo muy bien en ti. —Le besó el cuello—. Demasiado bien. —Besó su oreja, la lamió y mordisqueó.
—Shizuru…
—Siento que tu interior… me quema… —jadeó.
Natsuki se abrazó a su cuello, quería besar sus labios, sentir esa lengua que hacía arder su piel en cada beso.
Mientras se besaban, Shizuru apoyó una mano en la cama, movió su cadera un poco más despacio, Natsuki se apegó a ella.
—Ay no… yo… —La omega sentía que…
—Cuando regresemos… —Lamió su cuello—. Quiero más…
Natsuki se corrió, Shizuru alcanzó a sacarla antes de venirse también, lo soltó sobre ella, cayó en su torso, en parte de sus pechos.
Ambas jadearon.
La omega dejó caer su cabeza en la cama, cubrió su rostro con sus manos.
—Ara… Lo siento. —Se quitó su playera, la usó para limpiar a Natsuki—. Es que no compramos…
—Shizuru yo…
Tocaron a la puerta.
—¡Par de tórtolas!, ¡El desayuno! —La voz de Nao se hizo bien presente desde el exterior—. Oigan chicas….
Natsuki salió del cuarto cerrando la puerta de golpe, para que no se viera el interior, dónde Shizuru seguía en la litera, sin playera, sin saber si sería prudente reírse o no de su desgracia.
—¿¡Cómo que rompiste la regadera, araña!? —bramó, el pelaje de su cola estaba erizado.
—Bueno es que me iba a caer y me agarré de lo primero que vi, que casualmente fue el tuvo de la regadera…
—Pero serás idiota… —Se arrepintió de golpearla la noche anterior, capaz que le había magullado esas pocas neuronas que tenía—. ¿¡Sabes cuanto va a costarnos repararla!?
—Si lo bueno que no me pasó nada, gracias por preocuparte, cachorra…
—Demonios, ¿¡Hueles esto!? —Se señaló a sí misma.
—Ohhh claro que lo huelo, ¿estuvo bueno el mañanero? —sonrió cínica—, no esperaba que gimieras así.
Natsuki gruñó.
—Tú pagaras la reparación. —Sentenció dándose la vuelta—. Todo de tu bolsillo.
—Pero…
—¡TODO!
Regresó a la habitación.
—En verdad lo siento, Shizuru. —Suspiró frustrada, con sus orejas dobladas hacia atrás—. Nao se jodió el baño, no podremos ducharnos antes de salir.
—Soy yo quién lo siente, de haber sabido me habría venido en la cama y no en tu abdomen… —Se mordió los labios—. Perdón.
—No pasa nada. —Negó con la cabeza—. No seremos las primeras ni las últimas yendo a la universidad con olor a sexo.
—Entonces, Mai trabaja en un restaurante, Mikoto trabaja a medio tiempo ahí mientras estudia la preparatoria, y Nao va en la misma universidad que nosotras.
—Sí, sí y desgraciadamente sí —contestó Natsuki con medio panqueque en la boca—. Nadie, ni siquiera ella, sabe como consiguió una beca, menos todavía como la mantiene.
—Si tan mala soy, ¿por qué haces equipo conmigo? —recriminó Nao.
—Porque vivimos juntas y así ahorro en transporte —echó en cara.
Mai se dirigió a Shizuru. —Te acostumbras a sus pleitos en algún punto, son como niños, un rato pelean y luego se llevan bien—. Sonrió.
—¿De verdad no habrá problemas por lo del cambio en las habitaciones? —dijo Shizuru.
—Para nada. Mikoto y yo entendemos que entre ustedes y nosotras, es mejor para todas que Nao se quedé con nosotras.
—En verdad no quiero ser una molestia.
—¿Qué dices?, mira, si hasta lograste que Natsuki esté de buen humor por la mañana.
—¿Cómo no lo va a estar con tremenda co…
Natsuki le gruñó a Nao. —¿Envidia, araña?—. Mostró sus caninos.
Shizuru y Natsuki se separaron en la entrada del campus, cada una se fue a su facultad.
La castaña entró a su salón, en los asientos de en medio divisó a su amiga Haruka, una alfa, de las pocas que le caían bien, por su franqueza. Cuando se sentó al lado de ella, Haruka creyó que había algo mal con su nariz.
—Buenos días —saludó Shizuru de buena gana.
—Buenos días. —Haruka se recargó en su asiento—. ¿Por qué de tan buen humor?
Los parlantes del pasillo y el salón se activaron con un anunció de la dirección del campus.
"Chicos y chicas, se les hace el ameno recordatorio de que los sanitarios de la universidad no son para uso recreativo. Favor de abstenerse de realizar sus actividades en los espacios que todos compartimos. Gracias."
—¿Qué diablos?, ¿De nuevo alguien fue atrapado cogiendo en los baños? —dijo Haruka—, esta gente que anda de caliente…
Shizuru se las arregló para mantener una expresión neutral. En caso de que el anuncio tuviese que ver con lo suyo, no era que hubiesen sido atrapadas, era que habían ensuciado un poco el lugar, y aunque habían intentando limpiar, el olor estaba ahí.
—En fin, te ves radiante Shizuru, ¿algún SPA nuevo?
—Ara, recuperé la fe en el sexo, Haruka.
—Primero mi nariz y ahora creo que mis oídos están fallándome. —Destapó su termo de café—. ¿De qué hablas?
—Me entendiste bien. —Sonrió—. Pude tener sexo sin asquearme.
A Haruka casi se le cayó el termo de las manos, la castaña no le dio oportunidad de reaccionar a eso antes de seguir.
—Aunque tuvo un enorme precio…
—¿Precio? Ok, ok, vamos por partes… ¿Acaso fuiste a un prostíbulo?
—Antes que nada, mejor baja ese café. —Le pidió a su amiga—. Segundo, ¿cómo iría a un prostíbulo si me dan arcadas las feromonas de los omega? —Alzó una ceja—. Vamos mujer, creí que me conocías.
—Precisamente porque te conozco pensé que mi nariz estaba rota cuando llegaste —recriminó.
—No hablaba de dinero, bueno sí, pero… Agh, mis padres me echaron de casa.
—¿Qué?, ¿Que rayos, Shizuru?, ¿Mataste a alguien mientras cogías o que? —dijo aturdida—, ¿Cómo que te echa…
Entraron otros dos chicos al salón, uno de ellos se reía mientras el otro soltaba gruñidos.
—Te lo dije viejo, te dije que era mala idea —siguió riendo—, que no todas quieren contigo, hombre.
—Ya te lo digo Tate, hay omegas con pésimo gusto… —gruñó—maldita perra…
—Reito, ¿y a ti que diablos te pasó? —dijo Haruka sin tacto alguno. Tanto ella como Shizuru habían hecho una mueca de dolor al verle la cara. El chico tenía un ojo morado, la hinchazón abarcaba hasta su mejilla.
—Creo que es obvio que me golpearon —contestó de mala gana.
Reito era un alfa con el que Shizuru no se llevaba del todo bien, pero que soportaba por las relaciones entre sus familias, o bueno, así había sido, técnicamente sin herencia no tenía que preocuparse de otros herederos.
—Ya, eso está más que claro pero, ¿por qué? —Haruka se extrañó de que Reito, con su personalidad, se metiese en un pleito físico, siendo que él era más de los que metía veneno verbal.
Tate dio una risotada. —Al idiota lo golpeó una omega—. No le daba tregua a su amigo.
Eso sí que llamó la atención de la castaña.
—¿Una omega de cabello oscuro y ojos claros? —preguntó son sumo interés.
—¡Sí! ¿Acaso a ti también te golpeó? —dijo Reito, con los ojos entrecerrados, intentando ver si ocultaba algún moretón con maquillaje.
—Por supuesto que no. —Respondió ofendida—. No hay omegas con mal gusto, Reito. Hay alfas con falta de cerebro.
—¡Oye!
A Haruka no se le escapó esa. Se dirigió al rubio.
—Eh Tate, ¿sabes el nombre de la omega?
—Claro, Kuga Natsuki. Le advertí a este tonto que no se le acercará. —Rio—. Creyó que por unas feromonas se la podría tirar.
—Ya cierra la boca, Tate. —Reito sentía el ego herido.
—Tú sigue —le insistió Haruka. Su cabeza estaba atando cabos.
—Kuga tuvo la mala suerte de entrar en celo, pero es bien conocida por pelearse con alfas, así que los más listos no se le acercaron.
—Maldita perra —murmuró Reito.
—Ara…
Haruka miró de reojo a su amiga.
Shizuru no dijo más, solo sacó algunas cosas de su mochila.
La clase comenzó.
—Por favor dime que no es lo que estoy pensando —murmuró Haruka.
—No leo mentes, Haruka —dijo mientras tomaba apuntes de la pizarra.
—Dime que no te tiraste a Kuga.
—Ara, ¿cómo se suponía que supiera pensabas eso?
—¿Sí o no, Shizuru Fujino?
—No… solo eso. Me la follé y la marqué.
