Nota datos omegaverse: Buenas, paso a aclarar algunos de los términos que se usan en la historia, para quienes no han leído antes algo de la temática omegaverse.
La sociedad se divide en personas "Alfa", "Beta" y "Omega", en el caso de esta historia los personajes cuentan con características animales desde el nacimiento pero hasta la adolescencia se revela si son Alfa, Omega o Beta. En el ámbito sexual, los Alfa sean hombres o mujeres son quienes tienen la capacidad de embarazar, y, los Omega sean mujeres u hombres son quienes se embarazan, los Beta serían lo más similar a un humano promedio y no se ven afectados por las hormonas de los Alfa ni de los Omega.
Cada cierto tiempo los Omega pasan por un periodo de celo, utilizando "Supresores"pueden controlarlo, esta medicación en ocasiones no es suficiente. Si un Alfa huele las feromonas de un Omega en celo, se ve atraído. El celo de Alfas y Omegas no afecta en nada a los Betas.
Cuando un Alfa "Marca" a un Omega, estos quedan ligados como pareja permanentemente.
Ojalá disfruten la lectura.
ORGAVERSE
CAPÍTULO 3
Mientras transcurría la clase, Haruka le daba vistazos de reproche a su amiga. Cuando sonó el timbre para cambiar de clase, Shizuru se paró con tranquilidad, aun sabiendo lo que se le venía encima, salió del salón, la rubia se colgó de su brazo.
—En serio, ¿Kuga?
—¿Qué con eso? No es más ni menos omega que nadie.
—Ya, pero ya sabes, es pobre y…
—Técnicamente, ahora yo también. —Miró de soslayo a la rubia—. ¿Dejaras de ser mi amiga por eso?
En realidad, Shizuru no había sido nada tonta, conociendo a sus padres previó que algo drástico podría suceder, desde su adolescencia había ido ahorrando, no estaba en la calle, pero ese dinero estaba pensado principalmente para sus estudios.
—Claro que no, idiota —respondió enseguida—, lo otro que estaba diciéndote, he escuchado el nombre Kuga en un montón de pleitos.
—Ara… —rio—, tiene un carácter fuerte. Creéme, de no ser por su aroma, habría creído que ella era una alfa.
—No creí que te fuesen ese tipo de chicas, con lo dominante que eres y lo ruda que se ve.
—Ni yo. —Iba a reservarse para ella sola la imagen de la Kuga sonrojada—. La vida da muchas sorpresas.
—Sí… Oye, si lo quieres, la puerta de mi casa está ahí para ti.
—Gracias, Haru. Me dirigiría allá pero, bueno, en parte por eso te mencioné lo otro.
Haruka suspiró.
—Para nuestra desgracia, es mala idea que una pareja marcada viva separada, ¿no?
—En efecto, mi estimada Haruka.
—Ella… No te… ¿Verdad?
—Ha sido muy amable conmigo. —Pensó en todos los chicos que Natsuki golpeó aquel día—. Además, Haru, creo que sabes que podría defenderme.
Al finalizar su día de clases, cuando Shizuru salió del aula, vio a Natsuki, está saludó con la cabeza antes de acercarse. La castaña no esperaba verla ahí pero, la saludó con un beso en la mejilla y una sonrisa cálida.
—¿Todo bien, Natsuki? —Fue lo primero que atinó a decir.
—Sí, yo… —Frunció el ceño—. La alfa gruñona de ahí, ¿Es tu amiga?
—Sí. —Miró por sobre su hombro a su amiga—. Haruka, ven por favor.
La rubia se acercó con cierta desconfianza, la imagen del ojo morado de Reito rondaba su cabeza.
—Nat, ella es Haruka, mi mejor amiga. Haru, ella es Kuga, mi pareja.
—Un gusto, Kuga. —Extendió la mano. Kuga sí la estrechó, con un fuerte apretón—. Buen agarré…
—No es necesario mentir. —Dio otro apretón antes de soltarla—. Puedo oler que no te agrado.
—En absoluto —aceptó la rubia—, tienes pinta de delincuente juvenil, pero creo que nos estaremos viendo constantemente.
—Un consejo rubia, no juzgues el delito sin conocer al "delincuente" —gruñó Natsuki.
Del salón salió otro grupo de personas, entre esos venían Tate y Reito, al rubio se le borró la sonrisa que traía, intentó llevarse a su amigo por el lado contrario.
—Esa perra… —Pero Reito ya la había visto—, ¡Kuga!
—Tiene que ser broma —murmuró Shizuru.
—¡Kuga, tú, perra!
Sin pensarlo, Natsuki cambió de forma, mostró sus colmillos.
—¿Quieres otra paliza, Kanzaki? —Levantó un puño.
—Jodida omega de cuarta —dijo rojo del coraje.
—Omega que no pudiste cogerte —escupió Kuga—,¿enojado por que ni con la urgencia de mi celo te quise cerca?
—Viejo, cálmate. —Tate lo tomó por los hombros.
—¿Calmarme? —Se sacudió las manos de su amigo—. Esta perra se atrevió a golpear mi rostro.
Haruka le hacía señas a Tate para que sacara de ahí a Reito.
Shizuru… No le estaba agradando nada como trataban a Natsuki.
—Debería haber agradecido que estuviese dispuesto a ponerla con ella —dijo con desprecio exagerado.
—Cierra la maldita boca, Reito —intervino Shizuru—, ya te lo dije, no hay omegas con mal gusto, hay alfas sin cerebro, como tú.
—Esto no es asunto tuyo, Shizuru. —Reito manifestó su forma alterna, tenía orejas y cola de pantera—. Hazte a un lado.
—Oblígame. —Shizuru también sacó las garras.
—Que no es tu asunto —gruñó.
—¿Seguro? —soltó Kuga, con una sonrisa cínica—, puede que los leones sí me gusten…
—Tú… —Reito alternó la mirada entre ambas— Están de joda.
—Retrocede, Reito. —Shizuru estaba parada en medio de todo—. Te quiero lejos de mis asuntos.
—No pensé que alguien como tú, se cogería a… —Miró con desprecio a Natsuki—, una perra po… —Lo interrumpió un puñetazo directo al mentón, el golpe lo tumbó, cayó hasta el piso.
Aturdido, miró con incredulidad a Shizuru.
—Y agradece que no usé mis garras. —Regresó a su forma humana, segura de que el chico no cruzaría la línea que acababa de trazar—. ¿Nos vamos, chicas?
Haruka se retiró de ahí con ellas, pero después tomó su propia ruta.
—Una disculpa, tengo compañeros sin tacto.
—No te disculpes por algo que no es tu culpa. —Regresó a su forma humana—. Tú, no planeabas decírselo a ese imbécil, ¿cierto?
—Ara, no eres un objeto, no voy a andar por ahí usándote como un trofeo.
—¿Trofeo? —rio.
—No te subestimes, Natsuki. —Sonrió picara—. Como omega y como mujer, eres bastante atractiva.
Natsuki tuvo un ligero sonrojo, ladeó el rostro a otro lado, carraspeó. Del bolsillo de su jeans sacó una llave.
—Vine a darte esto. —Se la dio a Shizuru—. Tengo que ir a trabajar, no quiero que te toque quedarte afuera si las chicas no están.
—¿Irás al taller que me contaste? —Guardó la llave.
—Sí. —Se rascó el cuello—. Si Takeda u otro chico del edificio te molesta, dales un buen golpe… —Lo pensó mejor—. Si es una chica, también, en ese edificio hay de todo.
—¿Puedo acompañarte? —Preguntó con genuino interés.
—¿Qué?, ¿Quieres pasar la tarde entre tuercas y aceite? —bromeó con una media sonrisa—, algo me dice que no es tu tipo de ambiente.
—No lo es —confirmó riendo—, pero me gustaría pasar tiempo contigo.
—¿En serio? —Frunció el ceño.
—Por supuesto, digo, si vamos a ser una pareja, sería bueno que no lo seamos solo sexualmente, ¿no lo crees?
—Supongo que… Tienes razón.
El taller estaba a solo un par de cuadras de la universidad. Tenía un letrero con letras rojas sobre la puerta de su garaje, medía cortina metálica estaba abajo.
En la pared de la entrada, un señor, que Shizuru identificó como un beta, fumaba lo último de un cigarro mientras hablaba por teléfono, colgó con una mueca.
—Oye, Kuga —saludó con la cabeza, miró a la castaña—, buenas tardes, señorita, ¿en qué podemos ayudarle?
—Buenas tardes, vengo acompañando a Natsuki.
—Eh viejo, ¿puede hacerme compañía un rato?
—Sí, sí, mientras salga el trabajo no le veo el problema. —Miró su reloj—. Iré a ver a un nuevo proveedor, te dejó el taller, Kuga.
Natsuki abrió del todo la cortina metálica, le indicó a Shizuru que pasara. El lugar estaba limpio, en la medida posible para ese tipo de negocios. Dentro del garaje había una oficina para el papeleo, un pequeño baño, y una división tipo cubículos que delataba había al menos otro mecánico.
—Tengo una compañera, Nina, por lo regular su horario es opuesto al mío. —Solo veía a su compañera los fines de semana o los días que se cargaba de más el trabajo.
—Ara, ¿Nina es otra omega?
—¿Quieres saber si hay más alfas en mi vida? —bromeó.
—Tal vez —le siguió el juego.
—Es una beta. —Frunció el ceño—. De hecho, pensándolo bien, la mayoría de mis conocidos son betas y omegas.
—No me extraña tomando en cuenta que noqueas a la mitad de los alfas y la otra mitad te teme —sonrió juguetona—, pero mejor para mí.
Natsuki tomó una bolsa de un locker. Fue al baño para cambiarse a su ropa de trabajo, que consistía en un overol de cuerpo completo, de color negro, ella usaba una playera sin mangas debajo.
Shizuru tomó asiento en un viejo taburete.
—¿Desde cuándo te dedicas a esto?
—El viejo me enseñó cuando tenía 16, y bueno, me gustó tanto que terminé peleando por la beca de la universidad.
—Vaya, sí que debe apasionarte la mecánica automotriz.
—¿No te gusta tu carrera? —Se recostó en el piso y se metió bajo un auto, era un trabajo que había dejado a medias el día anterior.
—Sí me gusta, pero está llena de personas como Reito.
—Kanzaki es un dolor en el culo.
Estuvieron conversando durante media hora, hasta que Kuga salió de debajo del auto. Sin tomarse un respiro se pasó a trabajar en una motocicleta.
—Ara, ¿también sabes arreglar motos?
—Sé componer cualquier cosa que tenga un motor. —Se limpió el sudor de la frente—. Diablos. —Tuvo que sacarse las mangas del overol, se las amarró en la cintura—. Ya me cansé de decirle al viejo que este lugar necesita más ventilación.
A Shizuru le agradó esa nueva vista. Con lo que había sudado la oji verde, la playera se le pegaba al cuerpo. Sacudió la cabeza, no era momento para pensar en eso... Pero tenía unos brazos marcados y... El sudor goteaba por entre sus...
—Ey, tierra llamando a Shizuru. —Kuga movió la mano frente a ella—. ¿Todo bien? De repente dejaste de hablar.
—Hay paisajes que se admiran en silencio. —Sonrió picara.
Natsuki bajó la mirada a su propio pecho, vio como se le pegaba la ropa, sonrió ladina.
—Vamos, no es un paisaje que tú misma no tengas.
Se giró para volver al trabajo.
Bastó ese pequeño instante para tener a a la castaña detrás de ella. La abrazó por la cintura, recargó la cabeza en su hombro, besó su oreja.
—Comienzo a creer que te excitas muy fácil —rio, pero no se quitó.
—Está relacionado contigo.
—¿Intentas decir que tengo la culpa?
—Pues eres la única con quien me pongo así —rio—, no estaba bromeando cuando dije que otros omegas me dan nauseas.
—Tal vez tienes gustos algo raros —bromeó.
—Me gusta más creer que tengo muy buen gusto. —Besó su cuello, la oji verde gimió bajito.
Shizuru sentía que sino paraba ya, de verdad tendría un lío en manos. Soltó la cintura de Natsuki para alejarse, pero ella se dio la vuelta y la detuvo.
—Oye, no dije que me molestará —Hizo que la castaña volviera a sostener su cintura.
—Pero tienes trabajo.
—Yo creo que puedo tomar mi descanso ahora. —Dio la vuelta y se apegó más a Shizuru—. A menos que qui…
Shizuru subió un poco sus brazos, podía sentir en ellos el peso de los senos de Natsuki mientras la abrazaba.
—Ara… ¿Está bien si solo me froto y uso mis manos?
—¿Ah? Sí claro, pero ¿por qué? —Podía sentirla en culo, frotándose contra ella muy lento.
—Sigo sin tener protección y no quiero, ya sabes, volver a dejarte en la posición de esta mañana.
Natsuki se quedó estática, callada.
Shizuru lo percibió de inmediato y la soltó, dio dos pasos atrás, se pasó la mano por el cabello.
—Nat lo siento, ¿qué hice que no te gustó? Yo no…
—Nada. —La omega suspiró con frustración—. Shizuru tengo que decirte algo… Yo… Verás… —Abría y cerraba sus manos—. Es que yo… —No quería darse la vuelta, suficiente tenía con esa intensa mirada clavada en su espalda—. Soy… Una omega estéril. —Cerró los ojos.
La omega ya se imaginaba los gritos de la otra, su enojo por estar ligada a alguien como ella, sus ganas de golpearla…
—Natsuki… ¿Estás segura? —Preguntó en voz baja.
—Sí. —Abrió los ojos—. Hay un certificado médico. —Pero no volteó—. Lo siento, Shizuru.
"Adentro… No habrá… Problema."
Shizuru recordó esa frase, en el baño de la universidad.
"Adentro… No habrá… Problema."
Se repitió la oración en su cabeza.
Algo tan sencillo que parecía obra de la calentura, de repente tenía un enorme sentido.
También recordó el encuentro de esa mañana, cuando se apresuró en sacarla de Natsuki y la reacción que esta había tenido cuando se vino sobre ella.
"Shizuru yo…"
Esa misma mañana Natsuki había querido decirle algo.
—Shizuru… Perdón…
A la omega le extrañaba demasiado que la alfa no hubiese estallado todavía.
—Hace un rato me dijiste que no me disculpara por cosas que no eran mi culpa. —Dio un paso enfrente—. Apliquemos eso contigo también.
—¿No estás enojada? —dijo incrédula.
—¿Quieres que me enoje? —Dio otro paso.
—Yo… Cuando dejé que me marcaras, nos ligamos de por vida, pero yo no podré darte hijos y…
—Me has sorprendido sí, pero no estoy enojada.
—¿De verdad? —Se atrevió a ver por sobre su hombro, el rostro de la castaña se veía sereno.
—Honestamente, yo nunca había pensado en tener hijos, no me molesta la idea de no tenerlos.
Shizuru volvió a abrazar a Natsuki, sintió su cuerpo menos tenso.
—¿Quieres? —dijo a su oído.
Natsuki asintió. Su afirmación coincidió con que su cuerpo se relajó. Shizuru tomó eso como la señal para seguir adelante. Se frotó contra ella, despacio.
—Natsuki… No habrá problema si somos solo tú y yo, lo prometo.
Natsuki se dio la vuelta, abrazó a Shizuru por el cuello, fue directa a por sus labios. Pasó la punta de su lengua por su labio superior, la alfa abrió la boca. Les gustaba lo caliente que se sentía el contacto.
Shizuru la medio abrazaba, con la mano muy cerca de sus glúteos, mientras le acariciaba la espalda.
La omega separó sus labios, un delgado hilo de saliva unía sus bocas, sintió una mano en su culo, gimió.
—Sabes. —La castaña sonreía picara, cómplice—. No creí que un uniforme pudiese excitarme. —Besó su mejilla—. Pero me gustaría quitártelo.
La oji verde desató las mangas, la castaña iba a bajarle el overol pero se detuvo.
—Primero… —jadeó, le había costado mucho parar—, recargate en algo.
Natsuki hizo caso, se recargó contra un mueble que estaba fijo a la pared. Ahora sí, la alfa le bajó el uniforme, junto con las bragas. Se agachó, al punto de estar de rodillas frente a Natsuki.
Shizuru se agarró de sus muslos, acercó el rostro a su entrepierna, miró arriba, directo a los ojos de su omega, quién la veía sonrojada, bajó la mirada.
Se ayudó de su mano para abrirle los labios mayores, en ese punto Natsuki ya estaba mojada del todo, sonrió. Lamió su clítoris, la sintió estremecerse, repitió la acción, escuchó un gemido. Ella misma sentía que estaba no solo dura, sino también mojada.
—Shizuru…
Pasó la lengua por sobre su entrada, sintió las manos de Natsuki en su cabeza, metió su lengua, estaba caliente, muy caliente.
Volvió a mirar arriba, algo en los ojos verdes había cambiado, le gustaba.
—Shi… zuru…
Un hilo transparente le bajo por los labios.
Quería escuchar más gemidos.
Regresó a su clítoris, chupó despacio, al tiempo que metía un dedo.
—Otro… —jadeó Natsuki, agarrándola más fuerte, había enredado los dedos en su cabello.
Obedeció y agregó otro dedo.
—¿Así? —Sintió que la otra comenzaba a mover la cadera—. Creo que sí. —De pronto, sentía que dos dedos no bastaban, deslizó un tercero, sintió como abrazaban sus dedos.
Cuando sintieron que Natsuki estaba por terminar, Shizuru no se retiró, dejó que la omega se viniera en su rostro, jadeó al separarse de ella, con los labios y el mentón húmedos.
Se dio cuenta de que ella también se había corrido.
—Shizuru… Ven aquí, por favor —Natsuki la veía con deseo, con las mejillas rojas, intentado recuperar el aliento—. Quiero…
Shizuru se puso de pie. Se desabrochó el pantalón. Natsuki metió la mano en su ropa interior, sintió la humedad, se sintió bien con eso, con saber que podía encender tanto a su alfa.
Shizuru gimió. Le sorprendía como siendo mecánica la chica tenía manos tan suaves. Le bajó la ropa interior.
—Que buena chica —dijo Natsuki—, mira como estás.
—Nat…
La omega se dio la vuelta, apoyó las manos en el mueble. Suspiró. Shizuru se restregó en su entrepierna, gimió al sentir la punta, pero se quedó ahí…
—¿Shizuru? —Miró por sobre su hombro.
—¿Sí? —Con su mano izquierda le acarició el clítoris y empujó un poco más, a la mitad, movió su dedo en círculos.
—Tú…
—¿Yo…? —Sintió como el jugo de su chica goteaba por sus dedos.
—Hazlo ya, joder.
Shizuru lo hizo. A comparación de las veces anteriores, empujaba más rápido, pero sin dejar de usar sus dedos. Besaba su cuello, bajó a su hombro, lo besó y mordisqueó.
—Bésame —demandó Natsuki.
A la castaña le gustaba eso, que la otra tuviese carácter, que no tuviese solo una actitud pasiva y sumisa, que también pusiera sus reglas.
Continuaron por algunos minutos, Shizuru sintió que estaba al límite, hizo ademán de que saldría.
—Natsuki… ¿Qué hago? —preguntó en un gemido, con lo poco de control que le quedaba.
—Adentro —dijo en un tono que…
Shizuru no pudo evitarlo.
Ambas escucharon sonidos del exterior.
—Ay mierda, mierda, mierda —Natsuki reconoció que eran los pasos de su jefe—. Tiene que se broma. —Se apresuró en subirse el uniforme.
—¡Carajo… —Shizuru se tapó la boca para que no se escuchará tan fuerte y es que…
—¿¡Estás bien!? —Natsuki intentó no gritar pero…
La castaña se había pellizcado con la bragueta del pantalón en su apuró por vestirse, tenía los ojos llorosos.
Pero por lo cerca que se escuchaban los pasos, Shizuru corrió al baño del taller.
—¿Se te olvidó algo de nuevo, viejo? —Natsuki estaba simulando que buscaba algo en una caja de herramientas.
—¿Tan mala memoria crees que tengo?
—¿Si te digo la verdad me descuentas? —Sonrió cínica.
—Venía a decirte que puedes irte por hoy, ya que mañana habrá más carga de trabajo, pero no respondías el celular.
—Ah eso… se descargó…
—Ajá… Kuga… podré ser un beta pero no soy ciego. —Rió por lo bajo—. Lo veré como que estabas en tu hora de descanso. —Se dio la vuelta.
—Mierda —masculló Natsuki. No estaba en sus planes que su jefe estuviese al tanto de su vida sexual.
—¡Natsuki, necesito ayuda! —gritó Shizuru desde el baño.
