Luego de tres mil eternidades pude escribir algo que me gustó bastante, después de una fea existencia viviendo en piloto automático. Esta historia pertenece a la dinámica de EsdeFanfics en Facebook llamada "Yo quiero a mi bandera" y como buen mexa, claro que sí, la terminé a último momento.
Aun así, estoy muy conforme con lo que escribí, sobre todo porque es acerca mi OTP más nueva y con la que estoy más obsesionada.
Sin más que agregar... creo ¡Les dejo esta bonita lectura!
Advertencia: Fanfic inspirado en un rol de temática mexicana que tuve de One Piece, Law y Luffy viven en la Ciudad de México, al igual que Shanks y Corazón que fungen como padres de nuestros queridos protagonistas.
Algo de OoC, porque es lo típico en mis escritos.
Disclaimer: One Piece ni sus personajes me pertenecen, tampoco ningún lugar aquí descrito. Todo se hace de fans para fans.
Taco de 2 tortillas =/= 2 tacos
A LawLu fanfiction
De entre todas las leyendas que se contaban por cada rincón de la Ciudad de México existía una bastante nueva, la cual paralizaba a todos los vendedores de Antojitos y comida en general.
Esa donde se rezaba sobre el niño que comía en grandes cantidades y luego se daba a la fuga,no sin antes ser culpable de muchos destrozos en los locales, la mayoría valuados en cientos de miles de pesos, entidad que podía llevar a la Bancarrota a todo propietario y se debía cuidar de jamás encontrarse con ella.
Pues era más que peligrosa.
Y Trafalgar Law, un joven estudiante de medicina quien se había mudado hacia no mucho a un pequeño departamento cerca del hospital donde pasaría los próximos 4 años de su educación, había sido testigo del inicio de aquella leyenda... Y de alguna manera, también victimario, aunque no presente en la anécdota que se narraba.
Pero no toda la culpa había sido suya... O tal vez si, por no poder detener el comportamiento errático de su adorable pareja, quien ahora dormía sobre su pecho mientras él mantenía la mirada en la misma página del libro que leía desde hacía más de media hora, únicamente recreando los sucesos que, hasta la fecha, habían vetado al más bajo de ambos de todas las taquería, torterías y restaurantes pequeños de la zona, obligándolos a moverse desde la mitad de Tlalpan hasta cualquiera de los otros extremos de la ciudad, alejándose de la fama que Monkey D Luffy se había ganado en el primer día de su llegada al nuevo vecindario.
Y aunque esos sucesos habían sido un gran dolor de cabeza para el mayor de ambos por algunos días, actualmente le parecía incluso una anécdota que si o si debía existir en el historial de locuras que Luffy guardaba consigo y su nombre.
Ahora recordarla era mucho más divertido que vivirlo.
Recordaba como habían llegado al departamento, una mañana tranquila a finales de Julio, días después de la graduación de Luffy de la preparatoria y de haberle prometido a Shanks que cuidaría de él con dos semanas de antelación, para tener su permiso de vivir juntos.
Permiso que les fue concedido y que, de alguna manera, se había sentido como demasiado sencillo de conseguir, como si Shanks hubiera esperado ese momento toda su vida... O tal vez lo estaba comparando con su propia historia, donde Rosinante había llorado por tres días seguidos cuando se enteró que Law iba a alejarse de su casa para continuar sus estudios en un lugar más sencillo de moverse que desde el cerro más alejado de todo el Estado de México.
Y que aún le mandaba audios de buenos días donde se escuchaba uno que otro sollozo de padre abnegado, como si ninguno de los dos estuviera a 3 horas de distancia del otro.
Sin embargo, eso no era el punto central de su recuerdo, por más que la presencia paternal fuese un punto importante para ese instante de la vida, en esa ocasión no tanto. Más bien se trataba de aquel viernes a finales de julio, entre cajas de cartón correctamente marcadas con las pertenencias de ambos y ese pequeño departamento sin paredes divisorias más que la del baño donde iban a vivir tanto como la renta se los permitiera, así como el trabajo de Law y la pensión alimenticia que el padre biológico de Luffy le hacía llegar directamente a él para no tener que oír la fastidiosa voz del pelirrojo... O algo así era la versión que el mismo chico de cabello desordenado y sombrero de paja sujeto con una cinta en su cuello le había contado 2 años antes.
Todo ese día, desde las 10 de la mañana que habían llegado al departamento hasta las 6:30 de la tarde se dedicaron a limpiar y acomodar objetos importantes en el sitio, sin descanso más que para ir a la tienda por un pan de sándwich y un poco de jamón para mantener con vida al menor de los dos y seguir explotándolo hasta dejar correctamente su nuevo hogar.
Sin embargo, cuando todos los relojes de la ciudad marcaron las seis con treinta y un minutos, la energía de Monkey D Luffy se volvió a bajar, dejando a un mugriento chico lleno de polvo y sudor tirado sobre la cobija limpia de la cama, sacando un mohín de disgusto por parte de Trafalgar, quien había tendido hasta el final la cama para evitar ensuciarla de más.
— TORAOOOO, TENGO HAMBRE Y SI NO COMO ME VOY A MORIIIIIIR —se quejó el menor, mientras hacía angelitos de colcha en la cama.
—Tú siempre tienes hambre, Mugi... —gruñó el más alto, acercándose hasta quedar al frente del otro, tomarle de una de sus manos para jalarlo y obligarle a levantarse antes de que en serio dejara algún tipo de gemelo de suciedad en la cama y tuvieran que dormir cobijados por las cajas de cartón.
— ¡YA DEBERÍAS SABERLO! SI NO ¿POR QUÉ TE CASASTE CONMIGO? —el menor rezongó, subiendo lentamente hasta la mitad, cuando en su rostro aún aniñado se marcó una sonrisa mañosa, comenzando a dejarse caer de cuenta nueva y llevar con su peso al más alto.
Cosa que el mayor se dio cuenta a los pocos segundos y luchó contra toda ley de la física para evitar caer encima de aquel maldito chaneque odioso de ojos enormes, brillantes, pero sin idea alguna mostrándose en ellos.
—No estamos casados y, claramente, es por eso por lo que me cuestiono si debo casarme contigo o no —soltó mordazmente, igual que soltó la mano del otro, escuchando como el menor empezaba a hacer un berrinche bastante alto y se restregaba en la cama — ¡Ya! ¡Deja de hacer eso! —gruñó, golpeando al menor con una almohada para que dejara de ensuciar más la cama — vamos a buscar algo que comer, pero cámbiate o no te llevo conmigo.
Luffy dio un brinco para salir de la cama, corriendo hasta el lugar donde tenía su ropa y sacar algo limpio, botando lejos la playera del PRI que había usado para limpiar y cambiándole por algo más decente, así como sus pantaloncillos deportivos por unos shorts de mezclilla más acordes a la salida.
—¡VAMOS A LOS TACOS DE DON BETO! ¡Son muy deliciosos! —propuso el menor de ambos mientras cambiaba sus sandalias por un par de tenis, sentándose en la cama para abrochar las cintas de estos de forma más cómoda.
— ¿La taquería en la esquina de la casa de Shanks? —aunque la pregunta no necesitaba ninguna respuesta pudo mirar de reojo como el chico de la sonrisa enorme respondía que si con la cabeza — ¿Mismo sitio que está a una hora de aquí? No creo que eso suceda...
—Uh... Entonces vamos a las quesadillas de Doña Paula ¡Ya quiero una de chicharrón y otra de queso! —Torao volteó a ver a su amada pareja saborearse los platillos que iba describiendo, aunque en ese punto de la conversación había estado recitando todas y cada una de las combinaciones en el menú más para sí mismo que para compartir con él.
— ¿Las quesadillas de la calle de Cora? —de nuevo la pregunta no necesitaba ningún tipo de respuesta y aun así el pequeño Luffy asintió con la cabeza mientras se colgaba al cuello su típico sombrero que siempre llevaba sin importar la época del año o la hora del día—¿En el Estado de México, como a 3 horas de aquí?
De nuevo volteó a verle cuando su presencia ha no podía captarla por el rabillo de sus ojos ambarinos, notando como el rostro aniñado del otro solo se descomponía en una carita triste.
— Lu... — Law soltó un suspiro mientras se acercaba a él, poniendo una mano sobre la cabeza del menor, acariciando suavemente sobre el cabello alborotado de su pareja — Entiendo que es difícil recordar que estamos más lejos de la casa de Shanks o de casa de Cora, pero te prometo que vamos a encontrar un lugar donde comer rico, ¿sí?
Y con un beso sobre la frente del más bajo, Law terminaba de dar su punto, antes de alejarse, terminar lo que estaba haciendo y cambiarse también, para salir un poco después de las 7 en punto de su nueva casa, caminando algunas calles en búsqueda de un lugar que le generará confianza a él y que oliera lo suficientemente bien para Luffy.
así dieron con una taquería del tamaño de dos accesorias grandes, con varias sillas y mesas de plástico, adornadas no solo con los logotipos de cervezas y refrescos, sino también con salseras y tuppers con varios limones cortados por cuartos en ellos, en la entrada con el enorme trompo de carne al pastor cocinándose por uno de los taqueros y otros 4 de ellos en donde irían la demás carne.
Fue por el olor de la carne siendo cocinada en una suerte de grasa bastante antojable que Luffy decidió que esa fuera su última parada, tomando de la mano a su querida pareja para entrar al lugar, que aún no tenía tantas personas en él y elegir la primera mesa que encontró en su paso.
Law podía recordar que pasaron más de 10 minutos sentados sin ser tomados en cuenta por ninguno de los 5 meseros que no hacían nada en el fondo del local, primera bandera roja y subsecuente a eso, la segunda bandera roja de ese momento fue que su mesero no era ningún niño de 11 años que trabajaba por las propinas, en vez de eso, se trataba de un muchacho entre los 20 y 23 años que había llegado solo a dejar los menús enmicados frente a los dos y se había alejado sin siquiera hacer nada, siquiera limpiar la mesa con un trapo.
— Uhmm —sin embargo, Luffy no parecía prestar tanta atención al servicio al cliente de ese lugar, solo tomó la carta viendo los sabores de tacos que vendían y el extenso menú de otras variaciones con la misma carne — ¡Voy a querer 20 al pastor, 3 de lengua y 5 de longaniza! —anunció el menor luego de ver la carta por tres segundos más y cerrarla frente a él, aunque esta rebotase para abrirse por la mica — ¡Y una coca y un arroz con leche! ¡Y con popote!
El de mirada ambarina hizo cuentas rápidas de cuanto iba a salir la orden de su adorable y enano novio, asintiendo con la cabeza, mientras le compartía que él estaría bien solo con 5 tacos de suadero, una coca y tal vez dos de pastor, levantando la mano para llamar al mesero y hacer la orden completa, 22 tacos al pastor, divididos en 20 y dos, los tacos de longaniza y los de lengua en otro plato, las 2 coca colas, los de suadero y el arroz de leche, con solo un popote en una de las coca colas.
El mesero con todo el desgano de la humanidad sobre sus hombros solo bufó al oír la forma precisa en que quería que los tacos fueran entregados, no anotándolo en realidad, quitando los menús con algo de rudeza y alejándose de esa mesa para ir a pedir la comida.
Y, aunque pareciera lo contrario, no tuvieron que esperar demasiado, cuando los tacos comenzaron a llegar, en tandas de 5 en 5, en varios platos. Law recibió los primeros 5 tacos de pastor y Luffy sus tacos de suadero, por lo cual tuvo que cambiar rápidamente los platos antes de que el menor se lanzara contra de ellos y lo dejara sin comer, únicamente raptado sus únicos dos de pastor porque después de eso jamás volvería a ver ningún taco sobreviviente en esa mesa.
—Wooaaah, doble tortilla —el menor susurró con emoción, mientras separaba las Tortillas y dividía la carne en dos tantos similares, sonriendo suavemente— es como si comiera 40 tacos y solo pagar la mitad.
La sonrisa satisfactoria por encontrar el hack de los tacos en los labios del menor habían hecho que el corazón de Trafalgar diera un vuelco agradable y observarlo comer con esa felicidad que le caracterizaba le hacía sentir feliz...
Felicidad que le era arrebatada en el momento de ver como el mesero rodaba los ojos y hacia una trompetilla burlona por como Luffy actuaba, cambiando su mirada suave que le mostraba al menor con regularidad a una mirada con desagrado para mandar al tipo lejos de su vista con solo el poder de la mirada "asesina", como Luffy había decidido bautizar ese gesto.
El tiempo pasó lentamente mientras escuchaba a su pareja hablar, entre bocados de comida y tragos de refresco, notando la felicidad y todo lo lindo que pasaban con Luffy, porque era demasiado adorable y oírle hablar de un montón de cosas importantes para él, le alegraba bastante.
—¡PUAAAJ! Estoy lleno~ —soltó el menor mientras se acomodaba en la silla para descansar y palmeaba sobre su estómago en un intento de dejar claro el punto.
—Entonces ¿ya nos vamos? —llamó al mesero para pedir la cuenta justo después de que Luffy afirmara y se dedicada a tomar lo último de su refresco.
El tipo solo se acercó a dejar la charolita con la cuenta sobre de ella y ese papel de cuaderno con la frase "gracias x la propina" escrita en él y pegado con cinta transparente. Law tomó la cuenta y la revisó, juntando las cejas al ver el desglose de los datos, el doble de lo que habían consumido, aunque pensó que tal vez él había hecho las cuentas mal.
—Qué raro, no suelo equivocarme— levantó los hombros para quitarle importancia al asunto y sacó de su cartera el par de billetes de 500 para que se cobraran.
— ¿Uhm? ¿Pasa algo? —los labios de Monkey D se separaron del popote cuando noto la extrañeza en el rostro de su novio, estirando su mano para tomar la cuenta y revisarla.
—No es nada, pensé que la cuenta sería diferente, pero... ¡Oye! ¡Deja ahí! —lanzó un pequeño manotazo para detener la sucia manita de Luffy, manotazo que se quedó en el aire.
—... —la mirada del moreno menor se perdió en los números, en algunos pensamientos de su cabeza y en aquel pequeño x2 dibujado en cada una de las órdenes y como habían sido anotadas — Esto no estaba cuando lo pedimos... —murmuró más para él que para el mayor.
—Ya te dije que no importa, devuélveme la cuenta
—¡Si importa! —y acto seguido de eso levantó su mano para llamar la atención del mesero amargado, quien con toda la pereza del mundo se acercó de cuenta nueva a la mesa que llevaba como dos horas comiendo en ese sitio— ¡La cuenta está mal! ¡SOLO CONSUMIMOS 400 PESOS! —replicó en voz alta, aunque en tipo pasó de largo de él.
— ¿Ya me puedo llevar esto para cobrar? —ignorando olímpicamente a Luffy y tomando la charolita del dinero para llevarla consigo.
O por lo menos lo intentó, pues en un momento al otro la mano de Luffy se ponía encima del par de billetes en la charola y se negaba a retirarse.
—Te estoy diciendo que tu cuenta está mal, nos estás cobrando de más.
—No les "cobro de más" que no sepas leer o hacer cuentas no es mi problema —con un increíble aire de altanería el trabajador habló, mirando de arriba a abajo el rostro del menor de los tres en esa escena y jalando con más fuerza el dinero para intentar arrebatarlo.
Cosa que no iba a funcionar.
—¿Leer? ¿De qué estás hablando? —al sentir como hacía más fuerza el otro para llevarse el dinero, cerró su mano sobre los billetes y los quito del platito de cobrar, guardándolo en su pantalón.
El mesero bufó molesto después de quedarse solo con el "Gracias x la propina", antes de señalar con la cabeza el letrero detrás de Law, en una cartulina verde fosforescente, enmicada como los menús yacía el mensaje más incomprensible de toda la historia de la humanidad.
"Está prohibido hacerse dos tacos de un taco, se cobrará como un taco extra"
—E-Es... Esta pro.. Prohibi... Prohibido... Dos tacos... Taco ext...¿QUÉ? ¡ESO ES ILEGAL! — el chico del Sombrero de Paja en su espalda tuvo que rasgar sus ojos para leer el pobre letrero tan alejado, aunque no tuvo la necesidad de leerlo todo para comprender lo que estaba sucediendo.
—No es ilegal, ahí lo dice y sobre aviso no hay engaño, Paga los 850 pesos que se comieron —el mesero solo estiró la mano en espera del dinero, soportandole la mirada al niño, quien solo le miraba con una expresión entre la extrañeza y alguna idea loca.
—Solo dale el dinero, Luffy —bufó Torao, quien había visto la pelea entre los dos y, que ciertamente, no estaba muy encantado de ser participe.
— ¡NO VOY A PAGAR LO QUE NO ME COMI! ¡INJUSTICIA! ¡DE SEGURO HAY UNA LEY QUE PROHÍBE LO QUE HACEN AQUÍ! ¡WAAH! —con un pequeño jalón de brazo Law hizo que Luffy se agachar más a su altura para poder susurrarle.
—No, no hay leyes que prohíban esto, pero ¿sabes que si hay? —con la voz baja y suave para que el menor pudiera entenderle a la perfección, escuchando un tímido, pero lleno de curiosidad "No"— 5 taqueros con cuchillos y machetes que nos van a hacer parte del menú si no les pagas.
Otro jalón de brazo para reprenderlo y dejarlo libre, confiando que iba a actuar como el adulto funcional que aún no era...
O por lo menos era una fantasía que Trafalgar tuvo en ese momento, antes de ver la sonrisa de Luffy ensancharse y sus cejas juntarse, lo que simplemente expresaba que algo malo iba a suceder...
Y tuvo mucha razón.
Sólo podía recordar como la mano de Luffy se cerró sobre su muñeca, le miró por dos segundos y con la fuerza de alguna bestia chiquita lo hizo levantarse, tirando la silla hacia atrás.
Lo más que puede recordar es haber visto como Luffy aventaba todas las mesas a su paso, en cámara lenta, como las salsas se levantaban por los aires y caían majestuosamente en el piso, en manchas resbalosas, junto con la cebolla y el cilantro, los limones secos por todos lados y las botellas de otros comensales que habían dejado ahí, como las que ellos habían usado también se volvían arena en el piso.
Pudo ver también como los taquero y meseros que podían se acercaban a ellos, mientras él iba como un muñeco de trapo corriendo al ritmo que el otro marcaba, entre empujones para salir, Luffy había lanzado a uno de los meseros sobre los taquero que se aproximaban, también había usado la silla alta del taquero del trompo para lanzarlo contra los demás y, en un acto casi cinematográfico, cuando cruzó la puerta, la boca del enano fue hacia el enorme trompo de carne dándole una enorme mordida y, como si la cámara lenta hubiera terminado, recordaba haber salido corriendo.
Tal vez 8 calles después habían parado en seco, tan alejados de la taquería como de su casa decidieron descansar por un instante, Luffy lo soltó y se recargó en una pared, recuperando la respiración.
— ¡¿Q-Que demonios acabas de hacer Monkey D Luffy?! —en esos momentos Law volvió en sí, mientras se sacudía la mano para volver a sentir la sangre irrigando en su muñeca — ¡¿Sabes que eso es robo?! ¡ACABAMOS DE ROBAR!
— ¡NO! ¡EVITÉ QUE TE ROBARAN! —el más chico se defendió, separándose de la pared para caminar hasta el mayor, quien gruñía y maldecía, acercándose a él con cierta aura de molestia alrededor— ¡NO NOS COMIMOS TANTOS TACOS PARA QUEMMMÑÑ!
Sus palabras se quedaron atrapadas en su boca cuando los labios del mayor fueron a juntarse con los propios, en un beso lleno de adrenalina, algo de miedo y una extraña inyección de felicidad por verlo actuar así.
—No me importa, mañana te llevo a casa de Shanks — murmuró Law después de separarse del beso, juntando sus frentes por un minuto, mientras cerraba los ojos, tomaba aire y sentía como su corazón dejaba de latir tan rápido
— ¡¿EH?! ¡No puedes!
—Si, si puedo y lo voy a hacer...
—Pero Torao, ¡Estamos casados!
—No lo estamos, por eso te regreso con tu familia antes de que sea tarde.
Aunque las amenazas fuesen sacadas con total tranquilidad en sus palabras, estaba claro que Law no iba a regresar a Luffy, solo quería escucharlo rezongar mientras volvían a casa.
En trasporte público.
Para evitar encontrarse con los taqueros que seguramente seguían buscándolos.
Al final esa historia había tenido un desenlace feliz, tal vez Luffy había pasado a la posteridad como el ladrón de los 50 tacos por unos días, cuando la noticia se esparció entre los puestos de comida rápida y las fonditas de la comunidad, con descripción del enano con nombre de mono, sin embargo, semanas después el lugar de los tacos fue clausurado por seguir haciendo esas prácticas poco éticas a cobrar tacos "fantasmas".
Y Luffy había decidido que quería estudiar derecho para luchar por las leyes que verdaderamente se necesitan en el país, como la regulación del derecho sobre taco de doble tortilla.
Los pensamientos de Torao dejaron de existir cuando el cuerpo tibio de su novio se movió encima suyo, lo que quería decir que ahora estaba despierto, mientras escuchaba los quejidos suaves que se escapaban de su boca.
—Buenos días, dormilón... —murmuró el chico de la mirada clara, acariciando el cabello del muchacho.
—ñmnb días, Torao... —respondió con la voz adormilada, subiendo sobre de él para dejar un beso en sus labios —Tengo hambre...
—Siempre tienes hambre...
—Quiero tacos —pidió aun adormilado y volviendo a recargarse en su pecho para seguir descansando.
— No voy a ir hasta la colonia de tu familia a traerte tacos ¡es una hora de trayecto!
—¡Vamos los dos!
— ¡Mucho menos! ¡Ahí tienes pan para un sándwich, háztelo o pide algo, pero no voy a salir a esta hora por tacos!
—¡PERO YO QUIERO Y EL BEBÉ QUIERE!
Un silencio sepulcral se hizo al escuchar la contestación del menor a su negativa, carraspeó con algo de miedo y solo hizo la pregunta necesaria
—¿Cuál bebé?...
— ¡PUES YO!
Una almohada fue directamente a la cabeza del más bajo y lo empujó al otro lado de la cama para sacárselo de encima.
—¡Hazte un sándwich! ¡Ya te dije! —Law se levantó para salir a la terraza y mirar el tráfico de la ciudad, así calmar su mente de todas las tonterías que su amado novio podía soltar tan fácilmente.
— ¿Puedo pedir tacos?
— ¡Haz lo que quieras ya no me importa!
— ¡Gracias Torao, Te amo!
Y, agradeciendo no estar en el mismo lugar que el enano malvado que tanto amaba, pudo disfrutar por un momento el sonrojo que las palabras del otro habían provocado en él.
¡Gracias por leer!
