Es difícil imaginarse que haya alguna noticia del baile de los Uchiha distinta a la resolución de lady Tsunade de descubrir la identidad de esta cronista, pero convendría tomar nota de los siguientes detalles:
Al señor Geoffrey Albansdale se lo vio bailar con la señorita Felicity Haruno.
A la señorita Felicity Haruno se la vio bailar también con el señor Yakushi.
Al señor Yakushi se lo vio bailar también con la señorita Hyacinth Uchiha.
A la señorita Hyacinth Uchiha se la vio bailar también con el vizconde Hatake.
Al vizconde Hatake se lo vio bailar también con la señorita Temari No Sabaku.
A la señorita Temari No Sabaku se la vio bailar también con el señor Sasuke Uchiha.
Al señor Sasuke Uchiha se lo vio bailar también con la señorita Sakura Haruno.
Y para redondear este circulito teóricamente incestuoso, a la señorita Sakura Haruno se la vio conversando con el señor Geoffrey Albansdale. (Habría sido perfecto si hubiera bailado con él, ¿no estáis de acuerdo mis queridos lectores?)
Ecos de Sociedad de Lady Whistledown, 12 de abril de 1824.
Cuando Sakura y Sasuke entraron en el salón, Eloise y Hyacinth ya estaban bebiendo té, junto con las dos ladies Uchiha. Violet, la vizcondesa viuda, estaba sentada ante la mesita con el servicio de té, y Kate, su nuera y esposa de Anthony, la vizcondesa actual, estaba tratando sin mucho éxito de mantener más o menos quieta a su hija de dos años, Charlotte.
—Mirad con quién me tropecé en Berkeley Square —dijo Sasuke.
—Sakura —dijo lady Uchiha con una cálida sonrisa—, toma asiento.
El té todavía está bueno y caliente, y la cocinera ha hecho sus famosas galletas de mantequilla.
Sasuke fue en línea recta hacia la comida, sin apenas detenerse a saludar a sus hermanas.
Sakura siguió el movimiento de la mano de lady Uchiha hacia un sillón cercano y se sentó.
—Galletas están buenas —dijo Hyacinth, ofreciéndole un plato.
—Hyacinth, procura hablar con frases completas —le dijo lady Uchiha en tono vagamente desaprobador.
Hyacinth la miró sorprendida.
—Galletas. Están. Buenas. —Ladeó la cabeza—. Sustantivo. Verbo. Adjetivo.
—Hyacinth.
Sakura observó que lady Uchiha deseaba poner una expresión severa al reprender a su hija, pero no lo conseguía del todo.
—Sustantivo. Verbo. Adjetivo —dijo Sasuke, limpiándose las migas de su cara sonriente—. Frase. Es. Correcta.
—Si eres mínimamente culta —continuó Kate cogiendo una galleta—. Éstas están buenas. —Miró a Sakura sonriendo tímidamente—. Ésta es mi cuarta.
—Te quiero, Sasuke —dijo Hyacinth, sin hacer caso de Kate.
—Pues claro —musitó él.
—Yo, personalmente —dijo Eloise, sarcástica—, prefiero poner artículos delante de los sustantivos en mis escritos.
—¿Tus escritos? —bufó Hyacinth.
—Escribo muchas cartas —explicó Eloise, sorbiendo por la nariz—, y llevo un diario, lo que te aseguro es una costumbre muy beneficiosa.
—Eso te mantiene disciplinada —terció Sakura, cogiendo el platillo con la taza de la mano de lady Uchiha.
—¿Llevas un diario? —le preguntó Kate sin mirarla, pues acababa de saltar a coger a su hija antes de que se subiera a la mesilla lateral.
—Nooo —contestó Sakura, negando la cabeza—. Eso me exigiría demasiada disciplina.
—No creo que siempre sea necesario poner un artículo antes de un sustantivo —insistió Hyacinth, incapaz, como siempre, de dejar de lado su parte de la discusión.
Por desgracia para el resto de los persistentes, Eloise era igual de tenaz.
—Podrías prescindir del artículo si hablas de tu sustantivo en un sentido general, —dijo, frunciendo los labios en gesto desdeñoso. — pero en este caso, puesto que hablabas de galletas «concretas»…
Sakura creyó oír gemir a lady Uchiha, aunque no podía estar segura.
—… entonces, concretamente —terminó Eloise, arqueando las cejas—, tu frase era incorrecta.
Hyacinth se volvió hacia Sakura.
—Estoy segura de que no usó correctamente «concretamente» en esa última frase.
Sakura alargó la mano para coger otra galleta.
—Me niego a entrar en la discusión.
—Cobarde —le dijo Sakura.
—No, simplemente hambrienta. Éstas están buenas —le dijo a Kate. Kate manifestó su acuerdo asintiendo.
—He oído rumores —le dijo a Sakura— de que tu hermana podría comprometerse.
Sakura pestañeó, sorprendida. No se había imaginado que la conexión de Felicity con el señor Albansdale fuera de conocimiento público.
—Eh… ¿dónde oíste ese rumor?
—A Eloise, por supuesto —contestó Kate con la mayor naturalidad—. Siempre lo sabe todo.
—Y lo que no sé yo —dijo Eloise con su franca sonrisa—, normalmente lo sabe Hyacinth. Es muy cómodo.
—¿Estáis seguras de que ninguna de vosotras dos sois lady Whistledown? —bromeó Sakura.
—¡Sasuke! —exclamó lady Uchiha—. ¿Cómo se te puede ocurrir semejante cosa?
Él se encogió de hombros.
—Las dos son lo bastante inteligentes para hacer semejante hazaña.
Eloise y Hyacinth sonrieron de oreja a oreja.
Ni siquiera lady Uchiha pudo desentenderse del todo del cumplido.
—Sí, bueno. Pero Hyacinth es demasiado joven y Eloise… —Miró a Eloise, que la estaba mirando con expresión de sentirse muy divertida—. Bueno, Eloise no es lady Whistledown, estoy segura.
—No soy lady Whistledown —dijo Eloise mirando a Sakura.
—Una gran lástima —repuso él—. Ya serías asquerosamente rica, me imagino.
—¿Sabéis? —dijo Sakura, pensativa—, ésa podría ser una buena manera de detectar su identidad.
Cinco pares de ojos se volvieron hacia ella.
—Tiene que ser alguien que posee más dinero del que debería tener —explicó Sakura.
—Buen argumento —dijo Hyacinth—, aunque no tengo la menor idea de cuánto dinero deberían tener las personas.
—Bueno, yo tampoco —repuso Sakura—, pero uno tiene más o menos una idea general. —Al ver la cara de incomprensión de Hyacinth, añadió—: Por ejemplo, si de repente yo fuera y me comprara un juego de diamantes, eso sería muy sospechoso.
Kate le dio un codazo.
—¿No te has comprado unos diamantes últimamente, eh? A mí me irían muy bien las mil libras.
Sakura miró hacia el techo poniendo los ojos en blanco un momento antes de contestar, porque siendo la vizcondesa Uchiha, Kate no necesitaba en absoluto mil libras.
—Te aseguro que no poseo ni un solo diamante. Ni siquiera un anillo.
Kate dejó escapar un «uf» de desilusión.
—Bueno, no me sirves, entonces.
—No es tanto por el dinero —declaró Hyacinth—. Es la gloria.
Lady Uchiha se atragantó con el té y tosió sobre la taza.
—Perdona, Hyacinth, ¿qué acabas de decir?
—Pensad en los entusiastas elogios que recibiría uno por haber pillado por fin a lady Whistledown —explicó Hyacinth—. Sería glorioso.
—¿Quieres decir que no te importa el dinero? —le preguntó Sasuke con una expresión engañosamente sosa.
—Jamás diría «eso» —exclamó Hyacinth con su descarada sonrisa.
Entonces se le ocurrió a Sakura que de todos los hermanos Uchiha, Hyacinth y Sasuke eran los más parecidos. Probablemente era bueno que Sasuke estuviera fuera del país con tanta frecuencia. Si él y Hyacinth unieran sus fuerzas en serio, podrían conquistar todo el mundo.
—Hyacinth, no vas a hacer de la búsqueda de lady Whistledown el trabajo de tu vida —dijo lady Uchiha firmemente.
—Pero…
—No quiero decir que no puedas pensar en el problema y hacer unas cuantas preguntas —se apresuró a añadir lady Uchiha, levantando una mano para evitar más interrupciones—. Buen Dios, es de suponer que después de cuarenta años de maternidad sé muy bien que no debo intentar detenerte cuando tienes la mente tan puesta en algo, por tonto que sea.
Sakura se llevó la taza a la boca para ocultar su sonrisa.
—Simplemente es sabido que eres algo… —lady Uchiha se aclaró delicadamente la garganta—, resuelta a veces.
—¡Madre!
—… y no quiero que olvides que tu principal centro de atención ahora debe ser buscar un marido —continuó lady Uchiha como si Hyacinth no hubiera dicho nada.
Hyacinth volvió a pronunciar la palabra «Madre», pero le salió más como un gemido que como una protesta.
Sakura miró con disimulo a Eloise, que tenía los ojos clavados en el techo y estaba claramente poniendo todo su empeño en no sonreír. Eloise había soportad años de implacables sermones y maquinaciones casamenteras por parte de su madre y no le importaba lo más mínimo que ésta hubiera tirado la toalla con ella y pasado su atención a Hyacinth.
Dicha sea la verdad, a Sakura le sorprendía que lady Uchiha hubiera aceptado finalmente el estado de soltería de Eloise. Jamás había hecho nada por ocultar que el principal objetivo de su vida era ver felizmente casados a sus ocho hijos. Y lo había logrado con cuatro. La primera, Daphne, se casó con Simon, convirtiéndose en la duquesa de Hastings; al año siguiente Anthony se casó con Kate. Después transcurrió un buen tiempo sin novedades, hasta que Benedict y Francesca se casaron con diferencia de un año, Benedict con Sophie y Francesca con el escocés conde de Kilmartin.
Desafortunadamente, Francesca enviudó a los dos años de matrimonio. Ahora repartía su tiempo entre la familia de su difunto marido en Escocia y la suya en Londres. Pero cuando estaba en la ciudad insistía en residir en la casa Kilmartin en lugar de en la casa Uchiha o la Número Cinco. Sakura la comprendía muy bien. Si ella fuera viuda desearía gozar de su independencia también.
En general, Hyacinth llevaba con buen humor las maquinaciones casamenteras de su madre, ya que, como le había dicho a Sakura, no es que no deseara casarse finalmente. Le convenía dejarle todo el trabajo a su madre y luego ella elegir un marido cuando se presentara el marido adecuado.
Y fue con ese humor que Hyacinth se levantó, fue a besar a su madre en la mejilla y le prometió que su principal objetivo en su vida era buscar un marido, mientras al mismo tiempo sonreía pícaramente a su hermano y su hermana. No bien había vuelto a sentarse, dijo a todos los congregados:
—¿Así que creéis que la van a descubrir?
—¿Vamos a seguir hablando de esa mujer Whistledown? —gimió lady Uchiha.
—¿No ha oído, entonces, la teoría de Eloise? —preguntó Sakura.
Todos los ojos se volvieron hacia ella y luego a Eloise.
—Esto… ¿cuál es mi teoría? —preguntó Eloise.
—Fue…, ah, no lo sé, tal vez la semana pasada. Estábamos hablando de lady Whistledown y yo dije que no me parecía posible que pudiera continuar eternamente sin cometer finalmente un error. Entonces Eloise dijo que ella no lo veía tan claro, porque ya llevaba más de diez años escribiendo y que si había de cometer un error, ¿cómo era que no lo había cometido ya? Entonces yo le dije que sólo era un ser humano. Finalmente tendría que equivocarse, porque nadie puede continuar eternamente y…
—¡Ah, ahora lo recuerdo! —interrumpió Eloise—. Estábamos en tu casa, en tu habitación. ¡Y yo tuve una idea luminosa! Le dije que apostaría a que lady Whistledown ya ha cometido un error y que nosotros somos tan estúpidos que no lo hemos notado.
—No es muy elogioso para nosotros, he de decir —masculló Sasuke.
—Bueno, quise decir toda la sociedad, no sólo los Uchiha —acotó Eloise arrastrando la voz.
—Ah, o sea, que tal vez —musitó Hyacinth, pensativa—, lo único que tenemos que hacer es echar una mirada a los números anteriores de su hoja.
Lady Uchiha la miró con ojos casi aterrados.
—Hyacinth Uchiha, no me gusta la expresión de tu cara.
Hyacinth se encogió de hombros, sonriendo.
—Podría pasarlo en grande con mil libras.
—Dios nos asista a todos —replicó su madre.
—Sakura—dijo Sasuke de repente—, al final no nos dijiste lo de Felicity. ¿Es cierto que se va a comprometer?
Sakura se zampó de un trago el resto del té. Sasuke tenía una manera de mirar a una persona, sus ojos verdes tan intensos y enfocados, que hacían sentirse como si fueran las dos únicas personas del universo. Por desgracia para ella, también tenía una manera de convertirla en una imbécil tartamuda.
Cuando estaban en medio de otros conversando, por lo general ella lograba mantener firme la voz, pero cuando la sorprendía así, volviendo la atención a ella justo cuando se había convencido de que estaba fundida a la perfección con el papel de la pared, se quedaba totalmente sin palabras.
—Eh… sí, es bastante posible —contestó—. El señor Albansdale ha estado insinuando sus intenciones. Pero si decide proponerle matrimonio me imagino que viajará a East Anglia para pedirle su mano a mi tío.
—¿Tu tío? —preguntó Kate.
—Mi tío Geoffrey. Vive cerca de Norwich. Es nuestro pariente masculino más cercano, aunque, la verdad sea dicha, no lo vemos muy a menudo. Pero el señor Albansdale es bastante tradicional. No creo que se sienta cómodo pidiéndoselo a mi madre.
—Es de esperar que se la pida a Felicity también —dijo Eloise—. Muchas veces he pensado que es una tontería que un hombre pida la mano de una mujer a su padre en lugar de pedírsela a ella. No es el padre el que va a tener que vivir con él.
—Esa actitud —dijo Sasuke, ocultando sólo a medias su sonrisa detrás de la taza— podría explicar por qué continúas soltera.
—Sasuke —musitó lady Uchiha en tono desaprobador, mirándolo con expresión severa.
—Ah, no, madre —dijo Eloise al instante—. A mí no me importa. Me siento muy a gusto como vieja doncella. —Miró a Sasuke con un cierto aire de superioridad—. Prefiero con mucho ser una solterona a estar casada con un pelmazo. ¡Como prefiere Sakura! —añadió, señalándola con un ademán triunfal.
Sobresaltada por el repentino movimiento de la mano en su dirección, Sakura enderezó la espalda y dijo:
—Eh… sí, claro.
Pero tenía la sensación de que sus convicciones no eran tan firmes como las de su amiga. A diferencia de Eloise, ella no había rechazado seis proposiciones de matrimonio. No había rechazado ninguna; no había recibido ni una sola.
Solía decirse que no habría aceptado en ningún caso puesto que su corazón pertenecía a Sasuke. ¿Pero sería verdad eso, o simplemente se lo decía para sentirse mejor por haber sido un fracaso tan sonado en el mercado del matrimonio?
Si alguien le propusiera matrimonio, digamos, mañana, un hombre perfectamente amable y aceptable, al que nunca podría amar pero que era muy posible que le cayera muy bien, ¿diría sí? Probablemente.
Y eso la puso muy melancólica, porque reconocerlo para sí misma significaba que ya había renunciado a toda esperanza con Sasuke. Significaba que no era fiel a sus principios, como había esperado ser. Significaba que estaba dispuesta a conformarse con un marido menos que perfecto con el fin de tener un hogar y una familia propios.
No era nada que no hicieran cada año cientos de mujeres, pero era algo que jamás había pensado que haría ella.
—Te has puesto muy seria de repente —le dijo Sasuke.
Eso la sacó bruscamente de su ensimismamiento.
—¿Yo? Ah, no, no. Simplemente estaba sumida en mis pensamientos.
Sasuke aceptó su explicación asintiendo, y alargó la mano para coger otra galleta.
—¿Tenemos algo más sustancioso? —preguntó, arrugando la nariz.
—Si hubiera sabido que vendrías —contestó su madre en tono sarcástico—, habría doblado la comida.
Él se levantó y caminó hasta el cordón de llamar.
—Llamaré para que traigan más. —Después de tirar del cordón, se volvió a preguntar a su madre—. ¿Has oído la teoría de Sakura sobre lady Whistledown?
—No —contestó lady Uchiha.
—Es muy ingeniosa, la verdad. —Se interrumpió para pedirle bocadillos a la criada y concluyó—: Opina que es lady Tsunade.
—¡Ooooh! —exclamó Hyacinth, visiblemente impresionada—. Eso es muy perspicaz, Sakura.
Sakura inclinó la cabeza hacia ella, agradeciéndoselo.
—Y justo el tipo de cosa que haría lady Tsunade —añadió Hyacinth.
—¿La hoja o el desafío? —preguntó Kate, cogiendo el fajín del vestido de Charlotte antes de que se le escapara.
—Las dos cosas —repuso Hyacinth.
—Y Sakura se lo dijo —añadió Eloise—. En su cara.
Hyacinth la miró boquiabierta, y Sakura vio claramente que acababa de elevarse, muy alto, en la estimación de Hyacinth.
—¡Me habría gustado ver eso! —dijo lady Uchiha, con una ancha y orgullosa sonrisa—. Francamente, me sorprende que eso no apareciera en el Whistledown de esta mañana.
—No creo que lady Whistledown desee comentar las teorías de personas individuales acerca de su identidad —dijo Sakura.
—¿Por qué no? —preguntó Hyacinth—. Seria una excelente manera de dar unas cuantas pistas falsas. Por ejemplo, digamos que yo —con un teatral movimiento del brazo señaló a su hermana— creyera que es Eloise.
—¡No es Eloise! —protestó lady Uchiha.
—No soy yo —dijo Eloise sonriendo.
—Pero supongamos que yo creyera que lo es —insistió Hyacinth, en tono exagerado, como para contrarrestar la oposición—. Y que lo dijera en público.
—Lo que no harías jamás —dijo su madre severamente.
—Lo que no haría jamás —repitió Hyacinth imitando a un loro—. Pero sólo para ser académicos, simulemos que lo hago, y digo que Eloise es lady Whistledown. Que no lo es —se apresuró a añadir antes de que su madre volviera a interrumpirla.
Lady Uchiha levantó las manos dándose por derrotada.
—¿Qué mejor manera de engañar a las masas que reírse de mí en su columna? —continuó Hyacinth.
—Claro que si lady Whistledown fuera realmente Eloise… —musitó Sakura.
—¡No lo es! —exclamó lady Uchiha.
Sakura no pudo contener la risa.
—Pero si lo fuera…
—¿Sabéis? Ahora desearía serlo, de veras —dijo Eloise.
—Qué broma nos estarías gastando a todos —continuó Sakura—. Claro que entonces el miércoles no podrías escribir una columna riéndote de Hyacinth por pensar que eres lady Whistledown, porque todos sabríamos que tendrías que ser tú.
—A no ser que fueras tú —rió Kate mirándola a ella—. Eso sí sería un ardid sinuoso.
—A ver si lo he entendido bien —dijo Eloise riendo—. Sakura es lady Whistledown y el miércoles llena una columna riéndose de la teoría de Hyacinth de que yo soy lady Whistledown, porque Hyacinth sugirió que eso sería una ingeniosa estratagema.
—Me he perdido totalmente —dijo Sasuke a nadie en particular.
—A no ser que Sasuke sea lady Whistledown… —dijo Hyacinth con un destello diabólico en los ojos.
—¡Basta! —suplicó lady Uchiha—. Por favor.
Pero todos se estaban riendo tan fuerte, que Hyacinth no pudo acabar la frase.
—Las posibilidades son infinitas —suspiró Hyacinth, limpiándose las lágrimas de los ojos.
—Tal vez, sencillamente todos deberíamos mirar a la izquierda —sugirió Sasuke volviendo a sentarse—. Quién sabe, esa persona podría muy bien ser nuestra infame lady Whistledown.
Todos miraron a la izquierda, a excepción de Eloise, que miró a la derecha, a Sasuke.
—¿Era para decirme algo que te has sentado a mi derecha? —le preguntó, sonriendo divertida.
—No, no, nada —dijo él, alargando la mano hacia la fuente con galletas y deteniéndola en seco al recordar que estaba vacía.
Pero no miró a los ojos a Eloise al decir eso.
Si alguien aparte de Sakura observó ese gesto evasivo, no pudo preguntarle nada, porque en ese instante llegaron los bocadillos y él se quedó fuera de la conversación.
