Circo del sol

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—¿debería de ir al Penthouse? —

Se preguntaba Ruby más para sí que para alguien, porque mirando a todas direcciones en el lobby del Hotel Gran Riviera no divisaba a nadie conocido.

Que recordara, Yudai le había dado instrucciones de que cuando volviese al hotel para completar la "misión secreta" alguien le daría la bienvenida para guiarle a su lugar de trabajo.

Y por más que miraba a todos lados no divisaba a nadie que le ayudase o le indicase a donde ir.

Aburrido y viendo que el tiempo corría decidió subir a su PentHouse, enfocado en buscar algunos utensilios que estaban en su mochila de viaje en su habitación.

Ya luego encontraría a Yudai, pensó despreocupado apretando el botón de la pared para llamar al ascensor principal.

Para su suerte, al abrirse se toparía con la última persona que se imaginaba ver saliendo del elevador. La risa estridente de aquella persona removio sus oídos, instintivamente se paralizó en su lugar.

—¡chico! justo contigo me apetecía hablar —le habló el barbudo y gordete conocedor pokemon, avanzando hacia él entre risas.

—Profesor Birch… —

—¿Dónde quedaba el parque? —preguntó Pearl mirando a su mejor amigo a su lado.

—Si tu no lo sabes, menos yo —respondió Diamond con calma mesclada con despreocupación absoluta.

No puede ser, pensó Pearl, porque aquella ciudad no era tan grande pero ya no recordaba, a causa de la carrera en bici, de la dirección del parque donde habían dejado a Yellow —de seguro debemos caminar al centro, o es lo que recuerdo que hicimos —murmuró el rubio —ya demos por perdido esa pokeball dorada —.

Frente a ellos llegó Gold con su flamante bicicleta roja saltarina. —esta bici es lo máximo —dijo, sonriente.

—senpai, ¿buscó el parque? —preguntó Pearl, esperanzado.

Gold le miró sin entender, luego pareció que una bombilla se iluminaba sobre su cabeza —¡oh! rayos, eeh… —no, no lo había hecho —estará por aquí, chico, no te preocupes, el parque no se irá a ningún lado jajajaj —rió. Otro despreocupado.

Estaban perdidos, esa era la realidad y a Pearl le exasperaba la idea.

—oigan ¿Qué es eso? —preguntaba Diamond señalando a su derecha llamando la atención de un curioso Gold.

Y parecía que el único preocupado era Pearl porque el rubio se llevaba las manos a la cabeza maquinando en como volver con Yellow, ignorando de momentos a sus compañeros.

—¡¿Qué?! —gritó Gold con los ojos abiertos al máximo —¡No juegues! —

Pearl le miró extrañado —¿Qué pasa? ¿Qué vie- …. Oh, my Arceus —

Diamond sonreía tenuemente, asintiendo en aprobación —cool —

Un cartel publicitario con la imagen de los 12 DexHolder adornaba aquella esquina, promocionando con orgullo el evento del día siguiente.

Pearl tragó en seco leyendo el titulo central "The Great Rally, Pokedex Holder Show" —¿esto no es mucho? ni que fuéramos el Circo del Sol —

Aunque tal vez si fueran un circo, al fin y al cabo, era, cada uno, especímenes únicos con cualidades vario pinto que, de alguna manera, congeniaban como grupo.

—¿no creen que me veo condenadamente atractivo? —preguntó el ojidorado, mirando con orgullo su foto en la valla publicitaria.

—No —respondieron los chicos Sinnoh automáticamente.

Gold los taladró con la mirada.

—más importante —recalcó Diamond —tengo hambre. —

Gold y Pearl le abuchearon a la par pues pensaban que diría algo más importante.

Pero Dia llegó a la conclusión de que si estaban perdidos en aquel pueblo necesitarían ayuda de algún lugareño.

Y viéndolo viable Diamond se dirigió hacia dos chicas que estaban a lo lejos conversando entre si saludándolas amablemente y entrando en una amena conversación bajo la estupefacción silenciosa de Gold y Pearl.

—¿que se supone que hace? —preguntó en un susurro Pearl notoriamente sorprendido viendo a su amigo a lo lejos conversar con las féminas.

Gold, por igual, no salía de su perplejidad de ver a Dia sonriéndole a las chicas y estas sorprendidas al verle hablándole con calma.

Así, como una película, admiraron aquel extraño suceso por casi 30 segundos en silencio hasta que Pearl volvió a tierra. —iré a buscarlo —aseguró, con una mueca de molestia.

Mientras, Gold estacionó la bici en la acera, aprovechando aquel tiempo muerto en usar sus antenitas de vinil y ubicarse en la ciudad viendo los edificios y casas de su alrededor.

El criador solía ser olvidadizo con los nombres, pero no con las rutas, el problema era en que aquella ciudad había sufrido una expansión en post de una mejoría turística y ya no recordaba bien el camino hacia el nuevo parque o la misma salida al Encinar.

—disculpa, ¿eres Gold? —le dijo una chica. ¿Una fan? No tenía tiempo para eso ahora. Pero la chica le sonrió y se acercó a él, como si la pregunta anterior estuviera de más —los escuché hablar sobre la Pokeball dorada—

—¿y tú que tienes que ver con eso? —le preguntó con las manos en los bolsillos sin mucho interés.

—veras, soy Margaret, la nieta de Kurt el artesano —

—¿nieta? No eres la que recuerdo… —que tampoco era el mejor para decir eso.

—es complicado, Kurt se casó con mi abuela hace unos años, y eso… ya sabes, solo vine de visita a Johto para verla —

Oh. Mas asuntos familiares que no le interesaban —okay… —comentó, arrastrando las letras de la palabra.

—y el abuelo Kurt está de viaje ahora, así que, yo podría ayudarte con la pokeball —

Gold sonrió ampliamente, música para sus oídos. —eso me encantaría, te la devolveré en la noche para que no tengas problemas con el viejo. —

Ella sonrió, sonrojándose levemente —eso no me preocupaba, aunque todo tiene un costo —

La máquina de pensar de Gold se detuvo —...¿Aah? —

—yo no soy de esta región y por lo que se, tu sí —dijo la chica, bajando su mirada. Gold seguía viéndole, tratando de comprender en que idioma le hablaba —¿Haz estado por aquí? —

—...no mucho, no suelo venir a esta ciudad —

—pero somos vecinos —

—eso creo, ¿Hacia dónde queda pueblo Primavera? —

La chica se le acercó intencionalmente, señalando con su diestra hacia el horizonte lejano. —justo en esa dirección —

Gold miró por donde señalaban, no le parecía que esa información fuera correcta, tan solo porque no recordaba que él haya usado ese camino alguna vez.

Pero la chica pestañeaba repetidas veces frente a él, esperando que notara su maquilla o lo hermoso de sus grandes ojos chocolates que solía resaltar entre las demás.

Para su pesar, Gold tan solo elevó los hombros restándole importancia y metiendo sus manos al bolsillo del pantalón nuevamente —si tú lo dices, aunque ahora me importa más esa pokeball dorada ¿Quieres mostrármela ya? —

Que rudo era, pensó la chica sonriendo y cerrando los ojos, pensando en cómo pasaría la tarde con el chico. Sonrió cual gato de Cheshire mirando al suelo —¿Qué tal si vienes a mi casa? …Mi abuelo tiene… ¿eh? ¿Gold-san? ¿A dónde va, yo-?—

El criador se alejaba de ella, sin prestarle atención en lo más mínimo, reflejando una vistosa sonrisa en la cara y concentrado en lo veía frente a él.

En ese momento no existió nada más importante que capturase su atención con tanta fuerza.

Porque él identificaría donde fuese a aquella chica que acababa de aparecer al fondo de la calle, enfundada en un gorro que tapaba la mitad de su rostro.

Si, era ella, pensaba Gold admirándola de abajo hacia arriba, relamiéndose los labios pues esa cintura y cadera, igual que las largas y deliciosas piernas eran inconfundibles para él en toda la faz de la tierra.

Crystal levantó levemente su gorro, elevando la mirada para verle con nervio. —Hibiki… —le dijo levemente luego de subir toda la calle y llegar frente a él.

—Hola encanto —saludó Gold, alegre. Ahora que le veía se sentía anímicamente recuperado. —temo preguntar, pero ¿por qué llevas un gorro? —

—no puedo con tanta atención —declamó Crys, bajándose más la gorra al ver que la gente a su alrededor giraba a mirar a Gold tras reconocerlo.

El ojidorado frunció levemente el ceño sin comprender que estaba mal. —¿hablas enserio, Crys? ¿Cómo harás mañana? —

—planeo cerrar los ojos —

—¿frente al público? — preguntó incrédulo, ella asintió —ni que fuera una película de terror —

—algo similar. —

—Crys es- —le dijo Gold, acercándose más a ella con clara intención de tomarle las manos, pero ella le alejó. —¿ahora que sucede? —

—¿hay mucha gente, Hibiki —

Gold no tuvo palabras para expresar el no entender que significaba eso, no comprendía que estaba mal.

La peliazul vio la incertidumbre en el rostro de su novio, se sintió tonta inmediatamente —¿estoy exagerando? —preguntó, con expresión de dolor.

Gold negó lentamente, no pensaba eso. —solo digo que algún día se enteraran todos —pues claramente él no pensaba ocultar que el corazón de la chica más linda de todo Johto le pertenecía solo a él. —y mejor más temprano que tarde. —así era el dicho, ¿no?

Era cierto, Crystal pestañeo bajando los hombros con aprensión.

Algo en el corazón de Gold le hizo saltar. Llevó su mano a la espalda alta de la chica rodeándole con protección —vayamos a otro lado, ¿te parece, encanto? …

Crystal asintió, agradeciendo lo atento que, sorpresivamente, estaba siendo el chico.

—¿Dónde dejaste a la chica adinerada y al hobbit? —

—hemos estado aquí todo el tiempo —dijo Platinum a metros de ellos. La pareja se sonrojó inmediatamente luego de alzar la mirada y encontrarse con Emerald, Diamond, Pearl y Platinum apreciando la escena Mangaquest con calma y sin premura cual película. Platinum dio un paso al frente —senpai, no pensé que cambiase estando enamorado, Good job! —opinó.

—si me lo preguntan, siempre lo supuse —dijo Diamond, sonriendo. Reconociendo en carne propia lo que era estar enamorado y sentir querer ser mejor persona para con esa persona amada.

—ustedes dan asco, puag —opinó luego Emerald, gesticulando groseramente, dañando la atmosfera.

Pearl iba a hablar cuando un Aipom salvaje cayó sobre su cabeza, no tenía que verlo para saber de quién era el pokemon —Hola Ataro —saludó el hijo de Palmer sin muchos ánimos viendo como el Pokemon comenzaba con su manía de plantarse en su hombro y moverle el cabello, desordenándoselo intencionalmente.

Gold rió inmediatamente —le caíste bien —comentó, viendo al rubio con el cabello despeinado recordando que su pokemon no se separaba de Pearl casi para nada y que ni siquiera con él mismo llegaba a ser asi de apegado.

Todos rieron por la situación, y luego, fueron testigos de cómo el pokemon saltaba hasta el hombro de su entrenador.

—¿Dónde estabas, amigo? —preguntó el criador con duda.

Unas ligeras mímicas le hicieron entender que se la había pasado comiendo bayas de los árboles de los alrededores. Como parecía tener sueño optó por guardarlo en su pokeball y el asunto del pokemon fue cerrado.

—a todo esto ¿qué hacen aquí aparte de chismear en mi relación con Crys? —porque, que Gold recordara, existían más ciudades en Johto que Azalea y sin embargo parecía ser el centro de operaciones de los Holders.

Crystal con las mejillas rojas fue la que respondió —ya que buscar a Suicune es caso imposible, Platinum, Emerald y yo pretendíamos venir al mirador y apreciar el atardecer para finalizar la tarde. —

Gold negó inmediatamente, ese plan sonaba demasiado romántico para que el enano lo ejecutara con su novia.

Un silbido llamó la atención de todos, que giraron a mirar al causante del mismo.

Un joven rubio miraba la gran valla publicitaria con sorpresa —esto, parece costar mucho —comentó, serenamente, mirando a los Dex.

—¿Morty-san? —preguntó Crystal, identificando al chico, su vista fue más rápida y siguió la mirada del mayor, admirando por primera vez el gran poster.

Aquello sirvió para que, los que no habían divisado el cartel fuesen anuentes a él, porque su inmensidad, letras y color reflejaban gran producción y edición junto con las fotos de cada uno.

—¿están viendo lo que yo veo? —preguntó Emerald igual o más sorprendido que el resto de su equipo pues el grupo de Gold ya lo había visto previamente.

—Verdaderamente es el evento del año —recalcó Morty, caminando hacia ellos

Gold no perdió oportunidad en saludar de primeras —El entrenador de los ojos de 200 millones —

—millas —corrigió Morty, acostumbrado a las bromas del chico —Un gusto verlos de nuevo a todos oh ¿a quién tenemos aquí? — preguntó, señalando al rubio de Sinnoh

—es la superestrella galáctica de Sinnoh —respondió Gold señalando a Pearl.

—el salvador de Sinnoh e hijo de Palmer, claro —respondió Morty estrechando la mano con el menor —¿cómo está Maylene? —

14 pares de ojos miraban a Pearl esperando respuesta, pero el rubio, rojo como tomate por la pregunta relámpago, balbuceaba cosas inentendibles a todos.

—oh disculpa, ¿era Inverna? —preguntó Morty de nuevo, con su sonrisa inexpresiva de siempre, parecía que aquellas preguntas personales las hacia con toda la intención de molestar.

—quien te viera —le murmuro Emerald al rubio de Sinnoh.

Gold negó levemente viendo a Morty —¿y donde dejaste a la chica de coletas? —cuestionó Gold, sin pensárselo mucho. La vena de ayudar a sus kohais parecía ser una costumbre que comenzaba a adquirir inconscientemente.

El líder de gimnasio volvió a sonreír levemente con rostro apacible —discutimos y ahora no me habla —

Gold siseó sonoramente —Suerte con el muro de hierro —le comentó de manera jocosa y Morty asintió dándole la razón.

—y a todo esto, ¿qué hacen aquí? —preguntó el líder de gimnasio, mirando al grupo reunido en aquel lugar singular.

—es una larga historia —respondió Crystal, sin saber si podía revelar lo de la actividad o en cambio el mayor se reiría de ellos por participar en un juego absurdo en infantil en el que estaban envueltos.

Morty se rascó la cabeza, tratando de recordar si había escuchado de los organizadores del evento algo relacionado con estar en Azalea por la tarde, pero nada llegó a su mente.

—¿y usted que hace aquí? —preguntó Rald.

—estaba yendo rumbo a Ciudad Iris —reveló, mirando su Pokegear —falta poco para que comience el acto de las 4 pm del teatro… ¿no quieren venir? Los viernes hay presentación especia —incentivó.

Eso no sonaba nada mal...

En una votación rápida y extrañamente, calmada, decidieron todos en aceptar la invitación. Los de Sinnoh eran los más emocionados.

—bien, ya nos marchamos de la ciudad —anuncio Emerald cual guía turístico.

Y mientras se organizaban en cómo llegar a dicha lejana ciudad algo cruzó la mente de Gold. —¡un momento!... siento que olvido algo en la ciudad —Todos se detuvieron, mirando alerta al criador. —… Si, como puedo olvidar mi bici ¿Dónde la deje? —

Diamond miró a su alrededor —creo que ya se la robaron, senpai —

—chale —igual y se la robó él a Ruby —¡como sea, rumbo a Ciudad Iris! —

A la partida del gran grupo, Azalea volvió a su normativa calma. Aunque durase solo minutos.

Porque sobrevolando con Aero, Red trataba de controlar su ritmo cardiaco y sus ansias.

Aterrizó cerca del parque, guiándose por el área verde dentro de la ciudad que veía en cenital.

Había llegado ahí, luego de que, algunas personas en Trigal, le dijeran que el equipo de Yellow fue avistado por última vez en esa ciudad del sur.

—¡Señor! —

Ya basta de juegos, se dijo así mismo pensando fuertemente en lo que haría.

Quería tener todas las oportunidades con Yellow que la vida le permitiera.

Y muy fuera de cualquier estúpida apuesta, el destino le permitía ver claramente las cosas.

Porque si, se lo diría.

En cuanto la viese. Reuniría todo el coraje que necesitase y se confesaría.

—¡Señor Red! —

Porque su madre le había dejado en claro que no todo era tan complicado como lo veía.

Espera ¿Señor? Pensó Red, miró a todos lados sin ver quien le hablaba, y pensando en que tal vez se referían a otra persona y no a él siguió su camino por la entrada de la ciudad y las casas pintorescas.

—¡Campeón Red!—

Vale, esta vez estaba seguro que el llamado si era con él.

Volvió a mirar a todos lados y siguió sin encontrar la voz chillona que le gritaba, hasta que miró hacia abajo, llamado por el jalar de su pantalón.

Un pequeño niño de cabello azabache junto a un Wooper le miraba atento mientras recuperaba el aliento, en sus labios, una sonrisa y los ojos más brillantes llenos de inocencia que jamás el campeón hubiera apreciado.

—disculpa, ¿Tú me dijiste señor? —preguntó Red, curioso de la escena.

—sí señor —respondió el niño, entre jadeos de cansancio, había sido una gran carrera lo que hizo para alcanzar al mayor.

Red sonrío y no dudo en agazaparse a su altura, le miró por unos instantes en silencio, admirando la inocencia en su rostro, ¿Seria el igual a esa edad? De seguro si, porque su madre lo dejó bastante claro frente a los demás la noche anterior. —bien, acabemos con eso, dime solo Red ¿Sí? —

El niño se sorprendió —pero campe- —

—Nada nada, solo Red, ¿De acuerdo? —le interrumpió el ojirojo, llevando su mano a la cabeza del Wooper que agradeció las caricias.

El niño tragó en seco, asintió luego y sonrió, maravillado de poder hablar con aquel legendario entrenador que no solía ir por esos lares de Johto a menudo.

—¿Has visto a una chica rubia pequeña por aquí? —preguntó Red mirando alrededor rápidamente

—¿Se refiere a su novia, seño- es decir, Red-san? —corrigió el niño sin poder contener la alegría que le evocaba poder llamarlo por su nombre.

—¿Novia? —

El niño asintió —la chica del periódico, la del lindo cabello rubio—

Red sonrío inmediatamente —¿verdad que es linda? —preguntó.

El infante asintió, sonrojándose levemente —tiene usted suerte, de grande quisiera tener una esposa tan hermosa como ella —

Ahora el sonrojado fue Red, bajó la mirada apenada, pues la imagen de la sanadora con un traje blanco se posaba en su mente... No se escuchaba tan mal esa idea... Pasar el resto de su vida con Yellow.

Sonrió en automático.

—¿Campeón Red? ¿Se siente bien? —preguntó preocupado al verle con las mejillas rojas.

El ojirojo volvió a la tierra, pestañeo varias veces para luego centrar su vista en el pequeño y su Wooper que no dejaba de correr por todos lados. —estoy bien. —respondió, tapándose los oídos con sus manos porque sentía las mejillas arder así que su rostro y orejas debían de ser un tomate en estos momentos.

El niño giró la cabeza sin entender la acción, los adultos eran extraños —bueno, Yellow-san está en el parque —

—¿enserio? —

—si, la he visto mientras jugaba con Woppi —

Bingo.

—...¿Quieres acompañarme? —preguntó Red de nuevo, el pequeño azabache asintió varias veces apretando sus puños con energía. Casi parecía verle estrellitas en aquellos grandes ojos. —doble genial, y mientras me cuentas que más dice el periódico. —

Y ambos comenzaron la marcha, lenta, pero amena.

—oh, señor, yo aún no se leer, pero se escuchar, mi madre habla todo el tiempo de las noticias del internet y del periódico. —

¿Internet? Pensó Red, obviando que le había vuelto a llamar "señor".

El niño continuó —hoy se ha dedicado a hablar sobre el líder de gimnasio Green Oak-san, ya no la aguantaba, por eso decidí salir a jugar que escucharle hablar con la vecina —

¿Green? Vaya, se pone interesante. —¿Asi que una noticia de hoy sobre Green? —

—si señor, le diré lo que escuché, y tal vez usted me expliqué porque tanto escundalo.

—escandalo —corrigió.

—si eso. —el niño se llevó las manos a la cabeza, como si con aquello pudiera pensar más rápido —mamá no dejaba de repetir el nombre de la doctora Nui, que Nui esto, que Nui aquello, que como era tan osaba y dizcarada —terminó de decir con esfuerzo y enredando la lengua, luego levanto la mirada al mayor —¿Que significa "osaba" y dizcarada"? —

Ni yo lo sé, pensó Red con las cejas alzadas... Espera ¿Doctora Nui?...

OH POR ARCEUS.

Oh mierda, yo no dije nada, lo juro.

—¡Mire! Allá está —señaló el pequeño yendo a correr, haciendo caso omiso al rostro de alerta de Red que pensaba que necesitaba leer un periódico del día con urgencia.

—¿Red? —escuchó decir a lo lejos.

El azabache salió de su estupor encontrándose a aquella persona que llevaba rondando su cabeza desde hace días.

Estaba bajo la sombra de un gran árbol y alzaba al risueño parlanchín niño entre risas.

Red decidió, en aquel momento, que cualquier chisme respecto a Green le tenía sin cuidado, su prioridad era Yellow y que cumpliría lo que había estado pensando mientras volaba desesperadamente para llegar hasta aquí.

Caminó hacia la rubia con una sonrisa en el rostro, admirando sin vacilación lo hermoso de sus ojos. —Hola —

—Hola —respondió Yellow, nadando en dudas y nervios, viéndole directo a los ojos. El niño le contaba que ayudó a Red a llegar hasta ahí, pero le era difícil seguirle el ritmo de la conversación pues hablaba demasiado rápido.

Esa media hora a solas, sin las voces estridentes de Gold y Pearl revoloteando a su alrededor, Yellow las usó para sopesar con fuerza el consejo dado por la sabia anciana y su Vulpix.

Decidir revelarle al chico que le gusta: "que le gusta", así sin más, era definitivamente una misión que estaba a punto de abandonar apenas lo vio llegar con esa sonrisa que le encantaba de él.

Su aroma varonil le derretía y sus ojos rojos le encandilaban, cualquiera cosa cuerda que quisiera decir era opacado por su corazón latiendo a mil de nervios en estado puro. Pero de algo estaba seguro Yellow.

Esta vez, algo se sentía extraño, tal vez la forma en que él le miraba o lo rojo que estaban sus orejas en este momento.

—¿Lo ve, Campeón? Le dije que su novia estaba aquí —aseveró el infante, ajeno totalmente al perfume de nervios y amor que destilaban los mayores.

Red sonrió apenado, Yellow igual, y asi ambos se vieron a los ojos por unos instantes. —muchas gracias de nuevo, a ambos, me ahorraron mucho tiempo en buscarla —comentó, siguiéndole el juego e incluyendo la ayuda del Wooper que saltaba de un lado a otro entre sus pies.

El niño sonrió apenado, con los mofletes mostrando un inocente rubor.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó Yellow al niño.

Y así Red les admiró a ambos por unos instantes, en donde no interrumpió la breve conversacion entre ellos.

No podía decidir que le gustaba más de la chica, si su forma de ser, dulce y calmada o su forma fiera de batallar, su voz apacible o su gran corazón humano, su sonrisa brillante o la forma en que sus cejas se van hacia arriba cuando sonríe, de seguro sin saberlo.

Tal vez sea todo o tal vez sea lo imperfecto que eran ambos que podían complementarse.

Necesitaba aun conocerla y se daría la tarea en hacerlo, porque quería hacer las cosas bien con ella, poco a poco, paso a paso… anhelaba que se lo permitiese.

—¿ustedes se quieren mucho? —preguntó el niño mirando a la rubia en específico.

Red salió de su burbuja y miró rápidamente a Yellow que le vio por igual. La duda de que responderle al niño afloraba en sus miradas.

Que vergüenza, pensaba la sanadora, esperando que Red no se enojara por el malentendido que al parecer toda la región daba por sentado. —veras… —comenzó a excusarse Yellow.

—¡Tanakaaa! —

—Uy, mi madre me llama — anuncio el pequeño hormigueando en los brazos de Yellow para que le soltara —ha sido un placer, ¡vámonos Wooper, nos perderemos la cena! —

Para el niño fue sencillo, demasiado, a decir verdad, de seguro llegaría a casa, su madre le regañaría un poco, cenarían y más tarde dormiría junto a su wooper olvidándose de la pregunta que había hecho a ambos entrenadores.

En cambio, para aquellos dos adultos a los que dejaba atrás no les sería nada fácil olvidar.

Porque, parados bajo aquel árbol frondoso, con el sol reflejando sus últimos rayos de luz del día color naranja sobre el mundo, apenados ambos en verse y dudosos de si decir algo, para ellos, pululaba en su mente la pregunta y respuesta eterna.

—¿Qué si la/lo quiero? —pensaron ambos para si —…claro que sí. —

—¡auch! ¡caraj-! —Luego del doloroso ardor en su pulgar a causa de un directo ataque por parte de la aguja, Ruby pudo aguantar la salta de insultos que pretendía expresar.

—¿estas bien? —le preguntó Jiki, a su lado parando de accionar la máquina de coser frente a ella.

Ruby asintió, sacándose los lentes —si si, solo… estoy algo distraído. —

—tomate un descanso si quieres —le sugirió Miji, pasando de un extremo de la habitación concentrada en comparar diferentes telas de colores y texturas. —falta poco para que atardezca. —

El ojirojo suspiró, negando levemente y con fuerzas renovadas, volvió a insertar la aguja en la tela, uniendo con puntadas la superficie. —estaré bien —aseguró, dándole vuelta a su maniquí humano para fijarse si las costuras iban rectas.

Blue, el maniquí, le miró con extrañeza. —Ruby~ —Le llamó —¿seguro estas bien? Mas te vale que no me pinches con esa aguja por estar distraído~ —aseguró, cantarinamente escalofriante.

Un sudor frio corrió por la espalda del chico dejando de hacer lo que hacía. —no lo haré, se lo juro —declaró con energía. —además, ¿Qué pasa con sus pechos? Parecen más grande que ayer —se quejó, porque él tenía la medida de todos sus compañeros (no pregunten) y los números respecto a la parte frontal de su senpai parecía aumentar unos centímetros con respecto al día anterior.

—solo haz tu trabajo —le gritó la castaña, levemente sonrojada, dando por zanjado el tema.

Ruby hizo una mueca con la boca, estirando la cinta de medir entre sus manos —bien bien… —

Nadie dijo más.

Las gemelas estilistas siguieron yendo de aquí para allá, clasificando ropa y calzado, debían de preparar 3 cambios de ropa diferente para cada DexHolders, con una paleta de colores que combinasen entre todos pero que no desentonara, que fuese única para cada uno pero que vaya con el estilo individual de cada entrenador.

Un trabajo titánico que las chicas llevaban maquinando desde hace 4 días en secreto, pero con el tiempo a contrareloj y el evento a las puertas de inicio debieron de pedir ayuda pues quedaba muy poco y les faltaba ajustar los trajes a la medida real.

—ya dime que pasa —le susurró Blue, aprovechando que Ruby estaba midiendo su hombro derecho.

El coordinador la miró por unos momentos, sin dejar de trabajar. —¿Qué discutía con Green-senpai? —

Blue hizo una exhalación de indignación —¿me vas a atacar por ese flanco, Ruby? —

Ruby sonrió apenado, su espíritu chismero salió a flote por algunos segundos. —solo tengo curiosidad… es decir, no aparecieron ambos en la mañana, luego los encuentro solos en el Penthouse, luego aceptas venir conmigo y ser mi maniquí, y Green-senpai se autoinvita alegando que le esperará, repito, Es-pe-rar-la. —

—Eso ultimo también me sorprendió a mi —admitió Blue, mirando de soslayo al castaño.

El líder de gimnasio, estaba fuera, en el balcón de la habitación hablando por teléfono con alguien, a juzgar por sus gesticulaciones, parecía bastante enojado.

—cuando los encontré en el Penthouse a solas ¿estaban discutiendo o riendo? No me queda claro —

—un poco de ambas —reveló la chica —¿Qué hay de ti? ¿Qué te tiene tan distraído?

Ruby bajó los hombros —…Me encontré con el profesor Birch hoy —

—¿y? —

—Fue gracioso, pero no gracioso de risa —aseguró, frente la mirada extrañada de Blue. —Sapph no ha podido hablar con él, así que según yo no sabe de nuestra relación, pero en toda la conversación que tuvimos me habló con bastante confianza, más de la normal, me dijo que siempre lo supo, que confiaba en mí, que esperaba que la hiciera feliz y que mi madre se pondría contenta —relató, guardando sus utensilios en su mochila.

—¿Qué eso no es bueno? —

—Si, lo es, no me malentienda —

—¿Qué te preocupa entonces, Ruby?

—no es preocupación, es solo… ¿Cómo lo supo? ¿Cómo se enteró? ¿apenas ayer comenzamos a salir y solo nuestro grupo lo sabía —

Al fin, Blue comprendió a donde quería llegar el ojirojo con la conversación. Se levantó de su lugar soltándose el cabello pues lo tenía recogido en una coleta alta para que el coordinador le tomase las medidas correctas de los hombros con la cinta de medir —Ruby, te ahogas en un vaso de agua —aseguró, sonriéndole levemente mientras se levantaba de su asiento —Birch lo dijo ¿verdad? "Siempre lo supo" —

El coordinador elevó las cejas, sorprendido, porque su mente había confabulado ideas de paparazzis y locos fans merodeándoles, cuando, lo más probable es que Birch los haya visto de la mano con Sapphire en el hotel o en alguno de los ensayos riendo más y peleando menos.

Para el profesor no habría sido difícil sumar 11.

—Bueno, me marcho —anunció, girando a mirar a las gemelas que intentaban no mirar al balcón — gracias por su arduo trabajo —

—muchas gracias a ti por ayudarnos —respondió Jiki, levemente sonrojada, posiblemente por la presencia del líder de gimnasio de Ciudad Verde.

Green, entró a la habitación, cerrando la puerta de cristal y cortando su llamada telefónica. Supuso que si Blue se levantaba es porque ya habían terminado.

—Nos veremos luego, Ruby bebé —aseguró la castaña, caminando a la salida.

El mencionado alzó la mano en despedida a ambos.

Sorpresivamente el castaño de ojos verdes se detuvo frente a Ruby —¿no hicieron desorden ayer? —

—¿En la noche? —preguntó Ruby, recordando que si hubo un pequeño altercado entre Gold y él que comenzó por él mismo y que Red tuvo que solucionar. —No no, no no —repitió, mirando a otro lado.

Green achicó los ojos, mentía. Pero ya luego lo averiguaría. Miró por unos instantes a las gemelas estilistas en un gesto de despedida silencioso para ellas. —nos vemos —fue lo último que le dijo al coordinador.

Fuera de la habitación le esperaba Blue que ya habia llamado al elevador y este abría sus puertas.

Ambos entraron al transporte en silencio apoyándose en la la pared trasera del mismo.

Blue seguía arreglándose el cabello, Green apretaba el boton para ir al lobby.

Luego, el líder de gimnasio giró a mirar a la chica a su lado.

—¿qué? —preguntó Blue sintiéndose observada por el chico a su lado.

—…hace tiempo no te veía con el cabello recogido —

—¿sin contar ayer? —

Green asintió en silencio, sonriendo levemente

Blue notó sus intenciones, y volteó la mirada, a veces, muy a veces, él lograba sonrojarla y este momento fue uno de esos.

—hablé con Daisy —informó el Oak

—¿buenas o malas noticias? —cuestionó, Green suspiró pesadamente. —si me lo preguntas, es tu karma por apostar algo con Red—

—es una mierda —vociferó. —Ella me usó, estoy segura de eso —

Blue volteó a reir, tapando su boca con su diestra. —exactamente por eso me río, cariño —el karma llega, y este parecía ser uno de efecto inmediato para el Oak

La doctora Nui Von Newmann, especialista en la nueva rama de estudio de las bayas y amiga íntima de Daisy Oak estaba interesada en él, o eso le había relatado su hermana hace tiempo ya.

Y como cualquier situación llevadera al romance, Green Oak ignoraría el hecho y seguiría con su vida.

Pero hace un año su querida hermana trajo a su amiga a la casa y casualmente se encontraba él presente por lo que las presentaciones fueron obligatorias.

—…Solo fue una cita —dijo Green, extendiéndole el móvil a su dueña.

—No tienes que explicarme nada —dijo Blue mirándole divertido y tomando el aparato.

Green frunció el ceño, enojado porque eso que tanto se esforzó por callar de la boca de su amigo ahora era conocido por todo Johto.

Si, había hecho mal en revelarle a Blue algo que Red le había dicho solo a él. Lo sabía, lo aceptaba.

Y, de hecho, resultaba gracioso que, siendo él tan callado, fuese, en el fondo, bastante empático en revelar sucesos.

Porque aquella sensación de libertad en su pecho la sintió con Blue cuando hablaba calmadamente con ella sobre todo y nada. Sin prisa, sin demora, sin tapujos.

El elevador llegó al Lobby y ambos avanzaron a la salida entre murmullos —se que me usa para darle publicidad a su nueva investigación, estará buscando nuevos patrocinadores —

—puede que enserio le gustes —comentó Blue, como quien no quiere la cosa logrando sacarle un chasquido de enojo al chico —es guapa, ¿Cuántos años tiene? ¿27? ¿28? —

Sinceramente Blue aun no se decidía como sentirse. Era, de hecho, extraño.

La punzada de celos era profunda, pero a la par, la ternura le embargaba viendo al chico dándole explicaciones sin que ella se lo pidiese. Luego, el enojo le invadía de vuelta, porque recordaba que el chico estaba apostándola en algo que aún no terminaba de entender.

La mescolanza de sentimientos le comenzaba a marear.

—Solo fue una cita sin importancia —seguía hablando el ojiverde. —ni siquiera me interesa ella —

No era para menos, el título de "Pareja de famosos, otro romance más" adornaba el titular, teniendo en el centro una foto de hace un año de aquella cita entre Green y la Dra Nui en un café.

—fue ella, ella llevó esa noticia a la prensa, estoy seguro —seguía maquinando Green.

Odiaba estar en el ojo del Huracán de los chismes.

Fue en ese momento que Blue decidió que se habia burlado demasiado y que debía de aceptar que estaba celosa. Al menos ese era el primer paso, el segundo sería tranquilizarlo.

Aun sin parar de caminar se apresuró a tomar de la mano al castaño, sorprendiéndole.

—No perderé con Nui —vociferó con confianza —ella puede meterse sus bayas por el-

—¡senpais! —

—¡¿Sapphire?! —gritaron ambos, sorprendidos de su abrupta llegada.

La susodicha los miraba con los ojos super abiertos y una carpeta entre las manos. Respiraba agitada —¡¿No han visto a Eibran-sensei?! No lo encuentro —

Blue fue la primera en hablar, o, dicho sea de paso, salir del shock—¿Para qué lo buscas? —

—debo de darle el autógrafo que me pidió —

—¿te pidió un autógrafo tuyo? —preguntó Green, sin comprender aún.

—¿qué? No sempai, es por el juego ¡Necesito el premio! —y dicho aquello siguió corriendo.

—Bien, eso fue extraño —aceptó Blue.

Yudai fue el siguiente en sorprenderlos, agitado y apoyando ambas manos en sus rodillas se detuvo frente al Oldrival —espera… ¡Sapphire!... cuanto corre… esa niña, uf —se quejaba entre bocanadas de aire, totalmente agitado.

—¿Qué quieres con ella? —le preguntó Green frunciendo el ceño.

—Se donde está Eibran ¡Sapphire! —volvió a gritar pero la chica había subido las escaleras hacia el primer piso apurada en su busqueda. —No me digan que pretende subir hasta arriba —

—es lo más probable —respondió Blue con una ceja alzada. —¿Silver? —

El pelirrojo salía del ascensor corriendo hacia ellos —¿¡vieron a Sapphire!? —cuestionó

—las escaleras —señalaron los 3.

El hijo de Giovanni hizo una mueca de dolor y se encaminó al lugar indicado.

—temo preguntar que les mandó a hacer Eibran —comentó Blue sin entender nada.

Yudai se recuperó de a poco, debía de retomar su carrera —los quiero a todos dentro de poco en el área social del piso 15. —gritó perdiéndose escaleras arriba. —¡nada de otra escapada suya hasta ese momento! —

Ambos castaños trataban de entender que acababa de suceder sonrojándose levemente.

—¿Qué está diciendo ese sinvergüenza? —masculló Green algo sonrojado.

Blue decidió que ignoraría lo que había ocurrido los últimos minutos cuando por la entrada del hotel entró un gran grupo, específicamente vio a Platinum, Crystal, Pearl, Emerald, Diamond y Gold reir a viva voz sobre algo entre ellos.

Caminaban relajados, el sol ya daba sus últimos coletazos de luz, pronto la oscuridad se cerniría sobre la tierra.

—Oh, son los senpais —señaló Emerald.

Crystal y Platinum corrieron hacia Blue para abrazarla, diciéndoles que le habían extrañado en todo el día.

—¿se divirtieron? —preguntó la mayor luego de envolverlas en un abrazo.

—oh sí, me siento exhausta —respondió Crystal.

Platinum también asintió —ha sido un día trepidante. —comentó, inmergiendose en una linda platica sobre lo que habían hecho hoy.

—hola G-senpai —saludó Gold sonriéndole a Green.

El ojiverde frunció levemente el ceño —…deja de sonreír, me asustas —

—ah, senpai, no sea así —dijo el criador, golpeando el costado al mayor con el codo de manera jocosa.

Diamond y Pearl también los miraban sin entender, ciertamente la actitud de Gold hacia Green era extraña.

—siento que me he perdido de algo —habló Pearl.

Green chasqueó la lengua inconforme, comprendiendo que lo más probable es que Red le haya hablado al criador sobre su plan de ida nocturna… un momento, eso le recordaba —¿Dónde está el idiota de Red? —

Blue giró a ver a su novio, mirando luego a los menores, exhaló en sorpresa —¿y Yellow? —cuestiónó.

Gold pestañeó varias veces, quieto en su lugar. El recuerdo de las palabras de advertencia de Red rebotó en su mente.

Agarró su cabeza entre sus dos manos, dibujando una expresión de sorpresa. —¡la olvidé en Azalea! —

—¡¿Cómo que la olvidaste en Azalea?! —

—¡Maldición Gold! —vociferó Emerald.

—¡aaaaah! —gritaba Pearl, que sentía que también tenía la culpa.

Diamond corría por todos lados.

—¡Red-Senpai me matará! —seguía gritando Gold —talvez si regreso a buscarla… —dudó de momentos.

—espera espera —trataba de tranquilizar Crystal a los chicos.

Platinum tomó por los hombros a Diamond mientras Emerald pensaba en como el criador era tan idiota en olvidar a alguien de su equipo.

Entre la algarabía alguien bufó ahogando una risa con su mano.

Todos se detuvieron a verle.

Era Green.

Riendo.

Frente a ellos.

—¿Senpai se está riendo? —preguntó incrédulo Rald

Eso era… extraño.

—lo normal, les dije que parecemos el circo del sol —comentó Pearl.

Blue miró al castaño con una ceja alzada, mientras negaba. Para ella, Green habia explotado, es decir, demasiadas emociones altas y bajas había experimentado desde la noche anterior hasta hoy con el periódico. Así que de seguro su mente había cedido. —enloqueciste —le dijo en un suspiro aun con todos formando algarabía alrededor.

Gold se exasperó —no tengo tiempo para esto, ¡ya voy senpai! —

—Espera, no —le detuvo Blue que logró reaccionar a tiempo —Yudai dijo que nos quiere en el piso 15 dentro de poco. —

—¿Pa' que? —cuestionó Gold. Él tenía otros planes como cenar junto a Crys y parecía que nada se le estaba dando, ¿como olvidó a la sanadora?

—No lo sé, Goldi, pero vayan avanzando y nos dicen luego que descubren en el piso 15 —

Diamond no se lo pensó mucho, suspiró en alto avanzando al elevador haciendole caso a las palabras de Blue —ojala sea comida —declaró

Pearl le golpeó en la cabeza —¡no seas tan despreocupado! —

—pero hablamos de Yellow-senpai —

Blue sonrió — ella sabe cuidarse —afirmó empujando levemente a las menores en dirección al elevador. No muy convencidas estas le hicieron caso —hablaremos dentro de poco de todo, no se preocupen —

Emerald siguió a las chicas, los de Sinnoh ya le esperaban en el ascensor, entraron juntos sin armar mucho alboroto.

Para ese momento Green ya habia recuperado la compostura –Ese tonto... ¿Cómo pudo olvidar a Yellow? —

Ambos chicos de Kanto volvieron a quedarse solos, en una esquina del lobby. Blue llamaba a Red por su teléfono móvil pero este no le contestaba.

Blue giró su cuerpo hacia el ojiverde, este le imitó de inmediato —desconocía que sabias "reir" —le susurró.

Green le devolvió la mirada, con las manos en su bolsillo tomando en burla sus palabras —si, si se reir —afirmó de la misma manera que ella.

—¿si? —preguntó la castaña, esta vez con coquetería.

—ujum —respondió el chico, paseando su mirada entre los ojos azules de la chica y sus labios tentadores.

—¡Eibran-sensei! —

Los dos castaños cerraron los ojos a la par, buscando paz interna. Reconocieron la voz de Sapphire saliendo del ascensor principal.

Tras ella Ruby y más atrás Gold y Platinum.

Los cuatro gritaban mil cosas que resultaba difícil reconocer quien decía quién.

—son como niños —afirmó Green yendo hacia el tumulto que se habia formado.

—Sapphire basta de correr, de seguro Eibran ni siquiera esté en el hotel. —propuso Ruby, alegrándose que su novia se hubiera detenido en el lobby al ver a Blue y Green en él. —Senpai, dígaselo —

Blue asintió —tranquilicémonos todo —pidió la castaña llegando al lugar, todos gritaban a la par sin entenderse unos a otros.

—¡hagan silencio! —demandó Green con el ceño fruncido.

Todos callaron su algarabía al instante menos Gold que siguió gritando escuchándose el final de su queja.

—¡y me robó mi bici! —gritó

Ruby frunció el ceño inmediatamente, identificando que esa piedra era con él —¡Pero si fuiste tú el que me robó la bici en Azalea! Diamond diles... ¿Dia? —

—se quedó comiendo —aseguró Platinum con calma.

—no tengo tiempo para esto. ¡Eibran-senseeeeei! —sin que nadie pudiera detenerla, Sapphire reanudó su trote hacia la salida del hotel.

Ruby gritó para detenerla, iba hacia ella cuando Blue le detuvo con una mano.

—yo iré —aseguró. —nadie más se aleje, Green, cariño, arregla el asunto de las bicis de los niños —

El tono burlón meloso con el que ella habló hizo sonrojar al castaño, lastimosamente Blue no pudo ser testigo de ello.

Los menores le miraron con asombro, su senpai normalmente era de piedra, habían sido testigos a lo largo de la semana y de anteriores veces a esta reunión del como Blue le coqueteaba con descaro y él la alejaba o ignoraba.

Esto, ciertamente, era una raya en el cielo.

Gold silbó largamente en asombro –parece que el camión golpeo a su puerta -

—no no, dudo mucho que así vaya el dicho, Gold —Afirmó Ruby obviando el honorifico de respeto. Luego giraría a ver a Green —pero ¿y lo de Nui? Con la que dicen que sale —cuestionó. Era peligroso, pero al hablar con Blue-senpai no pudo sacarle información, su siguiente jugada era ver si el otro involucrado hablase.

Platinum se tapó la boca con ambas manos de la impresión, los varones giraron a verle con una ceja alzada —¿Se refiere a la Dr Nui Von Newmann? —para ella ese nombre era unico, solo existia una en el mundo.

—¿Quién? —preguntó Gold sin entender.

Green chasqueó la lengua, lo que le faltaba.

—la bayologa —respondió la heredera, como si con ello se explicase todo.

El criador se rascó la cabeza —¿bayo-qué? ¿eso si acaso existe? —

—es una ciencia nueva —afirmó la heredera con su porte elegante de siempre – busca investigar las propiedades a la máxima potencia de las bayas para el bienestar de los pokemons, la doctora Nui llevó a cabo la demostración de la imposibilidad de la resolución de las ecuaciones de quinto grado en la familia de las bayas —

Ruby abrió los ojos en asombro, si eso existía, sonaba complicado y fascinante.

Gold, en cambio, asentía a cada palabra con el ceño fruncido en confusión, no entendía nada, pero algo que si recordaba era el nombre: "Nui", por ello giró a mirar a Green con incredulidad al terminar de escuchar la explicación —¿te tiraste a esa tipa? —

El Oak apretó los labios, podía esperar cualquier cosa irreverente de parte del criador pero hoy parecía lucirse en ello, por ello negó levemente, mientras simulaba darle una cachetada cómica del revez al criador con el dorsal de su mano diestra.

—basta de esto —detuvo Green con voz monotona —diganme lo de su bici —

—¿usted la conoce, senpai? ¿Puede presentármela? —siguió cuestionando Platinum.

—escuché que es mayor que usted por 7 años —dijo Ruby mirando a los menores, parecía que, efectivamente, tendría que presionar al mayor para hablar.

—se le va a juntar el ganad- ¡ah! —una segunda cachetada, esta vez dada con algo leve de fuerza, le hizo detener su verborrea. Gold no dejaba de reír porque comprendió que ese tema era el punto débil del ojiverde. —vale, ya paro senpai. —

Green no tenía idea de qué tenía planeado para esa noche Yudai, pero sentía que sería una noche larga si no resolvía ese asunto de Nui. Carajo, ¿por qué todo se complicaba cuando ya todo parecía ir más o menos bien con Blue?