Capítulo 13: ¡Estalla! ¡Comienza el enfrentamiento en la fortaleza nevada!
Disclaimer: Los siguientes personajes (de Megaman, Queen's Blade, Sora No Otoshimono y Saint Seiya) pertenecen únicamente a sus respectivos dueños.
—¿Puedes ver algo? —preguntó X a Axl, que se encontraba con un visor térmico.
—Detecto señales muy débiles de calor —seguía mirando por los binoculares el hunter de cabello naranja— Tienen un buen dispositivo de camuflaje.
—Es raro que todavía no hayan salido a atacarnos —decía Leina, observando la muralla que se extendía no muy lejos de donde estaban— Digo, somos un gran grupo.
—Seguramente están esperando a que avancemos —Shiryu miraba en la misma dirección.
—Pues vamos, hay que darles lo que quieren —dijo confiado Sirius avanzando hacia la fortaleza.
Jackie observó unos segundos el terreno, había algo raro ahí.
—¡Cuidado Sirius! —Jackie saltó hacia la dirección de su amigo, dándose cuenta de que emergieron de la nieve dos torretas automáticas, que abrieron fuego inmediatamente.
Para sorpresa de todos, cuando el joven del sombrero se interpuso en la trayectoria, con un solo golpe de su puño devolvió los disparos laser.
—Increíble, logró repeler los disparos y destruir las torretas con un solo golpe —decía asombrado Sirius— Gracias, Jackie.
—No hay de que —se acomodó el sombrero el chico de ojos amarillos, sonriendo.
—Lo hubieras dejado morir. Eso le paso por torpe y engreído —dijo con algo de frialdad Lucas.
—¡Cállate! —el joven de bronce iba a comenzar una pelea con su primo, pero Jackie los detuvo antes de eso.
El grupo entero caminó con mucha cautela unos pocos minutos, hasta que se detuvieron a escasos metros de la muralla.
—Los esperábamos —rio una voz conocida para todos. Se trataba de Seg, ubicado encima de la muralla en cuclillas.
—Je, parece que vino el comité de bienvenida —decía Jackie, viendo como detrás de Seg aparecían los soldados del ejército de Berlion.
—Solo son simple chatarra —dijo poniéndose en posición de combate Sirius.
—Te equivocas, soquete de bronce, ahora son más fuertes que antes, y añadimos otra variante para volver entretenido este encuentro —replicó, Seg parándose erguido.
—No me digas que usaran los… —la sorpresa en el rostro de Jackie era evidente.
—Sí, los prototipos biológicos. Aunque no sean más de cien, serán suficientes —el albino bajó de un salto, al igual que parte del ejército que se encontraba arriba del muro.
—Recuerden el plan, pase lo que pase —les indicó Saga con actitud seria, mientras veía salir al imponente ejército por una puerta que apareció en la muralla.
—¡Ahora! —exclamó Seiya apenas la puerta se abrió por completo. Al instante, Saga aturdió a los enemigos con su Explosión de Galaxias, destruyendo a varios en el proceso, para permitir que sus compañeros ingresaran a la base.
—¡Maldición, tenían un plan! —decía Seg, tratando de detener a los que se infiltraron, pero Ikaros se interpuso junto con Aioria, Mascara de la Muerte y Afrodita.
En el grupo que ingresó se encontraban algunos de los caballeros atenienses: los cinco de bronce, Shura, Camus, Dokho, Shaka, Milo, así como Lucas y Sirius. De las guerreras del Queen's Blade y Queen's Gate: Leina, Risty, Elina, Annelotte, Sigui, Izumi, Jean, Maron, Cute y Tomoe. Mientras que X, Zero, Astraea, Nymph y Jackie completaban la formación de avance.
—Torpes, primero los matare a ustedes y luego iré por sus amigos —reía confiado el albino—aunque, pensándolo bien, Vane y los demás se encargaran antes de que llegue.
—Eso lo veremos —retrucó desafiante Aioria.
—Formaras parte de mi colección —añadió confiado Mascara de la Muerte— ¡Ondas Infernales!
—Fallaste —Seg, haciendo alarde de su velocidad, apareció detrás del dorado de Cáncer, dándole una fuerte patada en las costillas— ¡Atomic Blast! —atacó a los demás, pero Aioria se interpuso con su Relámpago de Voltaje.
—Es más rápido de lo que creía —pensaba en voz alta Afrodita, ya distanciado del oponente.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó el de Leo a Mascara de la Muerte, que se levantaba luego del golpe.
—Claro, no fue nada, solo me tomó desprevenido —contestó el caballero de la cuarta casa, poniéndose en posición de combate.
—¡Escuchen! ¡Solo si atacamos juntos podremos vencer al enemigo! —dijo Aioria a sus compañeros, consciente de que poco servía el honor de una pelea 1 vs 1 en tal contexto.
—¿En serio crees que esa táctica servirá? —se burló Seg , viendo fijamente al caballero dorado de Leo.
—¡Vamos! —exclamó el griego— ¡Plasma Relámpago!
—¡Ondas Infernales! —atacó igualmente Mascara de la Muerte.
—¡Rosa Piraña! —lanzó sus peligrosas rosas de color negro Afrodita.
—¡Artemis! —se unió al ataque Ikaros.
—¡Atomic Panel! —Seg levantó su brazo derecho, haciendo aparecer la barrera— ¿Es todo lo que tienen? —cuestionó socarronamente el albino, no obstante, antes de que pudiera reaccionar, recibió un golpe en la espalda.
—Sorpresa —rio levemente Mascara de la Muerte que, con su gran velocidad, apareció por detrás para asestarle ese golpe al albino, devolviéndole la humillación previa.
—¡Me las pagaras! —exclamó con notable enojo el joven de ojos rojos, entrando en un intercambio de golpes con el siciliano.
—¿Es toda tu velocidad? —preguntó burlonamente el oriundo de Italia.
—De echo… —en el rostro de Seg se dibujó una sonrisa— Estoy peleando a el 30% de mi capacidad.
—Demuéstralo —dijo incrédulo el caballero dorado, pero empezó a sentir el aumento de la velocidad al igual que la fuerza en los golpes del experimento biológico, y como comenzaba a superarlo.
—No debiste haberte confiado —el albino apareció rápidamente atrás del caballero de Cáncer, golpeándolo con una ráfaga de energía.
—¡Rayos! ¡Sabía que había algo mal! —Aioria se interpuso antes de que el platinado arremetiera contra el caballero de la cuarta casa— ¡Ahora pelearas conmigo!
—¡Estúpido, yo… todavía puedo pelear! —decía con dificultad tratando de levantarse el siciliano.
—Cállate, es obvio que tu solo no puedes enfrentar a un rival en esas condiciones —dijo más serio el de Leo.
—Bah, has lo que quieras —dijo Mascara de la Muerte obedeciendo a su compañero, aunque le dolía en el interior su orgullo.
—Bueno, ¿Ya terminaron con su discusión? —se impacientaba el albino.
—Por supuesto ¡A pelear! —asintió Aioria y ambos se lanzaron en un intercambio de golpes a velocidad luz.
—Te felicito, eres… diferente a tu compañero —decía con una leve sonrisa el de chaqueta— Pero todavía te falta… ¡Atomic Blast!
—¡Relámpago de Voltaje! —el dorado de Leo uso su técnica justo a tiempo para confrontar el ataque de Seg.
Las dos técnicas chocaron, generando una gran explosión. Apenas la nube se dispersó, se escuchaban ya los sonidos de los golpes de los contrincantes.
—¿No deberíamos ayudarlo? —preguntó Aldebarán, mientras dejaba fuera de combate a varios de los soldados.
—No, debemos dejar pelear a Aioria y los demás por su cuenta —respondió Saga.
—Es cierto, será mejor no interrumpir su combate —agregó Mu, volteándose a ver a la siguiente ola de enemigos— Mientras tanto, tenemos otros problemas de que ocuparnos —comentó, viendo que se aproximaban los prototipos biológicos que Seg y Jackie habían mencionado.
—Creo que esto se pondrá interesante —dijo el caballeo de Tauro de frente a los oponentes.
—¡Plasma Relámpago! —Aioria lanzó su mejor técnica, logrando golpear de lleno a Seg.
—Je, eres mejor de lo que pensaba —rio el hombre de cabello blanco, levantándose con algo de dificultad y con heridas leves.
— "A este paso no voy a durar mucho, tengo que buscar una manera de hacerle un daño crítico" —pensaba el caballero dorado de la quinta casa, antes de lanzarse contra el enemigo.
—¿Ahora por dónde vamos? —se preguntó Seiya, que se encontraba junto con los demás dentro de la fortaleza, en una especie de plaza principal rodeada por cuatro grandes edificios.
—Creo que lo mejor será dividirnos, uno de estos edificios debe conducirnos a donde se encuentra Berlion —sugirió Jackie mirando a su alrededor.
—¿Y cómo sabes que nos llevaran directo a él? —preguntó Milo.
—Uno de estos cuarteles contiene una puerta dimensional que lleva directamente a la verdadera base de Berlion —dijo serio el chico de traje.
—¿Su verdadera base? —preguntaron todos menos X, Dokho y Leina, que habían recibido la información antes.
—Sí, esta solo contiene la entrada a la base espacial —explicó señalando el cielo Jackie.
—Y yo que estaba harto de los transportes dimensionales —dijo en voz baja Sirius mientras miraba los edificios cercanos.
—De acuerdo, entonces haremos lo que Jackie propone —dijo Leina con determinación, pero luego miró hacia su alrededor— ¿Dónde está Elina?
—No lo sé, pero mi hermano Ikki tampoco está —agregó Shun.
—Ellos se separaron de nosotros apenas entramos, parece que Fénix y su aprendiz decidieron ir por su cuenta —les dijo Shaka.
—Je, típico de Ikki —rio levemente Seiya, recordando el carácter del Fénix— Bien, será mejor que nosotros nos dividamos.
Todos asintieron afirmativamente y se organizaron en cuatro grupos, repartiéndose los edificios. En el primero estaban: Seiya, Leina, Annelotte, Maron, Risty, Shaka y X; En el segundo: Dokho, Shiryu, Jean, Cute, Sirius y Tomoe; En el tercero: Camus, Hyoga, Izumi, Lucas, Sigui y Shura; En el cuarto: Astraea, Jackie, Milo, Nymph, Shun y Zero.
Aioria comenzaba a perder terreno a medida que se extendía el combate y Seg aprovechaba cada minúsculo error para lastimar al caballero de oro, sin que sus compañeros pudieran ayudarlo demasiado.
—¡Relámpago de Voltaje! —exclamó Aioria, lanzando el poderoso ataque.
—¡Te tengo! —rio por lo bajo Seg, que esquivó el ataque y estaba dispuesto a golpear al guerrero dorado— ¡Muere! ¡Atomic…! —pero, para su sorpresa, fue detenido a centímetros de su rival por varias ataduras que parecían ser vendas de color oscuro.
—¿¡Eh!? —Aioria se sorprendió al haberse salvado del ataque que podría haberlo matado y buscaba con la vista a quien había hecho tal acción.
—Que descuidado… caballero dorado… —se trataba de Katja, quien había retenido al albino por las habilidades de Anastasia.
—Tu… —el griego miro con un leve desprecio a la chica. Tal vez ella le había salvado, pero seguía disgustándole su actitud.
—¿Quién eres mocosa? —preguntó Seg, tratando de liberarse de las ataduras.
—Ekaterina Kurae, creo que tienes derecho a saber mi nombre —contestó la rubia completamente confiada.
—Hmp, eso es todo, ya se el nombre de mi víctima —sonrió el albino.
—Eso lo veremos —dijo mostrando algo de seriedad en su rostro la niña. Pronto añadió más presión en las ataduras, pero, para su asombro, Seg se liberó y rápidamente se encontraba a unos centímetros de ella.
—Sorpresa —dijo Seg lanzando un golpe del que Katja se salvó por centímetros y gracias a Anastasia.
—¡Mama! —Ekaterina ordenó al androide que atacara. Sin embargo, el albino solo necesitó una ráfaga de energía para apartar a la marioneta del camino dejando a Katja y Hana indefensas.
—¡Atomic Blast! —lanzó su ataque el muchacho de cabello platinado. Se escuchó un grito de dolor, aunque no provenía ni de Ekaterina ni de su 'Maria', sino de Aioria, que se interpuso para que ambas no recibieran daños.
—Tonto… ¿Para qué me protegiste? —dijo Katja, aparentando no darle importancia a la acción león dorado.
—Sabes… me caes fatal, pero es mi deber proteger a mis camaradas —dijo antes de quedar semiinconsciente el caballero.
—Vaya, que sentimentalismo… —dijo burlonamente el albino de chaqueta atacando nuevamente— ¡Mueran de una vez!
—¡Rosa Sangrienta! —se escuchó la voz de Afrodita y, en tan solo un parpadeo, una rosa blanca se encontraba clavada en el pecho de Seg.
—¿Qué es esto? —Seg trato de quitarse la rosa.
—Es inútil, ya absorbiste la fragancia de mi rosa, empezaras a sentir que tu cuerpo no se mueve como tú desearías que lo hiciera. Tu mente se nublará y esa rosa absorberá toda tu sangre mientras florece y se torna en rojo carmesí —explicó aproximándose el caballero de Piscis.
—Maldito —trató de avanzar unos pasos el albino, pero la rosa ya había hecho efecto.
—¡Rápido! ¡Debemos ir a ayudar a los otros! —ordenó Afrodita, dándole la espalda a su oponente— Pero… ¿Qué es eso? —se detuvo al igual que los demás y se volteó hacia su rival.
—¡La pelea no termina basuras! —increíblemente, el experimento biológico comenzó a expulsar una energía tremenda y logro evaporar la flor.
—¡Imposible! ¡Logro destruir mi rosa! —quedó sorprendido el sueco.
—¿Creíste que con esa insignificante florecita podías matarme? —dijo con una mirada demencial el de chaqueta— ¡Prepárense! ¡Ahora sí usare mi verdadera fuerza y me encargare de enviarlos al otro mundo! —dijo antes de ponerse en posición de combate, mientras que crecía la desesperación en sus oponentes.
