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Llegamos al puesto.

—¡Maldición, _! Tenía bastante que no me dabas una visita —exclamó un contento Chibita, lleno de emoción.
—Sí, lo sé, la verdad se me dificulta venir seguido. Ya sabes, Chibita; estudios, trabajo, y montones de problemas personales… ¡Es mucho para mí, ja, ja! Pero, ¡de verdad quería venir a saludar y probar una vez más el mejor oden de la galaxia! Y bueno, aquí me tienes. —Le di un sorbo a mi vaso con cerveza ligera. Estaba feliz de que estuviéramos todos juntos de nuevo.
—¡SIN EMBARGO…! —Chibita alzó la voz, dirigiendo una furiosa mirada a los seis hermanos mientras señalaba especialmente al mayor con su dedo índice, acusadoramente.
—¡Chibita! ¡Querido Chibita! —Osomatsu interfirió—. ¡Deja que te lo explique!

Chibita estaba a punto de despotricar y acusar a los chicos cuando decidí interferir.

—¡Está bien, Chibita! —dije alzando mis manos, intentando proteger a Osomatsu—. ¡Venía preparada para esto! No tendrás que preocuparte por el dinero esta vez. Déjamelo a mí.
Mi mirada de preocupación probablemente le tentó el corazón, pues no dijo nada más. Su furibundo rostro cambió a uno más neutro y sin decir nada siguió cocinando.
Los sextillizos suspiraron con alivio al mismo tiempo.

Luego de un rato de que yo estuviese intercambiando palabras con el cocinero, los chicos permanecían callados. Había tres de ellos a mi lado izquierdo y tres a mi lado derecho. Parecía que no tenían intenciones de hablar. Se tornaba incómodo.

—Por cierto, ¡ese atuendo te va bien! —me dijo Chibita.
—Gracias.

Y creo que conocía exactamente la razón del por qué existía esa incomodidad.

[ ….. ]

—Bien, ya que nos decidimos por ir con Chibita, tendremos que cambiarnos. No habrá tiempo para regresar por nuestros disfraces… Así que iré a cambiarme. —Sin esperar la respuesta de ninguno me encerré en el baño. Conocía cada rincón de la casa desde pequeña.

Me coloqué unas mallas color negro hasta los muslos para dejar al descubierto una parte de mi piel. Me puse un vestido negro considerablemente corto que se asemejaba mucho a un corsé; tenía una esponjita redonda simulando la colita de un conejo, y, finalmente, mi cabello permaneció suelto, únicamente adornado con una diadema con orejas de conejo, también negras. Para terminar, coloqué un poco de maquillaje en mi rostro y cepillé mi cabello rápidamente.

El atuendo era perfecto, hacía resaltar el tono de mi piel. Los tacones que estaba usando resaltaban muy bien con las mallas, eran brillantes, finos e impecables.

Sin embargo, pude notar un problema. Al verme en el espejo pude notar que, el atuendo se veía mucho más provocativo en mí que en la modelo que aparecía en la imagen del empaquetado. El corsé tenía un escote algo provocativo. Sabía que a los chicos les sangraría la nariz o algo por el estilo, y me moriría de la vergüenza. No había otra opción, debía ser así.
Cuando terminé de vestirme salí del baño. Estaba arrepentida del atuendo que llevaba aquella noche en cierta parte, aunque a mí por lo que respectaba, me encantaba. Solo temía por las reacciones de los chicos.

Cuando llegué a la habitación de todos seguía cubriéndome con un saco para no sentirme muy expuesta, e intentando sonar de lo más casual posible dije:

—¿Ya se cambiaron, chicos?

Habían pasado solo unos minutos a mi percepción, pero lo cierto es que había trascurrido el tiempo suficiente como para que cada uno de ellos se vistiera correctamente de lo que le tocaba interpretar aquella noche de Halloween.

—¡Sí, _! Ya casi estamos lis… —Choromatsu calló. "Listos" se hizo sonar en mi consciencia en un intento por terminar su frase y únicamente nos miramos a los ojos.

«Quiero pensar que él está viéndome a los ojos y no a otra parte».

—¡Wooh! Pero qué guapa estás, _. No tenía idea de que fueses tan… linda. Al menos creía que era imposible que lo fueses todavía más de lo usual —dijo Osomatsu sonrojándose con fuerza y frotando su nariz con su índice. Me di cuenta de que me escudriñó de pies a cabeza. Toda todita.
—G-Gracias, Osomatsu-kun. Aunque siento que me veo rara…
—¡PARA NADA! —interfirió Jyushimatsu con sus mejillas rosadas y una enorme sonrisa, afirmando una y otra vez que me veía hermosa.
—¡Mhm! Tal y como dicen mis brothers, te ves encantadora, _. —Afirmó Karamatsu.

Karamatsu hablaba de una manera tan cautivadora y amena que me hacía sentir como hechizada. Asentí, aceptando sus halagos y me sonrojé.
Choromatsu seguía sin decir nada, pues se venía demasiado apenado y ensimismado como para poder responder. Ichimatsu por su parte me miraba de reojo de vez en cuando y fingía desinterés, evidentemente. Al igual que el resto, tenía la cara colorada. Quien se lo llevó más con calma fue Todomatsu, que enseguida me dijo:

—¡Wah! Te ves increíble, _. Con o sin maquillaje, ropa elegante o casual, con el pelo suelto o bien peinado, sea lo que sea… ¡tú siempre te ves preciosa! Vamos, ven. ¡Tomémonos una foto juntos!

«¿Más fotos?», pensé. Me daba algo de pena puesto que yo ponía la misma cara en todas. Accedí de todas formas.

—¡Oh, Choromatsu-kun! —dije con desconcierto—. ¡Te sangra la nariz!

Estando ahí y recordar todo lo que había pasado una hora antes me hacía sentir apenada. No tuve el valor de quitarme el saco de encima por un buen tiempo para al menos cubrirme un poco. De cualquier forma, ya iba siendo hora de mostrarme tal y como debía ser, y a la vez divertirme un poco. «¡Para eso es que estoy aquí!», me dije.

—Oigan. —Traté de llamar su atención. Lo logré—. ¿Deberíamos ir ya a pedir dulces? Se hará tarde. —Les dediqué una sonrisa.
—Tu propuesta es aceptada por mí, querida —dijo Karamatsu.
—Creo que por todos… —respondió Choromatsu a la vez que se levantaba de su asiento—. ¿Nos vamos?
—Sí, sí, sí. ¡Ya vámonos! —Jyushimatsu gritó muy inquieto.

Chibita nos miraba a todos con huroneo. Con media sonrisa y ojos entornados, nos dijo:
—¿Pidiendo dulces todavía con esa edad?
—¡DÉJANOS EN PAZ, CHIBITA! —exclamó Osomatsu.
—¡Calma, maldición! Yo solo digo.
—¡Pues no digas, enano!
—¡¿Cómo me dijiste, bastardo?!
—Está bien, Chibita. —Me interpuse entre ambos, de nuevo—. Ya sabes lo que dicen… Siempre se sigue siendo niño en el interior —dije—. Yo disfruto mucho con estas cosas y estoy segura de que ellos igual.
Osomatsu me miró con detenimiento; su furia se fue.
—¡Ja! A eso me refiero, maldita sea. Estos tipos y tú se parecen mucho en varios aspectos, por eso siguen siendo amigos después de tanto. En fin, que tengan una buena noche, bola de inútiles y _.

Todos se levantaron de sus asientos y se pusieron justo detrás de mí. Ninguno movió ni un solo musculo como intento de pagar la cuenta. «¿Tendré que pagar la comida de siete? Esto es casi mi sueldo de toda la semana». Sin más remedio saqué dinero de mi bolso, haciendo el conteo lo más rápido que sabía hacerlo. Choromatsu estaba a un lado mío. Al parecer era el único que al menos se apenaba por el hecho de que una chica pagara por su comida. Con eso fue suficiente para que no me sintiera tan abatida. Ofreció algo de su dinero, pero le dije que estaba bien, que lo dejara así. No nos veíamos todos los días después de todo… Yo podía pagarlo.

—Bueno, Chibita. Fue muy agradable volver a verte y probar una vez más tu Oden. Aquí está la cuenta de todos, ¡hasta luego! —Dejé el dinero sobre la barra, donde momentos antes estábamos comiendo. Le sonreí antes de irme y él a mí. Me dolía saber que no lo volvería a ver en un tiempo considerable.

Nos fuimos de allí.

Los disfraces hacían que los chicos se vieran realmente bien. Osomatsu llevaba ropa común, sin embargo, le había agregado unos pequeños cuernos de plástico a su cabeza, además de vestir una cola y unas alas color rojo parecidas a las de un murciélago. También llevaba puestos unos colmillos de plástico que él juraba que no le incomodaban. Era el atuendo perfecto para aparentar ser un demonio. ¡Aunque en mi opinión, ya tenía la personalidad de uno!

Choromatsu por su parte se había decidido por el disfraz de un hechicero. El sombrero le daba un toque siniestro y a la vez divertido, lo cual me pareció muy atractivo. "Quizá debí vestirme como una bruja y hacer una perfecta pareja con él", pensé. La capa larga que lleva junto a la túnica le quedan de maravilla, pues denota algo de elegancia e imponencia, justo como creo que es el tercer hermano en el fondo tras su faceta de muchacho tímido y correcto. Incluso me doy cuenta de que para darle un toque a su disfraz lleva unas pulseras de plata que se ven muy bien… Es el momento en el que pienso que, después de todo, Karamatsu no es el último en moda.

Y en cuanto a Karamatsu, él vestía de vampiro. Gran parte del tiempo es doloroso verlo, pero esta vez fue un tanto diferente. Su vestuario parecía más un traje que un disfraz, zapatos de piel estilo botas. Al caminar, el sonido de la goma de la suela del calzado hacía un sonido que llamaba la atención. Llevaba también unos colmillos como Osomatsu, sin embargo, carecía de cuernos, cola y alas, por lo que había bastante diferencia entre ellos. Usaba una capa delgada de doble cara, color rojo en el interior y negro por fuera. Además, iba con traje negro, parecido al traje que suele usar todo varón el día de su casamiento.
Juntar todo aquello con su mirada profunda y sus gruesas cejas hacía que luciera más atractivo de lo usual. ¡Qué sexy!

Ichimatsu quizá fue el único que siguió la tradición de llevar un disfraz verdaderamente terrorífico. Iba con una máscara blanca con pequeños agujeros que solo dejaban ver sus ojos vagamente, además de un delantal con pintura roja aparentando ser sangre, y aunque no fuera parte del disfraz, el hecho de que tuviera su cabello negro y desordenado lo hacía parecer un vestuario muy elaborado. Todo aquello sumándole su siniestra mirada de siempre le daba un toque especial. Era como si fuese el auténtico rey del Halloween con aquel disfraz de Jason Voorhees. Hasta sentí algo de envidia comparando mi disfraz con el suyo.

¡El disfraz de Jyushimatsu fue probablemente uno de mis favoritos! Llevaba puesta una camisa amarilla a cuadros de manga larga y abotonada con un overol de mezclilla y unas botas cortas. Usaba un sombrero lleno de paja falsa y llevaba algo de maquillaje para aparentar mucho mejor el hecho de ser un espantapájaros. ¡Jyushi es realmente tierno!

No esperaba menos de Totty. La apariencia de príncipe le quedaba como anillo al dedo. Vestía con un traje rosa. Su atuendo no era afeminado en lo absoluto, ¡menos mal o me estaría robando atención! La ropa hacía que resaltara su blanco tono de piel y sus mejillas rosadas le daban un toque tierno. Llevaba zapatos aperlados y usaba una capa un poco más corta que la que llevaba su segundo y tercer hermano, también de color rosa. Las hombreras del traje y el pañuelo del pecho le daban un toque elegante y atractivo. Aunque solía ser un chico delicado, su lado varonil se hacía destacar con el atuendo que llevaba aquella noche.

Me recuerda a aquellos días cuando solíamos jugar a que teníamos una banda con temática de príncipes y princesas (únicamente yo, ja, ja) y diseñábamos nuestros propios trajes al pintar todos juntos con crayones.
Ahora que lo pienso, ¿cómo solía llamarse nuestra banda? Ah, sí. ¡F7!