—¿A dónde deberíamos ir primero? —pregunté para que todos opinaran y pudiéramos tomar una decisión justa.
—¡Vayamos con Dekapan! —dijeron todos al unísono.

Al oírlos no pude evitar pensar en que todos habían planeado esto desde ayer.

—B-Bien, vayamos…

Quería un tema amplio de conversación, pero ni ellos ni yo éramos capaces de comenzar a hablar. Empezaba a ser incómodo… No nos veíamos todos los días, así que en cada reencuentro hablábamos sin parar, pero por alguna razón, el día de hoy ha sido diferente.

Llegamos a la casa de Dekapan (o quizá es solamente su laboratorio). Osomatsu tocó el timbre e inmediatamente la puerta fue abierta. No pude evitar soltar aire por la nariz al intentar no reírme, pues grande fue mi sorpresa cuando pude ver que Dekapan estaba vestido de sirvienta. «Supongo que ir con un vestido de maid le puede ir bien a muchos», pensé. Para los sextillizos fue muy normal.

Cuando la puerta se abrió un poco más pude ver a Dayon detrás suyo con ropa exactamente igual. «¿Qué demonios? ¡Esto es muy gracioso!»

Cada uno de nosotros tenía una calabaza de plástico en sus manos para ahí acumular los dulces que nos dieran durante la noche.

—Oh, los sextillizos han tocado a nuestra puerta —dijo Dekapan. Me daba la impresión de que éramos los primeros en llegar con él en toda la noche. Se veía lleno de energía.

Dayon le pasaba los dulces para que pudiera dárnoslos.

—Osomatsu, Karamatsu, Choromatsu, Ichi… —No terminó de hablar. Iba de uno en uno, y al llegar hasta mí finalmente se dio cuenta de mi presencia. Se quedó un poco confundido—. ¡Hoe! ¡Pero si eres tú, _! Hoe, has cambiado mucho desde la última vez que te vi. ¡Por suerte te reconozco!

—Je, je, je. Sí, vine de visita después de tanto tiempo.

—Dayon —soltó Dayon.

—Hoe, hoe. Qué lástima que ya no estás mucho por aquí. Extrañaba verte a ti y a los sextillizos jugando y persiguiéndose mientras gritaban por toda la calle.

Cuando Dekapan hizo mención de aquello bajé la mirada y recordé con nostalgia lo que dijo. Yo también extrañaba hacer esas cosas con ellos. El amor que sentí por los chicos cuando apenas éramos unos niños fue algo que estuvo mucho tiempo calentando mi corazón. Recordarlo fue algo… doloroso. Quizá la unión de aquellos días había cambiado. Ya no nos estábamos llevando tan bien, quizá.

—Es verdad... Pero, bueno —extendí mi calabaza de plástico—, dulce o truco.

Mi pequeña calabaza de plástico fue llenándose de a poco, justo como las calabazas de los chicos. ¡Me dieron bastantes dulces!

—Ichimatsu, Jyushimatsu, Todomatsu —siguió mencionando sus nombres al mismo tiempo que les daba a los chicos—. ¡Por cierto, que buenos disfraces!
—¡Gracias! —contestaron casi todos al mismo tiempo. Ichimatsu fue la excepción, que hizo una reverencia ante el cumplido.
—Lo mismo podemos decir de ti —dijo Osomatsu sarcásticamente.
—¡Gracias! —respondió sin darse cuenta de la burla del otro.

Los chicos se reían entre ellos, burlándose "secretamente". Estuve a punto de reñirles, pero, maldición, ¡de verdad era gracioso!

Al terminar por fin de repartir los dulces nos despedimos y nos fuimos de allí.

—¡Wah! —gritó Osomatsu.
—Oye! —exclamó Karamatsu.
—¿Pero, qué…? —preguntó Ichimatsu a medias con su rostro indiferente pero un poco asustado.
—¡¿Qué?! ¡Esto es injusto! —dijo Todomatsu haciendo una expresión de enojo que me pareció tierna.
—¿E-Eh? ¿Qué pasa? ¡No me miren así! —Dije al darme cuenta de que todos se giraban hacia mí al mismo tiempo, clavándome sus ojos ámbar. De verdad no comprendía la situación.

Jyushimatsu se encontraba llorando y sonriendo al mismo tiempo con la boca abierta y sin hacer ningún tipo de sonido. Sentí escalofríos.

—¡De verdad son tan infantiles! Ustedes de verdad… ¡qué pena! —exclamó Choromatsu restándole importancia a las acciones de sus hermanos. El resto de chicos hacía demasiado alboroto con su característico tono de preocupación, a diferencia del tercer hermano. Choromatsu tenía un sonrojo de un tono muy bajito en su rostro.

—¿Qué fue… lo que hice? —le pregunté al tercero.
—Lo que pasa es que Dekapan te dio más dulces a ti que a ellos —respondió con una de sus manos en el rostro, intentando soportar la vergüenza que sus hermanos provocaban en él.

Me quedé callada unos segundos con una expresión que solo podría describirla como Poker Face. No pude contenerme y me solté a reír.

—¡Ja, ja, ja, ja,!

Los chicos me miraban apenados y al mismo tiempo sorprendidos. No me detuve a preguntarme qué fue lo que pensaron de mí en ese momento, sino hasta después.

—¡Lo siento! —Seguí riéndome—. No pude aguantarme… Lo siento. —Limpié las pequeñas lágrimas que salieron de mis ojos a causa de la risa—. Si quieren puedo darles de los míos. Vamos, repartiré la mitad en seis partes. Algo es algo.

—No puedo soportar esa oferta, my pretty _. Ya verás que obtendré muchos dulces con mi brillante disfraz. —Hizo una pose y movió su capa en el aire. No me gusta admitirlo, pero se vio genial. Sus hermanos simularon tener una costilla rota.
—Ja, ja, ja. —Osomatsu reía sobando su nariz con una sonrisa muy pícara—. Lo siento, Karamatsu, pero yo ganaré más dulces que tú y le daré la mitad a _. —Hablaba con seguridad.
—¡Lo mismo digo! —exclamó repentinamente Choromatsu. Pensé que no le estaba dando la misma importancia que el resto. Me equivoqué.
—Tch. —Ichimatsu chasqueó la lengua—. Mi disfraz merece más dulces. Yo me los ganaré fácilmente —dijo con un aura oscura, oscura, oscura.
—¡Soy el mejor! —soltó Jyushimatsu con los brazos arriba.
—Hermanos, sabemos que donde hay una competencia, yo seré el ganador. Basta ya de discusiones —dijo un Todomatsu muy seguro de sí mismo.
—¡YO GANARÉ! —dijeron todos los chicos en una sola voz, de nuevo.

Compartieron miradas furiosas y de recelo por unos segundos y se pusieron en pose batalla. Estaban a punto de pelearse una vez más.

—¡O-Oigan! —No me ponían atención—. ¡Hey, chicooos! —grité furiosa, provocándoles un susto y dejándolos callados e inmóviles—. No sé cómo ha empezado todo esto, pero… —sonreí— yo también estoy participando. Que gane el mejor.

[ ….. ]

Desde que había comenzado el juego, estaban callados unos con los otros. Las risas casuales cesaron y las burlas hacia uno solo, igual. ¿Acaso los hermanos se toman siempre las cosas tan en serio? No estaba segura.
Pensar en la actual situación hacía que me sintiera fuera de lugar. Algo se sentía muy diferente en el ambiente a diferencia de cuando éramos niños. «¿Qué podría ser?»

Seguimos pasando por diferentes casas, entre ellas el puente de Iyami.

—¡Oh! ¡Los sextillizos! —dijo el hombre de dientes grandes—. ¿No quieren convidarme un poco de estos…? —Acercó peligrosamente a los dulces de Todomatsu y éste no perdió el tiempo en darle un manotazo—. ¡Auch! ¡Eso duele, Osomatsu!
—Soy Todomatsu.
—¡Es lo mismo! ¿Entonces?, ¿no van a compartir?

Estuve a punto de compartir un poco tras sentir un poco de lástima al ver su rostro y grandes ojos chispeantes y suplicantes. Cuando estaba por alargar la mano, el tacto de Osomatsu en mi brazo me detuvo.

—¡Oye, viejo! Si quieres algo deberías esforzarte un poco al menos. Siempre pidiendo a los otros… ¡No seas maleducado! —dijo Osomatsu—. Hoy es Halloween. ¡Deja que otros disfruten!
—¡Silencio, Karamatsu!
—¡B-Basta! —dije—. Ta-Tal vez yo pueda…
—¡No dejes que su apariencia te engañé! —Osomatsu no me soltaba.
—¡Es un ladrón! —dijo Choromatsu.
—¡ES CIERTO! —exclamó Jyushimatsu—. ¡Hace tiempo se comió mi comida en el puesto de Chibita!
—¡Lo tiene bien merecido! Ese enano calvo nunca se tienta el corazón con otros. Apuesto a que ni siquiera les dio dulces —dijo Iyami.
—¿Cómo puedes hablar así de Chibita? Si siempre estás con él —dijo Choromatsu.
—¿Acaso miento? —dijo Iyami acercándose más a mí, amenazante, quedando frente a frente.
—Pues… —dudo.
—¡Ja! Lo sabía. Oh, un segundo… —dice Iyami—. ¡Esta es _, la chiquilla que se fue del vecindario!
—Me fui de la ciudad, en realidad —dije con una risita nerviosa.
—Y se ha puesto tan… hermosa. —Iyami se sonrojó al verme, notando por fin lo que llevaba puesto.

Obviamente todos notamos la mirada lasciva del tipo, lo que hizo que yo me sintiera intimidada y los chicos se encendieran de enojo.

—¡IYAMIIII! —exclamaron los sextillizos y se arrojaron encima del mencionado dándole golpes entre todos. Lo único que hice fue mirar sorprendida. Ese tipo de situación se repite una y otra vez si se está cerca de estos hermanos.

Mientras golpean a Iyami pude darme cuenta de que llevaba montones y montones de dulces dentro del largo abrigo que llevaba puesto y que le daba todavía más una apariencia como de pordiosero. «¡Entonces sí roba!», pensé.
La escena frente a mis ojos me recuerda a ese fragmento de Cenicienta, cuando sus hermanastras desgarran con furia su precioso vestido nuevo. Siento pena al pensar en ello, pero en Iyami luce más como una victoria. Me reí ante mis extraños pensamientos. Hace daño estar mucho tiempo sola…

Iyami salió corriendo a como pudo y se perdió en la oscuridad, dejando detrás suyo una hilera de caramelos destrozados.

Los chicos volvieron conmigo.

—Lo siento, my darling, ¿estás bien? —me dijo Karamatsu.
Yo asentí con una tímida sonrisa.
—¡Ese sujeto nunca aprende! ¡Pff! —se quejó Ichimatsu.
—¡Es taaaaan desagradable! Siento que hayas tenido que pasar por algo así, _. —Todomatsu hace un puchero.
—¡Iyami idiooooooota! —exclamó Jyushimatsu.
—Le dimos su merecido —agregó Choromatsu—. ¡Quién sabe a cuantos más va a arruinarles este Halloween! ¿Vieron la cantidad de dulces que llevaba con él? Cielos…
—Le quitamos casi todo —dijo Osomatsu riendo y viendo que su calabaza estaba un poco más llena que antes—. Siento haber sido rudo contigo, _, pero era la única forma. Eres demasiado… tierna como para dejar que otros no tengan dulces. Iyami es la excepción. Sabía que se trataba de algo así. No podía solo quedarme viendo cómo lo ayudabas y él se burlaba de ti.

Yo sonreí con pena, notando que Osomatsu mantenía su mano sobre mi hombro. Cuando él también se dio cuenta se hizo hacia atrás rápidamente con la cara muy roja.

—Gracias, muchachos. —Con esas palabras los invite a seguir con la noche como si nada hubiera pasado.

Está bien, cuando estoy con los sextillizos estoy protegida, y nada más y nadie más importa.

Aquel suceso hizo repentinamente que los hermanos se llevaran bien de nuevo entre ellos. ¡Vaya, la fraternidad es de verdad extraña! Sin embargo, sonrío al saber que siempre terminan por llevarse bien.

—¡Miren! —gritó Jyushimatsu a la vez que señalaba una mansión a la lejanía.

Todos giramos la vista hacia la dirección indicada, era inevitable no hacerlo. Quizá era la mejor oportunidad para todos durante aquella noche.

—¡Al mejor disfraz le daremos cien millones de yenes! ¡Al mejor disfraz le daremos cien millones de yenes! —gritaba Hatabou a toda una multitud desde uno de los balcones de su residencia.

Todos nos quedamos boquiabiertos al oír tal oferta.

—¡¿Cien millones de yenes?! —preguntó Ichimatsu.
—¡Cien millones de yenes! —afirmaron Choromatsu y Jyushimatsu.
—¿Cuánto es eso? —cuestionó Todomatsu.
—¡ES MUCHO! —respondió Osomatsu, con expresión de incredulidad.

Muchos pensamientos se cruzan en mi mente con tan solo considerarlo. Pensar que tal dinero podría irse con alguno de nosotros esta noche es una locura. Sin embargo, la ocasión y la oportunidad estaban presentándose esta noche para todos nosotros. Los pensamientos intrusivos vuelven a mí.

«Es de verdad una gran oportunidad, sin embargo, con toda sinceridad, pensar que alguno de nosotros pudiera ganar es una tremenda tonte…»

—¡VAYAMOS ALLÁ! —gritó Osomatsu a todo pulmón. Su estruendosa voz interrumpió mis cavilaciones—. ¡NOS GANAREMOS ESOS CIEN MILLONES!

«Espera, ¡¿qué?!»

¡Sí! —gritaron los chicos al unísono para después echarse a correr detrás del mayor en dirección a la mansión.

«¡¿Qué?! ¡Ellos son realmente estúpidos! No puedo creerlo».

—¡Oigan! ¡Esperen! —Estaba a punto de correr tras ellos para detenerlos, pero sentí el agarre de alguien detrás de mí, deteniéndome.
—Espera un momento, _. Déjalos.

Estaba confundida. Karamatsu fue el único con suficiente raciocinio como para no seguir al resto hacia la mansión. En cambio, permaneció a mi lado sin abandonarme. Apenas pude notar su suave tacto sosteniéndome de la muñeca.

—P-Pero… ¡Se perderán entre el gentío! No son los únicos. ¡Mira a todas esas personas! —Intenté soltarme del agarre de Karamatsu. No funcionó; era demasiado fuerte y me tomó con más fuerza, sin lastimarme lo más mínimo.
—Que hagan lo que quieran.
—¿Eh?
—Ven conmigo, querida. Se entretendrán ahí un buen rato —me dijo Karamatsu con un tono serio, decidido.
—A-Ah, muy bien, no hay problema. —Estaba diciendo la verdad, no tenía ningún problema en estar sola con Karamatsu. Aun así, mi voz temblorosa y bajita me traicionaba, haciéndome quedar como si estuviera siendo forzada—. ¿A dónde vamos, Karamatsu? —pregunté, pues él estaba llevándome consigo a quien sabe dónde.
—Lejos de aquí y de ellos —me dijo, con una sonrisa que casi derrite mi corazón.