Últimamente he estado muy obsesionada con SW así que se me ocurrió un fic con esta temática y desde luego un ship que me fascina que es el GrimmNell. Claro, no hay nada romántico acá, pero la dinámica que tienen me da años de vida.

Espero que lo disfruten 7u7.

Advertencias: algo de violencia y peleas pero nada que merezca un Rated M (creo).

Los personajes de Bleach no me pertenecen.

EL PODER SECRETO

Cuando salió del hiperespacio, Nelliel contempló la estación espacial conocida como Hollow. Su forma de herradura orbitaba alrededor del planeta Ryloth, hogar de los Twi'lek, quienes se encontraban actualmente bajo el asedio de la organización criminal Hueco Mundo. Decenas de naves pequeñas, entre ellas cargueros, cazas, X-wings y U-wings se mantenían alrededor de la estación, ya fuera esperando órdenes para atacar o simplemente cargando especia y otros productos del mercado negro.

Su primera misión como Maestra Jedi era establecer un diálogo diplomático entre los Twi'lek y Hueco Mundo a fin de que las cosas no llegaran a fuego cruzado. La Orden Jedi, por indicación del Senado Intergaláctico, la había enviado a encargarse de las negociaciones de uno y otro bando, y trataría de cumplirlo al pie de la letra. La República tenía poder militar, pero Hueco Mundo se movía en las sombras y su alcance se extendía a todos los rincones de la galaxia. Tenían vínculos con los Hutt, los Pyke y los Trandoshans, una guerra era lo último que necesitaban.

La corbeta Crisol de Nelliel se acercó al campo de tracción y recibió una comunicación proveniente de la torre de control de la estación espacial para que se identificara.

-Mi nombre es Nelliel Tu Odelschwanck, soy la diplomática enviada por el Senado. Código TR-402 -respondió con voz firme, casi ensayada.

Hubo una pausa significativa. Nelliel consideró la posibilidad de que decidieran abrir fuego contra su nave y se aferró al volante, lista para efectuar una maniobra evasiva en caso de ser necesario. A esa distancia no podía percibir alteraciones en la Fuerza para saber cómo la recibirían, tenía que esperar y confiar en que todo saliera bien.

Finalmente recibió respuesta.

-Puede aterrizar en el puerto 7. Una escolta la recibirá.

-Entendido.

Nelliel aceleró hasta el puerto 7 y comenzó el descenso. A través del cristal transparisteel reconoció algunas figuras que se encontraban en la zona de carga. Era una organización numerosa, compuesta en su mayoría por Trandoshans, Devaronians, Rodians y humanos, pero también reconoció otras especies aunque en menor cantidad. Un grupo de cuatro, dos Trandoshans y dos humanos, se acercó a su nave y esperó a que abriera la escotilla de acceso. Nelliel apagó los motores, no sin antes considerar dejarlos en marcha por si tenía que escapar de emergencia, pero supuso que sería mostrar sus cartas antes de la jugada final. A simple vista era una diplomática, y su misión no tenía por qué tornarse violenta, aun cuando iba a encontrarse con el líder de la organización criminal más grande y temida de la galaxia. Si se mostraba asustada, sería una batalla perdida sin siquiera haber comenzado. Le tomarían el pelo, se burlarían y aprovecharían esa desventaja para usarla en su contra. No, tenía que estar calmada. Aquellas criaturas no podían usar la Fuerza para conocer sus emociones, por lo que lo único que percibirían de ella sería lo que ella demostrara en su persona. Confianza, valentía, profesionalidad. Era una Maestra Jedi, después de todo, y aunque esta era su primera misión desde el nombramiento, no podía olvidar su entrenamiento como padawan y caballero, en el que había aprendido cómo comportarse y cómo tomar decisiones inteligentes en cualquier situación.

Palpó la empuñadura de su sable de luz en su cinturón y se sintió más segura. Era una precaución nada más, no planeaba usarlo porque no esperaba que las negociaciones llegaran a esos extremos. Lo primero era establecer el diálogo, y en última instancia…

Nelliel sacudió la cabeza, esforzándose por mantener la mente despejada. Se acomodó la túnica, se puso la capucha y finalmente accionó la puerta para deslizar la rampa. Mientras bajaba, el humo denso empezó a disiparse y pudo observar mejor la escolta que le habían asignado. Los dos Trandoshans cargaban picas eléctricas mientras que los humanos portaban rifles blaster cruzados en el pecho. Nelliel los saludó con un asentimiento de cabeza sin mostrarse intimidada y los siguió cuando emprendieron el camino al interior de la estación espacial. Los dos humanos iban al frente, sumidos en una conversación entre ellos acerca de las entregas que tenían pendientes. Los Trandoshans tenían la vista fija en ella, lo supo sin siquiera voltear a verlos. La Fuerza le decía que sentían desconfianza, pero esto no era nada nuevo tratándose de su especie.

La escolta la condujo a través de un corredor largo que iba desde la zona de carga, cruzando por una serie de bodegas a ambos lados y hasta la puerta automática reforzada de durasteel. Uno de los humanos ingresó un código que Nelliel no alcanzó a ver y la puerta se abrió con un siseo. Se encontraban en una sala amplia y semi vacía. La pared del fondo estaba hecha completamente de transparisteel, desde donde se podía observar el firmamento negro y repleto de estrellas, Ryloth y sus lunas a la distancia. Las luces del techo y el resto de los muros estaban atenuadas y no podía saber con certeza cuál era el mobiliario del lugar o si había más personas acechando en los rincones al abrigo de las sombras. Al no poder usar sus ojos, utilizó la Fuerza para descubrir que sólo estaba ella, su escolta y la persona que estaba sentada en una silla grande de piedra negra colocada justo en el centro de la habitación. Uno de los humanos, el mismo que había abierto la puerta, se adelantó unos pasos y se inclinó respetuosamente.

-Lord Jaggerjaquez, la diplomática enviada por el Senado está aquí.

Nelliel se asomó detrás de sus figuras y sus ojos se clavaron en la persona a la que se había dirigido el humano, pero estaba resguardado en las sombras y sólo pudo ver una mano enguantada que hizo un movimiento despreocupado, indicando así que los dejaran solos. La escolta se retiró y Nelliel se permitió soltar el aire que estaba conteniendo. Avanzó unos pasos hasta estar a dos o tres metros de distancia de la silla y luego inclinó la cabeza a modo de saludo.

-Lord Jaggerjaquez, agradezco que se haya tomado el tiempo de recibirme.

La primera impresión era muy importante al momento de hacer las negociaciones, era algo que Nelliel había visto muchas veces a lo largo de toda la galaxia. A algunos no les importaba demasiado, pero se había topado con especies alienígenas que podían guardarte rencor de por vida si decías o hacías algo fuera de lugar.

La figura por fin emergió de las sombras. Era un hombre humano de mediana edad, quizás unos años estándar mayor que ella. Su piel era blanca y su cabello azul celeste, peinado hacia atrás y con unos mechones rebeldes que caían sobre su frente. Sus ojos eran de un azul intenso, el ceño fruncido casi naturalmente, pues su expresión no era de molestia, sino de seriedad y quizás intriga. Nelliel supuso que podía considerarlo atractivo, dadas las circunstancias. No era algo en lo que se fijara a menudo o que tuviera importancia ya que sus intereses nunca rozaban ese tipo de características físicas, pero era interesante porque se había imaginado que estaría tratando con un ser de aspecto desagradable, algo más acorde al título que ostentaba. Estaba usando un pantalón negro enfundado en botas del mismo color, y la parte superior de sus ropas era una túnica corta hasta medio muslo que estaba abierta en el pecho y sujeta con un fajo ancho de cuero, mostrando una gran cicatriz rosácea que iba desde la clavícula hasta el borde del pantalón. Las mangas largas cubrían sus brazos pero Nelliel pudo notar que la tela se cernía a ellos, marcando sus músculos bien trabajados. Sus manos estaban igualmente cubiertas por guantes negros de cuero. Estaba recargado en el respaldo, con un pie en el asiento, la mano derecha sobre la rodilla y el otro pie en el suelo. Su presencia era imponente.

-Bienvenida -saludó el hombre. Su voz era muy suave y profunda-. ¿Cuál es su nombre?

-Nelliel Tu Odelschwanck.

Con ese simple intercambio de palabras habían establecido un mutuo respeto y cierta distancia.

-¿Asumo que sabe con quién está tratando?

Nelliel asintió. Sabía que no se refería sólo al nombre, el cual ya conocía, sino al rango que poseía en esa organización. Era una manera de establecer jerarquía, lo supo de inmediato. La trataba con cortesía pero al mismo tiempo le dejaba en claro que estaba en su dominio y que él estaba a cargo. Lo alcanzó con la Fuerza y percibió intriga y desconfianza; de nuevo, algo completamente natural.

-Lord Jaggerjaquez, estoy…

-Puede llamarme Grimmjow.

Nelliel frunció el ceño. No quería estar en términos tan familiares con alguien como él.

-De acuerdo…Lord Grimmjow, estoy aquí por órdenes del Senado para llevar a cabo las negociaciones entre su…organización y el pueblo de Ryloth.

Grimmjow se levantó de la silla y se acercó a ella, ignorando lo que acababa de decirle. Caminó alrededor de ella sin quitarle la vista de encima, analizando cada centímetro de su persona. Nelliel permaneció quieta y en silencio, mirándolo de reojo, consciente de la diferencia de altura y complexión, pero de ninguna manera sintiéndose inferior a él. Era un líder criminal, pero ella era una Jedi.

-Lord Grimmjow, si pudiéramos…

-Sus ropas, hacía mucho que no veía a nadie usar ese tipo de túnicas. Sin duda es usted una Jedi.

Nelliel se quedó rígida. El sable de luz no estaba a la vista y aun así lo había adivinado. No había planeado revelar su posición como miembro de la Orden, al menos en la medida de lo posible. Aquel hombre era astuto y observador.

-¿Y bien?

Podía negarlo todo, o salirse por la tangente para no responder, pero en ese punto no tenía caso seguir ocultándolo. No cambiaba nada la naturaleza de su misión.

-Sí, soy una Jedi.

-¿Padawan, Caballero o Maestra?

Grimmjow se detuvo frente a ella para esperar respuesta, sus manos enlazadas atrás y la espalda recta, casi en posición militar. Al parecer también estaba bien informado de los rangos de la Orden.

-Maestra.

Nelliel consideró prudente no añadir que recién había recibido el nombramiento. Quería mostrarse confiada y experimentada, no como una novata a la que pudieran manipular. Además, eso era algo que Grimmjow no tenía por qué saber.

-Debe estar cansada de su viaje, Maestra Jedi. ¿Puedo invitarle una copa? Tenemos el mejor vino de Alderaan.

Nelliel hubiera preferido pasar directo al tema que les concernía, no quería pasar más tiempo a bordo de esa estación espacial a no ser que fuera completamente necesario. Sin embargo, negarse a una copa de vino podría ser lo que llamaban "empezar con el pie izquierdo". La Orden Jedi le había indicado que tenía que llevar a cabo esas negociaciones a como diera lugar, y si una copa era lo que necesitaban para terminar esa absurda introducción y pasar al asunto principal, entonces lo haría.

-Desde luego, estaría encantada.

-Por aquí -Grimmjow indicó con una mano enguantada la puerta lateral de la habitación para que lo siguiera. Introdujo un código en el panel de la pared y entraron a una habitación más pequeña, completamente blanca e iluminada con luces amarillas y cálidas. Había dos sofás encontrados, una mesita de centro hecha de cristal y una cava al fondo repleta de botellas de vino y otras bebidas alcohólicas de distintos colores.

Supuso que se trataba de una sala privada y exclusiva para su propio uso. Una suave música de jazz sonaba de fondo a través de los altavoces instalados en los muros. Nelliel se quedó de pie al lado del sofá y vio cómo Grimmjow volvía de la cava con dos copas de vino tinto.

-Tome asiento, póngase cómoda.

Grimmjow se sentó enfrente y le extendió una de las copas para después dar un sorbo a la suya. Nelliel se quitó la túnica y se sentó con las piernas juntas y las manos en su regazo. No pasó por alto la mirada que le dirigió Grimmjow, desde su cabello, cara, cuerpo y finalmente hasta su sable de luz. No podía leer su mente, ni siquiera con la Fuerza, pero no fue necesario. Su expresión lo decía todo. Le gustaba lo que veía y ni se esforzaba en disimularlo.

Nelliel aceptó la copa que le dio, cuidando de no rozar sus dedos al agarrarla, y desvió la vista, ligeramente incómoda al sentirse tan observada. Grimmjow, por el contrario, se recargó cuan largo era en el respaldo y cruzó una pierna, su actitud completamente relajada, sabiéndose dueño del lugar.

Nelliel dio un pequeño sorbo y le ofreció una sonrisa a Grimmjow, dándole a entender que le gustaba el sabor del vino aunque no fuera completamente cierto. Nunca había sido fanática de los sabores amargos y este en especial tenía también un ligero toque salado que la hizo sentir la lengua entumecida. Grimmjow, por su parte, la miraba como si acabara de ganar una partida de sabacc y ella fuera el premio mayor. Esperó a que él hablara primero, pero parecía más ocupado en memorizar cada rasgo de su rostro.

-Lord Grimmjow, como le decía al llegar aquí, el Senado me envió para negociar la situación de Ryloth. Es un planeta pacífico y ahora sus rutas comerciales, de las que depende una gran parte de sus ingresos económicos, han sido bloqueadas por miembros de su organización.

-Me temo que no sé de qué está hablando. Mis hombres únicamente se dedican a la carga de productos.

-Productos que son ilegales.

-No puedo discutir la naturaleza de la mercancía -sonrió Grimmjow.

-Sé perfectamente que están traficando especia -exclamó Nelliel cruzando los brazos.

-¿Y me imagino que tiene pruebas de esto…?

Nelliel titubeó. Era algo obvio, pero sin pruebas no podía acusarlo de nada.

-Tiene que levantar el bloqueo. Dígame, ¿qué quiere a cambio?

-No necesito nada de usted ni de sus amigos los Twi'lek, Maestra Jedi. Cuando termine mis negocios, nos iremos. Así de simple.

Nelliel tomó otro sorbo de vino. Estaba pensando con cuidado sus palabras. No podía alterarse porque las cosas no estaban saliendo como lo había planeado. Debía ser paciente.

-Le suplico que lo reconsidere. Esta situación no puede pasar a mayores. Si no levanta el bloqueo…

-¿Qué? ¿Está usted amenazándome? -la interrumpió Grimmjow ensanchando su sonrisa.

Nelliel palideció.

-Desde luego que no. No he venido aquí a amenazar a nadie ni empezar una guerra. El Senado únicamente está velando por los intereses de la gente de Ryloth.

-¿Entonces por qué mandarían a una Jedi a hacer las negociaciones?

-La Orden Jedi se encarga de este tipo de situaciones para llevar a cabo una solución diplomática. Estamos al servicio de la República y el Senado Intergaláctico -explicó Nelliel tratando de conservar la calma-. Le repito que de ninguna manera queremos empezar una guerra con Hueco Mundo. Si bien sus actividades ilícitas son…cuestionables, ese no es el asunto que me trae aquí.

-¿Qué actividades ilícitas? -preguntó Grimmjow fingiendo demencia para después darle un sorbo a su copa.

Nelliel entendió lo que estaba haciendo y suspiró. Dejó la copa en la mesa y recargó los brazos en sus piernas.

-Como dije, eso no es de lo que vine a hablar. Los Jedi somos guardianes de la paz.

-Esa, Maestra Jedi, es la primera mentira que me ha dicho esta noche.

Los ojos de Nelliel se clavaron en el rostro de Grimmjow. Había borrado esa sonrisa altanera para acentuar el ceño fruncido, los labios presionados en una línea recta. Había un atisbo de odio en su aura, uno que cambiaba rápidamente a una rabia contenida.

Nelliel sospechaba que las negociaciones habían terminado. Grimmjow se negaba a acceder a sus términos y no había forma de hacerlo cambiar de opinión acerca del asedio a Ryloth, al menos ninguna forma pacífica. Cuando se reportara con los Twi'lek y el Senado y les dijera lo que había pasado en la reunión, habría un enfrentamiento.

Probó entonces su carta bajo la manga, una que no había querido usar pero que la situación lo requería. Estiró su mano derecha hacia Grimmjow y movió los dedos delicadamente, usando la Fuerza para influir en sus pensamientos.

-Quitará el bloqueo de Ryloth y le devolverá a los Twi'lek sus rutas comerciales.

Grimmjow soltó una carcajada y se inclinó hacia Nelliel.

-Esos trucos no funcionarán conmigo. Todo mundo sabe que sólo las mentes débiles sucumben a ellos. ¿Esa era su última esperanza? Qué decepción, Maestra Jedi.

Nelliel se sintió avergonzada por su fracaso, un sentimiento al que no estaba acostumbrada. Decidió que lo mejor era volver a su nave y comunicar el estado de la situación. Lo había intentado, pero Grimmjow era alguien que hacía las cosas a su manera. Lo único que lamentaba eran las vidas inocentes que se verían involucradas en el enfrentamiento armado.

Se puso de pie para marcharse cuando sintió la cabeza dándole vueltas. Tenía dificultad para enfocar la vista, la figura de Grimmjow frente a ella era apenas un manchón borroso de color negro y azul. Se llevó la mano a su sable de luz y lo sostuvo frente a ella, lista para usarlo. Sus manos estaban entumecidas y antes de poder encenderlo sintió que su cuerpo iba cayendo hacia un lado hasta desplomarse en el suelo con un ruido sordo. Lo último que vio antes de desmayarse fue un par de ojos azules que la veían con arrogancia desde arriba.


Lo primero que notó al abrir los ojos fue que se encontraba en una celda de durasteel y la puerta frente a ella era un campo de fuerza de color rojizo brillante. Estaba cubierta con su propia túnica y cuando se llevó la mano al cinturón confirmó sus sospechas: estaba desarmada. Se incorporó todavía presa del mareo y se recargó en uno de los muros. Estaba completamente sola.

Lo último que recordaba era estar sentada frente a Grimmjow durante las negociaciones. Sacudió la cabeza decepcionada al darse cuenta de que la había sedado con el vino. No era ninguna experta en bebidas alcohólicas pero aquel extraño sabor salado no era normal, cualquier otra persona lo habría notado. Dos sorbos habían bastado para dejarla fuera de combate. Había decidido confiar en Grimmjow y ahora era su prisionera.

Revisó su muñeca y vio que su comlink tampoco estaba. Se puso la túnica y se acercó lentamente al campo de fuerza que la mantenía aislada del exterior. Al otro lado estaba Grimmjow sentado en una silla y un Trandoshan con un blaster en el cinturón.

-Maestra Jedi, empezaba a preguntarme cuándo despertaría -saludó Grimmjow acercándose a la celda.

-¿Por qué estoy aquí?

-Necesitaba tiempo para pensar. Puede que no lo parezca, pero los Jedi me ponen nervioso. Especialmente uno tan…atractivo como usted.

-¿Así que soy su prisionera?

-No, desde luego que no. Sigue siendo mi invitada de honor.

-Me quitó mi comlink y mi sable. Le ordeno que me los devuelva.

-Todo a su tiempo.

-No puede secuestrar a una Jedi y esperar que la Orden y el Senado no intervengan.

-No me malinterprete, eso es justamente lo que estoy esperando.

Nelliel lo fulminó con la mirada al descubrir sus intenciones. Planeaba pedir el rescate monetario a la República a cambio de ella. Lo único que le importaban eran los créditos que pudiera conseguir.

-Veo que entiende la posición en la que está -sonrió Grimmjow al no recibir respuesta.

-No es muy tarde para las negociaciones -exclamó Nelliel tratando de esconder la urgencia en su voz-. Todavía podemos llegar a un acuerdo. Si me libera y levanta el bloqueo de Ryloth, fingiré que nada de esto pasó. Lo dejaré seguir con sus…actividades.

-Mi querida Maestra Jedi, en ningún momento he dejado de hacerlas.

Grimmjow se recargó en el muro del otro lado y se puso las manos en los bolsillos. Nelliel notó que su sable de luz estaba colgando de lado izquierdo, mientras que de lado derecho había un blaster en su funda.

-¿Sabe? Es casi un golpe de suerte que alguien como usted haya venido a mi estación. De haber sido cualquier otro…"diplomático"…no habría dudarlo en hacerlo matar de inmediato. Puede considerarse afortunada. Cuando la República pague su rescate, usted estará de vuelta en su preciado Templo en la capital sin un solo rasguño. De eso me encargaré personalmente. ¿Qué le parece?

-Me parece que subestima a la Orden. Cuando se enteren de lo que hizo no dudarán en destruir su estación, a sus hombres y a usted. Es una lástima. Esto pudo haber terminado de otra forma.

Grimmjow ensanchó su sonrisa y le guiñó un ojo a Nelliel.

-¿Y ahora quién subestima a quién?


Era difícil saber el paso del tiempo encerrada en una celda en una estación espacial, pero Nelliel calculaba que había pasado al menos una hora desde su captura. Se encontraba sentada en medio de la estrecha habitación con las piernas cruzadas en pose de meditación. Era lo único que podía hacer por el momento. Además, sus maestros siempre le decían que no debía descuidar su conexión con la Fuerza, ni siquiera en una situación así.

Tenía que planear su siguiente movimiento. Estaba cautiva, desarmada y claramente en desventaja con los números. Aunque estaba segura de que podía encargarse de unos cuantos humanos, Trandoshans y Rodians, no quería tentar a su suerte. Podía ser que alcanzara su nave antes de que la capturaran, podía moverse a gran velocidad usando la Fuerza. El problema era llegar allí sin llamar la atención.

Probó también intentar comunicarse con la Fuerza, contactar a otro maestro Jedi que estuviera cerca para que fuera en su ayuda, pero no tuvo éxito. Era como gritar en un bosque inmenso y esperar que alguien lo escuchara y por arte de magia diera con su paradero.

Después de pensarlo largo rato, decidió que no iba a esperar a que las cosas tomaran su curso. Haría lo que estuviera en sus manos para solucionar todo, desde su captura hasta el asedio a Ryloth. Grimmjow Jaggerjaquez se había metido con la Jedi equivocada.

Afuera de su celda únicamente estaba el Trandoshan montando guardia, con la mano sujetando la culata del blaster y sus ojos reptilianos clavados en ella. Nelliel sabía que sólo tendría una oportunidad de usar su truco Jedi para hacer que la liberara. Cerró los ojos y se concentró al máximo en el poder de la Fuerza, sintiéndola inundar su cuerpo y fluir a través de su mente y sus manos hacia donde estaba el Trandoshan.

-Abrirás esta celda y me dejarás salir -exclamó moviendo los dedos.

El Trandoshan se quedó estático, como si un titiritero hubiera jalado las cuerdas que sujetaban sus miembros. Entonces se aproximó a la celda y presionó el botón que desaparecía el campo energético. Nelliel se vio libre y actuó rápido. De un movimiento se apoderó del blaster del Trandoshan y lo puso en modo aturdidor antes de dispararle. Su cuerpo cayó con un ruido sordo y usó la Fuerza para empujarlo dentro de la celda, que volvió a cerrar antes de ponerse la capucha.

El siguiente paso era encontrar su sable de luz y a Grimmjow, que seguramente estaban en la misma habitación. Podía seguir probando su suerte y moverse entre los pasillos de la estación espacial, pero era demasiado arriesgado si llegaba a encontrarse con más miembros de la organización. Sin su sable de luz, sólo podía usar la Fuerza y los trucos Jedi, que no eran muy efectivos en contra de los blaster, mucho menos cuando la superaban en número. Tampoco quería perder el elemento sorpresa.

Miró al techo y vio la rendija de ventilación, lo suficientemente grande como para que cupiera un adulto humano o de alguna otra especie de complexión humanoide y pequeña. Usó la Fuerza para dar un salto y logró quitarla y deslizarse dentro del ducto sin hacer mucho escándalo. Volvió a colocarla y trató de enderezarse, pero era demasiado estrecho como para caminar erguida. Tuvo que ponerse a gatas y empezar a avanzar hacia donde su instinto le decía que avanzara. Podía concentrarse en la Fuerza del cristal kyber de su sable, lo cual sería como utilizar una brújula interna.

Avanzó largo rato, realmente sorprendida de lo grande que era la estación. En cada habitación y bodega por donde pasaba había actividades ilícitas que no hubiera dudado en interferir de haber sido otras las circunstancias. Pero ahora tenía que darse prisa. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que se comunicó con los Twi'lek y con la Orden. Si estaba en sus manos evitar un enfrentamiento, haría todo lo que estuviera a su alcance.

Cuando por fin llegó a la oficina de Grimmjow notó que estaba muy silenciosa. Se asomó por la rendija y lo vio sentado en su escritorio observando la pantalla holo que se desplegaba frente a él. Reconoció el mapa de Ryloth y en otras ventanas abiertas algunas cuentas bancarias, transferencias e información confidencial sobre sus negocios. Su sable de luz estaba encima del escritorio junto a los controles. Tomarlo sería pan comido con la Fuerza. Pero cuando estiró la mano entró una alerta del intercom y Grimmjow la aceptó. Apareció la imagen completa de un Devaronian que cargaba un rifle blaster cruzado al pecho; hizo una leve reverencia y habló.

-Lord Jaggerjaquez, las naves ya están listas y esperando la señal de ataque para el bombardeo a Lessu en cuanto terminemos de cargar la especia.

Nelliel se tapó la boca con la mano. Entonces tenían planeado destruir la ciudad al final. Nunca hubo una ínfima esperanza de llegar a un acuerdo pacífico. Tenía que detenerlo, avisar a los Twi'lek que evacuaran la ciudad lo antes posible. Según las palabras del Devaronian, ya casi estaban por terminar, por lo que no tenía mucho tiempo.

-Entendido. Disparen a voluntad cuando hayan terminado.

-Sí, Lord Jaggerjaquez.

Grimmjow cortó la comunicación, se recargó en el respaldo de su asiento de cuero y puso los pies sobre el escritorio. Colocó ambas manos detrás de su cabeza en actitud relajada. Nelliel sentía su sangre hirviendo. ¿Cómo era posible que alguien que estaba a punto de asesinar a miles de inocentes actuara tan despreocupado? Era un criminal y lo mejor sería llevarlo ante la justicia, aunque tuviera que desbaratar su organización con sus propias manos. Era una guerra que no quería empezar, pero que terminaría de ser necesario.

Abrió la rendija sin hacer ruido y se deslizó dentro de la oficina de Grimmjow, aterrizando en el suelo con ligereza. Grimmjow estaba de espaldas a ella, justo en medio de la habitación. Nelliel usó la Fuerza y recuperó su sable de luz. El zumbido que hizo al encenderlo hizo que Grimmjow se levantara de un salto para encararla, con el blaster listo para disparar.

La sorpresa que tuvo al verla frente a él se disipó rápidamente. No era una prisionera cualquiera, era una Jedi y si se había soltado era culpa suya y de nadie más. Un Trandoshan con un blaster y una celda de energía no habían sido suficientes. A pesar de que estaba en desventaja y lo sabía, Grimmjow ensanchó su sonrisa y bajó el blaster.

-Maestra Jedi, llega justo a tiempo para el primer acto.

Nelliel avanzó hasta él dando largas zancadas y lo tomó del cuello de la chaqueta, la otra mano sujetando el sable a pocos centímetros de su cuello. La mirada de Grimmjow se ensombreció y adquirió un tono turquesa debido a la luz verdosa. Nelliel lo miraba hacia arriba debido a su altura, pero no estaba intimidada, no cuando tenía su sable de luz y la Fuerza de su lado.

-Cancele el bombardeo -susurró Nelliel.

Grimmjow resopló divertido. Así que había escuchado su conversación.

-¿No le enseñaron en el Templo Jedi que no es correcto espiar conversaciones ajenas?

-Ahórreselo. No me interesan sus lecciones de ética.

-¿Se da cuenta de la situación en la que se encuentra? -preguntó Grimmjow fingiendo inocencia-. Está en el mismísimo corazón de Hueco Mundo y tiene como rehén a su líder. ¿Cree que la dejarán irse sin un rasguño? ¿Qué va a arrestarme sin consecuencias?

-Al menos en eso estamos de acuerdo. Voy a arrestarlo y llevarlo a Coruscant para un juicio.

-¿Y qué pasará con sus amigos los Twi'lek? En menos de diez minutos serán cenizas.

-Usted va a cancelar el bombardeo en este momento.

-¿Es una amenaza? -preguntó Grimmjow inclinándose hacia su rostro seductoramente.

Nelliel apartó la cabeza y retrocedió.

-No. Esto sí es una amenaza.

Presionó la punta de su sable contra el pecho de Grimmjow, quemando la tela de su chaqueta y la carne al mismo tiempo, una herida que se uniría a la cicatriz existente. Grimmjow soltó un grito vibrante de dolor, mostrando sus colmillos afilados. Entonces cayó de rodillas respirando agitadamente. Era una herida pequeña de apenas diez o quince centímetros que le cruzaba el pecho en diagonal, pero no había duda de que el dolor provocado era muy intenso. Se apoderó de su blaster y abrió fuego contra Nelliel.

Pero la hábil Maestra Jedi bloqueó cada uno de sus tiros sin problema y le quitó el blaster con un movimiento de la mano usando la Fuerza para arrojarlo al otro lado de la habitación.

-¿Algún otro truco que quiera usar contra mí?

Grimmjow la fulminó con la mirada, el puente de su nariz contrayéndose como el de un rancor al tiempo que mostraba sus colmillos en una expresión feroz y letal. Nelliel afianzó el agarre de su sable y esperó, pero no hubo tal ataque. Grimmjow seguía jadeando por la quemadura. Al leer sus emociones se sorprendió de encontrar un atisbo de miedo.

Nelliel se acercó al intercom y trató de hacer contacto con la Orden. La que respondió fue su Maestra Harribel. Le informó la situación con Ryloth, su breve secuestro y el bombardeo a Lessu.

-Necesitamos todas las tropas disponibles en Ryloth. Por favor, avise a los Generales y Comandantes que haya en la cercanía. No hay tiempo que perder.

Finalizó la comunicación con la Orden y trató de contactar a los Twi'lek, pero no tuvo éxito. Lo único que podía hacer era subirse al Crisol y volar a toda velocidad a Lessu para evacuar la ciudad. Trataría de hacer tiempo para que escaparan, crearía una distracción de ser necesario. No era la primera vez que se veía envuelta en una batalla estelar.

Mientras tanto, no podía perder de vista a Grimmjow. Tenía que subirlo a la nave sin que los descubrieran, pero eso sería demasiado complicado. Sacó unas esposas de su túnica y se las puso, su mente maquinando a toda prisa y tratando de idear un plan que funcionara.

Grimmjow no la perdía de vista. Se mostró cooperativo mientras lo esposaba y caminó delante de ella hacia la puerta, pero se detuvo antes de abrirla.

-Sabe bien que nunca saldrá de aquí con vida si me lleva esposado.

-Camine.

-Estoy tratando de hacerle un favor -replicó Grimmjow sin moverse-. Si me ven esposado no dudarán en dispararle.

-No lo harán si voy con usted. No se arriesgarían a herirlo.

-Se nota que no conoce la puntería de mis hombres. No tienen nada que envidiarle a los clones. Piénselo bien, está lleno de cazarrecompensas y mercenarios que la superan en número. Usted está sola. Si no la matan, al menos tratarán de dañar su nave para que no pueda salir de aquí.

Nelliel lo agarró de la chaqueta y lo estampó contra la pared. Sus ojos oliva ardían con furia contra los azules de Grimmjow. Las emociones la estaban sobrepasando. Maldijo a Grimmjow y maldijo su organización criminal. Esta se suponía que sería una sencilla y pacífica misión diplomática, no un enfrentamiento armado que cobraría vidas inocentes, incluida la propia.

Tomó una profunda inhalación para calmarse. No podía dejar que las emociones nublaran su juicio. Recitó una parte del Código Jedi en su mente: no hay emociones, sólo hay paz; no hay pasión, sólo hay serenidad; no hay caos, sólo hay armonía…

Cerró los ojos y volvió a abrirlos, esta vez con un semblante diferente. Grimmjow estaba estático por su repentino ataque, tan sorprendido que no se atrevía a abrir la boca.

Nelliel usó el sable para romper las esposas de Grimmjow y ni bien lo hizo volvió a sujetarlo muy cerca de su cuello a modo de advertencia.

-Si intenta algo nuevamente, esta vez despídase de su cabeza. Iremos directo a mi nave, en silencio. No quiero señas extrañas, gestos, guiños ni códigos secretos, ¿entendido?

Grimmjow asintió repetidas veces. Ingresó el código en el panel y la puerta se deslizó suavemente. Nelliel se asomó al pasillo y vio que estaba desierto a excepción de algunos droides de limpieza que no los molestarían. Desactivó el sable y lo sostuvo contra la espalda de Grimmjow, indicándole que no hiciera nada que pareciera sospechoso si no quería que lo perforara al encenderlo.

Caminó detrás de él, muy pegada a su cuerpo y con la mirada atenta a todas partes, usando la Fuerza cuando no podía valerse de sus ojos. En el camino se toparon con algunos hombres de Grimmjow pero en ningún momento trató de alertarlos. Nelliel vio que se dirigían hacia las bodegas, ensimismados en sus conversaciones y actividades. Si alguno le dirigió una mirada curiosa no lo notó. Nelliel mantuvo el semblante bajo y se ajustó la capucha. Ahora sólo quedaba cruzar el puerto y subir a su nave.

Estaba lleno de naves de carga por todas partes. Nelliel reparó en los hombres de Grimmjow que cargaban las cajas de especia, los de seguridad, los pilotos…, todos y cada uno de ellos portaba un rifle blaster o dos pistolas en el cinturón. Salir de ahí con vida y sin un rasguño sería un milagro.

Estaba a pocos metros de la rampa del Crisol cuando sucedió. El primer golpe le dio de lleno en la cara y se desequilibró, tardó un momento en darse cuenta de que Grimmjow le había propinado un codazo justo en el pómulo. El siguiente golpe fue una patada lateral en las costillas que la tiró hacia un lado, encima de unas cajas de especia. Cayó sofocada y sintiendo el dolor punzante en su costado derecho. Había perdido su sable de luz. Grimmjow la había tomado por sorpresa, pero sabía que era su culpa por haber bajado la guardia con él. Se enderezó como pudo y lo vio corriendo hacia una nave Delta-7. Estaba escapando. No tenía tiempo de detenerse a buscar el sable, tenía que alcanzarlo.

Usando la Fuerza se impulsó con las piernas y dio un gran salto que la hizo llegar hasta donde estaba Grimmjow. Lo jaló hacia atrás antes de que pudiera subir a la nave y lo tiró al suelo. Grimmjow rodó sobre su espalda y se levantó para adoptar la posición de ataque.

Entonces Nelliel avanzó. Hubiera preferido tener su sable a la mano para terminar con ello de una vez por todas, pero no siempre se tenía tanta suerte. En el Templo Jedi la habían instruido en las artes marciales cuerpo a cuerpo para poder defenderse cuando estuviera desarmada. A veces la Fuerza no era suficiente y tenía que usar todas sus habilidades.

Lanzó una serie de combinaciones de golpes directos a la cara, pero Grimmjow era rápido y los esquivaba. Entonces respondía al tiempo con una patada circular a la cara que Nelliel lograba bloquear con el antebrazo para después girar por su espalda y atacar el cuello y el pecho. Logró conectar dos golpes, uno en el hombro y el otro en el pecho, aunque el daño que causó no fue mucho. Grimmjow era ágil y rápido para esquivar y agresivo y certero al momento de atacar. Nelliel ya había visto antes ese tipo de pelea pero no podía recordar dónde. No parecía un simple mercenario, era algo más.

Grimmjow se lanzó al ataque otra vez, primero con el puño directo al estómago y después con una patada trasera que la derribó. Nelliel retrocedió en el suelo apoyándose de sus manos. Grimmjow avanzaba con una mirada feroz, la respiración agitada y los puños cerrados. La confianza que había perdido cuando lo arrestó en su oficina había sido restaurada ahora que estaban peleando de igual a igual. Nelliel se puso de pie y se preparó para defenderse. El dolor de las costillas seguía ahí, dificultándole la respiración y como un recordatorio de lo vulnerable que en realidad era.

Grimmjow le dio otra patada que conectó con su brazo y la hizo gemir de dolor, y antes de que volviera a la posición de defensa, Grimmjow avanzó de un salto y le dio con la rodilla en el abdomen. Nelliel soltó el aire de golpe y cayó de rodillas, abrazándose a sí misma. Esa fuerza y ese estilo de pelea. Ahora lo recordaba. Era Teräs Käsi. Un arte marcial que había surgido hacía muchos siglos con el único propósito de pelear contra usuarios de la Fuerza. Nelliel pensó que si Grimmjow tuviera un alto conteo de midiclorianos sería una verdadera amenaza para la Orden.

Grimmjow se acercó a ella dispuesto a dar el golpe final.

-Lo siento mucho, Maestra Jedi. Me hubiera gustado conocerla en otras circunstancias, tal vez en las que los dos estuviéramos en el mismo bando.

Cuando levantó la pierna para patear su cabeza, Nelliel estiró ambas manos hacia su pecho y lo empujó con la Fuerza. Grimmjow fue arrojado varios metros hacia atrás y se estampó de espaldas contra la nave. Nelliel pensó que volvería a atacarla, pero en cambio aprovechó la distancia para saltar al interior de la Delta-7 y cerrar el casco.

Nelliel se puso de pie con dificultas y corrió para tratar de alcanzarlo, pero justo cuando llegaba él ya estaba elevándose varios metros sobre el nivel del suelo. La ráfaga de viendo generada por los motores movía su túnica y su cabello mientras lo veía ascender. Haciendo un último esfuerzo, Nelliel puso los pies tan firmes como pudo y estiró las manos hacia la nave, ignorando el dolor y concentrándose en el poder de la Fuerza para detener la nave de que avanzara.

Grimmjow la miró desde arriba y accionó la palanca para tratar de acelerar, pero el motor sólo se sacudió un par de veces sin obedecer. Nelliel lo jalaba hacia el puerto con la Fuerza y la Delta-7 estaba cediendo poco a poco. Era una Jedi realmente impresionante.

Pero no estaba dispuesto a rendirse sin más. Calculó el salto al hiperespacio y mientras la energía se acumulaba en el hiperimpulsor dio una orden a través de su comlink.

-Disparen a matar.

Todos los hombres que estaban en el puerto desenfundaron sus blaster y rifles y abrieron fuego contra Nelliel. Logró esquivar algunos, pero eran demasiados y se estaban acercando. Nelliel tuvo que soltar la nave de Grimmjow y ponerse a cubierto detrás de unas cajas de especia. Ni siquiera podía asomarse porque los disparos de luz volaban por todos lados. Miró hacia arriba y maldijo cuando vio la Delta-7 saltar al hiperespacio y desaparecer en el firmamento. Las últimas palabras de Grimmjow todavía resonaban en su cabeza.

Su misión había fallado por completo. Las negociaciones habían sido un fracaso, había sido secuestrada, el líder criminal más peligroso de la galaxia se había escapado y no había podido llevarlo a Coruscant para que lo enjuiciaran. Lo peor de todo era que no había logrado detener el bombardeo a Lessu, por lo que miles de Twi'lek morirían en cuestión de minutos. Y por si fuera poco, se encontraba completamente sola, desarmada y rodeada de enemigos que la tenían acorralada como un animal. Estaba decepcionada y no tenía dudas de que sus Maestros y el resto de la Orden también lo estarían.

Las emociones se acumulaban en su interior y se sentía presa de una ira que no había sentido nunca. Si no se calmaba pronto, no habría retorno. Además, tenía cosas más importantes que atender en ese momento. Si pudiera encontrar su sable entonces podría desviar los disparos de luz para correr hacia su nave. Necesitaba una distracción.

Sintió la dureza de la caja que estaba a su espalda y se le ocurrió algo. Levantó la tapa con la Fuerza y después hizo volar toda la especia por los aires, creando así una cortina de humo naranja amarillento que le permitió correr hacia donde había perdido su sable. Los disparos zumbaban a su alrededor pero así oculta como estaba ninguno la alcanzó.

Podía sentir la energía del cristal y sonrió cuando vio la empuñadura plateada junto a unas cajas de mercancía. La recuperó con la Fuerza y activó el sable de luz, sabiendo que de esa forma llamaría la atención de los mercenarios pero sin importarle ahora que tenía la ventaja. La hoja desviaba los disparos hacia los mismos que portaban los blaster. Nelliel se movía rápido y sus acrobacias le permitían esquivarlos, escudándose entre las cajas que había a su alrededor como si se tratara de una trinchera.

Un zumbido familiar pasó por encima de su cabeza y la nave abrió fuego en el puerto, eliminando así a los mercenarios que la atacaban. Sus números se vieron menguados rápidamente con cada oleada. Era un caza estelar como lo que usaban los Jedi. Otro más se unió a la causa y después reconoció dos LAAT/i repletos de clones que se apropiaban del terreno. Nelliel pudo ponerse de pie y unirse a la batalla para acabar con los mercenarios que quedaban en la cercanía. Los refuerzos por fin habían llegado.


La piloto del Caza Estelar se acercó a Nelliel mientras los clones se encargaban de confiscar las cajas de especia y capturar a los mercenarios que se habían rendido. Era la Caballero Jedi Rukia Kuchiki.

-Maestra Nelliel -saludó con respeto.

Nelliel todavía no se acostumbraba a que la llamara así. Después de todo habían ido juntas a la academia, sólo que Nelliel había tomado sus pruebas para convertirse en Maestra antes de lo previsto. En ese momento se preguntaba si no había sido demasiado pronto. Tal vez todavía no estaba lista. Tal vez necesitaba más entrenamiento.

-¿Se encuentra bien? Percibo una alteración en sus sentimientos.

Nelliel compuso una sonrisa débil. No sabía qué responder. Rukia asintió, indicando así que entendía su silencio.

-Bueno, le alegrará saber que los Twi'lek no se quedaron de brazos cruzados.

Nelliel la miró sorprendida.

-¿Cómo dices?

-Tengo informes de uno de sus líderes. Al parecer se reunieron en una base secreta mientras usted llevaba a cabo las negociaciones y se organizaron para atacar las naves de Hueco Mundo. Los refuerzos que mandamos ayudaron bastante, pero la parte difícil la resolvieron ellos mismos.

-Tenía entendido que Ryloth era un planeta pacífico -dijo Nelliel.

-Lo son, pero no es la primera vez que han tenido que lidiar con esta organización. Tal vez ya sabían de antemano el resultado al que se enfrentarían y quisieron anticiparse.

-¿Entonces no hubo bombardeo?

-No, todo están bien. Claro, hubo algunas bajas, pero es lo esperado. Ahora mismo deben estar atendiendo a sus heridos. La buena noticia es que lograron romper el bloqueo y sus rutas comerciales estarán pronto en funcionamiento. Y me parece que aquí también salió todo bien -añadió al ver a los mercenarios siendo transportados a una nave para encerrarlos.

-No exactamente -respondió Nelliel avergonzada-. El líder escapó. Me venció en combate.

Ahora fue el turno de Rukia de sorprenderse. Conocía de primera mano las habilidades de Nelliel. La única forma en que pudo haberla vencido es si estuviera desarmada, y aun así su combate cuerpo a cuerpo era de los mejores de la academia.

-Teräs Käsi, ¿puedes creerlo? -suspiró Nelliel.

-¿Qué? ¿Se refiere a esa antigua forma de combate? Creí que era un mito.

-Yo también, pero no es así. Grimmjow Jaggerjaquez es un usuario.

Rukia asintió, ligeramente consternada. Eso sería un problema.

-¿Cree que era…?

-¿Un sith? No. No es sensible a la Fuerza. Pero esta forma de combate no es muy usual. Debió haberla aprendido en algún otro lugar y eso significa que puede haber más como él. La Orden entera podría estar en peligro.

-¿Qué es lo que va a hacer?

Nelliel cruzó los brazos y se tomó un momento para organizar sus ideas.

-Voy a cazarlo. Lo buscaré por toda la galaxia de ser necesario.

-Podría ser peligroso -exclamó Rukia.

-Lo sé. Pero es mi responsabilidad. Yo fui la que lo dejó escapar. Bajé la guardia por confiar en él. Tengo que enmendar mi error.

Rukia sonrió con ternura y le puso una mano en el hombro para tratar de aligerar su carga moral. Nelliel era una de las Jedi más fuertes que conocía. Era inteligente, buena estratega y cuando decidía algo, lo hacía sin importar el costo. Confiaba plenamente en que lo lograría.

-Bueno, podemos empezar revisando las bitácoras de la estación. Podríamos encontrar información importante sobre otras bases secretas de Hueco Mundo.

-Es un buen comienzo -dijo Nelliel con una sonrisa.

Acompañó a Rukia al interior de la nave, más en concreto a la oficina de Grimmjow, y entre las dos empezaron la revisión sistemática de toda la información que tenía guardada en el sistema inteligente de la navicomputadora. Era un trabajo tardado y tedioso, pero con algo de suerte encontrarían su primera pista.

Tarde o temprano te encontraré, Grimmjow Jaggerjaquez… y entonces tú y yo tendremos una charla interesante.


Bueeeeeno esto fue pensado para ser un one-shot, pero depende de cómo sea recibido consideraré escribir más capítulos, por eso es un final más o menos abierto. También pensé en convertirlo en una especie de serie, ya que quisiera meter alguna historia en este mismo universo pero con Ulquiorra y Orihime TuT. OBVIO.

En fin, ya veremos.

¡Gracias por leer!