Noche de confesiones

La primera vez que le vio se detuvo su mundo, se perdió en su mirada, una diferente, plateada… y cuando le sonrió de vuelta supo que era su fin. Se había flechado.

¡Rose! - Escucho a lo lejos, logrando que volviera al presente.

Sus primas hablaban de sus primeras experiencias románticas y se dejo llevar por los recuerdos.

¡Sí! Perdón – se disculpo con torpeza - ¿Qué decías? – Pregunto mirando a su prima Dominique.

Qué si te has enamorado alguna vez – dijo con ilusión.

Rose lo pensó por un momento y no creía haberlo hecho, o al menos eso quería creer - No, creo que jamás- lo cierto es que hasta ella misma lo dudaba.

¿Estas… - insistió Lily tratando se ver a través de ella – segura?

Segura – Respondió rápidamente, mirándola fijamente a los ojos, enfrentándola.

Pero… - Toda voltearon hacia Roxanne - ¿Te ha llamado la atención alguien? – La pelirroja por un segundo pensó en unos ojos plateados.

Tal vez… - Llamo la atención Lucy – Aquella vez en esa librería muggle –

¡Que librería! – Exclamaron al unísono Lily, Dominique y Roxanne mirando a Rose con intriga, verdadera intriga.

La pelirroja mayor botó bruscamente todo el aire que sin saber estaba conteniendo. Miró con molestia a sus primas y a Lucy con una mirada casi asesina para que no dijera más. Lo cierto era que Lucy también estaba curiosa, pues recordaba perfectamente haber visto a su prima mirar detenidamente a ese chico y nunca supo que paso después.

La gryffindor no quería hablar de eso porque era algo de ella, íntimo, casi un secreto sin embargo ahí estaba relatando algo que no quería compartir.

Cuando cumplimos 11 años, antes de ir a Hogwarts nuestros padres nos llevaron a una salida por el Londres muggle a Albus, Lucy y a mí. Visitamos varias tiendas entre ellas una librería y, mientras Albus y Lucy compraban un helado, yo fui a la librería que estaba enfrente. Mamá se quedo en la entrada conversando con el encargado y yo me puse a explorar las estanterías. En eso ví un libro de una cubierta azul platinada, pero estaba en lo alto y no alcanzaba, cuando estaba a punto de escalar la estantería sobre mi cabeza vi unas delgadas manos que alcanzaron el libro y lo tomaban sin problema. Al tiempo que terminaba de tomar el libro me volteo hacia la persona que tomó el libro por mí, resultó ser un chico que, al cruzar miradas, yo no pude apartarla. Luego el chico me extendió el libro con una sonrisa me que pareció muy brillante. No atiné a nada más que sonreírle y recibir le libro torpemente. Me quedé allí parada pensando que había visto los ojos y sonrisa mas bonitos en mi corta vida. El chico se fue antes de que reaccionara a algo más y un grito de mi mamá me hizo volver en sí – terminaba de relatar Rose al tiempo que se encogía de hombros.

Sus primas estaban asombradas imaginando la historia de su prima, a ninguna le había pasado algo así y eso que ya tenían 13 y 14 años que, según las creencias de la pequeña Potter "están en edad suficiente para que les pasen esas cosas".

Entonces ¿Nunca más lo volviste a ver? – Pregunto emocionada Dominique.

No – Negaba con la cabeza la ojiazul – tampoco supe su nombre- mentía mirando a Lucy, advirtiéndola.

No puedo creer que hayas conocido a un chico tan encantador y que no volvieras a saber de él- Comentaba Roxanne incrédula.

Creo que en la vida te pueden pasar esas cosas y más – Reflexiono Lucy mirando a Rose.

Con esa última frase, que las dejo pensando, decidieron irse a dormir. Rose se ofreció a escoltar a sus primas a Ravenclaw, puesto que era prefecta. Lo cierto era que a Rose le gustaba vagar de noche por el castillo o los días en que todos estaba en hogsmeade, es decir, sin estudiantes merodeando y esta era una oportunidad que la pelirroja no desperdiciaría.

Caminaba hacía la torre de astronomía luego de dejar a sus primas en sus casas, disfrutando de los diferentes tonos que le daba a las pinturas las antorchas, del silencio casi sepulcral. Distraída en sus observaciones no se percató de una silueta apoyada en el inicio de las escaleras.

Estas un poco lejos de tu guarida leona- se escuchó a través de la noche una suave pero arrogante voz que intentaba ser juguetona. s

Y tu de tu nido – Contrataco segura de saber quién se escondía entre las tinieblas.

Scorpius Malfoy soltó una leve risa ante tal rápida. Comenzaron a subir las escaleras iluminados solo por la luz de la luna.

Pensé que hoy no vendrías- mencionó arrastrando cada palabra.

Pensé que ya no estarías- Respondió divertida por la ilusión que le hizo su frase.

Era una buena oportunidad para solo contemplar las estrellas-

Yo pensé lo mismo- dijo con una sonrisa, ese era su juego, sintiendo lo contrario a lo que decían – Lastima que estas aquí – sus rojos rizos se movían mientras volteaba a mirarlo, ella sabía que se asomaría una protesta.

¡Oye! – Exclamo fingiendo ofensa – Creí que ya nos llevábamos mejor – Se llevo una mano al pecho. Era algo que hacían, bromear con esa impuesta rivalidad - ¿No tenía una reunión con tus primas? – Preguntó curioso, esperando que le contara sobre lo que habían hablado.

Sí – Dijo divertida, viendo a través de el mientras se acercaban al borde y de sentaban.

¿Qué tal estuvo? – La miró, simplemente la miró, con su cabello alborotado por le viento, pensando que era hermosa.

Interesante – Dijo pensativa, intentando alejar su cabello de su boca sin tener mucho éxito.

Ella sabía que él la miraba, quiso enfrentar su mirada, pero terminó perdida en ella, como la primera vez que los vio. Su boca comenzó a hablar sin poder detenerla, no quería detenerla. Rose quería que él la conociera, que supiera muchas cosas sobre ella y ella averiguar más cosas sobre él.

Les conté de la primera vez que nos vimos- Se atrevió a mirarlo

¡Oh! - dijo ya menos nerviosos- te refieres a esa vez que te quedaste pasmada de mi -mencionó con un poco de arrogancia y una leve sonrisa.

Rose giró su mirada hacia el horizonte al tiempo que pensaba "Cómo no hacerlo si es monstruosamente bello".

Ya quisie… - decía la pelirroja volviendo a míralo, mientras sentía una suave y grande mano en su mejilla apartándole algunos rizos de su boca, de su cara con su rostro a milímetros del de ella. Sus corazones estaban a mil, Ella estaba segura que en esos momentos debía ser un tomate personificado, aunque no le importaba mucho, solo quería sentir sus labios.

Scorpius estaba nervioso, como cada vez que ella estaba cerca, sin embargo, al ver que ella no se alejaba o mostraba negativa, prosiguió lentamente, viendo como ella cerraba sus ojos, hasta unir sus labios con esos que eran tan suaves como la seda, con sabor a fresas y rosas, tibios, que le quitaban el sueño por querer tocarlos una ve más. Corrientes eléctricas los recorrían, hormigueos por todo el cuerpo y un embriagante calor.

Rose se separo antes de perder la razón, agitada y mas colorada que antes. Se le vino a la mente la librería, los ojos mercurio, sus primas.

Si mis primas supieran que hacemos este tipo de cosas- decía conteniendo una carcajada. Scorpius simplemente sonreía. Ella definitivamente esta perdida, pensaba mirando al rubio.

Fin