Disclaimer: Los personajes no son de nuestra propiedad, no obstante, podemos hacer uso de ellos en diferentes etapas y escenarios porque es gratis y divertido. Contrario a ello, los OCs que se lleguen a mencionar sí son de nuestra autoría.
Advertencias: Headcanon Conjunto. Especial de bodas de Bubbles y Boomer. Posibles errores que no vimos al final. Leve lenguaje vulgar. Actitudes cuestionables y demás. (Las categorías irán aumentando dependiendo de la temática que se aborde en el capítulo)
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Blue Berry
I
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—¿Qué hora es?
Siempre me gustó decir que una de mis mejores cualidades era la paciencia. Supongo que haberlo escuchado de los demás cuando debían hablar de mí con elogios en lugar de insultos, provocó que yo mismo me lo creyera y lo tomara como algo bueno. La aparente calma en mi personalidad, la imagen de alguien desinteresado en los detalles como lo relajado que podía verme al reaccionar en determinadas situaciones molestas o críticas, sin duda me había traído provechosas ventajas a lo largo de mi vida. Sin embargo, había momentos específicos donde tal vez aquello no era precisamente paciencia de mi parte, sino mera resignación que salía cuando no sabía cómo diablos proceder. Pero, ¿acaso puedes alardear de ello sin sentirte patético? Exacto, llamarte paciente te daba un perfil más favorable, ameno y aceptable, nadie te juzgaba por mostrarte "comprensivo ante las adversidades", y aún si lo hacían, era para no decir explícitamente que eras un completo baboso por no actuar mejor.
La verdad, y sin pena en admitirlo, soy más pendejo que paciente. Suele ser más sencillo para mí el sobrellevar las cosas si desconozco la seriedad real de éstas… como ser papá, por ejemplo, mi falta de sentido común me dijo que hasta un villano podría serlo y me la creí. Cuando mi hija nació, claro que conocí la angustia por desconocer lo que pasaría a partir de ahí, pero me dejé llevar por las sensaciones menos abrumadoras y me permití seguir adelante con la idea de que no le iba a hacer un daño genuino a ese bebé. Ahora si me ha funcionado o no es lo de menos cuando cuatro años después, todas las mañanas en el desayuno, sigo recibiendo esa bella sonrisa en su cara al verme.
Conocer las recompensas por las decisiones que tomé siendo ignorante de muchas cosas, me motiva a seguir siéndolo. Sé que no es lo más recomendable –o inteligente–, pero nunca me he definido por ser alguien sensato. ¿Alguien podría culparme? Ser imprudente me hizo ganar una familia completa y ahora, con todo y mis defectos a los que les sacaba partido, es que justo en estos precisos momentos me encontraba esperando a la que por fin se volvería mi esposa.
Oh, es cierto, ¿por qué había comenzado a hablar sobre esto de la supuesta paciencia? Ya, por supuesto… porque ahora que la necesitaba, no la tenía.
—¿Qué hora es?—Pregunté una vez más, queriendo disimular mi creciente ansiedad. Brick ni siquiera observó el reloj en su muñeca, intuí que había adivinado mi patrón de preguntarle cada cuatro, tres, y nuevamente cuatro minutos o lo que durara "Tell me now" de Mazzy Star, "One Time Too Many" de PJ Harvey, y "Where are you now?" de Brandy Norwood.
Repasar canciones en mi cabeza de memoria era una forma de lidiar con mi nerviosismo. Además, las voces femeninas de las cantantes me daban una paz temporal en lo que ignoraba a los invitados ya listos en sus asientos.
—Todavía está a tiempo.
—Sé más específico—le pedí tan pronto me respondió sin dejar la discreción al susurrarnos.
—Apenas tres minutos tarde.
Eso son dos vueltas a mi pequeña lista de tres canciones desde que empecé a oírlas en mi cabeza. ¿A tiempo de qué según decía mi hermano mayor?, ¿de empezar con la tercera vuelta y atormentarme con las letras de Hope Sandoval?
—¿Por qué no ha llegado?—ni siquiera me molesté en ocultar el desconcierto en mis facciones.
—Sólo van tres minutos… cuatro.
—¿No se supone que ya estaba aquí?
—Es la novia, es común que pasen estas cosas, ¿recuerdas?
Claro, yo tenía muy presente la experiencia de Brick en esto, él fue el primero en casarse y pasar por lo mismo que yo ahora, no obstante, a mí no me importaba mantener un control de mis emociones aunque fuera en vano, pues fui testigo de cómo las ansias también le ganaron aquel día. De todos modos, ¿cómo carajos pudo lidiar con tanto estrés?, yo por el contrario sentía como mis entrañas se removían inquietas mientras mi garganta comenzaba a secarse poco a poco. Todo esto de la boda llevaba carcomiéndome la cabeza desde el instante en que Bubbles me lo pidió y ahora que por fin había llegado el momento, aquel nerviosismo era nada comparado al que sentía ahora por un retraso de cuatro minutos y contando…
—No me gusta ser el que espera… Soy tan importante como la novia, ¿no? Hubiera sido más sencillo si entrábamos los dos juntos.
—¿Se lo comentaste a Bubbles? Digo, si ya rompió esa tradición invirtiendo los papeles al ser ella quien te diera el anillo de compromiso primero, pudieron llegar a un acuerdo.
—No creí que estar solo en el altar sería tan tensionante.
—Ya esperaste todo un año y poco más de preparativos, un par de minutos más no deberían ser problema.
—¿Cuánto es un par de minutos más? Los retrasos dejan de ser elegantes pasados los cinco minutos—reclamé.
—Si no tuviera que soportar tu contagioso nerviosismo en tu cara de imbécil, hasta me parecería adorable ver cómo comienzas a comportarte como un niño cuando te desesperas—aunque no estuviera viendo su expresión porque ambos estábamos mirando hacía el final del camino que daba al túnel de enredaderas, aquel de donde se supone saldría mi prometida, supuse que su tenue sonrisa contrastaba con su mirada cargada de fastidio por mí, pues si algo tenía que aceptar es que tal vez había sido algo… caprichoso desde la mañana.
El no ver a la novia antes de la ceremonia porque era de mal augurio, me parecía una regla muy tentadora para romper, ¿por qué?, porque cada vez que la angustia me gana, es cuando más decisiones estúpidas tomo. De repente fui preso de un pánico justo un par de horas antes y una enorme necesidad por verla me invadió de golpe. Me mal acostumbré a que, cada vez que sintiera un vacío o una avalancha de pensamientos intrusivos como de inseguridades y desolación agobiante, la única forma de disipar aquella bruma en mi cabeza era precisamente buscándola para encontrar en su contacto esa tranquilidad a la que me había vuelto dependiente.
Fue así que intenté escaparme un momento con la finalidad de al menos escucharla un poco antes de entregarnos por completo al itinerario. Me parecía un buen plan, sólo tenía que burlar a las damas, algunos familiares y a la perra que teníamos como organizadora de la boda. Helena sería lo más molesto de esquivar, después de todo, su mirada inquisidora era suficiente para hacerme entender que yo no terminaba de agradarle. No es como si eso me importara, mas resultaba un fastidio cuando tenía que limitarme por Bubbles ya que al tratarse de su jefa, la convivencia debía ser lo más cordial posible.
Aún así, mis planes de escabullirme y hacer trampa fueron truncados por mis propios hermanos quienes me interceptaron apenas intenté cruzar al otro lado de la hacienda, donde alistaban a mi novia. Como si ya hubieran prevenido mis intenciones, fui arrastrado de regreso por ese par de cabrones sin mostrarse sorprendidos.
—¿Quieres arruinar tu matrimonio antes de empezar? Sí que eres un jodido crío—se mofó Butch mientras me agarraba con firmeza de un brazo y yo, resignado, me dejé jalar mientras mis botas se deslizaban por ese suelo fragmentado de azulejos. Desde luego, tuvieron la consideración de no arrugar demasiado mi traje elegido con mucho cuidado para la ocasión y para el que me tardé varios meses en confeccionar con Carlo, el mismo sastre que hizo el traje de Brick para su boda.
A partir de ahí tuvieron que soportar mi mal humor… y un par de intentos más de mi parte en querer cruzar los jardines e ir hacía la zona de la novia.
La experiencia de Brick y su trabajo como mi padrino me retuvo el resto de la mañana para que olvidara mis impulsos de rebeldía… o de idiotez. De hecho, rememorar las horas previas a su casamiento sirvió para justificar mi actuar tan arrebatado, mi hermano no podría juzgarme cuando entendía muy bien la sensación de los nervios…
Sus ojos rojos repasaron con una seriedad determinante a cada uno de nosotros en aquella sala de reuniones. Faltaba por lo menos una hora y Brick mantenía una postura intimidatoria para advertirnos que no estaría dispuesto a soportarnos en caso de que quisiéramos ser problemáticos. Conociendo el récord criminal de todos los ahí presentes, sus preocupaciones no eran exageradas, de hecho, había sido lo más inteligente luego de haber decidido invitar a unos cuantos villanos que lograron pasar sus exigentes filtros, pues aunque no fueran una amenaza verdadera, seguían siendo delincuentes que estaban a punto de convivir con la otra mitad decente de los invitados.
—Escuchen bien malditas escorias, si me entero que alguien de ustedes la caga en mi boda lo último que habrán querido en sus vidas es haber asistido a ella—el tono de mi hermano era amenazante, y tan impuestos que estábamos a él, Butch y yo sólo nos limitamos en intercambiar sonrisas altaneras, disfrutando de lo serio que se lo estaba tomando Brick a pesar de que meses antes y todavía la noche anterior se le veía tan calmado con los preparativos.
—¿Amenazas de muerte a tus invitados? Menudo anfitrión nos saliste, mocoso altanero—se mofó Masón, un ex convicto que a pesar de su enorme figura, era más agradable de lo que parecía. Sí, había estado en prisión por usurpación de identidad, fraude y desviación de fondos, pero sabía animar una fiesta sin la necesidad de perderse en una sobredosis como la mitad de nuestras amistades.
—¿Muerte?, ¿me crees tan piadoso?—Respondió mordaz—, sólo tengan en cuenta dónde están parados y quiénes están allá afuera.
—Nos quedó claro desde que nos enteramos quién es la novia—comentó otro delincuente que ubicaba sólo por su cicatriz en la barbilla. Brick había congeniado más con él porque el sujeto en cuestión tenía los contactos correctos para los negocios en los que mi hermano quería invertir.
—¿No te parece tierno?—Me susurró Butch luego de ver cómo Brick seguía entreteniéndose con esa clase de sermón pasivo agresivo que les daba al resto—, está tan preocupado de haberse equivocado en invitar a las basuras de nuestros amigos y todo por temor a defraudar a su futura esposa tan pronto.
—Tienes que darle mérito, incluyó sólo a los que han cometido penas leves y definitivamente excluyó a las mujeres que conocemos.
—¿Las arpías con las que el cabrón de nuestro hermano solía tratar te parecen mujeres? Habrían sido las primeras en joderla desde el momento que les llegara el aviso de que no fueron ellas quienes domaron a la zorra mayor. Te recuerdo que él no tiene amigas por muchas razones; o son demasiado sensatas para soportarlo de verdad, o son tan nefastas que es él quien se encarga de mandarlas a la mierda.
Compartimos una pequeña risa burlona después de eso. No es que el desgraciado de nuestro hermano mayor fuera un ser frívolo como para haber accedido a todo ese teatro sólo por conveniencia, porque en el fondo, hasta alguien como él deseaba vivir una vida tranquila con la mujer que quería. Sin embargo, debemos ser precavidos con nuestras aspiraciones, cualquier paso en falso y podríamos perderlo todo.
No comprendí a Brick hasta que a mí me tocó ver el matrimonio como algo más que un simple documento que nos brinda ventajas legales para algunas cosas. En mi caso, no se trataba de formalizar algo que ya tenía con Bubbles. Yo amo tanto a esa mujer como bien estoy pleno con el nuevo giro que tomó mi vida cuando nació Anette. Pero esto era más que un trámite civil, más que el sueño de muchas niñas idealizando el amor con su prospecto de marido y más que un ritual costoso para presumir ante el resto. Esto era la verdadera promesa que aspiraba a ser inquebrantable. No era un juego o un capricho, era el sentenciarnos para siempre con la compañía del otro. Más nos valía estar seguros…
Entonces, ¿¡por qué estaba tardando tanto en llegar al altar conmigo?!
Los nervios empeoraron con cada avance de los segundos. No supe cuantas veces aclaré mi garganta por el nudo que se quería formar ante la impotencia de no saber qué hacer. De repente, un pensamiento intrusivo se coló en mi poco temple desde que pasaron 10 minutos… ¡10 minutos!
¿Se habrá arrepentido? ¿Al final todo esto fue demasiado? ¿Debí haberme callado cuando muchas veces le pregunté si estaba segura de continuar con todos los preparativos de la boda por mis malditas inseguridades? ¿Se dio cuenta del error que iba a cometer? No… ¡No podía echarse para atrás ahora!, ¡ya era tarde para eso!, ¡ya teníamos una hija!, ¿¡no era suficiente garantía de lo lejos que habíamos llegado?!
No pude evitar recordar entonces aquella fuerte pelea que me hizo replantearme muchas cosas y en parte, fue razón para que yo tuviera mis dudas de aceptar casarnos… ¿Y si en realidad aquello que salió de su boca por la rabia fue siempre la única verdad?, ¿Bubbles sería capaz de dejarme plantado el día de nuestra boda?
—Oye—llamó Butch con un tronido de dedos para regresarme a tierra. Se había acercado una vez notó como Brick se alejaba y desaparecía por el túnel de enredaderas, importándole un bledo las miradas curiosas de algunos invitados como del juez que también comenzaban a resentir la tardanza de la novia. Cuando salí brevemente de mi tortuoso trance, me topé con la mirada preocupada de mi hermano pelinegro—, Brick fue a averiguar qué tanto las está reteniendo.
—Esto no tiene sentido—susurré más para mí que para Butch en lo que él me conducía a la parte trasera del enorme árbol que fungía como decorado del altar. Una vez lejos del resto de las personas que solo serían espectadoras de mi crisis, hablé más alto—, ella no se retrasaría tanto. Nunca lo hace en las bodas, ¡no lo haría en la suya!
—Seguramente hay una buena explicación, no te adelantes…
Negué con la cabeza y lo volví a encarar con la expresión más severa que seguro fui capaz de darle, pues la consternación en su gesto me decía que no tenía ni puta idea de qué decirme para calmarme. ¿¡Y cómo lo iba a saber?! ¡Yo era el pobre infeliz carcomido por la incertidumbre y sus peores miedos!
—¿Y si…?
—No, Boomer—me interrumpió—, basta.
—¿Y si recapacitó y se fue?—continué de todos modos.
—Es imposible.
—¿¡Por qué?! Tampoco ha salido Anette…—entonces, un terror más grande me abrumó—, ¿¡y si huyó con ella también?!, ¿¡y si se dio cuenta de mis mierdas y por eso se alejó y quiere quitármela?!
—Por favor, Boomer, ¿es en serio?, ¿la crees capaz? La rubia no sería tan estúpida para hacer algo así, sabe que las encontrarías si se escondiera con tu hija.
—¡Por lo mismo, Butch!—Solté entre dientes y agravé más mi tono de voz mientras lo tomaba del cuello de su traje—, ¡seguro ya se imagina de lo que soy capaz de hacerle por haberme abandonado!
Me estaba dejando consumir por un cúmulo de emociones no precisamente positivas. Era mi lado irracional respondiendo a mis suposiciones donde esperaba lo peor. En un punto dado, apreté mis puños hasta que mis nudillos se tensaron y un destello de energía eléctrica los rodeó. Butch al percatarse de eso, sabiendo que las palabras no funcionarían conmigo, optó por la mejor solución que se le ocurrió.
Supongo que su puñetazo en mi abdomen fue un mal necesario a pesar de sacarme el aire de manera abrupta.
—Escucha bien, estúpido—sentenció con aspereza una vez me obligó a mirarle cuando me tomó de la cara con ambas manos—: ¡Te vas a casar con esa impuntual de mierda como quedaron, así que ve buscando tus pelotas si aún las tienes para que regreses a tu puto lugar en ese maldito altar, las esperes sin lloriqueos y lleven a cabo esta boda que organizaron!, ¡no puedes volverte loco así nada más y todo por pensar que te dejaron atrás, carajo!
Abrí mis ojos de par en par al ver la determinación de Butch y cuando me recuperé de la conmoción aparté abruptamente sus manos. Suspiré aturdido por el momento y por sus palabras, luego cerré mis ojos y llevé la yema de mi dedo índice y pulgar al puente de mi nariz para recuperar mi compostura. Odio depender a veces de otros para encontrar mi serenidad.
—Maldición…—solté por lo bajo cuando me di cuenta de lo dramático que estaba siendo. Butch relajó su postura y sujetó mi hombro con un agarre que transmitía tanto apoyo como fortaleza.
—Ni Brick ni yo te dejaríamos solo en esto, así que por ahora confía en que la golfa pelirroja de nuestro hermano solucione todo, ¿sí? Fue a buscarlas al ver que Blossom ni ninguna de ellas le respondía, así que algo las tiene muy ocupadas como para que no hayan contestado a sus celulares. Dudo que de apoyar a una novia fugitiva las haga mantener sus líneas activas.
Bueno, eso sí me estaba tranquilizando, pero ahora la preocupación como la culpa permaneció por no saber lo qué pasaba. ¿Estaban bien?
—Vamos, muestra tu mejor cara que no por nada evité golpearte en ella, cabrón. Tengo que regresar con Mojo y Aidan antes de que aparezcan todos y ahora seas tú el que groseramente no esté en su puesto.
Asentí más relajado cuando tomé un poco de agua de una de las botellas que Brick había dejado cerca en caso de que el calor veraniego me sofocara, sin saber claro, que más me funcionaría para deshacer así el horrible nudo de mi garganta. Una vez que me recuperé casi por completo, caminé con la intención de volver con los demás no sin antes agradecerle a Butch.
—Gracias…
De repente, la música anunciando lo que sería la entrada de mi hija con su canasto, me hizo volver de lleno a la realidad. Fue como si los colores en mi rostro regresaran uno a uno cuando con prisa me acomodé a la par que Brick salía por el túnel con una seguridad que a propósito me contagió. Como si aquellos quince minutos no hubieran pasado, mi padrino volvió a mi lado dándome un leve zape que si bien, no me despeinó, sí me demostró a su manera lo preocupado que mi estado ansioso lo tenía y que, al final, no había sido tan terrible como mi cabeza lo ideó.
—¿Qué pasó?—pregunté sin despegar mis ojos del túnel, esta vez con más esperanzas de ver por fin a mi adorable hija con las flores que tiraría por el camino y detrás de ella a su hermosa madre vestida de blanco para mí.
Brick negó con la cabeza, sin borrar su sonrisa que luego ensanchó más cuando se encontró con la mirada rosa de su hijo de un año, quien yacía en brazos de nuestro primer creador.
—Mi sobrina demostrando sus malévolos genes. Apenas tiene cuatro años y ya casi mata a sus padres de la preocupación el mismo día de la boda de éstos… Le pinta un futuro brillante, ¿no crees?—Aunque muy curioso, decidí no indagar más, esperaba que Bubbles me explicara luego y con el resto de los detalles.
Me enfoqué en seguir escuchando la música que revelaba a mi pequeña muñequita, sonriéndome emocionada mientras soltaba los pétalos de modo grácil y en brinquitos. Un júbilo inundó mi pecho cuando terminó y corrió hacía mí mientras la recibí con los brazos abiertos y la cargué unos segundos para darle un sonoro beso en la mejilla. Entonces, cuando la entrada nupcial anunció el momento por el que me había estado muriendo de ganas todo este rato, la bajé para que ambos pudiéramos apreciar a la mujer más hermosa del mundo, dirigiéndose hacía nosotros… hacía a mí. Verla como nunca antes la había visto me hizo olvidar toda incertidumbre, momento amargo o negatividad.
Ahí estabas tú…
Y aquí estuve yo; extrañándote, necesitándote… amándote.
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Se me hace muy bonito hallar a alguien que me ame de la misma manera en que yo lo ame. Sería como un grito al mundo de que tengo a alguien que me desea a su lado para toda la vida.
Mientras admiraba la telas de mi vestido y el cómo éste se cernía a mi cuerpo, no pude evitar recordar el instante en que afirmé aquellas palabras a Blossom. En ese entonces, no dimensionaba demasiado lo que implicaba casarse, o en su defecto, compartir mi vida a lado de alguien. Claro, la idea era encantadora para mi yo de trece años, y lo sigue siendo ahora en mis casi veintisiete, no obstante, no podía negarme a mí misma que en su momento, en ese preciso momento, no terminaba de entender lo que era comprometerse.
Volví a levantar los brazos para encantarme con la imagen de las mangas tipo campana hechas de seda, así como el escote bardot que componían mi indumentaria, la composición era perfecta para aludir a la ceremonia de fantasía medieval con la que tanto soñé desde que asistí junto a mi familia a la primera boda de mi tío Eugene. Aun sin entender lo que implicaba el "hasta que la muerte los separe", yo ya me encontraba divisando la fiesta de mis sueños; temática y repleta de referencias a la época de la cual me había enamorado. El parecer una elfa salida de las letras de J. R. R. Tolkien, solo era uno de los tantos protocolos que tanto planeé durante muchísimos años. ¿Qué? ¿Me adelanté a este evento aun sin contemplar a la persona? ¡Culpable! Mas no me parecía justo privarme de esos anhelos, menos siendo una niña.
Ah, pequeña e ilusa yo, la vida me enseñaría a no tomar muy en serio las expectativas, pues sería ésta misma la que se encargaría de romperlas cuando más las ansiaba. No negaba que no solía pensar mucho en las consecuencias, no, no era alguien tan relajado como para dejar de lado mis preocupaciones y continuar como si nada hubiera pasado, ni tampoco sobre pensaba las cosas antes de hacerlas; yo imaginaba mi futuro con toda la alegría de que éste se hiciera realidad sin importar qué. Visualizaba historias que muchas veces sonrojaron mis mejillas en plena madrugada por lo infantiles que lograban ser.
Sin embargo, al ir creciendo, supe que muchos sueños era mejor mantenerlos en eso; sueños. Mi vida no podía componerse de fantasías, ya que inconscientemente amargaban mi realidad. Los golpes de mi diario vivir fueron los necesarios para que abriera mis ojos y dimensionara el mundo cruel donde residía como ciudadana y heroína. A pesar de ello, seguía tan idealista, porque de esa manera me refugiaba de los inquietantes pensamientos que muy pocas veces podía controlar.
Era impulsiva, oh sí, contrario a la opinión popular que rondaba a mis hermanas y a mí, yo era más impulsiva de lo que alguna vez Buttercup pudo ser. Era una respuesta a mi personalidad intensa y hasta obsesiva que me cegaba de pensar en las consecuencias que vendría con mis actos. De esta forma, me convencía que podía lidiarlos, que tenía el carácter suficiente para afrontar lo que se viniera, aunque en el fondo supiera que aquello a veces era una mentira.
Aun así, no podía imponer mis deseos propios ante alguien que tenía los suyos, ese actuar era egoísta… Sin embargo, sabía que aquel adjetivo también era parte de mí. Contradictorio, si lo tomaba desde el lado en que me preocupaba bastante por los demás. Por eso, cuando le propuse matrimonio a Boomer, lo hice con la mentalidad que sin importar cuál fuera su respuesta, me quedaría a su lado porque eso era lo más valioso.
Quería la boda de mis sueños, pero de qué serviría si no era con el hombre de mis sueños. De antemano, este ritual era una imagen para apantallar a los invitados que disfrutaban más la fiesta que los mismos novios, lo había aprendido en mi labor como promotora de eventos; el proceso era tedioso. Pero, el observar tantas mujeres dirigirse al altar, tantas desgracias antes del "acepto", o lágrimas después del "puede besar a la novia", no me era suficiente la costumbre cuando la ilusión seguía presente. No era lo mismo ver a la novia caminar hasta el podio, que ser tú quién se dirige hasta ahí. Insisto, aunque la magia del ritual era contagiosa, no era lo mismo sin la persona que escogiste para ti.
Me gustaba tomar la iniciativa con Boomer, había aprendido a ser paciente, pues con unas convicciones muy marcadas entre ambos que estrepitosamente colisionaban, la paciencia debía ser una virtud en nuestra relación para que las cosas funcionaran. Veníamos de mundos diferentes, nuestra naturaleza también lo era, por ende; debía ser cuidadosa con mi actuar si no quería arruinar las cosas. Lo aprendí de la peor manera, en el cual mi límite me llevó a ser más imprudente de lo que era.
Recuerdo entonces que inhalé una gran cantidad de aire luego de tomar aquel anillo de oro blanco en forma de tambor de caja que había sido confeccionado especialmente para él. Los posibles escenarios de su respuesta invadieron mi cabeza, pero debía mantenerme expectante a su reacción. Ese era uno de los detalles que amaba de Boomer, que nunca sabía qué esperar de él. La cena sería sencilla, tranquila y nuestra adorada hija pasaría la noche con sus tíos, brindándonos esa privacidad que hace unos meses no podíamos permitimos. Mis nervios casi pueden conmigo, no obstante, con valentía, luego de degustar los platillos que había hecho para nuestros dulces paladares, lo invité a nuestra sala con la excusa de ver alguna caricatura de esas que tanto nos gustaban, más que nada a él.
De repente, me sentí avergonzada por evitar que tomara el control remoto y encendiera la televisión. Me miró expectante y su rostro osciló entre la confusión y sorpresa al verme enfundar mi guitarra. El calor en mis mejillas incrementó por los nervios, pues, ¿no era yo quién incentivaba a Boomer a realizar sus actividades favoritas y ahora lo había interrumpido sin explicación alguna?
—Mmm, verás…—declaré titubeante.
—¿No íbamos a ver Bob Esponja?—preguntó genuinamente, adornando sus facciones con aquellos gestos joviales que tanto me encantaba apreciar.
—Sí… Es sólo…—solté un suspiró largo, acompañado de esas sonrisas tontas que le brindaba a Boomer cuando se daba cuenta de alguna travesura mía para con él— Atrapada…—mencioné bajito.
Sin perder un segundo más, comencé a serpentear cada cuerda del instrumento para que los arpegios hablarán por mí. Mis dedos bailaron por cada cuerda, de mí a sí, entre sol y re, entoné una canción en la cual le explicaba todo el intenso amor que sentía hacia su persona. Mi habilidad vocal me permitió adaptar la voz a la melodía suave que se componía de las frases con las que yo relacionaba a Boomer. Y supe que le había gustado cuando sus hermosos iris reflejaron ternura.
Jamás me consideré alguien tímida, pero no podía negar el cúmulo de emociones que Boomer me evocaba y más cuando tenía presente que la respuesta podría ser cualquiera. Dejé de lado la guitarra y extendí mis manos para atrapar las suyas, besé el dorso de éstas, acariciando con mis labios su textura. Mi mirada nunca se despegó de la suya y motivada por el desenfreno de mi corazón, expresé con seguridad aquello que tanto ansiaba comunicarle desde que entendí que jamás me alejaría de él.
—Sé que es apresurado, inesperado tal vez…—Y la seguridad que había adquirido fue reemplazada por nervios debido al semblante del rubio…
¡Boomer, no me observes así!
Las sensaciones electrizantes incrementaron cuando experimenté un trance por aquellos ojos tan intensos, sus blancas pupilas contorneadas por ese azul eléctrico me hacían temblar.
—Jé, ¿recuerdas aquella vez que te di la figura en miniatura de Darth Vader? Esa que regalaban en las cajitas sorpresa de McDonalds y estaban agotadas por su demanda. Ese día no me importó pelearme con un niño para conseguirla por ti. —Bien, estaba muy nerviosa, demasiado, lo cual opté por lo más viable… divagar—Oh, oh, oh, y aquella ocasión en dónde conseguimos esa colección de cartas de Pokemón en conmemoración por sus diez años… Amé que me permitieras ayudarte a organizarlas en esa vitrina especial que tienes. O esa vez donde hallamos esa guitarra, alguien la había tirado restándole su valor, pero ambos supimos que era valioso, porque, ¡vamos! ¡¿Quién tira una guitarra de palisandro?! ¡Tienen buena resonancia!—mordí mis labios, no debía darle tantas vueltas al asunto, era una pregunta y ya—... Además, no olvido tu rostro emocionado cuando decidí pintarla con uno de tus pokémons favoritos en todas sus evoluciones; Eevee—Su mirada atenta, pero blanda, esa que solo me dirigía a mí, me motivó a continuar—. El punto es… que—saqué la cajita que contenía el anillo—, el punto es que te amo, te adoro cómo no tienes idea. Quiero darte todo, porque eres mi todo, Boomer Him y estaría encantada de pasar el resto de mis días componiendo música, viendo caricaturas, y jugando como los niños que somos junto a ti… ¿Te quieres casar conmigo?
El sonrojo que no disimuló, así como su hermosa sonrisa… Me hizo darme cuenta que esta era la mejor decisión.
Y a raíz de ello, es que ahora me hallaba visualizando mi peinado adornado con un corona, ignorando las voces que afuera esperaban mi presencia para dar paso hacia el altar donde estaba el hombre del que me había enamorado años atrás. Suspiré observando mi rostro y me llené de una inmensa alegría la cual regocijaba mi corazón de múltiples formas. Estaba a instantes de sentir mi mano con la suya en una unión inquebrantable. Las ansias de verlo podían conmigo, pero me reafirmaba a mí misma que toda esta espera valía la pena, porque Boomer siempre valía la pena.
No obstante, no podía negar que en algún momento me sentí indecisa, no por mí, sino por él. Yo estaba dispuesta a vivir en forma lo que un matrimonio implicaba, era más que una emoción de niña, más que una idealización del momento, yo iba en serio, pero el ver la duda en Boomer después de darme el 'sí', me dolía. ¿No era suficiente? Me dejó en claro que nada tenía que ver conmigo, sino con la insistencia de esa personalidad volátil que él poseía y que no sería para bien. ¿Cómo le explico que me bastó unos días de su ausencia para sentir que moría? Dependencia o no, yo quería todo, quería ser su todo, pues aun ignorando muchas facetas de su villanía, preferiría eso, a estar sin él.
—Bubbles, es hora—escuché a mi organizadora y jefe; Helena, llamarme por el pórtico. Sonreí una última vez al espejo, me direccioné hasta donde me esperaban mis damas con su atuendo característico del siglo, y mi padre, quien se disponía a entregarme. Supuse que mi hija ya se encontraba con Blossom en las fauces del túnel de enredaderas, que me llevarían hasta donde estaba Boomer, custodiado por el gran árbol en el que se hallaba el altar.
Verlos ahí reunidos incrementó mi sonrisa, experimenté un cúmulo de lágrimas que reprimiría por ahora, pues quería evitar que el maquillaje se arruinara. Recibí las flores de múltiples colores, orquídeas, rosas, porcelanas y demás de las manos de mi dama de honor, Buttercup, quién a pesar del estrés que ha tenido a causa de Helena y en cierto modo de mi parte, se ha mantenido serena y leal, o lo intentaba, para que todo salga como lo había deseado. A su lado, Robin, así como mi madre; la Señorita Keane, me comunicaban con sus gestos cuán hermosa estaba.
—¡Estás bellísima, Bubbles!—silbó el Profesor después de depositar un mechón de mi cabello detrás de mi oreja para luego besar mi mejilla tiernamente.
—Bueno—exclamé emocionada—¡Me voy a casar!—volví a gritar, contagiando a los presentes como lo hice la primera vez que lo anuncié a mis seres queridos. Era oficial, nada podía arruinar esta dicha.
O eso creía.
No podía morder mis uñas, ya que eso causaría que la manicura se dañara. Mis labios aún unidos en un fina línea presagiaban el posible colapso que los presentes atestiguarían si no hallaba una respuesta congruente ante el incidente, que a minutos, ¡MINUTOS! De mi boda, se había presentado. La respiración iracunda, acompañada por el miedo, hacía mella en cada una de mis facciones.
—¡¿CÓMO QUE NO ESTÁ CONTIGO?!—inquirí en un tono tan amenazante que sentí mis dientes rechinar. Apreté la mandíbula mientras controlaba la fuerza para no destruir el ramo, esto no podía estar pasando, no podía.
¿Cómo le dices a una madre que se calme por la ausencia de su pequeña? Al llegar a la entrada que nos dirigiría con mi futuro esposo, mi semblante antes alegre se transformó en rabia y preocupación al no ver a Anette. Según mis acompañantes, la mayor fue la encargada de cuidarla mientras yo terminaba de arreglarme, pero contrario a ver la sonrisa de mi adorada rubia con su tía, me encuentro con la figura de Blossom tranquila, esperando nuestra llegada. Claro que las cosas se complicaron cuando el descuido ya no solo de la pelirroja, sino también de la mediana, armó pasó a una discusión.
—¡Se supone que Buttercup la estaría mirando!—se excusó Blossom, avergonzada por su descuido.
—¡NO ME METAS EN ESTO, TE DIJE QUE LA VIGILARAS!
—¡Y yo te dije que no podía porque estaba inspeccionando la llegada de los invitados!—sentenció, moderando el tono de su voz para no llamar la atención—¡Además, iniciar una pelea no es la solución, debemos buscarla!
Respiré alarmada, mirándolas a las dos con desdén para salir corriendo en busca de Anette. ¿Estaría cerca? ¿Estaría bien? ¿Alguien se la habría llevado? Abrí mis ojos ante ese pensamiento para correr con rapidez mientras gritaba su nombre… Boomer y yo teníamos demasiados enemigos… ¡¿Dónde estaba, dónde carajos estaba?!
—¡ANETTE… ANETTE!—corrí por los jardínes gritando su nombre.
Mis ojos se inundaron de lágrimas imaginando lo peor, el peso en mi pecho no me permitía respirar en paz. Corría por cada habitación de la hacienda, por cada establo cercano, parque de infantes donde se hubiera entretenido, e incluso planeaba adentrarme al bosque para buscarla. Mi cuerpo temblaba en un frenesí que no sería calmado hasta que tuviera en brazos a mi niña.
—¡ANETTE!—grité desgarradoramente.
¡Ella tenía que estar bien, tenía que estar bien! ¡Cualquier escenario malintencionado tenía que salir de mi cabeza, ella estaba bien, ella estaba bien y solo era un descuido, un horrible descuido!
Mis lágrimas ya salían por sí solas, no podía controlarme…
Quise quitarme la tiara del cabello, estaba perdiendo los estribos y no ayudaba en nada cada imagen que mi mente planteaba. No, no, no, no, a ella no podían hacerle daño, era alguien dulce e inocente, ¿quién sería capaz de hacerle daño?
—Espera, espera—escuché como Buttercup se me acercaba y detenía mi arrebato vigorosamente—¡Bubbles, cálmate!—observé su mirada que me contemplaba con culpa—¡La encontraremos!, ¿sí? ¡La encontraremos!—percibí su voz llena de un oculto optimismo que pocas veces poseía, pero conociéndola, entendía que también era una forma en la que ella misma trataba de no sucumbir ante el desasosiego.
¿Qué carajos le pasaba a esta? ¡Con qué derecho venía a decirme que me tranquilizara cuando no era su hija la que estaba perdida! No podía hacer nada bien, ella y Blossom eran un par de inconscientes, tontas, inútiles, buenas para nada… Respira, respira, ¡RESPIRA! Claro, y la una se pone a tener un hijo, maldita irresponsable, ¿para qué? ¡¿Para perderlo también?! y no hablemos de la otra que se toma la vida como un juego y trata de evitar sus traumas con vicios.
¡Bien, Bubbles, hiciste muy bien! ¡Encárgale Anette a las dos perras que la hicieron caer de bebé pero que no reclamaste nada porque tú también lo hiciste! ¿Cómo pude permitir esto?
—¡Soy una pésima madre!
—¡No, no lo eres! ¡No es tu culpa, Bubbles!
—¡Mami!—oí a la distancia antes de que pudiera replicar a Buttercup. Enfoqué mis pupilas en aquella niña que se dirigía hacia mí, sintiendo como me quitaba una molestia de encima.
La vi llegar, tan reluciente como la última vez, en brazos del padrino de Boomer. Corrió hacia mí en cuánto Brick la dejó en el suelo, volví a sentir el aire en mis pulmones, el alma al cuerpo. La abracé con tanta fuerza al tenerla en mis brazos, los besos que le siguieron solo fueron una excusa para sentir la calidez de la mejilla de Anette. Me quedé viendo esos ojos que me encantaban, la apreté contra mí, de nuevo, efusivamente, reiterando que ella sí estaba aquí conmigo.
—Muñequita, no vuelvas a irte sola, ¿sí?—reprendí quedamente.
—¡Está bien!—respondió sonriente, devolviendo el gesto cariñoso que anteriormente yo le había dado.
—¿Dónde la hallaste?—cuestioné sin soltar a mi primogénita una vez posé mis ojos en los de mi cuñado.
—Se escondió por las fuentes de piedra. Estaba contando como podía los pétalos de su canasta—exclamó relajado como si supiera donde precisamente buscar—. Yo tengo que volver, el padre de esta revoltosa está que se muere de la ansiedad…
Sentí otra presión en mi pecho al oír sus palabras, imaginando la angustia en la que mi pareja debía estar. Un horrible sentimiento de culpa me invadió, pues, ¿no había presenciado yo la pena de muchos hombres al verse plantados en el altar? Hasta lágrimas había soltado ante la escena, porque ver a alguien vivir la traición y el despecho en el que se supone es uno de los días más felices de tu vida… Sí, es doloroso.
Tan puntual que soy en las bodas para terminar llegando tarde a la mía.
—¿Está muy mal?
—Si te apuras tal vez lo alcances y todavía esté ahí… Creo que dijo algo de fugarse sin dejar explicaciones a los invitados si tú ya no aparecías…
—¡¿Qué?!—exclamé asustada. Eso no podía ser cierto. Ahora la culpa incrementó junto al temor de saberme abandonada…
—Mentira—respondió burlón—. Crédula.
Y definitivamente lo era, me estaba dejando dominar por las abrumadoras emociones del momento.
—¡ESTOY SENSIBLE, IDIOTA!
—Ah, y él está a punto de cometer homicidio… pero aquí seguimos—sonrió despreocupado.
Bueno, aun con la carcajada que Buttercup ya no pudo reprimir, seguida de la alegría de Anette quien se contagió por la actitud de su tíos… Ahora sí debía temer en serio, aquello más que parecer una inofensiva broma, podía volverse en un realidad en cuestión de segundos.
Brick se marchó con parsimonia no sin antes escuchar un agradecimiento de mi parte.
¡Ay Boomer, cómo lo siento! ¡Ay no! Recordé cada duda que tuvo durante nuestro compromiso, ¡oh no!, éstas debieron incrementar ante el hecho de saberse abandonado… ¡Mi pobrecillo amor! No deseaba causarle tal martirio.
—¡YA, VAMOS A CASARME!—regresé con mi hija en brazos. La pelinegra sostenía la cola del vestido para evitar que éste se ensuciara mucho mientras caminábamos hacia donde estaban los demás para empezar así, sin más interrupciones, esta boda.
A la entrada del túnel, todos habían tomado sus posiciones luego que Buttercup informará la aparición de Anette a través del boquitoqui. La expresión de mi hermana se tornó fastidiada cuando escuchó al interlocutor responderle con una afirmación muy pasivo-agresiva. En mis adentros, sabía que Helena no se quedaría con la boca callada ante tal desplante.
Robin sostuvo a mi retoño ubicándola en su lugar y mi amada madre, borró el rastro de mi sollozo antes de acomodar la pequeña corona y sonreírme encantadoramente. Mis hermanas también lo hicieron, siendo Blossom la que poseía un pequeño estuche de maquillaje para retocar los estragos que había dejado mis lágrimas.
Resentí entonces, todo lo que había dicho de ellas, pues se notaba la angustia de ambas al fallarme. ¿Cómo podía yo, una persona no exenta de cometer errores, ser tan dura con quiénes me han soportado a pesar de mi personalidad? Me dejé llevar, lo admitía, pero, ¿quién se toma a la ligera la desaparición de un hijo? Lo hablaría después con ellas… Por ahora, mi deber era caminar a través de esas enredaderas para encontrarme con mi adorado hombre y calmar aquellos terrores que lo asediaban y de paso detener un posible asesinato…
Se lo recompensaría, le recompesaría cada minuto separados con una eternidad juntos.
Relaje mis hombros y levanté mi mentón en señal de seguridad. Escuché la música empezando mientras sostenía nuevamente en mis manos el ramo que en su momento, Helena me había arrebatado. Puse una sonrisa y mire a mi padre quién ofreció su brazo para que de allí me recargara. No pude apreciar cómo mi hijita repartía aquellos pétalos, sin embargo, en cuánto crucé el túnel que me llevaría al altar, las comisuras de mis labios se ensancharon al observar a Boomer, al padre de mi hija, a mi futuro esposo, sonriendo simultáneamente extendía su mano hacia mí. Ahí lo vi tan radiante, que afirmé como bien lo hice desde nuestro primer te amo, cuánto lo adoraba y cuánto estaría dispuesta a estar siempre con él.
He hallado el amor más sincero que podría existir. Por ti, no tengo miedo de gritarle al mundo lo afortunada que soy al tenerte a mi lado.
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Mortem escribiendo…
¡Volvimos y ahora en forma de especial de bodas de los azules! Nada más que decir, creo que lo que preparamos hasta la fecha ha sido lo más ameno de escribir. Por mi parte, trabajar a Boomer siempre será un placer, en cada una de sus facetas.
¿Que si el vato se preocupó más por quedar plantado en el altar y no tanto por la posibilidad de que algo grave les hubiera pasado a su futura esposa e hija? Bueno, el nivel de egoísmo en el muchacho es proporcional a su inmadurez, así que no esperen mucho de él en esta etapa de su vida, jaja. No voy a traerles un sueño de hombre, lo interesante es ver cómo y con todo sus defectos es capaz de intentarlo…
Definitivamente, yo amo este especial. ¡A ver qué les parece a ustedes! :D
Lenore reportándose
¿Qué sigue después del rojo y el verde? ¡El azul!
Que les digo, desde que terminamos los otros especiales, yo ya estaba emocionada por escribir este, pues narrar su fiesta temática había sido mi sueño (?)
Confirmando lo mismo que Mortem, este especial ha sido uno de los mejores no solo para relatar sino también para leer. Tiene de todo un poco, así es.
Es bien divertido ver las cosas como Bubbles, ya que sus múltiples contradicciones son la excusa perfecta para decirle pendeja (?) Porque me encanta como menciona una cosa, o como niega hacer algo, y lo termina haciendo de todos modos. Todavía está inmadura en muchos aspectos, así que la verán contradiciendose constantemente mientras su accionar deja mucho que desear. La niña es temperamental, que les digo.
¡Espero que nuestras letras sean de su agrado y que disfruten estos capítulos así como nosotros lo hemos hecho!
Sin nada más que agregar, me despido, no sin antes promocionar nuestra cuenta de Instagram Idilios Nocturnos, en donde publicamos dibujitos (gracias Mortem), información de los personajes, así como realizamos actividades.
