Disclaimer: Los personajes no son de nuestra propiedad, no obstante, podemos hacer uso de ellos en diferentes etapas y escenarios porque es gratis y divertido. Contrario a eso, los OCs que se lleguen a mencionar sí son de nuestra autoría.
Advertencias: Headcanon Conjunto. Especial de bodas de Bubbles y Boomer. Leve lenguaje vulgar. Situaciones cuestionables. Mención de abuso. Posibles errores.
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Blue Berry
III
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No matter the price
A promise to survive
Persevere and thrive
And dare to rise once more
A promise to survive
Persevere and thrive
And fill the world with life
As you've always done
—Debo decirlo de nuevo; tenerte conmigo, bailando con la voz de Chris Cornell y con lo hermosa y perfecta que estás en nuestra boda, me hace el hombre más feliz de este maldito mundo. Tú me haces sentir pleno.
Describir a mi esposa, con su blanco vestido de novia y sus bellas facciones perfectamente esculpidas como si acabara de salir de un mundo de fantasía, me hacía sentir en un sueño. El efecto de hacer la boda temática ya de por sí alimentaba esa sensación de estar en una realidad distinta. Era todo tan conveniente, que por un momento era sencillo olvidar cualquier preocupación que nos recordara los retos que seguían viniendo con cada paso que dábamos juntos.
Por hoy nos merecíamos una agradable velada, un momento único que conservaremos de ahora en adelante. Una razón más para recordarnos cada mañana al despertar el porqué todo esto valía la pena.
En un determinado momento, luego de juntar nuestras frentes y disfrutar de la cercanía al bailar lento, observé a las personas que nos miraban y entre ellas, a unas chicas que mantenían unas expresiones desagradables. Arqueé la ceja, disimulando que las veía para comentarle a mi esposa lo que estaba percibiendo.
—Esas chicas que están a la orilla en las mesas, justo al final de la carpa, ¿de dónde las conoces? Ubico esas miradas—hablé con una sonrisa ladina—, son de envidia pura.
—Oh, sí, son Mia y Dina, son compañeras de la universidad—me indicó con un tono sospechosamente "amigable"—. ¿Ves cómo sonríen en aparente felicidad? Pues no les des la espalda porque en el momento menos pensado, te clavan un puñal…
A la par que lo decía, las saludó con un leve levantamiento de sus dedos cuando giramos y quedó en un ángulo donde aquel par pudieran apreciarla mejor. Mostré mis dientes en una sonrisa apenas noté como ellas disimularon sus expresiones de frustración cuando se dieron cuenta de que Bubbles las saludaba. Ambas correspondieron con igual o más fingida amabilidad.
—Lástima que los puñales no nos hacen nada—comenté divertido cuando volví a posar mis ojos en mi esposa—. Pero me intrigan, no soy un experto en la combinación de colores… mas desde aquí puedo notar que una de ellas hace juego con la pierna de pollo que está en su plato. ¿No le dijiste que el tema era parecer un personaje de ficción medieval y no hacer un intento de camuflaje con el banquete? Si su intención era deslumbrar a los solteros de la fiesta me temo que ni el apetito les podrá despertar…
Intentó disimular su carcajada, en seguida noté cómo había activado esa faceta maliciosa que, desde luego, también amaba.
—Dina tiene un pésimo gusto a la hora de vestirse, ese color sólo hace que le disminuyan las tetas que no tiene, ¡uish!, ¡y Mía!, ¿ves a Mía?, ahí no la puedes apreciar pero se operó la cola ¡y ahora parecen dos globos mal hinchados!, ¡el amarillo los resalta más!
Ensanché mi sonrisa, me encantaba cuando se ponía de odiosa. No se limitaba conmigo porque sabía que a estas alturas no la iba a juzgar, ¿y cómo?, no es que yo intentara ser mejor a la hora de referirme de otras personas, ¡por favor!, yo más que nadie disfrutaba de verla esparcir veneno porque sólo así confirmaba el motivo por el cual era perfecta para mí.
—Ya entiendo porque las pusiste en Mordor—mencioné con gracia al ver cómo cada detalle fue cubierto en nuestra boda, donde los invitados estaban ubicados en zonas específicas a lo largo del jardín.
Cada área tenía un nombre clave para evitar confusiones y mejorar la organización; Mordor, haciendo referencia a esas tierras oscuras en el universo de El Señor de los Anillos, fue pensado para poner a la gente fea. ¿Superficial? Había otra razón; se trataban de invitados por parte de Bubbles los cuales no les caía para nada bien pero, por algún motivo, estaban en nuestra boda porque fueron parte de aquel sector que nunca nos vio futuro como pareja y esto era una manera de restregar nuestra victoria en sus caras.
Bubbles era hipócrita… y eso era parte de su encanto.
—Además, ¿ves a quién está a lado de Mía? No es su esposo, es su amante, Nick—la perversa travesura en su tono me hizo alzar las cejas sin borrar mi gesto complacido por más cotilleo—. Al parecer la pobre está demasiado frustrada con su matrimonio y por eso le pone el cuerno al pobre DJ… Aunque ya lo suponía, desde que nos dijo que ya no dormían juntos. ¿Qué clase de matrimonio es ese?
—Uno de apariencias, seguro—opiné al notar una pena en su rostro que pronto se transformó en desdén.
—Y Dina… Dina es una maldita—había un deje de dolor que me llamó la atención—. De verdad creí en su amistad, pero bueno, por algo me enteré que hablaba mal a mis espaldas… Cambió desde que se enteró de nuestra relación. En un principio creí que era por la misma desaprobación del resto, tu villanía, pero al final había sido porque está frustrada de no ser ella quien baila ahora contigo…
Disimulé una mueca de asco.
—Las desnalgadas y sin tetas no me gustan. Tú, en cambio, definitivamente sí eres mi tipo; más deliciosa—sentencié y luego bajé lentamente mis manos para tocar su trasero en lo que mi cara mantuvo una sonrisa pícara, ella, por supuesto, me correspondió con más malicia.
—Sí, así que te besaré intensamente… Taaaan intensamente que nos arrepentiremos de no estar solos para poder llevarlo a más.
Permití que nos presumiera al besarme con esa desbordante pasión; su lengua jugueteando con la mía, justo al término de la canción, fue el cierre idóneo para que muchos nos aplaudieran y otros más nos apreciaran con envidia. Al separarnos nos miramos fijamente a los ojos, sonriéndonos con complicidad y aparentando como si no hubiéramos tenido una conversación desagradable pues éramos así; dos desgraciados malintencionados que encontraban entretenido despotricar de los demás, o bien, de aquellos que nos jodieran por lo menos un poco.
Sí, así era Bubbles, la versión que la mayoría desconocía o ignoraba. Esta era mi mujer, la que con su mezquindad hacía el resto me tenía loco.
—Espero tus "queridas amigas" se la pasen bien, en Más allá del Muro quizá encuentren a algún salvaje que las entretenga un rato. Claro, si es que los criminales son lo suyo—comenté luego de voltear y ver a mis invitados, los indeseables por excelencia y que sin poder contenerme, ubiqué en la zona referente a la obra de ficción de George R.R. Martín.
Al terminar nuestro primer baile y continuar con el itinerario nos volvimos a besar, ya no con crueles intenciones sino más bien con una genuina ternura pues, se había vuelto una costumbre hacerlo cada que nos invadía la necesidad de firmar un grato momento con aquel gesto. Era nuestro sello de garantía; un exquisito contacto que confirmaba lo cómodos que estábamos con el otro.
La dulce –como sensualmente venenosa–, preciosa y divertida mujer que ahora tenía sólo para mí, me correspondía calmando cada temor que mi complicado temperamento causaba, y me acompañaba en algunas actitudes y pensamientos cuestionables. ¿Cómo no iba a estar dispuesto a compartir mi vida con ella?
El resto de la noche transcurría de lo más animado posible. El buen humor de nuestros allegados fue bien recibido, con las bromas y el ambiente festivo todo se intensificó y me hizo sentir a gusto. Bien decían que el estrés de los preparativos hacían anhelar el gran día con más ímpetu… Debía admitirlo, aquella vieja frustrada, Helena, había hecho un buen trabajo. Entendía mejor por qué Bubbles la respetaba tanto como coordinadora de eventos. Haberla soportado tantos meses tenía que verse compensado, ¿no?
En algún punto de la fiesta, cuando la mayoría se hallaba en la pista de baile, noté como alguien jalaba de la pierna de mi pantalón hasta que al bajar la mirada me encontré con un bello par de ojos pidiendo por mi atención. Anette nos había estado rondando a su madre y a mí cuando tenía la oportunidad, podía entretenerse con cualquiera por ser una niña bastante sociable, pero siempre terminaba por buscarnos cuando quería tratos más especiales.
No era tan tarde, no obstante, se acercaba la hora de dormir de mi hija y esperaba pudiera agotar todas sus energías para dormirla en dos de las sillas de nuestra mesa principal. Agradecí bastante la ayuda que mis hermanos, cuñadas, Mojo y suegros nos estaban dando con ella, turnándose para que no volviera a perderse y para que la fiesta continuara sin mayores contratiempos por sus travesuras.
Por otro lado, con Aidan al ser sólo un bebé de un año y cuatro meses, era más sencillo estar al pendiente de él al permanecer más tiempo en brazos. Brick y Blossom debían aprovechar al máximo esa etapa pues, su espíritu fiestero el cual lo hacía mover su pequeño cuerpo al ritmo de las canciones que escuchaba, me decía que crecería para convertirse en un niño quizás aún más inquieto que Anette. El hijo de mi hermano, todavía en el portabebés, se mantenía muy activo, sonriendo ante cualquiera que le dedicara una cara graciosa o ya por lo menos lo viera fijamente. Mi sobrino casi nunca tenía mala cara para los demás.
—¡Papi quiero jugar!—me volvió a pedir mi hija luego de balancearse en su eje mientras seguía aferrada a mi pierna. Le sonreí y no evité cumplirle el capricho, al menos durante unos minutos cuando la cargué y la lancé a los aires. Su risa resonó fuerte aún con la música alta de la pista y cuando la bajé al suelo iniciamos la clásica persecución donde ella siempre trataba de huir para que yo la atrapara.
Se escabulló entre las personas y algunas sillas que quedaban a su paso, el rastro de su estela la delataba y eso facilitaba el seguirla. Poco a poco comenzó a volar aún por debajo de nuestras cabezas pues todavía tenía ciertas dudas de ir más alto. La manera en la que Anette se desarrollaba me parecía tan fascinante pues a diferencia de mí, su madre o sus tíos, ella necesitaba más tiempo para acostumbrarse al vuelo.
Recordé con cierta pena –y gracia, debo admitir– cuando aún dormía en su cuna las primeras noches que estuvo con nosotros en el departamento de mis hermanos y mío. Para tres criminales y una Superpoderosa conviviendo bajo el mismo techo ya era de por sí toda una experiencia, pero agregar a esa fórmula una bebé recién nacida era todavía más una combinación un tanto peculiar.
Nunca vi a mis hermanos tan atentos con algo. Cada uno de ellos se mostró fascinado a su manera con mi bebé que agradecí no ser el único nervioso con su llegada. Juntos descubrimos que la niña tendría las habilidades de un super como era de suponerse, aunque claro, todos desconocimos el alcance que eso tuvo. Nadie nos pudo preparar para lo que se vino después…
Fue en una de esas tranquilas noches, cuando el abrasador verano estuvo a la vuelta de la esquina, que dejamos a la niña en su pequeña cuna pegada junto a la cama donde Bubbles y yo dormíamos. Como el calor comenzaba a molestarnos en las madrugadas, no era raro dejar el abanico de techo encendido para ventilar mejor las corrientes de aire que entraban por mi ventana abierta. Yo estuve abrazando por la espalda a Bubbles cuando el lastimero llanto de nuestra hija nos despertó. No nos demoramos ni dos segundos en ponernos alerta, tratando de averiguar lo que ocurría buscando proteger a nuestra bebé.
El primer pensamiento que quizá se le atravesó a mi novia en ese entonces, fue de un total pánico al no verla en su cuna. Yo traté de reaccionar luego de entender que los lloriqueos de nuestra hija no fueron lo que nos había espantado el sueño tan abruptamente, sino un golpe sordo que precedió ahora sí a las lágrimas de Anette. No duramos tanto con la horrenda incertidumbre pues la encontramos no muy lejos de la cama, en el suelo y con la intensidad que sus pequeños pulmones le permitían expresar dolor.
Bubbles la tomó en brazos y la inspeccionó tan pronto la tuvo para descubrir como poco a poco un pequeño moretón se asomaba por donde estaba su oreja y mejilla regordeta. Consternado y evidentemente molesto, traté de entender cómo y por qué mi hija había sido golpeada, entonces me bastó un rápido vistazo al techo para comprender la situación; el abanico no estaba dando vueltas como de costumbre y una de sus aspas se hallaba rota, el pedazo faltante lo miré en el suelo al otro extremo del cuarto.
No me di cuenta cuando Brick y Butch entraban a mi habitación. El alboroto también los había despertado, sus posturas estaban igual de alertas a como segundos atrás Bubbles y yo nos encontrábamos, la diferencia es que ellos se toparon con los arrullos y las tiernas frases que salían de boca de mi novia para calmar a Anette y las cuales ya estaban funcionando, en parte porque el golpe se desvanecía de su cara y porque era muy efectivo el ser consolada por su madre.
—¿Qué demonios pasó?, ¿por qué llora así?—preguntó Butch, perplejo por el tipo de llanto que soltó mi hija, uno que no le habíamos escuchado antes.
—No sabemos, de repente estaba tirada—le respondí, aunque me aventuré a confiar en mi teoría—, creo… creo que la golpeó el abanico…
Un silencio de al menos tres segundos se hizo presente cuando me escucharon, incluída Bubbles quien alzó su mirada. Brick analizó la escena aunque seguía sin entender por la falta de detalles.
—¿Qué?
—Sí, nos acostamos con el abanico encendido, ya no lo está y ahora le falta una de las aspas.
—¿Pero cómo es que eso le pegó a la niña?
Bubbles y yo nos miramos casi al mismo tiempo que Brick cuestionó la acción, tan igual o más confundidos que ellos.
—No lo sé, de repente escuchamos un fuerte golpe y luego la oímos llorar…
Butch se acercó a la cuna y cuando los tres estuvimos lo suficientemente cerca de ella, casi al mismo tiempo nos llegó otra teoría que no podía sonar tan imposible tratándose de nosotros…
—Y si… ¿y si ella flotó al techo y por eso topó con las aspas?—Trató de aportar mi hermano pelirrojo a la teoría.
—Apenas tiene como siete semanas, ¿no es pronto para que empiece a volar?—Inquirí con asombro—, el profesor nos dijo que si bien era de esperarse que ella heredara poderes, lo iba a hacer poco a poco. No es como nosotros que nacimos con nuestras habilidades básicas dominadas casi al cien por ciento.
—No digo que haya volado, digo que tal vez haya flotado… levitado. De otro modo no me explico cómo su hija terminó teniendo su primer enfrentamiento contra una aspa de madera.
—Sí… y que por los resultados, si bien no salió invicta al menos ganó por lo destruido que quedó la parte faltante—terminó de decir Butch.
Tras otro par de segundos en silencio tratando de dar con una explicación, mientras los tres estábamos de brazos cruzados recreando el incidente en nuestras cabezas, casi al unísono tuvimos que aguantar la carcajada que amenazaba con salir por tan curiosa dramatizació no me quería reír, es decir, me había asustado mucho a la vez que me preocupé en serio por mi hija, mas una vez comprobamos que estaba bien y su hematoma ya no existía en su rosada piel, agradecí y me sentí aliviado por el hecho de que Anette sanara tan a prisa y eficazmente como un super lo hace.
Aún así, la vigilamos la noche siguiente y fue algo sorpresivo confirmar que, efectivamente, la bebé ya flotaba al dormir. Con tremendo descubrimiento, mi suegro comenzó a monitorearla creando un archivo específico para tener en detalle los avances que su nieta tuviera con sus poderes. Nosotros, por otro lado, optamos en conseguir un techo de red para su cuna, al mismo tiempo le amarramos un pequeño arnés a su mameluco para que no terminara tan lejos en caso de burlar la primera barrera.
Esto de ser padres era un constante reto de nunca acabar. Cada etapa era diferente y tenía nuevas dificultades. Estaba tan agradecido de no estar solo en ello como también me sentí mejor al no haber abandonado a Bubbles con la responsabilidad. Por eso es que me sentía una mejor versión de mí aunque supiera que me faltaba bastante camino por recorrer.
La carcajada infantil de Anette me hizo darme cuenta de que alguien más la había interceptado, entonces verlo de frente me hizo dedicarle una sonrisa engreída.
—Uy, el que no iba a venir…—solté victorioso.
—¡Señor Dexter!—gritó mi pequeña una vez recibió al hombre de gafas quien se hincaba para saludarla.
—¿Qué veo?, ¿un pequeño duendecillo?
Anette se dio una vuelta completa para lucir su vestido mientras hacía una pequeña reverencia de princesa tal y como su madre le había enseñado a lucirse.
—¡A qué me veo muy bonita!, ¿¡verdad?!
—¡Claro que sí!—la animó el hombre pelirrojo mientras la tomaba de las manitas—, es un enorme alivio que te parezcas más a tu madre…
Bufé por su comentario.
—Mi abuelita Keane dice que también me parezco a mi papá—comunicó orgullosa.
—Bueno, lo dirá para que él no se sienta tan mal, pero lo encantador lo traes de tu mamá, seguro.
Rodé los ojos, ese bastardo lo decía más para fastidiarme que para halagar a mi esposa. Desde que nos conocemos no ha hecho más que tener una actitud hostil hacía mi persona. Claro, John dice que eso me gano por haberle robado su proyecto final con el cual se titularía… ¿pero cómo iba yo a saber que me lo terminaría topando en la AIRI?
—Muñequita, creo que te está buscando tu abuelo, el chango—dije una vez detecté con mi oído sensorial como mi creador preguntó por ella al otro lado de la fiesta. Y así, sin perder más tiempo, pronto Anette se reencontró con Mojo pues éste había prometido que la haría dormir antes de que se hicieran las diez de la noche.
Cuando aquel científico egocéntrico y yo nos encontramos solos, le seguí mirando con autosuficiencia.
—No estoy aquí por ti—se apresuró a decir con una ceja arqueada.
—En el fondo te agrado, admítelo.
—Le prometí a John que trataría de relacionarme más con ustedes para mejorar la convivencia profesional. Aguantarte es parte de mi trabajo si vamos a seguir cooperando en la organización del jefe.
—Qué frívolo—me burlé.
—Es lo que hay, si por mí fuera te habría utilizado para la última prueba.
—Sí, es una pena que Butch acapare toda la diversión. Sabes que le encanta ser el primero en probar esos juguetes.
—Armamento altamente calificado y avanzado para las misiones suicidas a las cuales los envían—corrigió Dexter—. De todos modos estoy preparando algo especial y destructivo para usar contra ti. Tengo órdenes de apoyar en sus torturas… digo, entrenamientos.
—Ay, no debiste…—dije en un sarcástico tono sin borrar mi media sonrisa.
—Cuando regreses de tu luna de miel, recuerda que voy a desquitarme por la última majadería que me hiciste, maldito idiota. Ahora quítate, voy a felicitar a tu mujer—no estaba enfadado en serio, a decir verdad, su amenaza no era tan hostil como quería hacerla parecer pues con los años nos habíamos soportado hasta que eventualmente nos acostumbramos al otro.
Dexter era aquella joven promesa que ingresó a la AIRI para facilitar en demasía las operaciones secretas. Conocerlo me hizo darme cuenta de su ingenio, aunque muchas veces su ego no le permitiera admitir fácilmente sus errores y era ahí donde yo entraba al echarle en cara todos ellos. Aquel sujeto de rizos pelirrojos era tan malnacido, que las interacciones con él genuinamente me entretenían.
¿Quién iba a imaginar que su prototipo de Software en seguridad nos haría conocernos?
El primer día que ingresamos a la base central de esta nombrada Agencia de Investigación y Respuesta Inmediata, no sabíamos con lo que íbamos a toparnos. De mis hermanos, yo fui el primero en aceptar la propuesta de John por ser la opción más viable para tener un ingreso fijo y darle una calidad de vida más estable a mi hija y a su madre. Mis ganancias serían invertidas en mi familia, de esa manera, la vida criminal que cada vez más la hacía a un lado para priorizar esta labor de mercenario, sería mi ingreso privado y extra para no hacer sentir tan culpable a Bubbles por permitirse criar a una niña conmigo. Al final, era dinero oficial y limpio con esta organización ya que el gobierno sabría del control de mis ingresos…
No había pasado ni una semana cuando John nos citó a una junta para que conociéramos al cuerpo importante que conformaba su proyecto. Entre ellos, nos topamos con su científico en jefe, coordinador de una de las tantas áreas que tenían y que a pesar de ser tan joven, ya se había desempeñado muy bien en su campo desde que se graduó con honores de Harvard y fue reclutado especialmente por ese talento en los avances tecnológicos.
Por supuesto, esa imponente presentación importó un carajo cuando el rostro de Dexter se deformó hasta que una mueca de rabia la adornó justo pasé por la puerta y nuestras miradas se cruzaron. Lo siguiente que supe es que estaba de espaldas contra el suelo, mirando las luces de aquella sala sobre mí para luego fijarla en mi reciente herida en el pecho.
Me levanté aturdido una vez descubrí como el hombre con gafas había sacado de su bata blanca un arma extraña que apuntó a propósito hacía a mí. Brick y Butch no se inmutaron, sólo se quedaron de pie en sus lugares mientras dejaban como aquel sujeto se acercaba para intentar rematarme.
—¡Tú grandísimo hijo de puta!—Gritó con cólera a lo que Butch, con una cínica sonrisa restando importancia al hecho de que en ese momento un desconocido me haya disparado, se fijó más en el tipo de arma que aquel humano recargaba.
—¡Mi turno, ahora dispárame!—soltó divertido y maravillado por esa pistola extraña. No me sorprendí, a mi hermano le encantaba coleccionar armas de todo tipo.
—¡No creí que volvería a encontrarme contigo, usuario ALTder37709!, al inicio fue complicado dar con tu verdadera identidad, pero lo que me hiciste se volvió personal y me vi en la tarea de rastrearte. Admito me costó, sin embargo, sabía que tendría que grabarme esa maldita expresión tuya para eliminarte tan solo te viera en persona—ignoró a los demás en esa sala y apuntó a mi cabeza una vez estuvo más cerca.
Oh, ¿así que esto tiene que ver con mi faceta de hacker aficionado?
—¿Te hice algo?—Pregunté genuino, tratando de acordarme de él.
—¿¡Estás de broma, maldita rata?!, ¡Por ti es que casi pierdo el proyecto de mi vida!, ¡robaste mi prototipo!, ¡tuve que volver a iniciarlo casi desde cero!
—¿Te hace daño ser más específico? Eso sigue sin decirme quién carajos eres…—la herida en uno de mis pectorales ya comenzaba a sanar, parecía que me habían quemado con un láser y al mismo tiempo una pelota dura había impactado conmigo.
—¿¡Te suena un programa de alta seguridad que robaste hace dos años?!
…
Ah, eso…
—¡Claro!—recordé a la vez que chasqueaba los dedos—, ¡el que usé para implementarlo en mi casa y vigilar el sueño de mi bebé!
—Espera un momento… ¿¡lo usaste para qué?!, ¿¡usaste mi mejora en vigilancia para cuidar de un bebé?!
—Oye, primero; me tomó la seguridad de esa niña muy en serio y segundo; pues tan mejorado no estaba si fui capaz de burlar tus códigos y guardarlo. A decir verdad tuve que alterarlos para que me funcionara y créeme, el sueño de mi hija nunca estuvo mejor cuidado. Ahora, tal vez deberías agradecerme en lugar de intentar matarme, hice que entregaras algo mucho mejor después, ¿no? Así que "de nada" por hacerte el cientifico que eres ahora y darte empleo fijo, maricón.
Sí, tal vez debía callarme, ¡pero ey!, hacer enfadar a las personas era muy sencillo y divertido.
Ugh, ese segundo disparo… ese sí me dolió.
—¡Oh, vamos!, ¿¡por qué sólo Boomer puede jugar?!—Escuché al imbécil de Butch quejarse luego de ver la sonrisa divertida de Brick en todo este asunto.
—Bueno, qué bien que ya se conozcan—finalizó John sin mostrarse agobiado por la situación mientras yo, lentamente, perdía la consciencia y todo se volvía negro.
A partir de ahí Dexter buscaría cualquier excusa para dispararme y desquitarse… Dos años después y aquí estamos. Curiosa era la vida en cómo me permitía hacer amigos. No me molestaba, aún seguía agradecido por ese sistema de seguridad el cual no sólo utilicé para proteger a Anette de otros hackers maliciosos que pudieran dar con el registro de las cámaras de vigilancia en nuestro hogar, sino que también me permití usarlo para cuidar a mi ahora esposa…
Vale, ¿muy acosador de mi parte? Tal vez, pero tenía mis motivos. Así como me era sencillo hacer amigos, también era hábil haciendo enemigos… Yo no sería su único objetivo y menos sabiendo que tenía mis debilidades. Bubbles era mi tesoro junto a la pequeña que educamos. No podía permitir que otros les hicieran daño y me propuse estar muy pendiente aunque mi esposa ni se imaginara mis métodos.
A esto me refería en parte al decir que mi mujer ignoraba todo lo que soy capaz de hacer con tal de mantener mi errática vida alejada de la tranquila. No estaba seguro si ella pudiera entender o si acaso lo interpretara como una violación muy grande a su privacidad. No busco ser intrusivo, desde luego, trato de respetar su espacio, aunque debía confesar que al inicio de nuestro noviazgo, aquello fue algo con lo que tuve que aprender a lidiar… Después de todo, ¿cómo ignoras que tu novia no te vaya a hacer lo mismo que le hizo a su ex? Sí, yo fui su amante en esa relación que tuvo antes de la nuestra… No fui tan iluso como para pensar que yo sería una excepción y a mí sí me respetaría, no iba a correr el riesgo sin asegurarme primero. Además, en mi inexperiencia con los noviazgos, solo entendía que no debía permitir que otro hombre llamara la atención de Bubbles para que quisiera engañarme.
En efecto, en las sesiones con la terapeuta que nos asigna la AIRI de forma obligatoria, se me ha dicho tantas veces que esa manera de actuar no fue ni será la más indicada para establecer vínculos de confianza genuinos… Sin embargo, seis años juntos y contando me decían que no lo estábamos haciendo tan mal, ¿cierto?
Casi como una invocación por estarla pensando demasiado, sentí las manos de Bubbles posarse sobre mi pecho mientras me abrazó posesivamente por detrás. Al instante me di la vuelta para encontrarme con esos orbes azules que me dominaban en situaciones como esta; donde la necesito conmigo para poder burlarme de todos aquellos que no nos vieran futuro.
—Bella esposa mía—tomé las manos que hace unos segundos me tocaron y las besé sin dejar de apreciarla con devoción—: Te adoro.
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Entonces cuando me enteré que Bubbles tenía novio de nuevo, pensé: ¿Quién demonios la aguantaría? Y luego supe que era Boomer y me dije: Oh, bueno, eso tiene sentido.
Risas.
El punto aquí, es que estos dos son el uno para el otro… Son un desastre, pero son rubios entonces se les perdona que sean un desastre.
Las risas incrementaron conforme Buttercup continuaba con su discurso. Mi cara estaba adornada por un sonrisa enternecida, pues más que ofenderme por los comentarios, me alegraba porque en medio de las ocurrencias la mediana demostraba su cariño.
Con todo mi amor para Bubbles y Boomer, quienes han demostrado siempre… siempre vale la pena luchar por lo que quieres.
Las copas fueron alzadas en nuestro honor, retumbando un sonoro 'salud' luego del choque de éstas. Ante la unión del cristal, sonreí por la decoración de éste en forma de dragón que al unirla con la de mi compañero, formaban un corazón. Mis ojos se centraron en mi esposo y lo besé con amor, con dulzura simultáneamente se escuchaba la algarabía de las personas.
The Cure con The Perfect boy inundó las bocinas del lugar junto a una hilera de videos e imágenes que mostraban diferentes facetas tanto de Boomer como mías. Nosotros siendo niños, adolescentes con nuestras amistades, realizando nuestros hobbies favoritos, así como otras de nosotros ya como pareja, jugando, el nacimiento de Anette… entre otros. Sin embargo, lo más llamativo fueron aquellas secuencias donde salíamos luchando en nuestra infancia, la forma en cómo peleamos con el fin de imponer unos ideales que en ese entonces teníamos muy marcados…
Muchos videos del cual destacó uno en especial…
Oh no, aquel último encuentro antes de que ellos se fueran de Townsville, lo que para muchos significó una destrucción inminente de la ciudad, pero para nosotros fue… divertido. Y me siento culpable por afirmar aquella palabra.
Mis hermanas y yo estábamos agobiadas por nuestra labor de heroínas, involucradas en casos que implicaban más que unos cuántos maleantes, así como monstruos destruyendo Townsville, nos vimos expuestas a situaciones nada agradables para menores de diez años. Lo peor del asunto fue el haber vivido una situación de la cual casi nos volvemos víctimas y por ende, causó que el profesor buscará alejarnos de todo lo relacionado al heroísmo. Mi padre solo quería el bienestar de las pequeñas que llamaba hijas. Una de las pocas personas que vio humanidad en nosotras…
Para ese entonces, todavía adecuándonos a las limitaciones que el profesor nos había impuesto, debíamos estar pendientes de grandes rivales como lo era Mojo, Him y obviamente en este caso; The RowdyRuff boys, quienes para ese punto, se habían convertido en un dolor de cabeza constante. Las batallas eran más nocivas que de costumbre, por lo cual la gente seguía al pie de la letra los protocolos de evacuación, pues con ambos mandos creciendo y evolucionando en poderes, era inevitable la catástrofe.
Cada vez nos golpeábamos con más fiereza, ninguno era menos que el otro, aunque era cierto que debíamos ser muy precavidas y meticulosas pues los rowdys nos llevaban una gran ventaja en fuerza. Eran toscos, demasiado agresivos e incluso más… destructivos. No obstante, eso no significaba que no pudiéramos darles batalla, por eso pasábamos horas tratando de dañarnos mutuamente sin mucho éxito.
Ellos atacaban, nosotros defendíamos…
Sin embargo, para esos instantes, las peleas se convirtieron en… monotonía, era divertido, cierto, la dinámica de nuestras batallas nos mantenían adaptándonos a los diferentes estilos de combate, pues al igual que la primera vez que nos enfrentamos, era una constante de todos contra todos. A veces Butch se pasaba de patán incitando que yo comenzara la disputa a puñetazos, en otras ocasiones Buttercup ya no aguantaba el ego de Brick y se le lanzaba sin aviso, muchas fueron las situaciones en donde Blossom perdió la paciencia con Boomer y lo estrellaba contra la calle. E igual de su parte, pobre de mí cuando recibí un golpe directo por parte del líder, y ni hablar cuántos huesos le quebró Boomer a Buttercup… Sí, menos mal a Blossom le crecía el cabello rápido porque Butch no tuvo piedad al arrancarle un buen puñado. Nos peleábamos como podíamos, pero no iba a negar que era aburrido para las tres las típicas discusiones sin sentido, así como los insultos que terminaban en combates por la gravedad de éstos.
Mas, ese último enfrentamiento fue diferente, tan diferente, que admito hasta entretenido…
Dos horas golpeándonos sin ganas de perder, el centro de la ciudad estaba hecho pedazos, mis hermanas y yo nos encargamos de alejar a todo aquello que se encontrara allí, aunque era difícil con los tres mocosos atacando sin piedad; autos en llamas, edificios demolidos por los impactos, gritos encolerizados de los transeúntes que allí se hallaban, letreros destrozados, todo en un ambiente caótico.
—¡Mierda! ¡Ya ni cuando jugamos a 'la traes' jodimos tanto Townsville!—nos gritó Buttercup saliendo de los escombros de donde Boomer la había tirado.
Escuché aquello a la distancia lidiando con el mareo que me había causado el golpe de Butch. Mi cuerpo dolía, pero impulsada por la adrenalina, me levanté para hacerles frente una vez más. Aunque aquello se vio interrumpido al ver cómo éstos salían volando en varias direcciones después que Brick hubiera estrellado a Blossom contra el pavimento.
—¡No podemos dejarlos huir!—exclamé alerta, dispuesta a seguirlos…
—Espera—mandó la líder sobándose la cabeza—... ¡Buttercup, te escucharon!
—¿Qué escucharon?—preguntó dudosa la pelinegra alternando la vista entre nuestra hermana y el trío de criminales que se habían alejado, pero al mismo tiempo se hallaban allí haciendo muecas burlonas.
—¡Sobre el juego!—respondió enojada—¡Brick me acaba de lanzar gritando que la traía!—terminó aún más enojada, virando sus ojos al líder de los ruff.
—Espera…—dijimos tanto Buttercup como yo impresionadas—... O sea que, ¿la tienes tú?
—No, no, no, ni se les ocurra…
—¡BLOSSOM LA TRAE!—salimos volando alejándonos de ella para que no nos alcanzará.
—¡¿Qué?! ¡NO! —Blossom comenzó a perseguirnos, dimos unas cuantas vueltas, evitando que nos tocara, pero ella cambió de rumbo al lograr interceptar a Butch y gritarle luego de haber pateado su rostro.
—PUES AHORA LA TRAES TÚ—demandó fuertemente, empezando a huir después de haberle sacado la lengua.
De fondo, con el único anuncio medio funcionando, el panorama se acompañó con la voz de Robert Smith. Estelas fueron y estelas vinieron. Risas también, aunque debíamos disimularlo para que el otro no se diera cuenta que la estábamos pasando bien.
Llámenlo cansancio del momento, fatiga a una vocación que ninguna terminaba de entender, pero lo único válido para nosotros desde allí, fue no dejarnos atrapar por nuestros oponentes los cuales ya no se reducían a los rowdys, sino también a nuestras propias hermanas. Fuimos todos contra todos. ¿Cuánto jugamos? ¡Horas! Horas donde estuvimos disfrutando de un instante que aunque caótico, fue agradable. No lo negué en esa época y no lo haría ahora, si no fuéramos opuestos… tal vez la convivencia hubiera sido otra.
Lo último que se reprodujo fue la escena en donde le arrojaba a Boomer un camión de basura para luego gritar victoriosa un 'la traes' levantando mis manos y comenzando a volar de nuevo. Al final del día, los daños causados fueron por la inmadurez de unos mocosos que buscaban divertirse. Sin importar si en su momento no lo mencionamos en voz alta, sabía que tanto mis hermanas como yo, la habíamos pasado bien… ¿A qué costo? A uno muy grande, eso sí, ya que, más allá de atribuir los perjuicios como consecuencias de una gran batalla, también nos regañaron e incluso trataron horrible por no cumplir con los estándares de salvar a la ciudad. En silencio, aceptamos la culpa, ¿qué podríamos hacer para defendernos? ¿Atribuirle todo a los rowdys? En el fondo éramos igual de destructivas.
De allí que se implementaran nuevos regímenes, puesto que al gobierno no le convenía estar siempre arreglando los desastres de sus héroes, así como tampoco podía dejar desamparada Townsville. De allí incluso que nuestra labor como héroes se limitará a grandes amenazas difíciles de controlar.
—Bueno, para tu ventaja, ya no uso camiones para golpearte… Los sartenes son más efectivos—mencioné besando su mejilla con un tono juguetón.
—Bueno, el que precisamente sean más efectivos lo hace mi desventaja—repitió en un tono jocoso, arqueando la ceja—. Es sencillo darse cuenta cuando un camión viene directo hacia ti y te preparas para recibir el impacto. En cambio, los sartenes son armas engañosas, en especial cuando usas la olla de presión…
Reí por lo último para volver a besar su mejilla a modo de disculpa. Era cierto que al pelear solía tirarle objetos a Boomer para desahogarme de la rabia del momento, no era así cuando la discusión iba en serio, sino en aquellas circunstancias donde debíamos aliviarnos y no necesariamente con sexo. Comenzó con una almohada y luego, inesperadamente, le tiré una lámpara. Sí, no está bien, tampoco quería lastimarlo, no obstante, no iba a negar que aquello me había servido para relajarme. A fin de cuentas, mis impulsos podían cegarme, mas no tanto para realizar una locura.
Los espectadores silbaron y nos desearon felicitaciones en lo que ojearon como mi esposo y yo nos dirigimos a la gran mesa en donde yacía el pastel para cortar los primeros pedazos. La cámara enfocó nuestros rostros y supe que tendríamos muchas fotos para álbumes futuros de nosotros cortando el postre, así como dándole un trozo a nuestra respectiva pareja. Otro beso con betún en nuestros labios y fue el inicio de una gran fiesta.
La música causó que la euforia de la gente incrementará, gracias al nuevo hit del momento; We No Speak Americano hacía bailar hasta el más aburrido de la noche. La mezcla de Yolanda Be Cool y DCUP era un éxito infaltable en las fiestas y cómo buenos anfitriones, ésta no era la excepción. Las personas disfrutaban de la pista mientras las canciones se reproducían con ahínco. Mi madre se encontraba danzando junto a Mojo Jojo mientras mi tío junto a mis primos improvisaba una batalla de baile con Mitch. En medio del revuelo, pude ver como Aidan era lanzado a los aires riéndose estrepitosamente y queriendo repetir la acción una vez regresaba a los brazos de Butch. A su lado, Blossom sonreía, contagiándose con la carcajada de su hijo y los juegos de nuestro cuñado. Por otro lado, observé en una zona más apartada, a Brick, Buttercup y otros invitados compartiendo un cigarro, así como hablando de trivialidades.
Junto a mí, Boomer y Anette sostenían mis manos entretanto los tres disfrutábamos del gran repertorio del Dj. El correr de la noche motivó a nuestra hija a buscar específicamente nuestras atención, lo cual ya presagiaba el cansancio de la pequeña. Era inevitable luego de quedarse hablando con varias personas sobre diversos temas los cuales en su mayoría no comprendía. Ella y sus ganas de inmiscuirse en las conversaciones de adultos. Su acercamiento hacia nosotros, más allá de querer jugar y bailar al son de la Macarena, era porque anhelaba nuestra atención. Ella apreciaba conocer, charlar y jugar con la gente, era bastante sociable, pero en algún momento lo único que le importaba era estar con sus padres.
—¡Eres preciosa!—le dije en lo que Boomer nos hacía dar una vuelta a las dos. Ella ensanchó su sonrisa para mostrarnos sus dientecitos de leche a la par movía una de sus trenzas hacía atrás coquetamente.
—Me permiten…—sentenció mi padre extendiendo su mano hacía mí.
—Desde luego—dije contenta.
Sin embargo, al momento de alejarme con el Profesor, una imagen captó mi atención e hizo que sonriera socarronamente. Dexter era un científico reconocido no solo por su gran intelecto, sino también por su racha de casanova. Allí, cerca del ropero, donde se guardaban los accesorios, inspirado en Narnia, estaba el pelirrojotambaleándose un poco, acechando a Dina, o más bien, Dina acechando a Dexter.
—Al parecer Dexter pierde el buen gusto cuando está tomado—susurré a Boomer mientras apuntaba disimuladamente a la escena de éstos.
—No le voy a dejar olvidar esto…—comentó divertido ensanchando su sonrisa maliciosa. Buscó a uno de los fotógrafos para indicarle con señas que grabara a esa dirección.
Negué en silencio alejándome con el profesor para comenzar a disfrutar la tonada Do You Really Want to Hurt Me de Culture Club. Un giro y mi padre y yo sonreímos encantados, descansé mi cabeza en su pecho mientras nos movíamos por la melodía lenta pero contagiosa de la canción.
—Crecen tan rápido—bufó causando que volviera mi vista a su rostro y hallara en su expresión la nostalgia de un padre queriendo detener el tiempo—. Fue hace unos años cuándo recién las inscribía a la primaria, y míranos ahora, gozando de tu fiesta de matrimonio. ¿En qué momento crecieron tanto?
—Ay, Profesor—mencioné conmovida—. Esto tarde o temprano tenía que suceder.
—Eso lo tengo presente—respondió seguro—. Es solo que a veces la imagen de mis niñas viniendo hacia mí en busca de abrigo, puede conmigo—supe que tragó en seco evitando que la emoción lo superará.
—Pero, papá, nosotros siempre seremos sus niñas… Siempre lo necesitaremos—aseguré.
Me abrazó con mucho cariño para después seguir al ritmo de la canción. A lo lejos observé a mi hermosa madre riendo por las estupideces de una Robin ya tomada junto a Mike. Sabía que a ambos les gustaba recordar viejos tiempos con su antigua maestra. Observé a la pareja contenta y me alegré de verlos por fin en paz luego de una temporada de peleas. Por lo que sabía de la castaña, no estaban en los mejores términos. Yo solo quería que mis amigos estuvieran bien, y aunque no era tan entrometida como en el pasado que serví como su cupido y los incentivé a estar juntos, una parte de mí, estaba lo bastante atenta para ayudarlos en lo que necesitaran. Como ahora, que me enteré que planeaban otro bebé. Por un lado, les deseaba lo mejor, pero por otro temía que estuvieran forzando la situación.
—Es tan hermosa—escuché a mi padre, quien al parecer también miraba hacia donde yo contemplaba, y se había embelesado con la imagen de la mujer que desde siempre, fue mi ejemplo a seguir; la señorita Keane.
—Lo es—le di la razón, encantada y enternecida por la faceta de mi padre enamorado.
La pelinegra de iris azules, sintiendo la intensidad de la mirada de él, volteó a vernos y guiñó uno de sus ojos hacia el pelinegro para después mandarle un beso volado, el cual el Profesor fingió agarrar para besar el dorso de su mano. Ella se sonrojó y él le devolvió el gesto con devoción.
Entonces, desviando el tema anterior, recordé la timidez de mi papá cuando se volvió a presentar la oportunidad de salir con la señorita Keane. Nunca dejó de gustarle aunque la relación se tornó amistosa por nosotras. Sin embargo, la chispa entre ambos no se había esfumado y para nadie era un secreto que aquellas risitas cómplices escondían mucho más que amistad. Ah, el Profesor estaba tan nervioso en aquel festival de invierno que estuvo a punto de desistir de invitarla, hasta que claro, vio como otro de los padres de familia se le acercaba para hablar con ella. Mi maestra era tan atractiva que varios posaban su visión en ella y su carácter amable como fuerte, era un atrayente innegable. El Profesor era celoso, así que mandando lejos aquellos nervios, se acercó, saludó como si nada estuviera pasando y delante del otro señor, le propuso salir con él. Que vergonzoso hubiera sido que la Señorita Keane se le hubiera negado… para su buena fortuna, aceptó. El resto es historia, un matrimonio de varios años lo comprobaba.
Que hablando de celos, no me había puesto a reparar lo incómodos que podían llegar a ser hasta que Robin me había hecho ver las actitudes posesivas que tenía con Boomer. Lo busqué con la mirada para encontrarlo hablando con una de las pocas mujeres que consideraba amiga; Ruth. La camaradería entre ambos era innegable y no negaría que la chica era tan amable como agradable por lo cual no hubo dificultad a la hora de volvernos amigas, nos llevábamos bien dentro de todo. Aunque claro, la relación cambió un poco al enterarme que ella había sido uno de los tantos polvos de Boomer antes de estar conmigo.
¿Qué sí me enojé? ¡Parecía una bestia! Pero tuve que controlar aquellos impulsos, ya que Ruth fue de las pocas mujeres que respetó nuestra relación. Incluso con la ira golpeando mis pulmones al haberme enterado de ello, no podía enojarme, o ser grosera con ella, porque como dije, siempre se mostró respetuosa ante nosotros, y segundo, porque me agradaba mucho como para arruinar esa amistad. Además, ¿no se supone que yo estaba con Boomer por el presente que teníamos juntos? Yo era su actualidad y el pasado bien podía quedarse en el pasado… Aunque a mí me costara aceptarlo.
No negaré que en parte era una respuesta a la relación tan complicada que tuve con mi ex novio; Gordon, quien fue un mal que hubiera impedido de saber en lo que me metía, nuestras peleas más allá de insultarnos y humillarnos, también se componían en un absurda batalla de celos que trataban de lastimarnos. Mi dependencia hacia él me mantuvo en ese noviazgo por dos años los cuales sacaron lo peor del otro, y al referirme lo peor, también trajo consigo que lo engañara con Boomer. Entonces, ¿no eran mis celos una justificación para evitar que me hicieran exactamente lo mismo?
No era la primera vez que me encontraba en un bar de ese tipo, underground como otros le llamaban, no, pero sí era la primera vez que me hallaba en uno tan lejano de Townsville. Había escuchado lo necesario para saber que era un mundo nuevo donde los tapujos y las moralidades no cabían en ese espacio. La música a todo volumen inundaba cada rincón, así como las pocas luces de neón alumbraban los rostros de quienes se movían al compás de la melodía. El ambiente olía a tabaco, marihuana y otras sustancias, pero ignoré aquello para centrarme en la mano de mi novio sosteniendo la mía en medio del gentío descontrolado.
No obstante, no era tan frígida para escandalizarme o tenía la moral tan alta para creerme mejor que los demás allí presentes, por el contrario, mi capacidad para adaptarme me ayudaba a desenvolverme sin incomodar a los demás o a mí. A final de cuentas, era de las pocas zonas donde nadie se molestaría o incluso darían un juicio a la relación con mi pareja. Lo que sí tenía muy presente, es que debía cuidarme, pues varios de los asistentes no eran de fiar. Tenía que mantenerme serena, ya que, cualquier paso en falso haría que se aprovecharán de mí. Por otro lado, tampoco quería parecer un borreguito al cual Boomer tuviera que proteger todo el tiempo.
Vi a mi novio saludando a unos conocidos para luego presentarme ante ellos. Ahí ojeé por primera vez a Ruth, quién fue de las únicas que me saludaron con los brazos abiertos; era encantadora. No me fue indiferente las miradas de otras chicas hacia Boomer, algunas con deseo y otras con perversión, como tampoco pase por alto que la mayoría de ellas me observaban mal. ¿No estaban grandecitas para pelear por un hombre? Mejor resignarse, Boomer era mío. Y así, con la música estridente percibiendo mis oídos, nos dispusimos a pasar una velada amena.
El establecimiento comenzó a llenarse con más personas aunque en algún punto el acceso fue restringido, yo tomaba mi Long Island Ice mientras disfrutaba de la conversación de los amigos de Boomer y sus múltiples perspectivas de la vida, algunas cuestionables, ¿pero quién era yo para juzgar? Bien, sí los juzgaba, pero ellos no debían saberlo.
La estaba pasando de lo más genial hasta que una joven con piercings en la nariz, ropa demasiado provocativa y cabello verde fosforescente, se acercó a saludar. Me hubiera adaptado como al resto del grupo si no fuera porque desde el principio su desdén hacia mi persona me dejó intrigada. Quise pasar por alto aquello, restándole importancia a su actuar inmaduro, pero estaba haciéndome perder la paciencia pues la forma en cómo pasaba de mí, me estaba molestando. ¿Quién era? No tenía idea, pero al parecer era una conocida de los demás y por eso le permitían estar ahí.
Y claro, hubiera olvidado sus actitudes por el resto de la noche si no es que se puso melosa con Boomer…
—Me gusta tu camisa—dijo mientras lo miraba provocadoramente.
Boomer la ignoró, siguió en lo suyo. Para ella, eso no fue de su agrado, aunque disimuló su rostro enojado por el rechazo silencioso, tomó un respiro y fingió que no hubiera pasado nada.
—¿Dónde la conseguiste? ¡Te queda muy bien!—continuó, mordiendo uno de sus labios en seducción y tocando uno de sus brazos para llamar su atención.
Me quedé en silencio expectante de lo que Boomer haría o cómo reaccionaría. Experimenté el temblar de mi ojo izquierdo ante la creciente furia dentro de mí. No, no, nadie me ignoraba y de paso coqueteaba descaradamente con mi novio, a quien miraba y rogaba que no le siguiera la corriente, o esto terminaría mal, muy mal.
—¿Por qué me tocas?—le dijo de manera tajante, observando a la chica fijamente.
Sonreí sin disimularlo. Nina, como escuché que se llamaba, se dio cuenta de mi expresión, así que después de levantar las manos y disculparse con él, me regresó una mirada retadora y odiosa. Engrandecí más mi sonrisa, riéndome al verla alejarse del grupo con una vana justificación.
El resto de la noche continuó como si nada hubiera pasado. Poco a poco la algarabía se descontroló y quienes en la mesa estuvimos hablando y bebiendo, nos dirigimos con el resto de la gente a la pista. Mis brazos ya envolvían el cuello de Boomer mientras sus manos apretujaron mi trasero. Nos besabamos apasionadamente sin ganas de separarnos y con muchas ganas de llevarlo al siguiente nivel. La habilidad de mi novio con su lengua me prendía de maneras inimaginables, pues yo ansiaba que bajara ahí mismo mis bragas y comenzará vagar ese músculo por mi húmedo centro. No obstante, quise ir al lavabo debido al alto consumo de licor que había ingerido esa madrugada.
—Dame un momento, voy al baño—dije sin separar del todo nuestros labios, pero al mismo tiempo alejándome para batallar con la urgencia de mi vejiga.
El aseo en ese espacio era cuestionable, el olor a miados inundó mis fosas haciéndome dudar si debía entrar a uno de los cubículos, sin embargo, sentía que me orinaría ahí mismo si no iba en ese instante. Agradeciendo el papel que siempre llevaba en mano y adorando el poder levitar para no tocar la taza del retrete, me acomodé de tal manera que pude dejarlo salir sin problema alguno. Me sentí aliviada.
Al querer bajar la llave y querer salir, oí una voz femenina que se me hizo conocida junto a otra que entraban al lavabo.
—Y ya, me ignoró como si nada—exclamó berrinchudamente una de ellas.
—¿Intentaste todo? ¿Mirada, halago, hablar de un posible tema de su interés?
—¡Medio quise tocarlo y casi me mata con la mirada!—reconocí inmediatamente de quién se trataba.
—Bueno, eso es extraño, ¿irá serio con esa rubia?—se preguntó la otra más para sí que para Nina.
—¡Me importa una mierda si van en serio o no! ¡Estoy cansada que ese rubio estúpido me ignore! ¡Hace meses quiero estar con él! ¡Endemoniadamente guapo tenía que estar para que yo le suplicara! ¡Hasta más bonita que esa soy! ¡No lo soporto, Marian!
Eso es mentira, yo estoy más linda.
—Cálmate… Te dije que iba a ser difícil, ese imbécil y sus hermanos son unas zorras, pero unas zorras selectivas—dijo la tal Marian que no conocía, pero que pronto lo haría.
—¿Cómo pudiste hacerlo? ¿Cómo te lo cogiste?—cuestionó genuinamente la peliverde. Así que una de esas chicas fue un revolcón de Boomer, vaya. No, no me sorprendía, aunque la molestía comenzaba a incrementar.
—Aquella vez yo pude estar con él porque estaba tan drogado que ni siquiera sabía dónde estaba parado—exclamó orgullosamente mientras yo no podía disimular el impacto y asco que eso me causó—. Drogado y todo pero fue un buen polvo, rudo pero lo disfrutas… Tal vez puedas acudir a lo mismo…
Hubo un silencio que me obligó a ver a través de mis rayos x el cómo esa mujer le daba a la tipa varias pastillas. ¿Qué clase de droga sería? Tenía que ser suficientemente fuerte para que pueda tumbarnos, sobre todo a Boomer, quien estaba impuesto a sustancias.
—Yo me encargo de entretener a su novia—hubo una pausa en la cual rió—, te apuesto a que no duran mucho—volvió burlarse—, y tú te encargas de él…
Para estos momentos mi cólera había aumentado tanto que mandé al diablo cada pensamiento de sensatez, cada pensamiento que me hiciera reparar en las consecuencias y salí del baño para que ambas pudiera verme. El asombro fue palpable en el rostro de esos seres despreciables. Las odié y no solo por los miles de celos que experimentaba, sino por la forma en cómo querían hacer daño a mi pareja; nadie estaba exento de ser víctima de alguien malvado… ¿Cuántas veces pasó lo mismo?
—Entonces… ¿Quién iba a entretenerme?—amenacé suavecito en lo que me apoyaba en uno de los lavamanos cruzándome de brazos luego de haber puesto el pestillo a la puerta.
—Vaya, qué cliché—retó la de ojos oscuros que acompañaba a Nina—. Vamos, rubiecita, no te metas en donde no te llaman y deja de estorbar—terminó abriendo la navaja que guardaba en uno de sus bolsillos.
Creyó intimidarme sin ser consciente que eso no me haría nada.
—No—repliqué simple, acercándome a ellas poco intimidada—. Ustedes son las que van a dejar de estorbar.
Moví mi brazo rápido evitando que ella me apuñalara, sostuve su muñeca al punto de quebrarla para inmediatamente escuchar el quejido desesperado de Marian. No conforme con eso, le di un cabezaso suave pero que para ella fue duro al sentir como de su nariz salió sangre en cantidad. Sus gritos se apaciguaron por el ruido estruendoso de afuera. La tipa gritaba y se quejaba mientras mi visión me llevó hacia la odiosa de Nina. Quiso huir, pero fui veloz y la tomé del cabello llevándola al cubículo en donde las estuve escuchando.
—Por favor, por favor… piedad—rogó muy asustada…
—La piedad es para los débiles—musité mi característico dicho antes de sumergir su cabeza en el retrete al cual no bajé la llave. Levanté su rostro empapado observándola toser entrecortadamente—. Y si vuelves a intentar hacer algo parecido, te va ir peor—pronuncié con rabia retomando la acción—, ¿me oíste?
—Cof Cof POR FAVOO…—No la dejé terminar para cuando hundí nuevamente su rostro en mis orines.
—No te acerques más nosotros.
—Cofcof cof biee….—De nuevo, mojé su rostro en el retrete, analizando como con todas sus energías intentaba zafarse.
Había prolongado mi estadía mucho tiempo en el baño y lo entendí cuando el cuerpo herido de Marian, con los pocos impulsos que le quedaban, pretendía salir de allí. Instinto de supervivencia, tal vez. Exagerada, ni le había pegado con fuerza. El bullicio acompañado de insultos femeninos al otro lado de la puerta causaron que lanzará a la malnacida que estuvo con nosotros en la mesa. Y después de patear a la pelinegra que se retorcía en el suelo, salí luego de lavarme las manos para encontrarme con un grupo de mujeres que me divisaban con desprecio.
—Ups, disculpen el desastre—contesté inocentemente.
Ignoré los gritos que de allí provenían y me reencontré con Boomer.
—¿Estás bien?— preguntó mi pareja al ver mi blusa con sangre. Ay no, me había salpicado, esas manchas son difíciles de sacar… Además, ¿cómo me excusaría si alguien de mi familia viera la prenda? Ah, mejor mentalizaba el regaño.
—Todo bien, ¿nos vamos?—respondí simple dándole un beso en los labios.
Hubo problemas, sí, ¿me arrepentí? No. Irónicamente, yo odiaba que las personas quisieran sobrepasarse con los demás, lo odiaba, y por ende, no me gustaba las injusticias aunque yo no estuviera exenta de caer en ellas. Era cierto, en aquella ocasión me pasé con esas mujeres, pero quedarme con los brazos cruzados no era una opción. Así, le di la razón a las palabras de mi hermana mayor: "Recuerda Bubbles, el mal viene de muchas formas, tamaños y colores… No te confíes."
Sí, soy más posesiva de lo que cualquiera pueda creer. Mis hermanas llegaban a pensar que mis celos eran enfermizos, obsesivos, fácil podían decirlo cuando no tenían que lidiar con un montón de locas detrás de sus parejas. Aunque eso no fuera del todo cierto, pues comprendía que mientras Buttercup guardaba sus celos para evitar peleas, Blossom no temía en levantar la mano o humillar a alguien cuando le estaban faltando al respeto. Sí, yo era celosa, no al punto de cansar a Boomer o ser intrusiva con su intimidad, pero sí lo necesario para no permitir que nadie quisiera pasarse de listo con él. No era un niño al que debía proteger, mas amarlo me incitaba a cuidarlo sin importar qué.
De nuevo, ¿justificando esa obsesión? Tal vez, ya lo trabajaría después…
Regresé con Boomer para abrazarlo y brindarle otro beso sonoro. En el aire se percibía la voz de Elvis Presley con Love me Tender la cual nos invitó a unir nuestros cuerpos y comenzar con el lento compás de la canción. Antes de perder mis pupilas en el intenso de las suyas, divisé a mi pequeña queriendo pintarle los labios a su tío Butch y tío Brick como siempre hacía cada que iban a visitarla. Sonreí sintiendo el cúmulo de lágrimas queriendo escapar de mis cuencas. Me había prometido cuidarlos en mínima y mayor medida, este anillo que rodeaba mi dedo anular era la prueba para reafirmar mi amor y eterna devoción hacía esta familia. Mis dos amores se merecían siempre lo mejor.
—Amado esposo—dije hipnotizada por el eléctrico de sus iris—... Tienes los ojos más hermosos que existen…
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Mortem escribiendo…
Yo amo este capítulo, disfruto mucho escribir como leer a unos azules con defectos y siendo bastante complejos. Ya hablando desde la perspectiva de Boomer, él ha normalizado muchas cosas que obvio no están bien y no son del todo sanas seguir haciendo (como permitiendo).
Ahora, algo que debo destacar es esa mención sobre cómo algunas mujeres llegaron a aprovecharse de él. Para Boomer no es que no se diera cuenta que lo drogaban deliberadamente, él lo asumía una vez despertaba al día siguiente con una chica cuya cara ni se molestaba en reconocer de la noche anterior. Le restaba importancia y más teniendo en cuenta que él como la sociedad en ese momento no veían posible que un hombre sufriera de abuso y menos hablando de un villano donde su integridad era lo menos relevante. Digamos que Boomer nunca se concibió como víctima en esos casos, por lo que no veía la seriedad del asunto.
Claro, luego entendería la postura empática de Bubbles y su necesidad de querer defenderlo y protegerlo, pero una manera de lidiar con eso y muchas cosas turbias de su pasado fue no ceder ante la autocompasión. Los Rowdys son muy duros consigo mismos para no dejarse afectar por las injusticias que viven aún siendo criminales.
En fin, yo me callo que ya bastante largo nos quedó el capítulo, jajaja, ¡nos leemos pronto!
Lenore por aquí…
Creo que este ha sido uno de los capítulos con el que más me he divertido. Y es que tenía muchísimas ganas de tocar algunas escenas y actitudes de los personajes las cuales ya veníamos trabajando desde hace tiempo. Sinceramente me gusta su resultado.
Ahora, definitivamente una parte de mí ansiaba ver a los azules en sus momentos más intensos, ansiaba verlos más allá de una dinámica amena, los quería tóxicos, carajo. Y no, esto no quiere decir que apruebe ese tipo de conductas en la vida real.
El punto aquí es que me gusta jugar con las personalidades de las chicas, si bien sus actitudes son cuestionables, es eso justamente lo que las hace interesantes, pues logran equilibrar sus defectos y virtudes. Con Bubbles específicamente, me atreví a sacarla del molde para jugar con ese psique más problemático y agresivo. Claro, todo tiene su razón, la cual poco a poco se irá explicando. Ella sabe que debe mejorar esos comportamientos, pero también es bien descarada al decir "Ah bueno, luego…"
Lo genial de tratarlas en diferentes etapas es ver su progreso.
Además, tampoco le pidan que sea comprensiva o no sea violenta (a pesar de su ventaja) con quienes desean causar daño a los que ama. Bubbles manda a la mierda la sororidad y empatía si alguien osa meterse con su familia.
Muchísimas gracias a quienes han estado pendiente de este especial. Esperamos de corazón que esté siendo de su agrado.
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