Escribiendo algo random para despejar mi mente. Y en efecto, es totalmente autoindulgente. Además de salirme de mi típica escritura linda, graciosa y ¿cómoda? Si… puede ser…
Por cierto, hay algunos temas fuertes no aptos para menores de edad, por lo cual, la categoría de lectura esta puesta para mayores de edad, entendido esto, es responsabilidad de quien lo lea, luego de esta advertencia.
¡Diviértanse!
Notas:
Presente
[Pasado]
"Pensamientos"
[Teléfono/Mensajes/Cartas]
Narrador extra
Los personajes de The Abandonned Empress son propiedad de Jeong Yuna.
Te elijo a ti.
Capítulo 1.
La lluvia estaba fría, la sangre escurría por sus labios y el llanto de su hija junto a la odiosa risa de aquel infame viejo dejó de escucharse.
Únicamente estaba ella, esperando por el inminente deceso.
Sus pulmones se llenaba con el líquido viscoso impidiéndole respirar, causando que tosiera violentamente y una masa asquerosa se alojara en su garganta dejándola sin habla.
Pronto moriría.
Pronto…
Todo terminaría…
Y…
— "Tal vez pueda volver a nacer como la hija de mamá y papá. Con una molesta hermanita como Jisoo."
Fueron sus últimos pensamientos con una débil sonrisa, dejando que su consciencia se desvaneciera.
Como si fuera tan simple.
¿Por qué el mundo se empeñaba en quitarle su mundana felicidad?
¿Por qué el Dios de ese mundo la torturaba?
¿Por qué tomo su alma y le confeso la verdad?
¿Por qué le dio las opciones de irse o quedarse?
¿Por qué hizo que pensara que era una cobarde si olvidaba todo?
¿Por qué se guio por la venganza?
¿Por qué creyó que ganaría?
¿Por qué…?
¿Por qué…?
¿Por qué…?
¿Por qué…?
¿Por qué…?
Solo… ¿Por qué…?
Un golpe se escuchó contra la puerta de la habitación, causando que saltara en su lugar, con temor apretó la tela de la cortina en su mano.
Ya había repetido este escenario innumerables veces, conocía cada detalle a la perfección hasta las insignificantes gesticulaciones del hablar en las personas al interactuar con ella. No necesitaba estar asustada o preocupada, todo ocurriría exactamente igual.
Con el segundo golpe y sin recibir respuesta, la voz al otro lado se disculpó por su entrada. No miro a la mujer en uniforme de sirvienta, ni a los guardias con sus miradas clavadas sobre ella a cada lado de la puerta.
—Con su permiso, mi lady.
Resistió rodar los ojos ante la etiqueta formal con la que se dirigía a ella. Ni siquiera se esforzaba en ocultar su desagrado al ser elegida para atender sus necesidades, además de transmitir el mensaje que ya conocía. Incluso sabía que después de salir no tenía nada más por hacer. ¿Era necesaria tanta parafernalia? Pudieron encargar esa labor a los guardias apostados en la puerta y darle un tiempo a solas. O mejor, enviarla directamente a los calabozos en las mazmorras, ponerla en juicio y declararla culpable, ahorrándose alegatos y otros argumentos ridículos.
Ella solo estaba sobrando. ¿Tan difícil era conseguir a otra mujer para que ocupara su lugar? Los nobles no tenían imaginación, aparentaba ser inteligentes, metódicos, astutos, pero, solo eran una bola de idiota con demasiado dinero para gastar y excesivo tiempo libre.
—¿Mi Lady?
Escuchó la voz de la sirvienta, atrayendo su atención y girando a verla. Parece que ya había terminado y solo esperaba su respuesta.
—Lárgate. —Dijo sin un gramo de consideración, elegancia o amabilidad. Agitó la mano en dirección a la puerta y volvió a su posición frente a la ventana, perdiéndose la expresión ofendida de la sirvienta. Apretando los puños, conteniéndose en señalar su precaria posición en el palacio para sentirse con el derecho de ser arrogante, dio media vuelta y con pasos pesados abandono el cuarto, cerrando fuertemente la puerta a su espalda.
Satisfecha de encontrarse sola, hasta el día siguiente en que se presentaría ante esos hombres estirados y desagradables, además, de la "encantadora" única dama y heredera de todo un marquesado, siguió mirando el paisaje a través de la ventana, recargando su cabeza contra el duro marco de madera.
¿Cuál sería el acto correcto a seguir? ¿A dónde se dirigiría esta vez? ¿Aliada? ¿Enemiga? ¿El bufón de la nobleza?
Las mismas opciones de siempre, el resulto predicho en cada uno y el cansancio de esperar por el avance del tiempo, solo conseguían desanimarla.
—Antes de correrla, le hubiera pedido algunos dulces y galletas. A falta de televisión o teléfono, sumergir mis penas en comida parece la mejor segunda opción. ¿Qué importa si subo de peso? De todas formas, en cuanto muera, volveré al inicio.
Pego su frente al vidrio. La vista de flores, árboles y el amplio cielo azul desapareció, cambiando a ese primer recuerdo que continuaba firmemente plantado en sus memorias, a pesar de los casi mil años que ha vivido entre muertes, y regresiones.
Al completarse los cinco años de encierro bajo la estricta vigilancia y cuidado de ese hombre, probo la dulce libertad, alejada del destino de un Dios mediocre, los falsos halagos de hipócritas adinerados, promesas de amor vacías y una venganza arruinada. Solo le restaba disfrutar de los siguientes años y aprovechar esta ¿tercera oportunidad?
¿Exactamente cuánto dura está falsa verdad? ¿Un día? ¿Dos?
Probablemente tres, cuando los trabajadores de su lujosa cárcel se reunieron en el salón principal bajo las órdenes de su verdugo o el administrador del edificio. Obviamente lo intentaron mantener en secreto, de una pésima manera a través de burlas e indiscretos comentarios. Si algo aprendió de atraer la desagradable atención de las personas que gobernaban la sociedad mediante la jerarquía era a controlarse e ignorarlos, tardo mucho en refinar esa valiosa habilidad y muchas veces los trabajadores, específicamente el personal femenino ponía su paciencia al límite. Respirar y exhalar se convirtió en un mantra y una irrompible regla. Gracia a eso, pudo escabullirse detrás de la pared, espiando por la rendija dejada. Se suponía que estaba tomando una siesta luego de… ¿De qué exactamente? No seguía un horario, no tenía amigos o algún deber por cumplir. Solo se llenaba el estómago con comida y pasaba el resto del día vagando sin rumbo en la delimitación del terreno.
Negó con una sonrisa cansada. Más que una prisionera, parecía una mascota muy cara, que servía para el entretenimiento del resto del mundo. Su sufrimiento, era su deleite. Burlarse de su estupidez su único placer. Y usarla como su marioneta un exclusivo premio al aceptar trabajar en ese lugar.
—Hubiera escapado, cuando tuve la oportunidad. —Dijo al aire, continuando con el recuerdo de los hombres y mujeres reunidos en el salón principal.
Ellos sabían la razón de ser convocados por el administrador, sus expresiones de regocijo no se ocultaban, unos pocos parecían cansados o indiferentes, considerando innecesario causar tanto alboroto por algo de lo que todos estaban enterados con antelación, pero, debía ser completamente oficial para cumplir con los requerimientos y sin cavos sueltos.
Tras un discurso aburrido y monótono, estaba por regresar a su habitación y tomar esa siesta, cuando escucho al administrador, revelar el cierre total de la "misión". Felicitando a todos al cumplir maravillosamente con sus órdenes, sin manchar la reputación de su maestro y honrarlo a través de sus diligentes acciones ante la más mínima sospecha de parte de su "invitada". El aplauso y ovación que le siguió, helo su sangre. Rápida como un rayo, corrió al segundo piso, encerrando en su recamara, dejándose caer al suelo y apoyando su espalda contra la pared.
Iban a echarla.
¡DEJARIAN QUE SE PUDRIERA EN LAS CALLES SIN UN CENTAVO!
¿Qué hizo después de recibir esa impactante noticia?
Lo que toda persona con suficiente cordura, en apariencia, haría.
Destrozar la habitación, provocar un gran alboroto y golpear a una que otra sirvienta, además de los pocos caballeros que custodiaban su seguridad junto al administrador. Negar que sintió algo de satisfacción cuando los vio con sangre y heridas que tardarían en sanar, seria hipócrita de su parte, no tardo mucho tiempo en llegar al primer piso y amenazar a todos con una de esas espadas ornamentales que solo servían de decoración pero suficientemente afiladas para atacar a alguien antes de romperse.
Solamente los valientes caballeros que resistieron a sus ataques salvajes y su ira amarga lograron apresarla, quitándole su arma junto a cualquier otro objeto que pudiera usar en su contra.
Pasar un día amarrada a su cama mediante cadenas de hierro y encerrada en su habitación fue un regalo maravilloso, su soledad le permitió pensar, equilibrar las opciones, dejándola ir por la que siempre estaba presente y a veces, solo a veces, ignoraba.
Su botellita especial, seguía oculta en ese joyero barato con sus alhajas. Poseer veneno mientras esta encarcelada por crímenes en contra de toda una familia monárquica no es exactamente el sello de aprobación para la confianza.
Apenas le quitaran ese grillete, iría al joyero, bebería la botella y, todo acabaría.
Sin embargo, parecía no aprender. No importaba cuanto se le mostrara que ella no era la protagonista, la heroína o la elegida por el mundo. Seguía cometiendo los mismos errores.
Él apareció.
Después de años de no verse, volvió, con otra advertencia o más bien el destino de su vida.
—Usted… Definitivamente es estúpida. He gastado cinco años en vigilarla, cuidar que su identidad s mantenga secreta hasta el preciso momento de su liberación. ¿Y para qué? ¿Lastimar al personal? ¿Causar daños a la propiedad? ¿Atraer atención innecesaria de las personas fuera de aquí?
Estuvo tentada a preguntarle a que se refería con eso último. No la dejó, continuo con su regaño, como si fuera una chiquilla berrinchuda. Y en verdad, estaba molesta, él la botaría sin algo en que sostenerse. Vivió como una mujer de alta estirpe, solo estirando su mano y recibiendo lo que se le daba, los alimentos se le servían en un plato y su ropa estaba lista apenas pronunciaba una palabra. Ella jamás sobrevivirá por su cuenta.
—Jamás aprenderá a ser bondadosa o amable. No importa las oportunidades que se le brinde, seguirá como una mujer de ruin corazón, egoísta y rastrera. Pensaba en tenerle consideración al dar esa orden de mantenerla encerrada por cinco años, pero, me equivoque. Solo han sido unas vacaciones para usted, esperando el momento preciso para volver a sus viejas costumbres.
Ella no entendía a que se refería. ¿Vacaciones? ¿Esperando el momento?
Acababa de enterarse que sería echada a la calle. ¿Qué tipo de comportamiento debía tener? Y estos cinco años encerrada han sido menos que placenteros. Las cuerdas rotas y los cuchillos extraviados escondidos debajo del tablón de madera en su armario lo probaban, aparte de la botellita con el mágico elixir que tan amablemente su hija le proporciono en una muestra de generosidad.
—Prefiere callar que hablar, ¿verdad? Es tan desagradable verla, fingir ignorancia e inocencia no va a salvarla esta vez. Hemos terminado. Espero, este preparada para lo que sigue.
Sin una despedida, él la dejo en su habitación cerrando con llave. La única ofendida e indignada era ella, paso cinco años atormentada por los sirvientes, aislada del mundo y en posesión de esa botella recordándole constantemente lo que debía hacer. ¿Y por qué actuó? ¿Qué la detuvo?
Miedo, probablemente.
Esperanza, si claro, como no.
Ni ella sabía porque continuaba viva, tan solo, no quería que acabara de esa forma, obedeciendo a otra persona al presentarla "su opción".
Por una vez, solo una vez, quería vivir por sí misma.
Al tener dicha revelación, tomó una nueva decisión respecto a la botellita.
Camino al joyero, encontrando el pequeño objeto y sosteniéndolo entre sus dedos. Un sorbo y su vida, tan miserable como la conocía, acabaría, el sufrimiento y las humillaciones se esfumarían, el dolor se borraría.
Y continuaría dejando su vida en las manos de alguien más.
¡No! ¡No lo permitiria!
Con su nueva convicción ardiendo en su alma, camino hasta la ventana que daba al balcón, sujeto el florero y rompió la ventana, quitando el seguro del exterior y saliendo.
El horizonte se extendía ante ella. Más allá de la alta muralla le esperaba la ciudad del Reino de Lisa, un amplio cielo nublado que pronosticaba una fuerte lluvia era hermoso a sus ojos, perfecto y único. Sonrió. Cerrando su mano alrededor de la botellita, adoptó la posición de un lanzador de béisbol, levanto un poco la pierna tomando impulso y usando la otra mano como un guante posiciono la mira de su objetivo. Directo al árbol con los rosales a un lado, ahí se rompería el frasquito y seria su primera decisión.
¿Qué importaba si la echaban de la lujosa mansión? ¿Si ya no había vestidos diseñados exclusivamente? ¿Un montón de sirvientes? ¿O comida preparada por elegantes chefs?
Ella tenía algo, que ningún otro individuo poseía, la opción de decidir, de dirigir su vida a su gusto, sin pensar en que sea adecuado para alguien más, para impresionar a un tercero, para ganar poder, para colocarse por encima de todos. Solamente vivirá para ella y por ella. Nadie importaba más que ella misma.
Y había tardado cinco años y una muerte, en ese instante, para entenderlo.
—No soy infantil, solamente maduro a un nivel diferente que el resto.
Lanzo el frasco, quebrándose en algún lugar del jardín. Si alguien se cortaba o medio envenenaba no era su culpa. Ella no tenía esa cosa por gusto.
—Bondadosa y amable, ¿no? Oh… querido Marqués, tú hija no es ni jamás fue algo de eso. Solo una pequeña perra controladora, ella tampoco cambio, solo se volvió más astuta.
Regresando a su habitación se encontró con el guardia en turno que había entrado al escuchar el romper del vidrio de su ventana. Lo saludo casualmente y después fue a recostarse en su cama, informándole que tomaría una siesta. Sin dejar al desconcertado hombre procesar la información, quito las cobijas y sabanas, procediendo a ponerse cómoda y dormir.
Al despertar pensaría en la forma de ganar dinero que no involucrara ser una prostituta o casarse con algún viejo rico y pervertido. El Reino de Lisa debía tener mejores oportunidades de subsistencia para los plebeyos que el glorificado Imperio de Castina.
Tras romper una ventana, arrojar veneno y dormir unas ocho maravillosas horas de sueño supo a lo que se refería el Marques con las personas del exterior y oportunidades. Aparentemente habían surgido rumores sobre la presencia de una mujer de blanco que se ocultaba en una mansión, muy pocas personas eran capaces de verla desde un balcón que podía mirarse a cierta distancia de la muralla. El misterio más jugoso desde que la Princesa de Lisa fue enviada como candidata a prometida estando embarazada. Por ello, cuando se escucharon sus gritos y alboroto, la gente no reparo en creer que la mujer de blanco estaba siendo agredida y usada por algún malvado hombre que la mantenía prisionera o solo usaron el pretexto para conseguir que saliera y conocerla directamente.
Algunos caballeros fueron enviados para escuchar las explicaciones del administrador y yéndose poco satisfechos, con la promesa de volver y hablar con el dueño directo del edificio, se le llamo al Marqués para que se hiciera cargo, lo demás, es innecesario de mencionar, solo, hubo mucho dinero involucrado y unas cuantas amenazas.
Le dieron un par de maletas con ropa de plebeya y una habitación semidecente en uno de los edificios de viviendas compartidos de la clase menos pobre del Reino de Lisa y alejada de la locación en que estuvo viviendo. Recibió a lo mucho un par de bolsas con dinero, una carta que ni se molestó en leer y la más escueta de las despedidas. Ella pudo quedarse con la mansión y nuevos trabajadores, recibiendo un poco de dinero mediante un negocio que inicio el Marqués y se le cedería mientras el administrador le enseñaba su funcionamiento. Lo cual no paso, debido a sus acciones.
—"Ese bastardo lo planeo todo." — Pensó, al ingresar a su nuevo hogar y buscando un escondite para su dinero de subsistencia hasta encontrar trabajo. —"Una reunión de empleados solo para cerrar el trabajo encomendado por el Marqués. ¡Ja! Quería echarme y quedarse con las jugosas ganancias. Realmente soy tan fácil de manipular."
Guardo el dinero entre telas viejas y algo de tierra, empezó a ordenar sus pocas pertenencias en los muebles, sopesando la distancia entre su nuevo hogar y las casas de nobles, además de los lugares que servían alojamiento o comida en los siguientes pueblos. Pasos pequeños, si iba dando pasos pequeños sin desesperarse, se costearía su vida humilde, sencilla y cómoda sin arriesgar su cuello o su virginidad intacta.
Escucho su estómago gruñir, cortando el ambiente tenso creado por sus pensamientos. Negó de un lado a otro, palmeando su vientre plano. Esperaba todavía saber cómo encender una estufa o sino, se la pasaría llenándose de pan, fruta y mermelada. Lo cual, en definitiva no era saludable.
Con unas pocas monedas sacadas de su escondite, cerró la puerta de su nuevo hogar. Iría a buscar el mercado.
—¡En verdad te lo agradezco!
Exclamo la joven de cabello rosado, abrazando a la anciana mujer canosa que luchaba por no ser aplastada entre tal muestra de afecto sincero.
—Eres la mejor. Simplemente la mejor. ¿Cómo supiste que esa combinación funcionaria? ¿Tienes algún secreto? ¿O caso posees poderes mágicos?
—Años de práctica. Por supuesto que los tengo. Si no mal recuerdo la magia desapareció cuando un idiota ignorante con mucho dinero y muchas mujeres desgasto el potencial mágico de un erudito muy sabio. —Respondió la anciana, separándose del agarre de la joven y volviendo detrás del mostrador de su pequeña tienda de hierbas.
La joven rio divertida por el humor agrio de la mujer. La conocía desde su infancia a causa de su madre que era una fiel clienta en su juventud al ayudarla con su enfermedad mediante esos medicamentos prohibidos por la medicina real y las bendiciones de las raíces. A pesar de las constantes advertencias, las ordenes reales y las visitas de algunas raíces, ella no se amedrentaba, ni se rendía. La firmeza en su resolución fue objeto de admiración, logrando que las personas del pueblo donde coloco su humilde negocio se unieran y crearan una insignificante guerrilla por la independencia médica. La batalla que divertida a los nobles y era causa de chistes malos pronto se volvió un movimiento completo que atrajo a muchas personas a conocer a la misteriosa curandera que aterraba a la familia real y competía contra las raíces. Describir más allá este momento histórico, haría que entrara en muchos detalles desde lo político hasta lo militar. Los puntos clave en que se resume este conflicto, fue no solo alcanzar la independencia medica como se planteaba al inicio, sino crear toda una ciudad separada del Reino y considerada tierra neutral, ajena a las creencias del templo de Vita y la monarquía. Se estableció un Líder principal y un consejo, entre quienes se encontraba la curandera, manteniendo su posición aun en su vejez y cuando tanto el Líder principal y otros miembros habían cambiado en el pasar de los años.
Ella, era la mujer más respetada y querida.
—Abuela Jun. Sin ti, mi perro ahora estaría muerto. —Dijo la joven de cabello rosado, secando unas cuantas lágrimas escapando de sus ojos. Tomando la mano de la anciana, le obsequio una cándida sonrisa. — ¿Vendrás a cenar hoy? Quiero que conozcas a mi prometido
—¿Prometido? —Dijo sorprendida, levantando una ceja.
—Sí. Es un chico muy guapo y educado, viene de los pueblos de la frontera de Castina. Era granjero pero ahora está entrenando para volver uno de nuestros guardias exteriores.
—¿Por qué te quieres casar si esta en medio de su aprendizaje? Tendrías que trabajar y atender la casa tu sola.
—Supongo que sí… Por eso es que solo es mi prometido. Le dije que nos casaríamos hasta que tuviera un trabajo fijo y por supuesto, recibir la aprobación de mi querida abuela Jun.
—¿Y yo que tengo que ver? Soy solo una anciana que prepara medicinas herbales.
—Claro que no. ¡Era la Consejera principal de la ciudad! ¡Fundadora del orfanato para huérfanos de guerra! ¡Y la maestra principal en la sección de hierbas y flora de la escuela de medicina! ¿Cómo debatiría la opinión de una mujer tan culta y genial como tú?
—… Primero, gracias por el cumplido. Segundo, no necesitas mi opinión, eres capaz de ver si ese chico te conviene o no. Y en tercero, solo quieres que lo ponga nervioso porque seguramente tus padres lo aprobaron.
—Jejeje. Me atrapaste. Sí. Él es taaaan encantador, se ganó a mis padres muy rápido. Quería verlo sonrojarse y tropezar con sus palabras, como yo cuando conocí a sus padres. Eso es injusto.
—Lo injusto es que quieras usar a una anciana como yo.
—¿Eso es un no?
—Es un, iras a tus clases del año restante y vendrás a ayudarme en la tienda a cambio de seguir tu juego ridículo.
—¡Sí! ¡Te amo abuela Jun!
—Aja, aja. Ya suéltame, niña. Ahora vete a tu casa. Si quieres que llegue temprano, déjame acabar con mi inventario.
—¡A sus órdenes! Te espero a las siete de la noche. Él llegara una hora después. ¡Nos vemos abuela Jun!
Agito su mano, despidiéndose de la emocionada muchachita que corría a casa. La anciana canosa, continúo trabajando en marcar las palabras en su lista, deteniéndose únicamente para escribir en una segunda lista los materiales que debía reabastecer.
Su tienda comenzó en una choza con un agujero en el techo y algunas alimañas, ratas, serpientes e insectos que elimino ferozmente. Los primeros clientes tardaron en llegar, cuando lo hicieron, sus caras tenían el temor impresos, la duda y una minúscula esperanza de encontrar la cura adecuada para las enfermedades o males que los atormentaba. Con cada éxito, por mera suerte o sus conocimientos adquiridos de una educación practica-teórica, consiguió la confianza de los residentes del pueblo y extender el nombre de su negocio. No tardo en tener suficiente dinero para reparar correctamente esa choza, tener tres comidas completas al día y conseguir nuevas ropas. Paso un infierno por cada trabajo en el que estuvo tras ser despojada de su lujosa cárcel.
Jefes, compañeros de trabajo y clientes dispuestos a violarla o abusar sexualmente de ella a la mínima oportunidad. Interpretarían su amabilidad o servicio al cliente como una invitación a un avance sexual o el interés de un cortejo que se traducía en un rápido encuentro detrás de las cajas de suministros. Estuvo aterrada e impotente las primeras ocasiones, su cuerpo temblando dando pasos pesados alejándose del cuerpo inconsciente del "amable jefe" que le ofreció un cuarto, de su compañero que era "su mejor amigos", del cliente que le dejo una gran propina. Todos esos hombres asquerosos recibieron su merecido, no le importo si vivían o morían, ella simplemente corrió sin mirar atrás. Seguramente habría algunos carteles buscándola o jamás levantaron la denuncia. Podría ser humillante explicar cómo una mujer tuvo la fuerza necesaria para incapacitarlos y robarles, porque, obviamente, no se iría solamente asustada con la seguridad de proteger su virginidad e integridad física, tomaría cualquier objeto de valor y dinero como una merecida compensación por la apresurada renuncia y los daños a su persona. Sin la existencia de los derechos humanos en ese mundo, parecía valer la ley del mundo animal, solo sobrevive el más fuerte o al menos, así actuaban las personas pertenecientes al estrato plebeyo, a diferencia de los nobles con sus manuales de modales, leyes y otras regulaciones que solo aplicaban para ellos y solo las implementaban con los plebeyos al impartir castigos o cobrar de impuestos.
Esa sociedad estaba podrida.
Si debió agradecerle o no al Marqués por arrojarla al mundo "real", lo pensaría un poco. A diferencia de su adorada hija, ese hombre era mucho más sincero con lo que resguardaba su corazón.
Entre sus repugnantes trabajos, hubo algunos decentes que le permitieron volverse una mujer más culta de lo que la sociedad noble necesitaba a conveniencia. Consiguió un puesto en una vieja librería de segunda mano a la cual solo asistían nuevos nobles o nobles con un interés peculiar por libros muy viejos. El dueño, era hombre anciano viudo, casi ciego y restringido en su movilidad, aparentemente fue algo como un mercenario o caza recompensas, después de un trabajo en el que estuvo a punto de morir eligió retirarse y ser solo un ciudadano común y corriente, eso hizo feliz a su esposa y le brindo tranquilidad los siguientes años hasta su muerte.
El trabajo dentro de la librería, principalmente era la limpieza, ordenar y clasificar los libros, aparte de ayudar al hombre a servirle la comida y pasarle sus medicamentos. Convirtiéndose en su cuidadora a tiempo completo, ya que el anciano le otorgo vivienda en la habitación de huéspedes del segundo piso. ¿Cómo podría quejarse? Le soluciono la vida y solamente debía atender a un hombre con un pie en la tumba y limpiar el polvo de libros antiguos. Casi parecía una trampa y en cualquier segundo seria llevada a un prostíbulo o convertida en esclava.
Dos meses después, estaba completamente segura de que el anciano era inofensivo y su trabajo decente.
Para no aburrirse entre los tiempos de siestas y poca clientela, comenzó a leer algunos de los libros, encontrando ejemplares interesantes, muy distintos a los aburridos textos que le pasaban en sus lecciones de etiqueta y otras materias para ser una Emperatriz. Pronto, su mente estuvo llena de conocimientos medicinales, herbolarios, venenos, infusiones, una cantidad de saber con el cual podría volverse un excelente médico, de ese mundo. Fue ahí, cuando una idea se plasmó, algo en lo que no había pensado jamás, ni siquiera en su hogar.
¿Cuál era su aspiración?
En casa solamente cumplía con el estándar en sus clases, tomaba apuntes, repasaba sus lecciones, presentaba los exámenes y volvía de la escuela por su camino diario. Salía muy poco y las reuniones con otros compañeros de salón eran contadas. Ni siquiera se comunicaba con alguien usando su celular, simplemente se perdía entre los anuncios, las series o los juegos que podía descargar. La mayor interacción social que tenía era por parte de su hermana menor Jisoo cuando le relataba detalladamente alguna de sus novelas y juraba conseguir el próximo volumen aunque eso le costara perder su dinero del siguiente mes o hacer las tareas de sus compañeros para tener un extra. Con respecto a sus padres… Su papá leía el periódico todas las mañanas, si debía entablar una conversación con ella se limitaba a la escuela, sus tareas o si tenía que comprar algún material nuevo, le subía a veces el dinero mensual si tenía un mejor desempeño en sus calificaciones y le obsequiaba algunos dulces que recibía en la oficina. Ellos no eran cercanos, pero tampoco indiferentes, solo una típica relación de padre e hija. En cambio, su mamá, ella parecía una mujer tan brillante y positiva, que muchas veces se cuestionaba, sino sonreía demasiado para su edad y su cabeza estaba llena de demasiado sueños y no plantaba los pies sobre la tierra. Continuamente la animaba e impulsaba cuando la temporada de exámenes se acercaba o tenía una tarea particularmente difícil. Siempre, siempre demostró fe en sus capacidades e inteligencia, como si supiera de antemano que triunfaría en todo lo que se propusiese. Asegurándose en recordárselo cada día. Escucharla le daba un pequeño impulso para esforzarse en la escuela.
Quizás… Si su mamá hubiera estado presente la primera vez. Habría analizado lo de ser Emperatriz, juzgar los deberes y clases a los que sería sometida, los tipos de relaciones que se manejaban y como se dividía el poder entre los nobles. Tan solo tenía dieciséis años, todavía no sabía si quiera ir a la Universidad o estudiar una especialidad. ¿Por qué esperaban que liderara toda una nación?
Daba igual pensar en la respuesta a esa pregunta. Era una posibilidad inexistente de un pasado al que ya no necesitaba aferrarse. Se concentraría en su presente e imaginaria su futuro.
Sí, un futuro.
La palabra se sentía muy agradable en sus labios al pronunciarla. La lleno de una pasión ardiente, haciendo del libro polvoriento a punto de romperse más valioso que el oro y las joyas.
Los peldaños en que construiría su porvenir.
Un médico. O lo más parecido, sin una educación formal y con escases en ciertos conocimientos más avanzados.
Curandera o herborista podrían ser mejores términos, bruja o hechizara los dejaba fuera, no quería ser quemada en una hoguera.
Y tras un esfuerzo constante, probando diferentes combinaciones, haciendo practicas con algunos animales, insectos y cadáveres, se hizo una experta en su campo, aparte de ganarse el odio de los creyentes de Vita, las raíces y algunos cuantos médicos.
Recibió amenazas y advertencias, hasta ser citada en una audiencia por el propio Rey de Lisa a pedido del Emperador de Castina y el Líder del Templo, Tertius en un intento de convencerla en detener sus transgresiones y recibir un perdón, considerando el darle algún tipo de compensación por sus poderosos brebajes. Si su edad fuera tan joven como su apariencia la delataba, aceptaría la jugosa cantidad y los títulos, pero, ella podía ver a través de ese camuflaje, solo querían que se detuviera de darles una segunda opción a los plebeyos, de extender su conocimiento, de ser una persona con libre albedrio que podía avanzar y lograr la independencia. Obviamente los mando al diablo, admitiendo su rechazo a la fe religiosa y la monarquía.
La perdonaron, dándole tiempo para pensar, reflexionar y tomar la decisión correcta.
O, enserio que eran estúpidos confiados. Jamás debieron de darle una segunda oportunidad. En cuanto tuvo un pie de regreso en el pueblo y se preparaba para una vida de prófuga, la guerra por la separación del Reino de Lisa comenzó.
¿Hace cuánto de eso?
¿Sesenta años? ¿Setenta…?
A veces su edad avanzada, afectaba su mente en cuanto al tiempo, más no a sus medicamentos y trabajo diario. Parecería senil y todavía podía nombrar de memoria los ingredientes necesarios para el simple jarabe de tos que creo en sus primeros días.
Cerrando un cuaderno a medio coser con la lista de su inventario y la reposición de materiales, lo guardo en un cajón detrás del aparador. Iría a prepararse para la cena, acordarse de su edad significaba que ya no era tan ágil al momento de cambiar su vestimenta y peinar su cabello. No necesitaba llegar retrasada para escuchar las quejas de esa muchachita que la llamaba afectuosamente abuela Jun.
Ella misma, ya no era una chiquilla con el carácter alborotado de imponer su opinión. Solo una anciana común y corriente con un mal temperamento y chistes desagradables, que quería pasar sus últimos años trabajando en el mostrador de su tienda, jubilarse de maestra y ceder su asiento en el consejo a la próxima generación.
No fue una vida gloriosa de cuento de hadas con un final feliz, pero fue una buena vida, su vida. Justo como ella la creo.
¿Hm?
¿De que murió?
¿Alguien realmente podría estar interesado?
¿Qué importaba la muerte de una simple anciana?
Sí, hubo muchas lágrimas, se maldijo en el nombre del ser omnipresente que existía en una sola religión y una investigación inicio, encontrando varios espías de los Reinos vecinos e incluido el Imperio. Más no, pruebas de un plan para asesinar a la anciana mujer en su mayor momento de debilidad.
Únicamente se trató del tiempo. Concluir el ciclo vital en el mundo terrenal y permitir avanzar a su alma al siguiente nivel, proseguir con la rueca de la reencarnación o volverse uno con el todo.
Ella recordaba bastante bien, lo último que hizo antes de sentirse extremadamente cansada y dormir. Fue a la cena, molesto un poco al joven prometido de aquella niña, tramito sus papeles para su jubilación de maestra y miembro del consejo. Siguió trabajando diligentemente y completo unos cuantos pedidos. Y por la mañana de cierto día, ya no tuvo la fuerza ni el deseo de levantarse, disfruto de la calidez de sus sabanas y cobijas, el sonido de los pájaros cantando, el bullicio de la ciudad y el agradable clima, sumiéndose en un sueño del que no despertaría jamás.
Y esa paz absoluta, le duro cinco segundos máximos.
Como dije, este es un fic totalmente autoindulgente.
Con una historia un poco más oscura de lo que suelo escribir. Agregando un peculiar elemento como lo es un ciclo de regresión… sin final.
Me sentí inspirada por un fanfic que utiliza este concepto del bucle de tiempo, porque hizo que tuviera un increíble desarrollo, el personaje caí y volvía a levantarse, la desesperanza, la angustia, el miedo, la posibilidad de cambiar y conocerse a sí mismo. Fue increíble.
Dudo mucho que lleve a Jieun por el camino de la madurez o el autoconocimiento para que digamos, oh que buena persona. La planteo como alguien que ya está rota, termina por quebrarse aún más y de entre esos trozos trata de levantarse y encontrar su fuerza. ¿Autodescubrimiento? Nah, no creo que sea tan buena para expresar eso en este fanfic. En fin… probablemente me pase un poco en algunas partes de la historia. Si ya se, ¿Lo que acaban de leer fue lo suavecito? Yo creo…
Por lo cual, la historia seguirá siendo solo para lectores mayores de edad y en caso de que no te sientas cómodo leyendo de este tipo de temas, te recomiendo que te abstengas de leer y esperes por algún otro de mis trabajos que son dirigidos para todo público. Y sí, tengo otro fic autoindulgente a la espera, uno más bonito.
Planeaba que esto fuera un capitulo único pero, la extensión ya casi llega a los 10k de palabras y apenas va por la mitad de la historia, entonces… ¡Wii capítulos divididos! Aproximadamente serán cuatro, sino me fallan las cuentas.
El final ya lo tengo bien planeado. Justo para cerrar con broche de oro.
Muchas gracias por pasar a este pequeño rincón autoindulgente.
¡Nos vemos en la actualización!
