En un frondoso y espeso bosque, ubicado en algún punto remoto del país del fuego, una figura emergió entre los espesos arbustos, se trataba del famoso ninja número, tonto y cabeza hueca, mejor conocido como Naruto Uzumaki.
El joven no sólo poseía unos brillantes y zarcos ojos azules sino también el título de "Héroe de guerra", debido a su importante papel en la resolución del conflicto. Era admirado por la gran mayoría de los shinobis, su poder y carisma eran legendarios, tanto así, que su fama se había extendido más allá del país del fuego.
Con el pasar de 2 años y medio, no sólo su reputación se disparó a nivel internacional, sino que también en su apariencia empezó a presentarse múltiples pinceladas de la juventud prominente, dándole una transformación notable.
La característica más descatable fue la altura, la cual se había disparado en demasía, había tenido un "estirón" notable de 20 centímetros. A la par de este detalle, sobresalía el cambio radical de peinado. Su cabello rubio como el oro, ya no era tan abundante y desordenado como antes, por el contrario ahora era algo menudo.
Desde el comienzo de su viaje con el Uchiha había optado por cortarlo, todo porque se convirtió en una molestia con la cual lidiar por las mañanas, pues había crecido bastante y obstaculizaba un poco su campo de visión debido al fleco. De suerte, tuvo la oportunidad de encontrarse con un barbero, aficionado a cortar cabello, en un pequeño poblado que visitaron de paso.
Uzumaki no se la pensó mucho y optó por acortar la longitud de su pelo, sin importarle que no había un espejo frontal que le mostrara el progreso del trabajo capilar y pese a las constantes advertencias de Sasuke acerca de la mala idea. Grave error. En cuanto, el peluquero le pasó un espejo de mano pequeño al rubio, y éste se miró para admirar su nuevo peinado, pudo apreciar con horror que le habían hecho un corte de cabello estilo militar, su cabellera había sido reducida a tal punto que se podía considerar que fue rapada casi por completo.
Este asunto fue una catástrofe para la imagen de Naruto durante un tiempo, mientras le iba creciendo el cabello fue inevitable para él observarse en el reflejo del agua incluso, pues siempre descubría un penoso estado, que le daba aires de alopecia juvenil.
Afortunadamente, luego de unos meses, Naruto fue recuperando gradualmente unos centímetros en el largo de su melena dorada, sobretodo en la parte superior e inferior. Inclusive sus patillas ya se notaban cerca de sus orejas. Debido a lo cual, retomó la usanza del protector ninja para sostener en su lugar su pelo. Con el tiempo, podría readquirir la similitud con su padre, Minato Namikaze era más coincidente, aunque todavía existían la suficientes diferencias ente ambos.
Por lo que, no fue extraño que cambió de guardarropa también para acompañar adaptarse a su nueva apariencia. Ahora traía puesto una chaqueta negra tipo uniforme con una cremallera color naranja; la prenda contaba con varios botones en la cintura y las mangas. Estos aditamentos, más que moda, era simple practicidad, pues le permitía plegar la manga izquierda y los faldones traseros, dándole un fácil acceso a las bolsas de armas, localizada en la parte posterior de su cinturón. Además portaba con orgullo una banda roja con el símbolo Uzumaki en su brazo izquierdo. Lo que no podía faltar era el pantalón naranja, que siempre los caracterizó.
A primera vista, era fácil darse cuenta que el Uzumaki ya había recuperado su extremidad, sólo que ahora lo traía cubierto con múltiples vendas.
Sin embargo, no solamente se había transformado físicamente, sino también en su manera de pensar y actuar, volviéndose un poco más consciente de su mismo y sus deseos personales, abandonando un poco esa facha altruista de héroe, dando paso a un comportamiento que muchos juzgarían de "rebeldía adolescente"
Hoy en día, Naruto se encontraba viajando con Sasuke. Había tomado la decisión de acompañarlo en su travesía de redención, sin importarle nada ni nadie. Cerró las puertas a cualquier intento de convencimiento. No escuchó las chácharas ni de Shikamaru ni de Iruka, quienes fueron los primeros en oponerse y lo instaron a que pensara muy bien este asunto. Naruto fue tajante dictaminando que sus sueños de se Hokage no eran más importantes ahora.
Para lograr este cometido con éxito y evitar conflictos con otros conocidos y amigos, acudió a Kakashi Hatake. Era el único al que le debía una explicación, pues era el actual Hokage, el rubio repitió la resolución personal a la que había llegado, la cual justificaba su ausencia indefinida de la aldea, prometiendo que cuando el Uchiha estuviera listo para regresar, él lo haría.
Sus palabras textuales fueron:
"Quiero convertirme en Hokage, construir una aldea digna para todos. Pero, siendo sincero, eso no es mi prioridad actual, sino que Sasuke esté libre de culpas, pues necesito que esté a mi lado en mi mandato. Además me servirá ver el mundo ninja que está afuera de Konoha"
Con ese simple alegato final se transmitieron la verdaderas intenciones y convicciones del Jinchuriki del Kyubi. Y afortunadamente esto generó el efecto deseado en el líder de Konoha, pues no envió a nadie a disuadirlo, con el objetivo de que prosiguiera con sus estudios Chunnin y Jounin.
De ese modo, fue su salida de la aldea, pacífica y civilizada, el ojiazul agradeció ese voto de confianza, y el respeto, por su elección a este nuevo estilo de vida, por parte de su sensei y los demás shinobi.
Naruto agradeció la estupenda experiencia en el vivir el día a día con Sasuke, cada anécdota que compartió con él era única e irrepetible. Por increíble que pareciera, sintió tanta plenitud y felicidad al ser el acompañante del Uchiha, que Konoha desapareció de su cabeza por varios días, olvidando enviar sus reportes sobre su bienestar.
Mas, no todo fue miel sobre hojuelas, al transformarse en caminante errante de la vida, adquirió nuevas responsabilidades y quehaceres, que no podría descuidar bajo ninguna circunstancias.
Cuando la posibilidad de hospedaje en un hostal era escaso, el ex vengador y el héroe de guerra se turnaban las distintas labores
tales como: la recolección de agua y leña que alimentará una fogata; la instalación de un albergue temporal así como la preparación de alimentos para muchos días.
Por ese motivo, desde la mañana, Naruto había estado inspeccionado cuidadosamente cada zona despejada, que se topaba por el camino, aunque ésta tuviera una extensión limitada. Avanzó entre matorrales y troncos caídos con facilidad, para su fortuna la vegetación no era muy espesa, así que no había necesidad de usar armas blancas para abrirse paso.
Su labor principal ahora era el explorar perfectamente el terreno a su alrededor, había aprendido con el tiempo que la ubicación y condición del suelo silvestre, eran aspectos muy importantes a la hora de querer montar un refugio provisional al aire libre, y más si era dentro de la inmensidad de una arboleda.
Pensó en que lo ideal era encontrar un claro extenso, pues así estarían más cómodos, por lo general el piso agreste era más parejo y sin muchos relieves, eso ayudaba a poder descansar la espalda adecuadamente. Sumado a que era más conveniente a la hora de hacer guardia nocturna, ya que se tenía un amplio radio de observación, reduciendo la probabilidad de un ataque sorpresa por parte de ladrones, pues así no tendría lugares donde esconderse, como árboles o arbustos.
En el instante en que el Uzumaki cruzó un enorme matorral, se dio cuenta que había regresado al sendero rural, empleado por todos los viajeros para no perderse en el bosque. Justo cuando iba a dar vuelta para seguir con su labor de búsqueda, Naruto se percató de un ruido, extraño y sospechoso, proveniente de un denso y grande arbusto próximo. Eso puso en alerta los sentidos del ninja blondo, no eran en vano los años de experiencia que cargaba a cuestas en sus hombros.
Extrayendo sus kunais y shurikens de su bolsa de armas trasera, adquirió una postura defensiva. En este período que estuvo de trotamundos con el último Uchiha le enseñaron a siempre estar preparado para el combate, sin importar el momento. Nunca olvidaría el golpe de realidad que le hizo poner los pies sobre la tierra, en este mundo ninja se tropezaron con personas hostiles, que no dudaron en atacarlos, con el fin de saldar deudas con Sasuke, pese a su estatus de indulto y a la presencia de Naruto Uzumaki, pues la gran mayoría de ninjas sabían que era un héroe de guerra. Cuando el rubio primero trató de dialogar, los enemigos optaron por la violencia en cuestión de segundos, lo que desencadenó una lucha inútil y heridas considerable en los perdedores que huían con el rabo entre las patas.
Los movimientos sospechosos no hicieron más que incrementarse, provocando qué la expresión facial del Uzumaki se endureciera, inclusive sus ojos azules, amables y sinceros, se afilaron como dos cuchillos, demostrando que iba a detener a quien fuera que se presentara.
Súbitamente, emergió un gatito negro diminuto, maullando con fuerza, caminando en dirección a donde el rubio se hallaba parado. El ninja se quedó tan perplejo únicamente pudo observar a la criatura, que avanzaba dando pasitos torpes sin dejar de soltar algunos chillidos.
Parpadeó repetidas veces, todavía sin poder creer la cruel broma que le había jugado el destino, cuando se le pasó la primera impresión, bajó completamente su guardia, relajándose completamente, suspirando a modo de queja pues se había preocupado por nada.
Sonrió con ternura al divisar al michi, que trataba de llamar su atención con sus maullidos, acercándose lentamente, conforme sus extremidades le permitían. Decidió acortar su camino, aproximándose al animalito en tres simples pasos.
Se agachó completamente para agarrar con una sola mano al gatito, estaba tan minúsculo y delgado que fue muy simple realizar dicha acción.
-Vaya susto que me pegaste, pequeña bola de pelos-reprendió Naruto, observando con mucho escrutinio a mínimo, a tal punto que cerró tanto los ojos azules que se transformaron en dos líneas horizontales, dándole la apariencia de un zorro.
Fue ahí que el Uzumaki reparó en un detalle muy importante, los profundos y enormes ojos del micifuz, eran como dos lunas llenas. Eso extrañamente le recordó a Sasuke, ambos tenían ese misterio y elegancia en la mirada, pero también detectó un atisbo de soledad, aunque esto último podría estar imaginándoselo.
Responsabilizó a los sentimientos de amor que le profesaba a ese Uchiha que le hacían ver sus rasgos en otros seres vivos.
Desde que lo conoció, cuando ambos eran unos simples pubertos, Sasuke hacia eco en su mente y corazón. Al principió intuyó que era rivalidad, propia de que era el obstáculo que debía derrotar para ganarse el amor de Sakura. Por ese motivo, empezó a entrenar, quería ser más fuerte que él y demostrar su poderío.
No obstante, lentamente ese argumento fue perdiendo validez, no pudo seguir engañándose, después de que Sasuke se fue de la aldea por primera vez. Lo que más aspiraba en este mundo, más que ser Hokage y cumplirle la promesa de Sakura, fue en poder ser sincero con sus sentimientos y volverse cercano al Uchiha. Él era la única persona de la cual quería obtener: aprobación, respeto, y sobre todo cariño.
Tal vez, había sido la fuerza del destino que conspiró en su favor, presentando distintas circunstancias en su adolescencia para que ese lazo, que tanto anhelaba el rubio, naciera y se fuera fortaleciendo. Gracias a innumerables experiencias y sucesos que acontecieron dentro del equipo 7, probando que Naruto y Sasuke estaban hechos el uno para el otro en muchos aspectos.
Por ejemplo en el ámbito ninja actuaban como un dúo dinámico y maravilloso, luciéndose en batalla, pese a que su interacción personal fuera complicada, eran conscientes que se complementaban. Lentamente, se fueron entendiendo en silencio, volviéndose mejores amigos.
No obstante, el Jinchuriki del Kyubi nunca creyó que en su vida se presentaría un punto de quiebre en su vida. Dicho golpe comenzó cuando Sasuke desertó de Konoha y se marchó con Orochimaru, ahí vinieron tiempos difíciles, en donde aprendió a la mala que el viejo refrán "Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo ve perdido". Vaya realidad cruel encerraba esas palabras.
Todavía cuando rememoraba aquellos momentos, en donde alguien hablaba mal del Uchiha o se aprovechaba de él, le entraba una rabia que le producía un malestar en el estómago, y le hacía hervir la sangre. Bien pudo agarrarse a los puños con todo el mundo, haciéndole difícil disimular su disgusto ante los demás. Inclusive, en el presente todavía Naruto sería violento con quien insistiera en ponerle las manos encima al Uchiha.
Durante años, se convenció de que llegaba tan lejos por Sasuke, simplemente porque eran amigos. Sin embargo, cambió de opinión rápidamente cuando tuvo que tomar elecciones difíciles, que muchos criticaron como irracionales.
Ese aspecto quedó tan claro como el agua, cuando Naruto determinó, sin ninguna duda, en hacer un pacto suicida, pelear a muerte de nuevo contra el heredero del Sharingan, y perder un brazo. Acciones descabelladas, pero que le ayudaron a aceptar aquellas emociones guardadas en su subconsciente, y que no supo interpretar correctamente, en su momento, como amor.
Al Uzumaki le costó, muchas reflexiones nocturnas y su brazo derecho, darse cuenta que pensar en Sasuke le generaba una agradable sensación en el pecho, pues al saber que iba a ver al Uchiha, aunque estuviera en la cárcel, empezaba a ensayar automáticamente su dulce sonrisa y los posibles temas de conversación de los que podrían hablar.
En estos últimos años, luego de que le dieron el indulto al portador del sharingan, su enamoramiento terminó de florecer al emprender este viaje juntos. Nutriéndose con actividades cotidianas como: compartir los alimentos y el lecho, aunque en cuanto cruzaron la línea de lo íntimo, con algunas demostraciones de erotismo de cuando en cuando, Naruto supo que ya no había vuelta atrás y que sus sentimientos eran correspondidos.
Así fue como terminó probando la dulzura de un romance, genuino y sincero, uno que ni en sus sueños imaginó tener. Disfrutó mucho de la compañía de Sasuke, conociéndole a profundidad, descubriendo las cosas que le gustaban y las cosas que le disgustaban, sus pasatiempos; sus comidas favoritas y finalmente sus sueños para el futuro. Fue mucho más fácil enterarse de las facetas del Uchiha, nunca antes desveladas, cuando ya no existía ese muro defensivo de por medio que lo mantuviera al margen.
Aprendió mucho sobre su actual pareja, y sí mismo, durante esta etapa, por algo existía ese viejo adagio que recitaba: "La prueba de fuego para una pareja es aprender a vivir juntos". Por estas experiencias valió completamente la pena haber salido de su tierra natal, pues fue buscando cobre y encontró oro.
Otro sonoro maullido rescató al ojiazul de sus íntimos pensamientos, trayéndole de nuevo a su presente.
-Espero, no haberte apretado fuerte, chiquitín-se disculpó contemplando con dulzura al michi, entonces una idea surgió en su cabeza.
En unos días se celebraría el cumpleaños de Sasuke, y no tenía idea de que regalarle, pues todo parecía indicar que permanecerían en el bosque hasta esa fecha tan especial para el Uzumaki. Como estaban en medio de la nada, a varios días de la civilización más cercana, las opciones de presentes agradables era reducida.
Si bien el rubio disfrutaba más estar al aire libre, pues era un completo deleite dormir bajo las estrellas al lado de su persona más amada. Empero, más allá de su nuevo gusto por vivir en contacto con la naturaleza, tenía razones personales para eludir completamente los pueblos por un tiempo. Pero, únicamente por el cumpleaños de Sasuke deseo por lo menos tener cerca una pequeña villa, ya que así podría acudir a algún mercado local para comprar un kilo de tomates, y entregarlo como presente.
De modo que, para el Uzumaki una cría felina, era una solución maravillosa a todos sus problemas, además representaba un obsequio excelente. Estaba al tanto que el Uchiha disponía de un gran amor por los animales, un atributo que Naruto descubrió hacía un tiempo, y que le pareció cautivador. Era un contraste completo, Sasuke se comportaba tan frío, y reservado con las personas, pero con la fauna era atento y cariñoso.
Fueron muchas las oportunidades en donde atestiguó aquel afecto y devoción que les profesaba, como por ejemplo con su halcón mensajero, el cual permitía que lo acariciaran delicadamente el plumaje o lo alimentaran con carne seca a modo premio, existía una confianza impresionante entre ave y entrenador. O hubo otras veces, cuando el heredero del Sharingan donaba parte de su almuerzo a los animales callejeros, como gatos o perros, que se le acercaban por algo de compasión.
-Serás perfecto 'ttebayo-celebró Naruto, no encontraba fallas en su lógica, el regalo le iba a gustar a su amado teme, ya era hora que tuviera una mascota adorable, que ambos pudieran criar.
Aún estaba el Jinchuriki del Kyubi elogiando la insuperable idea que se le ocurrió, cuando, de repente, se oyeron numerosos sonidos misteriosos, provenientes de varios arbustos de la zona, como si alguien o algo estuviera luchando por salir de entre las zarzas.
Naruto intentó ponerse en guardia otra vez, moviendo rápidamente su brazo izquierdo a su bolsillo trasero, tratando de sacar otra vez sus armas ninjas, sin dejar de sostener al minimo con su otro brazo. Sin embargo, los atacantes no le dieron ni un segundo de chance para prepararse adecuadamente.
En un instante, surgieron algunos gatitos, como unos tres o cuatro, que brotaban entre las hojas como si fueran petunias caricaturescas, orquestando una algarabía con sus maullidos. Se avecinaban vertiginosamente como un tornado sin control hasta el Uzumaki, ronroneando en cuanto se frotaban contra su pierna.
Pero, las sorpresas no paraban, empezaron a salir más gatitos, parecían peces voladores surfeando sobre la olas del mar. Pronto, el aspirante a Hokage tenía a 12 felinos, reclamando atención mediante chillidos agudos, incluyendo al que tenía sujetado en su mano,
-¡Por Dios! Son demasiados, espero que ya no sigan saliendo más—comentó, formando una especie de sonrisa nerviosa, le había parecido muy graciosa la escena, ahora que la preocupación y conmoción por un ataque repentino había pasado, ya podía respirar tranquilo.
-Así que eras la carnada de esta emboscada, lo tenías todo planeado, pequeño rufián-acusó Naruto, juzgando con dureza al bebé michi, quien no paraba de soltar sus "miau".
El jinchuriki dio unos cuantos pasos hacia atrás, con el propósito de liberarse, pues tres miembros de la camada estaban demandando ser objetos de su interés mediante pequeñas mordidas o rasguños en los dedos de los pies; mientras otros persistían sus grititos, moviéndose sin parar para alcanzar los tobillos del joven, con la intención de seguir impregnando su olor en aquel humano o escalar por su pierna, . Parecían una pequeña manada de tiburones, los cuales nadaban alrededor de una presa para atacarla a su manera.
-Y ahora ¿qué voy a hacer?-cuestionó confundido por el menudo lío dónde se había metido. Observó a cada uno de los michis que retomaban su acción de jugar con sus pies, moverse contra su pierna.
Entretanto, a unos cuantos kilómetros lejos de la ubicación de Naruto, se encontraba un rozagante joven, cuyos cabellos eran tan oscuros como la noche y su piel era tan resplandeciente como la luz de la luna. Irónicamente las ropas que portaba eran todo lo contrario a su atractiva presencia. Cualquier curioso que escrudiñara su apariencia, concluiría que se trataba de un trotamundos, que anteponía su viaje, usando su precaria economía para seguir viajando por el mundo, antes de comprar nueva vestimenta, pues en su opinión el antiguo ropaje todavía servía.
Su atuendo consistía en: Una camisa de cuello alto y manga larga de color negro, además en su antebrazo derecho se envuelve en unas vendas color azul marino. También llevaba consigo parte de un chaleco táctico similar a los utilizados en Kumogakure, el cual le cubría la parte baja de los pectorales así como su hombro derecho.
Hacía unos instantes atrás, había dejado, encima de una roca, un poncho color marrón claro con una capucha. Había adquirido esa prenda para cubrir la mayor parte de su cuerpo y de este modo ocultar su extremidad faltante. Poseía unos pantalones azul claro, viejos y desgastados por los bordes, además de varias vendas que envolvían sus tobillos, calzando las típicas sandalias shinobi.
Por último, traía puesta una banda azul marino, que le envolvía varias veces alrededor de su cabeza, recogiendo su sedoso melena obsidiana, empujando los múltiples mechones sobre su frente.
Podría ser diferente el peinado y su forma de vestir, sin embargo sus rasgos Uchiha eran inconfundibles, recalcando su identidad inequívoca. Aquel muchacho de reluciente tez blanca, era nada más ni nada menos que Sasuke Uchiha.
El joven había crecido notablemente en altura, y sus facciones faciales se habían vuelto más maduras, gracias al vigor propio de la juventud, le hacía lucir una fisonomía espléndida. En palabras de Naruto, Uchiha simplemente se puso extremadamente guapo, su atractivo aumentaba con cada año que cumplía, en conclusión estaba más bueno que nunca.
Durante toda la mañana, Sasuke se dedicó a recoger troncos de árboles caídos con esmero, trayéndolos hasta el campamento; para después seccionarlos en trozos utilizando su Kusanagi y finalmente apilar la madera resultante. A pesar de que su brazo izquierdo era una prótesis portátil, que hubiera sido creada a partir de las células de Hashirama traía consigo múltiples beneficios. Entre las principales ventajas estaban: la sensibilidad de la piel era absolutamente natural y un rango de movimiento completo de las articulaciones en la extremidad, así que no sentía mucha diferencia entre su brazo natural y el artificial al realizar actividades cotidianas como sujetar o cargar. Adicionalmente, estaba el hecho de que el Uchiha podría retirarse y colocarse la prótesis con facilidad, sin ningún tipo de dolor, sólo un leve sentimiento de incomodidad sin importancia.
Todas estas características extraordinarias, antes mencionadas, no estaban presentes en ninguna otro aparato ortopédico creado en el mundo ninja, ya que la mayoría de estos eran biomecánicos.
A pesar de la supremacía palpable de este maravilloso postizo, Sasuke a veces se ayudaba así mismo con el brazo de Susano, este método de apoyo lo había empleado antes, cuando rechazaba colocarse la prótesis puesto que calificaba la pérdida de su brazo izquierdo como un justo castigo por sus acciones pasadas. Dejar de prescindir de Susano se había vuelto un hábito difícil de dejar, aunque tuviera la oportunidad de tener ambos brazos funcionales.
Ahora que finalizó su ardua tarea con la madera, ya estaba cubierta una de necesidades cruciales en un campamento transitorio: contar contar con gran reserva de alimento para una fogata, sobre todo para contrarrestar el frío de la noche. Para alguien tan organizado y prudente como Sasuke, lo ideal era priorizar la construcción de una fuente de calor. Aunque fuera la hora del almuerzo, más valía tener todos los elementos listos para su posterior uso, una excelente medida de precaución nunca estaba de más.
Inclusive se tomó la molestia de levantar una tienda de campaña rústica, aunque la mayor parte del tiempo descansaban en improvisadas bolsas de dormir, bajo un cielo nocturno. Nunca rechazaría la oportunidad de resguardarse en un albergue temporal, y más conociendo la aprensión del Uzumaki por los pueblos.
Miró orgulloso su campamento íntegramente montado, colocando su mano derecha en la cadera, era la típica postura de un emprendedor, quien admira satisfecho un trabajo bien hecho. Consideró que tuvo un golpe de suerte al encontrar este espacio, despejado y seguro, donde reposar su cabeza con serenidad, a diferencia del dobe de su novio. Ya quería verle la cara, sin duda armaría un alboroto al darse cuenta que había fallado en su cometido, después de todo el rubio convertía todo en una competencia entre ellos.
Y hablando del rey de Roma, se percató que no había tenido noticias de Naruto desde hacía un buen tiempo, nunca se había tardado tanto en rastrear un lugar para instalar el refugio. Esperaba que no se hubiera perdido otra vez, sino sería un dolor de cabeza buscarlo durante toda la tarde.
Mientras esperaba a que su amado cabeza hueca diera señales de vida, se detuvo a disfrutar de este tiempo a solas consigo mismo y reflexionar un poco. Después de dos años viajando juntos, muchos acontecimientos habían sucedido en su vida, agradeciendo desde el fondo de su corazón haberlos compartido con Uzumaki. Lo amaba, había llegado a hacerlo, aunque no lo expresara en voz alta y a menudo. Hacía mucho que llegó a la conclusión de que Naruto Uzumaki era un idiota, pero con un gran corazón, tan cálido, que lo ahogaba placenteramente con su desbordantes e intensos sentimientos.
Si ponía su vida en retrospectiva, desde la pubertad, ya tenía un corazón delator, que le susurró en diversas oportunidades que el enlace que lo unía con Naruto no pertenecía al sentido amistoso. Con cada nueva misión que le fue asignada al equipo 7, este vínculo se fue volviendo cada vez más sólido.
En aquellos ayeres, fue consciente que el ninja número uno en sorprender a la gente se estaba ganando un lugar dentro de su atormentado corazón, hasta el punto de empezar a considerarlo como un mejor amigo. No obstante, su atención estaba centrada en la venganza y progresar como ninja, por ello no supo identificar que la emoción que vivía estaba más allá de esa etiqueta que le había asignado.
Fue durante su juventud que la niebla en su juicio se fue despejando, desde su primer reencuentro en la guarida de Orochimaru, donde le sugirió al Uzumaki que se concentrara en sus sueños de ser Hokage en lugar de perseguirlo, topándose con la perseverancia ferviente de que no lo dejaría irse. Con cada nuevo encuentro, Naruto reafirma va su postura de no dejarse hundirse en la miseria que traía la soledad, el odio y la muerte. Eso hizo más difícil desterrar su presencia de su mente y alma.
Eso sí, ese torbellino vertiginoso en que Naruto y Sasuke estaban atrapados tuvo su punto cúspide en cuanto se batieron en duelo en el valle del fin por primera vez. Ahí fue cuando ambos consiguieron sacar a la luz sus verdaderos sentimientos, mientras pendían de un hilo sus vidas.
Esa noche no sólo Uchiha perdió la batalla contra el Uzumaki, sino también dejó de resistirse a lo obvio y comprendido muchos aspectos que había arrojado a lo más profundo de su corazón.
Como por ejemplo: nunca fue normal tener esos latidos acelerados cuando pensaba en su mejor amigo, o que se le contrajera dolorosamente el pecho, cada vez que Naruto insistía en que cargaría con su odio y morirían juntos.
A todo lo anterior, y con esta travesía que habían emprendido, se sumó un anhelo inapropiado por el aspirante a Hokage, que rayaba entre lo atrevido y lo pervertido. Dicho deseo logró alcanzar su máximo pico de tensión sexual en una noche de verano, tal como los poemas románticos pregonaban como momento ideal. Como si ambos hubieran leído la mente del otro, se lanzaron ferozmente, como dos niños hambrientos de amor, al aire libre consumaron su pasión desenfrenada, no fue en un lecho suave ni con sabanas blancas, sino en un suelo polvoriento. Mientras el sol estaba poniéndose en el oeste y la Luna apareciendo en el este.
Naruto fue quien sostuvo a Sasuke en sus brazos durante esa mágica y placentera noche, susurrándole muchas veces que ahora le pertenecía y que no se le ocurriera abandonarlo otra vez. Ahí fue que por primera vez, dentro del Uchiha nació una nueva oscuridad en su corazón, se regocijaba cuando Naruto lo ponía porque encima de todo, incluso de metas personales, eso significaba que, de cierta forma, el rubio era completamente suyo también. No estaba bien pensar así, lo sabía, por eso luchaba por moderar esos deseos egoístas y posesividad lo más posible. Tenía el suficiente sentido común para concluir que sí lo amaba de verdad, tendría que luchar más fuerte para convencerlo de volviera a la aldea, y tomará su preparación para convertirse en el mejor Hokage de toda la historia, como siempre soñó.
Sin embargo, el Jinchuriki del Kyubi no cooperaba en su autocontrol, era demasiado obstinado para separarse de él, parecía un recién casado que se negaba a abandonar el lecho, cuando estaba en medio de su luna de miel.
Sin duda sus patrones de conducta no concordaban con las de una relación de amantes normal, obedecía más a un amor apasionado y loco, que sólo un par de egolatras idiotas con el mismo nivel de obsesión, podrían corresponder.
Si de algo estaba seguro el Uchiha, era que el Uzumaki lo amaba con la misma intensidad. La prueba era que habían entregado todo de sí, sus propios cuerpos, sueños, dolor, almas y su vida entera.
Instintivamente el portador del Sharingan rozó sus labios, deslizando las yemas de sus dedos sobre esa suave superficie. Lo ocurrido fue un acto reflejo, reminiscencia encantadora de un dulce recuerdo, después de todo habían transcurrido pocas horas desde su último encuentro íntimo. Todavía había rastros de cenizas encendidas, provenientes de la ardiente hoguera
que compartieron esa mañana.
Únicamente bastó con ese roce en los labios, para que una sarta de emociones se dispararan en Sasuke, asemejándose a pequeñas chispas. Cerró los ojos lentamente, como si así reviviera otra vez esos húmedos y hambrientos besos que se convidaron; esas copiosas y suaves caricias que Naruto le propinaba como si fuera la última vez que pudiera tocarlo, incluso Sasuke se equiparo a la astucia y sensualidad descarada de su compañero, al pellizcarlo en sus zonas sensibles; esa acumulación de eventos alcanzaron su punto maximo en un deleitoso vaivén, que más tarde desencadenó un satisfactorio clímax.
Y, en medio de la culminación de esta tierna y exquisita faena, aún conectados físicamente, el rubio, como de costumbre, se acurrucó en el pecho del portador del sharingan, soltándole un "Te amo".
Repentinamente, en el presente las mejillas de Sasuke adquirieron un lindo sonrojo color carmín, presenciar como el calor subía hasta esa área de su cara lo sacó de su letargo romántico. Rememorar con lujo de detalles cada escena de esa ardiente mañana fue un error.
-¡Ese idiota!-bramó enojado, al recobrar su cordura de luna rancia, odiaba actuar como un tonto enamorado, todo por culpa de ese Usuratonkachi.
Él no era así, nunca fue de tener las emociones a flor de piel ni mucho menos ser tan expresivo con nadie. Siempre se caracterizó por su personalidad reservada, seria y hasta fría. No obstante, como en este viaje estuvo acompañado de Naruto, lentamente, y sin que se diera cuenta Sasuke, fue influenciado por el carisma y afecto de éste.
Por ende, no era raro que experimentara este tipo de episodios, donde su rostro y orejas se enrojecían, al mismo tiempo que se ponían calientes, debido a la vergüenza que le generaba pensar en las demostraciones de cariños, físicos y verbales, que le profesaba el rubio. Y para su desgracia, las disfrutaba y anhelaba mucho, esperando la próxima vez.
-¡Sasuke!
En cuanto llegó ese lejano saludo, la luna rancia dio un leve sobresalto, incluso le puso la piel de gallina. Y para colmo un tierno sonrojo se apoderó de sus mejillas, llenándole de calor la piel de esa zona. Reconocer inmediatamente esa voz juvenil y cantaría le trajó como consecuencia caer en ese estado vulnerable que tanto le molestaba. Odiaba que fuera tan sensible a la voz de ese cabeza hueca.
¡Maldita sea! ¡No podía ser más inoportuno ese dobe! ¡Y ahora como demonios iba a disimular si vergonzoso estado?!
