Capítulo I:
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RECUERDOS DE CRISTAL
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Era un hermoso prado, había múltiples árboles de cerezos, sus bonitos pétalos rosados caían con gracia sobre el verde pasto provocando un llamativo colchón color pastel.
―Sakura, espérame― Gritaba entre risas una pequeña niña de no más de siete años.
Su largo y ondulado cabello se mecía con la suave brisa veraniega, su llamativo color rosado pastel combinaba perfecto con sus hermosos ojos verdes, de un color tan extraño, entre verdes y grises, llevaba unas hermosas ballerinas blancas en sus pequeños pies, unas medias blancas con una delicada puntilla y un hermoso vestido rosado de mangas cortas y abullonadas, una cinta ancha debajo de su aún no desarrollado busto que se ajustaba a su espalda y el resto del vestido caía suelto sobre su frágil y delicado cuerpo, llegando hasta por debajo de sus rodillas.
―¡Vamos, Kaya, apresúrate!― Grito una bonita pelirrosa de su misma edad.
A diferencia de su hermana, ella llevaba unos converse color blanco con flores rojas y rosadas, un holgado y bonito jean azul claro y una camisa rosada manga corta, con una cinta ajustándose a su cintura. Su corto y laceo cabello rosaba sus hombros, al igual que la otra niña poseía una piel muy blanca y delicada y unos hermosos ojos verdes, ese verde extraño que no sabías que existía hasta que lo veías en sus ojos.
Siguieron corriendo hasta llegar a un enorme árbol y acostarse boca a arriba, recuperando su respiración y riendo por el hermoso día del cual disfrutaban.
―Te voy a extrañar― Susurro Kaya, mientras sus verdosos ojos se llenaban de lágrimas.
―Yo también pero no llores, te llamare todos los días y nos veremos en navidad y en vacaciones― Dijo rápido Sakura evitando que Kaya derramara alguna lágrima.
Porque así eran ellas, complementos de una sola. Kaya era sensible, emotiva, enamoradiza, tímida y demasiado dependiente de su hermana y Sakura por el contrario era fuerte, valiente y era ella la que sacaba fuerzas de donde no tenía, para evitar el llanto de Kaya.
Sus padres acababan de divorciarse, su madre se iría a vivir a una nueva casa y con ella se llevaría a Sakura. Habían decidido mandarlas a distintos institutos, alegando que ya era hora de que fueran más independientes la una de la otra y si bien al principio Sakura hizo su acostumbrado berrinche, porque Kaya era lo que más quería, sus padres nunca le hacían mucho caso y ellas siempre estaban juntas, al final no pudo hacer nada, después de todo, aún eran niñas y terminaron aceptado que Sakura se fuera a vivir con su madre y Kaya se quedara con su padre.
―Yo siempre estaré contigo― Dijo Sakura muy seria mientras tomaba la mano de Kaya con la suya y sonreía.
Porque eran una, un alma dividida en dos cuerpos. De sus cuellos se podía observar una cadenita de plata, de la cual colgaba una hermosa medalla redonda que tenía grabado un ángel abrazando un niño.
―Te amo, Sakura―
―Yo también te amo, Kaya―
Y así se resignaron a ir a distintos internados porque sus padres estaban demasiado ocupados para atenderlas.
Ya con el pasar de los años Sakura hizo nuevas amigas y comenzó a acostumbrarse cada vez más a vivir así, alejada de su hermana gemela.
Kaya por su parte, tenía muy pocos amigos, la mayoría la dejaban de lado, era demasiado tímida y callada y se la pasaba estudiando, era muy inteligente y se sentía orgullosa porque era una de las mejores de su clase.
En esos meses Kaya se enamoro de un pequeño niño, tenían la misma edad pero estaba en una clase distinta a la de ella y siempre lo observaba en los recesos y en las horas libres. Había averiguado todo de él, su edad, su cumpleaños, su nombre, Sasuke Uchiha, sus gustos, sus notas y se sorprendió al saber que era el mejor de su clase. Cada tarde lo veía sentarse debajo de un inmenso árbol y leer, todos los días un libro distinto, su ceño se fruncía cada vez que leía, como queriendo entender mejor, a ella se le hacía bonito e inteligente y su cara ardía cada vez que él por una milésima de segundo la observaba pero luego volteaba la mirada y seguía con lo suyo como si ella no existiera y cada noche pasaba horas contándole a Sakura acerca de su primer amor y Sakura le aconsejaba que se acercara y hablara con él e intentara algo, ser su amiga pero Kaya sabía que eso era imposible, porque Kaya no era como ella y estaba segura que si Sasuke conociera a Sakura se enamoraría de ella, porque era segura, confiada, divertida y graciosa.
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―Solo dile que te gusta― Había dicho Sakura la última vez que hablaron por teléfono.
Porque ya estaba harta de escuchar el nombre de Sasuke Uchiha miles de veces, aunque sabía que si Sasuke le daba cabida a su hermanita, su nombre se repetiría aún más veces pero al menos sería con felicidad.
Kaya estaba segura, Sakura la había aconsejado y es más hasta la ayudo a escribir la carta que le entregaría a Sasuke, estaba tan nerviosa, camino despacio hasta situarse frente a él, llevaba un sobre rosado entre sus manos y uno de sus clásicos vestiditos que la hacían ver como una hermosa muñequita.
Se paro frente a él ignorando las miradas y los murmullos ajenos porque Sasuke Uchiha tenía muchas chicas enamoradas de él. Levanto la vista del suelo y se encontró con esos fríos y distantes ojos negros, se sonrojo y sus manos comenzaron a temblar.
Sasuke por su parte se encontraba leyendo un libro bajo uno de los árboles del patio escolar, levanto la vista cuando una sombra tapo el sol frente a él y se levanto despacio al ver a una extraña pelirrosa frente a él con un sobre rosa entre sus manos.
¡Oh no! Otra más.
―Sasuke― Susurró con las voz bajita y clavando su mirada en el suelo.
Él solo la miro pero su mirada era fría y penetrante, intimidante y hasta llegaba a causarle miedo. Pero Kaya había juntado demasiado valor en todos esos años que llevaba enamorada en secreto de él.
―Esto es para ti― Acabo entregándole el sobre.
Sasuke la observo con una ceja alzada y tomo el sobre entre sus manos, lo abrió y saco una delicada y perfuma hoja del mismo color, en ella una bonita y prolija letra.
―Hmp― Comento en cuanto acabo de leer ―Ni siquiera te conozco― Comento con un tono venenoso mientras sus ojos recorrían el frágil y a su parecer, débil, cuerpo de la niña.
Empezando por el hecho de que poseía un extraño cabello rosado, demasiado ridículo para su gusto y vestía como una muñeca de aparador. Se veía simple y tonta, nada de su agrado.
Jamás la había visto y si lo había hecho, jamás reparo en ella, aparte de que tan solo tenía diez años y no estaba interesado en ninguna niña y muchos menos esa clase de niñas que se veía sensible, llorona y débil.
―No me interesas― Termino devolviéndole la carta y pasando por su lado sin siquiera mirarla.
Y Kaya lo supo, había cometido el peor error de su vida, las burlas no tardaron en llegar y Kaya salió corriendo hacia su dormitorio. Estaba a punto de llegar cuando choco contra una pelirroja y cayó al piso sentada.
―Fíjate por donde caminas, bicho― Pronuncio con malicia y Kaya solo bajo la mirada ―Ah, pero si es Kaya Haruno, la novia de Sasuke Uchiha― Comento con burla y sus amigas comenzaron a reír ―Eres patética ¿Realmente creías que Sasuke se iba a enamorar de ti?―
Y Kaya solo pudo llorar y correr a encerrarse en su habitación.
―Eso, huye como la cobarde que eres― Pronuncio con burla la pelirroja mientras sus amigas coreaban las venenosas carcajadas.
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―¿Qué hizo qué?― Gritó Sakura desde el otro lado del teléfono.
Kaya solo lloro más amargamente.
―Kaya no llores, ese niño no vale la pena, ya te diste cuenta― Comento intentado hacerla sentir mejor.
Y deseaba tanto ir con ella y abrazarla y Sakura comenzó a llorar porque el dolor de Kaya era el propio y había sido ella la que le dijo que se le declarara a ese idiota.
Los meses siguientes fueron una verdadera tortura, las chicas la humillaban y los chicos se burlaban de ella, se la pasaba encerrada la mayor parte del día en su habitación y se escondía en los baños durante los recesos.
Ese era uno de esos días, Karin, la pelirroja, la había humillado frente a toda la cafetería, la insulto, se burlo de ella y le tiro la comida encima y Sasuke no hizo nada, solo se le quedo viendo con una sonrisa burlona y ahora se encontraba como una tonta, escondida en el baño, llorando por alguien que ni siquiera sabía quién era.
―¿Estás bien?― Comento un pequeño rubio sentándose a su lado ―Ten― Le dijo tendiéndole un pañuelo.
Kaya lo tomo entre sus manos y sonrió agradecida, parecía ser un buen chico.
―No les hagas caso. Sasuke siempre es así― Ella frunció el ceño ―Digo, es orgulloso y puede llegar a ser algo desagradable pero no es malo― Intento justificarlo y ella solo bajo la cabeza volviendo a llorar ―Pero no llores― Se apresuro a decir el rubio ―Yo soy Naruto, Naruto Uzumaki― Comento con una enorme sonrisa.
Se veía amigable y buena persona y Kaya sonrió por primera vez en todos esos meses, de lo único que se lamentaba era de conocerlo justo ahora que solo faltaban dos meses para acabar las clases.
―Kaya Haruno― Dijo ella con una hermosa sonrisa que hizo ruborizar al rubio.
Los dos meses restantes fueron más llevaderos, Naruto hacía lo que Sasuke nunca se digno a hacer, defenderla y si bien seguía llorando y sufriendo bromas pesadas, por lo menos ahora tenía un amigo que la defendiera.
Sakura por su parte era bastante sociable, no era el centro de atención pero si era bastante llamativa y problemática y por supuesto su madre tuvo que ir varias veces al internado a hablar con la directora, pero eso poco le importaba a Sakura, ella odiaba a sus padres, empezando por el hecho de que la alejaban de la persona que más amaba y siguiendo porque una vez los escucho discutir y la madre de Sakura le echaba la culpa a ella y a su hermana, porque si no se hubiera embarazado ella seguiría con su carrera de modelo y no estaría atada a una casa y su padre gritaba alegando que él jamás quiso hijos, al menos no con ella .
Pero dejando de lado eso, Sakura tenía muchos amigos pero una en especial, una rubia de ojos verdes llamada Temari, si bien le llevaba dos años, eran mejores amigas, Temari era fuerte, valiente y agresiva, al principio se cayeron mal, pelearon y las castigaron y en el salón de detención se hicieron amigas.
Las clases ya habían acabado y Sakura estaba deseosa por ver a Kaya, se bajo presurosa del tren que la traía desde el instituto, levanto su maleta y busco ansiosa en el andén a su padre, pero en su lugar hayo al chofer, su padre no había tenido tiempo de venir por ella.
A pesar de tener tan solo once años, Sakura era una niña sumamente independiente y responsable, tanto como para viajar sola.
Kaya por su parte había salido hacia dos semanas del internado, Sakura tuvo que quedarse por problemitas sin importancia.
―¡Kaya!― Grito Sakura entrando a su casa y tiro la maleta a un lado ―¡Kaya!― Volvió a gritar mientras subía las escaleras al dormitorio ―Kaya― Canturreaba mientras se acercaba a su habitación, seguro que Kaya quería hacerle una broma ―¡Kaya!― Gritó mientras abría la puerta de golpe y reía.
Pero su sonrisa se rompió al ver enfrente suyo a su hermana, sus bonitas ballerinas azules se balanceaban de lado a lado, llevaba unas delicadas medias blancas de puntilla y un hermoso vestido celeste que la dejaba como una muñequita, su largo cabello caía como en cortina sobre su rostro y sus ojos vacíos y sin brillo miraban el suelo fijamente.
―¿Kaya?― Susurró Sakura con la voz entre cortada mientras se acercaba al cuerpo inerte de su hermana.
Acaricio su fría mano y vio la cuerda que apretaba y marcaba su delicado cuello. Sakura cayó de rodillas mientras sentía las pequeñas convulsiones y los sollozos.
―¡Kaya!― Grito mientras golpeaba el suelo y lastimaba sus pequeñas manos.
Allí frente a ella se encontraba su hermosa hermana gemela, ahorcada.
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