Capítulo II:
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RECUERDOS DE CRISTAL
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Hacía mucho frío ese día, lo cual era muy extraño ya que estaban en pleno verano.
Se encontraba sentada en aquel verde pasto, sintiendo la humedad atravesar la tela de sus pantalones, Sakura podía pasar horas sin hablar con nadie solo recordando el ruido de las sirenas, el olor a alcohol, el sabor de la sangre en su boca. Se veía triste, cansada, enferma. Tenía la piel muy pálida, los ojos rojos, el cabello largo y opaco y los labios mordidos.
―Se acabo el horario de recreación, todos los pacientes a su dormitorio. La revisión será en diez minutos― Hablo fuerte la voz por el alto parlante.
Ella solo se sacudió el pasto seco que había quedado en sus pantalones deportivos para dirigirse al interior del edificio. Llevaba un holgado remeron color negro y un abrigo de lana color blanco por encima. En sus pies unas medias rosas y unas ligeras pantuflas del mismo tono.
No se le permitía usar zapatos.
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Despertó a mitad de la madrugada, sentía demasiado frío y no ayudaba el hecho de llevar un holgado remeron de mangas cortas. Camino en silencio por el oscuro corredor y sintió un escalofrío recorrer desde sus pies desnudos hasta su nuca al ver la oscuridad. Eso era lo que más le aterraba, la oscuridad pero había algo que la llamaba a seguir avanzando.
Sakura.
Apoyo las manos en la pared blanca evitando caer, sus pies poco le respondían a causa de las pastillas para dormir que le suministraban. Siguió caminando en la oscuridad del pasillo y en ese momento se le hizo más largo que de costumbre.
―¿Qué haces cuando te abandonan? ―
Reconoció la voz al instante, pero en lugar de sentirse segura, solo tembló de miedo, hacía años que tenía esas pesadillas pero últimamente se habían intensificado.
―¿Qué haces cuando la persona que más amas se convierte en tu verdugo?―
Y la vio, parada frente a ella a tan solo unos metros. Se acerco a paso lento y Sakura tembló con cada paso que la pequeña daba, pero aún así continuo parada en el mismo lugar, cerca de la pared para no caerse pero firme y erguida.
―Kaya― Susurro.
La pequeña niña apenas si llegaba a su hombro. Esa no era Kaya y Sakura lo sabía bien, sus ojos parecía más rojos que verdes, su piel más tostada, su vestido rojo se veía desgarrado y sucio y una sonrisa torcida carente de toda inocencia que Kaya siempre tuvo.
―¿Qué haces? Sakura―
Ella no le contesto solo tembló y aparto las manos de la pared quedando frente a frente con la pequeña niña.
―¡Venganza!―
Y sintió las uñas de su pequeña hermana clavarse en sus ante brazos.
Despertó agitada y gritando, como ya era costumbre, los sonidos desaparecieron mientras veía entrar a tres sujetos vestidos de uniformes blancos a su habitación. La tomaron en brazos y hablaron entre ellos. Observo sus brazos y vio el arañazo que Kaya le había hecho, abarcaba como diez centímetros y emanaba mucha sangre.
― ¡No me toquen!― Grito, ellos no la escucharon ―No me toquen―
Los sonidos volvieron. Sintió la aguja clavarse en su brazo mientras un suave líquido pasaba por sus venas, entonces recordó donde estaba.
En un hospital psiquiátrico.
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―Sakura―Volvió a llamarla.
Era inútil, su hija hacía seis años que no le hablaba y dudaba mucho que lo hiciera ahora que el médico había dicho que las pesadillas iban en aumento, hasta se lastimaba ella misma mientras dormía. Le preocupaba mucho su hija, siempre se había preocupado, quizás no fue la mejor madre del mundo pero ella y su ex esposo, les habían dado todo a las gemelas.
Todo excepto amor.
―Hikari―
Ella solo la miro sorprendida, no porque la hubiera llamado por su nombre, sino por el hecho de que le había hablado. A Hikari Inomura, era a la única persona a quien Sakura Haruno dejo de hablarle luego del suicidio de su pequeña hermana.
―Quiero salir de aquí―Menciono con voz seria y fría mirándola a los ojos ―Estoy lista―
Y por primera vez Hikari se sintió aliviada, porque esa era su Sakura, seria y responsable, siempre la había tratado con distancia y frialdad, ella conocía perfectamente a sus hijas y sin lugar a dudas, no esperaba otra reacción de Sakura.
―No creo que sea buena idea, recuerda lo que paso la última vez que saliste―Le recordó Hikari y clavo sus ojos en los vendajes de su brazo. Iban desde la muñeca hasta el codo.
Se encontraban en el patio del hospital sentadas en una de las mesas de mármol. El sonido de las sirenas, el aroma a alcohol y medicamentos, las voces de los médicos, volvieron a los recuerdos de Sakura logrando marearla unos segundos pero sacudió su cabeza y miro de forma fría y déspota a su madre.
―Sácame de aquí― Silabeo ―Has que me den el alta― Más que petición sonó a una orden
Sus ojos se veían distintos y no poseía ningún rasgo de cariño o ternura hacía su madre.
―Veré que puedo hacer― Murmuro su madre con voz cansada.
Sakura sabía que ya iba siendo momento de salir de ese lugar, más ahora que sus pesadillas habían aumentado y que Kaya solo le pedía una cosa.
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― ¿Irte? No creo que sea buena idea ahora― Susurro el médico sentado en su escritorio.
Sakura suspiro y se sentó en el largo sillón de cuero color negro, observo a su psiquiatra, un hombre muy apuesto de unos treinta años, pelo grisáceo y ojos oscuros.
―Hatake, usted mismo lo ha dicho. Estoy bien― Dijo con voz calmada, así era como debía comportarse.
Pero Kakashi sabía que mentía, llevaba seis años siendo su psiquiatra y veía a Sakura todos los días, cuando sufría sus ataques, su angustia, su depresión y no le creía su estado tan calmado de un día para otro.
―Alguien que salta de un tercer piso no está bien―Aseguro él con voz calmada, intentando así desesperarla para sacarle toda la verdad pero para su sorpresa Sakura ni se inmuto.
―Eso fue hace seis años―Aseguro ella viéndolo a los ojos.
― ¿Y las pesadillas?―
―Se deben a la gran cantidad de drogas que me suministran― Volvió asegurar ella.
―Es extraño―Murmuro él reclinando su sillón hacia atrás y clavando sus ojos en ella ―Justo pides el alta cuando tu madre hace lo mismo―
―Las grandes mentes piensan igual― Se burlo mientras se levantaba del diván ―Usted sabe que me encuentro bien― Aseguro abriendo la puerta del consultorio ―Adiós, Hatake― Se despidió.
Él solo rodó los ojos y sonrió mientras observaba la puerta cerrada, Sakura Haruno era un caso realmente especial.
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―Espero estar haciendo lo correcto― Murmuro mas para si que para ella.
―Lo hace, Hatake― Aseguro seria.
Él solo la observo, la prefería así, seria, que con una sonrisa hipócrita. La miro detenidamente, llevaba un remeron holgado color rojo, unas leggins color negro por arriba de las rodillas y unos zapatos deportivos color blanco. Su cabello iba suelto y laceo hasta media espalda y no llevaba ni una pizca de maquillaje, pero aún así podía notar sus hermosos rasgos femeninos, sin duda era una adolescente muy hermosa. Sólo esos vendajes en los brazos arruinaban su apariencia.
―Sakura― Los gritos de aquel pequeño llamaron su atención.
―Tenshi―Dijo Sakura agachándose a la altura del pequeño para poder abrazarlo.
Y Kakashi supo que había hecho lo correcto, porque ese pequeño de no más de seis años era la cura para Sakura Haruno. Tenshi Inomura, el hermanito menor de la gemelas con su cabellera castaña y esos enormes ojos verdes harían que Sakura volviera a la normalidad.
Tenshi había sido la salvación de Sakura y sin lugar a dudas, Kakashi lo sabía. Cuando Hikari le anuncio su embarazo Kaya aún vivía y Sakura estaba feliz al tener un nuevo hermano, luego del suicidio de Kaya y la perturbación mental de Sakura, a Hikari se le prohibió visitar a Sakura estando embarazada, ya que podría alterar la psiquis de su pequeña hija pero aún así, a Sakura siempre le llegaban fotos de su hermano y cada vez que salía por sus altas temporales, Tenshi era la razón de vivir de Sakura y eso Kakashi lo sabía.
Su mayor miedo era que conocía demasiado bien a Sakura, por algo había sido su psiquiatra durante seis años y a simple vista Sakura era una niña común y corriente, muy manipuladora, eso no había duda, siempre lograba lo que quería pero su problema radicaba más allá, en su subconsciente y sabía perfecto que la raíz de todo problema había sido el suicidio de su hermana gemela y para comprender la psiquis de Sakura primero debía comprender que llevo a una niña de once años a tomar la decisión de acabar con su vida y eso solo podría descubrirlo Sakura.
El mayor miedo de Kakashi era que Sakura se lastimará a sí misma, como ya lo había hecho antes pero incluso, ella podía ser muy peligrosa para otros.
―Hatake―Despertó ante la voz seria y fría de su paciente favorita y le sonrío de lado ―Es hora de irme―
―Lo sé. Recuerda lo que te dije― Murmuro preocupado.
―Sí―Lo interrumpió rodando los ojos ―No drogas, no alcohol, no novios, no abusar de los calmantes, no sexo― Enumero con sus dedos divertida.
―Bueno, lo último no lo dije, pero ya que lo mencionas― Respondió a su broma con una sonrisa― Te quiero ver dos veces al mes― Dijo más serio.
―No faltaré a nuestra cita― Aseguro coqueta guiñando un ojo.
―Y espero no verte antes―Comento él, ella solo asintió seria.
No volvería a ese lugar.
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Ingreso a su vieja habitación, esa en la que dormía cuando le daban el alta temporal, suspiro mientras dejaba sus maletas sobre la cama y cerró los ojos un minuto.
En casa.
Se acerco al espejo de cuerpo entero y se observo detenidamente, su cabello se veía seco y sin vida, de un rosado pastel como desteñido, sus ojos opacos, sus labios mordidos y lastimados, su piel blanca enferma y sin una gota de maquillaje, esa no era ella.
Tomó su móvil y espero unos segundos a que le contestaran.
―Hola―
―Temari― La saludó.
―¿Sakura?―Murmuro sorprendida del otro lado de la línea telefónica ―¿Cuándo saliste? Por dios― Chillo emocionada ―Hace años que no sé nada de ti. Bueno desde aquello―Susurro lo último preocupada.
―¿Nos podemos ver?― Le preguntó con una sonrisa.
― Claro―
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―Sakura― La llamo mientras ingresaba a su habitación.
Se veía bastante extraña, no había hablado en todo el día y tenía miedo que volviera a pasar lo de hace dos años.
―¿Qué haces?― Murmuro observándola maquillarse en su tocador.
Llevaba unas botas bucaneras color negro y un ajustado y corto vestido del mismo tono. El pelo laceo y demasiado maquillaje.
―Salgo― Contesto seca sin mirarla.
―¿A dónde? Sabes que no puedes salir― Comentó preocupada.
―Con Temari, tranquila― Contesto sin dejar de verse al espejo donde se aplicaba un poco de rubor, quizás así dejaría de verse como una juerga viviente.
―¿Tranquila?―Repitió su madre conteniendo su temperamento ―Te recuerdo la última vez― Dijo ya más enojada.
―Solo bebimos― Le resto importancia intentando dejar atrás ese suceso.
―Te tomaste un coctel de whisky y pastillas, tuve llevarte al hospital a las cinco de la madrugada― Comentó subiendo el tono de voz.
¿Por qué estás enojada?― Contesto volteando para poder ver a su madre de frente, su voz seguía en el mismo tono ― ¿Por qué te corte el sueño o por qué me bebí todo el whisky?―Contesto prepotente tomando su pequeño bolso negro de encima de la cama.
Hikari la observo enojada cuando paso a su lado.
―No me esperes―
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― ¡Sakura!―Gritó Temari abriendo la puerta.
―Temari―Dijo Sakura en voz más baja mientras abrazaba a su amiga.
La había extrañado tanto. Hacía dos años que no la veía, desde la noche de la sobredosis que no sólo no le daban salidas transitorias del psiquiátrico sino que se le había prohibido casi todas las visitas. Entre ellas la de sus amigos.
―Hola― Saludo ingresando a aquel pequeño departamento.
Dentro ya se encontraban todos sus amigos bebiendo cerveza y jugando video juegos. La música estaba tan alta que en cualquier momento algún vecino tocaría la puerta para quedarse.
―Te extrañe― Murmuro un pelirrojo contra su oído y paso su mano por la cintura acercándola a él.
―Y yo a ti, Sasori―
Sasori No Akatsuna, era el primo mayor de Temari. A Sakura le llevaría unos cinco años, estudiaba arte en la Universidad con la mayoría de sus amigos en realidad Sakura era la menor del grupo.
―Bien― Murmuro Deidara pasando uno de sus brazos por los hombros de Sakura y el otro por los de Sasori separando a la pareja ―Escondan el whisky―Bromeo.
Sakura lo empujo fingiendo enfado.
―Que gracioso, Deidara―
Por lo visto nadie la dejaría olvidar su segundo intento de suicido a los quince años.
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―Hikari― Dijo mientras entraba al dormitorio de su madre.
Había llegado hacía unos cuarenta minutos de la casa de sus amigos, completamente sobria para no alterar a su madre. Ya había logrado salir del manicomio, no podía regresar.
―Dime hija―Murmuro y golpeo despacito el colchón para que su hija se sentara junto a ella.
―Estuve pensando―Dijo Sakura clavando su verdosa mirada en el suelo y se acercó unos pasos a la cama ―Quiero realizar mi último año en un instituto, ya no quiero profesores particulares como tenía en el loquero― Dijo sentándose a su lado.
―¿Quieres volver a tu instituto?―Pregunto dudosa, ignorando el termino que uso su hija para referirse al hospital psiquiátrico.
Sakura solo negó con la cabeza.
―Quiero asistir al instituto de Kaya―
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