Capítulo IV:


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RECUERDOS DE CRISTAL

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Era un día hermoso, el sol brillaba a todo su esplendor y ninguna nube ocupaba su vista. Los rayos tibios del sol dieron directo en su pálido rostro cuando abrió la ventana de par en par, tembló cuando fijo la vista en el suelo y subió al marco de la ventana despacio, primero un pie y luego el otro mientras se sujetaba con sus pequeñas manos del marco de la ventana. Los sonidos se negaban a entrar en sus oídos, sus ojos carecían de toda vida y la imagen de su hermana colgada estaba marcada a fuego en su mente.

¿Dónde se encontraba su padre? Trabajando. Como siempre.

¿Y su madre? Revolcándose con su nuevo novio.

Nadie pudo ocuparse de su pequeña hermana, nadie la contuvo, nadie la cuido, nadie la protegió.

Volvió a temblar cuando miro sobre su hombro, el cuerpo de su gemela aún se encontraba en el mismo lugar colgada desde el ventilador del techo. Sakura lo supo, jamás volvería a ser la misma sin Kaya.

Se tiró. Desde la ventana de su habitación en el tercer piso de la casa.

Sintió el dolor recorrer su pequeño y frágil cuerpo cuando se estrelló contra el pasto del jardín pero para su desgracia no se desmayo, no perdió la conciencia, permaneció despierta, sintiendo el charco de sangre agrandarse debajo de su cuerpo y mojando su cabello, sintiendo el dolor de sus huesos quebrados y el dolor de perder al único ser amado que tenía.

―¡Kaya!― Sintió la garganta desgarrarse mientras apenas podía pestañar sin quejarse.

El chofer escucho el grito desde el garaje donde aparcaba el coche y la cocinara lo escucho desde el comedor, subió corriendo a la habitación de las gemelas, el chofer por su parte agudizo su oído y corrió al jardín, lo único que sus ojos vieron fue el frágil cuerpo de la pequeña Sakura tirado allí en el suelo, escucho el grito de la joven empleada desde la habitación y supo que nada bueno pasaría a partir de ese momento.

Las gemelas apenas tenían once años. ¿Por qué harían algo así?

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Despertó asustada y con un punzante dolor en medio de la cabeza, el sonido del despertador solo logró ponerla de peor humor y termino estrellado contra la pared.

―Buenos días, Sakura― Murmuro asustada su compañera de dormitorio desde la cama de enfrente.

Sakura se levanto sin siquiera saludar encerrándose en el baño, sentía como si tuviera la cabeza partida en dos, un dolor bastante conocido, recordando su fallido primer intento de suicidio.

Tomó una ligera ducha, olvidando todo el pasado, ahora solo una cosa le importaba.

Se maquillo levemente, evitando exagerar y ondulo su laceo y largo cabello, justo como lo tenía Kaya, salió del baño envuelta en una toalla. Observo la pelinegra aún en la cama esperando su turno para usar el baño y le sonrió amable.

―Buen día, Hinata―

La Hyuga le sonrió nerviosa e ingreso al baño de prisa. Sakura la observo hasta que cerró la puerta, asegurándose de estar sola en el dormitorio saco de debajo de la cama una caja de zapatos, la apretó entre sus manos y la llevo al placard donde la escondió detrás de una pila de ropa.

Hoy era el primer día de clases. Suspiro y se cambio colocándose el costoso uniforme escolar que consistía en unos elegantes zapatos negros, medias blancas hasta por debajo de la rodilla, una elegante falda tableada de color verde oscura y negra a cuadros, una fina camisa blanca con el escudo del instituto bordado en el bolsillo de su pecho derecho, un ajustado chaleco verde oscuro y un saco del mismo tono con el mismo escudo bordado.

Verdaderamente el uniforme era un asco.

Su móvil sonó en ese momento, observo la pantalla; su madre.

―¿Qué quieres?― Contesto de mala gana.

―Que seas más amable― Le respondió en forma de reproche su madre ― ¿Cómo están? ¿Van bien? ¿Algún problema con tu hermano?― Preguntó nerviosa.

―Pues vamos no gracias a ti y si te interesara Tenshi, vendrías a verlo― Reprocho ―Ahora debo irme tengo clases―

Su madre suspiro desde el otro lado de la línea, su hija jamás cambiaría.

―Sakura― Susurro ―Cuídense. Los quiero mucho― No recibió respuesta, Sakura había cortado.

Suspiro entristecida, Tenshi y Sakura eran lo único que tenía y poco a poco los estaba perdiendo, así como perdió a Kaya.

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―Lo siento mucho, Sasuke― Tartamudeo la pequeña pelirrosa mientras se levantaba del suelo con un notorio sonrojo en su rostro.

Él solo la miro con pose superior, solo era una estúpida niña que choco intencionalmente con él.

―Ten más cuidado― Murmuro con una voz demasiado fría para ser un niño de once años.

Y se fue de allí, dejando a la pequeña sonrojada y atontada sin siquiera ayudarle a recoger sus libros del suelo. Sasuke jamás imagino que esa pequeña torpe sería la mocosa que se le declararía en medio del jardín del instituto unas semanas después.

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Esa mañana Sasuke no pensaba ir a la cafetería a almorzar pero hubo algo que llamo su atención, la empalagosa chica pelirroja que no dejaba de acosarlo molestaba a aquella niñita que le había confesado su amor hacía unos días y no era que a él le interesara esa tonta riña pero había algo, algo morboso y cruel, que lo llevo a quedarse a ver como humillaban a esa pobre chica.

―¿Por qué no le pides a tu novio Sasuke, que venga a rescatarte? Princesa― Se burlo Karin mientras tiraba la bandeja de comida sobre la ropa de Kaya ―Lo lamento― Se disculpo con una sonrisa burlona ―Que torpe soy―

Lo único que se escucho fue el sonido de las carcajadas de sus compañeros de clase que habían formado un círculo alrededor de las niñas. Sasuke no sonrió, no formo ni una mueca, eso no era gracioso y hubo una pequeña parte de él que quiso ir a rescatarla pero sabía bien que él jamás haría algo así.

Kaya salió corriendo mientras derramaba lágrimas y antes de alcanzar la puerta del comedor paso delante de él, sus ojos se cruzaron en una milésima de segundo y Sasuke sintió remordimiento, pequeño y débil, pero un sentimiento de culpa y un leve aroma a cerezas se fundió en sus fosas nasales, un aroma que jamás volvió a sentir.

Porque luego de ese año, Kaya no volvió al instituto

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Caminaba con porte elegante y seguro, las miradas se clavaban en él, porque él era el centro de atención, las mujeres lo miraban con aires soñadores, grandes, pequeñas, alumnas e incluso profesoras, Sasuke Uchiha era demasiado atractivo y mirar no iba contra ninguna regla, ni moral. Lo hombres por su parte lo miraban con cierta envidia y recelo, quizás por el hecho de que el chico no solo era atractivo y deseado por las mujeres sino uno de los mejores deportistas del instituto y él tenía el puesto número uno, bueno ahora el puesto numero dos de los exámenes de admisión del instituto.

Sus pasos eran certeros, su cabeza iba erguida y con el mentón levantado, llevaba las manos en los bolsillos, sus zapatos negros y su pantalón verde oscuro lucían impecables, su camisa blanca perfectamente planchada y el chaleco verde oscuro combinaba perfecto con el saco del mismo tono desprendido.

Sasuke Uchiha.

Su apellido era reconocido en ese instituto, su abuelo, su padre y su hermano mayor habían asistido a ese instituto siendo siempre uno de los primeros en deportes y teniendo siempre el mejor promedio al graduarse y él no podía decepcionarlos. Uchiha era un apellido que importaba respeto, temor y sobre todo una gran responsabilidad, eso lo tenía más que claro, por eso poco le importaban las miradas envidiosas de los hombres y mucho menos las miradas soñadoras y enamoradas de las tontas chicas a su alrededor, él sabía cómo era su vida primero los estudios y luego conocería alguna mujer de su misma clase social, inteligente, bonita y educada, que sería el perfecto florero que serviría como su esposa, un matrimonio por dinero y conveniencia, como el de sus padres pero un matrimonio seguro y sin problemas.

Esa mañana en particular su mente seguía perdida en el estúpido sueño que había tenido, no era que aquella chiquilla le importará pero era sumamente extraño soñar con ella después de seis años.

―¡Sasuke!―

Rodó los ojos y largo un sonoro bufido mientras apresuraba el paso al salón de clases ignorando por completo a su mejor amigo.

― ¿Qué te pasa? ¿No me escuchas?― Se quejo el rubio alcanzándolo.

Gruño por lo bajo de mal humor. ¿Cómo podía ese estúpido ser su mejor amigo?

Ingresaron al salón de clases, varias chicas voltearon a verlo y camino junto a Naruto hasta los bancos al final del salón donde ya estaban algunos de sus amigos.

―Hola, Sasuke― Lo saludo sonrojada Karin am verlo pasar.

Pero él sabía que ese sonrojo era tan falso como el color rojizo de su cabello. La inocencia no iba bien con esa chica. Él no le respondió pero la miro de forma penetrante y ella quedo sumida a cualquier capricho que él tuviera, así debían ser las mujeres, satisfacerlo en sus caprichos y agradecer pasar una noche con él.

La profesora entro a los pocos minutos presentándose como Kurenai Yuhi, unos pequeños golpes en la puerta interrumpieron su presentación y la pelirrosa que le había quitado el puesto número uno del examen de admisión ingresó a paso calmado al salón de clases

―Mi nombre es Sakura Haruno, soy nueva― Se presentó, Kurenai clavo su mirada en ella ―Lamento el retraso, no encontraba el salón― Su voz se oyó exageradamente amable y sobre todo falsa.

Sasuke lo noto al instante.

―No hay problema, pasa Sakura siéntate en donde quieras― Dijo amable la profesora dándole lugar.

La chica solo asintió con una sonrisa y se sentó en el asiento libre junto a la ventana al otro extremo de él. Sasuke la observo unos minutos, ese cabello, esos ojos, ese apellido.

Como si leyera su mente Sakura volteo el rostro viéndolo fijamente, sus ojos chocaron y fue como una guerra de egos y arrogancia, Sasuke pensaba que ella bajaría la mirada sonrojada pero no lo hizo y eso le gusto, Sakura pensó que Sasuke intentaría coquetearle pero no lo hizo y eso definitivamente no le gusto.

Ella era bonita, su cabello se veía brilloso y ondulado como esa tonta niña pero Sakura lo llevaba de forma sensual y llamativa y sus ojos eran de ese extraño color verde, un rostro delicado y redondeado y de su cuello colgaba una fina cadena de plata de la cual colgaba un pequeño dije redondo con el gravado de un ángel y un niño.

Ella le sonrió de lado y volteó el rostro volviendo a prestar su atención a la profesora. Sasuke frunció el ceño, ella le resultaba demasiado familiar .

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El timbre había sonado hacía unos pocos minutos, Sakura caminaba a paso calmado a la cafetería escolar, en cuanto ingreso escucho una escandalosa música y el equipo de porristas se encontraban en medio del comedor realizando su coreografía.

―¿Y estás estúpidas que hacen?― Murmuro en voz baja pero logro escuchar una leve risa a su lado.

Cuando volteo el rostro se encontró con una bonita castaña, alta, delgada y de ojos chocolates.

―Son las porristas, les gusta llamar la atención―Dijo divertida.

Sakura sonrió divertida clavando sus ojos verdes en ella.

―Un gusto, Tenten Ama― Se presentó la castaña dándole la mano, Sakura la apretó entre la suya.

―Sakura Haruno― Murmuro.

―Ven. Siéntate con nosotros― La invito avanzando a unas de las mesas.

Sakura la siguió de cerca. Levantaron las bandejas con el almuerzo y pasaron por al lado de la corografía de las porristas, los ojos verdes de Sakura chocaron con los rubís de la pelirroja que vivía frente a su dormitorio, Sakura sonrió de lado, ya había recordado quien era esa niña.

―Quiero presentarles a una nueva amiga― Llamó la atención la castaña cuando se sentaron en una mesa redonda con otros chicos ―Él es Lee, Shino y ella es Hinata― Los presentó ―Ella es Sakura Haruno, es nueva―

―Un gusto― Murmuro acomodándose al lado de la castaña y clavo sus ojos en la pelinegra ―A Hinata ya la conozco, somos compañeras de dormitorio― Saludo Sakura exagerando su amabilidad ―Lamento lo de esta mañana, no tengo buen despertar― Murmuro recordando sus constantes pesadillas.

―No hay problema, Sakura― Susurro la pelinegra.

Sakura solo asintió con la cabeza, no era su idea hacer amigos pero no estaba mal llevarse bien con algunos mientras estuviera en ese lugar. Al acabar la coreografía las porristas se dividieron en ciertas mesas, la pelirroja corrió a una mesa en particular donde se encontraban varios chicos, uno en especial. Sasuke.

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―Ella se burlo de mi― Lloriqueo apretando el móvil contra su oreja ―Tiró mi comida encima de mi frente a toda la cafetería― Chilló llorando más fuerte.

―Tranquila Kaya, no llores― La consoló ―Es una estúpida niña, debes enfrentarte a ella― Respondió Sakura con seguridad mientras apretaba el teléfono con impotencia.

―No puedo. Ella me intimida― Susurro Kaya mientras sollozaba.

―Nadie debe intimidarte, Kaya― Le hablo mas seria ―Debes hacerte valer, darte a respetar― Aconsejo como buena hermana ―Te prometo que cuando nos veamos la haré pagar por lo que te hizo― Amenazo enojada.

Kaya respiro más tranquila.

―Gracias, Sakura―

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Esa había sido una de las ultimas charlas que Sakura había tenido con Kaya antes de su suicidio y unas de las tantas promesas que Sakura le había hecho y no había podido cumplir, pero este año las cumpliría todas juntas .

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Sasuke caminaba con las manos en los bolsillos, había decidió ir a tomar un poco de aire y recorrer el campus.

Observo el edificio de las chicas a unos metros, ya era bastante tarde, el sol ya se había ocultado y había muy pocas personas en el campus pero pudo notar una cabellera color rosa acercarse a la puerta principal, era Sakura Haruno, su nueva compañerita de clases, se acercó despacio detallando su cuerpo debajo del horrible uniforme que los obligaban a usar, era alta y delgada y podría jurar que sin esa ropa se vería mucho mejor.

Sakura rebuscaba impaciente las llaves en su bolso, Sasuke se acercó más rozando su cuerpo con el de ella y se acercó a su oído pero lo que pensaba hacer se borro de su mente al sentir nuevamente ese aroma tan particular.

Cerezas.

―Kaya― Susurro de forma inconsciente.

Sakura se volteó despacio frunciendo el ceño y observo al pelinegro frente a ella, la había reconocido, sonrió de lado y se acercó parándose en puntitas de pie para quedar a su altura y poder verlo directamente a los ojos.

―No, Sasuke― Susurro rozando sus labios ―Soy su hermana― Sonrió ―Gemela―

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