Omnia Paratus

Salí de Moscú con el teléfono en la mano. Necesitaba extraer la señal y el patrón de las llamas, pero debía encontrar un lugar tranquilo y elevado. Me senté cerca de una cabaña para tomar el teléfono y concentrarme en el número. Cerré los ojos y comencé a analizar la señal.

Seguí la señal del número y empecé a tomar notas e infiltrarme en las bases de datos de varias compañías telefónicas. La búsqueda iba a ser intensa, así que hice que los servidores crearan un programa para automatizarla. Amplié la operación a varios servidores y mi programa me enviaba los datos de vuelta. Había una señal que saltaba entre muchos países y cambiaba constantemente, pero su punto de entrada y salida era en Kazajistán. "¡No puede ser!", me dije a mí mismo. Era el mismo lugar que visité y destruí el año pasado, y ahora comprobaba que la señal seguía activa. "Debe haber un lugar secreto que no pude detectar en ese entonces. ¡Eso significa que mi trabajo con el culto no había terminado! Había otro lugar, un piso adicional o algún subterráneo. La línea era seguramente por cable, ya que la señal continuaba hasta una torre de radio de una compañía cercana, y los datos confirmaban que era una línea telefónica por cable disfrazada de celular".

En ese momento, escuché un ruido familiar, un olor familiar. Había un vampiro cerca. Rastreé su olor a través de los bosques hasta llegar a una granja cercana en Kazajistán, y ahí lo vi: otro vampiro desconocido se acercaba a una pequeña niña que revisaba a sus animales.

Los animales alertaron inmediatamente a la niña y el vampiro saltó al ataque. Logré tomar a la niña y sacarla de allí.

"¡Es mi presa! ¡Yo la vi primero!", el tipo me empujó y yo activé una granada de gas pimienta, intentando aguantar la respiración. Él cayó en la trampa y aspiró el gas. Aproveché el momento para patearlo. Me di cuenta de que la niña estaba herida y sangrando en una pierna.

"El olor... no otra vez..." Tener a un humano sangrando cerca solo atrae al desastre. Lo peor para un vampiro es que te sorprendan con un humano sangrando. "Debo concentrarme…"

Tomé la daga una vez más y fui por él, a pesar del olor de la niña y mi irritación por el gas pimienta. Logró esquivar mis ataques y desarmarme, lanzando la daga en otra dirección. Me empujó con fuerza y se concentró en la niña.

Antes de que pudiera tocarla, logré derribarlo con un placaje. Entre uno y dos movimientos, me di cuenta de su desesperación. Estaba completamente enfocado en la niña, era mi oportunidad. Utilicé algunas de las técnicas que Od me había enseñado. Le arranqué el brazo de un mordisco, le quité la oreja y lo arrojé hacia el bosque. Mientras corría para recuperar la daga, él, herido pero decidido, seguía avanzando hacia la niña.

Tomé la daga rápidamente, encendí la hoja y la arrojé hacia él...

Afortunadamente, la hoja logró decapitarlo y cayó a centímetros de la niña. Las llamas comenzaron a hacer su trabajo y su cuerpo se desintegró.

"¿Estás bien?", le pregunté. El olor de su sangre se hacía insoportable, me llamaba hacia mí, a convertirme en el monstruo que Od, que Anastasia son... Caí de rodillas. No debo, no debo rendirme, no debo ceder.

Ella no contestó, obviamente no hablaba el mismo idioma que yo. Vi que comenzó a desangrarse y se desmayó...

"No, no otra vez..." Mis recuerdos de mi esposa Marie, de mi pequeña Lucero, de su aliento desvaneciéndose en mis brazos. "No, no, no puedo pasar por esto otra vez..." Me acerqué a la niña...

"Su olor, ya no lo aguanto... si puedes, Gonzalo. Si puedes...¡Debes!"

Tomé lentamente a la pequeña en mis brazos y me dirigí hacia la cabaña... "Somos vampiros, Gonzalo, está en nuestra naturaleza alimentarnos de los humanos..." Las palabras de Od resonaban en mi mente, incluso después de muerto, este tipo seguía atormentándome.

Tenía sangre por todos lados. "¡No lo hagas, Gonzalo! ¡No lo hagas...!" Suture la herida con el calor de la daga y la envolví en una manta para protegerla. Intenté darle agua, sus padres no estaban. "Qué gente más irresponsable... ¡Maldita sea!"

Finalmente, ella comenzó a abrir sus ojos. "Bebe, bebe... " intenté decirle, tenía que hidratarse. Ya comenzaba a sentirse mejor. Las cenizas del vampiro se desvanecen y ella finalmente me miró con una sonrisa. "Qué valiente es", murmuré para mí mismo. Me señaló con el dedo y vi a lo lejos a sus padres acercándose. Era mi momento de retirarme, esperaba que estuviera bien.

Esta es la primera vez que logro finalmente salvar a un humano de un vampiro...

Pues... ¿qué se siente? No lo sé con exactitud, pero creo que siento que estoy en el camino correcto.

Vagué por la tundra, crucé las montañas hasta llegar al mismo lugar al que llegué el año pasado. Esa fortaleza imponente que había cobrado tantas vidas inocentes por el capricho de unos pocos. Entré de nuevo por la misma puerta que había utilizado aquella tarde en la que usé todo lo que sabía en ese entonces como vampiro para destruir la ponzoña vampírica, para eliminar los datos de todas las futuras víctimas. La nieve caía lentamente y cubría las entradas ahora en ruinas, las torres, el concreto resquebrajado y las caídas puertas de metal que en aquel entonces hacían tan imponente este laboratorio.

Al entrar, pude sentir el frío de este lugar sombrío. Podía sentir las pesadillas que ocurrieron aquí en ese entonces. Agradezco la valentía y el sacrificio del comisario Klein para obtener la información de este lugar. Mientras mis pies resonaban en el ensordecedor silencio del ahora abandonado lugar, podía empezar a sentir una señal nivel, una señal que no había sentido antes debido al ruido de los aparatos digitales que en ese entonces daban vida a este laboratorio. Paso a paso, la señal se iba haciendo más fuerte, pero no encontraba ninguna puerta.

Tuve que mover una puerta metálica que, de otra forma, como un simple humano, hubiera sido imposible. La señal se hacía más fuerte y comencé a descender. Se volvía cada vez más oscuro hasta quedar sumido en la casi completa oscuridad. Seguí caminando hasta encontrar la señal debajo de mí. Me di cuenta de que por allí pasaba un canal de ventilación y decidí adentrarme. En ese momento, agradecí ser de estatura baja, ya que el pasaje era extremadamente angosto.

Lentamente, empecé a escuchar el latido de un corazón y la luz se infiltraba a través de la tubería por la que gateaba como un bebé. Llegué al final de la ventilación y pude abrir la rejilla. Salté hacia abajo y allí estaba.

"Wow, parece todo un centro de operaciones. Hay computadoras, muestras, libros, microscopios..."

Escuché el rápido latido de un corazón en una esquina, dentro de una estantería. Podía sentir su respiración agitada, su olor. Mientras me acercaba, noté que se ponía más y más nervioso, así que me aparté.

"Señor, puede salir ahora. No hay peligro. Vengo de parte de su hija, señor Petrov..."

El anciano salió lentamente de la estantería, tiritando. Al mirarme a los ojos, estaba petrificado. Sabía lo que yo era, pudo reconocerlo de inmediato.

"Si mi momento ha llegado, que sea así. Haz lo que tengas que hacer, solo te pido que lo hagas rápido, por favor..."

Salió y se acercó lentamente a mí, con la cabeza baja. Tomó un suspiro y me miró.

"No vengo a matarlo, señor. Lo prometo. Vengo en busca de respuestas, en busca de ayuda..."

"Ayuda", me miró y dijo. "Yo estoy desde hace mucho tiempo condenado. Soy prácticamente un mero fantasma, muchacho. Solo es cuestión de tiempo. Hay muchos de tu especie que me quieren ver muerto. Ya vienen por mí. Sé demasiado."

Me miró detenidamente a los ojos y añadió: "Ojos dorados... Jamás pensé que vería uno de esos por aquí".

"No se emocione demasiado, señor. Es temporal. Y antes de que salga corriendo, la sangre humana solo la he probado en muestras de hospitales. Puedo decir con orgullo que hasta ahora no he matado a nadie, bueno, a nadie inocente".

"Yo no soy para nada inocente, chico", respondió. "He hecho y visto cosas horribles, pero he intentado enmendar mis errores. Y esto ha enfurecido a mi cliente, al parecer. Además, hay otros vampiros que no les ha hecho ninguna gracia que tengamos información aquí sobre su especie. La presa es más fácil de cazar cuando es ignorante del depredador".

El señor Petrov se sentó en su silla y me preguntó: "Si viniste a rescatarme, no creo que puedas. Tampoco es que lo quisiera. Ya he estado demasiado tiempo aquí con mis tormentosos pensamientos como para querer seguir viviendo".

"No quiere volver a ver a su hija?", le pregunté.

"No hay nada en el mundo que quiera más que estar con ella de nuevo. Pero tengo demasiado en mi conciencia como para ponerla en riesgo. Y mi alma me pesa demasiado como para seguir viviendo. Pero verás, soy demasiado cobarde al mismo tiempo como para quitarme la vida".

"Puedo entenderlo", le dije. "Yo también tuve una hija y una esposa. Lamentablemente, ya no están en esta vida".

Me miró fijamente y luego volvió a dirigir su mirada hacia el monitor. "Fueron ellos, ¿no? Los mismos que te convirtieron en lo que eres ahora".

"Sí...", bajé la cabeza y apreté mis puños con fuerza. El señor Petrov pudo ver la tensión en mí y cómo mis manos temblaban.

"Quieres vengarte de ellos, quieres encontrarlos... Ahh... tú fuiste el chico que destruyó este lugar el año pasado. Verás, yo me refugié aquí, pensando que eran los Volturi, pero me parecía extraño que el asalto fuera tan caótico, ellos suelen ser muy precisos. Y muchos quedaron con vida y lograron escapar. Te vi en algunas cámaras y pensé que venías en nombre de ellos". Hizo una pausa y añadió: "¿Posees algún don?".

Saqué la daga, la puse sobre la mesa y escribí en el ordenador con el poder de mi mente: "Puedo controlar las máquinas..."