Abrió sus ojos rápidamente y en un solo movimiento, se levantó apoyando sus manos sobre el suave colchó debajo de él. Olfateo por breves instantes el aire a su alrededor y, aturdido, dirigió lentamente su mirada hacia el joven castaño que dormía pacíficamente a su lado. Tragó saliva bruscamente, No podía estar pasando eso, no ahora.

Con delicadeza, tomó la mano izquierda del joven, donde una sortija dorada con un brillante amarillo en forma triangular, decoraba la piel blanquecina de su pareja. La acarició por breves instantes y acerco su nariz a la extremidad ajena. Se embelesó con el fuerte aroma a chocolate que provenía de él. Un ligero gruñido salió de entre sus labios, sus músculos crisparon y abrió sus ojos dorados con fuerza. No podía ser cierto.

Era el día.

Regresó la mano al pecho del castaño y dándole un fugaz beso en los labios, se levantó despacio y minucioso de no hacer ruido para no despertar a su esposo. Se vistió silenciosamente y tan rápido como podía, mientras buscaba el reloj en la pared con desesperación. Las 6:15 am del día lunes 26 de junio. Suspiró con alivio. Era temprano y lunes, por lo que podía ir a la escuela temprano. Cuando acabo de vestirse, tomó su teléfono, metiéndolo en el bolsillo de su pantalón y salió de la habitación con cautela.

Mascullo palabras, y acomodó su caballería rubia mientras se dirigía a la cocina, donde un niño de orbes castaños miraba la televisión con sumo interés, mientras tomaba con un popote lo que parecía un licuado rojo en un vaso. Bill apagó el dispositivo electrónico recibiendo una queja del pequeño.

-¡Papá! Aún no había terminado mi programa - Apoyó su pequeña cabeza sobre la madera de la mesa mientras estiraba sus manos, tratando de alcanzar el control remoto que se encontraba a unos 10 centímetros de sus manos.

Bill sonrió divertido ante el vago intento de su pequeño por volver a encender la televisión. Alejó el control y lo colocó sobre la repisa de los trastes, recibiendo más quejas y siseos del pequeño demonio que se desesperaba ante la actitud de su progenitor. No le tomó importancia y comenzó a rebuscar entre los vagones de comida

-Buenos días para ti también, Lían- Le dijo entre pequeñas risas - Hoy tenemos que irnos temprano, tu papi está indispuesto por lo que…

-¿Que tiene papá?- Interrumpió el pequeño rubio, quien retomó compostura, algo preocupado.

El rubio se sorprendió ante el cambio de actitud de su cría, hasta que recordó lo maduro que era a sus 6 años. Le sonrió tratando de calmarlo y se acercó a él para frotar con suavidad el cabello de su hijo.

-Él está bien, solo tiene calentura. Yo me encargaré de cuidarlo.

-O de matarlo- masculló el menor mientras le daba otro sorbo a su bebida.

-Te escuché, pequeña sabandija. -Le respondió el mayor, mostrándole sus afilados colmillos en forma de una sutil amenaza. El cachorro no bajo la guardia y siseo en respuesta, mostrando los pequeños colmillos que apenas se notaban por el crecimiento lento y normal de estos.

La pequeña discusión infantil se terminó, cuando los orbes dorados del mayor se posaron en la bebida rojiza que tenía el cachorro entre sus manos. Inhalo sutilmente el ambiente encontrándose con una desagradable sorpresa.

-¿Eso es?...

El cachorro notó el cambio de aura de su padre, y sin dudarlo, arranco el popote del vaso, quitó la tapa, y bebió todo tan rápido como pudo, acabando en cuestión de segundos el líquido que contenía y azotando el recipiente vacío en la mesa.

-Era- Afirmó el menor.

Seguido de sus palabras, se levantó lo más rápido que pudo de la mesa y corrió hacia su habitación. El mayor apenas pudo procesar la información cuando corrió hacia el refrigerador y, abriendo la puerta del electrodoméstico de golpe, gruñó al confirmar lo que sospechaba. Tenía la bella sorpresa de que su hijo se había tomado la última botella de sangre dorada que había en el refrigerador. Las uñas se clavaron con furia en la puerta del aparato. Mataría a ese niño si no fuera su descendiente, no había duda. Respiró tratando de recomponer su cordura y cerró la puerta con cautela. Ya no había nada que hacer, ahora tenía que pasar a comprar en una tienda lo que necesitaba para la calentura de su esposo.

Una idea cruzó por su mente recuperando su característica sonrisa al solo imaginarla. Tomando su celular en su bolsillo, llamó un número que tenía registrado con un emoji de una estrella fugaz.

No podría matarlo, pero sí vengarse.

El celular soñó por breves instantes hasta que la voz adormilada de una mujer le respondió.

-¡Mabel! Disculpa la hora, pero necesito un favor…

-? ゚フᄇ-

-¡Papá! ¡No puedes hacerme esto!- dijo el niño agobiado mientras miraba suplicante a su padre por el espejo retrovisor del auto - ¡Esto es tan injusto!

Bill mantenía su sonrisa socarrona, mientras manejaba con rumbo a la casa de su cuñada. Gracias a su magnífica idea, tenía más tiempo del que disponer, y menos preocupaciones al dejar a su cachorro en manos de la melliza de Dipper.

-Considera esto un castigo ante tu insolencia, pequeña alimaña - Le respondió burlón el rubio sin apartar la mirada del frente - Velo por el lado positivo, pasarás una tarde entretenida con tu divertida tía Mabel.

Un siseo se escuchó como respuesta, haciendo reír al rubio.

No odiaba a su tía, solo que ella era muy afectiva e intensa para demostrar su cariño, y eso a veces lo incomodaba. Sus padres lo sabían a la perfección. Mientras que Dipper evitaba los encuentros con su melliza a través de escusas o reprendiéndola cuando se excedía en mimar a su sobrino, su otro papá, Bill, se aprovechaba de las emociones que le causaba su tía, y lo "castigaba" llevando con ella para que lo cuidase. Curiosamente, Mabel sabía de todo eso, y poco le importaba, pues mientras pudiera seguir viendo a su único sobrino y le pudiera preparar sus deliciosos Jugos Mabel, ella estaba feliz. Ella solo quería mimar a su sobrino a su manera y tarde o temprano entenderían que así era ella y su grandiosa forma de dar amor sería aceptado.

El rubio mayor dirigió su vista por breves instantes al retrovisor para ver el gesto de fastidio del menor. Sus ojos se encontraron por breves instantes, logrando una pequeña chispa de enojo que termino en sacarse la lengua de forma infantil y mutuamente. Bill gruñó en lo bajo.

-No entiendo como Dipper puede controlarte, pequeña escoria - Susurró más para sí mismo.

-¡Te escuché! - Gritó el menor desde el asiento trasero del vehículo.

-¡Ya sé! - Agradecía que su hijo aún fuera un cachorro o ya habría inundado un aroma amargo o pestilente por todo el auto.

El auto se detuvo en una pequeña casa de colores brillantes que lastimaban los ojos con solo verla.

-Papá, por favor, aún hay tiempo de regresar. -

Una risa hilarante se escuchó y el sonido del claxon le hicieron caer en cuenta, que no le perdonaría tan fácilmente el haber bebido la última botella del líquido favorito de su papá.

Una castaña medio arreglada abrió la puerta mostrando sus blancos dientes en forma de alegría y diversión. El rubio menor se encogió en su lugar con aflicción. Una última mirada asesina le dedicó a su padre por el retrovisor, recibiendo otro gesto burlón. Trago saliva y reteniendo un poco de aire en sus pequeños pulmones, bajo del auto, con una sonrisa que a duras penas sostenía. Su tía lo saludo jovialmente.

-¡Diviértete Lían!, te veo en la noche. - se burló el rubio al ver como su hijo se encogía y fingía una sonrisa ante el abrazo afectuoso de su tía.

Si no fuera tan pequeño, y no fuera su padre, lo mataría. No había duda.

-? ゚フᄇ-

Abrió la puerta como pudo por las diversas bolsas que cargaba entre sus brazos. El fuerte aroma a chocolate con café inundaba el ambiente y, reteniendo su respiración, llegó con dificultad hacia la mesa del comedor y asentó con algo de brusquedad las bolsas sobre el mueble. Tragó saliva con fuerza al volver a respirar la fragancia del ambiente.

Sus hormonas de alfa comenzaban a alterarlo.

Miró su teléfono dándose cuenta de que apenas habían pasado dos horas desde que se levantó. Agradecía a lucifer que no hubiera tanto tráfico, ni gente en el supermercado. Rápidamente, se incorporó y comenzó a guardar las compras que había realizado.

Estaba por terminar cuando el aroma se intensificó al doble. A sus finos oídos le llegó un suave gemido necesitado. El tiempo se le había agotado.

Su esposo estaba entrando en celo.

Tomó un par de copas de vidrio y sacando una botella del refrigerador, se dirigió a la habitación donde su esposo aún yacía en la cama. Abrió la puerta con lentitud, siendo recibido por la concentrada esencia de su esposo. Colocó la botella y las copas en el pequeño mueble que se encontraba a un costado de su cama, y sentándose en la orilla del colchón, colocó su mano en el bulto de telas con la que se cubría el cuerpo de su castaño.

-¿B-Bill?- La suave voz de su esposo enloqueció su corazón.

-Buenos días, cariño.-

Una sonrisa adormilada lo saludó. Dipper se incorporó y recostó su espalda sobre la cabecera de la cama. En su rostro se formaba un pequeño rubor que reflejaba los primeros síntomas de su ciclo reproductivo, aunque este aún no se diera cuenta de ello. El tener una marca de su esposo le ayudaba demasiado con los malestares naturales del celo, por lo que a veces no notaba cuando le iniciaba, y eso Bill lo sabía perfectamente. A veces su esposo era un descuidado en cosas como esas, pero poco le importaba, así lo quería. Dipper frotó sus ojos con cansancio y bostezó, aún no terminaba de despabilarse.

-¿Dónde está lían? Ya es tarde por la escuela.

-Le pedí a Mabel que lo llevará e hice las compras, no te preocupes por eso- Le susurró mientras se acercaba más al cuerpo del contrario. -Además, le pedí a tu hermana que lo cuidará cuando saliera de la escuela, así podríamos tener un poco de tiempo a solas. ¿Tienes hambre?

El castaño negó mientras bostezaba. Sus miradas se encontraron por leves segundos y el rubor de Dipper empeoró. El calor comenzó a inundarlo por todo su cuerpo y él cosquilleó en su pelvis, se hizo presente. Ahogó un pequeño gemido necesitado entre sus manos. El rubio rio sutilmente, recibiendo una mirada no tan feliz de su pareja.

-Descuida, todo está controlado. - Cipher tomó la mano izquierda del Pines y besó el envés de esta, causándole un fuerte escalofrío- Hasta pedí un par de días en nuestros trabajos para que pudiéramos pasar tu celo con tranquilidad, no te preocupes.

Los besos comenzaron a ascender de su brazo a cuello de forma indecorosa. El castaño no pudo evitar retener otro gemido ante los besos deseosos del rubio, que lo incitaban a dejarse llevar por su naturaleza.

-Entonces, ¿Hiciste todo mientras yo dormía?- Dijo a duras penas, mientras era recostado con suavidad y su cuello era devorado con gula.

- Oh, vamos cariño~ - sus palabras obligaron a Bill a separarse de la piel ajena, aprovechando a desvestir la poca ropa que su pareja tenía- No es el primer celo que pasamos juntos, ni el último para mi fortuna.

Las sonrisas cómplices no se hicieron esperar, y ambos se fundieron en un beso pasional mientras se removían sus ropas con desesperación.

-M-me encantaghs~ - Susurró a duras penas el castaño, mientras su mente se nublaba por la fiebre pasional del momento.

Los besos, lamidas, y gruñidos del rubio comenzaban a cegarlo y aumentar su calentura. Amaba a su esposo con locura, y no había día que deshará estar con él en todos los lugares posibles, hablando romántica y sexualmente.

Arqueo su espalda al sentir las manos del Cipher sobre su hombría y masturbándolo sin decencia. Sus gemidos de placer salían sin pudor alguno, mientras sus orbes se desorbitaban y se dejaba mordisquear por su esposo.

-Te n-necesito- gimoteo en un leve susurró que fue claramente escuchado por el vampiro alfa, sacándole una pequeña sonrisa.

Amaba al Dipper calenturiento y hormonal que sus ojos presenciaban en cada celo que su querido omega pasaba. Se volvía, tan sumiso, erótico, y excitante, que le derretía cada neurona cuerda de las pocas que le quedaban en el cerebro.

Se acomodó entre las piernas del castaño, y abriéndolas un poco, frotó la punta de su pene ya erecto, sobre la entrada chorrearte de lubricante de su amante. Comenzó a meterlo lentamente mientras degustaba, ver como su cónyuge se retorcía de placer bajo de él, gimiendo vulgarmente, seguido de palabras obscenas que deleitaban los oídos de Bill.

El Cipher gruñía el nombre de su pareja con lujuria mientras besaba y acariciaba cada centímetro de la piel de su esposo con deseo y pasión inconfundible. Sus embestidas comenzaron y aumentaban conforme los segundos pasaban, logrando golpear con convicción aquel punto sensible dentro del Pines que conocía a la perfección.

-¡A-Agh! B-Bill~

Los gruñidos del alfa en el oído del castaño lo estaban enloqueciendo. Dipper gimió con fuerza al sentir como el nudo del miembro de Bill comenzaba a formarse en su interior, percibiendo como el caliente esperma de Bill salía por borbotones, llenando su cavidad uterina por completo. Pines no pudo evitar morder el cuello de su pareja para reprimir los gemidos de dolor. El rubio solo se aguantó jadeante, pues sabía que la inflamación natural de su miembro al llegar al orgasmo le causaba molestias a su pareja.

-L-lo siento- Se disculpó entre gruñidos con el omega.

Las manos de Dipper se enrollaron por el cuerpo de Bill, siendo correspondido con ternura, se dejaron caer sobre el suave colchón para descansar un poco. Lentamente, el dolor se volvía imperceptible debido a sus hormonas sexuales. Lo libero de la mordida y de igual manera, jadeo tratando de recuperar la respiración.

-E-está bien, no duele tanto después de un rato.

-¿Quieres hacerlo de nuevo?

-Si~

Él tonó coqueto del castaño, fue suficiente afrodisiaco para el rubio, quien volvió a tomar con deseo los labios ajenos en un candente beso.

-? ゚フᄇ-

El sonido del celular, con una llamada entrante, hizo gruñir a los amantes.

Cipher tomó el celular con un deje de molestia. Pines lo empujo con algo de fuerza, obligándolo a recostarse en la cama, una pequeña risa, fue silenciada por el mismo Bill cuando notó que la llamada era de su cuñada. Puso su dedo índice, indicándole al castaño guardar silencio mientras respondía la llamada.

-¿Dónde están? - La voz de desesperación de la mujer era evidente -Ya son las 8 de la noche. Lían ya quiere regresar a su casa, dice que mi hermano está enfermo, ¿eso es…?

-¿No podrías cuidarlo un poco más?- Interrumpió el rubio, quien no pudo evitar emitir un gruñido al sentir los movimientos pélvicos del castaño sobre él - A-aún no logro aliviar a Dipper.

-O-oh- No tuvo que ver el colorido sonrojo de la mujer, pues con su simple tartamudeo se notó su nerviosismo. Ahora entendía a que se refería el cachorro cuando dijo que estaba enfermo - E-está bien, lo cuidaré en lo que mi hermano se recupera.

Un sonoro gritó infantil se escuchó por el teléfono, Lían no estaba muy de acuerdo al respecto. Tanto Bill como Mabel rieron al unísono. No pudo despedirse, pues el castaño le arrebató el teléfono de su oído.

-¡G-gracias Mabs! Te debo una ¡Lían Te amo! Bye~ - y seguido colgó el teléfono y lo arrojó a alguna parte de la habitación. Bill se ruborizó ante la impaciencia del Pines. -De aquí no saldrás hasta que concibamos a Emma.

-¿Emma? ¡¿Q-quieres tener una niña ahora?!

-Corrección. La estamos haciendo.- La boca hambrienta del castaño, silenció al rubio.

Serían tres días largos para la familia Cipher Pines.