El séptimo mes transcurrió rápidamente. El omega estaba saludable y por ende, los cachorros dentro de él crecieron adecuadamente. Aunque los dolores y las pequeñas discusiones se presentaron en la pareja, aprendieron a llevarlo de buena manera.
Pero a inicios del octavo mes, las cosas tornaron un rumbo completamente diferente.
Se sentía consternado, desesperado. No buscaba como aliviar el dolor de su pareja, quien había iniciado la labor de parto hace unas horas. No entendía como de un momento a otro, su pareja había comenzado con una pequeña incomodidad, hasta sentir como el líquido amniótico escurría de entre sus piernas hasta el suelo, indicándoles que algo se había roto dentro de él. Faltaba un mes para que los bebes nacieran, era muy pronto, y alterado, llamó a la obstétrica, quien le pidió guardar la calma que llegaría en unos minutos para ayudar a su esposo.
-¿Papá? - El cachorro lloriqueaba igual de preocupado como su papá rubio. Estaba junto a sus padres al momento que los dolores del omega comenzaron y a pesar de no entender lo que sucedía, presentía que algo malo estaba pasando.
El castaño tomó con fuerza la mano del rubio, quien lo sostenía para evitar que se desplomará antes de llegar al nido. Gimoteaba de dolor, pues era DEMASIADO intensas sus contracciones, y cada segundo que pasaba, sentía el dolor en aumento. Miró con preocupación los orbes ambarinos de su pareja, pues algo le preocupaba más que su labor de parto: el pequeño Lían, quien seguía ceñidamente los pasos de sus padres.
Sus pensamientos convergieron en un mismo pensamiento: Mabel. Necesitaban su ayuda ahora más que nadie.
Cuando finalmente llegaron a su habitación, el castaño se apoyó sobre la cabecera y clavó sus afiladas uñas a la madera por el dolor incesante.
-M-Mabel, llama a Mabel - Gimoteó a duras penas el omega -Llama a tus hermanos. Que cuiden de Lían Por favor.
-¡No papa! ¡No quiero dejarte!- El pequeño rubio intentó acercarse a su papá castaño para abrazarlo, pero el mismo omega le gruñó soezmente, provocando que el pequeño retrocediera casi de inmediato por la actitud agresiva de su padre. Dipper no era así. Sus ojos se humedecieron aún más.
-B-bill- Gruñó Dipper con su voz suplicante de omega. Quería que el alfa alejará a su cachorro de inmediato, no entendía el porqué, el dolor lo cegaba completamente.
No necesito más palabras, pues el alfa lo había entendido a la perfección. Cargo al pequeño en sus brazos y salió de la habitación de inmediato con el celular en su oído. Al llegar al sillón de la sala, el rubio asentó rápidamente al cachorro en el mueble y, notando la mirada desconcertada y de miedo del cachorro, lo tomó de sus mejillas, obligándolo a verle directamente a los ojos.
-Dipper está sufriendo, por favor, entiéndelo y sé fuerte. - El cachorro limpio sus lágrimas torpemente y asintió lentamente ante la orden de su papá rubio -Ese es mi cachorro - El alfa lo abrazó y le dio un beso fugaz en su frente para luego separarse y dirigirse a la entrada de la puerta, la cual había sonado su timbre unos segundos antes.
La obstetricia llegó junto con una enfermera con quien Lían jugaba cuando a su papá Dipper le tocaban las visitas con la doctora. Ambas médicas fueron guiadas por el rubio, quien le explicaba todo lo que había sucedido con anterioridad, pues debían conocer los hechos y atender a Dipper lo más pronto posible.
-Quédate aquí, Lían. Tus tíos vendrán pronto- indicó el rubio. El pequeño asintió con preocupación -Cuando venga tu tío Philip dile que me busque- De nuevo el cachorro asintió - Te quiero, Lían.
La puerta de la habitación de sus padres se cerró con brusquedad, dejando a un pequeño asustado en la sala. Cubrió sus sensibles oídos al escuchar a sus padres discutir, seguido de sonoros gemidos de dolor que claramente eran de su padre castaño.
Solo quedaba esperar noticias nuevas.
-Dilatación media, 5 cm- exclamó la enfermera mientras colocaba una manta sobre las piernas flexionadas del castaño, quien ya se encontraba recostado en la cama que había convertido en su nido. La doctora masculló una maldición y colocó ambas manos sobre el vientre del Pines, asintió cuando pudo divisar a las crías del omega con su magia.
-Tenemos que esperar un poco más. El primer bebe comienza a flexionarse y tu cavidad aún no se dilata lo suficiente.
El castaño gritó de dolor y asintió frenéticamente. Bill regresó a la habitación con agua tibia, unas toallas y unas mantas que habían preparado para la ocasión. Se los dio a la enfermera y se hincó a un costado del castaño tomando su mano con preocupación.
-¿Q-Que hay del otro gemelo?
-Está más tranquilo que el primero, no parece querer salir.
Una risa forzada se formó en la boca del omega, quien trataba de soportar las contracciones que cada vez se hacían más frecuentes.
Tenía que ser fuerte.
Por su esposo y por sus crías.
-? ゚フᄇ-
Una castaña pensativa abrazaba con cariño el cuerpo estremecido de su sobrino mientras acariciaba sus suaves mechones rubios en un vago intento de calmarlo. William, quien igual se mantenía en la sala esperando noticias de sus hermanos y su cuñado, se encontraba observando la tierna escena de Mabel susurrando pequeñas palabras de consuelo al cachorro de su hermano. Había pasado una hora desde que habían llegado a la casa de los Cipher-Pines, y aún no tenían noticias sobre lo que sucedía. El nerviosismo los estaba consumiendo lentamente y no podían hacer nada más que esperar por algún nuevo comunicado.
De repente, el llanto de un bebe llamó la atención de todos en la sala. Pequeñas palabras de felicidad llenaron el ambiente difuminando por completo el nerviosismo. Sus tíos lo abrazaron con euforia mientras sonreían aliviados. El primer gemelo había nacido. Pasaron unos minutos antes de que el chillido de la puerta al abrirse alegrará aún más a todos, al ver un Bill cargando un pequeño bulto entre sus brazos. El alfa, orgulloso, salió a presentar al nuevo miembro de la familia.
Lían se sorprendió al ver que su papá Bill cargaba a una pequeña cría inquieta envuelta entre suaves mantas verdes. Su hermana menor había nacido con buena salud. Miró a su padre, quien sonreía tiernamente y regresó su vista hacia la pequeña criatura recién nacida.
Observaba con detenimiento los pequeños rasgos de la bebé: sus pequeñas y finas hebras de cabello color castañas, apenas le salían las cejas chocolate y sus parpados cerrados y un poco hinchados, ya tenían las primeras pestañas del mismo color que su cabello. No pudo evitar notar su pequeña nariz chata y rojiza, a comparación del resto de su piel que tenía un todo pálido, pero ligeramente recubierta por una extraña sustancia amarillenta.
Acaricio la suave mejilla de la recién nacida, quien se removió ante el acto de su hermano mayor. Su padre se rio suavemente al notar como la bebe había tomado la mano de su hermano, sorprendiendo por completo a Lían.
-Abby- Susurró.
-Es un bonito nombre - Le respondió su padre.
Mabel y William se acercaron curiosos, y de igual forma observaron a la beba. Elogiaron la belleza de la pequeña castaña, quien comenzaba a dormirse ante la cálida sensación de protección que le brindaba los brazos de su padre alfa.
-¿Y dónde está el otro bebe? ¿Qué no eran gemelos?
La sonrisa del rubio se borró ante la pregunta de su cuñada, preocupando a los otros adultos presentes.
-La más pequeña tuvo una complicación. Phill y la doctora Radka me pidieron dejarlos trabajar en lo que lo solucionaban.
-¿Qué fue lo que paso?
-No quisieron decirme-
Los adultos se angustiaron. Si Phill no quería hablar de su trabajo, es que era algo grave.
La tensión en el ambiente creció considerablemente. No sabían qué decir o hacer para consolar al preocupado padre que solo podía esperar noticias de su omega y el cachorro. Lían sintió con claridad esa preocupación en los mayores, y ante la imposibilidad de realizar algo, colocó la mano derecha en el pecho de su padre, quien solo lo miró con tristeza.
-Por favor, entiéndelo y sé fuerte.- Repitió las palabras que su padre le había dicho con anterioridad.
Bill sonrió débilmente. Su primogénito tenía razón.
Tenía que ser fuerte.
Por su esposo y por sus crías.
-? ゚フᄇ-
Phill había salido a pedir su maletín médico de la cajuela de su auto. El segundo Bebé se había enrollado en el cordón umbilical. Por suerte, los bebes se habían desarrollado en dos sacos amnióticos diferentes, si no hubiese muerto desde que sacaron a su hermana al el saco vitelino de su gemela. Pero eso no lo hacía menos difícil y peligroso, pues las contracciones se mantenían en un intento desesperado del cuerpo del omega en expulsar al pequeño ser vivo de su interior, lo que les quitaba tiempo y probabilidades de supervivencia.
En definitiva, no eran buenas noticias, y el padre alfa se exasperó. Quería entrar y apoyar a su omega por si las cosas se complicaban aún más, pero Phill se lo impidió, pues podría ser contraproducente el tener un alfa exasperado en el trabajo de parto del omega. La discusión fue cortada cuando Mabel se ofreció en apoyar a su hermano con la condición de que Bill cuidará a los cachorros. El rubio aceptó, y regresando al sillón, abrazo a sus dos pequeñas crías y encogiéndose en la esquina del mueble.
Las horas pasaron con tensión y nerviosismo.
Él gritó de Mabel los alteró, y los hermanos Cipher se pusieron de pie inmediatamente. Se relajaron un poco cuando escucharon los fuertes lloriqueos de un bebé en la habitación. La segunda niña había nacido. Los minutos pasaron hasta que la puerta se abrió estrepitosamente y la castaña anunció la noticia. Una segunda niña inquieta, pero saludable, se integraba a la familia.
-¿Cómo está Dipper?-Preguntó el alfa preocupado.
-Cansado, pero bien- La voz de su hermano lo reconfortó al verlo salir de la habitación con una suave sonrisa. -Felicidades de nuevo hermano. Tu esposo quiere verlos.
La sonrisa exultante del rubio mayor contagio a todos. Aun cargando a la bebé recién nacida, tomó la mano de su primogénito y susurró un "Felicitemos a papá". El niño, arrastrado, trató de seguir el paso del adulto ansioso.
Las doctoras y Mabel lo felicitaron, saliendo de la habitación casi de inmediato para darle privacidad a la familia. Un omega fatigado le dio la bienvenida con una tenue sonrisa. A su lado se encontraba la gemela menor, quien se removía inquieta en los brazos de su padre castaño. El alfa se acercó con la bebé en sus brazos, dejando a un nervioso Lían en el marco de la puerta.
A pesar de ser solo un infante, se sentía abrumado por la presencia de las dos pequeñas criaturas. Sus papás parecían felices con el nacimiento de las dos pequeñas crías, pero ¿Por qué no le celebraban a él? Él ya estaba con ellos desde hace seis años, ¿Sería reemplazado por sus hermanas?. Dirigió su mirada hacia su papá postrado en cama, recordando con claridad el gruñido de advertencia que le había dado el omega antes de forzarlo a salir de la habitación. Ahora parecía feliz a pesar de estar exhausto ¿Le agradaban más las gemelas que él? ¿Por qué unas desconocidas tomaron su lugar? Se encogió mientras se abrazaba a sí mismo en busca de consuelo.
Dipper sintió la aflicción de su cachorro, y levantando con sus pocas fuerzas su brazo libre, le pidió que se acercara a ellos. Obediente, Lían se acercó inseguro.
Dándole ambos cachorros al alfa, a duras penas, se reincorporó en la cabecera de la cama y tomó las pequeñas manos de su primogénito, quien crispo al sentir las manos frías de su padre.
-Perdóname por gruñirte- musitó el Pines -Me sentía desesperado por la llegada de tus hermanas, no estoy molesto contigo, ¿Lo entiendes?.-El cachorro asintió, mirando directamente los ojos de su padre. - Te amo, Lían. Siempre serás mi bebé y mi consentido.
El cachorro sonrió y, dando un pequeño salto para subir a la cama, abrazó con afecto a su padre, quien le devolvió el gesto afectivo. La mente de Lían se tranquilizó al escuchar las palabras de su progenitor. Sus papás tenían razón, sus hermanas siempre fueron deseadas y nunca debía flaquear por la presencia de ellas, ya que sus papás los amaban por igual.
Bill se sentó en el borde del nido y le presentó a su cachorro varón las recién nacidas. Las gemelas idénticas dormían pacíficamente en los brazos de su padre orgulloso. Lían pudo notar como la cría más pequeña tenía unas ligeras pecas castañas en sus mejillas. Al parecer podrían diferenciar por esas manchas a las gemelas.
-Lían dice que la primera debe de llamarse Abby- el Cipher le mencionó a su esposo.
-Abby es un bonito nombre.- Premio al cachorro con caricias para luego asentir. -Abby será. ¿Cómo te gustaría que se llamará la segunda?
El pequeño rubio lo pensó por un momento.
-Tiene que ser un nombre fuerte- Le llamó la atención su padre alfa- Después de todo, esta pequeña causo todo un alboroto sin siquiera nacer.
La familia rio ante el comentario.
-Emma, Se llamará Emma - Habló finalmente Lían.
Los adultos elogiaron el nombre, aceptándolo inmediatamente.
El alfa se recostó al lado del omega, y metiendo a Lían entre ellos, se abrazaron afectivamente. No necesitaban palabras para felicitarse mutuamente por el esfuerzo realizado por ambos, mientras que su varón luchaba salir del abrazo demasiado dulce de sus padres. Demasiado afecto para el día. No necesitaron más al escuchar las pequeñas risas de las gemelas recién nacidas al sentir el afecto familiar de su entorno.
La dulce Abby, y la fuerte Emma.
Las pequeñas crías recién nacidas de la familia Cipher-Pines.
