Chicas hoy he subido los capítulos 10, 11 y 12. Quizá suba más capítulos al anochecer. Gracias por leerme. :)
Capítulo 12.
Instrucciones: Escuchar Artic Monkeys - Do I wanna know?
El concierto de Artic Monkeys había acabado, y un hombre sostenía a dos mujeres con sus fuertes brazos, llevándolas casi cargándolas las subió y las colocó en la parte de atrás de su coche, un deportivo gris descapotable. A pesar de que había bebido un poco sus reflejos estaban al 90%, así que conducir de madrugada por calles tranquilas, en principio, no suponía peligro... las iba a llevar a la casa de una de ellas, pero al incorporarse a la vía principal, tuvo que ver por el retrovisor y sus ojos no pudieron evitar fijarse en aquellos tops que dejaban a la vista unos redondos senos, Susana se dió cuenta de que él las observaba por el retrovisor y empezó a deslizar su top hacia abajo, dejando ver que debajo de aquella diminuta prenda llevaba un sujetador de encaje negro. Él se sorprendió pero su mirada se oscureció. Eliza percatándose de lo que la rubia había provocado, se sonrojó, pero el deseo por tenerlo pudo más, y es que la pelirroja se dio cuenta de que nunca dejaría de desear a aquel conductor, se dio cuenta que desde que lo conoció quizo ser suya, solo suya, pero en ese entonces ella era solo una adolescente, ahora era una mujer... una mujer que lo deseaba y que lo iba a tener... esa misma noche.
Así que siguiendo el juego que empezó Susana, comenzó a bajarse aquel top rojo que decidió usar esa noche, no llevaba sujetador. El conductor frenó el coche en seco, y decidió cambiar de trayectoria... irían a su departamento, que estaba a solo cinco minutos. Durante ese tiempo que parecía una eternidad para ellas, él los disfruto, se deleitó con cada movimiento de aquellas, que se tocaban a discreción durante todo el trayecto.
Salieron del coche, él las llevaba cogidas de la cintura, una a cada lado, ellas empezaron a tocarle por encima de los pantalones y él empezó a deslizar sus manos por aquellos suaves senos... humedeciendo sus pezones por encima de la tela para luego tirar de ellos. Aquellas mujeres no pudieron evitar gemir al sentir el contacto de aquellas manos grandes y fuertes.
- Ahogar vuestros gemidos o despertareis a los vecinos... no seáis impacientes, dejadme abrir la puerta.
A penas se abrió la puerta, Eliza se abalanzó sobre aquel hombre, devorando su boca, la barba de aquel sujeto la excitaba hasta puntos insospechados... le desabrochó la camisa, mientras Susana le bajaba los pantalones y empezaba a acariciar su miembro por encima de los boxers. Estában embriagados, el alcohol desinhibía a aquellos tres.
Él se sentó en aquel amplio sofá gris y ellas se arrodillaron en el suelo, esperando obedientes alguna orden, pero Susana no podía esperar más, así que se apoderó de aquel enorme miembro, lamiendo lentamente cada milímetro, Eliza estaba en shock, jamás pensó que ese hombre fuera tan perfecto, así que colocándose a un lado de Susana empezó a lamer el tronco, los testículos, ambas sedientas de él. Pero aquel maravilloso hombre tenía otros planes para ellas.
Con sus fuertes brazos las cargó y las colocó encima de la mesa del comedor... sus ojos estaban oscurecidos, llenos de deseo, quería todo de aquellas dos. Empezó a subir sus manos por aquellas perfectas piernas hasta llegar al sexo de ambas, moviendo los tangas hacia un lado, empezó a dar placer a aquellas mujeres con cuerpos de infarto, la mano derecha se concentraba en explorar los labios mayores del sexo de Eliza, la izquierda masajeaba el clítoris de la rubia. Ambas soltaban gemidos... Él comenzó a meter dos dedos, tres, cuatro... ellas se corrieron y él quería más...
Se colocó delante de Susana y entró en un solo movimiento, sin dejar de tocar a Eliza, por supuesto. La rubia no pudo evitar gritar de placer, aquel hombre era tremendamente atractivo, alto, piernas definidas, un amplio pecho y con unos abdominales marcados, unos brazos como rocas, pero a la vez suaves, aunque siempre firmes cuando de cambiar de postura se trataba. Ambas eran pequeñas al lado de ese poderoso hombre.
Cuando Susana volvió a llegar al orgasmo, él se concentró en la pelirroja, le dio la vuelta y la penetro por detrás, apretando con sus dedos aquellos pezones rosados, Eliza perdió la noción de todo, solo sentía como su sexo recibía aquellas embestidas que a pesar de ser duras, le daban gran placer... Sí, ese hombre era lo que ella quería... cada célula de su cuerpo estalló... y él se salió... se colocó encima de ellas y repartió su semen desde las bocas de aquellas mujeres que lo recibían ansiosas, hizo un camino por sus senos y sus sexos. Pero él no las dejó descansar, estuvieron toda la madrugada divirtiéndose, él penetró cada rincón de los cuerpos de aquellas dos bellas mujeres, acarició sus preciosos cuerpos como quizo, él sabía que era un gran amante: no era la primera vez que participaba en un trío.
Las mujeres se habían quedado dormidas encima de aquella mesa y él las dejo, se fue a su habitación, había obtenido el placer que quería... mañana sería otro día y esperaba no volverlas a ver.
