Disclaimer: los personajes de Kimetsu no Yaiba NO me pertenecen, sino a la mangaka Koyoharu Gotouge.
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Capítulo 2
Negación
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Los siguientes días fueron cruciales para ella. A veces caía dormida durante días a causa de las heridas, no estaba estable físicamente y eso se seguía notando. Tuvo un intenso ataque de resfriado, producto de los residuos del arte demoníaco de Douma, dato que, convenientemente y como si ella hubiera sido parte de la pelea en tiempo real, le había transmitido a Shinobu, tanto como recordaba de las memorias difusas de Kanae y de su saber innato, aprendido en aquel mundo que había dejado atrás después de su muerte. Ella conocía ese mundo, sí, pero no sabía exactamente en qué momento ubicarse con respecto a la trama principal.
Sacudió la cabeza tan rápido como su cuerpo le permitió. Todavía no creía que eso estuviese pasando realmente. No había tenido indicios de que la realidad a su alrededor se deformara, todo seguía su curso y la tranquilidad parcial parecía volver a la Finca Mariposa. Sus heridas no habían (ni por asomo) cicatrizado, y algunas de ellas eran tan profundas que se impresionaba de que hubiese podido sobrevivir a eso.
Ahora era poseedora de una herida horizontal que le surcaba de costado a costado el abdomen. Había una de corte irregular desde su clavícula hasta su ombligo y otro surco de heridas en sus brazos, causadas por la infinidad de astillas de hielo que Douma había clavado en ella. Finalmente, su espalda estaba marcada por una forja de latigazos cual tres arañazos de corte perfecto, como una garra. Dio gracias por no ser vanidosa o hubiese proferido un alarido hacia el cielo al constatar aquellas heridas que nunca iban a sanar del todo. Esa cicatriz sería el recordatorio más relevante sobre su sobrevivencia casi imposible.
Casi. Porque ella seguía viva contra todo pronóstico y contra lo que realmente había sucedido en la historia.
Todas las veces que Shinobu venía a cambiar sus vendas, ella podía ver su rostro lleno de impotencia y rabia, la ira acumulada sobre su ceño constantemente fruncido y que agriaba sus hermosas facciones. Le hubiese gustado decirle que le encantaría ver su sonrisa, tal y como recordaba que Kanae le decía en la historia, pero sería demasiado surrealista para su propia estabilidad mental y la concentrada muchacha podía tomarlo como una ofensa, incluso si venía de su propia hermana.
«Pero nada de esto es real. Está ocurriendo en mi cabeza. Estoy en coma»; alzó la voz en su mente, intentando buscar el sentido de todo aquello una vez más.
Ignoraba deliberadamente la razón de estar en los zapatos de Kanae Kochō en vez de alguno de sus personajes favoritos. ¿No hubiese estado mejor imaginarse viviendo la vida de Mitsuri o divertirse siendo un hombre como Uzui? ¿Por qué se había adentrado en su sueño profundo siendo un personaje tan desconocido que no había llamado su atención más allá de ser la primera cazadora nombrada en enfrentarse a Douma?
¡¿Por qué se imaginaba que Kanae seguía viva?!
«Es mi estado de coma, mi sueño. Tiene que haber una razón para ser Kanae y no otro personaje»; pensó, intentando convencerse de ello, pero no había explicación factible.
—¿En qué punto de la historia estoy? —susurró para sí misma.
Un dato que tenía que averiguar desde ese preciso instante.
Pero una semana más pasó sin que pudiese ubicarse temporalmente con relación a la historia de Tanjiro y compañía. ¿Quizás era demasiado pronto? No sabía en qué punto del pasado había muerto la mayor de las mariposas, pero no había llegado a conocer a esos revoltosos protagonistas ni alcanzado a terminar de ver crecer a Kanao cuando Shinobu se había hecho pilar debido a la muerte prematura de su hermana.
Estuvo tan ensimismada en su pensamiento que no se percató de que habían tocado su puerta. Fue el sonido de la misma abriéndose el que la hizo respingar y girar en su dirección, pero lo que vio, la dejó con la boca abierta.
Era el patrón.
Y no, no se veía para nada como en la primera reunión de pilares que había visto en su otra vida. Su cicatriz en la frente le había cubierto el ojo izquierdo en su totalidad y apenas le rozaba el ojo derecho, pero se notaba que todavía podía ver perfectamente a través de este y su salud no estaba tan deteriorada, así que sus pasos eran fuertes y seguros, aunque la sensación que tuvo ella al verlo es que flotaba hacia ella. Su sonrisa calmó su corazón y sintió unas ganas inmensas de llorar para drenar toda la frustración de no saber por qué estaba pasando esto, aunque una parte de esa sensación venía directamente de la culpa de Kanae... ¿Por qué Kanae sentía culpa?
—Hija mía, Kanae —llamó él al notar que la muchacha parecía demasiado contrariada como para saludar—. Has sido muy valiente y fuerte al sobrevivir a una batalla con la segunda luna superior, así que nada es tu culpa. Estuviste dispuesta a sacrificarte y gracias a eso tenemos información privilegiada sobre su habilidad. Eso que has hecho vale mucho para todos nosotros, pero vale aún más el hecho de que estés viva y sigas acompañándonos con tu sonrisa.
Sintió una paz interna, un calor que se extendía por su pecho y calentaba su corazón adolorido. No pudo resistir las lágrimas que brotaban de sus ojos color lila y los hacía brillar mucho más. Sus labios temblaron y pudo sollozar. Apretó las sábanas entre sus puños. El sentimiento de vacío la embargó, incapaz de seguir conteniendo sus pensamientos.
—No sé... No sé por qué estoy aquí —pronunció con el cariz agónico en su voz, oclusiva debido al doloroso nudo que se formó en su garganta.
Por supuesto, el patrón no entendería el sentido real detrás de sus palabras. Nadie más que ella sabía lo que había sucedido, nadie más sabía que había invadido el cuerpo de Kanae... No, no invadido, porque esto no era real, ¿verdad?
Sollozó aún más fuerte.
Solo se detuvo cuando sintió la mano paternal de Oyakata-sama sobre la coronilla de su cabeza, agitando las raíces de su larga melena oscura. Ella alzó el rostro sonrojado de llanto, buscando respuestas.
—Cada criatura pura y valiente en el mundo está donde debe estar. Cada uno de nosotros tenemos una misión que va esclareciéndose tras varios obstáculos. Kanae, si estás aquí, es por la fortaleza de tu espíritu y tu ímpetu al pelear con todas tus fuerzas cada momento por los demás, por aquellos que amas y que te aman también.
Aquella no era la respuesta que ella estaba buscando, pero sí era el consuelo que necesitaba incluso sin saber. Sorbió, incapaz de enfocarse en algo más que en el joven rostro de la cabeza de los cazadores de demonios. Sus ojos eran océanos de calma, un bálsamo curativo para su alma. Nunca había recibido palabras más sinceras que aquellas, pues en esa vida que tenía antes de caer en la más completa oscuridad, era difícil oír y sentir algo real.
—Gracias, Oyakata-sama. No sé... No sé qué haría sin sus palabras —agradeció de una manera genuina, ofreciendo una sonrisa.
Seguramente hubiese sido extraño quebrarse frente a una persona diferente, pues no había nadie más efectivo que el patrón para comprender los sentimientos de sus niños, como él les llamaba. Hubiera sido aún más extraño que Kanae perdiera su comportamiento dulce y alegre para dar paso a este comportamiento con tintes confusos, toda una búsqueda de existencia y sentido.
—Kanae, solo te pediré que no te fuerces y no intentes entrenar sin la recuperación adecuada. Sé que tienes incontables heridas y varias de ellas pudieron haberte arrebatado la vida. Espera y mejórate. En su debido momento hablaré contigo, luego de evaluar tu condición.
Ella sintió que se estaba guardando más palabras que decir, pero antes de que pudiera decir algo más su cuerpo, como actuando solo, inclinó la cabeza hacia él mientras este se despedía con una mueca sonriente y la brisa fresca que aliviaba todo mal del mundo. Se percató de que solo le había dado apoyo moral y nunca había preguntado detalles sobre el demonio, quizás porque Shinobu le había dado suficiente información de la que ella misma le transmitió días atrás.
No sabía cómo podía sentirse así de ligera después de tan breve conversación mental. Quizás en su inconsciencia escuchaba la voz relajante de alguien apoyándola para que volviese de su coma y el patrón había tomado ese papel en su fantasía subconsciente.
Fuera como fuese, de alguna manera, ahora se sentía mucho mejor.
