Muchas gracias chidamami y Elizabeth por los comentarios. Os dejo con el final de este fic. :)

Gracias por los favs and follows MariaGpe22, Sincity12345, judithtorres, marcita196677 y settale.

Gracias a las lectoras de Estados Unidos, México, España, Italia, Venezuela, Guatemala, Brazil, Colombia, Chile, Francia, Perú, Romanía, El Salvador, Panamá, Canadá, Paraguay, Costa Rica, Grecia, Argentina, Israel, Taiwan, Reino Unido, Nicaragua, Portugal y Japón.

Nos vemos en el siguiente fic. ;)

Capítulo 30.

Instrucciones: Escuchar: Lou Reed - This Magic Moment

El señor McGregor me ha vuelto a dejar las llaves de su casa, voy a darle una sorpresa a Candy. Pedí que diseñaran un anillo de esmeraldas, y esta mañana me han llamado para decirme que ya estaba disponible. He ido a recogerlo y lo tengo en el bolsillo de mi chaqueta.

Candy está en el salón de la tercera planta, mirando por la ventana, jugando con las cortinas y hablando en voz alta. De pronto se vienen a mi cabeza las imágenes de cuando la vi por primera vez, era el día de mi cumpleaños número 12, sí hace 16 años atrás ella estaba en esta misma estancia, en esa misma postura, yo pasaba por la calle con mi bicicleta y entonces pasó, me tomó por sorpresa sé que tú también sentiste lo mismo que yo, por la forma en la que me miraste. Un momento mágico, tan diferente y tan nuevo.

Tuvieron que pasar 11 años para que aceptaras ser mi novia, tus besos son más dulces que el vino, más suaves que una noche de verano. Todo lo que quiero tener lo tengo cuando te abrazo fuerte. Y estos meses sin ti han sido demasiado. La distancia la impuse yo, yo también la sufrí. Y ahora saber que puede que tú no quieras volver, me paraliza, pero tengo que luchar por ti. Escucharte decir que piensas en mi, me da la fuerza que necesito para anunciarte mi presencia y decirte todo lo que llevo meses sin pronunciar.

- Y yo Candy, yo pienso en ti.

- ¡Albert!

Y lo que no me esperaba pasó, corriste a mis brazos y te rodee con ellos, volví a sentirme completo. Y entonces te besé, ese mágico momento mientras tus labios están cerca a los mios, me gustaría que durara para siempre, hasta el final de mis días.

Estuvimos abrazados tanto tiempo que no me di cuenta que la hora de comer había pasado, hasta que me dijiste que tenías hambre. Me reí sin parar. Y te pedí que esperaras un momento que tenía algo que decirte aquí, en donde nos vimos por primera vez.

- Candy, hace 16 años yo te vi aquí, estabas en esta habitación viendo por la ventana, colgada de las cortinas, yo pasaba por la calle en bicicleta cuando te vi por primera vez. Ese momento siempre lo tengo en mi memoria, porque para mi fue el inicio de todo el amor que te tengo. Sé que estos meses que hemos estado separados han sido muy difíciles para ti, y créeme para mi también, pero no podía permitir que te hicieran daño, tenía que cuidarte, no podía exponerte a ningún peligro, si te pasara algo yo, yo no me lo perdonaría. Quizá obre mal, quizá sí te lo debería haber dicho para que tú decidieras qué hacer, pero Candy jamás podría pedirte que arriesgaras tu vida por lo nuestro. Yo tenía que solucionar los problemas de mi familia para poder ofrecerte una vida a mi lado que no supusiera ningún peligro para ti. Es mi responsabilidad darte toda la estabilidad posible, cuidarte y protegerte. Desde que te ví hace 16 años atrás lo supe Candy, tu eres mi prioridad, tu bienestar es mi obligación. Lamento no haber podido estar a tu lado para poder darte todo el amor que te mereces. Para mi ha sido una tortura no poder contar con tus abrazos y tus besos que tanta calma, paz y felicidad me dan. No quiero volver a separarme de ti. Candy, ¿te casarías conmigo?

- Albert, hoy es tu cumpleaños y el regalo me lo estás dando tú a mi. Claro que sí. Te amo. ¡Feliz cumpleaños! Haha Albert me haces muy muy feliz, solo entre tus brazos siento paz y tanta calma. El anillo es precioso, es mágico.

Candy me abrazó tan fuerte y se puso a llorar, toda la tensión y el sufrimiento de estos meses atrás estaban ahí todavía, y cada lágrima hacía que toda esa tensión se desvaneciera, poco a poco se fue calmando y me regaló una de sus maravillosas sonrisas, ya me siento mucho mejor. Pero tengo hambre. Volvimos a reír. La llevé a comer a su restaurante favorito y cuando ella pensaba que la dejaría en su casa, tomé otro desvío. La llevé a Oban, esta era mi segunda sorpresa del día. Me encantaba verla emocionada, no necesitaba decirle a dónde ibamos, sus ojos volvían a brillar.

- Albert, me haces muy muy feliz.

- Y tú Candy, y tú.

Llegamos a nuestro destino, la casa había sido reformada, en cuanto entró por la puerta fue corriendo hacia la parte de atrás, mientras atravesaba la terraza se iba quitando la ropa. Llegó antes que yo, y se tiró al mar. Escucharla reír es lo más mágico de este mundo. Candy ilumina mi mundo con todas sus ocurrencias. El agua estaba bastante fría, pero ella saltaba como una niña. La cogí en brazos y la llevé a casa, hacía frío y no quería que se enfermara. Todavía tengo otra sorpresa para ella. Nos pusimos los albornoces, encendí la chimenea y nos sentamos a contemplar las llamas del fuego, teníamos que entrar en calor. Abracé a Candy y le di un beso a sus rizos desordenados. La miré a los ojos y puse en sus manos las llaves de la casa.

- Está a tu nombre, y si quieres será nuestro hogar.

- Albert, tú eres mi hogar. Pero esta casa es la más bonita de la costa oeste de Escocia, desde que vinimos la primera vez me enamoré de ella. Pero es tu cumpleaños y las sorpresas me las estoy llevando yo.

- Candy, eres tú el único regalo que yo quiero, tú y todos los momentos mágicos que vivo a tu lado.

- Y tú Albert, tú eres mi primera vez en todo. Soy muy afortunada eres mi primer, mi único amor.

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